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Perífrasis. Revista de Literatura, Teoría y Crítica

versão impressa ISSN 2145-8987

perifrasis. rev.lit.teor.crit. vol.4 no.7 Bogotá jan./jun. 2013

 

Podlubne, Judith. Escritores de Sur. Los inicios literarios de José Bianco y Silvina Ocampo. Rosario: Beatriz Viterbo editora y Universidad Nacional de Rosario, 2012. 368 pp.

María Julia Rossi
University of Pittsburgh, USA


Ya desde el título se ve que este libro es en realidad dos libros: el primero se ocupa más ampliamente de los escritores de Sur -o, más precisamente, de algunos momentos clave de los debates entre ellos-, mientras que el segundo se concentra, como lo indica el subtítulo, en los inicios literarios de José Bianco y Silvina Ocampo. Contrario a la idea de que estos dos libros sean partes por completo independientes o inconexas, Judith Podlubne consigue articularlos en Escritores de Sur y al final de la lectura se descubre, gratamente, que el propósito doble -o mejor dicho triple- resulta no solo coherente sino incluso deseable. La ausencia de una conclusión formal que integre los hilos abiertos durante las trescientas páginas del libro pone de manifiesto el carácter orgánico y fluido de la reflexión crítica, en la que las sucesivas conclusiones parciales forman parte imbricada de las lecturas que las despiertan.

En la primera parte del libro, "Morales literarias en tensión", se delinean con precisión los agitados movimientos encontrados en que se que embarcaban intelectual y literariamente los integrantes de Sur, en una operación crítica que, a un tiempo, incorpora la bibliografía previa y propone nuevos resortes y reflexiones. De la primera de estas maniobras resulta un contundente repaso de la crítica existente a propósito de esta estudiada instancia de la cultura argentina; celebra lo que considera aciertos y se permite discutir las inexactitudes que encuentra, en un recuento completo y bien trabado (ver especialmente la "Introducción", 11-28). Hace posible la segunda un procedimiento minucioso de rastreo de las fuentes que le permite indagar el origen textual de primera mano de los debates (como por ejemplo el debate acerca del género de la novela en "El futuro del arte narrativo" en el capítulo "II. 1940. La disputa velada"; 69 y ss.). Cabe destacar -y agradecer- que en esta parte se reponen para el lector los argumentos centrales de los debates sobre los que versa, y esta característica amplía los lectores posibles del libro, rasgo no siempre propio de volúmenes de la especificidad de este, así como coopera con la construcción del conocimiento necesario para avanzar en su lectura.

Se hace en la primera parte, entonces, una detallada caracterización de las tensiones que surgen de las diferencias entre los integrantes (que vuelven sobre las concepciones que primaban a propósito de cuestiones relacionadas entre sí, como lo son la tarea del escritor, la función de la obra literaria, persona del autor, el compromiso). La primera parte incluye el análisis de tres núcleos principales, hitos de las polémicas dentro de los integrantes de Sur. En "1940. La disputa velada", se rastrea a partir del artículo "Ideas sobre la novela", de José Ortega y Gasset, el debate en torno al arte narrativo, con las consiguientes posiciones de Mallea y de Borges. En "El desagravio", se vuelve sobre el número que Sur le dedica a Borges cuando no se le otorga el Premio Nacional de Literatura en 1942, donde Podlubne observa y desbroza, en la minuciosa lectura de las colaboraciones, la continuidad de los debates de lo que llama "agitado clima de tensiones internas" (103). En "1945. Victoria llama a debate", se revisa el momento en que "Sur discute explícitamente las morales literarias antagónicas que recorren sus páginas desde la fundación" (137). En estos nuevos episodios donde los pilares siguen siendo la ética y la estética, se recuperan las posiciones de sus protagonistas, así como los antecedentes y precursores, para componer una dinámica coyuntura altamente productiva. El final de este capítulo, donde Podlubne atribuye tanto a Borges como a Silvina Ocampo una lucidez excepcional dentro del debate, quizá sea uno de los momentos donde la autora más logra transmitir una afinidad inocultable a través de un párrafo perfecto.

La segunda parte se divide en dos capítulos. El quinto, "José Bianco: el escritor well timed", y el último, "Silvina Ocampo: una inocencia soberana". En el capítulo dedicado a Bianco puede percibirse un doble movimiento, cuyas operaciones simultáneas revelan la organicidad referida líneas atrás: por un lado, se presenta una lectura minuciosa de los textos de Bianco -primero, reseñas; luego, los primeros cuentos-, lo cual permite trazar un arco de continuidades y discontinuidades en este comienzo literario; por otro, este comienzo se inscribe dentro de un panorama más amplio, poblado de relaciones con otros (lectores, lecturas y pares), lo cual establece un notable vínculo con la primera parte del libro. En este capítulo se echa luz sobre algunas de sus reseñas cruciales para dar comienzo a la serie literaria que define (teórica y literariamente) y a la que dará consecución en sus obras literarias. A continuación, el análisis del poco conocido libro de cuentos La pequeña Gyaros es tan generoso con el lector como lo es la primera parte del libro: no solo se repone el contexto, sino que también se hace una presentación de los cuentos antes de pasar a su análisis que, por otra parte, es el resultado de una lectura muy meticulosa e inteligente.

Otro asunto es el capítulo dedicado a Silvina Ocampo. Si bien no faltan escrupulosidad ni sagacidad en las lecturas, esta parte difiere sensiblemente de la nitidez estructural del anterior. Pesan sobre este capítulo dos factores que, en mi opinión, lo debilitan: por un lado, el excelente ensayo de Podlubne sobre la reseña que Victoria Ocampo hizo al primer libro de su hermana como antecedente ineludible para este capítulo; por otro, el tratamiento -quizá producto del primero de estos factores- que se depara a Viaje olvidado. Quizá no se trate más que de una percepción cuyo resultado opera por contraste, pero es paradójico que el análisis del libro que Podlubne reivindica como el mejor logrado de Silvina Ocampo aparezca rodeado de sus más ominosas sombras (precedido por la reseña de su hermana y sucedido por el análisis del libro que, al decir de la autora, está sujeto a una "pérdida de potencia imaginativa ligada al esfuerzo retórico y disciplinador por acogerse a fórmulas consolidadas", 295). No ocurre lo mismo con el examen de Autobiografía de Irene, donde Podlubne vuelve a acometer con la misma agudeza lectora y generosidad crítica que signa, para mí, la mayoría del libro.

En este libro, que es una reescritura de su tesis doctoral defendida en 2008 y que incorpora algunos de sus lúcidos artículos publicados con anterioridad (pero ausentes, curiosamente, en la bibliografía), la autora de Escritores de Sur despliega una serie de estrategias de una crítica inteligente que combina una persistente atención a los detalles con una visión panorámica del contexto inmediato. El resultado ofrece así una completa perspectiva histórica que se detiene con enfática atención en detalles especialmente relevantes. La reducción al mínimo de los bastidores críticos, su uso discrecional y justo, la perspicacia de sus lecturas y el estilo sin ripios de la prosa hacen que este libro -en el que personalmente he encontrado muchas cosas- se augure como una pieza imprescindible para el estudio de -las palabras son de Podlubne- ese "mundo diverso que es la revista Sur" (9).