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Perífrasis. Revista de Literatura, Teoría y Crítica

versión impresa ISSN 2145-8987

perifrasis. rev.lit.teor.crit. vol.1 no.1 Bogotá ene./jun. 2010

 

Vargas Llosa, Mario. El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti.
Madrid: Alfaguara, 2009. 248 pp.

Federico Von Baumbach


El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti actualiza la lectura de la obra literaria del escritor uruguayo a través de un recorrido cronológico por diferentes momentos de su vida. En sus páginas, Vargas Llosa deja espacios al testimonio directo de Onetti, sin apartarse del rol de interlocutor privilegiado de su ambivalente discurso (el escritor peruano logró conocer personalmente a Onetti en 1966), apócrifo testimonio donde lo falso y lo verdadero se distorsionan e incorporan dentro del perfil biográfico del creador de El astillero, hasta hacer relucir que "lo que de veras interesa en la biografía de un escritor es lo que él quiso o creyó que fuera su vida…" (41).

Vargas Llosa centra su mirada en el análisis temático y literario de los distintos períodos de escritura de Onetti, resaltando el carácter denso e intenso de su prosa: la intensidad que irradia una literatura que ofrece una mirada descarnada del mundo, y que desnuda lo oscuro y perverso de la condición humana. La lectura que hace Vargas Llosa para dar cuenta de cómo circula la ficción en la narrativa de Onetti, puede organizarse en El viaje a la ficción a partir de tres instancias: la primera invita a pensar la etapa inicial de producción del escritor uruguayo, ubicada entre los años 1939 y 1950, desde la exploración de las formas literarias, esto último válido tanto para el cuento como para la novela. La escritura de estos géneros literarios, especialmente el cuento, van a permitirle a Onetti concebir su plan narrativo de evasión de la realidad ficcional objetiva, a través de las alucinaciones y los estados de ensueño. Es decir, estados del orden de lo humano capaces de modelar una vida alternativa a la real, donde lo fantástico, en tanto dimensión onírica e imaginativa, trabaja intensificando la experiencia, complementándose con la realidad sin suplantarla, porque "en Onetti lo fantástico no reemplaza a la vida, la intensifica o sutiliza añadiéndole una dimensión que la hace más llevadera para los seres humanos" (67). Ilustran este período novelas como El pozo, Tiempo de abrazar, Tierra de nadie, Para esta noche, y sobre todo sus libros de cuentos Un sueño realizado y Bienvenido, Bob.

La etapa de Onetti como cuentista es uno de los puntos más destacados de los primeros años de experiencia con la escritura. El uruguayo alcanzó en 1957 la perfección de género cuando publicó el cuento "El infierno tan temido": "… el más extraordinario de sus cuentos y, acaso, la más inquietante exploración del fenómeno de la maldad humana…" (132).

La segunda instancia (1950-1993) acentúa la dimensión creativa de Onetti, a partir del perfeccionamiento estilístico y la concepción del modelo realidad-ficción como universos que se encuentran interrelacionados. La vida breve, de 1950, resulta clave entonces para comprender esta segunda etapa, porque Santa María, la ciudad imaginada por Onetti, va a consumarse como símbolo y síntesis del proceso de trabajo anterior: "… es la novela más trabajada de Onetti y una de las más ambiciosas de la literatura latinoamericana…" (92-93). A partir de La vida breve, la figura y el talento literario de Onetti irán acrecentándose hasta la publicación de dos novelas emblemáticas para el panorama narrativo latinoamericano de la década del sesenta: El astillero, según Vargas Llosa la novela mejor construida desde el punto de vista técnico, y Juntacadáveres, acaso su creación de tono más político.

El astillero y Juntacadáveres profundizarán las obsesiones de Onetti por mostrar la fragilidad de límites existentes entre lo vivido y lo soñado, entre la realidad ficcional objetiva y la fantaseada, desarrollando en el autor la necesidad de establecer un lenguaje crapuloso y sombrío, capaz de añadir la ficción al mundo real como visión pesimista de lo existencial; un lenguaje literario cuya función es indagar permanentemente en las zonas más despóticas del sujeto, y la actitud libertaria que éste puede llegar a implicar frente a los convencionalismos sociales, porque en definitiva "… eso es la literatura… en el mundo de Onetti: el simulacro que permite vivir en la ilusión, transitoriamente a salvo del horror de la vida verdadera" (163). Así, Dejemos hablar al viento, primera novela escrita durante su exilio en España, Cuando entonces y Cuando ya no importe, complementarán y cerrarán el núcleo de la estética novelística de Onetti, iniciada con La vida breve, aunque aquellas no puedan ubicarse al mismo nivel de escritura de esta última.

La última entrada organizativa del libro, que al mismo tiempo cruza y articula a las otras dos, hace hincapié en las influencias literarias que forjaron el estilo de Onetti: Roberto Arlt, Joyce, Kafka, Céline, Proust, y hasta el propio Borges, son algunos de los referentes ineludibles que están presentes en la estrategia narrativa diseñada por el escritor uruguayo. Sin embargo, es la imagen e influencia de Faulkner la que se destaca claramente del resto de los escritores. Vargas Llosa delimita zonas de coincidencias y diferencias entre Faulkner y Onetti, sobre todo con relación al trabajo sobre el tiempo y la realidad objetiva en el campo de la ficción. Dentro de las coincidencias, establece la capitalización que supo hacer Onetti del escritor norteamericano para usar el tiempo como espacio, con el objetivo de desplazar el tiempo cronológico y sustituirlo por una dimensión donde pasado, presente y futuro estén yuxtapuestos.

En el plano de las diferencias, para Vargas Llosa la literatura de Faulkner nunca pierde el eje de la realidad objetiva de las historias que está contando. En Onetti, en cambio, la concepción de una literatura de pasaje hacia el mundo imaginado por los personajes, termina convirtiéndose en una marca de originalidad estilística constante, como ocurre en La vida breve: Brausen, personaje central de la trama, queda finalmente inmerso en Santa María, la ciudad que él mismo ha sido capaz de imaginar y fundar. El viaje a la ficción retrata aquellos mundos posibles de habitar, de uno de los fabuladores más talentoso, complejo y provocador que han dado las letras hispanoamericanas del siglo XX.