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Perífrasis. Revista de Literatura, Teoría y Crítica

Print version ISSN 2145-8987

perifrasis. rev.lit.teor.crit. vol.14 no.28 Bogotá Jan./Apr. 2023  Epub Jan 23, 2023

https://doi.org/10.25025/perifrasis202214.28.06 

Artículos

Conversación con Paula Marcela Moreno Zapata: racismos en la literatura colombiana

Conversation with Paula Marcela Moreno Zapata: Racisms in the Colombian Literature

Conversa com Paula Marcela Moreno Zapata: racismos na literatura colombiana

CRISTIAN CAMILO BAQUERO VALBUENA1 

1 Universidad de los Andes, Colombia cc.baquero10@uniandes.edu.co, Magister en Literatura, Universidad de los Andes.


RESUMEN

En el 2010, el Ministerio de Cultura de Colombia, encabezado por la entonces ministra Paula Moreno, publicó La Biblioteca de Literatura Afrocolombiana (BLACOL). Esta colección busca garantizar el reconocimiento y visibilización de la literatura escrita por hombres y mujeres negros en Colombia dentro de un campo literario que, históricamente, se ha caracterizado por configurarse en torno a prácticas excluyentes motivadas, principal pero no exclusivamente, por cuestiones "raciales". Esta entrevista realizada a Paula Moreno tiene como principal objetivo reconocer los procesos de gestión, selección, edición y publicación de las obras que componen la BLACOL, así como también examinar los escenarios y dinámicas sociales que revisten la publicación de la colección. Esto con el fin de comprender la publicación de esta colección como una acción afirmativa dentro del excluyente campo literario colombiano.

PALABRAS CLAVES: raza; racismo; literatura afrocolombiana; negredumbre; segregación; literatura colombiana; sociología de la literatura; Colombia

ABSTRACT

In 2010, the Colombian Ministry of Culture, led by Paula Moreno, minister at the time, published the Library of Afro-Colombian Literature (BLACOL, acronym in Spanish). This collection seeks to guarantee the acknowledgment and visibility of the literature written by black men and women in Colombia within a literary field that, historically, has characteristically been configured along exclusionary practices motivated, mainly but not exclusively, by "racial" criteria. This interview with Paula Moreno is aimed at delineating the management, selection, editing and publication process of the works that constitute BLACOL. Additionally, it examines the scenarios and social dynamics that underly this collection with the aim of understanding the publication of this collection as an affirmative action within the exclusive Colombian literary field.

KEY WORDS: race; racism; afro colombian literature; negredumbre; segregation; colombian literature; sociology of literature; Colombia

RESUMO

Em 2010, o Ministério de Cultura da Colômbia, liderado pela então ministra Paula Moreno, publicou a Biblioteca de Literatura Afro-colombiana (BLACOL). Esta coleção busca garantir o reconhecimento e a visibilidade da literatura escrita por homens e mulheres negros na Colômbia dentro de um campo literário que, historicamente, tem sido caracterizado por se configurar em torno de práticas excludentes motivadas, principalmente, mas não exclusivamente, por questões "raciais". Esta entrevista a Paula Moreno tem como objetivo principal reconhecer os processos de gestão, seleção, edição e publicação dos trabalhos que compõem a BLACOL, além de examinar os cenários e dinâmicas sociais que envolvem a publicação da coleção. Isso, a fim de compreender a publicação desta coleção como uma ação afirmativa no excludente campo literário colombiano.

PALAVRAS CHAVE: raça; racismo; literatura afro-colombiana; negredumbre; segregação literatura colombiana; sociologia da literatura; Colombia

1. Introducción

En el año 2010, en el marco de la conmemoración del bicentenario de la Independencia de Colombia, el Ministerio de Cultura -encabezado por la entonces ministra Paula Marcela Moreno- publicó La Biblioteca de Literatura Afrocolombiana (BLACOL) y La Biblioteca Básica de los Pueblos Indígenas de Colombia. Como dictan los encabezados de estas colecciones en la página web del Banco de la República, estas bibliotecas tienen como principal intención reconocer y visibilizar las producciones literarias de grupos étnicos y raciales diversos, lo que lleva consigo una inherente reivindicación de los valores culturales de dichos grupos. Puntualmente, respecto a la BLACOL, en "Haciendo visibles a los invisibles", Paula Moreno esgrime que la colección hace parte de un proceso nacional que busca garantizar el reconocimiento de la diversidad cultural colombiana, por lo que el propósito fundamental de esta es "constituirse en un acervo del patrimonio cultural del país al reunir, preservar y difundir la literatura de temática negra en Colombia y ponerla al alcance de todos" (Moreno 20). Entendiendo el papel de Moreno como representante del Estado colombiano, las palabras antes citadas se revisten de un valor significativo puesto que conlleva, entre otras cosas, la aceptación por parte de la institucionalidad de la existencia de prácticas discriminatorias, fundadas en una jerarquización racial latente y evidente en la conformación y consolidación de la nación colombiana, prácticas que permean el campo literario. Frente a este asunto, el abordaje crítico de las obras que componen la BLACOL además de los procesos de gestión, construcción y publicación, permite poner de manifiesto las relaciones que existen entre el racismo estructural de las instituciones colombianas y el campo literario que allí se gesta, relaciones que han configurado una serie de racismos culturales que se han incrustado en el campo literario de este país y que se materializan en la constitución de un canon excluyente y discriminador, donde las voces autoriales disidentes (ya sea por cuestiones de género, raza, clase social o ideología política) no han tenido lugar; al mismo tiempo que configura conceptos que limitan e invisibilizan el complejo fenómeno de las literaturas escritas por hombres y mujeres negros en Colombia.

Con la ya mencionada intención de reconocer el escenario en que se gestó la colección, tuvo lugar esta conversación con Paula Marcela Moreno Zapata, principal responsable de la publicación de la BLACOL. Paula Moreno es, hasta la fecha, la persona más joven en ocupar un cargo ministerial en Colombia, pues fungió como ministra de Cultura durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez en el año 2007 con 28 años. Además, es la primera mujer afrocolombiana en ocupar un cargo público de este tipo. Su designación se dio en medio de un momento particular de la política internacional colombiana, puesto que su nombramiento en el gabinete ministerial contribuyó a que la bancada afro en el Congreso estadounidense apoyara la aprobación del TLC con Colombia, en tanto el Black Caucus "amenazaba con bloquearlos debido a la presencia nula de afrocolombianos en el alto gobierno" (La Silla Vacía). Aunado a esto, la designación de Moreno responde también al reconocimiento por parte del gobierno de turno de ciertas necesidades respecto a la implementación de políticas de inclusión de comunidades que, históricamente, han sido marginadas del ejercicio de la política pública. A su gestión como ministra se suma su trayectoria como académica (fue profesora en la Universidad Autónoma de Colombia y en la Universidad de los Andes), su activismo político (desde el 2010 preside la Corporación Manos Visibles, fundación que se encarga de gestionar, impulsar y contribuir a redes de trabajo comunitario que contribuyan al fortalecimiento del tejido social y a la mejora de la calidad de vida de las comunidades vulnerables) y escritora (en el 2018 publicó su libro El poder de lo invisible: Memorias de solidaridad, humanidad y resistencia). Su trayectoria y su papel en la construcción de la BLACOL hacen de Paula Moreno una voz de gran importancia para el reconocimiento del estado actual de la literatura escrita por hombres y mujeres racializados en Colombia, reconocimiento que motiva la apertura de un debate respecto al racismo literario existente en Colombia que implica cuestionar categorías incrustadas en el campo literario, como por ejemplo la categoría de "literatura afrocolombiana". Adicionalmente, es importante reconocer la existencia de varios problemas que subyacen a la colección, principalmente, la falta de diversidad de género en la constitución del comité editorial, la limitada exploración de géneros literarios y adopción de rótulos que, de una u otra manera, reproducen o instauran imágenes preconcebidas respecto a obras literarias escritas por hombres y mujeres racializados, tal y como sucede con la categoría de literatura afrocolombiana. Esto, en últimas, conlleva a reconocer que este tipo de acciones no son suficientes para salvar la suerte de deuda histórica que tiene la literatura colombiana respecto a las literaturas de hombres y mujeres racializados; sin embargo, son acciones que denotan el camino a seguir para sortear y afrontar las brechas históricas que hoy en día se nos hacen evidentes, camino en el que el ejercicio académico, dada la posibilidad de convertirse en un ejercicio desalienador y liberador, debe fungir un papel protagónico. Apelando a esto, considero importante enunciar una breve definición de lo que entiendo como Literaturas de la Negredumbre, sustantivo que surge luego de un análisis crítico de las obras que componen la BLACOL -especialmente de la obra ensayística de Rogerio Velásquez y Manuel Zapata Olivella-, el contexto en el que fue posible la publicación de esta colección y los movimientos que esta generó dentro del campo literario. Las Literaturas de las Negredumbre son todas aquellas obras literarias producidas por hombres y mujeres racializados que se reconocen como parte de la Negredumbre, lo que implica un reconocimiento del lugar histórico que ha ocupado, las prácticas segregadoras que sobre ella han recaído y las resistencias que en ella se han gestado. Estas obras abogan por reconocer los lenguajes vivenciales como lenguajes literarios; los elementos que hacen parte de la experiencia diversa de lo negro como objetos con un valor estético inherente; la posibilidad de quebrantar arquetipos respecto a los personajes, escenarios y realidades que se relatan desde los discursos literarios y los vínculos con las narraciones orales y la memoria colectiva de los pueblos negros. Los elementos enumerados no se sobreponen unos a otros, más bien existen como el abanico de posibilidades que contienen las obras que se asocien a dicha categoría, en tanto se constituyen como caminos múltiples para expresar la identidad negra que reconocen y dignifican la realidad histórica y actual de los hombres y mujeres que conforman la Negredumbre. La entrevista que a continuación se transcribe se desarrolló el 11 de marzo de 2022 vía zoom.

Cristian Baquero: quisiera hacerte un par de preguntas sobre todo lo que fue la gestión del proyecto. Entonces, para empezar, considero necesario aclarar que tú fuiste la ministra de Cultura entre 2006 y 2010, y a finales de ese periodo salió la BLACOL.

Paula Marcela Moreno: exacto. Fue en la conmemoración del bicentenario y la colección salió antes de que yo terminara el periodo. Yo entregué la colección y dejamos además los ejemplares en todas las bibliotecas del país.

CB: ¿cuándo se pensó el proyecto? ¿Cuánto tiempo tomó la gestión y la realización de la biblioteca?

PM: mi enfoque en el Ministerio de Cultura fue "Colombia diversa, cultura de todos, cultura para todos", es decir, un enfoque que entendió la cultura no solo como representación de ciertas élites o de ciertos grupos, sino como en realidad es, como un tema que desde lo público debe hacer visible todo lo que representa la nación: diversidad generacional, género, poblaciones, etc. Entonces, bajo ese enfoque aparece el tema de las comunidades étnicas, en donde es evidente que una de las grandes exclusiones culturales es respecto a la literatura. Yo lo viví y eso te lo digo, porque fue parte de mi reflexión. Nosotros preparamos el año Tomas Carrasquilla, todo el mundo se unió. Luego preparamos el año Obeso-Artel y cuando fue el año Obeso-Artel, la mitad de la gente dijo: "¿Pero por qué van a rendir homenaje a estos poetas al mismo nivel de los otros ?". Entonces, en parte, allí me di cuenta de que uno de los vacíos que tenemos (no en nuestra historia sino en nuestro presente, y si no trabajamos, en el futuro) es ese registro de los escritores que han narrado la vida y las comunidades, y han pensado el país desde su diversidad, en particular los escritores negros y los escritores indígenas. Por ejemplo, no todas las obras de Manuel Zapata Olivella estaban publicadas; con Arnoldo Palacios existen algunos ejercicios sobre su obra, pero no una publicación de esta obra. Son figuras grandes de la literatura de las que hablo y hay muchos más escritores que no lo son, porque, primero, la mayoría de los autores negros se han autopublicado o los han publicado afuera, como pasó con Arnoldo, pero no han tenido un espacio en el sector editorial colombiano. Las grandes editoriales no han tenido un interés por estos escritores, y además se justifican con un cliché bastante complejo: las comunidades negras y las comunidades indígenas somos más orales, que manejamos tradición oral. Esta es una de esas cosas que a mí me dicen líderes culturales muy reconocidos en este país. Yo les digo: ¿cuál es la diferencia que tiene cualquier líder afro con Toni Morrison? Dime, ¿biológicamente dónde se supone que somos más orales? ¿Sucede que no tenemos acceso a las publicaciones? O más bien, ¿han tenido acceso a editoriales y demás temas de publicación los escritores afro? Existe entonces una exclusión cultural, exclusión que nos parece crítica en la narrativa nacional, en el relato de esta nación, porque esos vacíos no son anecdóticos, sino que son vacíos que generan una invisibilidad sistémica de la diversidad, una falta de comprensión, una falta de lectura del escenario y una falta de procesamiento del pensamiento de las diversidades del país. Ante esa exclusión, especialmente frente al caso del sector literario, este ejercicio fue una de las respuestas, en el que quisimos decir: "... perfecto, vamos a hacer esa publicación". Entonces, bajo el liderazgo de Melba Escobar, quien en ese momento era la coordinadora de literatura y, con el precedente del año Obeso-Artel, empezamos a hacer los talleres de escritura creativa buscando más escritores afrodescendientes e indígenas. Pero, además, encontramos que, en el marco de la conmemoración del bicentenario de las independencias, era fundamental hacer un ejercicio para la historia: publicar una biblioteca de escritores y escritoras afro. Este ejercicio se preparó con un grupo de expertos -entre ellos algunos que ahora ya no están como Roberto Burgos Cantor, gran amigo, un grande de la literatura colombiana-, contó con historiadores como Alfonso Múnera, conocedores como Darío Henao de la Universidad del Valle y Alfredo Vanín. Así, conformamos un equipo, que hoy miro con una perspectiva histórica y reconozco que allí nos faltó mayor representación de género en ese grupo de expertos, pero que reunía diferentes miradas que provienen de diferentes regiones. Además, esto permitió realizar alianzas con un grupo de universidades, porque cada uno de los miembros del equipo tenía un vínculo con estas instituciones; por ejemplo, Roberto Burgos tenía un vínculo con la Universidad Javeriana y Darío Henao con la Universidad del Valle, etc. Entonces, este grupo de expertos trabajó en la colección e hizo la selección. También buscamos un gran editor, hicimos un diseño de las portadas, todo un trabajo extenso, pensando que esta colección sería una colección para la historia, diciendo: ". vamos a hacer visible lo invisible" y que eso invisible va a estar en todas las bibliotecas del país y va a ser un material de consulta para la historia.

CB: esto último condensa lo que es el objetivo principal de esta colección, que es visibilizar a esos autores que históricamente no han sido parte del campo literario, es decir, aquellos que no han tenido su lugar en las letras colombianas.

PM: totalmente. Y, además, decir: "Ombe, es muy importante reconocer" (sic). Y tú sabes que nosotros publicamos la Biblioteca Afrocolombiana y la Biblioteca Indígena también. Para nosotros era clave en el bicentenario, desde la perspectiva literaria, no solo conmemorar a estos héroes que hacen parte de una perspectiva del pasado que deslegitima el aporte de todos para las independencias que se siguen gestando en el país, sino que precisamente es muy importante el rol de los escritores que han narrado, que se han anticipado, que han contado el país desde los territorios, porque este es un país de regiones. La BLACOL también nos abre a los territorios que también han sido invisibilizados de forma sistémica, como el Pacífico o como esas raíces que hay en otros territorios como el Caribe, como esa diversidad que allí existe.

CB: lo que se puede inferir es que en Colombia se piensa el mundo cultural como lo que pasa exclusivamente en las ciudades, que son predominantemente mestizas-blancas. Esto hace que todo el campo literario-académico del país sea fuertemente racista, dado que existe y ha existido un racismo estructural y que se extiende a los ámbitos de la cultura. ¿Qué podrías decir tu sobre este racismo que ha permeado las instituciones culturales, académicas y literarias?

PM: yo publiqué mis memorias que se titulan El poder de lo invisible. Las publiqué hace ya tres o cuatro años con Random House y allí escribo un capítulo sobre eso y analizo la reacción que tuvo la Biblioteca de Literatura Afrocolombiana, porque, de hecho, se generó un escándalo en la revista Arcadia. Todo porque yo había destinado unos recursos importantes, que eran los mismos recursos que había destinado para el año Carrasquilla, para hacer esta Biblioteca. Entonces se dijo que eran demasiados recursos para esta colección. Pero eran los mismos recursos que habíamos invertido en otras cosas. Además, había el tema de un tiraje muy amplio para investigación, bibliotecas, que fue hecho con la mejor calidad, con una curaduría y con un gran trabajo de fondo. Entonces, frente a la pregunta, lo que te digo es que sí. Obviamente, las élites culturales de este país también son muy perversas, y creo que tenemos que reconocer la perversión de las exclusiones culturales. En este momento me encuentro en el proceso de escritura de mi segundo libro, y parte de la reflexión que tengo ahora es que a veces pretendemos ser los progresistas, los liberales, los que sí entendemos, pero al final somos los más excluyentes. O sea, lo que te decía, el argumento de que las comunidades negras e indígenas son más orales que escritas es muy conveniente para mantener un mundo blanco-mestizo en la literatura en el país y recalcar que son los blancos-mestizos los que escriben, los que piensan, los que estudian en la Universidad de los Andes, y son quienes en realidad están narrando este país. Esto es parte del conflicto que tenemos. Entonces, sin duda hay unas élites culturales que, además, no asumen su responsabilidad ética que va más allá de un libro. Todos ustedes que estudian literatura saben que eso moldea e influye en el liderazgo de un país, o sea, es muy importante reconocer y visibilizar esa diversidad étnica, esas otras voces y el rol autorreferencial de esas voces. Yo insisto mucho con eso, porque pasan este tipo de cosas. Por ejemplo, hace poco leí un artículo que se titulaba "El boom de la literatura del Pacífico". El primer referente que aparece es Tomás Gonzáles, el segundo es Pilar Quintana, y ya de última viene Velia Vidal. Allí es donde tenemos que valorar la autorreferencia. Es decir, en el litoral Pacífico las voces de Alfredo Vanín o de Arnoldo Palacios no se pueden reemplazar, ni siquiera aunque otro autor haga referencia a su experiencia en el Chocó. No es posible reemplazar la narrativa de un escritor chocoano. Yo pude haber vivido en Medellín, pero no reemplazo la voz de una escritora antioqueña. Frente a estos temas aparece la gente y dice: "Ah, no, es que ahora quieren que toda la escritura sea negra, entonces es casi que un gueto". No, no, no. Se necesitan las dos cosas. La mirada externa es válida y nutre la mirada interna, pero se necesita una voz interna; y se necesita una generación de escritores que hablen desde lo indígena, desde lo afro, desde las mujeres, desde las regiones. Se necesita esa voz, se necesita promoverla porque, si no, el relato de nuestro país es incompleto y la memoria también. Entonces, no es por hacerle un favor, que porque es negro. No. Es de esa mirada que nos estamos perdiendo, y es que el problema es profundo. Te cuento una anécdota más contemporánea. Hace unos días me reuní con un equipo de creativos para mirar posibilidades de películas desde la perspectiva de equidad racial. Entonces, desafortunadamente, y por eso te digo que las exclusiones culturales son muy perversas, no tenemos muchos directores de cine negros. No tenemos. Pero a ellos les interesaban no solo las personas negras como protagonistas, sino como guionistas, directores, productores, es decir, detrás de escena, la mirada entera. Al buscar películas de este tipo, hay muy pocas; hay una o dos. Entonces, ellos preguntan acerca de lo que se puede adaptar, qué libros se pueden adaptar. Y si yo pregunto, ¿qué libros se pueden adaptar? Bueno, Las estrellas son negras de Arnoldo, alguna otra cosa de Manuel. Y lo que ellos me dicen es: "Paula, ¿ustedes más o menos como afrodescendientes e indígenas por cuánto cuentan en Colombia?". Ante esto, le dije: "Entre la gente que se reconoce y que no se reconoce como 10 millones de personas, que viene a ser el diez o veinte por ciento en ese margen del país". Y me dijo: "Bueno ese es el peso que nosotros tenemos como afroamericanos en Estados Unidos en términos porcentuales. Y tú nos preguntas qué libro adaptar y mira, la mayoría de nuestras series son libros de personas negras que estamos adaptando en el cine. ¿En Colombia qué hay?". Aquí no hay casi nada. ¿Por qué? Porque además ha faltado mayor inversión, porque además del sector editorial hay una mirada muy sesgada. Tampoco se ha hecho un ejercicio como el que están haciendo ustedes con la BLACOL, que consiste en reconocer que estas narrativas son muy importantes para el país y que necesitamos estudiarlas al mismo nivel que estudiamos las de afuera y otras de acá. Necesitamos integrarlas, porque ese conocimiento es valioso y es parte del ejercicio ético que nosotros tenemos como personas que promueven la literatura, como personas que entienden la literatura y que se nutren también de eso, para tener un dialogo más universal. Y te cierro con esto: este ejercicio de volcar la mirada sobre la BLACOL lo hicieron en Harvard. Yo llevé la biblioteca a Harvard y lo hicieron. Doris Summer lo hizo con sus estudiantes en Harvard. En Notre Dame lo hicieron. O sea, en una cantidad de espacios lo han hecho, en tanto que es un elemento que muy pocas veces reconocemos, que hacemos el clic. Por ejemplo, un escritor como Manuel Zapata, con quien hicieron todo un ejercicio con su archivo en una universidad de Estados Unidos, le rindieron homenaje, programaron un año, hicieron todo esto. Él no le habla solo a Colombia, sino que le habla al mundo de esa diversidad que hay y le habla también a esos mil quinientos millones de afrodescendientes que son la tercera diáspora más grande en el mundo entre el continente africano y el resto del planeta. A eso voy: sin duda es también necesario confrontar, es muy importante que los estudiantes reflexionen y se planteen otros paradigmas, entendiendo que eso moldea también todas las decisiones de un país. Moldea el imaginario de un país, moldea e influencia. Entonces, me dicen: "¿Qué películas hacemos ?". Y la verdad es que no hay casi publicaciones.

CB: ¿se podría decir que el problema no es que no haya publicaciones, sino que no tienen visibilidad y no circulan?

PM: frente a eso, creo que ustedes deberían hacer incidencia en esas cosas. Yo acabo de estar hace dos semanas en Brasil y en todas las librerías comerciales está Chimamanda, está Toni Morrison, están todos estos escritores. Está Michelle Obama. Pero también hay una mesa de escritores afrobrasileños. Una mesa con treinta títulos de escritores afrobrasileños. Es impresionante. Han cambiado en cinco años eso; han generado iniciativas. Y esa incidencia hay que hacerla. Acá, en este país, se va a las librerías y todavía tenemos en el imaginario que ni lo negro ni lo indígena venden, a no ser que alguien externo pague. Entonces, si un afroamericano viene, "yo le pago", ahí sí, de una publicamos y ponemos en la librería; si no, no. Por ejemplo, incluso con una editorial en el mes de las mujeres, yo les decía: "Miren, mujeres como Ilía Calderón, mujeres como yo, que hemos publicado ya con editoriales grandes, pero ustedes no nos incluyen en la conversación en el mes de las mujeres". La escritura de este país es blanca-mestiza y de mujeres mestizas y eso sucede cuando promovemos las mujeres, pero no entendemos. ¿Cómo hacemos para cambiar ese sistema? Es muy importante que uno vaya a las librerías y encuentre a estas otras voces, pero si las editoriales no abren la puerta, no las publican y no entienden, es muy complicado.

CB: son sistemas que funcionan ahí, que operan todos en pro de esa invisibilización y es importantísimo pensar también en términos de género. Tú ahora hiciste la anotación sobre la falta de una perspectiva de género en la conformación del equipo que hizo parte de la producción de la colección. ¿A qué podrías atribuir eso? ¿Realmente no existe participación de mujeres en estos campos editoriales o fue una decisión más que correspondió a la conformación del grupo editorial y la selección?

PM: todos hemos ido aprendiendo, y lo que yo he aprendido en los temas de equidad es que uno tiene que ser intencional. La gente critica mucho las cuotas, pero yo creo que uno tiene que ser intencional y actuar, es decir, tener mitad y mitad, tener paridad. Nos hizo falta esa decisión a quienes estábamos manejando el proyecto en ese momento. Hizo falta buscar a esas académicas jóvenes que hoy conozco y que pudieron ayudarnos y apoyarnos en esa tarea. Buscarlas afuera, donde ellas estén, porque obviamente es una mirada diferente la de una mujer negra y la de un hombre negro; es diferente la mirada de una académica que ha analizado estos temas. Es diferente. Si bien, para las mujeres que están en uno de los tomos fue importante, para las poetas. Recuerdo muy bien que Mary Grueso me dijo: "¿Por qué a nosotras no nos sacaron? Solo nos sacaron a todas en un libro". Yo le dije: "Tienes toda la razón, Mary, nos faltó, nos faltó". Y nos faltó buscar más y mirar más obras, y nos faltó. Hay que ser mucho más intencional en este ejercicio, sin duda. Hay que ser muchísimo más intencional.

CB: claro, en Antología de poetas afrocolombianas hay 56 poetas en un solo libro...

PM: ese fue un error que se cometió, pero que hoy reconozco gracias a que en esta década he evolucionado y he adquirido esa conciencia. A veces se cree que por ser mujer ya se tiene la mirada y no. Uno debe hacer un ejercicio de formarse y pensar, y que en el día a día las decisiones que uno tome sean consecuentes para ampliar esas voces. Eso fue hace diez años, yo tenía en ese momento treinta años. Imagínate, treinta y alguito. Pero yo creo que para ustedes que son estudiantes es fundamental que entiendan el ejercicio político de la literatura. Yo molesto mucho a la gente, les digo que cuando uno va y compra un libro está votando también, está generando su conciencia como ciudadano. O sea, ir a comprar un libro, recomendar un libro, es una decisión de pensamiento crítico y sistémico. Eso es clave, y ese ejercicio que ustedes están haciendo desde la academia es muy importante. Por eso cuando me contactaron fue una felicidad. Saco tiempo para esto, porque qué felicidad que ellos se planteen desarrollar liderazgos desde la literatura, desde la vanguardia, y no de élites cerradas literarias, que además perpetúan las exclusiones. Se sabe que los estudiantes de literatura en Los Andes predominan e influyen en las decisiones del sector editorial y en muchas otras cosas, en los nuevos escritores del país. Si hacemos el análisis, muchos de los que están en las grandes ligas pasaron por Los Andes. Entonces, es importante realizar este tipo de acciones porque, si no es así, se van a seguir moldeando este tipo de pensamientos que desde un grupo muy pequeño no van a posibilitar la existencia de una mirada política de la literatura, pensamientos que moldean lo que nos imaginamos de este país, lo que pensamos de este país. Esto necesita de todos.

CB: respecto a la categoría de literatura afrocolombiana y lo que esta implica, por ejemplo, en la construcción de una idea homogénea de lo que son estas manifestaciones literarias, ¿qué perspectiva tienes tú sobre esta problemática que implica la categorización?

PM: en El origen de los otros y en La fuente de la autoestima, los dos últimos libros de Toni Morrison, ella, como esta experta en literatura y gran escritora que es, nos regala todo su discurso político. Allí, explica el tema de la raza como una invención, como otra guerra, como otro sistema de dominación como los que estamos viendo hoy. Entonces, la raza es una invención que genera una subcate-gorización de unos seres humanos, con una intencionalidad más allá de subyugar, de generar todas estas cosas y decir: "Ustedes no, ustedes ocupan eso, ustedes son los que sirven, nosotros somos los que tenemos poder". El tema racial es una invención de estas dimensiones que se manifiestan, por ejemplo, con todo el proceso de esclavización, donde generamos la dominación de otros seres humanos a la fuerza, con violencia, etc. Eso pasó hace un siglo y medio. Son dos o tres generaciones, es decir, ese sistema todavía existe. Mi abuela tenía personas de su familia marcadas con el sello de propiedad de esclavos de la familia Arboleda en el norte del Cauca. Son una o dos generaciones, y es un tema que todavía está en nuestro sistema mental. Entonces, para responder la pregunta hago esa explicación, para entender el trasfondo. No es casualidad que no estemos representados en muchos espacios, ni es casualidad que no nos publiquen, ni es casualidad que la gente diga que lo negro y lo indígena no venden en este país. Eso no es casualidad. Es una mentalidad que se ha creado con un sistema de dominación, que viene de antes y que venimos cargando, y que se debe hacer explícito. Poner el tema de afrocolombiano es reconocer la excepcionalidad para llegar a la normalidad. Debería ser normal y que uno no tuviera que usar la BLACOL para ello. Si uno estuviera en las librerías, llegara y viera escritores negros allí, sería normal; pero como no es normal, no es natural. Y si no hacemos un ejercicio de decir "somos visibles" y tenemos un acervo literario en este país, que queremos que nos vean, y llevamos tantos siglos y ustedes no nos han publicado y no nos han visto y no estamos en las bibliotecas, eso implica que uno haga una acción que algunos llaman afirmativa, que uno diga: "Aquí, mírame, aquí estoy, aquí estamos y somos muchos". Si fuera normal, entonces tu irías a una librería y ni siquiera tuvieras que decir: "Quiero leer a estos autores", sino que tú ves, ahí hay dos, hay cinco; lo que te digo que acabo de ver en Brasil. Que entras a una librería en Estados Unidos y tú no tienes que pedir la colección de autores afro porque están en todo lado, pero aquí no. Tocaba hacerlo así, y aprovechando la oportunidad del momento histórico, aprovechando que había una voluntad. De la publicación de la BLACOL pasó una década. ¿Cuánta gente negra ha publicado que sea conocida nacionalmente y que esté en una librería en esta década, desde que se publicó la biblioteca? Ilía Calderón, que la publican en Estados Unidos, y llegan acá las memorias dos años después. Y llegan porque es Random House, es global, y cómo no, si es una periodista de CNN. Está Fernando Montaño, pero que tuvo que ir al Royal Ballet, figura en Londres. Está Alfredo Múnera en Planeta. Y somos diez millones de personas. Velia Vidal que está con Laguna. Se me escapara alguno, pero ¿es natural ver escritores afrodescendientes en las librerías de este país ? No. ¿Es natural encontrar esas voces ? No. Es necesario seguir haciendo el ejercicio hasta que pasemos de lo excepcional a lo natural.

CB : en la colección hay una cantidad mayoritaria de poesía en comparación, por ejemplo, a la narrativa, en donde solo hay cuatro novelas de las cuales podemos decir que dos que antes de la colección hacen parte del canon literario, como la de Manuel Zapata y la de Arnoldo, y solo hay una novela escrita por una mujer. Entonces, es interesante pensar por qué este género se acerca tanto el concepto de lo afrocolombiano. ¿Qué relaciones hay allí? ¿Qué tanto tiene que ver con la reproducción de ciertos estereotipos? Puesto que a uno le hablan de literatura afro y le hablan de oralidad, de musicalidad, de los tambores que aparecen de forma recurrente en varios tomos de la colección.

PM: lo que pasa es que existen muchas cosas históricas. Uno también narra en la literatura, o sea, yo podía escribir una memoria, al ser la primera ministra negra y contar mi historia. Fernando, siendo el primer bailarín en el Royal Ballet, un bailarín negro de ballet que rompe todos los estereotipos. Ilia, como la gran periodista afrolatina, puede escribir sus memorias. Lo que te digo es que, en géneros como las memorias, hemos sido muy pocos los que hemos alcanzado posiciones de este tipo, además entendiendo nuestro rol en la historia y nuestra voz en ese discurso. Y muchas de esas historias que son apasionantes. Ahora yo estoy escribiendo sobre la líder de las trabajadoras domésticas, María Roa, una mujer fascinante, con una historia fascinante, trabajadora doméstica que ayudó a pasar las leyes que contribuyeron a mejorar las condiciones laborales de todas las mujeres de este país. Y estoy en ese ejercicio con María, porque como este país también ha sido tan clasista, tan elitista, se manda siempre el mensaje de que esas historias narradas desde estas otras perspectivas, que hacen más historia que muchas otras, no son escuchadas. En este país se manda el mensaje de que no nos interesan esas historias, pero en esas historias y en el esfuerzo por ser escuchadas es donde nos estamos jugando la vida, la paz, la inclusión y la igualdad. Y hacemos todo el ejercicio. Yo duré tres años para que me publicaran, y eso que había sido ministra, había trabajado con editores y escritores reconocidos, pero casi que no me publican. Y había sido ministra y tengo un reconocimiento. También es la forma en que se logra en alguna medida entrar, ser aceptado en sus contextos o abrirse espacios en esos contextos que encuentra también en la poesía un lenguaje. Por eso yo escribí una memoria, yo estaba buscando historias de personas que me contaran sus experiencias y pues, en este país ni los presidentes han escrito sus memorias y mucho menos personas desde las comunidades, ni de las mujeres. Se publican entrevistas, pero eso no es una memoria escrita por quien lo vivió, como lo vivió y con una reflexión en su ejercicio. Eso no es lo mismo. Sin duda falta balance y hay que buscar y promover esas historias. Ahora, desde Manos Visibles tenemos un programa que se llama "Vení te leo", que es una apuesta para ayudar a promover escritores, sobre todo afrodescendientes y del Pacífico. En esa apuesta hicimos una convocatoria con el distrito que se llamó AFROTÁ, y allí buscamos escritores afro bogotanos. Eso es decirle a la gente que esas historias nos interesan, que Bogotá también tiene raíces negras, y que la experiencia de ser un joven afro en una ciudad como esta es totalmente diferente a la narrativa del Pacífico, pues se habla otro lenguaje y se habla de otras cosas. Entonces, yo creo que también es mandar ese mensaje, que nos interesa y que sin duda está desbalanceado y nos falta conocer mucho más, promover mucho más y decir: "Estas voces nos interesan".

CB: ¿tú estarías de acuerdo con que no hablemos de una literatura afrocolombiana, sino de muchas literaturas afrocolombianas? Si se reconoce esa multiplicidad, ¿cómo ves la posibilidad de que exista una literatura afro que sea escrita por una persona blanca que tiene una experiencia en el Chocó?

PM: te voy a dar un ejemplo del desbalance que hay en este país y donde está el hueco. Grandes escritores como Malcolm Deas han escrito sobre Colombia. Él es un gran historiador. ¿Malcolm Deas reemplaza a Jorge Orlando Melo que es colombiano y que escribe la historia colombiana? Ojo, porque estamos hablando de las identidades y del poder de las identidades. Muchos hombres han escrito las historias de las mujeres. ¿Reemplazan la voz de las mujeres al escribir su propia historia? La voz de Malcolm Deas es fundamental, es superimportante. Ha formado, pero no te reemplaza a Jorge Orlando Melo, que vivía aquí, creció aquí y es colombiano. Son complementarios. Pero el problema que tenemos es que la historia con los negros es que siempre son narrados y validados desde afuera. Entonces, el Pacífico existe y tiene una literatura cuando van personas de afuera y lo narran. Pero ¿qué pasa con la gente de adentro que lo está narrando y no tienen acceso a los sistemas editoriales? Y esa voz no la reemplaza. ¿Las estrellas son negras pudo haber sido escrita por alguien en Bogotá? ¿Va a reemplazar la voz de Arnoldo Palacios ? ¿Un escritor megabogotano o boyacense va a reemplazar la voz de Manuel Zapata leyendo, comprendiendo ? Por decir algo, el realismo mágico. Existe mucha gente que puede escribir desde otras regiones sobre el Caribe y tener esa mirada ¿Reemplaza la voz de Gabriel García Márquez? Tomás Carrasquilla, por poner un ejemplo. ¿Puedo haber ido a Antioquia y escribir sobre Antioquia? ¿O cualquier otra persona reemplaza la voz de Tomás Carrasquilla? Esta es otra identidad. Yo puedo ir y vivir con los wayuu ¿Te reemplazo la voz de Weildler Guerra? ¿Puedo decir que hago parte de la literatura wayuu? Por ejemplo. en mi segundo libro estoy escribiendo sobre el continente africano. Mi mirada, mis visitas. ¿Pero yo te reemplazo la voz de los contemporáneos africanos que escriben desde allá? ¿Y es válido? Es válido, hay un valor. En este país el lío es que, por clases sociales y por otra cantidad de cosas, se tiene no al mismo nivel, sino hasta con mayor valor el externo que habla sobre el país o el externo que habla de lo afro, o el externo que habla sobre el Pacífico. Es válido, pero para nivelar uno necesita la voz del Pacífico, uno necesita la persona que expresa su experiencia de ser negro siendo negro. Un escritor del Chocó puede expresar la experiencia de ser bogotano. ¿Reemplaza a la voz de la gente que creció y vivió todo el tiempo en Bogotá? Él puede venir a Bogotá y decir: "Yo veo a Bogotá así". Es válido que una persona chocoana escriba sobre Bogotá. ¡Claro que es válido! Es otra experiencia, pero se necesitan las dos. A eso va mi punto. A eso va el tema en términos de identidad. Es lo mismo que en la literatura sobre mujeres. Mucha gente puede escribir sobre mujeres. Los hombres pueden escribir sobre mujeres, pero nadie te puede reemplazar a las mujeres. Ahora lanzaron la biblioteca de escritoras colombianas. ¿Por qué no incluyeron hombres ahí, si los hombres también han escrito sobre las mujeres? Porque esa narrativa masculina ha dominado de muchas maneras. Entonces, balanceemos un poquito. Es lo mismo en lo afro.

CB: eso tiene que ver con dos temas frecuentes en esta conversación. Primero, la auto rreferencialidad en la escritura, ese papel que juega la voz del escritor en los procesos literarios y también con la función política de lo que es está colección, con su papel reivindicador.

PM: existe otro ejemplo. Mira lo perverso que eso es para los niños, por ejemplo. Los libros infantiles aquí. Abres cualquier libro infantil y cualquier niño negro dice: "Yo no vivo en este cuento, no hay nadie como yo". Basta con abrir el libro. Mira el poder de Encanto, la película de Disney, con todo lo que yo pueda decir. Y nuevamente el tema de la diversidad lo pusieron más los americanos que los colombianos. Pero refleja una familia colombiana. Allí los niños se ven. Pero tú vas a una librería acá y buscas un libro para un niño que no tiene ningún sesgo de nada, de nada, no tiene discurso de nada, pero no ve a nadie como él.

CB: Chimamanda Adichie reconoce que en sus lecturas infantiles nunca vio personajes negros ni con el pelo crespo.

PM: ella lo dice: "No vi niñas de color chocolate como yo". Mira la belleza. Niñas de color chocolate como yo. Un niño no tiene sesgos, pero incluso en eso somos perversos. Les decimos: "Usted nació en este país como por accidente, pero este país no se parece a usted". Entonces ahí vamos aislando, excluyendo, sacando. Y quizá, si tuviéramos más escritores de literatura infantil afro e indígenas, pues, tú sabes que en la literatura hay un tema de autorreferencia, o sea, la gente escribe un poquito de lo que es. Cuando uno escribe, así esté escribiendo una novela, uno escribe sus experiencias y lo que uno es. Así yo diga: "Yo quiero escribir tus experiencias como joven mestizo", yo puedo preguntarte, pero yo no voy a transmitir la voz tuya. A eso va mi punto. Con los jóvenes, el otro día, estaba en un tema de liderazgo juvenil y decían: "Ustedes están diseñando todo para jóvenes sin jóvenes, ustedes ya no son jóvenes". Tenían toda la razón. Yo ya por más que quiera escribirle a un joven haré mi intento, pero yo no reemplazo la voz de un joven.

CB: por otro lado, es evidente que en la colección haya tantos contrastes, en tanto que hay varios escritores que ya hacen parte del canon, y al mismo tiempo hay otros escritores relativamente nuevos, poco leídos o que han desaparecido del panorama de lo literario. ¿Existe una intencionalidad en nivelar todas las escrituras? ¿Ponerlas en el mismo nivel para reivindicar el valor que tienen las obras que no se han puesto en circulación?

PM: esa es la naturaleza de lo público. Cuando haces ejercicios públicos se supone que respondes a principios democráticos. Todos sabemos que para un escritor en Tumaco o en Orito, Putumayo, que llega a Bogotá a buscar que lo publiquen, ¿quién lo va a publicar? ¿A quién le interesa su historia? A no ser que conozca a un bogotano que lo apadrine, si no, no entra. Entonces, también lo público es para eso, para reducir un poco esas brechas, porque sabemos que hay muchas de esas personas en esa situación, desde nuestra querida escritora sanandresana que, si viene acá a cualquier editorial y le dice: "Mira, yo creo que tengo una obra", pues de aquí a que se la publiquen, a que esté en una editorial y que esté en una librería. La gran pregunta es esa: ¿Por qué no tenemos eso? Yo les pondría a ustedes una tarea. Miren los últimos años qué han publicado las editoriales y analicen lo que pasa. No es que la gente negra no escriba. Yo no sé de dónde sacaron eso, porque no tiene ninguna lógica. Lo que pasa es que eso ha sido un sistema de dominación muy fuerte de las élites. Ese es liderazgo que ustedes desde la academia deben ejercer, para que no se requiera sacar una biblioteca de este tipo. La BLACOL existe porque no nos publican y no estamos en las bibliotecas ni en las librerías ni nada. Entonces, uno mismo hace su tarea, porque si no lo hacemos así, pues no va a pasar, nadie nos va a conocer.

***

Los elementos enunciados por Paula Moreno permiten establecer aspectos necesarios para desplegar el debate respecto a las relaciones existentes entre la raza como categoría de representación y el campo literario, entre ellos el reconocimiento de la existencia de prácticas racistas y discriminatorias dentro del campo literario colombiano. Dichas prácticas son estructurales y no obedecen, exclusivamente, a las representaciones que se hacen de hombres y mujeres racializadas, dado que se extienden a los escenarios de producción, edición y publicación de textos literarios, prácticas que involucran editores, críticos, lectores especializados, lectores ocasionales, promotores de lectura, gestores culturales, libreros, profesores, estudiantes, periodistas, divulgadores, medios de comunicación y editoriales. Es allí donde la BLACOL emerge como una acción afirmativa, en tanto se piensa y se desarrolla como una acción que pretende reconocer las discriminaciones sistemáticas que han sufrido autores racializados, al mismo tiempo que, mediante el carácter público de esta, democratiza el acceso a estas literaturas y genera una posibilidad real de acceder a las herramientas para la publicación de obras, es decir, poner a disposición de grupos sociales que históricamente han sido alejados de los procesos editoriales los aparatos y agentes que posibilitan dichos procesos. No está de más señalar que esto es posible, en parte, gracias a los innumerables actos de reivindicación y lucha social que se han gestado desde y para las comunidades negras colombianas, lo que configuró un panorama en donde este tipo de acciones afirmativas no son solo posibles, sino también necesarias

Bibliografía

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Munera, Alfonso. Manuel Zapata Olivella, por los senderos de sus ancestros. BLACOL, Mincultura, 2010. [ Links ]

"Paula Marcela Moreno". La Silla Vacía, www.lasillavacia.com/quien-es-quien/paula-marcela-moreno. [ Links ]

Velásquez, Rogerio. Ensayos escogidos. BLACOL, Mincultura, 2010 [ Links ]

Recibido: 06 de Junio de 2022; Aprobado: 19 de Agosto de 2022; Revisado: 21 de Septiembre de 2022

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