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Perífrasis. Revista de Literatura, Teoría y Crítica

versión impresa ISSN 2145-8987

perifrasis. rev.lit.teor.crit. vol.4 no.8 Bogotá jul./dic. 2013

 

La felicidad como represión: orden y desorden en Jane Eyre y El vasto mar de los Sargazos

Happiness as Repression: Order and Disorder in Jane Eyre and Wide Sargasso Sea

Mónica Roesel*
Universidad de los Andes

* Magíster en Literatura. Universidad de los Andes. Bogotá, Colombia.


Resumen

Este ensayo traza las historias de Jane Eyre, protagonista de la novela homónima (Charlotte Brontë 1847), y Antoinette Cosway, protagonista de El vasto mar de los Sargazos (Jean Rhys 1966). Son historias paralelas de abandono y búsquedas fallidas que convergen en un punto: Edward Rochester. Se sugiere que el final feliz de Jane y el final trágico de Antoinette están determinados por la imposibilidad del etos victoriano, encarnado en Rochester, de aceptar el caos: el desorden que representa Antoinette —desorden de la alteridad— debe ser sometido. La represión, entonces, aparece como única posibilidad de existencia.

Palabras clave: Jane Eyre, El vasto mar de los Sargazos, personajes femeninos en la era victoriana, represión, alteridad.


Abstract

This essay traces the stories of Jane Eyre, the heroine of the homonymous novel (Charlotte Brontë, 1847), and Antoinette Cosway, the heroine of Wide Sargasso Sea (Jean Rhys, 1966). These parallel stories of abandonment and failed searches converge in one point: Edward Rochester. It is suggested that Jane's happy ending and Antoinette's tragic ending are both determined by the impossibility of the Victorian ethos, personified in Rochester, to accept chaos: the disorder represented by Antoinette —disorder of alterity— must be tamed. Repression, then, appears as the sole possibility of existence.

Keywords: Jane Eyre, Wide Sargasso Sea, feminine characters in the Victorian era, repression, alterity.


It might be possible to unhitch the whole thing from Charlotte Brontë's novel,
but I don't want to do that. It is that particular Creole I want to write about,
not any of the other mad Creoles

(Rhys ctd. en Maurel 134)

One stupid thing I did was to read Jane Eyre too much. Then I found it was
creeping into my writing

(Rhys ctd. en Maurel 135)

ANTOINETTE Y ROCHESTER: EL VASTO MAR DEL SILENCIO ENTRE DOS MUNDOS

Estos fragmentos de cartas, citados por Sylvie Maurel en su ensayo Jean Rhys, ponen de presente la compleja relación que la escritora nacida en Dominica en 1890 estableció con la obra cumbre de Charlotte Brontë, especialmente con el personaje de Bertha Mason, una mujer antillana, como ella, y desarraigada, como ella: Rhys viajó a Inglaterra a los dieciséis años y solo regresó al Caribe una vez, de visita; y aunque pasó la mayor parte de su vida en Europa, siempre se sintió extranjera. En el primer capítulo de su libro sobre Rhys —capítulo que lleva el muy diciente título de "Living in both sides, living to write"—, Elaine Savory repasa la trayectoria de la escritora y muestra cómo esa permanente sensación de extrañamiento fue en buena medida la fuente de su creación literaria, signada por la incertidumbre respecto de su ubicación en las categorías de nación, clase y raza: "She loved and hated both England and the West Indies; she both loved and hated money and privilege; she both loved and hated what black and white signified to her as racial identities" (35). Incertidumbre que es un rasgo fundamental de muchos de sus personajes.

Rhys encontraba perturbador, como lo anota en otra de sus cartas (ctd. en Maurel 145), el hecho de que Bertha no tuviera una existencia más allá de su funcionalidad en la trama y, por tanto, siempre se encontrara tras bambalinas: una sombra sin voz ni humanidad, a la que los demás se refieren como a una bestia o una cosa: "Sir, it removed my veil from its gaunt head, rent it in two parts, and flinging both on the floor trampled on them" (Brontë 281). Al devolverle la voz y la humanidad, Rhys rompe la camisa de fuerza del estereotipo colonial. Como señala Jill Matus, el personaje de Bertha se alimenta de los discursos victorianos de identificación del otro, discursos basados en "gendered notions of inherited insanity; racially inflected ideas about self-indulgence and excess; constructions of colonial identity and England's relations with her colonies in the early to mid 1800s" (111). Según Omaira Hernández, la novela de Brontë sirve a Rhys como "hipotexto" a partir del cual se construye una respuesta a ese discurso victoriano, sostenido por categorías antagónicas —Inglaterra/Indias, blanco/negro, riqueza/pobreza, fuerza/debilidad, civilización/barbarie— que justifican la dominación1.

Así, Rhys consuma lo que Michael Thorpe ha llamado un "acto de restitución moral" (99). Al mismo tiempo, ubica bajo los reflectores lo que Brontë había dejado en la penumbra, oponiendo una estética de liberación y exceso a una estética de represión y moderación: "Everything is too much... Too much blue, too much purple, too much green. The flowers too red, the mountains too high, the hills too near" (Rhys 63). En esa medida, dice Maurel, Jane Eyre es un romance invernal, domesticado, mientras que El vasto mar de los Sargazos es un romance tropical, desbordado. Si en la primera novela el Caribe aparece como un infierno donde es fácil perder la razón, en la segunda aparece como un paraíso, aunque un paraíso decadente, abandonado —lo mismo que Antoinette,— a su suerte: "Our garden was large and beautiful as that garden in the Bible — the tree of life grew there. But it had gone wild" (17).

Brontë atenúa la fuerza irracional de los elementos románticos y góticos mediante diversos recursos, entre ellos la comedia (por ejemplo: un baldado de agua interrumpe el dramático episodio en que Bertha intenta prender fuego a la cama de su marido) y la subversión de los estereotipos del cuento de hadas (por ejemplo: en el primer encuentro entre Jane y Rochester, el gallardo jinete blasfema tras ser derribado de su caballo). Lo gótico en Jane Eyre puede leerse, según la propuesta de Maurel (149), como metáfora de los excesos románticos. En esa medida, Bertha es a la vez el doble "oscuro" de Jane y la manifestación viva de las nefastas consecuencias de la pasión incontrolada. También en El vasto mar de los Sargazos lo romántico se nutre de lo gótico, pero hay una notable diferencia: los elementos góticos no se articulan en torno a la arquitectura, sino en torno a la naturaleza, promesa simultánea de amenaza, misterio y placer. La imposibilidad de Rochester2 de descifrar y poseer el misterio oculto en la naturaleza —que es el mismo misterio de Antoinette— se convierte en el origen de la tragedia. Rhys subvierte las convenciones góticas mediante lo que Maurel (154) llama 'conjunción de tipologías': Rochester es a la vez pretendiente romántico y villano gótico, mientras que Antoinette es a la vez víctima y mujer fatal.

"Like any fantastic text, Wide Sargasso Sea creates 'epistemological uncertainty', uncertainty of vision and interpretation, resisting fixity and stable identifications" (Maurel 156). Esta incertidumbre no es aceptable en el orden victoriano. La tensión entre lo real y lo irreal, entre el sueño y la vigilia, pone de presente la imposibilidad de comunicación entre dos mundos extraños:

"Is it true," she said, "that England is like a dream? Because one of my friends who married an Englishman wrote and told me so. She said this place London is like a cold dark dream sometimes. I want to wake up."

"Well," I answered annoyed, "that is precisely how your beautiful island seems to me, quite unreal and like a dream". (Rhys 73, bastardilla fuera de texto)

Al llevar esa tensión al extremo, Rhys subvierte el orden dominante en el cual el hombre es superior a la mujer, la metrópoli es superior a la colonia, la realidad (?) es superior a la fantasía y la palabra es superior al silencio. En esa medida, su novela da voz "to all that is not said, to all that is unsayable within the dominant order, to all that it registers only as absence" (Maurel 156). Lo sobrenatural, lo mismo que la tensión entre lo real y lo irreal, entre el sueño y la vigilia, también están muy presentes en la novela de Brontë: "Everything in life seems unreal" (276), dice Jane. Tal vez porque tanto para ella como para Antoinette "life is the nightmare, only in dreams and fantasy do they find relief" (Thorpe 103)3.

"None of you understand about us" (Rhys 27). El conflicto latente en esta frase —pensada, no pronunciada— de Antoinette a Mr. Mason, el esposo de su madre, se hace evidente al comparar las estructuras narrativas de ambas novelas. Jane Eyre es el relato de una voz autorizada y digna de confianza porque conoce la verdad. El vasto mar de los Sargazos alterna los relatos de varias voces indignas de confianza, porque solo conocen una verdad, la suya propia, pero saben que hay otras: "There is always the other side, always" (Rhys 116). Ese otro lado —la posibilidad de múltiples realidades o aproximaciones a la realidad— resulta perturbador para la mente victoriana. Por eso Rochester necesita imponer su orden al desorden que el Caribe y Antoinette representan, desorden que le resulta por igual temible y provocador4. Como ha señalado Missy Kubitschek, la intensidad de su deseo por la inusual belleza de Antoinette y de su fascinación con el paisaje exuberante de las islas deviene en una repulsión igualmente intensa:

I hated the mountains and the hills, the river and the rain. I hated the sunsets of whatever colour, I hated its beauty and its magic and the secret I would never know. I hated its indifference and the cruelty which was a part of its loveliness. Above all I hated her. For she belonged to the magic and the loveliness. She had left me thirsty and all my life would be thirst and longing for what I had lost before I found it. (Rhys 151, bastardilla fuera de texto)

No sin temor, Rochester se da cuenta de que está a punto de sucumbir al desorden simbólico que Antoinette representa: "So I shall never understand why, suddenly, bewilderingly, I was certain that everything I had imagined to be truth was false. False. Only the magic and the dream are true — all the rest's a lie. Let it go" (Rhys 152). Al final, la única manera que encuentra para imponerse a ella es convertirla en objeto. El restablecimiento de las categorías, por el cual la repulsión vence a la atracción, los separa definitivamente: él está "cuerdo" y ella está "loca". Para Rochester, la lucha ha terminado: "I was exhausted. All the mad conflicting emotions had gone and left me wearied and empty. Sane" (Rhys 155). Y sin embargo, como hace notar Maurel (162), en la narrativa de Rhys es Antoinette quien tiene la última palabra: él no puede silenciarla.

ANTOINETTE Y JANE: LAS TRAMPAS DE LA PASIÓN

A través de sus recursos creativos, en especial la anticipación, Jean Rhys construye la inquietante impresión de que El vasto mar de los Sargazos fue escrito antes que Jane Eyre, no más de cien años después (Maurel 140). La suya es una narrativa profética, onírica y trágica5. Profética porque anticipa y a la vez explica lo que va a pasar (o ya pasó en otra novela) y porque los personajes parecen presentir lo que les espera. Onírica porque el sueño se confunde con la vigilia y anuncia el futuro. Trágica porque los personajes no tienen libertad; al contrario, "son títeres en las garras de un fatum trágico" (132), su destino no les pertenece.

Si Jane Eyre es una historia de autodeterminación, perseverancia e ilusiones satisfechas (Rylance 159), El vasto mar de los Sargazos es una historia de autonegación, claudicación y promesas rotas. La lectura paralela de las dos novelas arroja luz sobre significativos paralelismos —valga la redundancia— entre los tres personajes que se encuentran en los vértices de este triángulo: Antoinette Cosway/Bertha Mason, Jane Eyre y Edward Rochester. Solo Jane escribe —en sentido literal y figurado— la historia de su vida. Tanto Antoinette como Rochester llevan a cuestas un pasado y unas imposiciones familiares que les pesan como un yugo. Heredera de la gran belleza de su madre, ella parece condenada a repetir su historia, y en efecto la repite; se convierte en una muerta en vida, como presagiaban las crueles burlas con que otros niños la atormentaban: "Look the crazy girl, you crazy like your mother.... She have eyes like zombie and you have eyes like zombie too" (45). Él, por su parte, sabe que la tierra y la fortuna de la familia quedarán en manos de su hermano mayor y acepta sin oponer resistencia la alternativa que su padre propone —más bien, impone—: el matrimonio arreglado con una rica heredera.

Dear Father. The thirty thousand pounds have been paid to me without question or condition. No provision made for her (that must be seen to). I have a modest competence now. I will never be a disgrace to you or my dear brother the son you love. No begging letters, no mean requests. None of the furtive shabby manoeuvres of a younger son. I have sold my soul or you have sold it, and after all is it such a bad bargain? (63-64, bastardilla fuera de texto)

Este fragmento revela otro rasgo compartido por Antoinette y Rochester: ambos resienten la falta de afecto que marcó su infancia: ella, el abandono de su madre; él, el de su padre. Las similitudes entre Antoinette y Jane son mucho más significativas y tienen mayor trascendencia para el desenlace de la historia. Michael Thorpe ha sintetizado algunas de ellas:

Re-reading Chapters I to X of Jane Eyre one cannot help but notice how much in them corresponds to Antoinette's essential experience as a solitary, unloved child in Part One of Wide Sargasso Sea. Both heroines seek imaginative escape, know terrors beyond the common, endure the encroachment of menace that threatens the very soul, and reach out for a seemingly impossible happiness. (Thorpe 104)

La posición marginal de Jane y Antoinette es señalada desde el principio de ambas novelas. Aunque las niñas son bien conscientes de esa marginalidad, otros se encargan de que no la olviden ni por un momento. John Reed le grita a su prima Jane: "You have no business to take our books; you are a dependant, mamma says; you have no money; your father left you none; you ought to beg, and not to live here with gentlemen's children like us ..." (Brontë 12). Tia, la única amiga de Antoinette, le dice después de una pelea: "Plenty white people in Jamaica. Real white people, they got gold money. ... Old time white people nothing but white nigger now, and black nigger better than white nigger" (Rhys 22).

Jane es huérfana de ambos padres y vive en casa del tío que prometió cuidarla. Tras la muerte de él, sabe bien que no tiene a quién recurrir: "I was in discord in Gateshead Hall; I was like nobody there; I had nothing in harmony with Mrs Reed or her children, or her chosen vassalage. If they did not love me, in fact, as little did I loved them" (Brontë 17). Antoinette es huérfana de padre; su madre, aunque viva, no puede ser una madre. Arruinada tras la emancipación de los esclavos, rechaza el afecto de la niña: "But she pushed me away, not roughly but calmly, coldly, without a word, as if she had decided one and for all that I was useless to her" (Rhys 18), y se desentiende de ella por completo: "My mother never asked me where I had been or what I had done" (21). Cuando la situación parece mejorar, tras el matrimonio de su madre con Mr. Mason, Antoinette comprende que esa mujer es casi una extraña para ella: "Not my mother. Never had been. Never could be" (Rhys 32-33). Sin embargo, tiene en Christophine, una antigua esclava, la figura sustituta de una madre (algo que Jane encontrará en Miss Temple, una de sus maestras en el horrible internado de Lowood).

Esas amargas experiencias de abandono llevan a las dos niñas a comprender dolorosamente que están solas en el mundo y a cuestionar por tanto la existencia de Dios, al menos la versión institucionalizada de Dios que su medio y su educación les ofrecen6. Enfrentada a la muerte inminente de su amiga Helen, Jane pregunta: "Where is God? What is God? ... You are sure, then, Helen, that there is such a place as heaven; and that our souls can get to it when we die?" (Brontë 83). Antoinette, incapaz de llorar la muerte de su madre, reza sin encontrar ningún consuelo: "I prayed, but the words fell to the ground meaning nothing" (Rhys 56). Más adelante, cuando Rochester le pregunta si cree en Dios, ella responde: "'It doesn't matter ... what I believe or you believe, because we can do nothing about it, we are like these'. She flicked a death moth off the table" (116).

Otro de los elementos comunes a la infancia de Jane y la de Antoinette son sus experiencias de disociación y desconocimiento de sí mismas. Encerrada por Mrs. Reed en la habitación donde murió su tío, Jane es presa de un terror tan profundo que no se reconoce en el espejo:

Returning, I had to cross before the looking-glass; my fascinated glance involuntarily explored the depth it revealed. All looked colder and darker in that visionary hollow than in reality: and the strange little figure there gazing at me with a white face and arms specking the gloom, and glittering eyes of fear moving where all else was still, had the effect of a real spirit. (Brontë 16)

Paseando por los lugares más recónditos de la hacienda de su madre, Antoinette parece hacerse una con la naturaleza salvaje que la rodea: "Watching the red and yellow flowers in the sun thinking of nothing, it was as if a door opened and I was somewhere else, something else. Not myself any longer" (Rhys 25). Esta disociación anticipa la dolorosa pérdida de identidad que Antoinette experimentará más tarde, encerrada en el ático de Thornfield, la casa de Rochester: "Sometimes I looked to the right or to the left but I never looked behind me for I did not want to see that ghost of a woman who they say haunts this place" (168). Y anticipa el reconocimiento, más doloroso aún, de que ella es ese fantasma: "It was then that I saw her — the ghost. The woman with streaming hair. She was surrounded by a gilt frame but I knew her" (169).

¿Dónde y por qué se separan los caminos de Jane y Antoinette? Hay varios puntos de quiebre. Aunque las dos perciben el mundo como un lugar peligroso, Jane quiere enfrentarlo, mientras que Antoinette quiere rehuirlo. Ambas están agradecidas por haber encontrado cierto bienestar en las instituciones religiosas donde han vivido varios años, pero Jane quiere salir de Lowood: "Now I remembered that the real world was wide, and that a varied field of hopes and fears, sensations and excitements, awaited those who had the courage to go forth into its expanse, to seek real knowledge of life amidst its perils" (Brontë 86), mientras que Antoinette quiere quedarse en el convento: "This ... was my refuge, a place of sunshine and of death" (Rhys 51). Cuando su padrastro le dice que no puede estar recluida para siempre, ella le pregunta por qué no (53), y cuando sabe que tiene que marcharse ve con amargura los rostros risueños de las monjas: "They are safe. How can they know what it can be like outside?" (54). Jane, en fin, busca el cambio y la aventura: "I longed to go where there was life and movement" (Brontë 90), mientras que Antoinette busca la calma y la seguridad: "There are more ways than one of being happy, better perhaps to be peaceful and contented and protected" (Rhys 33).

El deseo de vivir de Jane se opone al deseo de morir de Antoinette. El primero se funda en la esperanza; el segundo, en la desesperanza. Jane sabe que, a pesar de todo, el mundo tiene algo para ella, y se propone encontrarlo; no se resigna a la infelicidad y a la injusticia7. "Who blames me? Many, no doubt; and I shall be called discontented. I could not help it; the restlessness was my nature; it agitated me to pain sometimes. ... It is in vain to say human beings ought to be satisfied with tranquility: they must have action; and they will make it if they cannot find it" (Brontë 111). Antoinette, por el contrario, no espera nada. Desde muy niña dejó de hacerlo: "I got used to a solitary life, but my mother still planned and hoped" (Rhys 16), y no confía en nadie: "And if the razor grass cut my legs and arms I would think 'It's better than people.' Black ants or red ones, tall nests swarming with white ants, rain that soaked me to the skin — once I saw a snake. All better than people" (25). No tiene una razón para vivir ni se siente capaz de hacerlo: "I often wonder who am I and where is my country and where do I belong and why was I ever born at all" (93), mientras que Jane se apoya en su fuerza interior: "I can live alone, if self-respect and circumstances require me to do so. I need not to sell my soul to buy bliss. I have and inward treasure born with me, which can keep me alive if all extraneous delights should be withheld, or offered only at a price I cannot afford to give" (Brontë 200).

Por eso Antoinette le reprocha a Rochester haberle dado una razón para vivir, haber despertado su alma que ella creía dormida:

"Why did you make me want to live? Why did you do that to me?"
"Because I wished it. Isn't that enough?"
"Yes, it is enough. But if one day you didn't wish it. What should I do then?
Suppose you took this happiness away when I wasn't looking .... I am not
used to happiness .... It makes me afraid". (Rhys 83-84)

Rochester suscita en Antoinette una pasión desbordada que le causa temor: "Very soon she was as eager for what's called loving as I was more lost and drowned afterwards" (84). Y a causa de esa pasión no puede amarla; como señala Simpson, la alteridad de Antoinette le resulta a su marido casi insoportable "when she proves sexually responsive and thus very much unlike a properly trained and restrained Victorian woman" (121, bastardillas fuera de texto). En cambio la pequeña, oscura y simple Jane, como Rochester la llama (Brontë 253), ha aprendido bien que las pasiones, por poderosas que sean, pueden y deben ser controladas:

The forehead declares, Reason sits firm and holds the reins, and she will not let the feelings burst away and hurry her to wild chasms. The passions may rage furiously, like true heathens, as they are; and the desires may imagine all sorts of vain things: but judgment shall still have the last word in every argument, and the casting vote in every decision. Strong wind, earthquake-shock, and fire may pass by: but I shall follow the guiding of that still small voice which interprets the dictates of conscience. (Brontë 200)

JANE Y ROCHESTER: LA RESTITUCIÓN DE UN MUNDO Y LA DESAPARICIÓN DE OTRO

En los primeros días de su luna de miel con Antoinette, Rochester acaricia una de las rosas que adornan la bandeja del desayuno; la flor, ya muy abierta, se deshace. Entonces él recuerda un verso clásico: "'Rose elle a vécu,'8, I said and laughed. 'Is that poem true? Have all beautiful things sad destinies?'" Y ella le responde: "'No, of course not'" (78). Pero el suyo será un destino triste: despojada de su herencia y su libertad, convertida en el fantasma de sí misma y de su madre, se consumirá en el fuego anticipado por su vida entera —"I will write my name in fire red" (48)—, por sus sueños y por los sueños de Jane: "I dreamt another dream, sir: that Thornfield Hall was a dreary ruin, the retreat of bats and owls. I thought that of all the stately front nothing remained but a shell-like wall, very high and very fragile-looking" (Brontë 280).

Pero mucho antes de morir Antoinette había desaparecido, despojada de su identidad: al descubrir la historia de la madre de su esposa, Rochester decidió dejar de llamar a Antoinette por su nombre —el mismo de la madre— y comenzó a llamarla Bertha. De esa manera, dice Maurel (134), pretendía romper simbólicamente los lazos de sangre entre madre e hija. Entonces Antoinette empezó a desvanecerse: "Names matter, like when he wouldn't call me Antoinette, and I saw Antoinette drifting out of the window with her scents, her pretty clothes and her looking-glass" (Rhys 162).

Matus (99) afirma que Jane Eyre es una historia sobre el triunfo de la justicia. Pero no hay justicia para Antoinette, y ella lo sabe: "Justice ... I've heard that word. It's a cold word.... I wrote it down several times and always it looked like a damn cold lie to me. There is no justice" (Rhys 133). No hay justicia: el final feliz de Jane solo es posible mediante la desaparición de Bertha (Antoinette ha desaparecido mucho antes)9. En esa medida, como han indicado Gilbert y Gubar (339), el conflicto central de la novela de Brontë no es la medición de las fuerzas entre Jane y Rochester, sino entre Jane y Bertha, que es en realidad el encuentro de Jane con su ira y su rebeldía. De ese "diálogo secreto" entre la racionalidad y la irracionalidad de Jane —la segunda encarnada en Bertha—dependen no solo la trama de la novela, sino también el destino de Jane y Edward (347).

Gilbert y Gubar definen a Bertha como un avatar de Jane. La "loca" hace lo que Jane quisiera hacer y su cordura le impide: rasgar el velo nupcial, cancelar el matrimonio, destruir la casa que simboliza el poder patriarcal de Rochester. En esa medida, "es el doble más sincero y oscuro de Jane..., el feroz yo secreto que Jane ha tratado de reprimir desde sus días en Gateshead" (360). Al prender el fuego que consumirá Thornfield y dejará a su dueño ciego10 y mutilado, Bertha actúa a la vez como agente de su deseo de venganza y agente del deseo de igualdad de Jane, que ella ha expresado enérgicamente: "I am not talking to you now through the medium of custom, conventionalities, nor even of mortal flesh; it is my spirit that addresses your spirit; just as if both had passed through the grave, and we stood at God's feet, equal — as we are!" (Brontë 251).

Es el deseo de una igualdad legítima, pues la que Rochester le ha ofrecido al proponerle matrimonio —"My bride is here ... because my equal is here, and my likeness" (252)— está enturbiada por dos secretos. En un sentido, Rochester es superior a Jane no solo por su rango, su fortuna y su edad, sino porque él conoce el secreto de la sexualidad: "You have no right to preach to me, you neophyte, that have not passed the porch of life, and are absolutely unacquainted with its mysteries" (137). En otro sentido, Jane es superior a Rochester porque él esconde el secreto de su primer matrimonio: un matrimonio sin amor. A diferencia de ella, que ha mantenido su integridad a cualquier costo, Rochester se ha vendido (Gilbert y Gubar 356). Por eso, como apunta Patricia Beer, no tiene nada que enseñar y sí mucho que aprender. La superioridad moral de Jane11 queda establecida cuando se niega a convertirse en la amante del hombre que ama:

"Then you snatch love and innocence from me? You fling me back on lust for a passion — vice for an occupation?"

"Mr Rochester, I no more assign this fate to you than I grasp at it for myself. We were born to strive and endure — you as well as I: do so". (Brontë 313)

El amor que el altivo Rochester le ofrece a Jane es un amor tirano, al que ella se rebela. El vínculo que Jane espera solo será posible tras el suicidio de Bertha, la última y definitiva afirmación de su voluntad. Por eso cuando Jane encuentra nuevamente a Rochester le dice: "I love you better now, when I can really be useful to you, than I did in your state of proud independence, when you disdained every part but that of the giver and protector" (440).

Con su "héroe imperfecto" (Beer 104), Jane encuentra todo aquello que había soñado. Se da cuenta, lo mismo que Rochester, de que era necesario aprender mediante el sufrimiento. Pero no se da cuenta de que el sufrimiento de Bertha ha sido la causa de su propia felicidad. No puede comprenderla, aunque puede compadecerla: "'Sir,' I interrupted him, 'you are inexorable for that unfortunate lady: you speak of her with hate — with vindictive antipathy. It is cruel — she cannot help being mad'" (Brontë 298). Charlotte Brontë, tan sensible a la situación inicua de las mujeres en un mundo hecho por y para los hombres, fue incapaz de ver a la mujer detrás de la "loca del ático". Tuvieron que pasar más de cien años para que una mujer antillana y desarraigada, como Bertha, escribiera su historia.


NOTAS

1 Para Trevor Hope, El vasto mar de los Sargazos es un regreso subversivo a Jane Eyre, en la medida en que opone al archivo imperial un archivo poscolonial.

2 Rhys nunca menciona por su nombre al esposo de Antoinette. De acuerdo con Anne B. Simpson, la ausencia del nombre lo convierte en un personaje genérico que "He stands in for all English, all men, all Englishmen, in his exploitation of anyone –native, woman– over who he has power, both the political and the sexual" (114).

3 En Jane Eyre la tensión se resuelve a través de recursos como la ironía y la racionalización.

4 La necesidad patriarcal/imperial de ajustar la alteridad a las propias categorías se hace evidente también en Mr. Mason. Refiriéndose a su hermanito Pierre, Antoinette relata: "Mr Mason had promised to take him to England later on, there he would be cured, made like other people. 'And how will you like that' I thought, as I kissed him. 'How will you like being made exactly like other people?'" (33).

5 Édouard Glissant habla de un "pasado padecido" que obsesiona a los antillanos y que se ha convertido en motivo de exploración permanente para los escritores de la región. Esa exploración constituye, según él, una cierta "visión profética del pasado" que les permite a aquellos cuya memoria ha sido tachada intentar restaurar los hilos invisibles de su historia (174-175).

6 John Maynard afirma que en las Brontë puede identificarse un proyecto subversivo, a veces consciente y a veces no, encaminado a encontrar nuevas formas de espiritualidad: sus obras proponen "a critique of the world founded on any kind of religious orthodoxy and a re-channeling of religious language and traditions into other, to them more compelling, secular issues" (212).

7 De acuerdo con Sandra Gilbert y Susan Gubar (338), las críticas más fuertes que recibió Jane Eyre tras su publicación tenían que ver precisamente con la rebeldía de la protagonista, con su rechazo "anticristiano" al orden establecido y su incapacidad de resignarse al destino que le había tocado en suerte.

8 Se trata del poema de François de Malherbe "Consolation à M. Du Périer sur la mort de sa fille" (1598). La estrofa a que corresponde el verso citado por Rochester dice: "Mais elle était du monde, où les plus belles choses / Ont le pire destin; / Et rose elle a vécu ce que vivent les roses, / L'espace d'un matin".

9 Esto no implica que Antoinette sea una víctima pasiva del sistema patriarcal/imperial. Algunos autores le otorgan cierta agencia. Kubitschek, por ejemplo, afirma que el destino de Antoinette es el producto, en buena parte, de sus decisiones equivocadas. En particular, la de intentar integrarse a un orden que no es el suyo. No se da cuenta de que al aceptar, consciente o inconscientemente las categorías según las cuales Christophine y Tia son seres humanos inferiores, se somete al mismo sistema alienante que más tarde le pondrá a ella el rótulo de "loca".

10 En una interpretación psicoanalítica, la ceguera física de Rochester es consecuencia de su ceguera espiritual; está ciego por no haber querido ver su propia verdad y las verdades de los demás (Simpson 125).

11 También Antoinette es superior a Rochester, como se lo hace notar Christophine: "She is more better than you, she have better blood in her and she don't care for money it's nothing for her. Oh I see that first time I look at you. You young but already you hard. You fool the girl" (138).


BIBLIOGRAFÍA

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Fecha de recepción: 22 de agosto de 2013
Fecha de aceptación: 31 de octubre de 2013
Fecha de modificación: 15 de noviembre de 2013