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Perífrasis. Revista de Literatura, Teoría y Crítica

versión impresa ISSN 2145-8987

perifrasis. rev.lit.teor.crit. vol.13 no.25 Bogotá ene./jun. 2022  Epub 27-Feb-2022

https://doi.org/10.25025/perifrasis202213.25.15 

Reseñas

Rossi, María Julia. Ficciones de emancipación. Los sirvientes literarios de Silvina Ocampo, Elena Garro y Clarice Lispector. Beatriz Viterbo, 2020, 348 pp.

Julieta Yelin* 

* Universidad Nacional de Rosario-Conicet, Argentina


VIDAS INVISIBLES

En 2018, María Julia Rossi editó, en colaboración con Lucía Campanella, el volumen colectivo Los de abajo. Tres siglos de sirvientes en el arte y la literatura en América Latina (Rosario, UNR Editora). El libro reúne diez ensayos enfocados en los vínculos entre amos y sirvientes en un corpus de ficciones literarias, obras pictóricas, escénicas y cinematográficas latinoamericanas de los últimos dos siglos. Las compiladoras incluyeron un prólogo que analiza algunas de las aristas más atractivas de la problemática, mostrando la relevancia que tienen las intervenciones artísticas en nuestro horizonte actual de debates políticos, jurídicos y éticos en torno a las formas de sujeción social, como la desigualdad socioeconómica, la discriminación y la explotación laboral.

Ficciones de emancipación continúa expandiendo ese fértil campo de estudios, esta vez con un objeto netamente literario y en el contexto latinoamericano de mediados del siglo XX. Dicho escenario es abordado fundamentalmente en dos sentidos: por un lado, son contempladas las condiciones materiales, simbólicas, culturales en las que escribieron Silvina Ocampo, Elena Garro y Clarice Lispector en sus respectivos países; por otro, es escrutado el horizonte de recepción crítica de la obra de cada una de ellas, en especial en lo que atañe a la perspectiva de los estudios de género. Rossi pone en contacto esa variable de análisis -enfocada en el lugar marginal, doméstico, económicamente parasitario al que se suponía estaban destinadas las mujeres todavía en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado- con el carácter que asumen en la ficción las relaciones de poder que establecen las "amas" o "señoras" de la casa con sus criadas. En las interpretaciones, siempre lúcidas y sutiles, se manifiestan construcciones identitarias sofisticadas, contradicatorias, que traman elementos intra y extranarrativos, permeando y enriqueciendo el terreno de las representaciones ficcionales.

Otro de los aportes valiosos del libro es la elaboración de un aparato crítico, a falta -argumenta la autora- de un marco de teorizaciones previas "que dé cuenta de las complejidades y singularidades del servicio doméstico ficcional de un modo convincente” (24). Esta red de nociones propias o apropiadas -"sirviente literario", "trabajo afectivo", "armas del débil", entre muchas otras- se afina y modula en cada una de las lecturas con el fin de atender, de modo tan riguroso como sensible, "a las construcciones ficcionales en términos narrativos". La lectura sigue la huella de algunos interrogantes que orientan su marcha: cuáles son los lugares -narrativos, sociales, domésticos- que ocupan las sirvientas en las ficciones; "cómo se construyen y se tratan sus cuerpos, qué sentidos ponen a funcionar y para qué utilizan sus voces y sus voluntades, cómo se inscriben en las gramáticas domésticas y cómo las alteran, de qué depende su invisibilidad y cuáles son sus efectos" (34). La mirada se orienta así hacia la distribución espacial y simbólica de los cuerpos, procurando diseccionar relaciones de dependencia material y afectiva siempre ambivalentes. El lugar fronterizo entre el adentro y el afuera -de la casa, de la familia- que ocupan los sirvientes de ficción vuelve sus acciones especialmente interesantes.

Una de las hipótesis principales del libro sostiene que el corpus de la investigación se singulariza respecto de otras representaciones literarias de los sirvientes al darles a estos una inusual centralidad; no por enaltecerlos u otorgarles una relevancia que la sociedad les niega, sino por dotarlos de una suerte de dignidad narrativa, por poner en acto el deseo de contar sus vidas. Observa Rossi:

Apartándose de las ficciones que aspiran a un verosímil estrictamente realista con la mirada restringida a "los de arriba" -donde los sirvientes se limitan a servir el té, poner la mesa, abrir puertas y anunciar la llegada de personajes dignos de tal nombre- o con el énfasis puesto en los infortunios de la virtud -donde las desgracias corroboran la superioridad moral de los desposeídos-, ciertas ficciones se rebelan contra la mímesis del mandato social que prescribe ignorarlos. Al soslayar el principio de invisibilidad del servicio impuesto por el decoro doméstico, estas ficciones permiten que lo de abajo "llegue", dejan de mirar "desde arriba" y, en última instancia, reconocen esta clase como espacio -marginal, pero espacio al fin- donde pasan cosas dignas de ser contadas. Las ficciones que así resisten son el objeto de este libro. (40).

El corpus que recorta la investigación muestra, ciertamente, regularidades que justifican la creación de una constelación textual y de una perspectiva común de lectura, y permite observar, gracias a las rigurosas argumentaciones, los matices y particularidades de cada una de las obras. La primera distinción importante es la que se realiza entre los textos de Victoria Ocampo y Rosario Castellanos -cuyo análisis se incluye como apéndice de la introducción del libro- y los de Silvina Ocampo, Garro y Lispector. En los escritos autobiográficos de las dos primeras se puede leer una voluntad de salvaguarda moral ante la evidente relación de explotación -que incluye la cosificación, el afán de "mejoramiento" y, en el límite, la denegación de una identidad- que mantienen con sus sirvientas. Al "uso" que realizan del cuerpo de sus criadas en la vida real se suma el "uso" literario que supone la figuración de un vínculo con el fin de expiar culpas y ensalzar la imagen de la patrona.

En los tres capítulos que siguen, dedicados a Ocampo, Garro y Lispector respectivamente, la relación entre amas y sirvientas escapa con más frecuencia al control autoral y encuentra, gracias al ejercicio de la close reading, sus inflexiones particulares. La lectura va desgranando así rasgos temáticos y formales que dibujan las cartografías políticas de esos mundos domésticos, mostrando sus zonas de contacto y sacando partido de las divergencias. Uno de los aciertos más destacables del libro es, en este sentido, la atención constante a la dimensión material, espacial de los vínculos interpersonales. En el caso de Silvina, los análisis revelan cómo las narraciones trastocan el orden jerárquico de los personajes a través de un movimiento del foco narrativo. "Así, sus narraciones despojan de su autoridad a los personajes servidos y la depositan en los servidores, desplazando a los primeros hacia los márgenes del campo visual mientras los segundos ocupan el centro" (263,264). En el caso de Garro, Rossi señala que, en cambio, "criados y criadas permanecen en segundo plano, en un relegamiento que les permite escamotear sus acciones y sus presencias a la vista de otros personajes y, en ocasiones, de los mismos lectores" (264). Y en la nouvelle titulada Apaixão segundo G. H., de Lispector, se observa "la tensa coexistencia de empleadas y de patronas en el mismo plano" (265), produciendo representaciones de sirvientas capaces de disputar espacios y desafiar estereotipos al encarnar la ambición, el deseo, la voluntad de poder.

El libro se cierra con una reflexión sobre las consecuencias críticas de posar la mirada sobre vidas históricamente invisibilizadas. El crecimiento de la cantidad y relevancia de representaciones del servicio doméstico en obras literarias y audiovisuales recientes y la proliferación de estudios enfocados en el tema ponen en evidencia una transformación de los modos de percibir e imaginar el vínculo sirviente-servido, aproximándose a él no solo con una mirada sociopolítica, histórica, económica, sino también de un modo sensible e imaginativo, poniéndoles cuerpo, vida, a esos personajes con frecuencia aplanados, desdibujados. "Se trata de una función política del arte no siempre contemplada como tal: no solo la de crear mundos posibles sino la de alimentar la imaginación" (313).

Si las ficciones estudiadas pueden ser consideradas emancipadoras es porque logran crear personajes misteriosos, perturbadores, soberanos, que a su vez dislocan la gramática narrativa al disputar un espacio que no les ha sido otorgado ni en la vida real ni en la mayor parte de las ficciones que los representan. Ficciones de emancipación apuesta por iluminar esos momentos en los que la literatura da voz a aquellos que suelen permanecer en silencio; en este sentido, constituye una contribución de primer orden para el ámbito de los estudios literarios latinoamericanos, al tiempo que ofrece herramientas para volver a pensar el carácter ético y político de nuestra práctica crítica.

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