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Revista Finanzas y Política Económica

versão impressa ISSN 2248-6046

Finanz. polit. econ. vol.14 no.1 Bogotá jan./jun. 2022  Epub 23-Jul-2022

https://doi.org/10.14718/revfinanzpolitecon.v14.n1.2022.1 

Editorial

Desigualdad económica en el siglo XXI

Joan Miguel Tejedor-Estupiñan *  
http://orcid.org/0000-0002-2346-3222

* PhD in Economics, editor of the Revista Finanzas y Política Económica at the Universidad Católica de Colombia. Mailing address: Faculty of Economics, Universidad Católica de Colombia, Carrera 13 n°. 47-49 (Bogotá, Colombia). jmtejedor@ucatolica.edu.co.


La reciente crisis mundial provocada por la pandemia de Covid-19 ha evidenciado una vez más, por un lado, que el mercado no es eficiente en la asignación de los recursos y, por el otro, que los Estados no estaban preparados para enfrentar los efectos colaterales de la pandemia en la sociedad y en la economía. La pandemia no solo acabó con la vida de más de cinco millones de personas en dos años, sino que además profundizó el desequilibrio económico global acrecentado por la crisis financiera de 2008. A pesar de las medidas promovidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los gobiernos mundiales con el fin de controlar la dispersión del SARS-CoV-2 y desarrollar esfuerzos fiscales para contrarrestar los impactos negativos del virus, las brechas de crecimiento y de desarrollo entre países desarrollados y en vía de desarrollo son cada vez más grandes.

Según Stiglitz y Rosengard (2015), tanto los fallos del mercado como los fallos del Estado han creado en el último siglo economías en las que la regulación estatal y los mercados privados benefician apenas a un número muy pequeño de ciudadanos extraordinariamente ricos, a costa de todos los demás. En detrimento de la equidad, la eficiencia económica ha sido el argumento defendido por la mayoría de gobiernos a la hora de desarrollar los programas públicos; finalmente, es la desigualdad un fenómeno que está subyugando la eficiencia de la economía y su productividad.

El informe de desigualdad global del 2022 elaborado por el Laboratorio de Desigualdad Global (World Inequality Lab (WIL) ha consolidado una base de datos de desigualdad mundial que ha evidenciado preocupantes hallazgos para la mayor parte de la población mundial (40% en clase media y 50% población más pobre) en lo que se refiere a distribución global de los ingresos y la riqueza. En la actualidad, la desigualdad en la distribución del ingreso muestra que mientras la mitad más pobre de la población recibe el 8,5% de los ingresos mundiales, el 10% más rico de la población mundial absorbe el 52%. Mientras que una persona de la mitad más pobre gana en promedio 2.800 € por año, una persona del 10% superior de la distribución mundial del ingreso gana 87.200 € por año. Es necesario tener en cuenta que los principales poseedores de riqueza no son necesariamente los principales poseedores de los ingresos. El informe global de desigualdad destaca que la desigualdad mundial de la riqueza es mucho mayor que la desigualdad mundial de ingresos. Mientras la mitad más pobre de la población mundial apenas posee el 2% de la riqueza mundial, el 10% más rico de la población mundial posee el 76% de la riqueza mundial. Es así como, mientras la mitad más pobre de la población posee un patrimonio de 2.900 € PPA por adulto, el 10% superior tiene un patrimonio de 550.900 € en promedio (World Inequality Lab, 2022).

La región más desigual del mundo es Oriente Medio y África del Norte (MENA), mientras que la región más igualitaria es Europa. En este continente, el 10% de los ingresos más altos se sitúan en torno al 36%, mientras que en MENA alcanzan el 58%. Entre estos dos niveles vemos una diversidad de patrones. En el este de Asia, el 10% más rico registra el 43% del ingreso total, en tanto en América Latina, el 55%. Es así como durante las últimas décadas del siglo XX y las primeras del siglo XXI se ha evidenciado que las políticas de privatización y liberalización promovidas en la mayoría de economías mixtas occidentales durante este periodo han sido incapaces de disminuir la desigualdad, la pobreza y el empleo indecente. A pesar de que la desigualdad de la mayoría de países aumentó durante este tiempo, las brechas en la desigualdad global entre países han disminuido, mientras las brechas de desigualdad dentro de los países aumentaron significativamente.

El informe de World Inequality Lab (2022) también muestra que, a pesar del crecimiento económico de las economías desarrolladas y muchas economías emergentes, los niveles de desigualdad se equiparan a los niveles alcanzados a comienzos de siglo XX, con el agravante de que la proporción de ingresos que capta actualmente la mitad más pobre de la población mundial es aproximadamente la mitad del ingreso que se percibía en 1820. Se afirma que este preocupante fenómeno es un efecto de la ineficiência del proceso de organización de la producción mundial impulsado desde mediados de siglo XIX y la primera mitad del siglo XX por los países industrializados, lo cual acrecienta los desequilibrios derivados de los procesos asimétricos de integración internacional interdependientes.

Otro de los aspectos fundamentales del informe es que muestra cómo la riqueza en los países está concentrada especialmente en el sector privado, mientras que la riqueza del sector público es cercana a cero o negativa, un escenario que se agrava debido a que luego de la pandemia de Covid-19 muchos países aumentaron sus créditos privados entre un 10% y un 20%. En este sentido, la insuficiencia de recursos para activar el gasto público y la ineficiência de muchas economías son problemas que no solo aumentan la desigualdad, sino que además agravan los procesos de productividad y competitividad de los países e incluso los objetivos estratégicos del siglo XXI, como reducir los impactos negativos del cambio climático, el desequilibrio económico global y la seguridad mundial.

Asimismo, el informe destaca cómo incluso en la parte superior de la distribución se han incrementado las desigualdades de riqueza. Mientras los multimillonarios mundiales, que son el 1%, han captado el 38% de la riqueza desde mediados de los noventa, el 50% inferior apenas captó el 2%. Desde 1995, la riqueza dé los más ricos crece al doble de velocidad que la riqueza promedio, aumentando de manera exacerbada después de la pandemia de Covid-19.

Las desigualdades relacionadas con el género siguen siendo preocupantes. La participación de las mujeres en los ingresos laborales totales pasó de 30% en 1990 a 35% en la actualidad. Los avances con respecto a los ingresos en lo corrido del siglo XXI son insuficientes en un mundo que promueve la igualdad de género. Con relación al impacto de la desigualdad en el medio ambiente, se evidencia cómo el 50% inferior de los emisores genera el 12% del total de dióxido de carbono (CO2), mientras el 10% superior de los emisores es responsable del 50% de las emisiones. En la actualidad, las políticas para controlar las emisiones de contaminantes, como los impuestos al carbono, están afectando más a los pobres que a los grupos más ricos, que no modifican sus hábitos de consumo.

A pesar de que el informe nos muestra la situación de la desigualdad en la distribución de la riqueza y el ingreso para diferentes países y regiones, y nos presenta una estrategia de impuestos progresivos para recaudar recursos de los multimillonarios del mundo e invertirlos en educación salud y transición tecnológica, no incluye aspectos fundamentales como la desigualdad en la concentración de la tierra o de los territorios, una variable fundamental que se debe tener en cuenta, dado que gran parte de las inequidades surgen por la concentración en pocas manos de grandes extensiones de territorios a nivel global, los cuales no se redistribuyen por medio de reformas a la tenencia de la tierra y reformas agrícolas que permitan aprovechar estos terrenos de manera productiva y, en consecuencia, poder disminuir las brechas abismales en términos de distribución de la riqueza y los ingresos a nivel global.

Otras desigualdades tienen que ver con la capacidad de negociación entre países de altos, medianos y bajos ingresos, una problemática que debe analizarse cuidadosamente en el contexto del proceso contemporáneo de integración internacional, dado que las negociaciones de acuerdos comerciales y políticos evidencian la existencia de acuerdos y tratados débiles y abstractos que en particular afectan de manera negativa a las partes menos desarrolladas, produciendo así desigualdad en la distribución de los beneficios generados por el comercio internacional. En este sentido, resolver la desigualdad global en el siglo XXI requerirá de análisis complejos que presenten soluciones prácticas y democráticas, debido a que la desigualdad en sí es un fenómeno complejo que no se ha resuelto en toda la historia de la humanidad, pero que en una sociedad mundial civilizada debe ser enfrentado con la mayor prontitud.

REFERENCIAS

1. Stiglitz, J. E. y Rosengard, J. K. (2015). Economies of the public sector (4.a éd.). W. W Norton and Company. [ Links ]

2. World Inequality Lab (WIL). (2022). World Inequality Report 2022. https://wir2022.wid.world/download/ Links ]

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