1. Una excursión a los húngaros
Al revisar los volúmenes publicados en traducción húngara de obras de la literatura hispanoamericana en el siglo XX, la primera en la cronología es la del argentino Lucio Victorio Mansilla. Esa aparición resulta al menos sorpresiva, publicada en húngaro con el título Los últimos indios salvajes de la Pampa, en 1928, el texto formó parte de la serie "Viajeros del mundo" de la Franklin Society1. En este artículo esbozamos algunas aproximaciones en torno a la traducción y los traductores en la escritura del texto, su periodización y la circulación inicial de la obra en Hungría, para luego abordar ciertos aspectos vinculados con la historia de su edición, el soporte material del libro, su sistema paratextual y sus efectos de recepción.
Para indagar en estas cuestiones, es necesario recuperar las ediciones históricas del texto. Aunque las circunstancias de publicación de Una excursión a los indios ranqueles son bien conocidas por los lectores especializados, vale recordar que, tras su primera aparición en formato serializado en el diario porteño La Tribuna (mayo-noviembre de 1870), la obra tuvo cuatro ediciones durante la vida de su autor, tres de ellas autorizadas por él. Fue su amigo y editor del periódico, Héctor Varela, quien impulsó la publicación del texto en formato libro hacia fines del mismo año en que apareció por entregas. Esta primera edición, en dos tomos, incluyó un Croquis Topográfico desplegable, cinco retratos (grabados de L. Almada) y una carta-dedicatoria junto con su respuesta, a modo de prólogo. Mansilla le dedica a Varela -quien firmaba como Orión en su exitosa columna del diario- sus "cartas a Santiago Arcos" (Mansilla, Una excursión 1870 IV), en una doble dedicatoria que refuerza una escritura marcada por la afectividad, rasgo que luego se volverá distintivo en su obra. Ambos subrayan allí la relevancia de lo contingente y local en la construcción del texto, un énfasis reforzado por dos leyendas impresas en el retiro de portada, que remiten a su publicación previa en prensa y advierten al lector: "Para comprender el sentido de algunas de ellas [cartas], es menester estar al cabo de la vida política y social de la República" (Mansilla, Una excursión 1870 s/p). Comprender ese trasfondo de intereses del autor y el debate público y legal en torno a "la cuestión de indios" resulta indispensable para la lectura del texto en Argentina. Usamos la expresión propia de la época para nombrar el conflicto bélico y cultural en torno a la anexión de territorios y la guerra en la frontera, puesto que, además, coincide literalmente con el título del libro que Santiago Arcos (Cuestión de indios. Las fronteras y los indios), amigo y destinatario de las cartas que conforman Una excursión... había publicado en 1860. Este debate entre la propuesta de guerra ofensiva de Arcos y la postura subordinante, pero integradora de Mansilla también es el marco del relato y su aventura.
Podemos suponer que Mansilla no imaginaba alcanzar lectores extranjeros. De hecho, el interés internacional por la obra surgió bastante tiempo después de su intervención política en la frontera, cuando la disputa sobre cómo resolver el conflicto interno ya había perdido vigencia.
En 1875, el libro fue premiado por el Congreso Internacional Geográfico de París y la crítica ha señalado que ese reconocimiento fue clave para que, dos años más tarde, ingresara en la colección de "Autores españoles" de la editorial alemana Brockhaus (Roman LXVI; Louis 64-66), que entonces funcionaba como imprenta para autores iberoamericanos. Esta segunda edición, publicada en Leipzig en 1877, también consta de dos tomos y el Croquis Topográfico ya no será incluido ni en ésta ni en la edición que continúa.
La tercera edición autorizada por Mansilla apareció en Buenos Aires, al cuidado de Juan A. Alsina, en 1890. Salvioni destaca en esta versión la incorporación de láminas ilustradas con escenas que introducen "la acción y el ambiente" en la iconografía del texto : "dos cuadros de vida indígena ... óleos pintados por Bouchet en el Museo de La Plata", junto con "cuatro ilustraciones de anécdotas sobresalientes del relato" ("El silencio" 24-25). En un estudio posterior, la autora observa que el uso de fotografías etnográficas en esta edición contribuye a individualizar a los sujetos y refuerza una mirada científica, coherente con el marco positivista de la Conquista del Desierto (106). La "cadena iconográfica" (Salvioni, Imágenes 48), como la llama, que se despliega a partir de las ediciones históricas ilustradas, es extensa, y sus huellas pueden seguirse también en las ediciones extranjeras del siglo XX.
La primera traducción de Una excursión aparece en 1925 (con reimpresión en 1926), en alemán, en una edición también ilustrada2. Doce años después de la muerte del autor, la obra es publicada por la misma casa editora Brockhaus que había llevado adelante la edición de 1877. Es lícito conjeturar que el texto quedó entonces a disposición del editor y encontró un nuevo espacio en la colección Reisen und Abenteuer (Viajes y Aventuras), que la editorial había inaugurado seis años antes con títulos como Aventuras en el Tibet y Transhimalaya, de Sven Anders Hedin, y Último viaje, de Robert Falcon Scott. En 1925 la colección ya contaba con treinta y un volúmenes y se proponía atraer lectores mediante títulos llamativos que exploraban culturas y geografías distantes. Junto con su tipografía gótica uniforme y el diseño atractivo de sus tapas, cada volumen incluía un conjunto de ilustraciones que contribuían al efecto de inmersión, reforzando la dimensión visual que ya se había desplegado en dos de las ediciones anteriores de Mansilla. Esa continuidad iconográfica enlaza también con una larga tradición de libros de viaje ilustrados -particularmente activa en la historia editorial alemana desde siglos atrás-. Al analizar las primeras ediciones ilustradas de la célebre crónica de Ulrico Schmidl, L. El Jaber identifica "una tipología reconocible y decodificable" ya desde el siglo xvi en el circuito europeo, donde ciertos elementos -como la aventura, lo maravilloso o lo exótico- se constituyen en expectativas clave para el lector de literatura de viajes (El Jaber XVIII). Esta articulación entre las imágenes argentinas incluidas en la obra y esa tradición visual alemana abre una línea de análisis que excede los límites de este trabajo, pero ofrece una clave valiosa para futuras investigaciones.
En el momento de publicación del texto de Mansilla, la serie Reisen und Abenteuer ya ofrecía a sus lectores un repertorio amplio de geografías y culturas remotas: Sudáfrica, los trópicos, los Polos, el Océano Ártico, América del Norte (y los "pieles rojas"), Asia interior, el Congo, Sudán, el Sáhara, la India, el Tíbet y el Himalaya. En ese atlas global de regiones lejanas y fantásticamente inexploradas, las pampas argentinas se integraban como una nueva conquista visual y narrativa, en sintonía con el imaginario consolidado por siglos de literatura de viajes europea -y en especial por la tradición editorial alemana-. Es probable que el principal objetivo de la colección haya sido ofrecer relatos amenos, que alimentaran un sentimiento de nostalgia. La coincidencia cronológica entre la existencia de la serie (1919 a 1934) y el periodo entre guerras permite suponer que el editor apuntaba al entretenimiento y al disfrute.
Además de numerosos autores alemanes, la serie incluye escritores suecos, ingleses, austríacos, checos, noruegos, canadienses, estadounidenses, daneses y finlandeses, todos ellos responsables de narraciones sobre tierras remotas en relación con sus propias patrias. Mansilla resulta singular en varios aspectos: es el primer sudamericano, el primer autor hispanohablante, y el único que no ha tenido que viajar lejos -ya se encontraba a mucha distancia de Alemania y Hungría-. Se trata de un narrador que relata sus propios desplazamientos dentro de su propio país.
¿Qué traslados y adaptaciones sufrió Una excursión a los indios ranqueles en su primera aparición en lengua extranjera? Para empezar, el título -Die letzten wilden Indianer der Pampa- elimina la idea de incursión territorial y generaliza al colectivo ranquel como "los indios de la Pampa", destacando su carácter salvaje y final. Esta lectura, si bien no del todo ajena a la lógica del propio texto de Mansilla, intensifica su tono fronterizo y exótico para atraer al público europeo. El texto alemán, además, es una versión reducida de las cartas del Coronel Mansilla por lo que deberíamos decir que no se trata de una traducción, sino de una reescritura resumida en lenguaje extranjero en la que muchas de las tensiones territoriales, políticas y escriturarias del texto se diluyen o se omiten. Solo tres años después, se publica en Budapest una versión húngara que replica la alemana. Las similitudes son notorias, tanto en el texto como en los paratextos y sus características materiales. Ambas se ubican en colecciones sobre viajes y aventuras, y parecen orientarse al entretenimiento de adultos y jóvenes. El cuidado de la edición se verifica en detalles como la encuademación en tapas duras y la inclusión de imágenes. La colección alemana tiene tapas enteladas de un solo color, de un amarillento dorado, y el título y nombre de la colección en bajo relieve en el centro. El volumen incluye un mapa e ilustraciones que reproducen grabados, así como fotografías de archivo. Tapas, tipografía e imágenes configuran a estos libros como objetos vistosos que atraen lectores. Estas características colaboran, además, con los objetivos pedagógicos y comerciales que pueden observarse en ambos proyectos editoriales.
Una breve noticia contemporánea publicada en la revista alemana Geographische Zeitschrift celebra la salida de los volúmenes 30 y 31 de la colección (es decir, del libro de Mansilla y otro de Emil Hollub sobre Sudáfrica), y la relaciona con otra editorial que también incluye textos de viajes a latitudes distantes (la colección "Fahrten und Forschungen" de A. W. Grube). Describe en la breve nota la importancia comercial y didáctica de aquellos libros: "Estos volúmenes son menos extensos que los de Grubeschem y, por tanto, más baratos, están muy profusamente ilustrados y también son impecables en su selección de material para jóvenes. Ambas colecciones se complementan perfectamente y no deberían faltar en ninguna biblioteca escolar" (Geistbeck 160).
La edición húngara sigue exactamente la alemana incluso en el título "Los últimos indios salvajes de las pampas" -Apampák utolsó vad indiánjai-. En cuanto al público objetivo húngaro, según las reseñas contemporáneas, la serie "Los viajeros del mundo" - Világjárók- estaba destinada principalmente a profesores. De hecho, pocos años después, a principios de los años treinta, el libro de Mansilla puede encontrarse en los catálogos de las bibliotecas de muchos institutos de enseñanza secundaria e instituciones de formación del profesorado húngaros.
En Hungría, la Sociedad Franklin publicó la serie "Viajeros del mundo" entre 1927 y 1941, que fue relanzada en 1957 por la editorial Bibliotheca con seis volúmenes. A partir de los años sesenta, la editorial Gondolat siguió publicando crónicas de viajes bajo el título "Viajeros del mundo - crónicas de viajes clásicas" que parece remedar otra colección alemana, Alte Reisen und Abenteuer (Antiguos Viajes y Aventuras), editada por Hans Plischke para Brockhaus-Verlag, entre 1922 y 1932. Aunque Los últimos indios salvajes de la Pampa no indica el año de publicación, sabemos por reseñas contemporáneas que salió en 1928. En octubre y noviembre de ese año, varias revistas, entre ellas Corvina, Budapesti Szemle y Literatura, mencionan el libro. En cuanto al texto húngaro, es claro que se basa en la traducción alemana: Gyula Halász no hablaba español, y el volumen sigue la edición alemana en extensión, capítulos e incluso diagramación. Ya hemos mencionado el tipo de encuadernación de Reisen und Abenteuer: los pequeños volúmenes tienen una vela dorada dibujada en círculo sobre fondo claro, con el título de la serie debajo. La portada húngara también es una traducción visual: un vagabundo camina sobre una esfera con una luna dibujada, en una cubierta azul oscuro, también de un solo color, con la inscripción Világjárók debajo. Comparando los títulos de las dos series, encontramos que aproximadamente la mitad de los volúmenes publicados por la Franklin Society se habían publicado antes en la serie alemana, por lo que suponemos que Halász tomó como modelo toda la colección.
2. De traductores y traducciones
El problema de la traducción -o más precisamente, de la interpretación cultural- constituye un eje central del relato de Mansilla. Por eso, al abordar estas versiones del texto, no se trata solo de examinar los volúmenes antiguos y las revistas que los comentan, sino también de retomar cuestiones que remiten a la figura del intérprete o traductor, a quienes acompañan al coronel en su travesía y al propio narrador como portador de las lenguas de contacto (Iglesia 90). Mansilla "es el gran traductor del siglo xix: traduce Europa para América, América para Europa" (101).
En su primera publicación en La Tribuna, el narrador de Una excursión dirige sus cartas ficticias -como hemos mencionado- a su amigo Santiago Arcos, pero también, de forma indirecta, a todos los lectores del periódico. En ellas relata las negociaciones diplomáticas llevadas a cabo en territorio ranquel, destacando repetidamente el rol de sus intérpretes como colaboradores fundamentales. Con el tiempo, los destinatarios de esas cartas fueron cambiando: desde los lectores del diario en 1870, a quienes accedieron al libro en el siglo xix, hasta sucesivas generaciones en lengua original y, finalmente, lectores extranjeros. Estos últimos no solo leen una traducción del español, sino también las múltiples traducciones internas que el propio Mansilla integró al texto: léxico, topónimos y diálogos con los interlocutores indígenas conforman una red de interpretaciones superpuestas, marcada por voces, lenguas e intereses diversos.
Cuando el narrador explica en qué consiste la "conversación en parlamento" (Mansilla, Una excursión 1870 10) propia de la diplomacia ranquelina, destaca la figura del lenguaraz como pieza clave para que el diálogo tenga lugar. Este intérprete nativo media entre las partes, anticipa los objetivos de la conversación y resulta esencial para viabilizar cualquier intercambio. Al referirnos al encuentro que estructura el relato, conviene subrayar que el texto ficcionaliza una experiencia histórica concreta: el viaje de un representante del Estado argentino a un territorio en disputa, controlado por la comunidad ranquel, más allá de la frontera, en el contexto de las últimas campañas por estabilizar el espacio nacional. La misión tenía como propósito formalizar un acuerdo de paz y redefinir la línea fronteriza. Para el lector argentino (especialmente el contemporáneo), este trasfondo no requiere mayores explicaciones; en cambio, la edición húngara detalla minuciosamente las circunstancias de producción de la obra.
La primera edición alemana se abre con un breve resumen biográfico de Mansilla, escrito por Enrique Kitt y titulado "Noticia biográfica", que la edición húngara retoma y amplía. El texto introductorio, bajo el título "L.V. Mansilla", ofrece una reseña concisa (menos de media página) sobre el origen del autor, para luego presentar -con tono casi escolar- una síntesis de la historia argentina, su población, su ganadería y los orígenes del conflicto fronterizo. El relato comienza así: "Cuando el orden interno de la Argentina estuvo más o menos consolidado, el gobierno se abocó a resolver la cuestión indígena. ... El gobierno tenía que poner orden tarde o temprano. Sólo había dos opciones: obligar a los indios salvajes a una vida de trabajo regular o exterminarlos para abrir sus territorios a los blancos colonizadores" (Mansilla, A pampák 8-9; traducción propia del húngaro). También queda claro en el prefacio que la versión húngara no trata el texto original como una ficción literaria, sino como un auténtico diario de viaje y memoria militar, por ejemplo cuando evalúa la participación de Mansilla: "Del informe de Mansilla se desprende claramente que él mismo tenía poca fe en la posibilidad de una solución pacífica. Los indios no cumplían sus tratados; la defensa de las fronteras era costosa. El gobierno estaba decidido a crear una situación limpia" (9, subrayado y traducción nuestros).
Sin embargo, el texto que leemos no es un informe diplomático, sino un relato literario elaborado tras una breve incursión de dieciocho días, escrito en el contexto de la suspensión de su cargo militar. Mansilla había pedido autorización a su superior, e incluso respaldo presidencial para firmar un tratado con el cacique Mariano Rosas, pero, debido a tensiones previas y a su compleja relación con Sarmiento, el cruce de frontera le fue negado y fue sancionado antes de regresar, aunque él se enteró recién al terminar el viaje (Mayol Laferrére 307; Iglesia 556). El verdadero informe oficial, enviado por Mansilla al general Arredondo, era un documento breve y técnico, de apenas tres páginas, que contenía cifras, observaciones y datos geográficos orientados a la resolución de la cuestión fronteriza. Este texto fue publicado también en prensa, bajo el título "Cuadro completo de Los Toldos", en La Tribuna el 11 de mayo de 1870, en la página 2, habitual espacio para noticias o documentos oficiales. Muy distinto, por tanto, a las más de sesenta cartas publicadas luego en el mismo periódico, o a las más de seiscientas páginas de la edición en libro. Tampoco se corresponde con las 141 de la versión húngara. Pero lo que sí permanece de informe a literatura y en el traslado de una lengua a la otra es el asunto del que trata y la posición de su observador.
Mansilla logra convertir en exóticos dos elementos necesarios a su labor militar: los indios y el tiempo presente (Iglesia, El placer 88-90). Esta operación de extrañamiento pone al narrador en el centro del relato como sujeto capaz de comprender y transmitir tanto las circunstancias políticas como los saberes que se producen en el encuentro de los otros (Ramos). Es por eso que la traducción se transforma en un aspecto fundamental de lo narrado. Desde la toponimia hasta las formas de relación, alimentación, o comercio; el texto registra esos elementos con voluntad etnográfica pero desprovisto de rigideces disciplinares. El narrador oscila entre la fascinación y el juicio, incurriendo incluso en la declamación político-filosófica, pero en todos aquellos matices depende de la traducción previa que le proveen otros para transmitir a sus lectores sus encuentros con interlocutores variados que van conformando el material de su aventura. Sin dudas, por ello es que el "jefe de fronteras" (Mansilla, Una excusión 1870 11), señala que un lenguaraz "vale tanto como un ministro plenipotenciario" (10), puesto que este "intérprete secretario" (12) es quien anuncia y gestiona los encuentros que se darán a lo largo del viaje.
Hay un aspecto singular en torno a la figura del lenguaraz, vinculado con una acepción del término que circula en el castellano desde mucho antes de su uso por parte de Mansilla. En la tradición de la lengua, un lenguaraz no es solo quien domina dos o más idiomas, sino también aquel "al que se le suelta la lengua", alguien que dice más de lo debido. El "lengualarga", que habla de más, expresa lo que debería callar. La edición húngara del libro traduce esta figura simplemente como "intérprete", pero resulta notable la frecuencia y el modo en que los problemas de comunicación permanecen como un eje central del texto. El drama -o la comedia- de la excursión está atravesado por deslices lingüísticos, malentendidos, traiciones o fracasos diplomáticos. Y quien más se excede en la palabra es el propio narrador, que dice mucho más de lo que su posición política e institucional le permitiría, como lo demuestran sus reiterados conflictos con el presidente Sarmiento: a Mansilla, como el mismo texto sugiere, se le va la lengua. También los lenguaraces del relato se exceden en lo que está permitido o no decir, y ese exceso, a veces, puede costarles la vida. Durante el viaje narrado en las cartas, el coronel trabaja con varios lenguaraces, los dos primeros de los cuales se mencionan con cierto detalle en la traducción. La primera es "la China Carmen" (Mansilla, Una excursión 1870 10); a quien, en húngaro, sin duda debido a la dificultad de traducir la palabra China, se la llama simplemente Carmen. Se cuenta lo que también aparece en el original: que ella ha burlado su misión inicial como espía del cacique Mariano Rosas para convertirse en una informante privilegiada del coronel Mansilla. Decir de más, en este caso, puede implicar la traición a los propios:
esta hermosa y astuta joven india que vino a verme como intérprete con la delegación de los Ranqueles. ... Durante un tiempo se comportó con gran habilidad y astucia, y si yo no hubiera visto a través del tamiz, como comandante de la guardia fronteriza, podría haberme visto envuelto a fondo en el lodazal. Pero me saltaré toda la masa de detalles y diré brevemente que ... fue la propia Carmen quien me contó todos los secretos de su misión. Nos hicimos muy amigos. A ella debo en parte mi reputación, que precedió a mi entrada solemne en Leubucó. (12-13)
Mansilla sugiere en el original una atracción erótica hacia ella, pero esa dimensión fue atenuada en la versión extranjera, donde apenas se insinúa. Otro lenguaraz que pasa traducido a Europa es Linconao, hermano del cacique Ramón. Al comienzo del viaje, enferma de viruela, y su recuperación le permite al narrador posicionarse como figura civilizadora, casi milagrosa: "Linconao estaba desnudo; tenía el cuerpo lleno de ampollas de viruela. ... Fue un verdadero triunfo de la civilización sobre la barbarie, del cristianismo sobre el paganismo. Los indios quedaron profundamente impresionados. Alabaron mi valentía y me llamaron su padre" (Mansilla, A pampák 13-14).
Los dos personajes establecen vínculos cercanos con el cuerpo del narrador, y esa cercanía supone un riesgo simbólico de contagio o fusión (Iglesia 83), uno de los temores recurrentes en los textos de época sobre el contacto con culturas consideradas "otras" (Ramos 73-76). Este borde, donde se cruzan lenguas, cuerpos y bienes, es central en el texto de Mansilla. Los lenguaraces expresan la complejidad de las relaciones de frontera. Hacia fines del siglo XIX, ese territorio conforma un espacio heterogéneo (Reboratt 16), en parte indefinido, donde comunidades indígenas y criollas conviven, negocian e intercambian saberes. Estas relaciones no son simétricas -y no se trata aquí de minimizar la violencia estatal y militar ejercida sobre los pueblos originarios-, pero sí de señalar que los intercambios, las mediaciones y los aprendizajes se inscriben en el texto.
Aunque Una excursión... se publica como ficción, su propósito es también político (Mendonça 1). Como se ha señalado en distintas ocasiones, el discurso de Mansilla produce territorialidad nacional (Andermann 19) y coincide con otros textos que "espacializan las culturas que inscriben tanto en un nivel temporal, como en un nivel verbal" (Fernández Bravo 56). En cambio, las ediciones alemana y húngara reescriben y reorientan el texto hacia una divulgación geográfico-etnográfica, entendible dado que el contexto político original era inaccesible para los lectores europeos. Por eso, la crítica contemporánea recomendó estas versiones sobre todo con fines educativos.
3. Educación geográfica
Esta resignificación del texto como relato etnográfico con fines pedagógicos no solo se evidencia en las ediciones, sino también en su recepción crítica. Las reseñas contemporáneas, especialmente en Hungría, permiten reconstruir cómo fue leído y utilizado el libro, y qué imaginarios ayudó a consolidar. A continuación, se analizan algunas de estas intervenciones publicadas en Budapest en los años posteriores a la edición húngara. En 1928, Károly Horváth publica una breve reseña en el volumen LVI del Boletín Geográfico, en la que destaca la utilidad de la serie Viajeros del Mundo para el ámbito docente:
Nuestros expertos ya tienen acceso a los datos que se recogen en los distintos volúmenes de los Viajeros del Mundo, porque todos ellos conocen una u otra lengua extranjera. Pero buena parte de la profesión docente no está tan familiarizada con las lenguas extranjeras como para poder leer estas obras directamente en el original. En húngaro pueden entrar ahora en la biblioteca de todo profesor. (257, traducción propia).
La reseña retoma literalmente fragmentos del prefacio del libro (en particular, la página 6 de la edición húngara) y concluye con una observación sobre el valor educativo de la obra: "Las historias indias de nuestra infancia cobran vida cuando leemos la obra de Mansilla, la dura vida y las luchas de los blancos colonizadores, la constante decadencia de los indios, que la escuela no alcanza a enseñar" (258, traducción propia). Sin embargo, la reseña resulta problemática por al menos dos razones. En primer lugar, el firmante -quien se presenta con el título de "doctor"- sostiene que la traducción al húngaro facilita el acceso a un público docente que no domina otras lenguas, pero el tenor de su comentario sugiere que él mismo probablemente no leyó el texto ni en lengua original, ni la traducción completa. En segundo lugar, la caracterización del libro como una historia de decadencia indígena y esfuerzo colonizador poco tiene que ver con el contenido -ni siquiera con la versión húngara-, lo que refuerza la idea de una recepción sesgada o superficial.
También en 1928, el número 3 de la revista Literatura anuncia la publicación de la serie Viajeros del mundo de la Franklin Society. Entre sus objetivos, se menciona la inquietud del hombre moderno y la dificultad de emprender viajes reales, lo que justificaría el "viaje en el libro" (34). La reseña destaca el diseño " bello y de buen gusto" de los volúmenes, las "interesantes ilustraciones" y el "excelente estilo húngaro" logrado por Gyula Halász en la traducción. Esa misma línea aparece en otras reseñas de la época, donde se insiste en el carácter evocador y formativo de la serie. En el mismo año, el doctor József Kiss Kondói escribe sobre los primeros cuatro volúmenes, publicados en 1927, todos ellos traducidos y anotados por Halász3. Al comienzo, cita al editor para definir el espíritu de la colección: "[Los volúmenes] no solo relatan las coloridas y aventureras vidas, luchas y alegrías de los viajeros por el mundo; nos deleitan con el dulce sabor de la realidad. Leyendo sus libros, nos arrastra la nostalgia de tierras y mares lejanos -nos sentimos protagonistas del drama más apasionante de todos: el descubrimiento de la tierra" (586, traducción propia).
Kondói señala como antecedente la colección Seis continentes, del mismo editor, interrumpida tras veintiún volúmenes, y valora los "méritos científicos" de Viajeros del mundo. Aclara que "no se trata de las fantasías paisajísticas y los relatos de viajes sensacionalistas que están de moda hoy en día, que no dejan ninguna huella profunda en el alma del lector, sino ... relatos de viajes serios y de valor científico" (586), y destaca que, aunque narran hechos de décadas o siglos atrás, no estaban disponibles hasta entonces en húngaro. En el cierre, elogia la encuadernación "impecable y elegante en tela" y las portadas "de buen gusto, coloridas e interesantes" diseñadas por Mihály Basch, aunque critica las páginas gruesas y algunas ilustraciones "la mayoría de las cuales ... hemos visto en otras publicaciones húngaras más antiguas hace décadas" (587).
En cuanto a las imágenes, la edición es bastante heterogénea en este aspecto, y en esto también se relaciona con la versión alemana. En los dos libros, hay varios tipos de ilustraciones: hay gráficos a pequeña escala encajados en el texto o publicados en una página aparte; reproducciones fotográficas en blanco y negro de paisajes argentinos contemporáneos; y una reproducción en blanco y negro de lo que presumiblemente eran originalmente fotografías en color, firmadas "F. Kienmayer". Además se incluye un mapa medio traducido del alemán -que no coincide con el Croquis Topográfico que había sido publicado en la primera edición del libro, sino que se trata de un redibujo adecuado a la nueva versión reducida del texto-. Tanto la edición húngara como la alemana incluyen un mapa con el título "Aufgehängter Fuchs". La versión húngara, además, traduce los nombres de forma parcial o superficial: los lagos aparecen en español, "Rankélék" y "Atlanti-óceán" también, mientras que el alemán "Kordilleren" se traduce a medias como "Kordilleras". Uno de los reseñadores critica la traducción de los topónimos por pobre e inconsistente: "El texto incluye Tömlö-, Zôld-tó y Akasztott róka. En el mapa son Laguna del Cuero, Laguna del Bagual y Aufgehängter Fuchs" (D.K.J. 298).
De las veinticuatro ilustraciones, algunas -incluida la reproducción de un cuadro titulado "Secuestro de la novia" y la fotografía "Paisaje cerca del Río Quinto"- fueron tomadas del volumen alemán, pero el resto, como escribe Kondói, pueden, en efecto, haber sido incluidas en volúmenes anteriores, ya que muchas de las imágenes -como la plaza de la ciudad de Buenos Aires, la escena de la selva tropical o el dibujo de los indios Tujuka en Brasil- no tienen nada que ver con el relato del coronel en Tierra Adentro.

Figura 3 Mansilla, Lucio V. "Buenos Aires". A pampák utolsó vad indiánjai, Frankin, 1928, pp. 16-17.
Entre las reseñas de la época no se encuentran lecturas exhaustivas del libro del coronel Mansilla, sino textos que resumen varios volúmenes de la serie. En general, como se observa en la reseña de Károly Horváth, los autores probablemente no leyeron las obras completas, sino que se entusiasmaron con los objetivos generales del proyecto editorial y con el prefacio o las primeras páginas. Solo en una reseña encontramos indicios de una lectura más detenida del volumen de Mansilla, que citamos más extensamente:
En la mitad occidental de la Argentina, la ocupación del espacio por el hombre blanco se hizo cada vez más importante a mediados del siglo pasado. Pero la gentil labor era constantemente perturbada por los indios y los blancos fugitivos que huían entre ellos. El gobierno argentino los empujó más hacia el oeste, a veces con suavidad, a veces con violencia. La primera conquista incluyó la expedición de Mansilla desde el pueblo de Mercedes y Sarmiento hasta Leubucó, entre los indios ranqueles. Pertenecen a la tribu de los indios araucanos. Nuestro libro describe este viaje. Nos dice poco o nada sobre el paisaje en sí. Pero lo que es interesante es la descripción etnográfica de los indios. En todas partes eran recibidos con gran desconfianza. Un pueblo ladrón. Siempre pidiendo. Afirman constantemente ser pobres. Les gusta el brandy. Se entregan al desenfreno. Su dieta básica consiste en carne de caballo y ganado y sopa de maíz. Sólo creen en dos tipos de seres supremos: uno es el omnipresente Kuchaventru, el otro es el gran malvado Gualicho, que a veces habita en las ancianas. Ay de ellas. El principado pasa de padres a hijos. Solo después de la extinción hay libertad de elección. El príncipe es completamente igual a los demás. Así que no es socialmente prominente. Tienen hechiceras y adivinas. Está permitido ser polígamo. Sus invitados son recibidos con gran ceremonia y torturados con preguntas aburridas. Son excelentes jinetes. Hasta aquí el contenido de su trabajo. Su exposición es pobre. La edición es chapucera. (D.K.J. 298)
En los años treinta, el libro ya figuraba en los catálogos de numerosas bibliotecas escolares, como indican el boletín de la Escuela Civil Privada para Varones de Hatvan (1934) o el de la Escuela Secundaria Reformada de Mezötúr (1933), donde se menciona junto a otros volúmenes de la serie. Además de en la prensa diaria, se anunciaba también en revistas pedagógicas, como en varios números de Néptanítók Lapja (Revista Popular de Profesores), o el boletín del Instituto Estatal de Formación de Profesores -Népiskolai de Jászberény- (1930). Estas menciones confirman que, más allá de las intenciones políticas y literarias de Mansilla, en Hungría el libro fue leído como literatura de no ficción, con un perfil didáctico-etnográfico.
Estas formas de circulación y lectura en Hungría contrastan con la casi nula resonancia que tuvo la publicación del texto traducido en la Argentina de la época. Sin embargo, un indicio curioso emerge desde la prensa de la diáspora húngara en el Cono Sur. ¿Tuvo alguna resonancia en Argentina la publicación del Mansilla húngaro? Si se revisan las publicaciones de la diáspora húngara por esos años, se encuentra una mención en el periódico sudamericano Délamerikai Magyarság, del 17 de enero de 1932. El artículo, titulado "El héroe de las pampas", lleva como subtítulo: "La sensación del mercado de libros de Navidad fue el libro del general Mansilla sobre Mauricio Mayer".
Con cierta confusión, el texto informa que durante la semana del centenario del nacimiento de Mansilla (diciembre de 1931) se habría publicado en Budapest un libro del "general 'Fluvio' (!) Mansilla" titulado Sobre la conquista de la Pampa, en homenaje a su amigo y colega, el coronel Mauricio Mayer (o Móric Mayer)". El artículo sitúa a Mayer -emigrado del ejército austro-húngaro a la Argentina- como protagonista de la obra: habría llegado a Buenos Aires como capitán, y Mansilla lo habría nombrado coronel y jefe de campaña en las guerras contra el dictador paraguayo López y contra los "indios vándalos de Entre Ríos y Córdoba". Luego, Mayer habría sido indultado de una condena a muerte y convertido en presidente del Banco Hipotecario Nacional y más tarde en ministro. ¿Y de qué trataría el libro en cuestión? Según el artículo:
En el ocaso de su vida [Mauricio Mayer] viajó al lejano Oriente y a las hasta ahora desconocidas islas del Océano Pacífico, y las cartas de este viaje, que acaban de ser publicadas por el eminente abogado Dr. Carlos Mayer de la capital, son una joya de la literatura argentina. La obra póstuma del general 'Fluvio' Mansilla es un relato fascinantemente bello de la vida húngara, lleno de aventuras románticas. (5)
Todo indica que el artículo se refiere a Los últimos indios salvajes de la Pampa, ya que no hay registro de otra obra de Mansilla publicada en Budapest luego de la edición de 1928. Aunque el nombre del autor esté equivocado, la fecha de nacimiento coincide con la de Lucio V. Mansilla (23 de diciembre de 1831), y una reimpresión de Los inicios... de 1930 se aproxima temporalmente al artículo. Dado que el contenido reseñado poco tiene que ver con la obra original, es probable que la noticia haya circulado entre la comunidad húngara de Buenos Aires de forma indirecta, y que -como en varias reseñas húngaras- la historia haya sido recreada libremente.
Esa reinterpretación pudo haberse apoyado en la relación real entre Mayer y Mansilla, y en la correspondencia que mantuvieron, editada años después por el nieto de Mayer. Además de compartir experiencia en el regimiento "12 de línea" durante la Guerra del Paraguay, ambos emprendieron una fallida empresa minera en ese país en 1877. A su regreso, Mansilla publicó sus cartas desde Amambay en El Nacional. La colección completa fue reunida por S. Contreras en 2012 y forma parte de la Colección Mansilla, digitalizada por el equipo que ella misma coordinó para la Biblioteca Nacional Argentina. Ninguno de los episodios que se cuentan en el artículo figura, sin embargo, en la versión húngara de la excursión a Tierra Adentro. El texto, entonces, se transforma a lo largo de su recorrido Buenos Aires-Leipzig-Budapest-Buenos Aires, como una frase susurrada en un juego infantil: algo se pierde, algo se añade, como en toda traducción. Persiste un sustrato ya señalado por Héctor Varela, que sostiene la veta lúdica y experimental de la escritura de Mansilla. También lo advirtió David Viñas: el anecdotario y la amenidad del relato ganaron protagonismo en sus primeras versiones extranjeras. Este énfasis en el aspecto entretenido del texto produjo, según Viñas, un borramiento de sus zonas conflictivas. Los elementos más violentos o polémicos fueron neutralizados o desplazados, y la obra adoptó una tonalidad más liviana, incluso infantil (Viñas, Indios 161). En otro momento hemos discutido con esa lectura, destacando la potencia política de las vidas y configuraciones heterogéneas que el texto inscribe.
Más allá de esa diferencia de enfoques, es innegable que la curiosidad y el exotismo han sostenido durante siglo y medio las ediciones, traducciones, versiones y antologías de Una excursión a los indios ranqueles. En los últimos años, reediciones, estudios y debates públicos han contribuido a recuperar su dimensión militar e incómoda, pero la plasticidad de su escritura sigue permitiendo también esa otra lectura: la del disfrute que ignora el drama ético y político de la subordinación y el avance territorial en la construcción de una nación moderna.
En las primeras décadas del siglo XX, cuando la autoafirmación literaria de Mansilla llega a Europa, el texto se convierte en conocimiento etnográfico, pero también en aventura, divertimento y lectura juvenil. Para cuando su reputación vuelve a los húngaros argentinos, se ha transformado en un monumento dedicado a otro colectivo nacional: los heroicos húngaros. El texto original apenas se recuerda. El general Mansilla ha muerto casi veinte años atrás y su escritura ha sido retorcida y deformada en una nueva versión de viajeros y lenguaraces.















