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Revista CES Derecho

On-line version ISSN 2145-7719

rev.ces derecho vol.5 no.2 Medellín July/Dec. 2014

 

Crisis del socialismo sovietico: discrepancias entre ideología y poder

Soviet crisis of socialism: Disputes between ideology and power

Ricardo Posada Saldarriaga*

* Médico Pediatra Neumólogo. Magister en Estudios humanísticos. Jefe de Postgrados Clínicos Facultad de Medicina Universidad CES.
Correo electrónico: rposada@ces.edu.co

Recepción: 18 de julio de 2014. Revisión: 13 de agosto de 2014. Aprobación: 24 de octubre de 2014

Forma de citar: Posada, R. (2014). Crisis del socialismo sovietico: discrepancias entre ideología y poder. Revista CES Derecho, 5(2), 260-267.


Resumen

La dicotomía entre los principios filosóficos del socialismo y la realidad del ejercicio del poder, fue la causa principal de la crisis comunista en la Europa del Este.
En este trabajo se trata de demostrar como la divergencia e incompatibilidad entre la ideología socialista y la forma de ejercerla una vez sus líderes accedieron al poder, fue la causa principal para la caída del régimen comunista soviético. Un gobierno del pueblo, sin un estado represivo y fuerte, no puede sostenerse en el tiempo, porque tiende a destruirse a sí mismo. Un gobierno sin Estado ni líderes políticos es utópico.


Palabras claves: Socialismo, comunismo, poder político, estado, Unión Soviética.

 


Abstract

The dichotomy between the philosophical principles of socialism and the reality of the exercise of power, was the main cause of the crisis in communist Eastern Europe.
This paper is to show how the divergence and incompatibility between socialist ideology and how to exercise it once its leaders came to power, was the main cause for the fall of Soviet communism. A government of the people, without a repressive and strong state, cannot be sustained over time, it tends to destroy itself. A government without a state or political leaders is utopian.

Keywords: Socialism, communism, political power, state, Soviet Union.

Si el siglo XIX fue el siglo del liberalismo, el XX fue el del socialismo, pero no solamente el de su auge como ideología, partido político y sistema de gobierno, sino también el de su derrumbe y caída en occidente. Con la revolución bolchevique y la formación de la Unión Soviética las ideologías socialistas se cristalizaron en la formación del Estado comunista que dominó la escena política de Europa en las dos terceras partes del siglo XX. Sin embargo la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética marcaron el fin de la hegemonía comunista en Europa del Este.

En este trabajo trataré de analizar las causas que llevaron a la crisis comunista soviética y las circunstancias que rodearon su desarrollo.

Una cosa son los principios ideológicos y la teoría política, y otra muy distinta, la aplicabilidad de ellos en la práctica durante el ejercicio del poder. Esta es una dificultad o incompatibilidad que se presenta en el caso de cualquier ideología política, una cosa es sostener la ideología mientras no se ha conseguido el poder, y otra muy diferente, tratar de conservarla una vez se ha accedido al mando. La idea de igualdad y bien común resulta atractiva, la teoría de la lucha de clases agrupa adeptos para la conquista del Estado y del poder político, de esto se vale el comunismo para la movilización del pueblo con el fin de conseguir el poder, pero una vez en el poder no es fácil sostener una teoría de igualdad y de gobierno del pueblo y al mismo tiempo conservar las riendas del poder político en una sociedad heterogénea compuesta por seres humanos con sus individualidades y ambiciones personales. En el ejercicio del poder de los líderes del comunismo soviético del siglo XX se expresa claramente, lo difícil que es sostener los principios socialistas y al mismo tiempo conservar el poder político y mantener un Estado socialista regido por sus principios filosóficos fundacionales.

La divergencia e incompatibilidad entre la ideología socialista y la forma de ejercerla una vez sus líderes accedieron al poder, fue la causa principal para la caída del régimen comunista soviético y para la crisis del socialismo en la Europa del Este. Tomaré esta tesis como argumento central de este ensayo y trataré de analizar la crisis del comunismo soviético para demostrarla.

Para esto, expondré algunos principios socialistas que "suenan muy bien" como ideología política antes de lograr el poder, pero que una vez en el gobierno, no pueden sostenerse a riesgo de debilitar el Estado socialista y horadar su poder:

Uno de los aspectos más importante para explicar la crisis del socialismo soviético es, por un lado, la divergencia ideológica sobre el principio de ausencia del Estado como aspecto fundamental del pensamiento socialista y, por el otro, la necesidad de un Estado fuerte y sólido para conservar el poder tras la revolución rusa.

Tanto para la vertiente marxista como para la anarquista del socialismo no era deseable la existencia del Estado, ambas eran "alérgicas" al Estado. Sin embargo, para la primera era lógico y conveniente un período de transición antes de la disolución del Estado, mientras que para los anarquistas la revolución debía llevar a la disolución inmediata del Estado y a un gobierno del pueblo. Para ellos el Estado era sinónimo de capitalismo y de apropiación ilícita de la propiedad y su distribución a las clases privilegiadas que se apoderaban de la propiedad apoyados por el Estado, usurpando a sus legítimos dueños; la clase trabajadora, que tenía derecho a ella gracias a su trabajo. Es decir, como sostenía Proudhon, los ciudadanos nunca estarán libres de la expoliación hasta que desaparezca el Estado.

Pero más que la ausencia de un Estado como tal, los principios socialistas defendían un Estado o gobierno del pueblo, con amplia participación del proletariado y las clases trabajadoras, y se oponían a un Estado autoritario, dictatorial, manejado por unos pocos o por un solo líder político y más aún por un dictador, que, como veremos, fue lo que ocurrió posteriormente en la Unión Soviética.

Zbigniew Brzezinski, en su ensayo "La crisis del comunismo: La paradoja de la participación política", explica claramente esta contradicción entre ideología y ejercicio del poder en el comunismo soviético:

El problema de la "participación" es de naturaleza paradojal. Por "participación", entendemos la participación real, esto es, participación en la toma de decisiones nacionales y locales, que son de importancia para el ciudadano. En sus orígenes la ideología y el movimiento político del comunismo representaban un intento de crear una base para una participación más completa tanto en el sistema social como en el sistema político. Sin embargo, cuando sus proponentes han conseguido tomar el poder del Estado, el comunismo se ha convertido en un sistema institucionalizado no participativo, altamente reglamentado, disciplinado y burocratizado. Más aún, ha sido muy difícil para los Estados comunistas salirse de este molde. Ninguno ha sido capaz de transformarse por sí mismo, pasando de un sistema en que una élite ejerce desde arriba un control sobre la sociedad a otro en que la sociedad participe en la configuración de su futuro desde la base. (1988, p.6)

Luego habla Brzezinski, sobre un aspecto que considero fundamental para explicar esta radical dicotomía entre los principios filosóficos y el ejercicio del poder político por el Estado socialista:

La idea original del comunismo fue de naturaleza esencialmente utópica. Requería que la clase trabajadora se gobernara a sí misma. El leninismo sobrepuso luego el partido como una forma política para que una élite controlara, primero, el movimiento de los trabajadores y después el gobierno revolucionario de trabajadores y campesinos. El estalinismo, a su vez, institucionalizó la supremacía del partido mediante la nomenklatura, creando así el mecanismo de control jerárquico, que ha llegado a ser conocido como comunismo totalitario del siglo XX. Sin embargo, si bien los partidos comunistas gobernantes han logrado controlar la sociedad, no han conseguido movilizarla para alcanzar los objetivos deseados. (1988, p. 6)

El Estado socialista, bajo los regímenes de los líderes comunistas, en especial Lenin y Stalin, fue la expresión contraria del estado socialista "ideal". Fue excesivamente centralista, manejado por la élite del partido, con un fuerte poder represivo sobre las opiniones contrarias al régimen, autoritario, controlador de la libertad de prensa y de cultos, violento con los opositores, con un manejo centralizado y burocrático de los recursos productivos y de los precios de los productos, con una dirección estricta y estatal de la cultura, la educación y el pensamiento y prohibiciones estrictas de las organizaciones sociales independientes. Durante este período el comunismo demostró un dogmatismo extremo, un sistema burocrático que beneficiaba únicamente a quienes estaban en las altas esferas del Estado, mientras el pueblo raso moría de hambre en medio del temor y la represión.

En otras palabras, los prometidos gobiernos del pueblo y el proletariado se convirtieron, para poder sostener su estatus y su poder, en dictaduras que desconocían las libertades individuales y los derechos humanos.

La represión violenta de los disidentes del partido comunista fue otra de las causas para la caída final del comunismo soviético. Su poderosa policía secreta y su ejército dejaron de ser lo que el ideal socialista recomendaba, un ejército del pueblo en armas para la defensa del pueblo y el proletariado, para dedicarse a la "cacería de brujas", eliminando a los sospechosos de oposición al partido, cayendo en la arbitrariedad y el fanatismo, empujados por sus líderes, en contra del pensamiento libre y la libertad de opinión. El totalitarismo estalinista fue el aspecto más destacado de la represión tras la cortina de hierro y la clave fundamental de la disidencia del resto del socialismo europeo y mundial. A los ojos del socialismo mundial se veía a la Unión Soviética como una dictadura basada en la fuerza y la represión violenta, una antítesis de los principios filosóficos socialistas, una dictadura que destruía las libertades individuales de todas las clases sociales, incluyendo las clases trabajadoras y el proletariado. El mundo se enfrentaba a la siniestra realidad del bloque comunista.

Jorge Giraldo Ramírez, en su artículo "Socialismos: de la bandera roja al arco iris", expresa claramente este viraje violento del comunismo soviético, cuando dice que el crecimiento militar, económico y político del bloque socialista hubo que pagarlo a un alto costo:

El régimen soviético se transformó rápidamente de gobierno de los soviets o consejos populares, en gobierno del partido ahora llamado comunista -entre 1918 y 1924-, y de dictadura del comité central en mando personal del secretario general, en tiempos de Stalin (1878-1953), o del politburó desde Kruschev (1874-1971) hasta Gorbachov. Este proceso se produjo gracias a inclementes purgas en las filas comunistas, destierro de líderes y fusilamientos de jefes facciosos, así como al establecimiento de campos de concentración e internamientos psiquiátricos a los opositores, el famoso Archipiélago Gulag que le hizo merecer al régimen el apelativo de totalitario. La mano larga de la represión se extendió a otros países socialistas y las invasiones a Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968) produjeron una amplia disidencia en occidente que cobró forma en la rebelión de los partidos mayores de Italia, Francia y España creando el fenómeno llamado Eurocomunismo... La hoz y el martillo estampados sobre la bandera roja, fueron los símbolos adoptados por los comunistas pro-soviéticos, y terminaron así convertidos, en signos tan oprobiosos como el de la esvástica nazi. (2008, p. 623)

Héctor Abad Faciolince, en su artículo "Obituario de Fidel Castro", se refiere al régimen comunista cubano, con palabras que se adaptarían perfectamente a los regímenes de Lenin y Stalin. Por tratarse de un sistema político hijo del régimen socialista soviético lo transcribo en este ensayo:

...Un aparato represivo que reparte miedo y dolor a la perfección. No es posible ejercer un poder absoluto sin regarlo periódicamente con sangre. La arbitrariedad, el oprobio y la opresión despiadada son cualidades inherentes a toda tiranía, incluso a las más iluminadas. A los pocos que no han creído en la omnipotencia del tirano, y han osado oponérsele, el estado policivo los ha encarcelado, fusilado o por lo menos exiliado... El mayor obstáculo para hacer de Cuba un gran país, independiente y digno, alegre y próspero, era el mismo hombre que la libró de una dictadura sanguinaria para hundirla en otra que no por ser más idealista fue menos bárbara. Talantes intransigentes y dogmáticos como el de Fidel Castro, en momentos dramáticos de la historia de las naciones, pueden resultar muy útiles para aglutinar alrededor de la figura del líder un impulso hacia el cambio. Pero si ellos mismos, o quienes los rodean, no tienen la inteligencia y el valor de despojarlos a tiempo de su exceso de poder, estos líderes acaban convertidos en tiranos insaciables que arrastran a la ruina a los mismos pueblos que, en un principio, ayudaron a sacar de otra desgracia. Fidel Castro, que llegó a representar para millones de hombres la ilusión de un nuevo estilo de sociedad y de gobierno, acabó convertido en el mismo tipo de dictador lamentable que él dijo combatir al principio de su actividad política. Si a algo acabó pareciéndose Fidel fue a los otros caudillos y dictadores del continente. El talante ególatra y autoritario es sólo un recipiente que se puede llenar con cualquier ideología. No importa si el relleno es fascista o comunista. El resultado, a la larga, acaba siendo el mismo: una estela de tristeza, pobreza y opresión. (2004).

Un claro reflejo del inconformismo del pueblo soviético por las maneras autoritarias y dictatoriales de ejercer el poder político de sus líderes, fue la migración en masa de los ciudadanos a países no comunistas, hecho que finalmente motivó la construcción, en 1961, del célebre Muro de Berlín, un muro construido no con el fin de evitar la entrada de los vecinos al bloque socialista, sino precisamente para evitar la salida de sus ciudadanos que había aumentado en forma significativa en los años anteriores.

Para algunos la caída del Muro de Berlín, un hecho trascendental en la historia política del siglo XX, significa el anuncio de la crisis comunista, sin embargo otros consideran que el verdadero reflejo de la crisis no es su caída sino su construcción, pues ésta es una clara muestra del inconformismo del pueblo por su sistema de gobierno, hasta el punto de hacer necesaria la construcción de una barrera física para evitar la salida de sus ciudadanos y mantenerlos "prisioneros" dentro de los límites de sus vastos territorios.

Sobre la divergencia entre las ideas fundacionales del comunismo y la aplicación de ellas por el Estado socialista soviético, Ángel Ruiz Zúñiga, en el prefacio de su libro "Ocaso de una utopía: En las entrañas del Marxismo", nos dice:

El marxismo no nació, sin embargo, como una teoría para la edificación del autoritarismo, sino para la liberación de la humanidad de sus cadenas. El comunismo de Marx era una formulación teórica y práctica supuestamente al servicio de un "Reino de la Libertad". En el que la humanidad y los individuos iban a encontrar las mejores posibilidades para su desarrollo. Marx proporcionó respuestas -correctas o incorrectas- a asuntos reales que -y esto es lo decisivo- todavía giran en nuestra historia. ¿Cómo un ideal planteado como humanista terminó sirviendo de base para el dogmatismo y la dictadura, para el asesinato impune?, ¿es acaso que Lenin y Stalin transmutaron el sentido humanista de las ideas de Marx en su negación práctica?, o ¿acaso es que en la lógica de las ideas de Marx puede asomarse una versión totalitaria, o sustrato para el totalitarismo? (1993, p. 14)

Para este mismo libro, Oscar Arias Sánchez, escribe en su presentación, una realidad que no puede negarse, un triste panorama que demuestra una vez más que una cosa son los ideales socialistas y otra muy diferente la realidad de su aplicación por un Estado comunista totalitario, dictatorial y temeroso de perder el poder tan arduamente adquirido:

... Una revolución que nació apoyada en las ansias de libertad de un pueblo contra la opresión zarista, se vio pronto traicionada. La libertad, precisamente la fuerza que movió a una nación entera a alzarse, fue la primera víctima de uno de los regímenes más sangrientos que haya conocido la humanidad. Hemos podido conocer la espeluznante dimensión del genocidio, de las torturas, de las violaciones a los derechos humanos. Hemos visto como fracasó un modelo creado por Lenin y Stalin sobre el cimiento de las ideas de Marx- cuya base fue la supresión de toda libertad del individuo. Esa anulación logró mantenerse gracias a un aparato estatal todopoderoso que aplicaba el terror en todos los niveles... Debemos tener en cuenta que no fue el poderío militar de occidente el que derrotó al comunismo. Fueron las ansias de libertad de hombres y mujeres las que rompieron las cadenas de la mediocridad, de la opresión, del desánimo. Fue el propio comunismo el que, con su ideología del terror y la mentira, se derrotó a sí mismo. (1993, p.8)

Sobre este mismo punto, nuevamente nos referimos al texto del profesor Jorge Giraldo Ramírez:

Cuando cayó el Muro de Berlín y se desintegró la Unión Soviética prácticamente nadie intentó mantener los regímenes en pie, muchos celebraron y el mundo presenció la mayor revolución política de la historia (si se tiene en cuenta el número de países y personas involucradas) y la más pacífica. Este mérito, sin duda, le cabe al entonces presidente de la URSS, Mijail Gorbachov, quien orientó una transición pacífica, ordenando al ejército rojo que no respaldara las burocracias ni disparara contra la gente. (2008, p. 623-624)

Finalmente, es necesario analizar, aunque sea someramente, las implicaciones que tiene un estado totalitario en el manejo económico y específicamente en lo relacionado con el mercado. Cuando el gobierno socialista suprime el mercado como mecanismo regulador de la economía se corre el riesgo de impedir el desarrollo de fuerzas sociales capaces de fomentar el desarrollo sostenido a largo plazo.

Luego de la revolución bolchevique, el entusiasmo de la clase laboral por el triunfo sobre la aristocracia y la burguesía y el impulso inicial del gobierno socialista, lograron un desarrollo industrial y económico sin precedentes en la Unión Soviética. Pero transcurridos algunos años y a medida que el régimen se hacía más autoritario y disminuían las libertades individuales, este entusiasmo laboral fue decreciendo y la población fue cayendo en un marasmo progresivo. Solo la coacción y la fuerza podían hacer que las masas laborales cumplieran con sus funciones. El entusiasmo se fue perdiendo al ver que no había estímulos individuales para aquellos que lograran sobresalir del montón. La iniciativa creativa fue desapareciendo paulatinamente, al ver, condición natural en los seres humanos, que los esfuerzos individuales no eran valorados ni económica, ni socialmente y que era lo mismo hacer lo mínimo que lo máximo. La creatividad del ser humano finalmente depende de los estímulos que recibe por ella. Es decir, la falta de incentivo para generar valor agregado, característica del régimen comunista, fue una de las principales causas de la crisis económica del comunismo soviético. José E. Morales Mancera cuando explica distintos aspectos de la actual crisis económica dice:

El comunismo falló porque es un sistema que no produce "valor agregado alguno" pues desconoce la productividad y las fuerzas del mercado, evita la competencia para la eficiencia, desalienta la iniciativa del hombre, y prohíbe pensar y crear en forma independiente desde abajo de la pirámide social o sea prohíbe la libertad y la iniciativa individual. Los mercados estaban vacíos en la Unión Soviética y lo siguen estando en Cuba.

Es un problema de ética política porque absorbe el poder y el dinero en manos de una nomenclatura injusta e inmoral que esclaviza a todos. En el socialismo no cabía la justicia conmutativa "el te doy para que me des" pues todo se otorgaba por beneplácito y bondad del estado omnipresente y su burocracia para el don y el control. (2009)

En resumen, con los aspectos que he planteado, creo haber dejado claramente demostrada la tesis que dio inicio a este ensayo; La divergencia e incompatibilidad entre la ideología socialista y la forma de ejercerla una vez sus líderes accedieron al poder, fue la causa principal para la caída del régimen comunista soviético y para la crisis del socialismo en la Europa del Este. Es innegable que una cosa son los principios filosóficos de las ideologías políticas como camino para conseguir el poder y otra bien distinta, su aplicación una vez se ha logrado acceder al gobierno, pues estos mismos principios ideológicos aplicados al manejo del Estado pueden poner en peligro la estabilidad y perdurabilidad del poder político.

Referencias

Brzezinski, Z. (1988). La crisis del comunismo: La paradoja de la participación política. Conferencia presentada en el foro sobre Liderazgo Internacional, Estambul, Turquía, 1987. Publicada por el Centro de Estudios Públicos de Chile, Estudios Públicos: N° 30.         [ Links ]

Arias, O. Presentación. En: Ocaso de una utopía: en las entrañas del marxismo. Ruiz, A. (Autor). Costa Rica: Universidad de Costa Rica. Enero de 1993. Disponible en: www.cimm.ucr.ac.cr [         [ Links ]Fecha de consulta: 25 de mayo de 2009]

Giraldo, J. (2008). "Socialismos: de la bandera roja al arco iris." En: Historia de la Ideologías Políticas. Proyecto Ágora. Medellín: Fondo Editorial Universidad EAFIT.         [ Links ]

Abad, H. (2004). "Obituario de Fidel Castro". En: Revista SOHO, No. 53, Colombia, Julio de 2004.         [ Links ]

Ruiz, A. (1993). Ocaso de una utopía: En las entrañas del marxismo. San José de Costa Rica: Universidad de Costa Rica. Enero de 1993. Disponible en: www.cimm.ucr.ac.cr [Fecha de consulta: 25 de mayo de 2009]         [ Links ]

Morales, J. E. La crisis actual del capitalismo . Disponible en: http://www.isotrabajo.org/documents-iso/doc_view/42-la-crisis-actual-del-capitalismo. [Fecha de consulta: 25 de mayo de 2009]         [ Links ]

 

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