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HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local

versión On-line ISSN 2145-132X

Historelo.rev.hist.reg.local vol.12 no.25 Medellín sep./dic. 2020

https://doi.org/10.15446/historelo.v12n25.83292 

Artículos

Schultes y el caucho: formaciones regionales y estatales en Vaupés (1942-1970)

Schultes and Rubber: Regional and State Formation in Vaupés (1942-1970)

Schultes e a borracha: formações regionais e estatais em Vaupés (1942-1970)

Esteban Rozo* 

*Doctor en Antropología e Historia por University of Michigan, Estados Unidos. Profesor principal de la Universidad del Rosario, Escuela de Ciencias Humanas, Colombia. La investigación de archivo y de campo que permitió la elaboración de este artículo fue financiada por la Universidad del Rosario, Colombia. Correo electrónico: esteban.rozo@urosario.edu.co https://orcid.org/0000-0002-7692-2920


Resumen

Este artículo analiza las relaciones entre las exploraciones de Richard E. Schultes, la extracción del caucho y los procesos de formación del Estado a escala regional que tuvieron lugar en Vaupés entre 1942 y la década de 1970, cuando terminó el "segundo boom" de la industria cauchera. Buena parte de la historiografía sobre la extracción del caucho en la Amazonia colombiana se ha enfocado principalmente en el "primer boom". A partir del estudio de los archivos personales de Schultes, publicaciones de prensa, documentos históricos y trabajo de campo realizado en Vaupés, fue posible constatar que el conocimiento producido por este científico promovió: el "resurgimiento" de la industria cauchera en Vaupés, la apropiación del caucho y el cauchero por parte del gobierno local como símbolos de progreso e identidad regional, así como el uso de la infraestructura cauchera construida por los norteamericanos como medio para expandir la soberanía del Estado-nación. Sin embargo, la mistificación y exaltación del caucho y el cauchero como emblemas regionales también ocultaron la explotación de los indígenas.

Palabras clave: Schultes; extracción de caucho; formación de Estado; Amazonia; Vaupés; siglo XX

Abstract

This article analyses the relationship between Richard. E Schultes' scientific explorations, rubber extraction, and the regional processes of state formation that took place in Vaupés, between 1942 and the 1970s, when the second rubber boom ended. Predominant historiography about rubber extraction in Amazonia has focused on the first rubber boom. Based on Schultes' personal archive, press materials, historical documents and fieldwork carried out in Vaupés, this article shows that the knowledge Schultes produced facilitated the resurgence of the boom industry in Vaupés, along with other processes. Among these are the local government's deployment of rubber and rubber tappers as symbols of progress and regional identity, as well as the use of the rubber infrastructure built by north American entrepreneurs as a medium for expanding the sovereignty of the nation-state. Furthermore, this article describes how the mystification and exaltation of rubber and rubber tappers as regional icons also concealed the exploitation of indigenous peoples.

Keywords: Schultes; rubber extraction; state formation; Vaupés; twentieth century

Resumo

Este artigo faz uma análise das relações entre as explorações de Richard E. Schultes, a extração de borracha e os processos de formação do Estado em escala regional que tiveram lugar no departamento de Vaupés entre 1942 e a década de 1970, quando concluiu o "segundo boom" da indústria de borracha. Boa parte da historiografia sobre a extração de borracha na Amazônia colombiana foca principalmente no "primeiro boom". A partir do estudo dos arquivos pessoais de Schultes, publicações de imprensa, documentos históricos e trabalho de campo feito em Vaupés, foi possível constatar que o conhecimento produzido por este científico promoveu: o "ressurgimento" da indústria de borracha em Vaupés, a apropriação da borracha e os seringueiros por parte do governo local como símbolos de progresso e identidade regional, assim como o uso da infraestrutura da borracha construída pelos norte-americanos como meio para expandir a soberania do Estado-nação. Ainda, a mistificação e exaltação da borracha e o seringueiro como emblemas regionais também ocultaram a exploração dos indígenas.

Palavras-chave: Schultes; extração de borracha; formação de Estado; Amazônia; Vaupés; século XX

Introducción

En este artículo se estudia cómo las exploraciones y prospecciones de caucho llevadas a cabo por el botánico norteamericano Richard E. Schultes -funcionario del Departamento de Agricultura de Estados Unidos- configuraron la industria del caucho en el Vaupés, al igual que los procesos locales de formación del Estado y la región entre 1942 y 1970. Los trabajos existentes sobre la extracción de caucho en la Amazonia colombiana se han ocupado, principalmente, del "primer boom" del caucho que tuvo lugar entre mediados del siglo XIX y comienzos del siglo XX (Pineda 2000; Taussig 1986). Pocos trabajos han analizado de qué manera se re-configuró la Amazonia colombiana a partir del "segundo boom" del caucho que comenzó en la década de 1940, a raíz de la escasez mundial de este recurso estratégico durante la Segunda Guerra Mundial. La escasez fue resultado de la ocupación que realizó el ejército japonés de las regiones productoras en el Sudeste asiático. Esta situación llevó a que países como Estados Unidos volvieran a colocar su mirada en esta región, específicamente, en Vaupés.

A partir de la consulta de los archivos personales de Richard E. Schultes (figura 1), que reposan en la Botany Libraries de Harvard University y del trabajo de campo realizado en Mitú, en este artículo se analizan las representaciones científicas sobre el caucho producidas por Schultes, y su relación con los procesos locales de formación del Estado y la región del Vaupés. Se muestra cómo las exploraciones de Schultes y la presencia de la Rubber Development Corporation (RDC) -afiliada al Departamento de Agricultura de los Estados Unidos- reactivaron la extracción en Vaupés y generaron una bonanza en torno a la goma. Los significados atribuidos por Schultes al caucho contribuyeron a forjar representaciones de una sociedad regional unida en torno a este recurso y al cauchero como símbolos civilizatorios. Por otra parte, la infraestructura desarrollada por la RDC fue utilizada posteriormente por instituciones del Estado, como sucedió cuando la Caja Agraria ocupó las instalaciones de la RDC. Así mismo, los pueblos-aeropuerto construidos por la RDC a comienzos de la década de 1940 posteriormente fueron utilizados para expandir la soberanía del Estado (Domínguez 1995). Después de la marcada presencia de la RDC en Vaupés, la extracción y explotación de caucho se convirtió en un proyecto estatal en la región.

Fuente: Davis (2005).

Figura 1 Richard Evans Schultes 

El Estado facilitó y promovió su extracción en la región de múltiples formas. Agentes del Estado participaron activamente en la explotación de este recurso, ya sea a través de las alianzas que se establecieron entre policías y caucheros, o volviéndose ellos mismos en caucheros, como sucedió con algunas personas que llegaron como funcionarios del Estado. Desde el gobierno regional se impulsó la industria cauchera al punto de institucionalizar figuras como el día del cauchero y creando íconos como la bandera y el himno del cauchero. Con este tipo de prácticas y dispositivos simbólicos, el gobierno regional pretendía articular la construcción de una comunidad política -compuesta principalmente por colonos- que se identificara con el caucho como un símbolo civilizatorio, produciendo así una narrativa de desarrollo regional. No obstante, esta narrativa de desarrollo regional colocaba en un lugar subordinado a indígenas y caucheros pobres.

Con base en estos datos, a continuación, se analizan los efectos materiales de las representaciones científicas y simbólicas producidas por Schultes en torno al potencial cauchero del Vaupés, así como las formas políticas y económicas que adquirió la extracción de la goma en esta región. De manera específica, se rastrea la articulación entre la economía política del caucho y los significados que se le atribuyeron al árbol en el Vaupés, prestando especial atención a las relaciones entre representaciones de la naturaleza y configuración de ordenes sociales específicas (Worster 1990). Así como buena parte de los trabajos históricos sobre la extracción del caucho en la Amazonía se han ocupado de la experiencia negativa de los indígenas en este proceso (Domínguez y Gómez 1994; Pineda 2000; Taussig 1986), igualmente importante es indagar en los significados y representaciones que se construyeron desde arriba sobre el caucho y cómo se legitimó su extracción por reconocidos científicos como Schultes. De esta manera, la región del Vaupés (ver figura 2) se configuró a través de actores y procesos que no fueron necesariamente locales.

Fuente: 1940 Antique Colombia, Gallery Wall Art Map Collector (Pinterest). https://co.pinterest.com/pin/848084173555455468/

Figura 2 Mapa de Colombia, 1940 

Segunda Guerra Mundial, Schultes y exploración de caucho en el Vaupés

La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) produjo una reconfiguración radical en la geografía mundial de la producción y acceso al caucho. La industria ya se había transformado a escala global a comienzos del siglo XX, cuando la producción se trasladó de la Amazonía al Sudeste asiático, después de que el árbol de caucho fuese domesticado por los ingleses en Kew Gardens a finales del siglo XIX.1 En 1941 Japón comenzó a tomar posesión de las regiones productoras del Sudeste asiático, donde se producía más del 90 % de la goma que consumían los países aliados (Garfield 2006, 277). En ese momento, Estados Unidos importaba del Sudeste asiático, principalmente de la Malasia Británica y las Indias Neerlandesas, el 98 % del caucho crudo que utilizaba -solo el 4 % de lo que se consumía era de origen sintético-. En julio de 1941, los japoneses ocuparon parte del norte de la colonia francesa de Indochina -actual Vietnam-, en diciembre del mismo año invadieron Tailandia, Malasia y Birmania -bajo dominio británico-, y desde inicios de 1942 invadieron las Indias Holandesas (Indonesia), Borneo, Ceilán, Sumatra, Java y Filipinas, todas estas regiones donde se producía caucho. Los japoneses mantuvieron posesión de estos territorios hasta su rendición el 2 de septiembre de 1945. La ocupación japonesa del Sudeste asiático llevó a que Estados Unidos perdiera el acceso a esta región, al tiempo que el caucho se volvió un recurso escaso y estratégico para poder ganar la Segunda Guerra Mundial.2

Esta coyuntura llevó a que los Estados Unidos fijara de nuevo su atención en la Amazonía y otras regiones de América Latina. Entre marzo y octubre de 1942 el gobierno norteamericano negoció acuerdos con 15 países latinoamericanos para que enviaran a Estados Unidos el excedente de la producción, mientras ellos se comprometían a garantizar los requerimientos básicos en manufacturas de los países que firmaran el acuerdo. El primer acuerdo se firmó con el gobierno de Brasil el 3 de marzo de 1942. La tarea de desarrollar las fuentes de caucho en América Latina estuvo a cargo inicialmente de la Rubber Reserve Company y a partir de febrero de 1943 a través de su filial la Rubber Development Corporation (Fuller 1951, 311). Los cálculos que hacía la Junta de Guerra Económica (Board of Economic Warfare) a comienzos de 1942 eran optimistas en la medida que sugerían que el programa de caucho silvestre del hemisferio occidental llegaría a producir unas 60 000 toneladas en 1943 y el doble en 1944 (Wendt 1947, 205). En el caso de la Amazonía, si bien las importaciones a Estados Unidos provenientes de esta región aumentaron entre 1943 y 1944, fueron la mitad de lo que se esperaba.

En noviembre de 1942 el botánico norteamericano afiliado a Harvard University, Richard E. Schultes fue citado a la sede de la División de Investigaciones de Caucho de la Oficina de Plantas Industriales del Departamento de Agricultura para que trabajara en el proyecto de caucho Hevea coordinado por Robert Rands. Este último era un agrónomo que había trabajado por mucho tiempo en la industria del caucho en las Indias Holandesas. Según Wade Davis (1997, 296), en su encuentro con Rands el 20 de noviembre de ese mismo año, le expresó que no quería trabajar para el gobierno, al menos no como funcionario público -civil servant-. Sin embargo, a lo largo de su vida Schultes destacó en sus escritos y publicaciones los estrechos vínculos que detectó entre el caucho y la civilización. En su encuentro con Rands, este le mostró fotografías de artillería móvil, camiones del ejército, tanques en acción y globos de protección para que viera como "todo en la guerra depende del caucho" (Davis 1997, 297). Finalmente, fue contratado como técnico en campo -field technician- vinculado a la Rubber Reserve Company, trabajando de cerca con el Departamento de Agricultura.

Pocos días después de este encuentro, Schultes viajó al Valle del Río Cauca en busca de caucho salvaje y solo encontró vid de goma (cryptostegia grandiflora). A comienzos de 1943 viajó al alto Río Caquetá a seguir buscando caucho en tres concesiones de tierra que sumaban más de 130 000 hectáreas y cuyos dueños mismos ni siquiera conocían (Davis 1997). Encontró que no habían más de dos o tres árboles por hectárea y hacia finales de enero de 1943 reportó desde Bogotá que "las selvas del alto Caquetá no tenían ningún valor para la guerra" (Davis 1997, 310). Después de estos esfuerzos fallidos, el 3 marzo de 1943 es enviado a Miraflores por la Rubber Development Corporation para la exploración de la hoya del río Apaporis, que consideraban la veta madre de la siringa blanca colombiana. El primer obstáculo que enfrentó después de llegar a Miraflores fue que los mapas que había traído no le servían, "no le decían nada a los Indios" y "cada quien situaba el río [Apaporis] y sus afluentes en diferentes latitudes y longitudes" (Davis 1997, 314). Schultes regresó de inmediato a Bogotá y solicitó con el agregado militar de la embajada norteamericana un vuelo de reconocimiento - air-survey- sobre el río Apaporis. Este vuelo de reconocimiento le permitiría obtener información sobre la ubicación aproximada de los raudales y cascadas, la ubicación y tamaño de las habitaciones indígenas, la longitud del río para calcular la cantidad de gasolina, así como darse una idea de la topografía del área (Schultes 1943, 2).

Con la ayuda del piloto del avión, calculó que la distancia que debía recorrer por agua era más de 2900 kilómetros, un tercio más de lo que habían pensado inicialmente. Schultes concluía el informe del vuelo de reconocimiento haciendo aclaraciones sobre su futuro viaje por agua -como la imposibilidad de llevar desde la salida toda la gasolina necesaria para el viaje- y demandas específicas. A comienzos de abril de 1943, ya estaba de regreso en Miraflores comenzando la exploración de la hoya del río Apaporis por tierra y agua. El jefe directo en Bogotá era Jules de Mayer, un holandés que había trabajado en las plantaciones de caucho del Sudeste asiático, nombrado por la Rubber Development Corporation con el objetivo de "optimizar la producción y la exploración cauchera en Colombia". De Mayer pensaba que "la única manera de hacer cálculos seguros es en la forma difícil" y esto implica asumir riesgos de manera similar a las "operaciones de guerra" (Davis 1997, 311).

El mismo proceso de explorar el potencial cauchero de la región, implicó a su vez, la construcción de una infraestructura básica que incluyó caminos, puentes, botes y un campamento base (Schultes y Vinton 1943, 2). Estas construcciones se hacían justamente pensando en su utilidad futura de cara a la inminente explotación de caucho en la región. En el resumen del informe del sondeo aéreo, fluvial y terrestre realizado, Schultes y Evert Vinton -otro técnico de campo que trabajaba con él- recomendaban la "organización inmediata de la explotación" de la cuenca del Apaporis. Ellos contaban en su informe que habían 20 000 árboles de caucho listos para ser aprovechados usando las "estradas" existentes y también habían caucheros, con quienes habían hablado extensamente, ansiosos por comenzar a trabajar en la zona (Schultes y Vinton 1943, 2). Entre las acciones que sugerían para implementar la explotación de caucho en la región estaba la construcción de un campamento de aprovisionamiento que ellos ya habían comenzando a construir en la confluencia de los ríos Ajaju y Macayá en el alto Apaporis y que bautizaron con el nombre de Puerto Hevea.

Schultes estableció vínculos estrechos entre el caucho y la civilización, así como entre el desarrollo del caucho - especialmente, la vulcanización y la domesticación- y el progreso material de la humanidad. Veía al caucho como una planta "indispensable para la civilización moderna" (Schultes 1952). En un artículo publicado en 1970 sobre la historia de los estudios taxonómicos del género hevea, planteaba que:

[...] pocas plantas han afectado tan profundamente la civilización como el árbol de caucho Pará, Hevea brasiliensis, el producto del cual ha hecho posible el transporte actual y buena parte de la industria y tecnología moderna [...] este árbol tropical representa una de las plantas más recientemente domesticadas por el hombre (Schultes 1970, 197).

En sus notas de campo de abril y junio de 1952, escribió que gran parte del progreso material logrado por el "hombre" en el siglo XX "está vinculado directa o indirectamente con el desarrollo del caucho" (Schultes 1952, 38). Ninguna otra planta domesticada había logrado el "milagro" de cambiar el mundo en un siglo (Schultes 1984, 481). El botánico comentaba en sus notas de campo, que se habían hecho grandes avances en el conocimiento y mejoramiento de las especies domesticadas, pero existía muy poco "conocimiento de los parientes salvajes de las especies cultivadas" (Schultes 1952, 38). Esta falta de conocimiento de los parientes salvajes del hevea brasilensis justificaba su presencia en la Amazonía colombiana, así como buscar acceso a suministros "crudos" [raw supplies] de caucho para hacer frente a la escasez provocada por la invasión japonesa al Sudeste asiático.

En uno de los informes que envió a la Rubber Development Corporation dice que:

Entre abril y octubre de 1943 se exploró toda la cuenca del Apaporis para recolectar datos que sirvieran para la explotación de caucho, enfatizando en: (1) la navega-bilidad de los ríos, (2) la cantidad y las concentraciones de Hevea y (3) sitios para establecer campos de aprovisionamiento y pistas de aterrizaje (Schultes 1943, 1).

En sus exploraciones por el Apaporis y otros cuatro ríos, llegó a realizar cálculos aproximados sobre la cantidad de árboles de caucho que había en la región, así como la cantidad de caucho que se podía llegar a producir. Schultes contaba los árboles que iba viendo sobre la orilla del río a medida que lo navegaba y esto lo relacionaba con los kilómetros recorridos para llegar a saber cuantos árboles había por hectárea. Con este método llegó a calcular que el 10 % de la cuenca del Apaporis, -que incluía ríos como el Ajaju, Macayá, Piraparaná y Cananarí-, tenía 1 670 850 árboles de caucho que darían trabajo a 10 127 trabajadores, que podían llegar a producir 3242 toneladas por temporadas de seis meses (Schultes 1943, 1). Los cálculos se acercaban a la prognosis en la medida que trataban de predecir la producción futura de la región. A partir de estos cálculos, desarrolló una visión utópica de la región. Schultes reporta que ya había discutido la cuestión de la explotación de caucho en el alto Apaporis con caucheros de la zona como Julio Ribon y el Mayor Rejes, de la compañía Ribon, Rejes y Rengifo, y que estos estaban ansiosos por cooperar y listos para colocar cuantos hombres fueran necesarios para trabajar los árboles de caucho que ya estaban marcados, unos 8 000 árboles.

Sin embargo, se requería una cantidad inmensa de trabajadores e infraestructura para poder explotar 1 670 850 árboles de caucho y poder llegar a producir más de 3000 toneladas en períodos de seis meses. En un reporte firmado por Jules de Mayer que llevaba como título Development of The Apaporis River Basin, se planteaba que vista desde lejos la región del Apaporis ofrecía el prospecto del mayor tonelaje potencial de caucho en Colombia. No obstante, Mayer también planteaba que "el caucho que obtendrían del Apaporis sería alto en costo sin importar hasta cuando se extendiera el período de explotación" (Mayer 1943, 3). Los costos de producción aumentarían con la migración de trabajo blanco -white labour-, con los costos de esa mano de obra blanca, las inversiones en botes, así como asumir el costo de los suministros y el transporte de estos por vía área.

La utopía cauchera de Schultes puede entenderse también como la elaboración de un "horizonte de expectativa", realizado a partir de un "espacio de experiencia" particular que incluyó la prospección área y terrestre de la region (Koselleck 1985). En este sentido, es necesario rastrear cómo "lo futuro incide en lo presente", es decir, la forma como las prácticas de prognosis inciden en la configuración del presente específico (Koselleck 2003, 75). Si bien la utopía de producir más de 3000 toneladas de caucho cada seis meses nunca se cristalizó, la presencia de la RDC entre 1943 y 1945 sí reconfiguré la producción y el significado del caucho en la región, dejando una infraestructura que sería utilizada posteriormente por el Estado para distintos fines.3

El desarrollo de la industria del caucho en la región llegó a mediar procesos de configuración del Estado a nivel local, en la medida que personas que participaron de su extracción también ocuparon cargos en el gobierno regional. De hecho, funcionarios del Estado -como los policías- trabajaban de la mano con los caucheros o se terminaban volviendo caucheros ellos mismos. Los vínculos estrechos entre caucheros y el poder estatal, hacen que sea difícil trazar una clara división entre lo económico y lo político, mostrando en cambio cómo estas órdenes se constituyen de manera relacionada (Coronil, 1998). Es decir, la extracción de caucho y el Estado en Vaupés se configuraron mutuamente, al tiempo que la Comisaría movilizó al caucho como un símbolo con el fin de articular un proyecto civilizatorio y una identidad regional particular.4

Rubber Development Corporation y el "segundo boom" del caucho

La extracción de caucho comenzó en Vaupés desde inicios del siglo XX, cuando "el monopolio de la explotación del látex en el piedemonte del Caquetá" y su agotamiento allí, obligaron a "caucheros independientes y empresarios a la búsqueda de nuevos árboles de goma en dirección, cada vez más, hacia el Oriente" (Domínguez 2005, 173). En 1907, el cauchero tolimense Gregorio Calderón fundó Calamar, que fue el principal centro cauchero de la región durante las dos primeras décadas del siglo XX y capital de la Comisaría desde que fue creada en 1910. A partir de 1936, la capital de la Comisaría se trasladó a Mitú, a raíz de conflictos que se venían presentando entre caucheros colombianos y brasileros, y con el fin de ejercer soberanía en la frontera con Brasil.

Antes de la llegada de la RDC y sus técnicos a la región en 1942, el caucho se extraía desangrando a los árboles y después se formaban bolas, al verter la goma sobre un palo suspendido encima de una hoguera, al que se le daban vueltas a medida que se iba echando el látex encima del palo. Los trabajadores, la mayoría de ellos indígenas, eran reclutados en agosto o septiembre y recibían el "pago" de la temporada por adelantado. Estos pagos no se hacían en dinero, sino en mercancías -ropa, escopetas, machetes, radios, máquinas de coser, etcétera- que los indígenas pudieran necesitar o desear, creando una deuda entre indígena y patrón que el primero debía pagar sacando caucho. Este sistema de trabajo era conocido como el endeude y era tan expandido que Marcos Fulop en 1953 decía que "de todo el Vaupés, Mitú es el único lugar donde el dinero mantiene su significado", dado que en otras partes de la Comisaría las mercancías reemplazaron al dinero y se convirtieron en "la moneda que utiliza el cauchero" (Fulop 1953, 252). Es importante recordar que el "endeude", según Taussig (1986, 65), tenía la "apariencia de un intercambio comercial en el cual el deudor no era ni esclavo ni trabajador asalariado sino un comerciante con la obligación férrea de pagar de vuelta los anticipos".

Después de ser reclutados, los grupos de trabajadores eran llevados al fábrico, al lugar donde estaban los árboles de caucho y se construían los barrancones (campamentos), se abrían senderos y se recolectaba el producto. El fábrico también correspondía con la época del año más seca, "época en la que no llueve tanto y tiempo en el cual el cauchero está metido en medio de la selva en compañía de unos 10 o 15 indios explotando el caucho" (Fulop 1953). Es decir, el fábrico comenzaba en agosto o septiembre y se extendía hasta marzo o abril cuando comenzaba el invierno y sube el nivel de agua de los ríos (ver figura 3). Antes de la llegada de la RDC, la mayor parte del caucho o balatá que se extraía era comercializado por brasileros que venían desde Manaos; aunque también se utilizaban aviones Catalina que podían aterrizar en el río y llevarse el producto a Bogotá5.

Fuente: Caycedo (1959, 22).

Figura 3 Árbol de caucho con los fábricos marcados 

Estas formas de trabajo como el endeude asociadas con la extracción del caucho no eran nuevas para los indígenas. Desde finales del siglo XIX, Manaos se había convertido en uno de los principales centros comerciales de la región, llegando a exportar más de 23 toneladas de caucho en 1905. Como bien lo narra Theodor Koch-Grünberg (1995, 168) en sus viajes a comienzos del siglo XX por el Alto Río Negro: "en todas las malokas por donde pasamos durante esta expedición, oímos quejas relacionadas con estos 'pioneros de la civilización'", refiriéndose a los caucheros colombianos que trataban de "forma salvaje" a los indígenas.

Así, cuando Schultes llega al Vaupés, ya había una infraestructura precaria que había quedado del primer boom del caucho de principios del siglo. En febrero de 1942, el Ministerio de Agricultura realizó una visita al río Vaupés en la que participaron el Ministro de Agricultura, el Gerente de la Caja Agraria y dos técnicos de la Good Year. Esta comisión calculó que "unos 600 caucheros estarían trabajando para finales de diciembre, para sacar de allí una producción de 150 toneladas de goma mensuales" (Domínguez 1995, 116). Al mismo tiempo que Schultes realizara sus exploraciones por la cuenca del Apaporis, la RDC comenzaba a operar desde Miraflores en 1942 promoviendo la extracción y compra de caucho en el alto Vaupés.

En Miraflores, por ejemplo, "se ejecutaron obras relámpago: bodegas, oficinas, Hospital, almacenes (y) se improvisó una pista de aterrizaje, con un movimiento diario [de] hasta cinco aviones" (Chaves 1966, 2). Uno de los principales efectos de la explotación de caucho en este corto período fue la construcción de pueblos-aeropuerto que serían utilizados posteriormente como centros de administración estatal. Estos pueblos-aeropuerto se convirtieron en "verdaderos enclaves en medio de los territorios indígenas para ejercer la soberanía del Estado y difundir la cultura nacional" (Domínguez 1995, 119). Algunos ejemplos de este tipo de poblados en Vaupés fueron Miraflores, Calamar y Mitú. Es importante recordar también que uno de los "fundadores de Mitú", el bogotano Miguel Cuervo Aráoz, quien sugirió trasladar la capital de la Comisaría de Calamar a Mitú, se vinculó a la Rubber como constructor de campamentos y pistas de aterrizaje. Aráoz construyó en 1939 la pista de aterrizaje de Mitú y su sueño era construir la carretera Villavicencio-Mitú (Salamanca 2009). Aráoz también es recordado por haber llevado el primer camión o volqueta a Mitú. El principal centro de producción de la RDC se estableció en Mitú (Salamanca 2009).

Para los habitantes de la región, la llegada de "la Rubber" está asociada con el cambio de la explotación de balatá -un tipo de látex que trabajaban principalmente los brasileros- a la del caucho Hevea -promovida por los norteamericanos-. En una ponencia presentada en 1966 en el Primer Congreso de Territorios Nacionales, el teniente Chaves, retirado de la Policía Nacional, narraba la llegada de la RDC al Vaupés de la siguiente manera:

[...] surge entonces la Compañía Americana Rubber, e interrumpe en el territorio del Vaupés, con decenas de "gringos" y centenares de jornaleros; la prensa y la radio pregonan a los cuatro vientos la locura del oro negro; hay que hacerse rico en el Vaupés explotando caucho; los "gringos" lo pagan a precio de oro; llevan a los trabajadores en avión hasta las caucheras de la selva; la Compañía invierte 25 millones de dólares en el Vaupés, jornales de $30 y $40 (cuando nuestros jornales tenían un promedio de $3,50 al día) (Chaves 1966, 2. Énfasis del original).

Chaves, quien había llegado como policía activo a la región en 1938 y luego se retiró para trabajar el caucho, asocia la llegada de la RDC con la modernización de la industria de este recurso en el Vaupés:

La Rubber trajo también algunos técnicos de sus plantaciones, para enseñar a los trabajadores colombianos, los métodos modernos de la explotación del Hevea; trajo las máquinas laminadoras para producir por primera vez en Colombia el caucho laminado; a lo largo de los principales ríos, instalaron Comisariatos para aprovisionar a los caucheros y comprarles el producto; hubo derroche en todo" (Chaves 1966, 2).

Según el gremio de caucheros del Vaupés, la RDC dejaría no solo la técnica de explotación del caucho, sino también "equipos especiales y organización de una nueva industria que haría posible una lenta pero efectiva colonización de esta inmensidad de selvas que desde muchos años venían siendo explotadas por venezolanos y brasileros" (Gómez y Hilman 1965, 7). El gremio de los caucheros en Vaupés asociaba su industria también con la colonización y la expansión de la nación en territorios selváticos. Schultes también planteaba que la RDC se "interesó en la gran existencia casi virgen de siringa en la Comisaría y mando técnicos para estudiar y explorar, para enseñar los mejores métodos de sangría y conservación, para substituir la elaboración del caucho en láminas en lugar de los métodos primitivos de ahumar en bolas" (Schultes 1958). Schultes atribuía el "gran incremento de esta industria" en el Vaupés a los esfuerzos norteamericanos. Sin embargo, la RDC también sacó a muchos caucheros que venían trabajando de manera previa en la región.

La RDC se retira de la zona y deja sus instalaciones al gobierno colombiano a finales de 1943. Según el testimonio de antiguos caucheros, la RDC no solo compraba el caucho, sino que también sirvió de banco de ahorros para los caucheros. Esto implicó que, cuando la compañía se retiró, algunos caucheros perdieron el dinero que habían depositado en ella. La salida de la RDC de la región produjo una pequeña crisis en la "incipiente" industria de caucho. Estados Unidos puso a la venta el excedente de caucho que había acumulado durante la guerra, al tiempo que el caucho fino y barato producido en Asia volvió a ofrecerse en el mercado. No obstante, la industria del caucho continuó en el Vaupés liderada, esta vez, por instituciones y ex-funcionarios del Estado hasta la década de 1970.

Caucho: formaciones regionales y estatales en Vaupés

Después de la partida de RBD el negocio del caucho fue quedando en manos del Estado a través de agencias como la Caja Agraria, el Ministerio de Agricultura y el Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del Ambiente (Inderena). Estas dos últimas instituciones comenzaron a otorgar concesiones y licencias a particulares para la explotación de este recurso (Fulop 1953). Así mismo, a partir de 1956 se expidió la resolución 075 que establecía que "el comisario y las misiones católicas de la región ejercían la protección de los indígenas siempre en cooperación y de acuerdo" (Morales 1975, 184). La resolución establecía que "los indígenas de la región no podrán ser contratados para ninguna clase de trabajos sin previo permiso del señor Prefecto Apostólico o del Sacerdote a quien este delegue tal función" (Santoyo 2010). Los contratos de trabajo tenían que ser aprobados por el prefecto apostólico o por el corregidor del "lugar más cercano a la residencia habitual del indígena" (Morales 1975, 184). Para poder "contratar" trabajadores para extraer caucho, el empleador o patrón debía contar con una certificación del obispo de que era un "ciudadano honesto". Este documento se le mostraba al Protector de indígenas, quien autorizaba a la persona para buscar trabajadores. Los términos del contrato y las cantidades "avanzadas" también debían ser registradas y aprobadas por el respectivo Protector de indígenas.6

En Miraflores -actualmente Guaviare-, después de 1943, se estableció una sucursal de la Caja Agraria donde llegaba todo el caucho que se producía en el Alto Vaupés y Apaporis para ser vendido. Igualmente, se siguió utilizando en Miraflores la pista de aterrizaje que había construido la RDC años atrás. Hacia 1959, en Miraflores todavía vivían 200 personas, entre patrones y trabajadores, que se dedicaban a extraer caucho. En Mitú, la Caja Agraria también adquirió el monopolio sobre la compra del caucho, convirtiéndose por ley en la única oficina para comprar el caucho que sacaban de la selva y también era la encargada de mantener el precio estándar del caucho establecido por el gobierno nacional (Hawkins 1972). La Caja Agraria vendía bienes y mercancías a precios más bajos que las tiendas particulares, y también funcionaba como un banco que hacía préstamos para la extracción de caucho y para las mejoras de vivienda en Mitú.

Incluso, según lo relata Harlan G. Hawkins, en Mitú alcanzó a existir una especie de "banco volador" que consistía en un funcionario de un banco de Villavicencio que volaba en la mañana, atendía "negocios acumulados" y regresaba en la tarde en el mismo vuelo. Igualmente, la Caja Agraria adquirió el control sobre la venta de combustible en la región, volviéndose el único proveedor de gasolina que llegaba por avión y era necesaria para los motores fuera de borda que permitían navegar de manera más rápida las principales vías de comunicación.

El árbol de caucho se siguió explotando durante la década de 1940 y 1950 al punto que entre 1950 y 1951, esta "única industria Vaupesana" llegó a producir 300 toneladas de siringa laminada (Schultes 1952). El 6 de julio de 1950, el comisario del Vaupés Alonso Caycedo Ruíz decretó el 30 de julio como el día del cauchero. El decreto reza que: "la única fuente de riqueza de la región consiste en la explotación de gomas, con especialidad del famoso caucho 'Hevea del Vaupés'; que los hombres que a ello se dedican fomentan el progreso no sólo del territorio comisarial, sino de la Nación" (Schultes 1952, 14). Además del día del cauchero la comisaría creo también las fiestas del cauchero que se celebraban a mitad de año, una vez se terminaba el fábrico. En las fiestas realizadas durante el día del cauchero también se escogía al rey del caucho. En una de estas fiestas, el cauchero y teniente de la policía Luis Enrique Chaves fue elegido como "rey del caucho". Estos eventos generaban formas de sociabilidad específicas y construían un público en torno a figuras como el "rey del caucho".

En un artículo publicado en abril de 1952 en la Revista Nacional de Agricultura titulado "El cauchero abanderado del Vaupés", Schultes cuenta que poco después de establecido el día del cauchero, se creó también su propia bandera que fue entregada a los caucheros del Vaupés en la primera celebración de su día en 1951. La bandera del cauchero se convirtió después en la bandera de la Comisaría y hasta el día de hoy se mantiene así (ver figura 4). Schultes (1952, 14) describía en su artículo como "el orgullo que tienen los vaupesanos en la bandera del cauchero, al verla ondular al lado del tricolor nacional en Mitú, queda inmediatamente evidenciado a primera vista".

Fuente:Schultes (1952, 12).

Figura 4 Bandera del cauchero y del Vaupés 

Según Schultes (1952, 14-15), el Vaupés es la "única comisaria de Colombia con una bandera gremial que a la vez puede representar [...] a todos los habitantes de la industria", y es la primera vez que "la Hevea ha llegado a tener ese honor entre los emblemas que suele utilizar el hombre, para simbolizar las cosas que ama". El 6 de julio de 1951, el comisario hizo entrega oficial de la bandera y la dedicaba a los "caucheros capitanes sin miedo y sin tacha, enamorados de la selva, de sus ríos, de sus peligros", diciendo que:

Identificados con vuestra lucha he ideado para vosotros una insignia que os sirva de [aglutinante] y de estímulo... que esta bandera sea vuestra insignia que os sirva guía y estímulo en vuestra constante batalla [...] Verde, blanco y verde la sangre blanca del siringo en medio de la selva infinita (Schultes 1952, 14).

El caucho se volvió un ícono del Vaupés y el símbolo de una comunidad trabajadora que lucha por dominar a la selva y a la naturaleza. Esta comunidad política, imaginada a través de la bandera del cauchero, excluía a los indígenas en la medida que se asociaba más con las prácticas supuestamente civilizadoras de los colonos. Schultes (1952, 15) concluía su artículo diciendo que el árbol del caucho es fundamental y el cauchero depende de él para poder sobrevivir, por esto sugiere que "la cosa más importante para la Comisaría del Vaupés es el desarrollo de una conciencia de conservación de recursos naturales". Es decir, para Schultes (1952, 15), el cauchero tiene una relación ambivalente con el árbol porque "sin el cauchero el árbol sigue viviendo y reproduciéndose tranquilamente", pero "sin el árbol, el cauchero tendría mucha dificultad para seguir viviendo en su acostumbrada rutina". Dado que la industria cauchera selvática es la única fuente de rentas de la Comisaría, Schultes (1958, 5) decía que "la producción de caucho de árboles silvestres en las selvas del Sur de Colombia, tiene que seguir siendo industria primitiva con todas las desventajas de tal situación". Estas afirmaciones reproducen una de las principales contradicciones de la extracción del caucho: una industria moderna basada en formas pre-modernas de explotación y de trabajo. Así mismo, los gastos de funcionamiento de la Comisaría sobrepasaban de lejos los ingresos que obtenía por cuenta de las rentas del caucho.

El artículo de Schultes sobre el "cauchero abanderado" del Vaupés muestra de qué manera la explotación del caucho y el enaltecimiento del cauchero fue promovido y legitimado desde la Comisaría misma a través de distintos artefactos como el día, la bandera, el himno y las fiestas del cauchero. La configuración del cauchero como un emblema regional no puede pasar desapercibida. Todavía más cuando la "industria cauchera selvática es la única fuente de rentas de la comisaría" (Schultes 1952, 10). Si bien fue impulsada inicialmente por empresas extranjeras como la RDC, la industria del caucho en el Vaupés también medió procesos específicos de configuración de identidad regional y autoridad estatal. El significado que se le otorgó a la extracción de caucho configuró relaciones particulares entre lo económico y lo político, articulando, a su vez, formas específicas del poder estatal a escala regional (Bebbington 2012, 3).

Por otra parte, como ya lo anotamos, también fue común que policías o funcionarios del Estado enviados a Mitú se volvieran después caucheros. En un informe enviado en 1959 al Ministerio de Gobierno sobre una visita que el comisario Alonso Caycedo había practicado al corregimiento de Miraflores, quien cuenta cómo la industria del caucho creció cuando personas que habían sido enviadas a trabajar a la comisaría terminaron vinculadas a la extracción de caucho. Este fue el caso de Luis Enrique Chaves, que había llegado al Vaupés como comandante de la Policía nacional y alcanzó a ser teniente de la Policía. Chaves se retiró en 1949 para dedicarse a la explotación del caucho y el comisario lo describe como "todo un caballero, inteligente, servicial, trabajador y siempre se ha distinguido como el mejor colaborador del Gobierno Comisarial" (Caycedo 1959, 4). Caycedo también menciona el caso de Heladio Góngora, quien llegó como enfermero de la Policía nacional, se retiró en 1949 y se dedicó a la explotación del caucho.

Igualmente, Caycedo se refiere al caso de Luis María Archila, ex-agente de la Policía nacional, quien se retiró de la institución en 1957 para dedicarse también a la explotación de este recurso. Otro era el caso del señor Miguel Navarro quién llegó al Vaupés como secretario del comisario Miguel Cuervo Aráos y posteriormente trabajó con la Compañía Rubber. Al terminar sus trabajos con la empresa, Navarro se dedicó a "favorecer a los colonos" y estableció un almacén en Miraflores. Después de haber sufrido "perdidas de consideración en el negocio de víveres y mercancías", Navarro se consagró a la "extracción de gomas" (Caycedo 1959, 13). El comisario Caycedo describe al señor Navarro como un "hombre culto, trabajador incansable, enamorado de la selva y de sus ríos por su bondad y ser muy compasivo con los colonos e Indígenas" (Caycedo 1959, 11). Así, la extracción de caucho y otras gomas fue promovida y practicada directamente por personas que habían estado vinculadas a la comisaría, ya fuese como policías o como funcionarios. El trabajo con el caucho se asociaba claramente con valores cultos y prácticas civilizadoras que favorecían a la Comisaría.

A pesar de las predicciones y cálculos optimistas de Schultes sobre el futuro del caucho en el Vaupés, la industria entró en crisis a comienzos de la década de 1970 por varias razones. Los industriales del interior del país dejaron de comprar el producto producido en la región porque había bajado su calidad. Los precios del mercado tampoco favorecían a los caucheros del Vaupés. Según antiguos caucheros que viven en Mitú, ante la presión por producir más, los indígenas comenzaron a rendir el caucho con otras resinas y esto bajó la calidad del látex. Los caucheros conformaron una comisión que viajó a Bogotá en 1964 y le solicitó al gobierno central un incremento del precio del caucho. Como justificación de sus peticiones frente al gobierno central, la comisión decía: "llegamos a la conclusión de que el único ramo de producción que en aquella zona existe, es la explotación del caucho, actividad esta, de donde el personal blanco e indígena deriva su subsistencia y se pone en contacto con la civilización a través de los colonos o caucheros (Gómez y Hilman 1965, 36). Los caucheros veían al caucho como una empresa civilizatoria y necesaria para el indígena, ignorando las condiciones de explotación y maltrato con las que los indígenas asociaban su extracción. Sin embargo, las empresas nacionales comenzaron a importar caucho, pues les salía mucho más barato que comprar caucho producido en Colombia. La caída en los precios a nivel mundial llevó a que la Caja Agraria, que les había dado créditos a los caucheros, se retirara del Vaupés.

Si bien el Estado había adquirido el control sobre la comercialización del caucho y trataba de regular los "contratos" de trabajo que se establecían entre caucheros e indígenas, los funcionarios del Estado también trabajaban para los caucheros y establecían alianzas con estos. Es común escuchar en Mitú que los caucheros trabajaban de la mano con los comisarios y los policías. Cuando los indígenas escapaban o se "picureaban"7 de los barrancones, los caucheros los buscaban con la ayuda de los policías. Si bien el antropólogo Marcos Fulop (1953, 14) llegó a sugerir en 1953 que este segundo boom del caucho no estuvo caracterizado por la violencia que marcó el primer boom, es evidente que diferentes formas de violencia y maltrato físico hacia los indígenas se mantuvieron. De hecho, en mayo de 1970 dos detectives vinculados a la central de inteligencia hicieron parte de una comisión investigadora del Ministerio de Gobierno y el Sr. Inspector de Trabajo de Mitú. Los detectives rurales enviados a Mitú reportaban en su informe que:

En cuanto a la complicidad de las autoridades en relación con los abusos cometidos contra los indígenas podemos anotar que hasta el año pasado la Policía era la encargada de capturar a los indígenas y ponerlos a ordenes del patrono [...] la sola amenaza del cauchero al indígena con la Policía, era suficiente para que estos volvieran al trabajo (Morales 1975, 186).

A su vez, el control que los misioneros podían ejercer sobre la mano de obra indígena, implicó conflictos con los caucheros. El poder que tenían los misioneros para decidir cuáles indígenas podían ser contratados y cuáles no, así como cuáles caucheros podían contratar indígenas y cuáles no, generó tensiones y fricciones entre caucheros y misioneros. Los misioneros llegaron al punto de presentarse en las caucherías para retirar indígenas que ya habían sido "contratados".8 Este sistema de trabajo hizo fracasar a muchos caucheros en su fábrica que llegaron al incumplimiento de sus obligaciones con la Caja Agraria. De hecho, en 1965 viajó a Bogotá una comisión de los caucheros del Vaupés, con representantes del gremio que pedían un reajuste en los precios del caucho.

El 16 de julio de 1969 indígenas, colonos caucheros pobres y misioneros, moradores de la Comisaría Especial del Vaupés emitieron un comunicado a la opinión pública que se conoció como la "Declaración de Miraflores" que comenzaba con tres frases: "Servidumbre permanente. Especie de esclavitud. Compraventa de indígenas". La Declaración describía la situación económica de los empresarios caucheros y la "realidad laboral" de los indígenas que trabajaban sacando caucho. Luego, denunciaba "la competencia desleal entre patronos", dado que los "grandes explotadores" monopolizaban a los trabajadores indígenas endeudándolos con sumas considerables que nunca terminaban de pagar y esto hacía difícil para los pequeños caucheros la "consecución de personal", y el "traspaso de cuentas" de los indígenas entre patronos como una forma de "compraventa de indígenas" (Morales 1975, 188).

Otras denuncias que incluyó la Declaración fue el arreglo de los contratos por parte de los patronos, de manera que al final de cada contrato de trabajo anual el indígena siempre quedaba en deuda y esto lo obligaba a mantenerse "bajo el mismo patrón durante años y años, hasta el punto de ser considerado como patrimonio de determinado explotador" (Morales 1975, 188). Finalmente, la Declaración señalaba que los funcionarios del gobierno que formalizaban los contratos de trabajo eran caucheros o hacían alianzas económicas con ellos. Estas denuncias lideradas por los misioneros católicos llevaron a la industria del caucho a su fracaso en el Vaupés.

Conclusiones

En 1972, el geógrafo Harlan G. Hawkins (1972, 78) planteaba que "quizás la parte más desafortunada de todo el negocio del caucho es que nadie parece hacer plata". Igualmente, Marcos Fulop (1953, 252) sugería que con advenimiento de la I y la II Guerra Mundial el "mundo entero comenzó a hablar de caucho como el medio por el cual un hombre podía hacerse rico en poco tiempo", pero la realidad era otra puesto que "la riqueza fácil y pronta que se dice puede conseguirse en la explotación del caucho es un mito". Precisamente, este artículo buscó demostrar que el relativo éxito de la industria del caucho en Vaupés no se debe entender en términos económicos, sino en términos de su eficacia política y simbólica.

Este artículo puso en evidencia la relación entre las representaciones producidas por Schultes y las transformaciones materiales y políticas que trajo la reactivación de la extracción de caucho en Vaupés. Es decir, mostramos de qué manera la exploración y prospección desplegadas por Schultes configuraron formaciones regionales y estatales específicas. Este "segundo boom" del caucho no hubiese sido posible sin el apoyo e impulso de funcionarios vinculados con el gobierno regional que trabajaron con la RDC, o, funcionarios que se convirtieron en caucheros una vez se terminó la II Guerra Mundial. La reactivación de la industria estuvo posteriormente liderada por agencias del Estado, como la Caja Agraria, convirtiendo la extracción de la goma en un proyecto estatal.

El gobierno regional movilizó el caucho como un ícono que sirvió para crear una identidad regional en torno al árbol como un símbolo civilizatorio. La transformación material y simbólica del caucho en un emblema y símbolo regional permitió la creación de una comunidad política que se identificó con la laboriosidad y tenacidad del cauchero que desafiaba la naturaleza para obtener su sustento. Esta mistificación del cauchero y su trabajo, ocultó; sin embargo, la explotación del trabajo indígena y las relaciones desiguales entre patrones y trabajadores del caucho. En este sentido, la utopía cauchera de Schultes no se correspondió con la forma que adquirió la extracción de caucho en el Vaupés durante este "segundo boom". No obstante, su prognosis sí promovió nuevas formas e infraestructuras de explotación del caucho, así como formas particulares de articular el poder estatal en la región.

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1En 1876 el inglés Henry Wickham "robo" más de 70 000 semillas de caucho y las trasladó por barco hasta Inglaterra. Wickham viajó a Santarem inicialmente por su propia cuenta, alcanzó a llevar a buena parte de su familia y en 1876 se llevó a Inglaterra 70 000 semillas de caucho desde Belem do Para. De esas 70 000 semi llas, 2800 geminaron en Key Gardens y desde ahí llevaron los árboles al Sudeste asiático y Malasia donde los ingleses lograron establecer plantaciones extensivas de caucho (Jackson 2009).

2Como bien lo señaló Paul Wendt: "El éxito militar de los aliados en la Segunda Guerra Mundial estuvo amenazado por una escasez de caucho [...]. Durante los años de guerra, los requerimientos militares de caucho sobrepasaron por sí solos requerimientos civiles en tiempos de paz" (Wendt 1947, 203). En un reporte de marzo de 1942, la Junta de Producción de Guerra estimaba que, si se mantenía la misma demanda y consumo, las reservas de caucho de los Aliados se podían acabar en marzo de 1943. En Estados Unidos se priorizó la producción para usos militares y se restringió la producción para usos civiles. En junio de 1940 el gobierno americano creó la Rubber Reserve Company para comprar caucho y generar grandes reservas del recurso (Dean 2002, 87). En 1942, para compensar la diferencia entre los requerimientos de 1.2 millones de toneladas anuales y la reserva de apenas 125 000 toneladas de caucho, el gobierno estadounidense adoptó varias medidas, entre estas: el desarrollo inmediato de la industria sintética de caucho, la conservación y utilización del "caucho regenerado" y la explotación de caucho silvestre en África y América Latina (Garfield 2006, 278).

3El programa del Departamento de Agricultura que había contratado inicialmente a Schultes fracasó por distintas razones.

4La noción de región se entiende en este artículo, siguiendo a Albuquerque, como un espacio reducido y acor tado para ser manipulado estratégicamente, de manera que se le otorgan determinadas cualidades económicas o culturales. Así, la regionalización del poder debe entenderse como parte de los procesos de formación del Estado-nación, y no como su opuesto (Albuquerque 2014).

5Hasta la década de 1960, cuando se amplió la pista de aterrizaje de Mitú, Avianca siguió utilizando este tipo de aviones.

6El cargo de Protector de indígenas fue ejercido inicialmente por misioneros católicos, una vez fue expedido el decreto 614 de 1918 que trataba "Sobre [el] gobierno y protección de indígenas no civilizados en la región del Vaupés". El primer artículo del decreto establecía que "los indios salvajes de las regiones del Vaupés, no civilizados aún, pero sí reducidos a misiones, no están sujetos a las leyes comunes de la República y serán gobernados en forma extraordinaria por los misioneros encargados de su redención" (Morales 1975, 182).

7En contextos amazónicos el verbo "picurear" se utliza para referirse a la acción de escaparse o fugarse.

8Aparentemente, los misioneros llegaron al punto de desafiar al Estado. El economista Álvaro Guzmán Cortes (1964, 18), adscrito a la División de Territorios Nacionales de la época, relataba en 1966 que "el Prefecto Apostólico nos declaró que se oponía terminantemente a la creación en el Papurí de cualquier representación de la autoridad nacional, corregimiento o inspección de policía, dejando entender que el Papurí es una especie de Estado con fueros especiales donde no penetra la República de Colombia".

Cómo citar este artículo/ How to cite this article: Rozo, Esteban. 2020. “Schultes y el caucho: formaciones regionales y estatales en Vaupés (1942-1970)”. HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local 12 (25): 220-250. https://doi.org/10.15446/historelo.v12n25.83292

Recibido: 31 de Octubre de 2019; Aprobado: 14 de Abril de 2020; Revisado: 20 de Abril de 2020

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