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Perífrasis. Revista de Literatura, Teoría y Crítica

versión impresa ISSN 2145-8987

perifrasis. rev.lit.teor.crit. vol.12 no.24 Bogotá jul./dic. 2021  Epub 06-Ago-2021

https://doi.org/10.25025/perifrasis202112.24.11 

Artículos

EL "PAPER" COMO UN CAMPO DE BATALLA: CONVERSACIONES ACADÉMICAS DESLENGUADAS

THE "PAPER" AS A BATTLEFIELD : ACADEMIC CONVERSATIONS WITH ORPHAN TONGUES

MARÍA FERNANDA MOSCOSO ROSERO* 

AMARELA VÁRELA-HUERTA** 

* Bau, Centro Universitario de Diseño de Barcelona, España. maria.moscoso@bau.cat. Doctora acreditada en Antropología, Freie Universitat Berlin.

** Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México. amarela.varela@uacm.edu.mx. Doctora en sociología, Universidad Autónoma de Barcelona.


RESUMEN

Esta reflexión constituye una indagación, a cuatro manos y dos corazones, sobre la práctica de la escritura académica, las lógicas, contradicciones, presupuestos y posibilidades para el surgimiento de un pensamiento auroral, esto es, para el florecimiento de un pensamiento del amanecer en tiempos de pandemia. Una reflexión alrededor de cuatro cuestiones vinculadas al proceso de escritura de "papers".

PALABRAS CLAVE: escritura; amistad; activismo epistemológico; subjetividades; migrantes

ABSTRACT

This reflection constitutes an inquiry, carried out by four hands and two hearts, into the practice of academic writing: its logics, contradictions, presuppositions, and the possibilities for the emergence of an auroral form of thought, that is, to enable a thought of dawn to bloom in the midst of a pandemic and widespread devastation, which also includes scientific devastation. At the same time, this article is also a reflection on four issues related to the process of writing papers.

KEYWORDS: writing; friendship; epistemological activism; subjectivity; migrants

PREÁMBULO1

Porque no existen ideas nuevas. Tan solo existen nuevos

medios de sentirlas, de examinar cómo se sienten esas ideas

viviéndolas un domingo a las siete de la mañana, después

del desayuno, en pleno frenesí amoroso, haciendo la guerra,

dando a luz o llorando a nuestros muertos. Mientras

sufrimos por los viejos anhelos, batallamos por las viejas

advertencias y los miedos a estar en silencio, impotentes,

solas, mientras saboreamos las viejas posibilidades y nuestra

nueva fortaleza.

Lorde, La Hermana, la Extranjera: Artículos y Conferencias

(Querida Amarela: ¿De verdad queremos escribir "papers"? Y ¿qué ocurre si decidimos que sí y que queremos escribir juntas, a la distancia y en pandemia?. Escribamos y luego nos tomamos tú y yo un café de olla en Coyoacán, mientras miramos a tus wawas jugar).

(Me produce emoción escribir contigo, Mafe. Siento que hemos conseguido más que desafiar, atizar un golpe pequeño pero implacable alanecropolítica 2.0, el algoritmo que nos quiere consumidoras de terror y clickistas de indignación, siempre dentro de lo políticamente traducible al extractivismo de causas estilo change.org.).

El presente artículo constituye una indagación, a cuatro manos y dos corazones, sobre la práctica de la escritura académica, sus lógicas, contradicciones, presupuestos y posibilidades para el surgimiento de un pensamiento auroral, esto es, para el florecimiento de un pensamiento del amanecer, en tiempos de pandemia y de una devastación que es también científica. En los últimos años ha habido una transformación en lo referente al modo de trabajo académico, en la cual ha tomado fuerza la tendencia a asumir una concepción productiva y productivista del conocimiento, que tiene consecuencias evidentes sobre el tipo de textos que escribimos y publicamos. En este sentido, parecería ser -como señala Santos en "Saberes académicos"- que ahora, cuando algunas minorías hemos logrado ingresar en los espacios académicos, al igual que el resto de nuestros colegas, nos vemos obligadas a reproducir unas formas determinadas de escritura que deben publicarse en determinados medios. Estos textos son concebidos generalmente como un producto cuyo valor radica más en su formato (artículo) y sus canales de circulación (revistas adscritas a parámetros de calidad que se miden mediante criterios como la indexación, el índice de impacto, el cuartil, el número de citas recibidas, el índice de inmediatez, entre otros), que en la potencia de sus ideas. Así, el "paper" se ha transformado en un formato-producto hegemónico cuya escritura, fuertemente estandarizada, es muy valorada en el mercado laboral académico, en detrimento de otras formas de transmisión de ideas y pensamientos.

Considerando esta premisa, nos proponemos indagar en las fracturas y entresijos desde-a través-con las cuales nos gustaría pensar mientras hacemos, separadas por la distancia física y el distanciamiento social impuestos por la pandemia. En otras palabras, nos hemos propuesto convertir el "paper" en nuestro campo de batalla particular, por medio de un proceso de escritura-tejido en el que una mexicana y una ecuatoriana, la una viviendo en Ciudad de México y la otra en Barcelona, nos vamos encontrando mientras escribimos. Al mismo tiempo, este artículo también es una reflexión alrededor de cuatro cuestiones vinculadas al proceso de escritura de "papers": la amistad, la comunidad y los afectos como estrategias de resistencia académica feminista y antirracista; la subjetividad migrante como un dispositivo o resorte de acción para la escritura desde los márgenes; la urgencia de deslenguar, desbordar y experimentar el lenguaje académico con el fin de derribar las fronteras levantadas por el formato "paper" y el uso de estrategias propias del que llamamos activismo epistemológico en la universidad.

Consideramos que la escritura de este artículo representa una reafirmación de nuestro deseo de escribir desde las disidencias; es decir, explorando en la escritura académica algo así como un pensamiento del amanecer, un pensamiento de futuro, el cual, como propone Roig en Bolivarismoy filosofía latinoamericana, lejos de ser un saber clausurado constituye un pensamiento vespertino nuestro, abierto a nuevas formas, latinoamericano y de todos los "pueblos oprimidos" del mundo, que no puede ser sino auroral en tanto prefigura modos renovados de organizar nuestras preguntas. Sostenemos la idea de que imaginar formas para transformar la violencia inscrita en el "paper" en un dispositivo fértil para el surgimiento de la belleza del pensar desde los márgenes, representa un gesto de resistencia antirracista, anticolonial y feminista, elementos de la lucha epistemológica contra los lenguajes incrustados en nuestros modos de pensar, modelados por el disciplinamiento del capitalismo cognitivo. Además, recuperamos en la escritura el gozo libidinal de explorar académicamente lo que pensamos.

El artículo se divide en cuatro conversaciones que han sido escritas a partir de preguntas que nos hemos formulado juntas y que recogen, de alguna manera, ideas que estamos pensando con nuestra comunidad de amigas y compañeras dentro y fuera de las instituciones académicas. Con fines pedagógicos, hemos ordenado y separado las respuestas de tal manera que el formato de escritura corresponda a una conversación abierta, inacabada y amorosa.

Este ejercicio es, por último, un homenaje a la escritura de las mujeres que por diferentes motivos no escriben, a la escritura entre amigas que viven separadas y que, sin embargo, se buscan, y a las comunidades que nos sostienen.

1. PRIMERA CONVERSACIÓN: NOS QUEDAMOS Y ESCRIBIMOS

(La escritura académica centrada en el "paper" está siendo utilizada a favor de la reproducción de una economía del conocimiento que tiende hacia la globalización del capitalismo académico y, por tanto, a la reproducción de sus lógicas coloniales, racistas y patriarcales. ¿Qué significa, en este contexto, escribir un "paper"?, ¿cómo hacer del dispositivo una estrategia de subversión que nos permita pensar, sentir, luchar juntas, la una en América Latina, la otra en Europa, en un contexto pandémico?, ¿qué papel desempeña la amistad entre mujeres en la formación de subjetividades migrantes y en la escritura?, ¿escribimos juntas porque pensamos juntas?).

Mafe: Algunas de nosotras, gracias a las luchas de otras mujeres que nos precedieron, ahora podemos ocupar un espacio en la universidad, aunque de modo todavía desigual con respecto a los varones, en el neoliberalismo académico, nuestras cargas horarias y horarios aún son disímiles; hay pocos espacios para conciliar vida familiar y vida profesional; el porcentaje de mujeres que renuncian a la maternidad es altísimo, nuestros salarios son más bajos. En este sentido, quienes estamos dentro, las que nos sentimos deudoras de las que lucharon para que estemos aquí y de todas las que todavía están fuera, tenemos la responsabilidad de producir conocimientos peligrosos, divinos y maravillosos. Y, si queremos producir conocimientos peligrosos, divinos y maravillosos (Moscoso), necesitamos instrumentos de batalla, como la escritura. Sin embargo, me gustaría señalar dos ideas vinculadas a la escritura académica: por una parte, que ha sido tradicionalmente una práctica masculina y blanca, cuyo fin ha sido difundir saberes, hallazgos, discusiones, y por otra, que la neoliberalización del conocimiento académico ha terminado por imponer la idea de que el único formato válido para compartir el pensamiento es el "paper". En este sentido, si el eslogan académico del siglo XXI parece ser "produce, produce, produce, pero no pienses", el impulso es correr en dirección contraria: hagamos poesía, imaginemos lenguajes libres, rabiosos y salvajes.

Aún así, creo que debemos preguntarnos: ¿qué sentido tiene irse ahora sí ha costado tanto llegar hasta aquí? ¿Y si decidimos no solo quedarnos sino también escribir "papers"? Y la pregunta inevitable: ¿es posible escribir "papers" sin convertir la escritura en carne de un mercado académico que legitima qué o quién se puede pensar, qué o quién no, y quién piensa por quién? El gesto político de escribir "papers" radica, quizás, en tomar la decisión política de apropiarnos de la "herramienta del amo" (Lorde), encontrar sus fisuras, radicalizar esas fisuras, abrir agujeros y escribir, pero juntas. Publicar y pensar en español quiteño, chilango, caleño, chicano, hacer traducciones al kichwa, al aymara, al cofán, al nahuatl, al amazigh. Hacer traducciones para derribar las monolenguas del Estado, unir lenguas minorizadas en intercambios de saberes que compensen la larga historia de las lenguas silenciadas. Quedarnos y escribir, porque se lo debemos a las que nos preceden, a las que están fuera y a las hermanas que están por llegar.

¿Qué piensas tú de todo esto, querida Amarela?

Amarela: Todo texto es un dispositivo ético, al mismo tiempo que estético. Me parece, Mafe, que cuando discutes el paper como dispositivo de disciplinamiento de los discursos con "voluntad de verdad" -como dice Foucault en el Orden del discurso-, estamos discutiendo precisamente lo que se juega en nuestra manera de ver, escuchar, olfatear, sentir, analizar, comprender y explicar el mundo, desde nuestro lugar de enunciación, históricamente constreñido por las condiciones sociales de producción de conocimiento. Se trata de una economía de la producción académica que nos determina por ser mujeres, mujeres del tercer mundo escribiendo desde el privilegiado lugar de enunciación de habitar un cuerpo migrante, diaspórico, que nos interpela y desafía todos los días a decidir si ejercer la maternidad, construir episteme o habitar el aula. Por eso creo, Mafe querida, que es determinante mantenernos y construir un lugar del gozo en la escritura. Ser sudacas escribiendo en castellano sobre temas que interesan a unas pocas, habitar ese "fuera de lugar" (Said) perpetuo desde donde el pensamiento exílico convierte la melancolía en productiva saudade epistémica. Se trata de condiciones particulares de enunciación que son, a su vez, condiciones para el pensar y para la escritura, para escribir fuera de lugar y sostenernos allí.

Es decir, hay que escribir, en forma de "paper", en forma de artículo de opinión, en forma de ponencia, en forma de capítulo de libro, en forma de notas en cuaderno amarillo, en forma de libro arbitrado por "pares y en ciego", en forma de conferencia, en forma de apuntes para clase, en 140 caracteres o, incluso, en forma de receta de cocina, escribir Mafe, escribir siempre, aunque nuestro discurso, intuyo, habitará siempre fuera de lugar. Y ese lugar exílico es lo que incomoda a otras académicas, pues les parece muy militante, y a los activistas, pues les parece muy pedante. Total, que incomoda porque produce una forma fuera de lugar: las palabras que utilizamos, el uso del femenino, la sexualización del lenguaje, el gesto de poner el cuerpo, desordenar la estructura del paper, pero también porque nuestras formas de ser y habitar la academia producen o detonan otras formas de imaginación teórica. Para mí lo central, más que el formato, es que cuando escribamos dudemos y experimentemos con ello un gozo libidinal de sabernos dudando con otras y otros, a los que, incluso en los congresos, aún les brillan los ojos cuando planteamos hipótesis comunes de trabajo. Hay que escribir desde el lado de quienes siempre dudan, porque es una forma de anhelar lo que no pudiste mantener cerca. Porque migraste, porque te deportó la academia metropolitana, porque decidiste volver para extrañar la otra orilla, porque te quedas atrapada, aleteando, extasiada por ese habitar siempre fuera de lugar, en el tránsito, sin querer llegar ya a ninguna orilla, porque, bien a bien, ya ninguna te contiene, aunque añoras muchas y todas te arropan con furia cada vez que las tocas.

En ese sentido, el "paper" es un puerto más de partida o de llegada en el archipiélago de formas en que se pueden narrar nuestras hipótesis de trabajo o nuestras apuestas político-epistémicas. Un puerto un poco hipster, como una sala vip donde tu discurso siempre se sentirá fuera de lugar, poco adiestrado al hábitat y al habitus de la academia más descarnada, y por lo tanto, más eficaz, más exitosa, más rankeada.

Entonces, Mafe querida, para mí, la estrategia es hablar, escribir, leernos entre nosotras, enseñar nuestros textos en clase, autorizarnos como mujeres racializadas y atravesadas por la herida colonial y hablar, escribir, en castellano y para otras que no hicieron doctorados pero que sostienen familias ellas solas, trabajando de cajeras o meseras, o que estudian una licenciatura después de los cuarenta. Escribir y hablar para y con las hermanas desplazadas que viajan con los hijos en brazos por todo un subcontinente, para mujeres que trabajan fuera de la academia pero que ensayan poesía para encontrar formas de narrar lo inenarrable. Desde mi perspectiva como profesora, obrera de la tecla, mamá que escribe de madrugada mientras los hijos duermen, escribir es una forma de autorizarme, de conspirar con otras. Y leer a otras en forma de "paper", libro, post, ensayo, artículo de opinión, entrevista -sobre todo entrevista, que, desde mi perspectiva, es el más dialógico de los dispositivos de coproducción de conocimiento-, como sea, todas ellas son una forma de autorizar las voces producidas como periféricas.

Así que sí. No solo creo que hay que "quedarnos" y escribir en formato "paper", sino que hay que autorizar nuestra voz y leer concediendo autoridad de verdad a los discursos de otras voces que nos provocan, como dicen los colombianos. Quedarnos a ejercer lo que yo llamo un "activismo epistemológico" en una academia que, por cierto, tampoco es homogénea. Además de la heteropatriarcal, hay espacios e instituciones académicas donde se puede hacer trinchera, hay otros lugares-comunidades académicas que son refugio, donde se practica una hospitalidad incondicional (Khoshravi) para escucharte y donde puedes escuchar y aprender. El neoliberalismo académico existe, pero nosotras también, y podemos agrietarlo desde abajo y festejando nuestra subalternidad, como dice Verónica Gago, haciendo "cálculos vitalísticos" ("La estrategia de la fuga") para publicar en revistas indexadas a veces, y a veces pensar largamente, por ejemplo, en chats de comunidades migrantes en otras claves más desafiantes que el así llamado trabajo de "divulgación y vinculación científica".

Creo que hay que hacer una ciencia social para honrar a nuestras ancestras, quienes nunca tuvieron "cuarto propio", pero, como dices, para mostrar más puertas posibles, a la manera de Alicia en el País de las Maravillas: que las entradas conocidas nos empiecen a parecer demasiado pequeñas para que quepa un sínodo de doctorado o un dictamen ciego de revista indexada. Hacer ciencia social con las "herramientas del amo", de la Lorde que me mostraste tú, para mis hermanas también. Para que ninguna estudiante sudaca en la Europa colonialista, ni las estudiantes prietas en la blanqueada y clasista academia latinoamericana sean vapuleadas por los claustros que las certifican, que certifican los saberes que las estudiantes quieren coproducir con los actores de procesos sociales que respetan y cuyas apuestas son "acotadas" por sus supervisores, para que las "registren" en un "lenguaje menos coloquial" (Disculpa Mafe, me extendí, pero este tema me afecta profundamente).

En síntesis, sí creo que hay que escribir "papers" para acompañar los procesos de formación de nuevas investigadoras, para que las y los investigadores en formación puedan poner su pulsión teórica en resolver las preguntas de investigación que imaginaron, antes que usarla para defenderse de sus tutores y profesores, reproduciendo conocimiento previamente domesticado.

Hagamos ciencia practicando un activismo epistemológico que ofrezca un pozo de procedimientos posibles, alternativos a aquellos certificados por la academia neoliberal. Escribir mientras lavamos la ropa largos mensajes para conspirar con migrantes y refugiadas. Redactar dictámenes de "papers" y tesis mientras hacemos la cena, acreditar las voces y las hipótesis de trabajo de otras pensadoras racializadas que intentan habitar en la academia, validarlas con rigor propio, trabajar con otras pulsiones que no se limiten a la repetición de fórmulas que, a la vez, nos han dado esa falsa sensación de seguridad. Escribir mientras nuestros hijos duermen o entre clase y clase de las muchas que ahora, además, impartimos frente a la pantalla. Apostar por la escritura, siempre, como dispositivo ético y estético diverso, hasta conseguir agrietar los imaginarios sobre la migración y los saberes migrantes, para que quepan los discursos que proponen que migrar es hermoso.

Así que, además de "papers", intuyo, hay que escribir cuentos cortos para detonar escenarios de conspiración política que pongan el cuerpo en las calles y desborden el clickismo de quien vive en la indignación, "zopiloteando" la realidad, como dicen los "nativos digitales", con ansiedad e impotencia desde su sillón al mundo contemporáneo. Al mismo tiempo que escribir "papers" con resúmenes de ideas y siguiendo pautas editoriales (que son siempre lo que más cuesta), con palabras clave y neologismos, partamos de preguntas abiertas, detonadoras, que seamos capaces de explorar con trabajo de campo, con un corpus que resulte de la interacción con los sujetos con quienes coproducimos conocimiento, como las migrantes. Escribir, sí. Creo que todas deberíamos hacerlo. Aprietar (de volver moreno, mestizo, indio) el "paper" como estrategia de activismo epistemológico. Para que, como dicen muchas, hagamos de nuestros saberes, saberes hacer, y de nuestros sentipensares, formas concretas de una ciencia social que nos nombre y sirva de espejo, de puerta pequeña donde las preguntas motor de las estudiantes tengan cabida y sean valoradas como una imaginación teórica que puede desplegarse en la escritura.

2. SEGUNDA CONVERSACIÓN: HACER DEL ALMA, ALQUIMIA

(La escritura que se pone en juego entre cuerpos separados por la distancia es una actividad que se lleva haciendo hace siglos. Por medio de una práctica cada vez menos común, las personas se destinaban cartas escritas a mano, intercambiaban ideas, información, noticias buenas y malas, notas personales, estampitas, declaraciones de amor, recetas. Aunque la escritura a mano y el envío de cartas por correo postal son cada vez menos comunes, los seres humanos seguimos interconectados. El acto de dedicar palabras dirigidas a la persona ausente es cada vez más escaso, pero, de algún modo, también es cada vez más frecuente: ¿Qué se puede decir del gesto de decidir escribir un "paper" a cuatro manos porque se piensa que el proceso en sí mismo tiene el potencial de tejer vínculos entre dos amigas?, ¿se podría hablar del surgimiento, mediante la escritura, de prácticas transnacionales?, ¿de comunidades políticas transnacionales de escritura?).

Mafe: La migración, entendida como la vida en lejanía, nos separa de nuestra tierra, los paisajes infantiles, la familia y los afectos. Quienes somos o hemos sido migrantes experimentamos continuamente la distancia, creo que sabes de qué estoy hablando, amiga mía. Por otra parte, la pandemia no solo ha transformado el mundo: ya no volveremos a ser las mismas. Parece, además, que a quienes estamos lejos de nuestras casas y provenimos de excolonias nos ha alejado aún más. En pandemia, separadas unas de otras, intentamos sostener comunidades sin cuerpos, lo cual, sin embargo, es una experiencia que ya conocíamos quienes hemos formado parte de procesos diaspóricos. Durante años hemos pertenecido a comunidades sin cuerpos y hemos sabido ir tejiendo por medio de lazos transnacionales en los que ponemos en juego afectos, recetas de cocina, remesas, memorias, objetos y prácticas espirituales que no solo nos sostienen, sino que también reproducen, avivan y reimaginan nuestras comunidades.

En "Una carta a escritoras tercermundistas", Anzaldúa recuerda que se escribe porque se teme: "escribo porque temo escribir, pero tengo más miedo de no escribir. El acto de escribir es el acto de hacer el alma, alquimia" (1). El gesto de escribir juntas, ¿no es también un pequeño acto de alquimia en el que el plomo se convierte en oro? Separadas una de otra, quienes redactamos este texto vamos tejiendo de modo artesanal mundos que se encuentran, abren otros mundos, pensamientos e ideas que afectan y son afectados continuamente. Aquí, en la escritura, se abre la posibilidad de la transformación. Es aquí, en el proceso de escritura, donde nos encontramos en la ausencia, con una respiración propia e incluso en husos horarios distintos. Nos buscamos en la escritura, nos descubrimos, nos preguntamos cosas, dudamos, nos perdemos y nos volvemos a encontrar, cada una consigo misma, con la otra, con nuestras hermanas escritoras del tercer mundo con quienes vivimos separadas en tiempo y espacio, y con quienes, sin embargo, hacemos comunidad.

Amarela: Me gusta mucho cómo escribes, Mafe querida. Creo que ya contesté esto, en parte, con la respuesta que di en la conversación anterior. Tres ideas más bien cortas, porque estamos en registro paper y los caracteres escasean. Primero, quienes hemos migrado, retornado, transitado, amado y extrañado territorios atrapados por el gobierno global de las migraciones -ese que gestiona el odio confinando a quienes buscan refugio (Álvarez)- somos sujetos, sujetas, a quienes el "nacionalismo metodológico" (Massó) nos incomoda. El nacionalismo metodológico entendido como la manía heredada, la posición moderno-colonial que adiestra nuestra mirada sobre los fenómenos sociales para que los pensemos solo como algo que sucede dentro de las comunidades imaginadas como "países". Qué puede haber más transnacional que la escritura de mensajes cotidianos entre madres que maternan a distancia o amantes que se extrañan casi tanto como el tamaño del muro que los separa. No sé si alcanzamos a ser transnacionales, ojalá y por lo menos fuéramos capaces de ser internacionalistas, pero, definitivamente, coincido contigo en que la escritura es una práctica más de las muchas que ejercemos para sostener los lazos afectivos transnacionales.

Tal y como apostó y nos enseñó Abdelmalek Sayad, pensamos la migración y nuestra propia condición como un hecho social total; es decir, pensamos la migración y sus tramas desde los lugares que expulsan y añoramos, los territorios que transitan los refugiados y donde hoy se les confina a una transitoriedad permanente2 (Fernández). Por eso, insisto, creo que hay que tomarnos muy en serio la apuesta por ver, escuchar, olfatear, sentir, analizar, comprender y explicar la migración y el refugio en las metrópolis o las periferias donde hoy consiguen instalarse los migrantes y escrutar los procesos de deportación y retorno, que son muchas veces una nueva migración a un no-lugar (Bhabha).

Segundo, se dice que la violencia nos separa de la palabra, que nos enmudece3. Por eso, escribir es fundamental, es una forma de procesar el duelo y ponerle nombre a lo que sentimos y pensamos de esa violencia que nos atraviesa. Y no solo, o principalmente, nos atraviesa a nosotras, las intérpretes o cronistas de la migración, y eso que hoy se discute en los pasillos epistémicos cómo la "literatura del yo" ha descafeinado la potencia epistémica de la autoetnografía como herramienta socioanalítica (Sandoval), sino, y sobre todo, a las comunidades migrantes y sus familias. Escribir sobre migración desde dos orillas es por eso una práctica de incipiente indisciplinamiento respecto del nacionalismo metodológico, al mismo tiempo que es una práctica para tejer comunidad entre quienes habitan la vulnerabilidad (Butler), y esa sí que nos incluye, en tanto testigos de los efectos del odio sobre los cuerpos de migrantes, refugiados, mujeres, niñas y niños.

Tercera y última idea. Escribir es nuestro oficio, es nuestro bálsamo, es nuestra forma de practicar el activismo epistemológico, es la manifestación concreta de abrazos prolongados. Tal vez ahora mismo, confinadas como estamos, podamos hacer pocas cosas realmente subversivas, que inspiren miedo al capital. Pero, mientras las calles vuelvan a ser nuestras, creo que ejercitar el músculo de la escucha activa y la apuesta de dejarnos afectar por las palabras de las otras y arriesgarnos a tejer, hilvanar ideas y palabras, imágenes e imaginaciones, nos mantendrá cuerdas. Entonces, en síntesis, sí, Mafe, el escribir-estar juntas, como dicen las zapatistas y el Consejo Nacional Indígena de México, nos hace comunidad y red.

3. TERCERA CONVERSACIÓN: LA AMISTAD, UN VÍNCULO POLÍTICO MUY PELIGROSO

(En los espacios académicos, el "síndrome de la impostora" es muy frecuente entre las mujeres. Cuesta sacar y utilizar la voz. En general, tenemos miedo. Como docentes y amigas de mujeres académicas, lo vemos todos los días. Las mujeres solemos sentirnos inseguras frente a la escritura: "No escribo bien, no sé cómo decirlo, estoy bloqueada, siento que no sé lo suficiente y siento que no merezco ocupar este lugar". Esto, por supuesto, se exacerba en contextos en los cuales se es migrante, disidente sexual, racializada o pobre, y cuando no se domina la escritura, ni el idioma, ni el lenguaje estándar. En este sentido, si la escritura es también un lugar de transformación y de interpelación, ¿puede un "paper" escrito por dos mujeres vinculadas por una relación de compañerismo que viven en dos puntos diferentes del mundo generar nuevas subjetividades?, ¿cómo opera la amistad?, ¿cuál es su dimensión política?).

Mafe: En el gesto de escribir juntas surge el encuentro, una aproximación que es particular porque solo florece en la escritura. Habitamos el encuentro porque decidimos hacer de la escritura de un "paper" un espacio hospitalario en el que participan todas las voces del presente, del pasado y del futuro que nos acompañan y piensan con nosotras. Es en la práctica de la escritura, es decir, mientras construimos un corpus de palabras, donde ocurren cosas, saltan las contradicciones, aparece la desorientación, explotan destellos del pensamiento que nacen en belleza y furia. Mientras escribimos, también tejemos un vínculo de afecto, mi querida Amarela.

En este sentido, si el "paper" es un artilugio altamente estandarizado vinculado a lógicas coloniales, patriarcales, clasistas y racistas de reproducción del saber académico, quizás existan modos de transgredir ese poder subvirtiéndolo, afectándolo, con nuestros afectos, por ejemplo. Porque, ¿qué razón habría para que no se pueda pensar en la dimensión afectiva de la escritura académica? Asumir que se trata de una práctica distante, aséptica, objetiva, racional, sin posición ni cuerpos, que borra la inmensa posibilidad epistemológica, ontológica y espiritual del gesto en el que dos personas que han decidido hacer juntas, ponen a circular pensamientos e ideas y sentires.

En este nuestro hacer haciendo se hila un vínculo de amistad de tercer mundo que es una práctica poco valorada por su sencillez y, sin embargo, tan posibilitadora de mundos que no son aprehensibles por las normas de escritura académica y las editoriales que negocian con nuestras ideas. La política de la amistad, compañera, se basa en la colaboración que invita a entender que la fuerza del afecto radica en la posibilidad de establecer alianzas que no responden a cálculos, estrategias ni previsiones. Como dice Claudia Korol en "Feminismos populares", existe un feminismo compañero de las feministas compañeras; ese es el nuestro, Amarela. Es ahí, en el gesto del acompañamiento, donde les damos vida a unas formas políticas que no son necesariamente reconocibles desde la academia del norte y los activismos, porque al escribir no hablamos sobre nosotras, hablamos entre nosotras, y mientras esto ocurre, tejemos un vínculo en el que tú me reconoces y me afirmas y yo te reconozco y te afirmo. La escritura es un territorio donde construimos un mundo en común en el que no solo caben nuestras voces, sino las voces de todas las que nos acompañan. Por lo tanto, la política de la amistad no viene dada, siempre hay que inventarla, imaginarla, desearla, en común. Si para Agamben la dimensión ontológica y política de la amistad radica en "sentir con otra", nuestra escritura quiere imaginar las formas posibles de dicho "sentir con otra", esto es, aprender a ponernos en la posición de descontrolar la pauta de la discursividad masculina-hegemónica del "paper" por medio de una prolongación de nuestros cuerpos, que desbordan.

Amarela: Creo que tu respuesta es vasta y te agradezco y me emociona y me hace sonreír, mi estimada Mafe. Estoy de acuerdo contigo. Solo añado una reflexión sobre la amistad y la escritura. Creo que la coescritura, la coproducción de conocimientos, una vez más, la escucha radical y activa, la posibilidad de partir de un "nosotras" producida por vínculos afectivos y de afectación política, es seminal y desborda las lógicas de gestión neoliberal de la producción sociocientífica basada en competir y no colaborar. Creo también que este tema ha sido ampliamente discutido y que quizás lo que caracterizaría nuestra reflexión como sujetas migrantes o cronistas de los pueblos en movimiento sería precisamente la reflexión que hace el último y más complejo Arjun Appadurai, cuando discute el papel de la autorreflexividad, la memoria en clave de autorrepresentación y el papel de esta para un archivo migrante que politice el estado del arte sobre las movilidades en el pensamiento contemporáneo, atrapado en el espectáculo necropolítico de lo fronterizo (Binimelis-Adell y Varela-Huerta; Gabrielli), descarnado, desubjetivado, burocratizado.

But the migrant archive operates under another constraint, for it has to relate to the presence of one or more narratives of public memory in the new home of the migrant, where the migrant is frequently seen as a person with only one story to tell-the story of abject loss and need. In his or her new society, the migrant has to contend with the minority of the migrant archive, of the embarrassment of its remote references and of the poverty of its claims on the official "places of memory" in the new site. Thus, the electronic archive becomes a doubly valuable space for migrants, for, in this space, some of the indignity of being minor or contemptible in the new society can be compensated, and the vulnerability of the migrant narrative can be protected in the relative safety of cyberspace. (5)4.

En este mismo sentido, creo que es importante reconocer que los vínculos de amistad y afecto que sostienen nuestras maneras de comprender la migración y sus subjetividades, nos interpelan a movernos desde el lugar de "mediadoras" al lugar de intérpretes que coproducen. Intento decir que intuyo que es más peligroso, en el sentido festivo del término, facilitar (acercar, hacer talleres, compartir) con nuestros afectos (migrantes, estudiantes, amigues) las herramientas para la construcción de escrituras autoetnográficas, en clave de autorrepresentación radical de sus trayectorias. Intuyo que es una forma de reiterar la apuesta por aquello de que la amistad es el vínculo político más peligroso en tiempos del capitalismo digital, como dicen.

4. CUARTA CONVERSACIÓN: DESLENGUAR LA ESCRITURA

(Si el "paper" es un artefacto epistémico cuya circulación [revistas especializadas] y uso del lenguaje e idioma [inglés] son cada vez más hegemónicos, se podría señalar que se trata también de un formato de transmisión de ideas que no siempre es acogedor, ni está necesariamente abierto. Por otra parte, Nelly Richard señala que cualquier escritura en posición de descontrolar la pauta de la discursividad masculina-hegemónica compartiría un devenir minoritario [Deleuze y Guattari] que opera como paradigma de desterritorialización de los regímenes de poder y captura de la identidad normada y centrada por la cultura oficial. Teniendo en cuenta esto, ¿es posible soñar con hacer de la escritura de un "paper" un devenir minoritario?).

Mafe: El "paper" funciona como unidad de producción, de valoración y de evaluación de lo que se entiende como actividad investigadora. Pero, además, funciona como frontera: "En tanto que estándar, deja fuera del ámbito de lo contable, visible, valorable y evaluable toda escritura que no se atenga a sus protocolos o a sus objetivos. Siguiendo la división entre comunicación para la comunidad de expertos y divulgación para el resto de la sociedad, toda escritura en el mundo académico ha quedado herida por esta división" (Garcés 31). En este sentido, si el "paper" funciona como dispositivo que establece límites, es decir, que expulsa, ¿es posible imaginar modos de transformar su lógica a favor de quienes están al otro lado del muro?

Al hablar de fronteras, señala Richard, interesa la escritura como la posibilidad de experimentar con el lenguaje, desbordar el lenguaje masculino-disciplinar, modificar y derribar las fronterizaciones. La experimentación con el lenguaje es, desde esta perspectiva, deseo y posibilidad, porque es allí, en la materialidad de la lengua que es desbordada, donde se construye una materialidad del pensamiento, del mundo, de la vida: la materialidad de un lenguaje académico deslenguado.

Tal como yo lo veo, compañera, imaginar un lenguaje académico deslenguado representa, desde esta perspectiva, algo así como saltar con nuestras lenguas afiladas a trozar el mundo que nos ha sido asignado (Flores). El lenguaje que nombra y fija también tiene la capacidad de transformar las fronterizaciones de una escritura experta que se reproduce entre los muros levantados por las comunidades de expertos. ¿Y si nos proponemos ensayar formas de resistencia de los márgenes? Hacer del "paper" un campo de batalla, deslenguando la escritura protocolar, desbordándola, incorporando nuestros acentos, cursilerías, declaraciones de amor y escupitajos. Intervenir en una conversación que habla sobre nosotras sin nosotras y a la que nadie nos invitó. Deslenguar la academia, volverla a llenar de disputas, de tensiones, de vida.

Amarela: De acuerdo, Mafe, creo que hay que apostar por politizar el "paper", aprietarlo, contaminarlo con el ensayismo latinoamericano del que venimos, dejarnos transculturalizar por la poesía sufí para narrar la experiencia del destierro, pero también traer a la chamana, maestra y poeta Gloria Anzaldúa, siempre. Cada mañana al despertar, recordarla a ella y las formas en que narraba sus mundos. Creo que hay que intentar que nuestras apuestas éticas y estéticas sean dictaminadas como "publicables con cambios", como diálogos y no castraciones, por los "pares en ciego" que certifican nuestras "verdades". ¿Cómo ? A fuerza de acostumbrarnos y acostumbrarles a la escritura borderland (Anzaldúa), acreditarla como una forma de construcción de conocimiento, cuya eficacia comunicativa tiene eco en muchos otros corazones y epistemes. Validar, darles voluntad de verdad, dejar de llamar testimonio a las epistemes, también, cuando "desempeñamos el rol" de evaluar el trabajo de las otras en tesis, artículos, libros o ponencias, otorgar estatuto de verdad sociocientífica a las experiencias y reflexiones de otras y otros prietos, chuecas, intrusas de esa conversación que habla sobre nosotras y a la que nunca se nos invita.

Se trata de habitar la academia desbordándola, habitar la escritura dejándonos afectar por ella y afectando con ella a otras, agrietar el neoliberalismo académico con nuestros cálculos vitalísticos, entre receta de cocina y mensaje largo a las amigas que amamos; enseñando en las aulas como episteme la memoria de las luchas de migrantes y refugiados; invitando como expertas a nombrar, escribir y leer a las voces de migrantes y refugiados. Hacer "papers" como Eduardo Galeano (Nosotros decimos no, Las venas abiertas de América Latina) hacía periodismo, hacer periodismo como Ryszard Kapuscinski hacía en realidad ciencia social (Encuentro con el otro). Hacer academia como Angela Davis hace manifiestos para luchas interseccionales (Mujeres, raza y clase), no solo como teorías. Hacer con otras, escribir con otras, leer a otras. Apostar por ser, desde la palabra y el aula, enjambre cuyo pegamento es la amistad y nuestra miel, esa que resulta de trabajar muy duro, es la palabra. Si quieres, en frasco de "paper" "académico" para venta en el supermercado del capitalismo digital, pero palabra al fin. Salud, Mafe, y gracias por este ejercicio. Ha sido muy estimulante y divertido pensar y conspirar contigo.

5. A MODO DE EPÍLOGO

Entre marzo de 2020 y enero de 2021, fecha en que soltamos este "paper" a la mar para que bañe otros diálogos y coincida en oleajes de otras preguntas y respuestas en archipiélagos que alojan a piratas de la filosofía, la literatura, los estudios fronterizos, la movilidad humana y muchos otros que no sabemos ni cómo nombrar, Mafe y Amarela, quienes escribimos este texto, nos reconocimos leyéndonos, buscando en los textos de cada una las pistas para digerir esta pandemia y sus efectos en nuestras vidas y sobre la Madre Tierra.

Hicimos uso del privilegio de confinarnos siendo racializadas y del tercer mundo, pero profesoras al fin, con salarios asegurados. Así, encerradas, leyendo y escuchando a muchas hermanas, pudimos dedicar el esfuerzo de etnografiar el presente, de pensar el tejido comunitario del que formamos parte y cómo nos atraviesan la COViD-19 y su manejo epistemológico por parte de las instituciones en diferentes orillas del planeta.

En ese ejercicio de escucha activa descubrimos que, además, se estaba desplegando, incluso ahora, una epidemiología popular, desde abajo, para hacer frente al virus y al cambio de época que este acabó por desplegar. Rastreando esas respuestas comunitarias nos fuimos conociendo más y más y, en tanto confinadas, siempre en diálogo mediatizado por lo virtual, sucedía la palabra. Por estas mismas vías recibimos la invitación a escribir juntas y a través de la virtualidad pudimos desplegar un diálogo intenso, divertido, siempre a deshoras y que nos ayudó a detonar la imaginación teórica.

Este texto es una demostración de que la tecnología que soporta el capitalismo digital también puede ser nuestra herramienta, como cuando los poscoloniales dicen que la modernidad y su episteme les permiten formular la apuesta por una transmodernidad (Dussel), o como lo ha demostrado el zapatismo cuando usó el primer Internet para conectar mundos en esos noventa de la fiesta rebelde, y nos desafió con comunicados que circulaban virtualmente a construir un mundo "donde quepan muchos mundos".

Así es como nos atrevimos a escribirnos y escribir este texto. En él intentamos una indagación a cuatro manos y dos corazones sobre la práctica de la escritura académica para dar luz y dar a luz un pensamiento auroral, esto es, un pensamiento del amanecer, en tiempos de pandemia y devastación, también científica. Un texto que rememora con saudade los tiempos en que nos escribíamos cartas y esperábamos ansiosas las respuestas y las imágenes que desplegaran las palabras recibidas como eco a nuestras hipótesis de trabajo.

Por medio del despliegue de una síntesis curada de postales mucho más amplias, en clave de muchos calós, y con descripciones íntimas de nuestros tiempos, espacios, proyectos, pleitos, rabias, ternuras y apuestas políticas, que por comunes son más respirables, compartimos en este ensayo, en clave de "paper", una reflexión sobre líneas de fuga posibles para la imaginación socioantropológica en torno a las migraciones, los exilios y las diásporas que nos abran a una imaginación sociológica sin corsé. Una imaginación así se atreve, aprietando, a discutir, en forma de paper, un pensamiento del amanecer en tiempos de confinamiento e incertidumbres, que piense en un mañana. Esperamos que quienes lo lean se reconozcan en parte y se sientan interpeladas a seguir construyendo juntas estas líneas de fuga para corporeizar en el pensamiento académico nuestras pulsiones, saudades y amaneceres, en esta larga noche que habitamos

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1 Artículo dedicado a nuestras hermanas académicas del tercer mundo.

2Transitoriedad caracterizada por la intemperie pactada entre Estados que se coordinan para ejercer contrainsurgencia para quienes se organizan en caravanas, pero que se dicen siempre fuera de "jurisdicción" para garantizar condiciones de vida dignas para los refugiados y damnificados de huracanes, sequías y dictaduras.

3Jezreel Salazar nos transmitió esto en las aulas de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, en un taller de periodismo de investigación, cuando nos explicó la crónica como género literario y periodístico.

4Pero el archivo del migrante opera bajo otra limitación, ya que tiene que relacionarse con la presencia de una o más narraciones de la memoria pública en el nuevo hogar del migrante, donde éste es visto con frecuencia como una persona con una sola historia que contar: la historia de la pérdida y la necesidad abyectas. En su nueva sociedad, el migrante tiene que hacer frente a la minoría del archivo de migrantes, al bochorno de sus referencias remotas y a la pobreza de sus reivindicaciones sobre los "lugares de memoria" oficiales en el nuevo sitio. Así pues, el archivo electrónico se convierte en un espacio doblemente valioso para los migrantes, ya que en este espacio se puede compensar parte de la indignidad de ser menor o despreciable en la nueva sociedad, y se puede proteger la vulnerabilidad de la narrativa de los migrantes en la relativa seguridad del ciberespacio (Traducción propia).

Recibido: 31 de Enero de 2021; Aprobado: 22 de Abril de 2021; : 12 de Mayo de 2021

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