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Perífrasis. Revista de Literatura, Teoría y Crítica

versión impresa ISSN 2145-8987

perifrasis. rev.lit.teor.crit. vol.1 no.2 Bogotá jul./dic. 2010

 

La Chicha y Atahualpa: el encuentro de Cajamarca en la Suma y narración de los Incas de Juan Diez de Betanzos

The Chicha and Atahualpa: the Cajamarca Encounter in Juan Diez de Betanzos' Narrative of the Incas

Iván R. Reyna*
University of Missouri, USA

* Ph.D en Literatura, Cultura e Historiografía Latinoamericanas. University of California-Berkeley.


Resumen

El Encuentro de Cajamarca es probablemente el momento más representativo de la conquista de los Incas y uno de los más simbólicos en el establecimiento del sistema colonial en la región andina. Mediante el análisis de la versión de Juan Diez de Betanzos que aparece en su Suma y Narración de los Incas, este ensayo trata de proponer una lectura alternativa sobre dicho evento, en la cual el Inca Atahualpa, luego de haber consumido chicha en exceso, se encontraría embriagado al momento de confrontarse con Fray Vicente de Valverde, lo que le impediría discernir con claridad la amenaza que significaban los invasores.

Palabras clave: Atahualpa, chicha, Cajamarca, Conquista, Incas.


Abstract

The Cajamarca Encounter is probably the most representative event of the conquest of the Incas and one of the most symbolic in the establishment of the colonial system in the Andean region. By analyzing Juan Diez de Betanzos' version which appears in his Narrative of the Incas, this essay proposes an alternative reading of the event, in which the Inca Atahualpa, after consuming chicha in excess, is probably drunk when confronted with Fray Vicente de Valverde, preventing him from clearly discerning the threat posed by the invaders.

Key words: Atahualpa, chicha, Cajamarca, Conquest, Incas.


    …y bebió tanto y con tanta euforia que se embriagó de tal manera que antes que de allí saliese estaba ya tomado de la bebida…1

Existen varias versiones sobre la manera en la cual se habría llevado a cabo el Encuentro de Cajamarca o el supuesto diálogo entre Fray Vicente de Valverde y el Inca Atahualpa aquella tarde de noviembre de 1532 antes de que las tropas de Francisco Pizarro capturaran a dicho Inca en Cajamarca. Aunque la mayoría de dichas versiones coinciden en notar la presencia de Valverde y Atahualpa en dicho lugar, también divergen con respecto a qué se dijo, qué tenía Valverde en la mano (biblia o breviario), la presencia o no de interpretes (uno o más), la respuesta de Atahualpa (arrojó el libro, se le cayó de las manos) y la actitud posterior de Valverde (¿incitó la violencia posterior?), entre otras. Estas diferencias hablan de múltiples perspectivas al momento de construir o reconstruir los eventos de Cajamarca, pero han servido para establecer un postulado que define lo ocurrido alrededor de la presencia del libro que Valverde tenía en la mano.

Dicha definición es el resultado, no solo de la manera en la cual se ha narrado dicho evento, sino también el resultado del acercamiento que diversos estudiosos del periodo colonial han hecho sobre lo ocurrido en Cajamarca, que se enfocan en el papel preponderante que el libro habría tenido como eje principal, no solo del Encuentro de Cajamarca, sino también de la consiguiente captura del Inca por parte de las huestes de Francisco Pizarro. Ejemplo de este acercamiento es el que hace Sabine MacCormack al resaltar el carácter central que tiene el libro dentro del relato sobre lo ocurrido en dicho encuentro, no solo como emblema de la identidad española, sino al mismo tiempo como símbolo de las diferencias culturales entre españoles y andinos en el momento de la Conquista (143). Patricia Seed, por su parte, más que enfocarse en el libro como símbolo de las diferencias culturales existentes entre ambos bandos, prefiere enmarcar su análisis en la manera en que este relato es una especie de alegoría del valor que la cultura occidental le da a la escritura como manifestación de su superioridad sobre las culturas indígenas; gesto que, aunque no se enfoca directamente en el libro, obviamente resalta la importancia del sistema del cual el libro es claramente un medio (8). Por otro lado, Antonio Cornejo Polar define al Encuentro de Cajamarca como el "grado cero" de la interacción (oposición) entre oralidad y escritura, en el cual el libro cumple el papel de representar a la escritura y por su parte la oralidad está personificada en la voz del Inca y su traductor (26-27). Dicha interacción, nos dice Cornejo Polar, no solo se convierte en el punto de partida de la relación entre ambas conciencias, sino que es el origen de una identidad desgarrada, compleja y contradictoria (88-89) en donde el rol de la escritura: "… no es sólo un asunto cultural; es, además, y tal vez sobre todo, un hecho de conquista y dominio" (39).

Aunque resulta innegable el valor que tiene el conflicto entre oralidad y escritura y por ende la centralidad que el libro posee dentro de los diversos esfuerzos por interpretar el significado del Encuentro de Cajamarca, consideramos que resulta necesario incluir dentro de este marco conceptual versiones sobre lo ocurrido en Cajamarca que de alguna manera ponen en tela de juicio la centralidad del libro y, por ende, de la escritura dentro de la forma en la cual se llevó a cabo dicho encuentro y el consiguiente desenlace del mismo aquella fatídica tarde de Noviembre de 1532. Ya el propio Cornejo Polar había hecho notar que tanto Santa Cruz Pachacuti como Titu Cussi Yupanqui le daban poca importancia al Encuentro de Cajamarca y por ende a la presencia del libro, en contraste con la manera en la cual dicho evento es resaltado por los cronistas españoles (40). Así mismo, Cornejo Polar señala que el propio Inca Garcilaso de la Vega trata en todo momento de: "… diluir al máximo la presencia de la escritura en este episodio para poder imaginar una alternativa de conciliación entre el orden andino y el español" (44). Estas formas de acercarse al Encuentro de Cajamarca son sugerentes ya que de alguna manera insinúan la posibilidad de leer el Encuentro de Cajamarca no sobre la base del conflicto entre oralidad y escritura o alrededor de la presencia del libro, sino más bien fuera de este marco de referencia. Creemos que un relato sobre lo ocurrido en Cajamarca que nos permite escaparnos de aquel marco de referencia es el que nos brinda Juan Diez de Betanzos en su Suma y Narración de los Incas. En éste, el Inca Atahualpa, antes de confrontarse con el cura Valverde y las tropas de Francisco Pizarro, parece haber consumido chicha2 en exceso, por lo que el Inca Atahualpa se encontraría embriagado al momento de encontrarse con los europeos3. Debido a esta singularidad consideramos que la Suma y Narración de los Incas de Juan Diez de Betanzos nos brinda la posibilidad de acercarnos a dicho encuentro desde una perspectiva que, aunque de alguna manera violenta la imagen del Inca Atahualpa, quiebra el esquema tradicional establecido por la crónica de Jerez4 y seguida por la mayoría de la historiografía sobre dicho evento y que ha permanecido hasta nuestros días como la justificación del orden colonial que de alguna manera aún impera en la región andina.

La importancia del Encuentro de Cajamarca como punto de partida para entender la Conquista no es solamente pragmática desde un punto de vista cronológico y lógico sino también simbólico por toda la carga política, social y cultural que contiene. Los recuerdos de los testigos presenciales de dicho evento han cruzado la barrera del tiempo hasta llegar a nuestros días convertidos en relatos que, como Alun Munslow nos sugiere5, aunque probablemente diferentes de lo que realmente pasó aquel día, resultan mucho más reales y verdaderos que aquel momento irrecuperable que, a pesar de pertenecer al pasado, se vuelve una presencia viva a través de la historiografía sobre la Conquista. Y es justamente a través de dicha historiografía que se convierte en uno de los relatos que sirven para representar el carácter traumático que ha tenido la Conquista para la población de la región andina. Debemos entender, como lo afirma Ricoeur, que la identidad es frágil debido, entre otros factores, a la inestabilidad de la memoria y una de las razones de dicha inestabilidad es la posibilidad de manipulación de la misma (81). Ejemplo vivo de esta posibilidad manipulativa es que no existe ninguna comunidad histórica que no celebre bajo el rubro de eventos fundacionales, aquellos que son esencialmente actos de violencia legitimados por los propios agresores/vencedores, esto gracias a que dichos agresores/ vencedores terminan por establecer un nuevo sistema que convalida dichos actos y que posteriormente adquieren legitimidad debido al paso del tiempo (82). Dichos eventos significan, por su carácter violento, gloria para algunos y humillación (o trauma) para otros. Es por eso que para Ricoeur, la celebración de dichos eventos por algunos es al mismo tiempo la execración de los mismos para otros (82). No resulta difícil ver en el Encuentro de Cajamarca este carácter violento y fundacional al mismo tiempo, que con el transcurso del tiempo ha adquirido dimensiones de legitimidad difícilmente rebatibles y que probablemente resulta necesario, sino cuestionar, al menos poner a prueba a través de la inclusión de versiones e interpretaciones que al mismo tiempo que escapan de la manera en la cual se ha tratado de encasillar la interpretación de dicho encuentro ofrecen alternativas al binomio gloria y humillación del que nos habla Ricoeur. Bajo esta premisa el presente ensayo propone explorar la manera en que la supuesta borrachera de Atahualpa habría afectado el desarrollo de los eventos que constituyen el Encuentro de Cajamarca y de qué manera dicha embriaguez habría afectado el desenlace del mismo en mucho mayor grado que la presencia o no del libro o el famoso conflicto entre oralidad y escritura.

La cita con la que empezamos este artículo pertenece al capítulo xXIII del libro de Juan de Betanzos, capítulo que trata específicamente la manera en la cual el Inca Atahualpa fue capturado por Francisco Pizarro. En estas circunstancias del relato de Betanzos, el Inca Atahualpa se encuentra descansando en los baños termales cerca de Cajamarca luego de una larga noche en la cual había discutido con sus capitanes6 sobre lo que se debería hacer con respecto a los "barbudos", término con el cual se les conoce a los conquistadores en el relato de Betanzos. Los capitanes de Atahualpa, notificados por un mensajero de las malas intenciones que tenían los "barbudos" de atacar al Inca, habían decidido sugerirle poner a la tropa incaica "presta y a punto de batalla" y avanzar hacia el encuentro de los españoles en Cajamarca (277). Frente a la evidente preocupación que el entorno de Atahualpa muestra con respecto a los barbudos, la actitud del Inca es mucho más reposada ya que les dice que: "…tiempo había harto para todo y que siendo hora que él les diría que partiesen y luego mandó el Ynga que le trajesen de beber y trujéronle de beber y bebió tanto y con tanta euforia que se embriagó de tal manera que antes que de allí saliese estaba ya tomado de la bebida…" (275). Probablemente no dejaría de llamar la atención de un lector del siglo XXI que el Inca Atahualpa se encuentre bebiendo de tal manera y fácilmente podría interpretarse el hecho de embriagarse en tales circunstancias como una actitud de cobardía, falta de responsabilidad o tal vez como una completa desconexión con lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Por lo tanto, antes de continuar con nuestro análisis, resulta necesario aclarar ciertos conceptos con respecto al "estar embriagado" y al uso de la chicha en el contexto de la obra de Betanzos, en particular, y dentro de la cultura andina en general.

La chicha, bebida hecha de maíz fermentado, constituía, y en cierto modo todavía constituye, uno de los elementos principales en ceremonias políticas y religiosas dentro del mundo andino. Además, como afirma Morris, servía para mantener el equilibrio político y económico de los líderes y autoridades en los Andes, ya que el consumo de la chicha no solo permitía las celebraciones, sino también garantizaba la existencia o persistencia de la mano de obra (32). El consumo de chicha no solo se limitaba a las celebraciones, también era utilizado durante los viajes que hacían los líderes o señores a fin de interactuar con la población y mantener a los trabajadores y gente de acompañamiento 'contenta". Durante el periodo colonial, el consumo de la chicha se convierte en un elemento a ser perseguido o atacado por razones económicas y religiosas, ya que se consideraba que el consumo excesivo de chicha fomentaba el ocio y servía como nexo para las prácticas de idolatría en la región. Como nos dice Thierry Saignes, con respecto a la actitud del conquistador frente al consumo de chicha: "El complejo ocio-embriaguezidolatría está fijado como estereotipo, listo a servir como tópico de la literatura colonial hasta hoy día" (48). Esta actitud va a resultar en diversas legislaciones que, como la promovida por Francisco de Toledo, tratan de regular la producción de chicha con propósitos comerciales (Zimmerman 164). Dentro de este contexto, la aparente borrachera de Atahualpa a la que se refiere Betanzos puede ser simplemente una actitud propia del contexto en el cual se iba a dar el encuentro con los "barbudos" según Atahualpa o tal vez una exageración por parte del propio Betanzos debido a su perspectiva occidental de lo que está narrando, pero en ambos casos, dentro de la trama misma del relato, la aparente borrachera de Atahualpa puede ser vista como un factor fundamental en la captura del Inca. Antes de continuar, resulta de mucha utilidad tratar de identificar la manera en la cual el libro de Betanzos nos presenta el consumo de la chicha en otros momentos del relato a fin de tratar de tratar de identificar desde qué perspectiva Betanzos nos quiere presentar la supuesta borrachera de Atahualpa.

Son numerosas las instancias donde se menciona el uso social y ritual de la chicha dentro de la narrativa de Betanzos, pero curiosamente es solo en relación a Huáscar y Atahualpa donde encontramos indicios de una actitud crítica en referencia al abuso de esta bebida. Ya Lidia Fossa ha hecho notar esta contradicción que afecta la imagen tanto de Huáscar como de Atahualpa quienes son: "…tematizados como figuras destructivas, negativas: borrachos, asesinos, traidores" (315). Esto es probablemente una consecuencia del interés por presentar a los Incas como incapaces de gobernarse a sí mismos o para enfatizar el carácter "tiránico" que ambos personajes tendrían dentro del contexto de la justificación de la Conquista. Aunque esto resultaría contradictorio si tenemos en cuenta que, como afirma Franklyn Pease, Betanzos identifica a Atahualpa como "cuzqueño" (237); como lo indica Fossa, es "seguidor" de Atahualpa (317). Volviendo a la actividad de beber chicha fuera del contenido específico de la captura del Inca, la descripción de su consumo parece estar más en línea con lo descrito por Morris que con una actitud crítica o moralista. Para citar un ejemplo, en el capítulo XIV de la primera parte del libro de Betanzos, cuando el Inca Pachacutec (Ynga Yupangue) está describiendo la manera en la cual se debían desarrollar los festejos de la celebración del Raymi, éste explica específicamente la manera en la cual la chicha debía de ser utilizada durante esta celebración:

    …y después de haber cantado y holgándose siéntense todos ansi en ala como están y beban cada dos vasos de chicha y otros dos ansi mesmo ofrescan al sol derramándolos delante de sus alabardas y dende a poco levántense y tornen a su cantar en el cual cantar han de dar grandes lores al sol e rogarle que a su pueblo e a sus noveles guarde e aumente y este canto acabado tornen a beber y esto han de hacer treinta días desde el día que comience y desta manera van cada noche bien arropados de chicha porque su principal felicidad en todas sus obras e cosas que ellos hacen es el bien beber y mientras más beben más señor porque tienen posibilidad para ello….(69)

A partir de la cita anterior resulta evidente que el texto se está refiriendo a un uso ceremonial de la chicha, pero también debe resultar claro para el lector que este uso ceremonial implicaría un "intenso" consumo de chicha. No solo por salir "bien arropados" de la celebración sino también por el hecho de que esto se repita por treinta días. Y si nos remitimos a lo descrito en la cita previa, beber chicha no solo es parte de la ceremonia sino que también parece otorgar estatus social a los partícipes y, según el relato, resulta ser "la principal felicidad" de los incas. Tales afirmaciones merecen un análisis más detallado. Fuera de lo complejo que resulta valorar desde nuestros días la actitud de beber como parte de las celebraciones antes mencionadas, sí es posible argumentar que esta lectura del relato de Betanzos, al menos en esta parte específica del texto, no considera que el intenso consumo de chicha dentro de las actividades de dicha celebración sea algo negativo. Beber durante 30 días ininterrumpidos, de la manera en que lo describe Betanzos, ciertamente sugeriría una serie de borracheras de dimensiones colosales, pero esta manera de juzgar el uso o abuso de la bebida, que sí aparece en citas posteriores con referencia a Huáscar y Atahualpa, parece no estar presente en la cita arriba incluida.

Podemos encontrar otro ejemplo de la misma actitud positiva en relación con el consumo de la chicha dentro del relato de Betanzos en otra fiesta creada también por el mismo Pachacutec, fiesta que tenía lugar durante el mes de setiembre. Dicha ceremonia, en la cual se hacían muchas ofrendas a ríos y arroyos, requería que los participantes al mismo tiempo que bebían la chicha la "compartieran" con dichos ríos y arroyos. El relato hace un aparte para describir una costumbre muy arraigada entre los Incas y relacionada con dicha celebración en la cual:

    … si un señor o señora va a casa de otro a visitarle o velle ha de llevar tras sí si es señora un cántaro de chicha y en llegando a do está al cual señor o señora que van a visitar hace escanciar de su chicha dos vasos y el uno da a beber al tal señor que visita y el otro se bebe el tal señor o señora que la chicha da y ansi beben los dos y lo mismo hace el de la posada que hace sacar ansi mismo otros dos vasos de chicha y da el uno al que ansi le ha venido a visitar y él bebe el otro y esto hácese entre los que son señores y esta es la mayor honra que entre ellos se usa y si esto no se hace cuando se visitan tiénense por afrentada…. (72-73)

Nuevamente, nos encontramos frente a una descripción de un elaborado ceremonial del consumo de chicha que tal vez linda mucho más con lo que entendemos ahora como "beber socialmente" que con el abuso de la misma. En dicho ceremonial, la chicha cumple un papel primordial dentro de las demostraciones de cortesía que tanto el visitante como el visitado deben demostrar. El uso de la frase "buena crianza" sugiere un comportamiento que debe ser considerado positivo, y lo elaborado de la ceremonia, aunado al sentido de "honra" que sugiere Betanzos, complementan está imagen definitivamente positiva del uso de la chicha en dicho contexto social.

El carácter ceremonial y de buenos modales que el uso de esta bebida proyecta en las citas mencionadas anteriormente parece cambiar drásticamente cuando más adelante en el relato nos encontramos frente a la figura de Huáscar, hijo de Huayna Cápac y hermano de Atahualpa el cual, según Betanzos, gozaba de poca popularidad entre los señores del Cuzco por ser: "…muy vicioso en todos los vicios y más en el de la bebedez que muy pocos días había que no estuviese tomado y estando tomado de la embriaguez hacia mil desatinos como mancebo muy liviano…"(207). Nótese que el discurso ha cambiado drásticamente en su apreciación del beber y las consecuencias del mismo, ya que hemos pasado de describir el consumo de chicha como una costumbre que lindaba con la "buena crianza" hacia la calificación de dicha actividad como un "vicio".

Dentro de la misma línea de pensamiento, en otro momento se describe a Huáscar como: "un hombre aparentemente carente de apoyo entre la gente de su pueblo a raíz de su liviandad". Cuando Atahualpa, antes de la llamada "guerra civil" entre ambos, le envía unas ropas en señal de respeto y sumisión, el mensajero lo encuentra: "…en la plaza bebiendo el cual estaba tomando de la chicha como él siempre lo solía estar…" (209). Lo importante de esta cita no solo estriba en el hecho de que describa a Huáscar como un líder que ve afectada su popularidad debido al consumo de la bebida, sino que además dicho beber está perturbando sus funciones como estadista al interferir en su interacción con Atahualpa antes de la guerra civil entre ambos. Éste no es el único momento en el cual se sugieren dichas nefastas consecuencias de la bebida con relación al Inca. Cuando Huáscar, en otro momento del relato, es informado sobre la derrota militar sufrida por uno de sus "capitanes", de nombre Quillisca Auqui, el Inca se siente muy triste y reacciona así: "…mandó juntar su gente y junta hizo hacer una gran borrachera en la cual estuvo dos días…" (228). También dentro del contexto de la guerra civil, Betanzos consigna la preocupación de los pobladores del Cuzco quienes no sabían qué hacer frente al acecho de las tropas de Atahualpa debido a que: "… las gentes della e a ella comarcana no se entendían ni sabían lo que se hacer por el gran temor que desta nueva hubieron y fue la causa desto las grandes fiestas y borracheras en que Huascar los había ocupado que de las cosas de la guerra eran hasta aquella hora ignorantes…" (237). Esta cita nos muestra claramente la desazón que estaría causando, según Betanzos, la actitud de Huáscar, quien en lugar de preocuparse por los temas de seguridad, se dedicaba a beber y celebrar. Pero mucho más ejemplar resulta la imagen de Huáscar tratando de consolar a las yñacas7 al mismo tiempo que trataba de justificar las derrotas sufridas hasta ese momento a manos de Atahualpa. A esta altura del relato, Huáscar parece querer justificar los fracasos obtenidos hasta ese momento, diciendo que todo ha sido planeado a fin de que él mismo personalmente venciera a las tropas de Atahualpa. La reacción de las yñacas es de estupor ya que:

    …como viesen estas señoras que el Huascar era mancebo y que desde su niñez tenía más experiencia en beber que en cosas de guerra y que la gente que tenía era muy poca y supiesen la pujanza de los enemigos y sobre todo que el Huascar no era acogido a consejo ni parecer y que por su mesmo juicio se gobernaba no hicieron estas señoras yñaca caso de lo que el Huascar ni los demás señores les decían…." (238)

Resulta claro que en el relato de Betanzos, Huáscar es un bebedor empedernido, además de irresponsable, cobarde etc. Y proviniendo de un relato que suponemos basado en la perspectiva influenciada por la panaca de Atahualpa, esto no debería sorprendernos, pero ¿cómo relacionar esta actitud con el abuso de la chicha por parte de Atahualpa el día de su captura? Si dentro del contraste entre la actitud decidida de Atahualpa y la dubitativa de Huáscar podemos suponer la influencia de la familia de la esposa de Betanzos, ¿cómo explicar este cambio en Atahualpa? Una forma de acercarnos a este problema podría encontrase en el mismo uso que la chicha tiene dentro del resto del texto de Betanzos. Como hemos visto, beber chicha no es solo un acto de abuso, como en el caso específico de Huáscar, sino que la mayor parte de las veces es una forma de manifestar respeto o comportarse apropiadamente. A la luz de esta idea, ¿de qué manera debemos entender la supuesta borrachera del Inca Atahualpa? ¿Está siendo el Inca afectado por la bebida al momento de tomar decisiones, como ocurre en el caso de su hermano Huáscar? Las siguientes páginas trataran de acercarse a estas preguntas.

Para continuar con el desarrollo de los eventos previos al Encuentro de Cajamarca, luego de la primera referencia a la supuesta borrachera de Atahualpa, éste se reúne con sus capitanes y asesores con el fin de decidir las acciones a tomar con respecto a Pizarro y sus tropas. En dicha consulta: "… los capitanes decian que se diese batalla y el Ynga aunque iba embriagado y supiese las nuevas de lo que hacían los españoles en Caxamalca siempre porfió que no se diese batalla…" (276). Esta va a ser la constante que definirá el comportamiento de Atahualpa frente al resto de sus allegados. La actitud del Inca va a ser dubitativa y temerosa de los visitantes. Para este momento el Inca ha sido informado de un sinnúmero de afrentas en contra de su gente y Atahualpa está muy enojado con lo ocurrido. Esto claramente lo atestigua el hecho de haber mandado matar al mensajero que trajo dichas noticias. Pero estar embriagado, que podría ser un aliciente para un comportamiento mucho más agresivo por parte del Inca, parece no ser suficiente para provocar una reacción bélica, en contraposición con la opinión de sus capitanes. Esto podría coincidir con la aparente pasividad que en algunos momentos parecía mostrar Huáscar como resultado de la bebida, clara evidencia dentro del relato de Betanzos de la manera en la cual beber chicha estaría afectando la capacidad de decisión del Inca. Obviamente, debido a que sabemos el desenlace de los acontecimientos, nos resulta obvio que lo que está haciendo Atahualpa es un error y que sus allegados parecen estar aconsejándole correctamente; pero también, dentro de la trama, es Atahualpa el único que parece haber bebido en exceso.

Siguiendo nuestro análisis, ya muy cerca de Cajamarca, el Inca recibe la embajada de un español "de a pie"8 quien le dice a Atahualpa que el marqués (Pizarro) lo mandaba llamar (276). El Inca responde, a través de Unan Chullo: "…que dijese a aquel Viracocha que a qué venia que si estaba ya harto su señor y ellos de robar en Caxamalca y forzar mujeres…" (276). Curiosamente, es a través de las palabras de Unan Chullo que percibimos cierta animosidad por parte de Atahualpa en contra de los invasores. Esta animosidad se va a dar in crescendo a medida que Atahualpa se acerca a su encuentro con los españoles pero, en ningún momento parece desembocar en una decisión mucho más firme o acorde con lo sugerido por sus allegados. En todo caso, la respuesta del Inca no parece ser entendida por el mensajero, quien regresa a Cajamarca a comunicarle a Pizarro la inminente llegada del Inca diciéndole que éste llegaba con muchas tropas. A través del relato sobre el retorno de dicho mensajero a Cajamarca podemos apreciar los preparativos que hacía Pizarro con el fin de sorprender y capturar al Inca, lo que significa un cambio brusco dentro del discurso narrativo, ya que es la primera vez que el relato se enfoca en la figura de Pizarro y su gente, es decir, como se acostumbra narrar los eventos de Cajamarca en las crónicas de la Conquista. Vemos a Pizarro, como en muchos otros relatos de la captura de Atahualpa, arengando a sus tropas y preparando la estrategia para capturar al Inca, y no se discute en ningún momento la posibilidad de que el Inca pudiese acatar las demandas del requerimiento. La actitud de los españoles está concentrada en lo puramente militar y como tal, tiene como fin la captura del Inca con vida. Hechos los preparativos, se espera la llegada del Inca, quien lo hace: " …bien tomado de la bebida que había bebido ansi en los baños antes que partiese como en el camino en el cual había hecho muchas posas y en todas ellas había bebido bien y ansi mismo allí en las andas do venia caminando pedía de beber…"(276). Aquí nuevamente nos encontramos frente al tema de beber la chicha y el estado de probable embriaguez en el cual se encontraba Atahualpa al entrar a Cajamarca. Resulta tentador simplemente imaginar a un Atahualpa totalmente borracho y obnubilado por la bebida y más preocupado por beber que por los "barbudos"; pero como hemos visto antes, beber chicha no era puramente un acto de embriagarse sino que tenía connotaciones ceremoniales. Pero resulta evidente que existe un paralelo entre el Inca Atahualpa y su hermano Huáscar en circunstancias de alguna manera similares. Sería posible argumentar que la perspectiva desarrollada en el relato con respecto al exceso en el beber de Huáscar y la borrachera de Atahualpa el día de su captura probablemente sea producto más de la percepción de Betanzos con respecto a esta costumbre que parte del relato mismo. O también podría ser un elemento fundamental de la trama que trata de explicar la actitud dubitativa del Inca frente a las tropas de Pizarro. Sea cual fuere el caso, Atahualpa solo aparece bebiendo de esa manera el día de su captura y si tenemos en cuenta el desenlace de los eventos de ese día, no debe obviarse el papel que la borrachera habría tenido en dicho desenlace. En todo caso, resulta interesante poner atención a la manera en la cual Betanzos lo reproduce en su relato de los hechos, antes de aventurar alguna conclusión.

Una vez en Cajamarca, el Inca busca donde aposentarse, pero repetidamente le informan que todos los lugares están ocupados por los "barbudos"9, lo que lógicamente parece indignar al Inca quien exclama: "…pues no hay a donde yo me aposente que todo lo tienen lleno…" (277). Es en estas circunstancias, que al Inca se le acercará el cura Valverde. Resulta evidente que la entrada de Atahualpa a Cajamarca contrasta enormemente con las descritas por otros cronistas, tanto en la manera rimbombante en que se nos presenta como en lo que significa dentro del contexto de lo que está aconteciendo. No se describen la magnificencia del Inca ni el número de gentes que lo acompañaban, ni las famosas armas que tenían escondidas bajo las ropas. El relato más bien resalta que la principal preocupación del Inca una vez llegado a Cajamarca es encontrar aposento para él, lo que indica lo poco preocupado que se encuentra del peligro que puedan significar los "barbudos", a pesar de las constantes recomendaciones de los capitanes y el resto de sus asesores. Es más, el texto no refiere ningún tipo de actitud militar por parte de Atahualpa, fuera de la discusión previa a la entrada del Inca a Cajamarca. Esto, que por supuesto puede interpretarse de muchas maneras, no dejaría de coincidir con la manera en la cual una persona que ha estado bebiendo se sentiría al final del día, llamémosle cansado, embriagado, etc. La última preocupación del Inca parece ser la posibilidad de un enfrentamiento armado con los "barbudos".

Con respecto al "encuentro" propiamente dicho, la aparición de Valverde ocurre de manera inmediata a la queja de Atahualpa sobre la falta de aposento para él y su requerimiento al Inca es hecho a través de un traductor. El traductor, como ocurre en algunos otros relatos, no es muy acertado en su labor cuando, por ejemplo, traduce el concepto del dios cristiano como equivalente al sol incaico y por ende tanto Valverde como Pizarro terminan siendo hijos del sol. Puesto que Atahualpa era considerado hijo del sol, debió sentirse muy sorprendido de tamaña aseveración, sobre todo cuando el traductor dijo que todo esto estaba registrado en las pinturas que estaban en manos de Valverde10. Betanzos nos dice que el Inca abrió el libro sin ningún problema pero solo vio renglones y no pinturas como se le había dicho. La respuesta del Inca no buscó contradecir directamente lo dicho por Valverde a través del traductor, sino que más bien enfatizó el hecho de que él, Atahualpa, también era hijo del sol y que venía de donde éste estaba. Sus afirmaciones son seguidas por la exclamación: "ansi es capa Ynga" o "ansi es solo señor" hechas por la gente que lo acompañaban, ratificando de alguna manera lo dicho por Atahualpa (277). Luego de esto el Inca arroja el libro al piso.

Betanzos no incluye la respuesta de Valverde al comportamiento de Atahualpa, ni lo que le dijo a Pizarro posteriormente, pero casi implícitamente menciona el debate que existía (y aún existe) con respecto a la actitud que Valverde tomó frente a la respuesta de Atahualpa11: "…y lo que él dijo al Marqués los conquistadores lo dirán si lo fueron y como el Marques hubiese oído al fray Vicente de aquella vuelta hizo su seña a los de artillería…" (277). Luego de las primeras andanadas de artillería, las tropas de Pizarro salieron al campo y empezaron a masacrar a los hombres que acompañaban al Inca sin que: "…los del Ynga los resistiesen en cosa ninguna y como ellos viesen al cosa tan súbita y no vista tal en sus días quedaron tan atónitos los indios que sin se defender viendo la gran matanza que en ellos se hacía procuraron de huir…" (277). Dentro de la gran matanza que toma lugar en ese momento llegan "ciertos de a caballo" cerca de las andas donde se encontraba el Inca y luego de forcejear, cortar "brazos y manos" y matar a muchos de los que rodeaban al Inca, uno de estos de a caballo hizo que su monta pusiese "las manos (del caballo) en las andas" (277). Dice Betanzos que porque el Inca "estaba embriagado" (277) no reaccionó a dicha acción y que el jinete se fue de allí mientras el Inca quedaba en las andas hasta que fuera el propio Pizarro el que se acercó a las andas y lo sacó de allí (278). Debe resultar llamativa para el lector esta imagen del Inca Atahualpa definitivamente pasmado, no solo por las acciones de los españoles, cuya emboscada estaba resultando claramente exitosa y la imagen de este caballo en dos patas sobre su litera, sino probablemente también producto de la embriaguez en la cual el Inca se encontraría. Esta embriaguez que no le permite al Inca entender la magnitud de lo que le está ocurriendo en esos momentos, es la misma que parece hacerlo inmune a la visión de un caballo, que apoya sus patas delanteras en las andas donde él se encuentra sentado, y tal vez sea la misma que le impide entender las razones o justificaciones que Valverde trata de presentarle a través de El Requerimiento. En el texto de Betanzos esta embriaguez de alguna manera parece ser responsable de la actitud pasiva que tuvo el Inca frente a la presencia de Pizarro y su gente, y que tuvo como consecuencia su captura y posterior ejecución.

Aunque dentro del relato de Betanzos existen otros factores que parecen ser concomitantes, el consumo de chicha y la aparente borrachera del Inca Atahualpa pueden fácilmente usarse como eje para la explicación sobre lo ocurrido en Cajamarca. Aunque sería posible argumentar que la manera en la cual el texto de Betanzos parece "moralizar" en torno a esta borrachera obedece más a la percepción que el propio Betanzos tenía del consumo de la chicha que del propio comportamiento de Atahualpa, creemos que al mismo tiempo es posible detectar que, detrás del aparente afán moralizador de Betanzos, está la infeliz decisión de Atahualpa de "celebrar" la llegada de los barbudos en lugar de combatirlos como el resto del séquito de Atahualpa parece sugerir en dicho relato. Dentro del esquema tradicional del Encuentro de Cajamarca, donde la argucia de Pizarro y el poder de la escritura y el libro juegan un papel preponderante para el desenlace de dicho evento, la supuesta borrachera de Atahualpa serviría para contextualizar la larga cadena de errores que llevaron al Inca a ser capturado por Pizarro y su reducido grupo de soldados. Pero inclinarnos por resaltar la supuesta borrachera de Atahualpa como eje central de lo que ocurrió en Cajamarca en el relato de Betanzos no quiere decir que estemos apostando por una explicación final o constructivista para lo ocurrido en dicho evento. Ya hemos argumentado que la importancia del Encuentro de Cajamarca como punto de partida para entender la Conquista no es solamente cronológica y constitutiva, sino también simbólica, ya que muchas veces ha servido como justificación para explicar la posterior captura de Atahualpa, así como para la horrible matanza que tuvo lugar al mismo tiempo que se desarrollaba la captura del Inca12. Es por eso que dentro de este contexto el relato sobre el Encuentro de Cajamarca que aparece en la Suma y Narración de los Incas de Juan Diez de Betanzos es realmente una nueva posibilidad de acercarnos a dicho evento desde una perspectiva que, aunque de alguna manera violenta la imagen del Inca Atahualpa al describirlo bajo los efectos del alcohol al momento de confrontarse con los europeos, quiebra el esquema tradicional establecido por la crónica de Jerez y seguido por la mayoría de cronistas e historiadores que, a través de la constante reproducción del mismo, ha servido hasta nuestros días como explicación y justificación para el orden colonial que de alguna manera aún impera en la región andina.


Notas

1 Todas las citas provienen de la edición de María del Carmen Martín Rubio, 1987.

2 El término chicha, probablemente proveniente del taino, designa a las bebidas fermentadas, generalmente hechas de maíz de la región andina (Morris 22).

3 Cornejo Polar incluye el texto de Betanzos en su análisis sobre el Encuentro de Cajamarca pero no parece darle importancia a la aparente embriaguez de Atahualpa.

4 La Verdadera Relación de la Conquista del Perú fue publicada en Sevilla en 1534. Su cercanía cronológica a los acontecimientos, sumada al carácter de versión oficial de los hechos y la difusión que tuvo dicho texto hicieron de éste la base natural para cualquier acercamiento al Encuentro de Cajamarca.

5 Munslow enfatiza la necesidad de siempre tener presente la diferencia que existe entre el pasado y la historia al momento de analizar la producción historiográfica a fin de mantener en perspectiva el carácter representacional que tiene la historia en relación al pasado (173).

6 El texto de Betanzos usa la palabra capitán, pero obviamente no nos encontramos frente a un ejército conformado bajo dichos parámetros organizativos.

7 Según el Arte y Diccionario de Diego Gonzáles de Holguín, Yñaca o Iñaca denomina a una manta o mantilla galanamente adornada o a una mujer de sangre real. En este caso probablemente se refiere a dicha acepción.

8 Existían enormes diferencias entre el rango de los soldados de a pie y los de a caballo y el monto del botín de Cajamarca es un ejemplo de esto. Un estudio pormenorizado de estas diferencias lo podemos encontrar en el ya clásico libro de James Lockhart, The Men of Cajamarca.

9 Hay que recordar que previamente había sido informado del saqueo de las casas de su padre, del sol y de las suyas. Aparentemente, los españoles se ocultaban en ellas. Aquí se repiten elementos de la narración, rasgo característico del relato de Betanzos.

10 Cabe destacar que investigadores como Pease y Julien hacen referencia a la existencia de un sistema "escritural" parecido al usado por los aztecas y basado en pinturas que representaban la historia de las panacas. No sería difícil imaginar la decepción de Atahualpa al no encontrar "pinturas sino renglones" en el libro que le alcanza Valverde.

11 Valverde es responsabilizado por muchos cronistas de haber incitado a la matanza de Cajamarca como reacción a la provocadora actitud de Atahualpa de arrojar el libro. Aún en nuestros días existe una preocupación por culpar o exculpar a dicho fray por la matanza ocurrida en Cajamarca, lo que resulta interesante ya que probablemente el papel que este personaje cumplió en lo ocurrido resulta más formulaico que real.

12 Probablemente uno de los efectos más directos de la enorme importancia que ha tenido el supuesto diálogo entre Valverde y Atahualpa es haber puesto en segundo plano la enorme matanza que tuvo lugar aquel día. Tal vez exista una responsabilidad moral de nuestra parte por rescatar no solo que se produjo dicha matanza, sino que las víctimas fueron seres humanos.


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Fecha de recepción: 10 de junio de 2010
Fecha de aceptación: 20 de octubre de 2010
Fecha de modificación: 21 de octubre de 2010