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HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local

On-line version ISSN 2145-132X

Historelo.rev.hist.reg.local vol.12 no.25 Medellín Sep./Dec. 2020

https://doi.org/10.15446/historelo.v12n25.85224 

Artículos

La Academia Nariñense de Historia como objeto de estudio historiográfico. Estado del arte

The Nariñense Academy of History as an Object of Historiographic Study. State of the Art

A Academia Nariñense de História como objeto de estudo historiográfico. Estado da arte

Edgar Vallejo-Erazo* 

* Candidato a Magister en Estudios Latinoamericanos por el Centro de Estudios e Investigaciones Latinoamericanas (Ceilat), adscrito a la Universidad de Nariño, Colombia y trabaja en el Banco de la República de Colombia. El artículo es resultado de la tesis para optar por el título de Magister en Estudios Latinoamericanos, titulada "El Centro de Historia de Pasto en la consolidación del saber histórico regional y local. Notas para un estudio de la historiografía nariñense, 1910 a 1955". Esta investigación cuenta con el aval del Ceilat No contó con financiamiento. Correo electrónico: evalleer@banrep.gov.co https//orcid.org/0000-0002-8496-7619


Resumen

El presente artículo ofrece un estado del arte sobre la producción investigativa de la Academia Nariñense de Historia. Para ello, se efectuó una búsqueda heurística, que abarcó el periodo de 1927 a 2020, tanto en las principales revistas académicas nacionales, como también, en las diferentes publicaciones regionales adscritas o no a la Academia Nariñense de Historia. Asimismo, se realizó una reflexión crítica frente al contenido que los trabajos abordados enuncian sobre el objeto de investigación en cuestión, exponiendo no solo los aspectos importantes de dichos documentos, sino también las limitaciones de los mismos. El artículo ofrece la posibilidad de perfilar la tendencia existente en investigación historiográfica nariñense y con ello, proyectar nuevos enfoques y propuestas que suplan los problemas de investigación no trabajados hasta el momento.

Palabras clave: historiografía; estado del arte; Academia Nariñense de Historia; historia regional

Abstract

This article seeks to establish a state of the art that accounts for advances in research, the object of study of which is the Nariñense Academy of History and its production. To do this, a heuristic search was carried out, covering the period from 1927 to 2020, both in the main national academic journals, as well as in the different regional publication attached or not to the Nariñense Academy of History. Subsequently, a critical reflection was carried out against the content that the traced Works enunciate on the object of investigation in question, exposing not only the important aspects of said documents, but also their limitations. The article offers the possibility of outlining the existing trend in the Nariñense historiographical research and with it, projecting new approaches and proposals that supply the research problems not worked on so far.

Keywords: historiography; state of the art; Nariñense Academy of History; regional history

Resumo

O presente artigo procura estabelecer um estado da arte que mostre os avanços da pesquisa, cujo objeto de estudo é a Academia Nariñense da História e sua produção. Para isso, foi realizada uma pesquisa heurística, abrangendo o período compreendido entre 1927 a 2020, tanto nas principais revistas acadêmicas nacionais quanto nas diversas publicações regionais vinculadas ou não à Academia Nariñense da História. Posteriormente, foi realizada uma reflexão crítica do conteúdo dos trabalhos encontrados que fazem referência ao objeto de pesquisa em questão, expondo não só os aspectos importantes desses documentos, mas também suas limitações. O artigo oferece a possibilidade de analisar a tendência existente na pesquisa historiográfica em Narino e, ao mesmo tempo, projetar novas abordagens e propostas para a análise dos problemas de pesquisa que não tenham sido trabalhados até o momento.

Palavras-chave: historiografia; estado da arte; Academia Nariñense da História; história regional

Introducción

Los trabajos de reflexión historiográfica en Colombia, como afirma Zuluaga (2009) brillan por su ausencia; son pocas las investigaciones y publicaciones que tienen como objeto de estudio la producción historiográfica universitaria en Colombia y son aún más exiguas las que tienen por objeto de investigación la producción historiográfica de las Academias, así como de los Centros de Historia.1 Esto se debe, por un lado, a una poca tendencia hacia la reflexión sobre los procesos historiográficos que componen los trabajos históricos (Zuluaga 2009, 91) y por otro lado, a un menosprecio y subvaloración de la producción surgida de aquellas instituciones del saber, producto de una crítica, desde la historia universitaria, dirigida a sus visiones patrióticas y nacionalistas, como también a sus enfoques generalmente acontecimentales, episódicos y narrativos (Ramírez-Bacca y Ospina-Echeverry 2011b). Tal como menciona Samacá (2011, 375-376),

El prejuicio o la reticencia ideológica y política hacia los miembros de las Academias y la emergencia de temáticas con mejores proyecciones investigativas como la historia empresarial, son factores que también concurren para que no haya una revisión de largo aliento sobre cómo se ha escrito, difundido y apropiado el pasado nacional y regional y con ello, los procesos por los que se ha dado forma a la memoria social.

Esta situación no solo concierne a la investigación historiográfica nacional, ello hace parte del estado actual de las reflexiones historiográficas sobre el quehacer de las Academias a nivel latinoamericano, las cuales se caracterizan por ser "escasas y mediadas más bien por los prejuicios que por la valoración científica" (Betancourt 2007, 82). A su vez, esto se ve más agudizado en los contextos regionales y locales, donde en principio no existen muchas instituciones de investigación histórica, o si existen, no se cultiva sistemáticamente la práctica investigativa (Guerrero 1999, 106), menos aún se ha tomado como objeto de estudio las producciones historiográficas de la Academia.

Para poder desplazar esta exigua investigación historiográfica regional, es necesario de antemano construir un balance que permita establecer el estado de la cuestión, para así plantear nuevos enfoques de estudio que suplan las carencias investigativas en historiografía regional y local.

Se realizó una búsqueda heurística sobre las principales revistas académicas a nivel nacional, como también en las producciones regionales de publicación periódica, Cultura Nariñense, Manual de Historia de Pasto, Revista de Historia y Boletín de Estudios Históricos, entre otras. Después de rastrear los trabajos que abordan directa o indirectamente la producción historiográfica de la institución ya nombrada, se realiza una reflexión crítica sobre los mismos. Por último, se establecen algunas conclusiones generales sobre el estado de investigación de este objeto de estudio, el enfoque con el cual se lo ha abordado y los retos de la investigación historiográfica que quedan por alcanzar.

La Academia Nariñense de Historia como objeto de estudio

De los escasos trabajos escritos y publicados que tienen por objeto de estudio y reflexión a la Academia Nariñense de Historia (ANH), se han rastreado y catalogado tres tipos de textos que difieren entre sí por algunas características como su formas de escritura, la presentación de la información, su objeto especifico de estudio y sus objetivos en sí mismos. El primer tipo de textos, de orden autorreferencial, son escritos por los propios miembros de la Academia, desarrollando una visión apologética del decurso de la institución. Por otra parte, el segundo tipo, remiten a trabajos que abordan la Academia desde su dimensión institucional. Y, por último, se registraron algunos textos que ahondan específicamente en la producción historiográfica de determinadas temáticas diferentes a la Academia como objeto de estudio, pero que si reseñan algunas de sus producciones.2 A continuación, se hará una respectiva reseña de cada tipo.

Después de una revisión de las principales publicaciones periódicas de la ANH entre 1927 a 2019;3 es decir, el Boletín de Estudios Históricos (1927-1940), la Revista de Historia (1942 a 1967) y los Manuales de Historia (1996-2019), como también en publicaciones no adscritas a la ANH, como lo es Cultura Nariñense (1968-1980), entre otras, se han rastreado algunos trabajos que presentan una visión apologética de la Academia, escritos principalmente por los miembros que componen a la institución.

Uno de los artículos más antiguos escrito con el propósito de historiar la vida de la institución, data de 1927, y se publica en el primer número del Boletín de Estudios Históricos. Este escrito muy breve titulado "Centro de historia de Pasto" (López y Ortiz 1927), está dividido en cuatro apartes que giran en torno a rememorar y traer al presente aspectos esenciales de las primeras décadas de vida de la institución. En el primer aparte "acta de instalación" (López y Ortiz 1927) copian un fragmento del documento original de dicha acta -aspecto que responde a la visión misma del Boletín de Estudios Históricos- y con ello hace explícita más allá de la información puntual sobre los primeros miembros del centro, sobre el proceso de instalación y sobre la elección de secretaria y presidencia, la legalidad que posee dicha institución, no solo desde el plano regional, sino principalmente desde el plano nacional. Una legalidad dada por el órgano nacional de poder científico más importante en relación a temas históricos para la época, como lo es la Academia Colombiana de Historia (ACH).

Esta comisión que se recibe de la ACH no solo conlleva un peso académico importante, que da validez a la producción histórica regional, sino que esencialmente compromete a estos centros a perpetuar y fortalecer el objetivo y misión que la ACH desempeña en el territorio nacional; es decir, a la conformación de una cultura nacional que aporte a la consolidación del Estado-nación. Lo anterior se manifiestó en el fragmento mencionado del acta de instalación:

[Fortunato Pereira Gamba] informó a los presentes la honrosa comisión que había recibido de la Academia Nacional de Historia, y les manifestó que, puesto que había el suficiente personal, se declarase instalado el Centro de Historia de la ciudad de Pasto. También puso de presente la grandísima importancia que la Academia Nacional de Historia da al Centro que acaba de instalarse (López y Ortiz 1927, 5).

Hacer explícito aquel fragmento del acta, después de 17 años de vida institucional, comporta trasmitir a los lectores un espíritu de continuidad y cumplimiento frente a aquel compromiso adquirido. Esto último igualmente expresado en este primer número del "Boletín de Estudios Históricos" que abre con la siguiente proposición: "no otros que los que dicen relación con la cultura y engrandecimiento de la patria, son los que abrigamos al dar principio a la tarea de divulgación histórica que deseamos llevar a cabo desde las páginas de esta revista" (López y Ortiz 1927, 1).

El segundo y tercer aparte de la publicación se limita a dar información puntual de los miembros que han compuesto el Centro de Historia de Pasto (CHP) desde su creación hasta 1924, como también de algunos de sus presidentes y secretarios. El ultimo aparte, "Labores", enuncia los trabajos más sustanciales encomendados por el CHP o que de manera espontánea sus miembros han realizado entre 1917 hasta 1924.

Ahora bien, el hecho de destacar la continuidad y vigencia del CHP, en este primer número del Boletín no es fortuito. Su importancia radica en visibilizar el enorme esfuerzo tanto institucional y académico, como económico y humano que implica la producción e investigación regional continua y periódica, a pesar de los problemas que esta ha afrontado. Para así justificar la empresa que realiza dicha institución, materializada en su misión un tanto paradójica que desarrolla; es decir, no solo la posibilidad de trasmitir una verdad sobre lo acaecido, que comulgue el pasado regional al ideal de patria nacional, en un período en el cual se llevaban procesos a nivel nacional por la construcción de un pasado común, sino que además, permita establecer una identidad regional conjunta que sopese el abandono nacional al cual el departamento había estado sometido.

Lo anterior se observa en el primer número publicado por El Boletín de Historia ya reseñado, y quince años después, en 1942, en la publicación del primer número de la Revista de Historia, a cargo de Sergio Elías Ortiz. En el artículo "El Centro de Historia de Pasto en su trigésimo aniversario de fundación",4 del mencionado director, no sorprende que inicie subrayando como una de las cualidades principales de dicha institución, la continuidad que esta ha tenido en el plano regional como también en el nacional: "el día 14 de diciembre de 1940 cumplió el Centro de Historia de Pasto treinta años de vida activa y eficiente en servicio de la cultura nacional. Es, pues, sin disputa alguna, la entidad científica más antigua del sur de Colombia" (Ortiz 1942, 116). Batir el "record de duración entre todas las de su clase en estas regiones" (Ortiz 1942, 116) nadando contra corriente a un ambiente de latencias institucionales, "en esta América indígena donde las instituciones no brillan por su constancia, ni por la obra duradera que realizan" (Ortiz 1942, 116) hacen que registrar este hecho sea una labor sumamente necesaria:

Es oportuno hacer una breve reseña de las actividades de una sociedad que ha resistido incólume, para bien de la Patria, en medio de la incomprensión general, del casi ningún apoyo de las autoridades y de la falta de toda clase de estímulos (Ortiz 1942, 116).

Sirviendo así a esa misión de contribuir a la cultura nacional construida a pesar del ya nombrado abandono nacional.5

En este artículo se recuerda igualmente la creación del CHP, y se vuelve a resaltar las figuras fundamentales de aquella primera generación de estudiosos de la historia nariñense, que forjo las bases para la conformación de un pasado común desde la región: Julián Bucheli, Justo Guerra, Fortunato Pereira Gamba, Nicolás Hurtado, Eliseo Villota, Ángel Martínez Segura, José Rafael Sañudo, Adolfo Gómez, Daniel Zarama, Ángel María Guerrero, Modesto Santander, José María Bucheli, Francisco Albán, Benjamín Belalcazar, Gustavo Guerrero y Gonzalo Miranda, renombrados miembros de la sociedad intelectual nariñense, que tenían una reputación que los precedía.

Si bien el artículo no difiere mucho de su predecesor en el Boletín de Estudios Históricos puesto que igualmente describe las organizaciones, reorganizaciones y composiciones en la nómina de miembros que ha tenido dicho Centro, el artículo de Ortiz (1942), al homenajear y destacar a otras personalidades externas a los miembros de nómina regional que han contribuido a dar cauce y buen desarrollo a la misión de la institución, establece un nuevo presupuesto de legitimación tanto nacional como internacional hasta antes no mencionado. Ello se explicita al enunciar las cooperaciones intelectuales e ideológicas con otros estudiosos a nivel nacional y principalmente internacional, a quien por demás se les otorga la distinción especial de miembros honorarios y correspondientes, entre los primeros Ortiz (1942) cita a Paul Rivet (Paris), Federico Lunardi (Tegucigalpa), Enrique D. Tobar y R. (Lima), Enrique Otero D'Costa (Bogotá), Benigno Ferrario (Montevideo) entre otros. Por otra parte, de socios correspondientes se resalta a académicos de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guatemala, Paraguay, México, Perú, Haití, Venezuela, República Dominicana, Alemania, entre otros (Ortiz 1942, 123-125). Esta presentación de investigadores de diferentes latitudes que apoyan y contribuyen al CHP, permite a la postre equiparar las producciones y labores institucionales a los criterios del paradigma científico occidental en boga hasta aquel momento, dándole la adjetivación calificativa de rigurosidad y fidelidad en la búsqueda de la verdad.

Es necesaria la mención palmaria en el escrito de la rigurosidad con la cual esta institución ha desarrollado sus actividades; "le cabe también el honor de haber sido uno de los Centros de Historia mejor organizados de todo el país, como ha reconocido la propia Academia Colombiana de Historia" (Ortiz 1942, 116). Esta rigurosidad va encaminada a obedecer a un compromiso por descubrir la verdad de lo acaecido por fuera de cualquier visión política o ideológica que entorpezca el re-descubrimiento del pasado oculto u olvidado. El escrito finaliza reconociendo que estos treinta años al servicio de la historia, no son en sí mismos una marca de homenaje, sino que implican décadas de compromisos y responsabilidades científicas que no se han olvidado ni dejado a un lado, sino que se mantienen firmes en la misión propia del Centro:

El solo hecho de dar señales de vida en algo más de un cuarto de siglo seria ya una recomendación de constancia y buena voluntad del instituto; a esa constancia y voluntad generosas ha agregado una obra digna de consideración y respeto. Para subsistir a través de las vicisitudes políticas, el Centro ha tenido siempre como guía la tolerancia y la comprensión más amplias. Por ello se ha cuidado mucho de no llevar a su seno a personas que, si merecedoras del honor de formar parte del Centro por más de un motivo, incapacitadas, por su marcado espíritu partidarista, para convivir con otras que no saben de partidarismo sino de rendirle culto a la verdad dentro del mayor ambiente de tolerancia (Ortiz 1942, 128).

Como menciona Samacá (2011) este tipo de artículos son elaborados "para conmemorar la fundación de la respectiva institución, lo que imprime un matiz más apologético que crítico sobre su papel en la construcción del pasado regional o nacional" (Samacá 2011, 367). Por ende, siempre se encuentran en momentos importantes para dicha institución, que requieren hacer presente y manifiesto su pasado fundacional, como lo es el cumplimiento de un cierto número de años de vida académica, la conmemoración de alguna fecha relevante que comulgue a la institución o a sus miembros más importantes o también la inauguración de una nueva publicación periódica o la renovación de las mismas. Ejemplo de lo último, es el breve comentario introductorio que hace Muñoz (2001) al volumen IX, n.° 67/68 de la Revista de Historia, que, si bien no es un número inaugural de una nueva publicación o que represente una fecha conmemorativa, si hace evidente una trasformación que reestructura dicha revista; es decir, una inauguración simbólica hacia una nueva etapa de publicaciones que tiene ahora un tamiz teórico-metodológico y objetual un tanto diferente -que, si bien no se explicita, si se logra identificar por los recientes miembros de numero de la Academia, su formación y su producción historiográfica, y también los artículos que componen este número de la revista y los posteriores-.

Aquella apertura hacia la nueva etapa de la revista con una nueva producción de la Academia, no puede pensarse sin rendir un homenaje al pasado de la institución; es decir, sin dejar de reconocer la importancia capital de la producción de los miembros fundacionales y las anteriores generaciones que contribuyeron a lograr el objetivo del antes llamado "Centro de Historia". Para dar alcance a aquel homenaje, Muñoz (2001) aporta un recorrido por la historia de la revista; expone información fáctica puntual -rasgo ya nombrado por Samacá (2011)- de la fundación de la revista, como lo es su año de creación, el objetivo de la misma -que se debe mantener- y los miembros que la fundaron, resaltando nuevamente la continuidad de dicha producción a pesar de los obstáculos presentados.

Ahora bien, aquel homenaje que recubre al volumen IX, es un hecho fundamental, ya que la Academia al inaugurar una nueva etapa, no puede con ello desapegarse de ninguna manera de la carga institucional y, principalmente filosófico-epistemológica que la cobija, pues que son estas las que conllevan a lograr con éxito el objetivo que dio paso a su creación desde el orden nacional. La revista que representa comunicativa y materialmente a la institución no puede tampoco desarticularse de este peso histórico, puesto que dicha revista es una de las principales producciones que reflejan el quehacer de la Academia, esta "permite registrar y difundir el pensamiento y el trascurrir de la Academia Nariñense de Historia, al plasmar su concepción filosófica y objetivos en cada una de sus acciones y expresiones" (Muñoz 2001, 6).

Por tal motivo, es necesario brindar aquel espacio de la revista, en este caso el n.° 67/68, para así hacer más explícita la relación concorde que tienen las bases misionales y filosóficas estructurales de la institución, con las nuevas tendencias que esta ha adoptado, proyectando así la tan nombrada continuidad de la institución, sobre un peso teórico que no desarticula por completo al anterior, sino que se sedimenta sobre sí.

En los artículos que le preceden se hace más explícita esta necesidad: "Apuntes para una reseña histórica de la Academia Nariñense de Historia: 1910-1999" de Chamorro (2001), se retrotrae al presente una información fáctica detallada de la vida de la Academia, para así hacer tangible esa continuidad estructural. La autora vuelve a describir el proceso de fundación y consolidación del CHP, que ya se había relacionado en los artículos tanto de López y Ortiz (1927) como también el de Ortiz (1942). Esta descripción detallada trae nuevamente dichos acontecimientos, después de más de 60 años de ser referenciados por la publicación de Ortiz (1942); es decir, que presenta nuevamente su actualidad como conocimiento necesario e indispensable para el público en general, proyectando la vigencia de la misión de dicha institución.

Chamorro (2001) presenta la misma estructura textual de Ortiz (1942), en la cual se hace un recorrido cronológico por los principales cambios en la conformación de la nómina, presidencia y secretaria del CHP, entre 1909 a 1927, resaltando igualmente los principales trabajos de estas primeras generaciones. Sin embargo, va más allá del artículo de Ortiz (1942), ya que señala la relación entre las obras publicadas de manera periódica en el Boletín de Estudios Históricos, con la misión por el cual este fue creado, contribuyendo a hacer tangible ese decurso y trasforma-ción de la Academia sobre los mismos presupuestos filosóficos indiscutibles. Continua el recorrido cronológico por la creación de la Revista de Historia, los cambios de nómina y finalmente la incursión de nuevos miembros -una de ellas, la propia autora del artículo- que le dan un nuevo aire teórico y objetual a la Academia.

El aparte historiográfico como tal en este artículo, se manifiesta al hacer mención a las principales obras producidas por la primera generación de la académica, como también a la composición de extractos documentales publicados en el "Boletín". Más allá de eso, no se realiza ningún análisis o balance historiográfico de estas producciones. Creemos que ello ocurre por la aún vigente condición de posibilidad del conocimiento histórico heredera del siglo XIX, en la cual, se establecía que las obras históricas son un reflejo objetivo del pasado; es decir, remitiéndose a una concepción de la verdad como correspondencia (Betancourt 2010), por ello, el análisis de estas obras esta sobre determinado, puesto que se consideran documentos objetivos para la comprensión del pasado.

Cabe mencionar también que el artículo funciona como proclama de denuncia frente a la falta de apoyo hacia las iniciativas que ha tenido la Academia:

[...] más el mandato de la Honorable Asamblea, solo fue posible por algún tiempo, y ante el proceso continuado de la crisis y reformas en el ámbito institucional no ha sido posible que se continúe apoyando esta labor, difíciles tiempos ha correspondido afrontar, predominando últimamente la más completa desestimación e indiferencia, actualmente se lo intenta superar con la gestión privada y ofreciendo servicios de publicidad para sacar adelante la revista, más se ha editado ya, sesenta y seis revistas en los noventa años de existencia de la Corporación (Chamorro 2001, 13).

El último trabajo reseñado de este primer tipo de documentos, hace parte de un número especial de la revista "Cultura Nariñense" dedicado a la historia y el pensamiento del sur. En aquel Volumen, n.° 31, se publica en 1971 de Alberto Quijano "Documentos sobre la fundación de la Academia Nariñense de Historia".6 Lo que le da una importancia particular a este trabajo, en comparación a los otros reseñados es, por un lado, una explicita reflexión historiográfica de un componente fundamental del oficio del historiador, como lo es la fuente documental y, por otro lado, una interpretación crítica que se canaliza en la lectura de algunos documentos mencionados. La primera, la reflexión historiográfica, que se realiza como introducción al texto, desarrolla una concepción amplia que según Quijano abarca al documento.7 Ello, con el objetivo de establecer que la importancia referida a los documentos y actas de fundación, se halla "no por la materialidad de lo que informa, sino por la elocuencia que lo impulsa" (Quijano 1971, 43). Por tanto, el acta de fundación que nuevamente se trascribe en un artículo de esta índole, guarda relevancia por registrar "la preocupación de los hombres del sur por las cosas del espíritu. Y encauza en el ámbito investigativo, todo el inmenso caudal que, a través de los sucesos y los días, se hace fuerza prepotente en los anales de la patria" (Quijano 1971, 43).

La segunda, va más allá de la simple referencialidad a los documentos originales, Quijano (1971) les imprime una interpretación y reflexión específica encaminada no solo a homenajear la labor de la Academia, sino como preámbulo a una crítica frente a la poca preocupación gubernamental por dicha institución. El acta de fundación deviene en un documento catalizador de dichas críticas, puesto que refleja las constantes intermitencias y despreocupaciones de los órganos estatales: "Descarnado y sencillo el documento. Aunque ya encierra, potencialmente, tres factores que habrían de constituirse en constantes históricas de la institución. Eventualidad de la sede, voluntad de servicio de unos, cierta apatía de otros. El primer factor ha desaparecido [...] los otros dos, subsisten" (Quijano 1971, 44).

Por otra parte, de un documento fechado del 12 de octubre de 1912, correspondiente al informe de Pedro María Ibáñez, presidente de la ACH, con objetivo de ennoblecer tanto la creación de los Centros de Historia seccionales, como también su labor y producción, Quijano (1971) subraya que dicho texto reconoce y menciona "la patriota laboriosidad del centro" (Quijano 1971, 45). Esto, contribuye a evidenciar que la misión encomendada a este centro se ha llevado en feliz desarrollo, sobrellevando los desalientos provocados tanto por situaciones internas, como la ausencia de Fortunato Pereira Gamba, quien "actuaba como catalizador de comunes aspiraciones (Quijano 1971, 45), como también por las situaciones externas antes descritas. Por último, al referenciar fragmentos de la ordenanza 44 de 1938, por la cual se decreta la creación y financiación de la "Revista de Historia", Quijano, critica de manera muy explícita la ineficacia a la hora de llevar a feliz desarrollo los procesos de divulgación de las actividades académicas que ejecuta dicha institución:

El Boletín de Estudios Históricos fue y desapareció como patrimonio privado [...y] pese a los nobles propósitos de la Asamblea, solo en 1942 [cuatro años después de la ordenanza] se dio a la estampa la primera entrega de "Revista de Historia". Luego, ni mensualmente, ni con preferencia a toda publicación salvo de manera esporádica, ha aparecido el órgano de la Academia (Quijano 1971, 47).

Quijano (1971) finaliza este texto poniendo en consideración que si bien es un hecho que la ineficiencia estatal y gubernamental ha entorpecido el desarrollo de la Academia, esta se ha mantenido incólume en el ejercicio de su labor: "ningún instante ha permanecido muda ni ha prostituido el derecho inalienable de la palabra. Siempre ha preservado la elocuencia de la acción" (Quijano 1971, 47).

En este primer tipo de obras, al enfocarse en presentar una visión que legitime el accionar de dicha institución tanto en el plano nacional como en el regional, no se puede "pretender encontrar problemas epistemológicos o sociales de gran envergadura" (Samacá 2011, 367). Trabajos que indaguen en la dimensión episte-mológico-teórica que estructuran a las obras y publicaciones de la Academia, son investigaciones que están a la espera de realizarse.

Ahora bien, el segundo tipo de trabajos publicados corresponden a investigaciones que tenían por objeto de estudio la Academia de Historia en su dimensión netamente institucional. Estos trabajos en el panorama regional son representados por María Teresa Álvarez Hoyos, miembro de la ANH:

En "Años estelares en la historia de la cultura de Pasto 1904-1911",8 Álvarez (2001), presenta la tipificación de la lucha por introducir un nuevo pensamiento pragmático y nuevo estilo de administración estatal, en un espacio aun estructurado sobre moldes que dejo el espíritu de la colonia, a través de dos instituciones, que la autora denomina "culturales", en las cuales se materializa dichos procesos. Una de ellas es el CHP, el cual "sin alterar los valores de tipo tradicional y religioso, proponía el cultivo de las humanidades, la historia y las letras" (Álvarez, 2001, 119). Todo ello encaminado a generar las condiciones de posibilidad para que la región ingrese a los proyectos modernizadores estatales que se promulgaban en el gobierno de Rafael Reyes.

Este artículo contextualiza el nacimiento del CHP, a principios del siglo XX, tomando en cuenta las circunstancias políticas que imperaban en Colombia, el tipo de educación requerida, y los proyectos de consolidación del estado-nación colombiano necesarios para crear una conciencia nacional. De ello, se explica la importancia fundamental de la creación de dichas instituciones a lo largo del territorio colombiano, ya que contribuían a la superación de una sociedad aún inmersa en las tradiciones de tipo colonial y de un alto caudillismo y regionalismo. Álvarez (2001), esboza la importancia institucional de dicho centro de producción de saber, no solo como instancia epistémica para la trasformación social de la región, sino también como canal fundamental para reforzar la conciencia nacional que se buscaba implantar en el país. En ese orden de ideas, la autora explicita el objetivo del proyecto filosófico-político del CHP:

Propiciar el cultivo de las humanidades, la historia regional y las letras dentro de la conservación de los valores tradicionales, reforzar la historia oficial como estaba previsto que lo hicieran las Academias y Centros de Historia, profundizar en el proceso histórico de la emancipación de América respecto al sometimiento español y revisar la historia independentista (Álvarez 2001, 128).

Este segundo tipo de trabajos, al estudiar la institución en sí misma no abordan la producción historiográfica; por tanto, la información arrojada en relación a dicho objeto de estudio es muy poca o casi nula.

Por último, cabe mencionar que los trabajos que se enfocan en la producción historiográfica regional son pocos. Los tipos de balance encontrados, abordan la producción de la ANH generalmente de forma indirecta, ya que sus objetos de estudio ahondan en temas particulares, principalmente sobre guerras civiles y economía.

Dueñas (1993) con la urgencia de posibilitar nuevos enfoques investigativos que suplan la delimitación unilateral temática, objetual, de enfoque y netamente disciplinar a la cual esta apresada la historiografía regional, hace una compilación analítica de la producción historiográfica de la región, como también de las fuentes primarias existentes, que giran en torno al tema de economía colonial:

El presente esfuerzo investigativo intenta sensibilizar a quienes se dedican a la investigación de Nariño en especial, hacia la reflexión particular de este problema en dirección a promover la comunicación y el intercambio de saberes aplicados al conocimiento histórico. A salir del aislamiento intelectual en aras de la universalización de la ciencia histórica a nivel regional (Dueñas 1993, 3)

Este trabajo, analiza no solo las temáticas tratadas más frecuentemente, sino que examina "las hipótesis de trabajo implícitas o explicitas en tales fuentes" (Dueñas 1993, 6). Complementa esto haciendo una revisión de las fuentes documentales y primarias que estos trabajos referencian, como también reflexionando sobre la metodología retomada. El objeto de estudio de la autora, tarde o temprano permea la producción realizada por la ANH, de esta última, no reconoce la pertinencia apriorística de dichos trabajos, sino que evalúa sus hipótesis de investigación, contraponiéndolas a otras antagónicas. Por otra parte, llama la atención de la labor del Boletín de Estudios Históricos, ya que permite la difusión de fuentes primarias accesibles así a diferentes investigadores.

El trabajo pormenorizado que realiza la investigadora permite, entre otras cosas, entrever una común práctica investigativa regional que es necesario reevaluar:

Se observó que el ritmo de avance en la producción historiográfica regional es muy lento; aun hoy, a pesar de valiosas excepciones, se sigue trabajando con fuentes secundarias producidas en las décadas de 1930 y 1940 [...] los trabajos publicados se reducen a la difusión de importantes fuentes primarias pero no hacen elaboraciones analíticas de las mismas (Dueñas 1993, 48).

A nivel general, se puede afirmar que este es uno de los pocos trabajos que aportan de manera significativa a los balances historiográficos regionales, ya que abre la posibilidad a la reflexión y re-evaluación de los esfuerzos investigativos historiográficos en la región, como también permite la reflexión del estado de la investigación histórica regional en sí misma.

Por otra parte, Guerrero (1999) en su artículo presenta una visión muy concisa del estado de la investigación frente a las guerras en el sur de Colombia, además de dar un esbozo de la metodología utilizada y los tópicos que se han dejado de estudiar frente a las mismas. Sin embargo, el artículo no aborda de manera analítica dicho estado de la cuestión, ya que se limita a presentar algunas consideraciones de la producción historiográfica a nivel general, matizada por una explicación, desde el criterio investigativo del autor, sobre cada una de las guerras nombradas; ¿en qué consistió?, ¿cuáles fueron sus causas y las implicaciones de aquellas conflagraciones?, contraponiendo algunas hipótesis sobre dichas guerras. Después de ello, que compone gran parte del trabajo, el autor enuncia una bibliografía específica escrita sobre cada temática tratada, sin ahondar en la construcción historiográfica de cada texto referenciado en la lista.

En el último aparte del artículo Guerrero (1999), desarrolla algunas consideraciones metodológicas que sería importante profundizar en futuros trabajos de una mayor extensión. El autor tomando como ejemplo tanto los movimientos comuneros, como también las guerras de independencia establece una crítica al método generalmente trabajado en investigación regional, "un método deductivo-inductivo que condujo a la generalización olvidando la particularidad de cada hecho" (Guerrero 1999, 121). Esta forma de investigación contribuyo a estudiar el pasado sobre errores históricos delimitados, como es la clasificación de los movimientos comuneros como pre-independentistas -tesis que el autor busca desmentir en todo el artículo-. Para Guerrero es necesario dejar a un lado las imprecisiones de una metodología de la generalización que ha estructurado a la historiografía regional, para así pasar a un método "inductivo-deductivo-inductivo, es decir, partir de la historia local para reconstruir la historia nacional y volver de nuevo con un conocimiento dinamizado a profundizar en la historia del acontecimiento" (Guerrero 1999, 121).

De esta última sucesión de guerras, las de independencia, Guerrero (1999) retoma su abordaje militar y "social",9 para plantear el imperativo de darle un giro teórico y de enfoque a la investigación histórica regional; por lo anterior, precisa y subraya en la necesidad de cambiar el lente de observación hacia la historia económica, de mentalidades, de la cultura, entre otras, ya que con dicho lente se comprendería a profundidad los tópicos olvidados que estructuran a dichos acontecimientos. Por ejemplo, poniendo un enfoque económico a las guerras de independencia, se entendería estructuralmente las causas del realismo pastuso.

Por otro lado, escapándose de la visión acrítica en su totalidad, Verdugo (2016) hace una interesante indagación frente a la producción historiografía referente a los conflictos bélicos acontecidos en el siglo XIX, específicamente entre los años 1824 a 1904. Uno de los aspectos más interesantes de aquel artículo, es su claro matiz crítico. Este historiador no duda en realizar una reflexión crítica, teóricamente basada en posturas antagónicas al positivismo e historicismo decimonónico, a las obras históricas producidas tanto dentro como fuera de la Academia. Su objetivo no es continuar resaltando acríticamente la producción historiográfica de la Academia, es, por el contrario, pensar las obras historicas como producciones circunscritas a un pensamiento histórico particular, en un tiempo y espacio delimitado. Por tanto, comunicadoras no de un pasado tal cual es, sino de una perspectiva especifica del mismo. Por ello, no es fortuito que inicie su artículo conceptualizando lo que debe entenderse como historiografía, aquel "estudio del pensamiento histórico que se puede circunscribir a un tiempo, una época o un periodo y así mismo a un espacio determinado" (Verdugo 2016, 278), que no se limita a las producciones investigativas, sino al estudio general de lo que constituye como una cultura historiográfica (Aurell et al. 2013, 7).

Este trabajo es de los pocos reseñados que aporta una visión crítica y reflexiva de la propia historiografía regional avalada por la Academia, a la cual el historiador pertenece, revelando tanto la base epistemológica y teórica que los enmarca, como también sus límites enunciativos y sus implicaciones discursivas. Verdugo (2016) enfatiza su crítica en los trabajos enmarcados en una historia descriptiva, acontecimental y de bronce; por ejemplo sobre el trabajo de Acosta (1996), afirma que: "es una clásica historia romántica de carácter apologético en la medida en que le asigna la virtud del heroísmo a la ciudad de Pasto" (Verdugo 2016, 280), su carácter es netamente descriptivo "en tanto se reduce a la descripción cronológica de las escaramuzas, batallas y encuentros que se cruzan los contendientes desde la ocupación de Pasto [...] hasta el retorno al interior del país" (Verdugo 2016, 280). Sobre el texto de Bastidas (1979), si bien Verdugo reconoce el espíritu investigativo y voluntad individual, no por ello, desconoce la poca rigurosidad teórico-metodológica propia de la historia, que se le escapa a dicho filósofo de profesión; "sin fuentes primarias, sin manejo de citas, sin un sentido crítico de la historia, una lectura hermenéutica de las fuentes y del contexto, y una que otra fuente bibliográfica" (Verdugo 2016, 284) incursiona en la disciplina de Clío. Recalca igualmente que es una historia de carácter acontecimental y con una clara visión monocausal que sesga la compresión contextualizada de las batallas trabajadas como también del realismo pastuso. La misma critica recibe el texto de Juan Revelo (1951).

El autor no deja a interpretaciones lo que enuncia como la historia de bronce, Verdugo (2016) entre la lectura historiografía que realiza, expone también en que consiste y que implicaciones ha tenido dicha corriente para la escritura de la historia en occidente, en Latinoamérica y en Colombia, haciendo implícito al lector, las posibles consecuencias enunciativas hacia la historiografía regional. De esta historia de bronce afirma que,

Las elites nacionales de América Latina, en general, y de Colombia, en particular, en su empeño por legitimar sus intereses en el marco del proceso de construcción del Estado-nación, acudieron de manera improcedente y antinacional al préstamo de los lineamientos teóricos elaborados por la historia positiva de Europa para construir la historia nacional a partir de los personajes eruditos […] que representan supuestamente el verdadero motor de la historia; personajes desprovistos de la parte humana, elevados a la categoría de grandes héroes salvadores de la patria y objeto central de la historia (Verdugo 2016, 281).

La anterior exposición trastoca la característica de toda historiografía objetivista; es decir, la neutralidad y la re-sitúa en el plano de construcción del Estado-nación, en otras palabras, la enmarca en la función social que toda historia entendida como discurso cargado de intencionalidades posee (Florescano 2012).

Verdugo (2016) hace explicita la carga de intencionalidades que poseen los textos históricos revestidos de una neutralidad cientificista; al texto de Revelo (1951), le critica su explicita parcialidad interpretativa, al tener un claro matiz conservador, de igual forma al texto de Coral (1939) ubicado en la otra frontera ideológica, afirma que "el texto se diseña desde una óptica liberal para legitimar la catalogación e inscripción en el Escalafón militar" (Verdugo 2016, 305) a los ciudadanos ilustres que contribuyeron a la causa liberal. Continuando su análisis establece que aquella "obra se inscribe, de alguna manera, en la orilla positivista por cuanto el autor aspira alcanzar cierta neutralidad y verdad histórica en los documentos de indudable autenticidad" (Verdugo 2016, 306). A ello, complementa un pequeño análisis epistemológico de la imposibilidad del conocimiento neutral del pasado, sobre la aspiración de imparcialidad que dan los documentos primarios.

Su crítica no se reduce a la base teórica que fundamentan a estas obras, también gira en torno a la falta de rigurosidad metodológica y heurística que las componen: Sobre Acosta (1996) afirma que "no utiliza fuentes primarias orales ni archivísticas, a excepción del Archivo del general Tomas Cipriano de Mosquera" (Verdugo 2016, 282), igualmente se hace acreedor de dicha crítica, el texto referenciado de Bastidas (1979). Otros trabajos, que evidentemente se enmarcan en el proyecto teórico-investigativo al que Verdugo se circunscribe, una historia rigurosa planteada desde la endogénesis, no pecan de aquel mal, "el trabajo de Guerrero [miembro de Número de la ANH] se alimenta de una buena dosis de reflexión teórica y de fuentes primarias" (Verdugo 2016, 299).

Una de las conclusiones explicitas en el texto de Verdugo (2016), enuncia que la gran parte de la producción historiográfica regional "está aún atrapada por la malla político-militar de la independencia" (Verdugo 2016, 283). Bien reconoce que existen algunos trabajos que han escapado de este espectro; del trabajo de Ponce (2003), afirma que si bien carece de rigurosidad propia de la historia, se "sale del esquema heroicista y acontecimental de esas historias oficiales liberales-conservadoras al reconocer el sentido autonomista y el papel que jugaron las poblaciones regionales, subregionales y localidades como principales actores de las guerras civiles" (Verdugo 2016, 285). Otro trabajo reseñado que se fuga del esquema historiográfico oficial de los partidos liberal y conservador, es el artículo de López (1915) "en tanto que hace una descripción equilibrada acerca de las causas de la confrontación, de las acciones militares llevadas a cabo y del imaginario del general Tomas Cipriano de Mosquera tan estigmatizado por el partido conservador" (Verdugo 2016, 295). Destaca particularmente el trabajo del historiador Guerrero (1996; 1998) y el texto que hizo con otros académico (Andrade, Castro y Guerrero 1999). Estos trabajos, para Verdugo (2016) son un claro ejemplo de renovación de las producciones históricas realizadas en la región, enmarcadas en una nueva impronta historiográfica que promulga a la última generación de historiadores de la Academia.

Hacen parte de lo que podríamos denominar una Nueva Historia del Sur empeñada desde la Academia Nariñense de Historia en la construcción de pensamiento propio desde lo local con la brújula de la endogénesis; así mismo, se sale de ese esquema tradicional acontecimiental y aborda la comprensión histórica como un proceso dialectico que se dinamiza de acuerdo a las particularidades locales, su-bregionales o regionales en estrecha interrelación con el entorno nacional, continental y mundial (Verdugo 2016, 298).

En el marco del mismo proyecto teórico-investigativo y con una explicita necesidad de evidenciar su pertinentica y desarrollo, Verdugo (2016), toma como ejemplo igualmente algunos trabajos de su propia autoría (Verdugo 2001b; 2002). Verdugo (2002) en este texto publicado en el Manual de Historia de Pasto, tomo V, explica la nueva impronta teórico-investigativa de la Academia,

Ir avanzando en la necesidad de anteponer en el nuevo escenario historiográfico del Sur el problema de multiplicar los actores en vez de encontrar el único actor de la historia; pasar de esa historia erudita y anecdótica de los grandes héroes y personajes perfumados y acartonados a la historia de las menudencias populares con sus imaginarios; avanzar de esa historia positivista de los hechos hacia una historia de la vida cotidiana; de esa historia política descriptiva, acrítica y complaciente a una historia crítica y de la denuncia comprometida con las trasformaciones sociales; pasar de esas lejanas y abstractas historias nacionales y universales, macrohistorias, a historias materiales más reales y cercanas de las localidades, subregiones y regiones, sin desconocer su articulación dinámica con los entornos espaciales y temporales (Verdugo 2016, 303).

Esto último seria el fin esencial del trabajo reseñado, historiografíar aquel periodo de tiempo, revelando una carga positivista que es necesario desarticular, a través de la propuesta de otro tipo de historia, que la ANH actualmente propone. En dicho sentido, no es fortuito que no se analicen una bastedad de trabajos sobre dicha temática, sino algunos reconocidos, que permitirían realizar una crítica a la historiografía positivista regional, para así plantear como una posible salida y solución a las problemáticas que esta ha implicado, la Nueva Historia del Sur. De ello se puede inferir que termine este trabajo resaltando aquella labor de la Academia: "En los 16 tomos del Manual de Historia de Pasto publicados por la Academia Nariñense de Historia y su Revista de Historia se encontrarán como referentes y consulta trabajos que han alimentado nuestra historia local y regional, desde la endogénesis" (Verdugo 2016, 312).

Para finalizar este estado del arte, no se puede dejar de reseñar el artículo de Verdugo (2001a); este artículo, tiene la particularidad de hacer explicita la necesidad de ahondar en cómo las trasformaciones teóricas y filosóficas que ocurrieron en el seno de la disciplina histórica en Occidente, han influido en el decurso de la ANH y su producción investigativa. El autor si bien no desarrolla a cabalidad este objeto de investigación, si da unas puntadas iniciales. En la primera parte del artículo hace un recorrido sucinto sobre las principales trasformaciones y corrientes historiográficas del siglo XX en Europa. En la segunda parte, explica el contexto socio-político de posguerra que conllevo a la creación de la Universidad de Nariño (1904) y CHP (1909) y con ello a "la elaboración de un sistema de valores y símbolos patrios [que permitieran] situar al país por encima de las pugnas internas y pretensiones externas, en aras de posibilitar el reconocimiento nariñense en la identidad nacional" (Verdugo 2016, 28) y así, que aporten a la reconstrucción centralista del país que promulgo Núñez.

A nivel historiográfico Verdugo (2001a) reseña algunas obras históricas producidas por miembros de la Academia, que haría entrever que parte del pensamiento sureño ha estado influenciado -no se puede inferir si consciente o inconscientemente- por una historiografía alejada de la visión más positivista.

En relación a una historia de corte romántico, anecdótica y patriótica, o en otras palabras, heroicista, Verdugo (2001a) afirma que obras como "Agustín Agua-longo y su tiempo" de Sergio Elías Ortíz y "Estudios sobre Bolívar" de José Rafael Sañudo, "se salen del esquema y adoptan una visión más crítica de la historia" (Verdugo 2001a, 28), puesto que controvierten la deificación tradicional patriótica, situándolos en una escala humana, del acierto y el error, producto además de contextos socio-históricos y culturales específicos.

Verdugo (2001a) no niega la existencia dentro de la ANH de una historiografía política, romántica y de bronce; sin embargo, resalta principalmente que está institución, en las últimas décadas, ha estado permeada por "los vientos renovadores de la escuela de los Annales, de la Nueva Historia y del Materialismo Histórico" (Verdugo 2001a, 28). Académicos como Quijano, quien además de cuestionar la concepción de una historia lineal, individualista, imparcial y elitista, al proponer "una historia vista como proceso global y de síntesis, más secular y comprometida socialmente" (Verdugo 2001a, 30), promulga una superación a la historia episódica: "Dejamos al margen el episodio o la anécdota de costurero y evoquémonos al hombre, en sus preocupaciones universales [...] La historia no es cementerio de hombres y de fechas. Tampoco es un museo de antigüedades o una película cinematográfica de guerras" (Quijano 1989, 211 citado por Verdugo 2001a, 29).

Verdugo (2001a) manifiesta que hay implícita una trasformación de las corrientes historiográficas que se retoman o adaptan -sin clarificar este aspecto- dentro de la ANH, desde la presidencia de Alberto Quijano Guerrero (1985-1995) en adelante, ya que no solo se le atribuye directamente una visión comprensiva y contemporánea de la historia, sino que igualmente ha sido el gestor de los procesos de renovación de la nómina10 y creación del principal medio de difusión académica actual de la ANH; es decir, "El Manual de Historia de Pasto".

Autores como Doramaría Chamorro y Cortés Moreno, según Verdugo (2001a) promueven nuevas propuestas historiográficas al seno de la institución; respectivamente plantean una historia que tiene como propósito no solo la comprensión del presente, sino la construcción de un porvenir y, un cuestionamiento y reconocimiento de las implicaciones subjetivas en la verdad histórica; es decir, de su carácter relativo, producto de las posibles interpretaciones que se le den. Otros se han enfocado en objetos de estudio que hubiesen sido pasados por alto o menospreciados por la historia positivista. Dichos trabajos producto de la influencia de la Escuela de los Annales, de la Nueva Historia y del Materialismo Histórico:

En lo más íntimo de la comunicación, de la cultura y de la ideología, Eduardo Zúñiga, en la interrelación espacio-temporal y en el ámbito de la vida cotidiana, Benhur Cerón; en esos poblados del Valle de Atriz, aparentemente sin historia, Enrique Herrera; en ese cereal de cantos, leyendas y bondades económicas, el trigo, Manuel Zarama; en esa institución milenaria la iglesia católica [...] Vicente Agreda; en esa área controvertida de la política del derecho, Gilberto Guerrero y, finalmente, en lo más subterráneo del ser, en lo lúdico y en el juego, Lydia Inés Muñoz (Verdugo 2001a, 29).

Toda esta impronta de perspectivas historiográficas y objetos de estudio se manifiestan y se comunica desde la publicación de la Revista de Historia, como también del Manual de Historia de Pasto. En este último, según el autor, se encuentra de alguna forma reflejada la influencia historiográfica del siglo XX. Sin embargo, más allá de un recuento cuantitativo de los tipos de trabajos y enfoques que estos han retomado, no se argumenta o analiza el grado de dicha injerencia europea en la historiografía regional, ni tampoco se realiza un trabajo comparativo entre esta nueva generación de historiadores y las generaciones clásicas, para así ver el grado de transformación y novedad historiográfica.

Por último, no hay que olvidar que todo lo anterior imprime también un carácter un tanto apologético a aquel accionar presente de la Academia, a la cual Verdugo pertenecía y desde la cual se han gestado cambios significativos en la forma de historiar, que es necesario reconocer y homenajear. Aspecto que no es nada fortuito, tomando en cuenta que se publica en el n.° 67/68 de "Revista de Historia", ya antes analizada, enfocada en argumentar las necesidades y ventajas de la renovación de la misma.

Conclusiones

El anterior trabajo, permite ahondar en el estado en que se halla la investigación historiográfica que tiene por objeto de estudio la producción de la ANH. De ello, se puede entrever que a excepción de algunos trabajos como son los de Dueñas (1993), Verdugo (2001a) y Guerrero (1999), que si bien presentan algunas reflexiones historiografías en temáticas específicas, entre ellas lo económico o los conflictos bélicos, el grueso de las referencias reseñadas corresponden a textos de tipo laudatorio e institucional, los cuales solo abordan los rasgos generales de la ANH, sus cambios institucionales, como también algunos aspectos bibliográficos de sus autores destacados. Más allá de eso, es baja o casi nula la tendencia en estudios e investigaciones de tipo historiográfico a nivel regional, que propendan por realizar un análisis crítico y de profundidad sobre la manera en la cual se ha investigado y escrito la historia nariñense.

Si bien, con los trabajos de Ramírez-Bacca (2008), Ospina-Echeverri (2011), Samacá (2011) y Zuluaga (2009), es posible comprender el porqué de la poca investigación historiográfica a nivel nacional, sería fundamental para el objeto que el presente artículo comulga, enfocar un estudio específico sobre las condiciones de posibilidad manifestadas en el plano regional y local que no han permitido el desarrollo de una investigación historiográfica autoanalítica; queda abierto, el campo de investigación para profundizar en aspectos como la injerencia aún de algunos modelos decimonónicos en la concepción y práctica de la investigación histórica, las consecuencias de una falta de diversidad de centros de estudio histórico a nivel regional y local, que permita la democratización y reflexión propia y la capitalización y legitimación del conocimiento histórico nariñense generalmente solo desde la ANH.

Se cree que es igualmente imperativo generar espacios de investigación y reflexión historiográfica critica que propendan por profundizar en el estudio de la historiografía nariñense, en aras de entender no solo su papel en la construcción de un tipo específico de saber histórico, sino también en comprender el grado de injerencia que ésta tiene tanto en la conformación de una identidad regional y local particular, como en la configuración de una cultura historiográfica determinada.

Para ello, es pertinente retomar los ejercicios investigativos ya desarrollados por historiadores como Colmenares (2008), quien busca, más allá de un estudio enfocado en rastrear una morfología histórica, analizar las condiciones intelectuales en que se produjo un determinado pensamiento histórico; o Betancourt (2007) quien plantea una novedosa propuesta sobre la escritura de la historia en Colombia, tomando como base la teoría historiográfica de Michel De Certeau (2010), específicamente el análisis de la "operación historiográfica". Para así lograr un estudio que permita entender más allá de lo que se ha escrito, como se ha escrito, que ha permitido que aquello se escriba y que implicaciones ha tenido dicha construcción del pasado; es decir, realizar un estudio que se circunscriba a lo que Mendiola (2000) denomina "el giro historiográfico", una apuesta enfocada en investigar las condiciones de posibilidad de la escritura e investigación de la histórica, entendiéndolas no sobre un lente que enjuicie el pasado, sino que se entienda como obras propias de su contexto de producción.

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1Frente a dicha producción, es posible referenciar algunos de los trabajos escritos en los últimos 15 años en calidad de antecedentes: en García-Estrada et al (2005), se realiza un análisis sobre las historias locales que tienen como eje temático el departamento de Antioquia. El texto permite señalar aspectos generales de la historiografía local en dicho departamento, como también, sus bases teóricas, su línea de análisis y sus métodos empleados. Para así plantear nuevas perspectivas de análisis e investigación que suplan las falencias de las ya desarrolladas. En Ramírez-Bacca (2011a) se indaga frente a las tendencias preponderantes en investigación de la historia regional en Colombia, sobre cuatro polos de interpretación: el primero, ahonda en la comprensión contextual sobre la institucionalización de la disciplina y la influencia de dicho proceso en el auge de la historia regional. En el segundo, se hace un análisis teórico frente a las posibilidades y problematizaciones del concepto de región en Colombia. El tercero realiza un balance crítico sobre la producción monografía regional del caso antioqueño y por último, el cuarto, presenta una mirada general de las tendencias recientes en estudios regionales a partir de la producción visible en Colciencias. Por su parte, en el artículo de Rueda-Enciso y Ramírez-Bacca (2014), nos ofrece la posibilidad de comprender los procesos de construcción de tipologías regionales en Colombia, a través de un ejercicio en el cual se realiza una historiografía de las distintas experiencias y visiones surgidas desde la mirada institucional-académica, frente a lo que se constituiría como región. Al abordar el papel de la Academia Colombiana de Historia en la conformación conceptual de las regiones, este trabajo se constituye como antecedente investigativo fundamental. No se puede tampoco desconocer los aportes realizados por Zuluaga (2012) que tienen por finalidad realizar un balance historiográfico en historia empresarial sobre el Valle del Cauca, entre 1950 a 2007. Por último, cabe mencionar dos tesis que toman por objetos de estudio la influencia de las academias de historia en la conformación del pasado nacional y regional; por un lado, Mosquera-Ruales (2016) analiza la trasformación de la escritura e investigación histórica antioqueña entre 1941 a 1990, contraponiendo la hegemonía de la historia académica antioqueña, frente al surgimiento de la historia universitaria desarrollada por influencia de la Universidad Nacional de Colombia. Y por otro lado, la investigación doctoral de Rodríguez-Ávila (2013), quien analiza el papel de la Academia Colombiana de Historia en la conformación de la memoria oficial, a través del estudio de los usos públicos del pasado.

2Existen por demás algunos trabajos biográficos, enfocados en relatar la importancia de dichas personalidades para el decurso regional y nacional. De estos, sin embargo, son muy pocos los que analizan su producción historiográfica, más bien la nombran. Estos trabajos requieren un estudio por aparte, que permita analizar las implicaciones discursivas de cada narración biográfica. Por tal motivo, se prescinde de dichos textos en este artículo. Solo por mencionar el último en circulación, en el de Figueroa (2019), publicado en el tomo XX del Manual de Historia de Pasto, se hace una breve reseña de los miembros fundadores y de la primera generación de historiadores que componían dicho Centro. El texto da algunos esbozos bibliográficos, sin embargo, no profundiza en la producción historiográfica. Se constituye como otro artículo apologético hacia la Academia.

3Cabe mencionar que en la revisión de las producciones históricas anteriores a 1927 del Centro de Historia de Pasto, nombre que recibía la Academia Nariñense de Historia antes de 1955, no se hallan publicaciones que tengan como finalidad o temática la vida institucional o el estudio historiográfico de su propias obras.

4Publicado igualmente en "Colombia en el sur" editado por Pedro María Dávalos y Clímaco Vargas, un año antes en 1941.

5Esto se ha realizado de diferentes formas más allá de la publicación de libros y revistas académicas. El Centro de Pasto, como Ortiz (1942) lo menciona, "tuvo un carácter oficial de entidad asesora del gobierno en los festejos y conmemoraciones de carácter patriótico [...] Ha celebrado, además, casi todos los años el Día de la Raza con una sesión solemne, de corte académico [...] Aparte de esto, ha resuelto, en lo posible, las consultas que se le han hecho sobre diversos asuntos relacionados con la historia del sur de Colombia" (Ortiz 1942, 126). Cabe mencionar que ello respondía a esas funciones con las cuales se crean las Academias de Historia y los Centros de historia en Colombia: "proteger las reliquias históricas, preparar los días conmemorativos, promover el respeto de los símbolos patrios, preservar la memoria de los gestores de la nación mediante placas conmemorativas y estatuas, recuperar colecciones documentales, la publicación de boletines o revistas y la tarea fundamental: interpretar oficialmente los sucesos y personajes del pasado, apoyados en una actitud documentalista y el interés por pruebas documentales" (Ramírez-Bacca 2008, 141)

6Se deja de reseñar algunos artículos ya que, al evidenciar el mismo formato de escritura, objetivos e información, presentada no requieren un análisis individual. Entre ellos están: Álvarez (1973, 1-2). Otros trabajos del mismo formato, son publicados en periódicos locales con motivo del cumplimiento de los 75 años de vida institucional de la Academia, estos se referencian en la "Revista de Historia"; Pérez (1985, 89-91), Córdoba (1985, 88) y Bravo (1985, 87).

7"El documento es la materia prima de la historia, pero no es la historia misma. El documento, conformado con sustancias idiomáticas, por ser esencialmente cultural, se vuelve una realidad externa y analítica. La historia, con apoyo en esa literatura documental, es la resultante de una labor interna y sintética. De la perfecta fusión de tales elementos, objetivos y subjetivos, surge la dimensión humana del proceso histórico. El documento es la corporeidad del acto. La interpretación es el espíritu. Los dos factores tienen que unificarse como resultado de una relación de causalidad imprescindible" (Quijano 1971, 43).

8Igualmente, Álvarez (2007, 445-463) de una forma más extensa también explora este objeto de estudio.

9Hay que reconocer que no se precisa lo que el autor entiende por historia social. Ello permite enunciar una crítica a su postura afirmando que más que historia social, por las mismas implicaciones que esta última tiene y que no se desarrollan en los textos reseñados, las producciones serian ante todo una historia netamente positivista.

10Dando cabida a la participación de investigadoras e historiadoras, en una institución hasta aquel momento totalmente conformada por hombres.

Cómo citar este artículo/ How to cite this article: Vallejo-Erazo, Edgar. 2020. “La Academia Nariñense de Historia como objeto de estudio historiográfico. Estado del arte”. HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local 12 (25): 149-181. https://doi.org/10.15446/historelo.v12n25.85224

Recibido: 19 de Febrero de 2020; Aprobado: 29 de Abril de 2020; Revisado: 06 de Mayo de 2020

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