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Perífrasis. Revista de Literatura, Teoría y Crítica

versión impresa ISSN 2145-8987

perifrasis. rev.lit.teor.crit. vol.16 no.36 Bogotá sep./dic. 2025  Epub 05-Sep-2025

https://doi.org/10.25025/perifrasis202516.36.04 

Artículos

La comunidad transfronteriza vs. el régimen totalizador: lecturas de Le peuple des terres mêlées, de René Philoctète

The Cross-Border Community vs. the Totalizing Regime: Readings of René Philoctète's Le Peuple des Terres Mêlées

A comunidade transfronteiriça vs. o regime totalizador: leituras de Le peuple des terres mêlées de René Philoctète

DANIELA RITA FERNÁNDEZ HERNÁNDEZ* 

*Máster en Estudios Interdisciplinarios sobre América Latina, el Caribe y Cuba, Universidad de La Habana, Cuba, danielarfh94@gmail.com


RESUMEN

El presente texto tiene el objetivo de analizar la reconstrucción de la Masacre del Perejil de 1937 en la novela histórica Le peuple des terres mêlées, del autor haitiano René Philoctète. Para esto se tuvieron en cuenta la interrelación entre los personajes como reflejo o superación de las ideas antihaitianistas, la construcción del espacio y el tratamiento al trujillismo. La investigación fue interdisciplinaria. Se emplearon los métodos histórico-lógico, el análisis del discurso y el análisis literario. La novela aborda la masacre del 37 a partir de una alta ficcionalización de la historia, entendida como proceso interno y polifónico. Apuesta por la hermandad entre el pueblo dominicano y el haitiano. Hay una crítica a los proyectos de nación monolíticos y a la imposición de fronteras poco permeables teniendo en cuenta las características de las sociedades transfronterizas.

PALABRAS CLAVE: René Philoctète; literatura; historia; siglo XX; dictadura de Trujillo; Haití; República Dominicana; Caribe

ABSTRACT

The present text has the objective of analyzing the reconstruction of the Parsley Massacre of 1937 in the historical novel Le peuple des terres mêlées, by the Haitian author René Philoctète. For this purpose, the interrelationship between the characters as a reflection or overcoming of anti-Haitianist ideas, the construction of space and the treatment of Trujilloism were taken into account. The research was interdisciplinary. Historical-logical methods, discourse analysis and literary analysis were used. The novel approaches the massacre of 1937 from a high rationalization of history, understood as an internal and polyphonic process. It bets on the brotherhood between the Dominican and Haitian people. There is a critique of monolithic national projects and the imposition of borders that are not very permeable, taking into account the characteristics of cross-border societies.

KEYWORDS: René Philoctète; literature; history; 20th century; Trujillo dictatorship; Haiti; Dominican Republic; Caribbean

RESUMO

O objetivo deste texto é analisar a reconstrução do Massacre de Parsley, de 1937, no romance histórico Le peuple des terres mêlées, do autor haitiano René Philoctète. Para isso, considera-se a inter-relação entre os personagens como reflexo ou superação das ideias antihaitianas, a construção do espaço e o tratamento do trujillismo. A pesquisa tem caráter interdisciplinar e utiliza métodos histórico-lógicos, análise de discurso e análise literária. O romance aborda o massacre de 1937 por meio de um alto grau de ficcionalização da história, compreendida como um processo interno e polifónico. A obra compromete-se com a fraternidade entre os povos dominicano e haitiano, e formula uma crítica aos projetos nacionais monolíticos e à imposição de fronteiras pouco permeáveis, tendo em vista as características das sociedades transfronteiriças.

PALAVRAS-CHAVE: René Philoctète; literatura; história; século XX; ditadura de Trujillo; Haiti; República Dominicana; Caribe

1. Le peuple des terres mêlées: novela espiralista

El espiralismo es un movimiento estético-literario haitiano fundado en la década del sesenta del siglo XX, durante la dictadura de Duvalier padre. Según Rachel Douglas, fue el movimiento literario haitiano más importante del periodo. Al tratar de definirlo, Philippe Bernard plantea su irreductibilidad a un concepto, en cuanto lo caótico, lo fragmentado y lo laberíntico se emplean como mecanismos para tratar una realidad (la haitiana), que es en sí misma caótica e inaprensible. Los críticos hallan la explicación más clara del espiralismo en la obra de Frankétienne Mûr à crever. Aquí se plantea que la espiral equivale a la vida misma porque es esta forma la que caracteriza a la existencia y todos sus componentes. La estética literaria que escoge para mostrar esto fue la que él llamó el género total, que rechaza la clasificación dentro de los géneros tradicionales de la novela, el teatro y la poesía. Todos los géneros estarían entonces presentes en una misma obra con el objetivo de mostrar la totalidad indivisible y sin jerarquías de la vida.

En el caso de Le peuple des terres mêlées, el discurso se conforma a partir del empleo de la poesía, el teatro, los cuentos, la música, los testimonios orales, los medios de comunicación masiva (la radio, el periódico), los documentos históricos, etc. Según Wattara, esta forma de narración responde a una preocupación importante dentro de la literatura caribeña: una búsqueda de historicidad, al decir del escritor martiniqués Edouard Glissant en su obra Poétique de la Relation, que se expresa a partir de "la parole baroque inspirée de toutes les paroles possibles"1 (ctd. por Wattara 8). De esta forma, se ve una convergencia entre la visión de Glissant y la poética espiralista del género total.

La propuesta estética y política de este movimiento rompió con los cánones literarios haitianos tradicionales y superó las propuestas del indigenismo popular haitiano. Los especialistas hablan de la presencia en estas obras de un "dejo rizomático", en el sentido propuesto por los filósofos Gilles Deleuze y Félix Guattari en su obra Capitalismo y esquizofrenia (Castro Ramírez). Es decir, las obras espiralistas en tanto rizomáticas carecen de centro y no existe una subordinación jerárquica de un elemento a otro. Por tanto, se acude a la multiplicidad y al caos, se rompe con la linealidad tempo-espacial, se invita a la multiplicidad de lecturas e interpretaciones, y se crea una atmósfera distópica y esquizoide.

Es importante remarcar que el espiralismo no encarna una idea del arte por el arte, sino que hay un claro compromiso político-social por parte de los escritores que se traduce en un cuestionamiento de lo absurdo de la situación haitiana desde la poetización. La obra literaria no tiene la capacidad de cambiar la realidad, pero permite que el lector la comprenda y la cuestione. Si bien se entiende Le peuple des terres mêlées dentro del espiralismo, la crítica ha mencionado su pertenencia, además, a otros movimientos literarios desarrollados durante el siglo XX latinoamericano, como el realismo mágico y lo real maravilloso. También se ha dicho que es una obra que bebe del surrealismo, por el uso de imágenes irracionales, oníricas, simbólicas, de yuxtaposiciones extrañas, etc. Lo cierto es que es un texto escrito con una sorprendente libertad creativa y un alto grado de ficcionalización de la historia.

La novela incorpora elementos fantásticos, como puede ser la animación de objetos (el cuadro de la santa que sonríe, la guagua que habla) o de elementos de la naturaleza (la lluvia, el rayo de sol), así como la independencia que adquieren las cabezas haitianas luego de ser cortadas de andar por el pueblo rodando por voluntad propia y de dialogar con otros personajes. También se recurre al símbolo a través del empleo de yuxtaposiciones de imágenes naturales y sobrenaturales en episodios como el del banquete celebrado por la milicia haitiana, donde la comida que consumen se metamorfosea en despojos humanos de los haitianos asesinados en la frontera, como clara crítica al Estado haitiano, que se alimenta de su propia gente y es cómplice de la masacre.

Le peuple crea una atmósfera onírica de pesadilla, donde la amenaza es tangible a partir de imágenes simbólicas que funcionan como advertencias del horror de la masacre.

Pero el autor no recurre a la exteriorización de la violencia extrema que significó el hecho, sino que lo muestra a partir de imágenes poéticas. La crueldad dentro o contra la naturaleza se usa como augurio de la violencia contra el ser humano o como símbolo de esto. Por ejemplo, cuando Pedro ve que "un lagarto verde sobre una roca blanca está acabando de zamparse una mariposa negra de alas que parecen listadas de oro" (31), podría representar a los militares (por sus uniformes verdes) matando a los haitianos (de piel negra). Otro ejemplo sería la descripción del asesinato de un rayo de sol, en vez de la decapitación de Adèle. Philoctète usa el onirismo, característico de la literatura haitiana, como recurso para expresar lo indecible del trauma que supuso la masacre.

2. Apuntes sobre sus títulos y sus significados

El primer contacto que tiene el lector con una obra es su título, por lo que este puede condicionar la manera en que se acerca al texto literario, e incluso puede determinar el enfoque que se le da a lo que se lee. Por este motivo, el traductor tiene que ser especialmente consciente de la forma en que lo traduce al idioma de llegada. En el caso de la traducción de Le peuple des terres mêlées al español la selección no fue la más acertada. El título de la novela vendría a ser literalmente El pueblo de las tierras mezcladas, y esto dialogaría mejor con la intención que tiene el autor con la obra de superar la oposición Haití vs. República Dominicana, y mostrar cómo ambos pueblos tienen más en común que diferencias insalvables. Específicamente a nivel de discurso, estas tierras mezcladas corresponderían al área transfronteriza existente entre ambos Estados. No obstante, las ediciones que existen en español usaron como título Perejil (como en el caso de la edición con la que trabajamos) y Río Masacre, aunque ambas propuestas rompen con la intención del autor y recalcan lo inevitable del conflicto. Con respecto al título Perejil, autores como Richard Turits y Lauren Derby le quitan peso al aspecto lingüístico para definir si una persona es haitiana o dominicana, pues en la sociedad transfronteriza era común el bilingüismo. La palabra "perejil" viene a ser un símbolo impuesto de oposición entre lenguas (español-creole) que correspondería a la relación mutuamente excluyente República Dominicana-Haití.

En la novela (escrita originalmente en francés, pero con palabras y frases en español y creole), se demuestra cómo los personajes de la frontera, sin importar el lugar de origen, usan indistintamente un idioma o el otro para comunicarse entre ellos: "-Digo perejil para tu pueblo. Persil para el mío. ¡Et voilà, m'sieur! Sociedad para tu pueblo, société para el mío. La muerte para el tuyo, la mort para el mío. God para otro. Dios para ti. Dieu para mí. ¡Et voilà, m'sieur! -De hecho: no hay más que un lenguaje común: ¡el amor!" (116). La palabra "perejil" funciona como un leitmotiv. Reviste de peso en tanto simboliza la imposición de una lengua (la española) sobre la otra (francés-creole), en correspondencia con un proyecto de nación monolítico y centralizado. El hecho de que se resalte la incapacidad de los personajes haitianos de pronunciarla correctamente podría leerse en un plano más abstracto como la imposibilidad de pertenecer a ese proyecto de nación dominicana que se quiere imponer en la frontera. El vocablo adopta el papel de arma asesina al tomarse como representante del poder absoluto de Trujillo: "Desde hace cuarenta y ocho horas el pueblo haitiano de la frontera aprende a decir 'perejil. Una palabra banal. Un condimento. Que vale una vida. Según lo bien que lo pronuncias, eres dominicano, blanco de la tierra, te rinden honores: '¡Guardia, salúdenlo!' Pero si la r transita en la i, la j bebe la l, la p pisa la r, la e se atasca en la j o la p, la l y la r se desencajan, se incrustan, se agarran, se sueltan, se pelean, se huyen, eres haitiano, bueno para el paredón: '¡guardia, fusílelo!'" (104). Hay una clara correlación entre raza y lengua, que recuerda al texto de Frantz Fanon Piel negra, máscaras blancas. En el caso de Martinica, si un sujeto negro habla perfectamente francés está "blanqueado". El idioma se convierte en un símbolo de adopción a la civilización porque "el negro antillano será más blanco, es decir, se aproximará más al verdadero hombre, cuanto más suya haga la lengua francesa" (Fanon 49). En el caso de República Dominicana, el negro se convierte, según el discurso estatal, en un "blanco de la tierra", si pronuncia correctamente el español, lo que le merecería formar parte del proyecto de Estado-nación dominicano monolingüista y monocultural.

Philoctète crea una yuxtaposición de significados con respecto a la forma en que los dominicanos asimilan la prueba del perejil. Si por una parte los representantes de la dictadura la utilizan para establecer una diferencia de nacionalidad, y por tanto de pertenecer o no al territorio ; por otra parte, se muestra al pueblo dominicano tratando desesperadamente de enseñar a los haitianos a pronunciarla correctamente como una muestra de solidaridad e identificación con lo que se quiere construir como "el otro".

Con respecto a la otra forma de traducir el título como Río Masacre, hay que destacar que esta es otra manera en la que se conoce al río Dajabón, ubicado en la frontera entre Haití y República Dominicana. Es un error común pensar que este topónimo alude a la matanza de haitianos de 1937 que tuvo lugar en sus inmediaciones. Lo cierto es que ya había sido nombrado así por el resultado violento del conflicto que se dio entre bucaneros franceses y españoles en 1728 en el área. Además, el citado río no está presente en la novela, pues la ciudad donde ocurren los hechos está en la frontera, pero a una distancia considerable de este.

3. ¿Qué se narra en Le peuple des terres mêlées?

Le peuple des terres mêlées aborda muchos de los ejes de reflexión que han desarrollado las ciencias sociales sobre la masacre del 37, como pueden ser sus motivos, su desarrollo, el número de personas asesinadas, la postura del pueblo dominicano ante los hechos, las consecuencias, etc. Pero lo principal en este caso es la narración de la pérdida del mundo transfronterizo a partir de la imposición de una política estatal dictatorial que lo ve como amenaza. Si bien en República Dominicana existía un "nacionalismo étnico", este estaba representado por las élites urbanas y los dominicanos asentados en la capital. Esta situación era diferente en las zonas fronterizas donde dominicanos y haitianos tenían una fuerte inte-rrelación dada por la convivencia. Según Lauren Derby, esta visión de la interdependencia haitiano-dominicana está mejor representada en la literatura que en las ciencias sociales. Justamente la novela histórica de René Philoctète construye la idea de una sociedad transfronteriza ligada por vínculos familiares, de compadrazgo, de amistad y de compañerismo. Esto se desarrolla argumentalmente a partir de matrimonios como el de Adèle y Pedro, la historia de los niños de la frontera y la relación entre los amigos Urbain y Próspero.

En el aspecto económico, "los pueblos fronterizos dominicanos, especialmente en la región central, dependían de los mercados haitianos y sus residentes recordaban el desarrollo de la arquitectura haitiana como algo grandioso, así como la superioridad de los mercados que antaño estaban llenos de productos importados desde Europa" (Derby 240). La obra muestra esta realidad: el funcionamiento de los mercados de la frontera, el intercambio de productos, el uso de la moneda haitiana en territorio dominicano, las idas y venidas a ambos lados de la frontera, la ausencia de un chequeo de pasaportes, así como de aduanas, la participación de los dos grupos humanos en la celebración de fiestas populares y religiosas de ambas culturas, etc. A partir de la masacre esta realidad cambia diametralmente.

La novela no solo responsabiliza a la dictadura de Trujillo, sino que también hace una fuerte crítica al gobierno haitiano. Sténio Vicent, jefe de Estado haitiano, es tratado como cómplice de la masacre por su pasividad y por contribuir a la miseria de su país, así como al contrabando de mano de obra de sus coterráneos para que trabajara en las zafras en República Dominicana. Además, hace alusión a la indemnización que República Dominicana se vio obligada a pagar (el equivalente de veinte pesos por haitiano asesinado), y que fue robado y dilapidado por el propio gobierno haitiano.

A pesar del trauma que supuso la masacre, Philoctète termina su novela de forma optimista, pues presenta un espacio utópico en Haití donde la sociedad transfronteriza podría desarrollarse sin la atadura de las fronteras nacionales. El hecho de que el narrador se cuestione ante la turba de gente que huía de la masacre: "¿Son haitianos? ¿Son dominicanos?" (210) prueba la incapacidad de definir una clara diferencia entre ambos grupos humanos en tanto tienen experiencias de vida similares y han cooperado los unos con los otros.

Argumentalmente, la novela histórica de Philoctète no pretende ser un relato totalizador de la masacre. Ni siquiera busca ser un testimonio realista sobre el tema. Esta concepción de la historia está en consonancia con lo que George Lamming plantea en su obra "Myths in the Caribbean": "There is a Caribbean sensibility whose undiscovered history resides in its fiction, whose narrative achieves authenticity through the intricacies of metaphor. What the imagination implies achieves a greater force of persuasion for truth than the statistical evidence, which measures this evasive and mesmerising reality, which history records" (9). Philoctète apuesta por el poder evocador de la metáfora, con la consiguiente ambigüedad y multiplicidad de lecturas que el discurso histórico trata de evitar en pos de la objetividad. Es decir, el texto de Philoctète permite que el lector se acerque a la parte más humana de la masacre desde los sentimientos, las sensaciones y las experiencias subjetivas, que logra transmitir a partir de la metáfora. La novela no solo nos hace pensar, sino que también nos hace sentir, por lo que nos relacionamos con la realidad que trabaja desde el sentipensante.

Uno de los aspectos más llamativos de la narración es el abordaje de la manera en que se construye el pasado a través de la memoria colectiva y las fuentes históricas escritas, gracias a una "poétique de l'oraliture (Wattara). Una característica predominante de la literatura haitiana es justamente la incorporación del discurso oral al texto escrito. Philoctète se hace eco en su novela de esta tradición haitiana de representar e interpretar el mundo desde la oralidad popular, que se traduce en cantos, cuentos, dichos, leyendas, etc., y que encierra la memoria colectiva inmaterial de la nación. De esta manera se legitima un discurso que normalmente queda apartado o eclipsado frente a la palabra escrita.

Según Glover, Le peuple des terres mêlées es la obra espiralista que mejor comunica la naturaleza en espiral de la Historia en el Nuevo Mundo: "In exploring the confused and chaotic motives for and reality of this brutal episode in New World history, Philoctète ultimately uncovers troubling continuity beneath the tragic ruptures and lacunae of Caribbean time and space" ("Present-ing the Past" 144). La repetición de eventos violentos en la sociedad poscolonial forma parte de esa espiral que está destinada a ser la Historia de América. Hwang-Carlos plantea que en la novela la dualidad más evidente no es la de colonizador-colonizado, sino la de dos naciones previamente colonizadas y enfrentadas entre ellas. La masacre del 37 puede ser leída, entonces, como un conflicto poscolonial que responde a una dinámica racial colonialista.

La nueva novela histórica busca darle voz a personajes que tradicionalmente no han podido narrar su propia historia al ser marginalizados, ya sea por su género, raza o clase social. En el caso de la novela de Philoctète, el lector choca todo el tiempo con la identidad de un narrador omnisciente que tiene una intención introspectiva e intimista, y asume la historia como un proceso interno. Como plantea Aínsa: "Lo histórico se personaliza y se percibe y enuncia desde una subjetividad" (56). Los sucesos son vividos desde adentro, son experimentados, y son expresados por los distintos personajes implicados. El narrador de Philoctète es frecuentemente desplazado por el desbordamiento de los pensamientos de sus personajes, por lo que muchas veces se crea una ambigüedad con respecto a quién está narrando. Estamos, por tanto, frente a una polifonía de voces, ausentes de jerarquía y coherencia: "La introspección, el inconsciente, el delirio y la misma locura ... permiten una forma 'confesional' de lo histórico, una intimidad del acontecimiento, lo que se traduce en una mayor polifonía" (Aínsa 57). Este discurso sin centro está más cercano al caos de la realidad.

4. Construcción del espacio transfroterizo

La Masacre del Perejil fue, entre otros aspectos, un conflicto territorial ante la necesidad de la dictadura de Trujillo de establecer una frontera clara entre Haití y República Dominicana. En la novela de Philoctète la frontera es física y simbólicamente un límite impuesto desde un poder hegemónico capitalino ajeno a las lógicas del espacio fronterizo, que quiere establecer una diferencia entre un "nosotros" blanco-hispano y un "los otros" negro-creole.

Si se tiene en cuenta que la historia se desarrolla en el pueblo dominicano Elías Piña, el "aquí" representaría República Dominicana y el "allá" Haití. Esto no significa una oposición "nosotros" vs. "los otros", sino simplemente un posicionamiento transitorio dentro de una continuidad espacial, en tanto los personajes son libres de cambiar constantemente de territorio e integrarlos a su vida diaria.

La idea de Le peuple des terres mêlées, como sugiere su título, es que Haití y República Dominicana comparten una misma isla, que antes de la llegada de Colón estaba habitada pacíficamente por diferentes cacicazgos. Por tanto, se construye la imagen de un origen común entre ambos pueblos a partir de un pasado precolombino: "¡Bellas, bellas, bellas, estas tierras! Las dos juntas. Una alta, otra baja, con los sortilegios de su subsuelo: el oro de los Zemes, el sudor de aquellos que trajeron desde África. El cacique Caonabo conoció a Anacaona, la samba. La ternura del Jaragua se fundió en el orgullo del Cibao" (21). A partir de la pareja conformada por Caonabo (cacique de Maguana, al sur de la actual República Dominicana) y Anacaona (cacique de Jaragua, ubicado al sureste de la actual Haití), cuyo paralelo en el tiempo presente de la narración es el matrimonio de Pedro y Adèle, se crea la idea de unidad entre ambos espacios.

El surgimiento de la frontera está ligado en un primer momento a las lógicas coloniales de las potencias europeas en conflicto por posicionarse dentro del Nuevo Mundo, "debido a los azares y a los intereses de la colonización" (35). Luego se relacionará con el surgimiento de las repúblicas haitiana y dominicana. La sociedad fronteriza descrita en la obra se posesiona como bicultural y bilingüe, con una identidad fluida y una idea de territorialidad distinta a la deseada desde la centralidad jerárquica del Estado dominicano.

Como plantea Octavio Spíndola Zago, "no es gratuito que los gobiernos dictatoriales dedicaran tanta importancia a las fronteras, en tanto que entendieron su capacidad para ser laboratorios de relaciones entre sociedades y grupos, puntos detonantes para radicalismos identitarios" (s/p). Por tanto, la frontera es un espacio de hibridación y de resistencia, lo que constituye un peligro para la consolidación de un poder autoritario.

En Le peuple hay una construcción del pueblo de la frontera a partir de la solidaridad. Se muestra claramente cómo existen relaciones amistosas entre dominicanos y haitianos. La frontera se presenta como una línea imaginada e impuesta por los Estados-nación, pero que en la vida diaria de los habitantes asentados en esta área carece de peso, en tanto su día a día transcurre a ambos lados, sin importar el país de origen. Esto se recrea simbólicamente en el pasaje de los niños de la frontera, uno de familia haitiana y otro de familia dominicana: "sin pensárselo dos veces, se ponen a saltar a pata coja del lado de acá de la frontera, del lado de allá de la frontera, ora donde los haitianos, ora donde los dominicanos" (131). La frontera podría verse como lo que Michel Foucault llama "no lugares", es decir,

espacios que escapan a la lógica institucionalmente normativizada pero que son creados desde ella. El no lugar es una parodia de la realidad; al entrar en estos vacíos de responsabilidad, el sujeto se cuestiona lo que ocurre afuera. Los no lugares son espacios de dialéctica por excelencia, conflicto permanente entre poder y resistencia social que ponen a prueba la capacidad de adaptación y asimilación de los sujetos. Los no lugares son catalizadores epistémicos de heterotopias, lugares que yuxtaponen espacios; son recortes geográficos de tiempo, sistemas de aislamiento a partir de la gestión territorial corporalizada, reinvenciones rizomáticas objetivadas que se cierran y abren al exterior, generan experiencias traumáticas a la vez que renovadoras, son un horizonte de posibilidades, de renarrativización espacial, y consienten directrices políticas revolucionarias o, al menos, transformadoras. (ctd. en Spíndola Zago s/p)

En cuanto a la construcción de nación ligada al espacio, Hwang-Carlos plantea que la patria para los habitantes de la frontera no es un espacio estático, ni corresponde únicamente al lugar de nacimiento. La nación para esos pueblos mezclados más que un espacio físico es esencialmente una construcción mítica, utópica, idealizada e imposible de alcanzar.

Un espacio esencial y recurrente dentro de la obra es la Citadelle Henri. Este monumento, no exento de polémica, pues costó la vida a cientos de haitianos por las malas condiciones de trabajo o por un celo excesivo de disciplina que se traducía en la muerte a manos del pelotón de fusilamiento, está lleno de significados, pues es un lugar de memoria del pueblo haitiano, un símbolo de su historia, su identidad y su resistencia. Representa desde un plano mítico-simbólico el triunfo de la Revolución haitiana, el poder de la raza negra. Y es justamente esa construcción, con toda su carga mítica, la que Trujillo quiere resignificar al desear trasladarla a territorio dominicano. El tirano es consciente de la importancia de un mito fundador para crear una nación, por lo que siente que esa es su "pieza faltante" (Hwang-Carlos).

5. Los personajes de Perejil: entre la solidaridad y el antihaitianismo

Kaiama L. Glover en su ensayo "Écrire la schizophrénie. La configuration du personnage dans les œuvres spiralistes de Frankétienne, Jean-Claude Fignolé et René Philoctète" parte de la idea de que en el Caribe francófono es frecuente la preocupación por parte de los escritores de la región de representar de manera convincente la realidad física y psicológica del sujeto poscolonial. Los autores tratan de buscar la mejor forma de transmitir a través de sus obras literarias la situación real del individuo poscolonial en crisis. Muchos recurren a la conformación de personajes completos y coherentes que, a pesar del trauma, son capaces de sostener discursos razonables y progresivos sobre ellos mismos y su condición. Son personajes ejemplares con los que el lector puede simpatizar. Las obras que protagonizan muestran una trayectoria lineal y evolutiva que termina por beneficiar a sus comunidades.

A pesar de esta tendencia, los escritores espiralistas por lo general tratarán de evitar dicha construcción. Según Glover, estos autores refutan la configuración tradicional de los personajes e incluso subvierten la noción misma de protagonista-héroe ("Écrire la schizophrénie"). Los personajes de las novelas espiralistas presentan identidades que se metamorfosean arbitrariamente; son seres ambiguos, confusos e incoherentes. La multiplicidad de personajes doblados, zombificados, esquizofrénicos y fracturados crea una visión realista de los conflictos que enfrenta el individuo haitiano. Las novelas espiralistas se caracterizan por ser textos polifónicos, no héroe-centristas, y usualmente presentan una fractura entre el ser narrador y el ser narrado. Los personajes de Le peuple se caracterizan por la fragmentación física y mental. Habitar en un área fronteriza (un espacio dual) los hace ambivalentes y fracturados. Son, además, personajes esquizoides que viven en una realidad sociopolítica enfermiza, específicamente la de una dictadura resultante de la inestabilidad de una sociedad poscolonial.

Como es característico de las obras espiralistas, es difícil determinar cuáles serían los personajes centrales de esta obra. No obstante, los dos más predominantes y que encarnan el espíritu de la novela son Adèle Benjamín y Pedro Álvarez Brito. Este es un joven mulato dominicano, obrero del central azucarero de San Pedro de Macorís. Desde el principio se asume como un abierto oponente de la dictadura de Trujillo y un defensor de la población haitiana asentada en República Dominicana. Lo más importante de su personaje es que "Pedro is invested with the ability to conceive of a future in which a united Haitian-Dominican collective would assume responsibility for its own socio-political welfare. He articulates this objective at the very outset of the narrative" (Productive Schizophrenia 91). Tómese como ejemplo su parlamento:

Tendremos que arrimar el hombro para defenderlas. Gentes de aquí y de allí, que somos en definitiva de una sola tierra ... Hay que reagruparse, estrecharse, hablarse, comprenderse para que se diga la misa para un pueblo único, con la bendición del pan para las mismas bocas, la suerte del amor para los mismos corazones. Amotinaremos a nuestros dos pueblos para el apacentamiento, para la bendición, el reparto, para la trabazón de las cabezas, la acción directa de los brazos. Esta tierra nos lleva en su seno, hay que defenderla. (25)

Pedro Brito viene a ser lo más cercano a un héroe tradicional al presentarse a partir de su individualidad y su resistencia a dejarse llevar por el estado de cosas absurdo que el totalitarismo de Trujillo quiere normalizar: "Yo, Pedro Brito, me niego a incorporarme" (33). Es un hombre de pueblo, sencillo, quiere evitar la masacre y no formar parte del aparato estatal que la pone en marcha. Su oposición a ser cómplice del sistema es aún más heroica porque desde el inicio de la obra se sabe que "Uno no ataca impunemente a la máquina" (8). Desde el principio de la novela y a lo largo de esta se sabe, a partir de los diálogos intercalados de una población anónima, que todo aquel que intentó hacerle frente a la dictadura fue encarcelado, asesinado o desaparecido. Por tanto, el lector asume que uno de estos eventos fatídicos será el destino de este personaje.

Sin embargo, no se puede entender a Pedro Brito como el héroe-protagonista tradicional, pues él no funciona como hilo conductor de la narración, e incluso estará ausente en gran parte de la novela. Además, durante la masacre tiene un papel pasivo porque está paralizado, es incapaz de salvar a su esposa. Su voz, aunque predominante en comparación con otros personajes, forma parte de la polifonía que el autor quiere construir. Brito representa ese "nativo-natal de la isla entera" (192) que ha sido capaz de incorporar en su vida las tradiciones y la cultura de los dos espacios donde se desarrolla, al ser un habitante de la zona fronteriza. Kaiama L. Glover plantea que de las obras espi-ralistas el Pedro Brito de Philoctète es uno de los que más recuerda al protagonista tradicional, ya que se describe como fuerte, guapo y determinado. La autora encuentra un vínculo entre este y el Manuel de Gobernadores del rocío, de Jacques Roumain; el Caucho de En un abrir y cerrar de ojos, de Jacques-Stephen Alexis; y el Mathie Béluse de Treatise on the Whole-World, de Édouard Glissant ("Productive Schizophrenia").

La esposa de Pedro Brito es la negra haitiana de Belladere Adèle Benjamín. Según Glover, el personaje de Adèle está aún menos desarrollado que el de su esposo, pero su ser incompleto representa mejor el típico personaje espiralista ('Productive Schizophrenia").

Adèle sufre una enfermedad mental indeterminada, por lo que tiene que tomar sedantes. Es un personaje frágil, totalmente dependiente de Pedro. Es sensible, capaz de sentir la amenaza de la masacre, por lo que está desequilibrada. Es un personaje frustrado en tanto es incapaz de tener hijos. Recuérdese que en la cultura occidental la esterilidad se lee como un castigo, como una desgracia, en la mayor parte de los casos ligada a la mujer, a la cual se le niega su condición de mujer completa sin la maternidad, lo que aumenta la fractura de Adèle. Por otra parte, en un sentido más amplio, esta esterilidad puede ser un símbolo de la imposibilidad de crear una familia mezclada a partir de la imposición de un proyecto de nación que no reconoce esta unión como legítima, ni sus frutos como propios.

Cuando Hwang-Carlos analiza el personaje de Adèle habla de que es un individuo cuya identidad y cuerpo han sido conformados por la esclavitud, el colonialismo y las fronteras. Esta interpretación se sustenta en primer lugar en el contexto histórico donde se enmarca el personaje, herencia de la deformación socioeconómica de ese pasado colonial y esclavista, que incluye los problemas raciales, migratorios y fronterizos, los cuales afectan directamente al personaje en su presente. Esta realidad que la rodea la convierte en una mujer escindida a nivel físico y psicológico (tiene problemas mentales y es decapitada). No hay un personaje que encarne mejor la fragmentación literal y simbólicamente que Adèle. Su construcción se presta al equívoco, pues si en un primer momento parece que ha sido decapitada como víctima de la Masacre del Perejil a manos de Perez Agustín de Cortoba, al final de la novela se da a entender que está viva, y queda la duda de si perdió la cabeza literalmente o fue un símbolo de su estado mental por haber sido testigo de la masacre. La cabeza de Adèle después de ser decapitada adopta un comportamiento muy extraño. Transita por estados de ánimos opuestos con gran rapidez.

Otro personaje recurrente en la novela es el de Trujillo. Si bien el relato está construido a partir de la fragmentación y los saltos temporales, hay una cierta lógica cronológica en los capítulos dedicados a la figura del dictador, desde su niñez hasta el momento en que ordena la masacre. El hecho de que el autor remita a la infancia del tirano da pistas de cómo se va construyendo su personalidad y su sentimiento antihaitiano, tratado igualmente como una psicosis. La figura de Trujillo está construida a partir de su obsesión por alcanzar la Citadelle Henri. Esto respondería a las ambiciones nacionalistas de reclamar territorios haitianos que los dominicanos consideraban propio. Al no poder lograr su objetivo, el dictador desarrolla un odio encarnizado contra los haitianos y busca su mito fundador en una supuesta superioridad de la raza blanca. Hay una desmitificación de la figura del tirano al presentarlo como un hombre con trastornos psicológicos, maniaco-obsesivo. Además, como plantea Philippe Bernard, al presentarse a los dictadores (como Trujillo, Hitler y Stalin) como seres que sueñan se les está confiriendo una especie de fragilidad muy humana.

La primera relación entre dominicanos y haitianos la vemos en el capítulo 1 y sirve de presagio de lo que sucederá posteriormente en la masacre. Pérez Agustín de Cortura (representante del gobierno dominicano) estrangula en sus sueños a Emmanuela (la amante haitiana). Justamente el personaje de Pérez Agustín de Cortura será el símbolo de la puesta en práctica de la Masacre del Perejil. Su caracterización a partir de sus rasgos físicos y su estupidez sirve de complemento a la figura de Trujillo como representantes del poder: "The two characters are effectively configured as mutually dependent fragments of the concept of Third-World dictatorship" ('Productive Schizophrenia" 95).

Por último, el autor recurre al realismo mágico con el personaje de Chicha Calma, la guagua de la frontera. Ni dominicana ni haitiana es el personaje que mejor encarna el in-between que significa vivir en la frontera: "Llevas en los neumáticos el espíritu del pueblo de la frontera" (107). A través de sus monólogos se conoce con más detalle la vida cotidiana del pueblo de la frontera. Sus reflexiones, que muchas veces se confunden con las del narrador, van encaminadas a subrayar lo absurdo del sentimiento antihaitiano y la crueldad de la masacre, a partir de la yuxtaposición de imágenes que recrean una vida pacífica y cercana entre ambos pueblos con las noticias del desarrollo de la masacre que trae la radio-viento.

En la novela aparecen también una serie de personajes fugaces que solo vienen a corroborar o ejemplificar los planteamientos del narrador o de los personajes más desarrollados. Por lo general sus anécdotas aumentan el clima de trauma que recorre la novela, pues son víctimas de una forma u otra de la Masacre del Perejil. También ayudan a crear la idea de fraternidad entre haitianos y dominicanos a partir de las experiencias de vida que comparten.

De forma general, se puede afirmar que el sentimiento antihaitiano está ligado a las esferas de poder (los políticos, el ejército, la policía, la élite económica, las instituciones religiosas, etc.), en tanto responde a una idea de nación monolítica y blanca. Mientras, el pueblo (entendido como los obreros, los campesinos, los estudiantes, las organizaciones juveniles, etc.) no reconoce una clara distinción racial y cultural con los haitianos, pues los ven como un pueblo hermano.

6. Crítica al trujillismo

La crítica al trujillismo pasa por la crítica a los Estados totalizadores. El autor se apoya en imágenes simbólicas para tratar el efecto del dictador sobre la población tanto haitiana como dominicana. La primera imagen con la que arranca el libro, la de "un pájaro (o no se sabe qué)" (7) que da vueltas sobre el cielo de Elías Piña, crea la sensación de amenaza y pesadilla que recorre toda la atmósfera de la obra. La sombra de la bestia-máquina (que es muda, ciega y sorda, que no tiene sangre) proyecta una cruz sobre el pueblo, lo cual puede interpretarse como un mal presagio, un signo de condena, de muerte. Es interesante que el pájaro (el trujillato) sea tratado en un primer momento como un elemento extraño a la población fronteriza, pero a la vez sea considerado un "asunto dominicano" por los representes del poder. La bestia debe ser apaciguada y adorada. Es imposible librarse de su influencia, pues abarca todas las facetas de la vida pública y privada de los habitantes de la nación. Justamente Philoctète quiere dejar bien claro que la maquinaria de la dictadura no solo afecta a los haitianos, pues a través de los comentarios de los vecinos del pueblo se referencian dominicanos que murieron, desaparecieron o fueron presos por oponerse al sistema. Por ejemplo, los obreros dominicanos enfrentan la masacre y son asesinados u obligados a aceptar lo que sucede.

La idea de una República Dominicana racial y culturalmente blanca es creada artificialmente por una élite militar y letrada (etnógrafos, etnólogos, sociólogos, historiadores, lingüistas, estadistas, antropólogos, etc.) bajo las órdenes de Trujillo. Es decir, la dictadura usa las ciencias sociales para legitimarse a sí misma y mantener el statu quo. Además, al establecer una "epidemia de silencio" (51) en todo el territorio dominicano elimina la oposición y el cuestionamiento a su legitimidad. A la proclama de "¡Somos los blancos de la tierra!" (70) se opone la visión que tiene el pueblo dominicano de sí mismo que no se reconoce como blanco. Esto provoca el "síndrome del espejo" dentro de la población dominicana, como una especie de esquizofrenia colectiva, lo cual denuncia lo absurdo de la masacre, pues étnicamente los dominicanos no difieren significativamente de los haitianos. Con respecto a la raza, Sarah Lacasse plantea que

le dominicain a désir de paraître blanc, le mulâtre dominicain a honte de ses racines africaines et il discrimine le « nègre » soit l'Haïtien. Le dominicain noir évoque in primis qu'il n'est pas haïtien. Être noir signifie être haïtien et être haïtien signifie avoir des racines africaines. La question de la couleur est centrale et par le fait même rattaché à l'origine ethnique. D'ailleurs, l'auteur met de l'avant l'incompréhension entre les deux peuples concernant l'origine du génocide. (s/p)2

Es indudable que el discurso de Trujillo contra la haitianización poseía una carga euro-céntrica similar a los discursos de civilización-barbarie presentes en Latinoamérica (Sotomayor). Philoctète ridiculiza la pretensión de blanquear la raza dominicana a partir del proyecto estatal de aumentar la población blanca mediante la migración. Pero, lo importante para la dictadura no es la "calidad" humana que se "importe" a República Dominicana; la única "virtud" que persiguen es que sean blancos, sin importar que sean "contrabandistas", "matones", "pederastas", "depredadores".

Por otra parte, es importante destacar que, si bien se construye la idea del pueblo dominicano como víctima de la dictadura, también se le critica por admitirla masiva e incondicionalmente, ya sea por el silencio generalizado o por la complicidad. A través del uso del listado, el autor muestra la masividad con la que es aceptado Trujillo dentro de los diferentes sectores del pueblo dominicano, desde las altas esferas hasta la base de la sociedad. Como plantea Claudy Delné, la fraternidad que sueña y promueve el autor parece casi imposible en la medida en que coquetea por todos lados con el aparato genocida del poder.

La Masacre del Perejil es tratada como una epopeya de liberación nacional a partir de los partes informativos que da la radio como vocera del poder. En estos se da a conocer el número de haitianos (también de dominicanos) que han sido asesinados sin ninguna solemnidad. Hay una normalización de la violencia a partir del sarcasmo y la yuxtaposición de estos hechos terribles con imágenes banales o cotidianas representadas en los anuncios publicitarios, los partes del tiempo, la reproducción de alguna canción. Las referencias a Francisco Franco, Benito Mussolini y Adolf Hitler crean un paralelo entre estos representantes del poder absoluto en España, Italia y Alemania, respectivamente, y Trujillo. Esto refleja la presencia en República Dominicana de una marcada influencia falangista, fascista y nazista en la política nacional.

En el plano sociopolítico también se muestra el incipiente desarrollo de un movimiento obrero dominicano que se solidariza con sus compañeros de trabajo haitianos y se siente inconforme con la política estatal. Este descontento se manifiesta a través de huelgas que son violentamente reprimidas por la dictadura. Hay un reconocimiento por parte del personaje de Guillermo Sánchez, líder sindical, de la importancia que tienen los braceros haitianos dentro de la economía dominicana: "La economía dominicana depende del sudor haitiano. No se sabotea la máquina cuando se vive de la máquina" (102).

Conclusiones

La masacre de 1937, que podría ser considerada una limpieza étnica, cobró la vida de un elevado número de haitianos y de dominicanos. Este hecho ha sido abordado por la historiografía de distintas maneras. Sus causas, el número de personas asesinadas y desplazadas, la participación activa o pasiva de la población civil en los hechos son algunas de las cuestiones que divergen de un autor a otro. La literatura, reconociendo su ficcionalidad, pero sin renunciar a la verdad y la referencialidad, también se ha acercado al tema y ha dialogado con las perspectivas ofrecidas por la Historia.

Esta investigación en específico tuvo como centro analizar cómo se reconstruye la masacre desde la novela histórica Le peuple des terres mêlées, del autor haitiano René Philoctète. De forma general se puede decir que el escritor se hizo eco de una de las posturas presente en los textos provenientes de las ciencias sociales: la teoría de la solidaridad, lo cual queda bien definido desde el título original de la obra.

La novela es un claro exponente formal y temático del espiralismo, movimiento estético-literario haitiano, y acoge las características de la nueva novela histórica, como la ruptura con las visiones objetivistas de lo histórico. Para la narración, Philoctète potencia la perspectiva caótica, onírica y simbólica de la masacre. Recoge las voces de una gran variedad de personajes haitianos o dominicanos, reales o ficticios, humanos o no. Las reflexiones de la mayor parte de los personajes están direccionadas a mostrar el absurdo de la masacre.

Como el autor haitiano trabaja la fuerte integración de la comunidad transfronte-riza, no se muestra ni jerarquía social ni un enfrentamiento por la tierra, lo cual desmonta la idea del conflicto fatal muchas veces amplificado desde los textos historiográficos. A través de la exaltación que hace la obra al movimiento obrero, a la relación entre vecinos y a la historia de amor de Pedro y Adèle, se ve una unidad y solidaridad entre "los de abajo", sin importar el origen nacional. El pueblo de la frontera es uno solo y comparten rasgos culturales y experiencias de vida de ambas naciones. La masacre es resultado de un intento por construir un Estado monolítico dominicano ligado al antihaitianismo y a la negrofobia, realidad que es ajena al funcionamiento de la frontera. Este proceso de "dominicanización" de la frontera se quiere imponer desde las estructuras de poder procedentes del espacio capitalino y es potenciado por la dictadura de Trujillo.

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1 La palabra barroca inspirada en todas las palabras posibles. (Mi traducción).

2El dominicano tiene el deseo de parecer blanco, el mulato dominicano se avergüenza de sus raíces africanas y discrimina al "negro", es decir, al haitiano. El dominicano negro evoca in primis que él no es haitiano. Ser negro significa ser haitiano y ser haitiano significa tener raíces africanas. La cuestión del color es central y por lo tanto está ligada al origen étnico. Además, el autor destaca la incomprensión entre los dos pueblos con respecto al origen del genocidio. (Mi traducción).

Recibido: 29 de Agosto de 2024; Aprobado: 08 de Mayo de 2025; Publicado: 12 de Mayo de 2025

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