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Perífrasis. Revista de Literatura, Teoría y Crítica

versión impresa ISSN 2145-8987

perifrasis. rev.lit.teor.crit. vol.5 no.9 Bogotá ene./jun. 2014

 

Vitulli, Juan. Instable puente: la construcción del letrado criollo en la obra de Juan de Espinosa Medrano. Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2013. 280 pp.

Gustavo Quintero
Cornell University


En su libro Instable puente: La construcción del letrado criollo en la obra de Juan de Espinosa Medrano, Juan Vitulli propone un innovador análisis sobre la problemática del letrado criollo en la ciudad letrada virreinal del siglo XVII Aquí, Vitulli analiza la obra del clérigo peruano Juan de Espinosa Medrano, también llamado el Lunarejo (¿1628/30?-1688). En Instable puente, Vitulli rescata la figura de este autor que, aunque se le cite recurrentemente, en muchos aspectos sigue siendo desconocido. Por medio de la figura del Lunarejo, Vitulli investiga cuáles son las herramientas más importantes para dar cuenta de la compleja red de tensiones ideológicas entre los modelos peninsulares y las formas imitativas de los territorios virreinales. A través de estas formas, los letrados criollos demuestran su capacidad intelectual y artística ante las autoridades de la metrópoli (16).

En el primer capítulo, Vitulli hace un breve recuento bibliográfico de la obra de Espinosa Medrano y lleva a cabo una rigurosa revisión crítica de las aproximaciones históricas y culturales del Barroco de Indias y su intersección con el surgimiento del colectivo criollo. Eso le permite a Vitulli distanciarse de estas lecturas, dado que la suya evita leer como si fueran categorías esenciales lo que en realidad son efectos que la retórica criolla busca producir en sus lectores (51). Posteriormente, Vitulli resalta cómo en la obra del Lunarejo convergen la producción académica del claustro y una producción externa a las candidaturas escolásticas, y hace énfasis en la imposibilidad de separar la producción cultural barroca virreinal del siglo XVII del cuestionamiento por la identidad criolla de este complejo momento histórico. Para interpretar con mayor exactitud el espacio atravesado por tensiones culturales e ideológicas en el que se desplaza el discurso letrado criollo, Vitulli introduce una herramienta teórica que él llama la deixis criolla y así complementa y va más allá de las oposiciones binarias -tales como centro-periferia, peninsulares-criollos, rebeldía-sumisión, etc.- mediante las cuales se ha tratado de explicar este fenómeno. La deixis pone en juego las ideas de imitación y de negociación como gestos fundacionales de la autoridad letrada virreinal y, al hacerlo, abre la posibilidad de estudiar desde otra perspectiva la relación entre la obra virreinal y los modelos peninsulares.

En el segundo capítulo el texto está centrado en la comedia de tema bíblico llamada Amar su propia muerte. Aquí el autor hace un análisis sobre la relación entre el modelo y la imitación y destaca cómo Espinosa Medrano despliega su conocimiento de la nueva comedia barroca ante un público académico del Cuzco. La exposición de este conocimiento es, a su vez, la justificación del lugar que él ocupa, en tanto letrado criollo, dentro de los anillos de la ciudad letrada virreinal. Esta estrategia de legitimación, para Vitulli, desmonta los argumentos que buscan ver un carácter contrahegemónico al texto del Lunarejo (126). En contraste, Vitulli enmarca estas reflexiones dentro del intercambio textual ambiguo entre el texto canónico que sirve como modelo, y la nueva creación, que debe negociar el homenaje y la competencia con su antecedente; esto revela una inestable configuración ideológica del discurso barroco cuyos códigos cifran y dificultan el acceso al poder en los territorios colonizados, pero en el cual se pueden introducir espacios de significación ambigua en los que el letrado criollo busca su autoridad. Más todavía, Vitulli va a dedicar una sección de este capítulo a describir la estructura del texto, sus ediciones y reimpresiones, con el fin de ver cómo el carácter performativo de la obra, presente en las constantes formas de autorreflexión sobre el oficio del Lunarejo, trata de fundar la posición estética y política del letrado criollo.

"Soberbia Derrota: el concepto de imitación en el Apologético y la construcción de la autoridad letrada", el tercer capítulo, se centra en cómo este texto retoma los ecos del archivo cultural peninsular a manera de formas discursivas producidas en suelo americano, con el fin de legitimar la posición del letrado criollo en relación con la metrópoli. El Apologético es un texto heterogéneo compuesto de epístolas, prólogos, poemas, comentarios e invectivas, que tenía como objetivo analizar y defender la poesía de Luis de Góngora frente a la disputa del arte gongorino, en particular su oscuridad en el lenguaje y su uso de cultismo y latinismos. La lectura que hace Vitulli del Apologético pone en evidencia cómo, en sus doce secciones, el texto se interroga sobre la función de la poesía dentro de la sociedad barroca; y al hacerlo, el Apologético se presenta como un artefacto cultural que revela cuestionamientos sobre la formación del sujeto, los límites del control y la relación entre el centro y la periferia. Vitulli se centra en la noción de imitatio como una forma discursiva mediante la cual Espinosa Medrano funda la validez del letrado criollo. Esta noción implica la necesidad de superar el modelo de la metrópoli por medio de la práctica constante del arte imitativo; este movimiento por parte del Lunarejo es una búsqueda de reconocimiento del linaje de la intelectualidad letrada del Perú al dar cuenta de forma casi hiperbólica de su altura cultural.

En el último capítulo, "Figuraciones del predicador criollo en La Novena Maravilla", Vitulli estudia la figura del predicador criollo y sus funciones dentro de la ciudad barroca virreinal. Para hacerlo, el autor se remite a un arte de sermones llamado Arte de sermones para hacerlos y predicarlos, del predicador bogotano Martín de Velasco. Vitulli va a destacar los fundamentos retóricos e ideológicos de los que se vale este texto para construir la figura del predicador criollo, y también va a mostrar cómo estos fundamentos se relacionan con los discursos disciplinarios peninsulares. Los giros retóricos que buscan un modo de autorización del ingenio criollo en el discurso de Velasco van a compartir un número importante de similitudes con las estrategias discursivas de Espinosa Medrano. Con base en esto, Vitulli va a estudiar cómo el Lunarejo crea un cuadro comunicacional con múltiples facetas en el cada sermón abre un lugar diferente de enunciación para defender la autoridad intelectual del criollo. Los sermones van a ser convertidos, entonces, en una cámara de maravillas que mostrarán el saber criollo, lo que crea el propio espacio de diferencia en el que el predicador criollo enuncia su lugar.

Es de destacar cómo, en Instable puente, Juan Vitulli hace una detallada descripción de la ciudad letrada colonial, y da cuenta de sus diferentes niveles, estratos y anillos que hacen que esta a su vez sea una red heterogénea en la que el poder circula en diferentes intensidades. Ahora bien, la propuesta de deixis criolla que introduce Vitulli es una herramienta teórica con la que se aborda la obra del Lunarejo (13); sin embargo, por momentos esta noción parece ser, más bien, una estrategia discursiva a la que recurre el propio Espinosa Medrano para validar su posición (181). De modo que queda la incertidumbre sobre si la deixis es un concepto con el que Vitulli se aproxima a la obra del letrado, o si es este último quien la utiliza en sus textos a manera de autorreflexión. Esto, de todos modos, no es ningún obstáculo para resaltar que, al llevar a cabo un riguroso análisis textual de la obra del Lunarejo y al inscribirla dentro de un contexto marcado por las tensiones ideológicas y culturales del sujeto criollo en relación con la metrópoli, Instable puente es un importante aporte a los estudios sobre el Barroco en América y es también una valiosa exploración sobre la posición del letrado durante la Colonia.

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