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Perífrasis. Revista de Literatura, Teoría y Crítica

versión impresa ISSN 2145-8987

perifrasis. rev.lit.teor.crit. vol.7 no.14 Bogotá jul./dic. 2016

 

ARTURO SUÁREZ DENNIS (1887-1956). EL ESCRITOR "PROFESIONAL" PARA UN NUEVO PÚBLICO LECTOR

ARTURO SUÁREZ DENNIS (1887-1956): THE "PROFESSIONAL" WRITER FOR A NEW READING PUBLIC

Paula Andrea Marín Colorado*

* Universidad Santo Tomás, Colombia - paulanmc@hotmail.com. Doctora en Literatura. Universidad de Antioquia.


Resumen

Arturo Suárez Dennis fue el escritor más reeditado y leído en Colombia en la primera mitad del siglo XX, pero esto no fue suficiente para que las autoridades literarias de la época lo consideraran como un escritor de valor. Pese a que el de Suárez Dennis constituye un caso excepcional en la historia de la literatura colombiana, no ha sido objeto de ninguna investigación. Su estudio es fundamental para comprender procesos que, pese a su importancia, siguen siendo ajenos a los estudios literarios en Colombia: los lectores, los procesos de edición y de distribución de lo impreso, y la "profesionalización" del escritor.

Palabras clave: Novela colombiana del siglo XX, literatura "popular", Arturo Suárez Dennis, profesionalización del escritor.


Abstract

Arturo Suárez Dennis was the most read and the most reedited writer in Colombia, during the first half of 20th century. Nevertheless, this fact wasn't enough for the literary authorities to consider Suárez as a good writer. Despite of the fact that Suárez became an outstanding case in the history of the Colombian literature, he hasn't been object of researches. The study of Suárez' work is essential in order to understand processes such as the history of the reading, of the publishing and of the distribution of the printed material in Colombia, and the history of writer's professionalization.

Keywords: Colombian novel of the 20th century, "Popular literature", Arturo Suárez Dennis, writer's professionalization.


INTRODUCCIÓN

Nacido en Pereira y autor de ocho novelas (Montañera, 1916; Rosalba, 1918; El alma del pasado, 1921; Así somos las mujeres, 1928; El divino pecado, 1934; Sebastián de las Gracias. El gran cuento antioqueño, 1942; Adorada enemiga, 1943; y La llanura eterna, 1966) y de un libro de cuentos (En el país de la leyenda: tres grandes cuentos de Zarzo), Arturo Suárez Dennis fue el novelista más leído y reeditado de la primera mitad del siglo XX en Colombia (Gutiérrez Girardot, Ensayos 60; Jaramillo 37; Ospina 74). Mientras que las novelas de este autor pereirano han tenido la fortuna de tener muchas más reediciones y reimpresiones que cualquiera que se haya publicado en Colombia -si exceptuamos María (Jorge Isaacs, 1867), La vorágine (José Eustasio Rivera, 1924) y Cien años de soledad (Gabriel García Márquez, 1967)-, la crítica literaria colombiana se ha referido a él -las pocas veces que ha aparecido mencionado- como "popular", con poca o ninguna "calidad literaria"(Gutiérrez Girardot, Ensayos 60; Ospina 74; Vélez et al. 196)1. La elección de Suárez Dennis no carece de valentía en un período en el que buscar un público lector amplio y devengar dinero por lo que se escribía estaba mal visto por los críticos y académicos más influyentes del país; cabe preguntarse, entonces, a través de qué mecanismos autoriales y editoriales logró su objetivo.

El caso de este escritor pereirano obliga a pensar los fenómenos literarios en Colombia de otra manera y a pensar la autonomía literaria de otra forma. Arturo Suárez Dennis fue un escritor que, aparentemente, no estuvo interesado en afirmar una autonomía intelectual en términos ideológicos, en hacer una crítica a los valores tradicionales de la sociedad colombiana -aunque sus novelas no carecen de cierto cuestionamiento frente a la situación de las mujeres-, y tampoco estuvo, aparentemente, interesado en hacer rupturas estéticas -aunque es posible apreciar cierta "evolución" y variación estética en su trayectoria literaria-. No obstante, el caso de este escritor contribuye al proceso de institucionalización de la autonomía del campo literario colombiano2, en tanto no ocupó cargos públicos ni se consagró a la actividad periodística, como fue el caso de la mayoría de los escritores colombianos durante la primera mitad del siglo XX.

Bernard Lahire ha demostrado ya que el "juego literario" no forma un universo social autónomo, pues difícilmente los escritores pueden escapar a las relaciones de dependencia con sus "financiadores"(élites o mercado editorial), y raramente pueden ser escritores a tiempo completo (de allí la imposibilidad de que el proceso de profesionalización del escritor se dé de manera plena) (46-65). A pesar de lo anterior, planteo aquí que Suárez Dennis (al igual que todos los escritores, de modo singular) contribuyó a afianzar la "creencia" en una autonomía literaria, a través de la búsqueda de condiciones económicas y sociales que le permitieran dedicarse completamente a su oficio de escritor y mantener, aun así, su libertad de expresión (en términos ideológicos y estéticos). Dedicado a la escritura y a la publicación de sus cuentos, de algunos poemas diseminados en revistas y periódicos, y de novelas, Suárez Dennis contribuyó a la separación de los campos político y literario, y abrió un espacio para un público lector más amplio (circunstancia que ayudó a consolidar un capitalismo editorial literario en el país), que no estaba ya solo conectado con los grupos letrados, sino que encontraba sitio entre las nacientes clases medias y ese otro público tan temido-despreciado en la historia de la literatura: las mujeres.

La autonomía literaria en Suárez Dennis se define a partir de la búsqueda de la profesionalización del oficio de escritor en Colombia; sin embargo, se debe aclarar que esta profesionalización tampoco fue posible del todo para él, pues también debió ejercer, aunque muy poco, actividades ajenas al campo de las letras para su supervivencia. El caso de este autor pereirano demuestra, por un lado, la complejidad y dificultad de este proceso -no solo en Colombia, sino también en diversos países-, y por otro, los mecanismos -vigentes todavía- a los que han recurrido algunos escritores para superar la dificultad de carecer de rentas suficientes y dedicarse únicamente a la escritura de sus obras literarias. En el caso de Arturo Suárez Dennis, es innegable que, por un lado, su pertenencia a una de las familias tradicionales de Antioquia y de Caldas y, por otro, el hecho de ser accionista de algunas industrias importantes (Suárez Ortega, "Entrevista personal") y su unión con Inés Robledo Uribe en 1929 ("Matrimonio aristocrático" 28) le permitieron en gran parte dedicarse a la escritura de sus novelas, sin necesidad de recurrir al periodismo ni a la función pública.

Alba Suárez Robledo y Arturo Suárez Ortega, hijos del escritor pereirano, cuentan que este no pudo estudiar una carrera, pues debió empezar a trabajar muy pronto para ayudar con el sostenimiento de sus hermanos; sin embargo, se sabe que alrededor de 1905 estudiaba en un prestigioso colegio manizaleño: el León xiii (Suárez Dennis, "Antífona"11). La familia paterna de Suárez Dennis perteneció a la generación de antioqueños que participó en la denominada "colonización antioqueña", durante la segunda mitad del siglo XIX. Los hermanos Suárez relatan que su abuelo y los hermanos de este eran oriundos de Rionegro y fueron expulsados de allí por ser liberales; así llegaron hasta los territorios actuales de Risaralda y Quindío. Mientras el padre de Suárez Dennis se quedó en Pereira forjando una hacienda, en donde vivió por muchos años el autor (Suárez Dennis, "Antífona" 9-11), y llegó a ser alcalde de Salento, sus hermanos siguieron avanzando y fundaron la ciudad de Armenia. Estos datos indicarían que la posición social de Arturo Suárez Dennis no careció de algunos privilegios que le permitieron acceder a cierto posicionamiento social, al menos en su región.

El matrimonio con quien era descendiente de una de las familias más adineradas y prestigiosas de Manizales, y las rentas derivadas de sus acciones representaron para Suárez Dennis una mayor estabilidad económica y un ascenso social que lo liberó de la queja de casi todos los escritores contemporáneos: pasar la mayor parte del tiempo en una oficina, dedicado a oficios diferentes al de la creación literaria. Inés Robledo, en una época en la que por lo general la mujer permanecía en casa y no hacía parte del mercado laboral, dedicó su vida al negocio de la finca raíz (comprar casas, remodelarlas, venderlas a un mejor precio); Suárez Dennis apoyó y ayudó en esta tarea a su esposa -pues lo que recibía por concepto de la venta de sus libros era una cantidad más bien exigua, según el testimonio de sus hijos-, y de esta forma la familia Suárez Robledo pudo mantener una vida en la que no escasearon los viajes (por Europa, Estados Unidos, México y Argentina) ni el bienestar económico (Suárez Robledo, "Entrevista personal").

De esta manera, Suárez Dennis encarna una figura de transición entre el letrado tradicional y el escritor moderno (entre la escritura como "coronación social" y la escritura como profesión)3, entendida a través de dos paradojas: la del escritor que aspiraba a ostentar el desinterés artístico de los letrados más tradicionales (quienes disponían de rentas para hacerlo realidad), pero que termina escribiendo novelas recibidas como expresión de una literatura popular-comercial; y la del escritor que, pese al éxito obtenido entre el público lector de la época, no logró derivar todos sus medios económicos de la literatura por la falta de consolidación del ámbito editorial colombiano (en sus aspectos legales efectivos).

Suárez sí vivió como un escritor de tiempo completo, pero esto no representó para él prestigio ante las autoridades literarias de la época ni profesionalización de su oficio en términos estrictos. Si bien las novelas de Suárez Dennis fueron bien recibidas por el público lector y apetecidas por las editoriales de mayor circulación en el país, el autor no recibió regalías suficientes para lograr su independencia económica; este es un aspecto que necesita de una investigación más profunda acerca del carácter de los contratos de edición celebrados entre Suárez Dennis y las editoriales que publicaron sus novelas, y de las lógicas propias de distribución y venta de los libros por parte de esas editoriales. En este sentido, el autor pereirano sí contribuyó al proceso de institucionalización de la autonomía literaria en Colombia, pero de una forma que demuestra las contradicciones y obstáculos de dicho proceso.

LAS NOVELAS Y EL "PACTO" DE LECTURA

No parece difícil adivinar por qué las novelas de Suárez Dennis tuvieron relativo éxito entre el público lector de la época: a primera vista, se trata de narraciones diseñadas para el consumo de las mujeres lectoras, familiarizadas desde el siglo XIX con el tipo de historias que incluían una mujer con múltiples virtudes, un hombre absolutamente deseable como marido y una serie de dificultades que debían sortear ambos para ver realizado su amor en un matrimonio feliz. Arturo Suárez Dennis fue un autor "atrapado" en las contradictorias condiciones de profesionalización del escritor colombiano de este momento: ¿cómo ser crítico, evidenciar una autonomía intelectual y al mismo tiempo encontrar un público lector -que se iba convirtiendo en un elemento de definición del campo literario cada vez más importante- que recibiera bien sus obras? ¿Cómo ser un escritor profesional cuando el público lector era aparentemente tan limitado? ¿Cómo complacer al mismo tiempo a sí mismo, a las autoridades literarias por las que quería ser reconocido y a los deseados lectores?4

Suárez Dennis encuentra una "fórmula" que, al parecer, tuvo éxito: buscar, entre el público letrado de la época, lectores que aceptaran más fácilmente obras diseñadas para el entretenimiento (las mujeres), y ofrecerles una obra que a la vez brindara el placer de la lectura y pareciera escrita desde una tradición estética aceptada en el momento. Esa tradición consistía en ciertas fórmulas retóricas del modernismo y del romanticismo, usadas para "embellecer" lo que de otra manera figuraría como trivial. Así se produce un "efecto de lo poético"(Sarlo 24, 48), el prestigio de un valor estético que no representaba mayores dificultades de interpretación para el lector, pues las figuras poéticas utilizadas rozaban con el cliché. Tanto ideológica como estéticamente, Suárez Dennis conectaba con ese público lector que, ciertamente, estuvo configurado más por mujeres, aunque también por hombres, pese a que estos lo negaran (Ospina 74-75) o a que fueran más los jóvenes quienes lo leyeran, como sugiere Max Grillo (8), cuyo argumento resulta muy factible dadas las características de las historias recreadas por el autor pereirano.

La materialidad de los libros, así como la organización del relato y su lenguaje, permiten ubicar a esos lectores y, sobre todo, lectoras, dentro de las emergentes y cada vez más consolidadas clases medias, y también dentro de las mujeres de las clases sociales más privilegiadas. Suárez Dennis hablaba acerca de cómo la gente lo reconocía cuando asistía a las funciones de teatro o de cine (en el Teatro Bolívar de Medellín o en el Faenza de Bogotá) ("Reportaje literario"); estas anécdotas también permitirían establecer que su obra fue recibida y conocida entre las clases medias y las élites, quienes solían asistir a esta clase de espectáculos. Además, María del Pilar López señala que, para la década de 1930, al Teatro Faenza solo podía asistir gente adinerada, dado el elevado costo de la entrada (67); este hecho y los precios de sus libros para finales de la década de 1910 y comienzos de la de 1920 -que oscilaban entre 60 centavos y un peso, es decir, el equivalente al jornal de un trabajador (López 50)- constatarían la afirmación acerca de que las novelas del pereirano eran conocidas (y seguramente leídas) entre la élite.

Las novelas de Suárez Dennis están asociadas a una enciclopedia lectora que fue legitimada por el público femenino del siglo XIX: la novela romántico-sentimental. Para Colombia y toda América Latina es María la que se convierte en modelo de este tipo de novela, ¿pero cómo entender que un poco más de cincuenta años después, un autor colombiano intente revivir el fenómeno lector que provocó la novela de Jorge Isaacs? El escritor pereirano fusiona la novela romántica con la retórica modernista y obtiene un producto literario que trata de alcanzar, así, el beneplácito de las mujeres lectoras y el de las autoridades literarias. Aunque a principios del siglo XX María era despreciada dentro de los círculos modernistas por su sentimentalismo "cursi", era preferida entre las clases medias y funcionaba como una referencia fuerte dentro de las narraciones sentimentales de las publicaciones periódicas latinoamericanas (Sarlo 158). En Colombia María funcionaba como un modelo de novela y de mujer; de hecho, el prólogo a Rosalba, escrito por Max Grillo, compara esta novela con la de Jorge Isaacs (Grillo 7), a manera de criterio de legitimación literaria.

Suárez Dennis retoma el modelo sentimental de María, quizá siendo consciente de que fue la novela colombiana y latinoamericana más exitosa de las segunda mitad del siglo XIX, pero el autor pereirano no deseaba compartir la suerte económica de Isaacs (quien no recibió ninguna retribución económica por las numerosas ediciones de su novela) e intentó ir un paso más allá, aunque en la práctica no lo haya conseguido del todo. Por un lado, introduce cuestiones acerca del proceso de modernización de la sociedad y ciertos elementos eróticos, moralmente aceptables, que hacen sus novelas más cercanas al lector contemporáneo. En sus novelas los hombres (no las mujeres) se desnudan en paisajes naturales desolados y toman un baño en una quebrada o en una laguna; no es difícil imaginarse a una lectora fantaseando con el perfecto cuerpo de Gustavo o de Luciano (protagonistas de Rosalba y de El alma del pasado, respectivamente), instalada en la narración como si fuera una espía detrás de un árbol o de una roca. Por otra parte, las protagonistas siempre tienen el "pecho turgente" y los "labios húmedos"; son objetos de deseo, sí, pero también mujeres que desean y que no ocultan estos deseos, aunque sean conscientes de que estos pueden ser su "perdición" moral, física, social y económica.

Por otro lado, Arturo Suárez Dennis registró su obra y la gestionó ante editoriales. De ello dan cuenta las notas de registro de la propiedad intelectual que aparecen en la portada de las novelas: "Es absolutamente prohibida la reimpresión, radiodifusión y filmación sin previa licencia del autor"(Montañera); "Edición autorizada por los herederos del autor. La propiedad literaria de esta obra, así como su adaptación dramática y cinematográfica están registradas en Colombia, Argentina y todos los demás países de lengua española"(Rosalba).

La primera nota es de la década de 1940, es decir, el momento en el que hay mayor número de reediciones de las novelas de Suárez Dennis; la segunda, aunque sin fecha, es obvio que se produce después de la muerte del autor. Ambas notas señalan el elevado nivel de la conciencia de autoría en este escritor pereirano y, posiblemente, del fenómeno de la piratería -que también da cuenta de la cantidad de editores que veían la publicación de sus obras como un buen negocio- al que fueron sometidas sus obras, y que él y sus editores trataron de controlar con este tipo de advertencias5. La segunda nota ratifica la importancia que tenía para Suárez Dennis ejercer sus derechos como autor: es claro que antes de morir sabía que sus obras podrían seguir produciendo ganancias -aunque mínimas- que debían quedar aseguradas para su esposa y sus hijos. El autor pereirano se preocupa -mucho más que la mayoría de sus contemporáneos y, por supuesto, de sus antecesores- por registrar sus obras y gestionar sus derechos de propiedad literaria. El uso de este tipo de notas es excepcional en la primera mitad del siglo XX colombiano; de allí que el caso de Arturo Suárez Dennis sea digno de analizar para comprender el proceso y las contradicciones propias de la profesionalización del escritor colombiano.

Suárez Dennis tenía dos modelos de novelista en su época: los colombianos Jorge Isaacs y Tomás Carrasquilla, ambos por su consagración nacional e internacional y por ser representantes de lo que en el país se consideraba debería ser una novela nacional (ista). Muy probablemente estos modelos condicionaron la producción literaria del pereirano, quien claramente quería ser reconocido como el nuevo autor de la novela "nacionalamericanista". Suárez Dennis vinculará siempre en la narración paisajes explícitamente colombianos, incluso hay testimonios de que fue un viajero "incansable" por las regiones colombianas (Vélez et al. 207), precisamente para ambientar mejor sus novelas. Sus obras se desarrollan en Antioquia, Caldas, Quindío, Tolima, Valle del Cauca, la sabana de Bogotá, los Llanos Orientales y Cartagena, es decir que Suárez Dennis quería presentar un retrato completo del paisaje colombiano, y de esta manera alcanzar renombre dentro y fuera del país. Humberto Bronx afirmaba, en la década de 1960, que algunas de las obras del pereirano (sobre todo, Rosalba), junto con las de Vargas Vila, María y La vorágine, eran las únicas novelas colombianas conocidas fuera del país, en el ámbito hispanoamericano (Bronx 54). Esto confirmaría que Suárez Dennis logró su objetivo, aunque haría falta, quizá, contrastar con otros datos.

La representación del paisaje, de la naturaleza americana, en sus obras, adquirió la imagen de una "Arcadia dichosa"(Suárez Dennis, Montañera 55, 118), un escenario literario idealizado, carente de conflictos, en el que los pobres viven "dichosos" en su pobreza (Suárez Dennis, Montañera 13), desprecian el dinero y añoran su tierra y el hogar. Si este escenario campestre tenía cabida entre los lectores anónimos (para quienes era una realidad cercana, ya sea porque provenían de o pasaban allí largas o continuas temporadas), perdía prestigio aceleradamente entre las autoridades literarias de la época, sobre todo las que tenían su campo de acción en la prensa, quienes en un comienzo apoyaron la obra de Suárez Dennis, pero al parecer luego la despreciaron por lo que veían como una "fórmula" comercial y como una literatura "superficial".

No es una coincidencia que, luego del fenómeno de la "novela de la Violencia", la continuidad en la reedición de las novelas del autor pereirano decaiga6. La Violencia destruye la imagen del campo como arcadia y el mismo Suárez Dennis se siente ajeno a esa nueva realidad y a su nueva literatura, por considerarla como "morbosa", que podía dejarle sus manos "manchadas de sangre"(Suárez Dennis, "Reportaje literario"). La sensibilidad y el gusto de los lectores cambian; además, se masifica el uso de los medios de comunicación y hace su entrada en el campo literario un nuevo público lector más numeroso y anónimo, que demandaba otro tipo de lecturas: los estudiantes universitarios y los profesionales de las clases medias.

Tanto la estética "sentimentalista" como la búsqueda de un público lector, su distancia de la vida política colombiana y su crítica a la situación de las mujeres colombianas son elementos que definen la autonomía literaria en este escritor pereirano. Quizás anacrónico, olvidado o desconocido por los académicos literarios, o sin vigencia para los lectores de hoy -¿qué pasaría si a algún editor se le ocurriera hacer una nueva edición de las obras de este autor en este momento?-, Arturo Suárez Dennis es parte fundamental del proceso de afirmación de la autonomía (sobre todo, en el aspecto institucional: profesionalización del escritor y afianzamiento del mercado editorial) del campo literario colombiano en la primera mitad del siglo XX, un proceso gradual, pero más acelerado y más claramente definido en sus luchas que en el siglo XIX.

LAS LECTORAS Y LA LECTURA "POPULAR"

"Enamorarse uno en este siglo del aeroplano de una
manera tan medioeval es ridículo,
o cuando menos anacrónico. ¡Qué caray!"
(Suárez Dennis, El alma del pasado 33).

De Arturo Suárez Dennis se sabe que luego de ganar los Juegos Florales de Manizales se trasladó a Bogotá con el objetivo de buscar editor para su novela Montañera (Jiménez, "Montañera"). El eco del galardón llega hasta la prensa capitalina, y el 1 de noviembre de 1916 El Espectador y El Tiempo dan noticias de la velada de premiación (Jiménez, "Montañera"). En febrero de 1917, La Patria (12 de febrero), El Espectador (15 de febrero y 22 de marzo, con comentario de Carrasquilla y un poema de Suárez Dennis), Cromos ("A propósito de un libro", núm. 55) y El Gráfico (núm. 333, con reseña de Luis Eduardo Nieto Caballero) dan noticias acerca de la publicación de Montañera (Jiménez, "Montañera"); en junio de 1918 la revista Cultura 23.30 publicó un comentario bibliográfico sobre Rosalba, y el prólogo de Max Grillo es reproducido el 16 de noviembre de 1924 en Lecturas Dominicales, junto con un poema de Suárez Dennis (Jiménez, "Rosalba"). El ejemplar de El alma del pasado, de 1921, disponible en la Biblioteca Luis Ángel Arango, está dedicado a Laureano García Ortiz, ministro de Relaciones Exteriores, en ese momento, y miembro de la Academia Colombiana de la Lengua.

Con estos datos, solo quiero llamar la atención acerca de las estrategias a las que recurrió Arturo Suárez Dennis para legitimarse como escritor en el campo intelectual colombiano de principios del siglo XX. Al igual que la inmensa mayoría de los escritores contemporáneos, acude a las maniobras disponibles para darse a conocer dentro del cír culo letrado: escribir poesía, instalarse en Bogotá (en la "Atenas suramericana"), buscar que la prensa publicara reseñas o notas de sus obras (y, en lo posible, sus poemas), soli citar prólogos a autoridades literarias. Según los testimonios de Raúl Jiménez Arango, esta primera etapa en la trayectoria literaria de Suárez Dennis parece haber colmado las expectativas del escritor, pero hacía falta algo más: ¿Cómo convertirse en un autor no solo reconocido, sino también leído?

En este punto hay más vacíos que respuestas; no es posible todavía determinar con exactitud cómo Arturo Suárez Dennis, sus editores y los distribuidores de sus obras lograron que sus novelas tuvieran un presumible éxito de ventas y de público lector -no sobra hacer la diferencia-, aunque sí podemos afirmar que, para mediados de la década de 1920 este éxito ya era un hecho (y se prolongaría durante tres décadas). En 1924 Cromos publicó la segunda edición de su novela Rosalba (historia de un amor grande y verdadero); en la publicidad que aparece en la revista se lee: "Novela del conocido escritor Arturo Suárez"(Cromos 425 [1924]). Esta mención indicaría que ya antes de esta fecha la fama de Suárez Dennis era considerable dentro de un público lector signifi cativo. Por otro lado, hay indicios de que los tirajes de sus novelas estaban por encima de los dos mil ejemplares, situación excepcional para el promedio acostumbrado en el mer cado editorial colombiano de la primera mitad del siglo XX, que confirmaría la amplitud de su público lector. Por ejemplo, al revisar la edición de 1928 de su novela Así somos las mujeres (Bogotá, Editorial Santafé), se lee: "Esta primera edición consta de 6000 ejemplares numerados".

En la entrevista dada por Suárez Dennis al Radio Semanario "Últimas Noticias Literarias", dirigido por Felipe Lleras Camargo y J. M. Álvarez, en la primera mitad de la década de 1950, el pereirano es presentado como el "conocido novelista"(Suárez Dennis, "Reportaje literario"); es claro que ha dejado atrás la búsqueda de reconoci miento por parte de las autoridades literarias de su época y se ha concentrado en cons truir una relación cercana con su público. En ese momento Suárez Dennis se declara "alérgico a los reportajes"(Suárez Dennis, "Reportaje literario"), un "lujo" que no se daba ningún escritor hasta Gabriel García Márquez, pues las entrevistas constituían -y constituyen- una vitrina privilegiada para el reconocimiento del escritor y de su obra. El escritor pereirano se refiere al reportaje que le había hecho hacía poco Felipe González Toledo para El Espectador, con el que el autor no se sintió nada bien. Las palabras usadas por Suárez Dennis para referirse al trato recibido por parte de la prensa remiten a una lucha encarnizada, en la que él siempre llevaba la peor parte. No resulta difícil adivinar que de este escenario se derivara su reticencia hacia el trato con este medio informativo.

La entrevista para "Noticias Literarias" deja ver un escritor consciente de su oficio, conocedor de los grandes nombres de la tradición literaria occidental (incluyendo las refe rencias de los autores más recientes), con reflexiones complejas acerca de lo que debía ser la novela, con gran claridad acerca de cuál era su objetivo literario y que participaba de la vida literaria de su ciudad, a través de las tertulias. La "grandeza" que Suárez Dennis buscó no estaba en ser leído por algunos pocos que pudieran hablar de él en la prensa; su triunfo consistía en "tocar con la punta de su pluma el corazón del lector", especialmente el de "las lectoras" (Suárez Dennis, "Reportaje literario"). Para lograrlo, sabía que debía construir una relación nueva con el lector (la lectora), una que carecía de precedentes en el país.

El autor pereirano sostuvo correspondencia con sus lectores y, sobre todo, con sus lec toras (Suárez Robledo, "Entrevista personal"), hecho coherente con su fama y con las estrate gias que empleó para que su imagen de autor fuera grabada en la mente (y en los corazones) de sus lectores, para construir una relación mucho más cercana entre autor y lector, que pro dujera la comprensión y la fidelidad necesaria para convertirlos en seguidores de su obra: "Lector amigo ... Le pido forjarse la ilusión de que yo estoy al lado suyo ... Mis apreciados lectores y mis queridas lectoras ... Les declaro mi amistad irrevocable, para que no se vuelvan atrás en la lectura ... Y confieso sinceramente que siento positiva inclinación afectuosa por mis lectores, y una debilidad por mis lectoras"(Suárez Dennis, "Antífona" 7-8).

El éxito de su estrategia es perceptible en la anécdota que cuenta Suárez Dennis sobre la ocasión en que se encontraba en una función de cine y unas muchachas empeza ron a cuchichear y a susurrar a sus espaldas su nombre y el de su novela Rosalba (recien temente publicada). Cuando él volteó a mirarlas, una de ellas dijo: "¡Uy! Pero si yo creía que era una belleza de hombre"(Suárez Dennis, "Reportaje literario"). La anécdota, ade más de demostrar el grado de reconocimiento del autor pereirano entre el público lector capitalino, ratifica esa nueva relación entre autores y lectores, cuya evolución vemos hasta nuestros días: Suárez Dennis era visto más que como un autor respetado por sus activi dades intelectuales, como un hombre cercano y "deseable" por esas mujeres que leían sus libros pensando en el hombre que los escribía y que "entendía" tan bien su forma de sentir.

Suárez Dennis le ofrecía al lector una comunidad sentimental, un universo litera rio en el que lo más importante eran los sentimientos de los personajes: sus emociones, sus sufrimientos, sus sueños, todos alrededor del amor. Era literatura (estaba publicada en forma de libro, contaba una historia con unos personajes, tenía descripciones de la naturaleza en un lenguaje que no era del todo cotidiano), sí, pero también brindaba placer, comprensión y compañía, aspectos que no solían estar asociados a una experien cia "legítima" de lectura -según las autoridades literarias-. Además, el autor pereirano ofrecía a sus lectores la posibilidad de leer una novela sin exigirles demasiada atención o una gran enciclopedia lectora; sus historias están pensadas para ser entendidas fácil mente, para ser agradables y entretenidas, algo en lo que no solían pensar, por lo común, los autores de la época, quienes estaban más ocupados en planear cómo construir una obra de "mérito" estético, aceptada por la Academia o por la crítica de la prensa.

En la entrevista de la década de 1950 Suárez Dennis afirmaba que la novela no podía estar "sometida a determinados cánones o bases fijas", porque era "cuestión de gus tos, únicamente"(Suárez Dennis, "Reportaje literario"); ese "gusto" es lo que confirma la llegada de una nueva época al campo literario: la era del lector. El proceso de autonomi zación del campo literario produce este cambio: en un momento en el que la política y la literatura se separaban y, por ende, el escritor debía buscar cada vez con mayor ahínco su profesionalización, otorgar al lector un papel más importante, en el circuito de la recepción literaria, que al crítico fue y sigue siendo uno de los mecanismos para asegurar esa profesionalización (la independencia económica -aunque relativa- del escritor) y provocó una fuerte conmoción en el orden del campo intelectual. El campo del poder literario se alteraba porque era cuestionado en su autoridad para decidir qué tenía o no mérito; los lectores eran los "dioses inciertos"(Bourdieu 202) de ese campo literario y el autor pereirano no se podía sentir más a gusto entre ellos, pese a que en su caso estos no le representaran mayores ganancias económicas.

En este sentido, Arturo Suárez Dennis sería uno de los iniciadores de esta trans formación en las reglas de funcionamiento del campo literario colombiano; su discurso sobre la preponderancia del gusto lector en materias literarias fue una de las estrategias para validar su toma de posición, aunque no fuera bien recibido -como tampoco lo es hoy- por las autoridades cuestionadas que aún tenían vigencia y poder de legitimación. La pelea librada por este escritor pereirano en su tiempo no era solo por demostrar que el escritor debía dedicarse únicamente a crear sus obras literarias, sino por manifestar que los lectores tenían derecho a leer lo que sus "corazones" prefirieran, sin ser señalados por ello, por los críticos literarios.

CONCLUSIONES

La investigación realizada por Renán Silva sobre la política cultural y sus resultados entre 1930 y 1946 demuestra que las preferencias lectoras de los colombianos eran las novelas y la poesía, los libros de política marxista y las historietas; los escritores colombianos favoritos entre esos lectores fueron Julio Flórez, José María Vargas Vila, Arturo Suárez Dennis, Porfirio Barba-Jacob, José Antonio Osorio Lizarazo, Eduardo Caballero Calderón, Guillermo Valencia y Marco Fidel Suárez (Silva 191). Las ediciones de Suárez Dennis y de Vargas Vila eran, además, de las más económicas, situación que facilitaba aún más su adquisición por parte de quienes en algunos casos adquirían "el primer libro de sus vidas"(Silva 151) y que lleva a pensar que, si bien al inicio de la trayectoria literaria del autor pereirano sus libros quizá solo fueron asequibles a las clases medias y élites, desde la segunda mitad de la década de 1930 estuvieron al alcance de un público lector más amplio, gracias a la diversificación de sus mecanismos de edición y de distribución (que, sin embargo, no significó un aumento considerable en las regalías recibidas por Suárez Dennis).

Ese público lector no estaba conformado por quienes escribían sus comentarios en la prensa ni por aquellos que departían en las tertulias de los cafés, la Academia, los salones de los círculos letrados, librerías y periódicos, sino por jóvenes (mujeres y hombres), estudiantes y obreros; esa era la cara de las Ferias del Libro, esos eran los nuevos lectores, los que empezaron a cambiar las Vidas de Santos por las biografías (Silva 101), los que estudiaban en las nuevas clases nocturnas que se abrieron en varias escuelas y fábricas (Silva 141). Ese público lector, claramente, prefirió a autores ya para ese momento tan famosos y populares como Vargas Vila, Flórez y Barba-Jacob, y tan consagrados y respetados por la crítica y la Academia como Valencia y M. F. Suárez, pero también ayudó a construir un espacio para los más recientes novelistas colombianos: Suárez Dennis, Osorio Lizarazo y Caballero Calderón, escritores que representaban una toma de posición por la "novela social" y por la novela sentimental-costumbrista, en el caso del pereirano. ¿No nos llevarían estas elecciones del público lector a plantear de otra manera la historia de la literatura colombiana

Arturo Suárez Dennis afirma la autonomía de la novela, al defender una forma de leer "irrespetuosa" frente a las jerarquías literarias, que resaltaba la ensoñación, el entretenimiento y la construcción de una relación cercana con el lector como partes fundamentales de la comunicación literaria. Autonomía estética y autonomía institucional se fusionan en el caso de este escritor y permiten ver las variables diversas de la historia de la novela colombiana en la primera mitad del siglo XX.


NOTAS

1. Las tres primeras novelas de Arturo de Suárez fueron sus obras más reeditadas y reimpresas hasta la década de 1960: Montañera (cuatro ediciones), Rosalba (veinte ediciones) y El alma del pasado (diez ediciones).

2. Hablo de autonomía en términos de una "creencia" que sostiene el campo literario, tal como la propone Pierre Bourdieu (14).

3. La "coronación social del individuo" es la expresión que usa Rafael Gutiérrez Girardot para explicar la función de la actividad intelectual en Colombia desde la Colonia hasta bien entrado el siglo XX (Temas y problemas 52-57).

4. Jacques Dubois define muy bien esta paradoja del oficio de escritor y de la literatura misma: "La ... ley de la institución [literaria], obliga [al escritor] a asumir el mito de una actividad depurada de toda atadura material" (87), cuando, en la realidad, la independencia económica del escritor es siempre relativa, "puesto que todo escritor debe subsistir materialmente" (32). La apuesta por el "desinterés "material valida la "vocación" de escritor, pero la aspiración a la profesionalización recuerda siempre que la literatura existe y funciona dentro de condiciones materiales e ideológicas concretas.

5. Las penalidades contra la piratería desaparecieron entre 1936 y 1946, fechas respectivas de la aprobación de un nuevo Código Penal que eliminó los delitos contra la propiedad intelectual y de la de un nuevo estatuto sobre la propiedad intelectual en Colombia (Santa 19). Esta coyuntura se da en un período de edición de buena parte de las novelas de Suárez y resalta aún más la lucha emprendida por este autor por el reconocimiento de sus derechos.


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Fecha de recepción: 30 de noviembre de 2015
Fecha de aceptación: 12 de abril de 2016
Fecha de modificación: 26 de abril de 2016