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Trabajo social

On-line version ISSN 2256-5493

Trab. soc. vol.20 no.2 Bogotá July/Dec. 2018

 

Entrevistas

Entrevista con María Eugenia Martínez Giraldo*


Profesora del Departamento de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Colombia de 1971 a 1995. Trabajadora social egresada de la Pontificia Universidad Javeriana, especialista en Administración Social Pública. Integrante fundadora del Grupo Mujer y Sociedad. Sus publicaciones giran en torno a la historia e investigación en el Trabajo Social y en los estudios de género, mujer y desarrollo; entre ellas se destacan Historia de Trabajo Social en Colombia (1900-1975), "El Trabajo Social en Colombia de Profesión a Disciplina" (Revista Acción Crítica, Celats, 1989) y Cartografía de Mujeres. Para Pensar los Derechos (2003). Directora de la Carrera de Trabajo Social (1985-1987) y del Departamento de Trabajo Social de La Universidad Nacional de Colombia (1987-1990). Medalla María Carulla de Vergara, Resolución 012, 2003 del Conets. Profesora destacada por sus aportes a la Universidad. Conmemoración de los 40 años de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia.

¿Por qué escogiste estudiar Trabajo Social?

Inicialmente estudié tres años de sociología y sentía el vacío de la praxis y la influencia de los estudios de la sociología norteamericana, particularmente de Parsons y Merton, quienes veían la sociedad institucionalizada; uno entraba en choque con la realidad de la informalidad de los países de América Latina, [...] surgían muchas preguntas sobre ese tipo de teorías, pues, generaban limitaciones para poder comprender estas realidades, [...] lo que me llevó a que no me graduara en sociología, sino en Trabajo Social, o sea que hice una carrera de seis años […].

¿En qué año ingresaste a la universidad?

Ingresé en 1964 a la Pontificia Universidad Javeriana. En ese momento era la Facultad de Ciencias Sociales donde estaban las carreras de sociología y Trabajo Social. Fue la época del movimiento estudiantil a nivel mundial -mayo del 68 en París, pero también en América Latina- [...]. Estuve un año en Estados Unidos; por esa época había un movimiento de discusión sobre América Latina, bien interesante, pero también de rebeldía juvenil. Creo que la rebeldía nuestra en el movimiento Cataluña y estudiantil en Colombia estaba motivado por tratar de descubrir nuestras propias realidades [...]; de ahí que una de las principales reivindicaciones que hacía el movimiento estudiantil de esa época era la de desarrollar la investigación y el derecho a pensar por cuenta propia y tratar de buscar interpretaciones más cercanas a lo que se vivía en los países de América Latina, en Colombia y en el entorno inmediato. Creo que esa fue una de las reivindicaciones clave, incluso por las cuales la Universidad Javeriana cerró las carreras de sociología y de Trabajo Social; las directivas consideraban que la investigación debía realizarse por personas maduras. También [el proceso estaba] influenciado por movimientos políticos de izquierda; entonces, ahí venía todo ese problema de una universidad privada y religiosa restringiendo otro tipo de concepciones sociales. Por eso crearon la Facultad de Estudios Interdisciplinarios; consideraban que esos jóvenes rebeldes no tenían la capacidad para investigar [...] y curiosamente muchos de los que estudiamos en la Javeriana en esa época ingresamos como docentes a la universidad pública, a la de Antioquia, a la del Valle y a la Nacional; por ejemplo, Rocío Londoño, Jorge Valenzuela, María Cristina Salazar, Juanita Barreto, María Cristina Maldonado, Álvaro Guzmán. En estas universidades se crearon los grupos de investigación: violentología, género, urbanismo, familia, entre otros.

¿Por qué ese interés por lo social, la sociología al principio y luego el Trabajo Social?

[...] creo que el ejemplo de la familia, pues tuve un tío médico que se fue a vivir a Villeta y, la verdad, era una eminencia, e incluso mucha gente de Bogotá iba a consultarlo. Se dedicó cincuenta años a servirle a toda la región y él hizo una vida con mucho compromiso social.

¿Cuál era el nombre de tu tío?

Se llamaba Ernesto Giraldo Jaramillo, egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia; era buen ejemplo de un compromiso social. Otra tía, Cecilia Giraldo, fue una de las fundadoras de la carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad Nacional de Colombia; otro tío, Gabriel Giraldo Jaramillo1, promovió la creación del Instituto de Cultura y Turismo de Bogotá, con una concepción de vincular la cultura al desarrollo social […]. También contrastes de mi vida personal, por ejemplo, el interés por la pobreza se debe a un golpe que tuve muy niña, vivir con mucha solidez económica, pero muere mi abuelo y esa solidez familiar se pierde; entonces pasamos a vivir con estrechez económica. Esa experiencia personal se traduce con los contrastes sociales, se juntan los sentimientos y las emociones que uno vive con lo que uno ve en la vida social, ¿por qué tanta opulencia en unos grupos sociales y tanta estrechez económica en otros? Entonces, creo que esa fue una de las motivaciones para que estudiara Trabajo Social. Además, rabia por los contrastes de ver la superficialidad y las extravagancias, las sofisticaciones de algunos grupos sociales frente a las estrecheces y a las limitaciones de otros, en términos de oportunidades [...].

¿En dónde hiciste las prácticas, cómo se llevó a cabo ese proceso, y cuál fue el tema de tu tesis?

La tesis fue sobre el papel del trabajador social en las clínicas de orientación familiar; en ese momento la planificación familiar era tema tabú. Además, para hacer las prácticas en la Clínica de Orientación Familiar, me tocó ponerme uniforme y llegar a la Facultad de una Universidad católica con la camiseta de la planificación familiar. Era algo extraño y poco aceptable. Las ideas de Hernán Vergara en su libro: El complejo de Layo, predominaban.

¿Y quién te dirigía la práctica?

[...] Lucía Laverde, ella era la trabajadora social de la Clínica de Orientación Familiar, por supuesto que todo el enfoque era religioso, era toda la práctica del control natal con base en el sistema del ritmo, era lo permitido; los demás métodos de planificación eran satanizados. No obstante, ahí se hicieron unas primeras investigaciones sobre las formas naturales de planificación [...].

Recuerdo el testimonio de una señora que nos narraba la botella de gaseosa enterrada bajo tierra durante 10 días para luego beberla. O saltar mucho después de la relación.

En el proceso de formación de Trabajo Social, ¿cuál sería, o cuál es uno de los textos, de los libros o de los autores que, de pronto, te impresionaron por algún motivo especial?

Yo diría que los primeros textos de Orlando Fals2, sobre las situaciones en las regiones; el libro de Camilo Torres3, yo creo que ese también me marcó muchísimo. Y, por supuesto, La Familia en Colombia, de Virginia Gutiérrez. Un artículo de un tío, Gabriel Giraldo Jara-millo4, el que creó el Instituto de Cultura, titulado "La presencia de América en Europa"; es un aporte al pensamiento americanista. Me impactó, pues, muestra incluso el debate por los Derechos Humanos que, a mi manera de ver, es una de las filosofías de mayor valor para pensar la sociedad, para pensar la organización social. Se origina en América Latina a raíz de los debates sobre la esclavitud. Hace el planteamiento de cómo las realidades latinoamericanas pensadas desde aquí llevaron al debate a Europa; además se pasea por varios museos y analiza cómo el arte influenció y amplió en colorido y formas; lo que era negro y gris en Europa se volvió multicolor por la presencia de América Latina [...].

Otro de los autores que también me gustaron mucho fue Carolina Ware, quien escribió varios textos sobre Desarrollo Comunitario5. Ella tiene un planteamiento muy interesante sobre cómo el trabajo comunitario nace de la investigación sobre la solidaridad popular y sobre los grupos de apoyo, que practican en los países en vías de desarrollo y Naciones Unidas reorienta la cooperación internacional con estos lineamientos [...].

Y en la universidad, ¿cuál fue tu participación en el movimiento estudiantil? ¿Militaste en algún grupo de izquierda? ¿Cómo fue ese paso por todo ese fervor juvenil?

Inicialmente, no participaba en la izquierda; formamos un grupo que se llamaba equipo de estudios para el desarrollo. Ya había un complejo en las ciencias sociales porque no se hablaba de investigación, no había voz propia; lo mejor era lo del norte, eso era lo superior y uno interiorizaba esa inferioridad y esa minusvalía […]. Estudiábamos los planteamientos de la Cepal, salíamos en grupo a los debates del movimiento estudiantil general. [...] para los estudiantes de los Andes éramos los católicos, porque ellos eran los laicos, y para los de la Nacional, pues éramos los conservadores, porque obviamente allá había otra posición.

En esa época funcionaba la casa universitaria, entonces era el encuentro de estudiantes de todas las universidades; eran unos debates formidables de todas las corrientes políticas y había muchos encuentros en todas las universidades. Uno se la pasaba de encuentro en encuentro. También eso coincidió con el Concilio Vaticano Segundo que, creo, abrió muchas puertas. Abrió a la iglesia a otro pensamiento, a la teología de la liberación, a la creación de las comunidades religiosas de base y el movimiento ecuménico [...]. Creo que de ahí surgió el CIAS6, lo que hoy en día es el Cinep. Entonces, cuando tú dices qué libros me impactaron, por ejemplo, hay uno de César Vallejo sobre la situación socioeconómica en Colombia, o el de Fidel Castro sobre la condición socioeconómica del mundo, que lo ubica a uno realmente en el mundo con una visión global [...].

¿Y quién te dictaba las asignaturas en el campo de Trabajo Social?

Profesoras egresadas de la Universidad Pontificia Bolivariana; la Bolivariana es una Universidad con calidad académica. Como, por ejemplo, Cecilia Ángel, que nos marcó muchísimo cuando trabajamos en el Consejo Nacional para la Educación en Trabajo Social (Conets), con los grupos de trabajo académico, la capacidad de ella de dirigir el debate sobre el objeto del Trabajo Social y la política social, yo creo que era de las personas más estructuradas en ese sentido. También me influenciaron profesoras como María Cristina Salazar, quien sembró mucho la semilla de la investigación, de la IAP; María Eugenia Jara-millo era de las comunidades eclesiales de base con mucha influencia del Concilio Vaticano Segundo; también Esther de Múnera [...].

Después de que te graduaste como trabajadora social, ¿a qué entidades te vinculaste laboralmente?

Después de que me gradué, trabajé en el INEM de Kennedy, lo acababan de inaugurar. Duré tres meses, era la trabajadora social de la sede; presenté un programa de desarrollo comunitario para impulsar la organización de padres de familia, pero el rector me llamó al orden y me dijo que ¿cómo así eso de la participación de los padres?, [que] ¿dónde quedaba su autoridad? [...] Le chocó que yo citara a la primera reunión de padres de familia; le dije: "Bueno, pues si no estamos de acuerdo, me retiro". […] paralelamente trabajaba con la Juventud Trabajadora Colombiana (JTC); había muchos grupos de jóvenes en Ciudad Kennedy que veían críticamente al INEM, porque no alcanzaban los cupos. Tenía además un trabajo también paralelo con las comunidades de Ciudad Kennedy y con el equipo de estudios para el desarrollo.

¿Y este trabajo con la Juventud Trabajadora Colombiana era remunerado o no?

No, el de la JTC era parte del activismo estudiantil, claro, con los grupos de la Javeriana, pero de ahí salieron dos compañeras, entre ellas Amparo Parra, [con la] que después trabajamos en el Equipo de Mujeres con los Sectores Populares, lo que hoy es en día la Repem, la Red de Educación Popular para América Latina7.

¿Cuándo ingresaste a la Universidad Nacional de Colombia como profesora del Departamento de Trabajo Social?

En 1971. Entré a la universidad afortunadamente por un concurso público y no por recomendaciones, como era norma en la UN.

Presenté el programa de una cátedra y un artículo, que sustenté ante los docentes [...]; además tenía que dar una clase magistral en un auditorio con los estudiantes […].

¿Y qué temas propusiste en el programa?

[...] le di énfasis a la investigación, porque era mi interés, pues había sido monitora cuando estudié y como partícipe del movimiento de Cataluña en la Pontificia Universidad Javeriana, pues, era una reivindicación de los jóvenes en esa época; conocer lo que pasaba en nuestro entorno, no solamente formarse conociendo a las sociedades del norte que era donde se publicaba [...]. De hecho, cuando me presenté a la convocatoria era para el área de investigación, para dictar las asignaturas de investigación. El campo de la política social era como vedado, pertenecía a la Facultad de Derecho; Eduardo Umaña Luna era quien dictaba estas asignaturas […]. Ingresé como instructora y tenía la responsabilidad de las cátedras de investigación, problemas sociales y una práctica. Uno tenía a su cargo tres programas, una práctica y dos teóricas.

¿Y las primeras prácticas que dirigiste en dónde se llevaron a cabo?

En el municipio de Cajicá, en el sector rural.

Fue una práctica interesante, ¿no? Porque era una práctica interdisciplinaria, estudiantes de economía, de química, de Trabajo Social. ¿Por qué ese interés por la cuestión agraria?

Era el auge del interés por la cuestión agraria y estaba la propuesta de reforma agraria, la creación reciente de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC). Venía de trabajar con el ICA y el Incora sobre la reforma agraria en el Cauca. En la un empecé mi vinculación con los grupos socialistas que elaboraban tesis muy interesantes sobre la cuestión agraria.

¿Además dirigiste una práctica en las Centrales Obreras?

Sí, con la CGT Nos pidieron la elaboración de unas cartillas para los trabajadores [...]; creo que teníamos vinculación con la escuela María Cano [...], pues era un referente necesario y ahí formamos los primeros grupos de mujeres trabajadoras que estaban estudiando promoción social. En esas organizaciones de la juventud obrera trabajaba un jesuita de apellido Londoño con el enfoque de control mental; él hacía muchas sesiones de relajación. [...] ahí formamos el grupo de trabajo de mujeres del sector popular que es hoy en día la Repem. De ahí salió Fundac, la fundación de jardines infantiles comunitarios.

En el libro Buscando caminos, presenté la experiencia del trabajo con Fundac, en 1973; siempre pensaba que las prácticas debían estar vinculadas a algún movimiento social. Trabajamos con gente de la Universidad de los Andes, del Colegio Mayor de Cundinamarca, el Instituto de Estudios Sociales (ISES) era un grupo interdisciplinario e interinstitucional. Entonces ahí empezó esa práctica que duró 20 años, con una continuidad vinculada al grupo de mujeres de los sectores populares. Y de ahí mi interés por la creación de un grupo de estudios feministas en la Universidad Nacional. Era necesaria la investigación y la interpretación de esos procesos organizativos y reivindicativos.

¿Y trabajaban en algún barrio en especial?

Fundac estaba en 22 barrios, pero el grupo de práctica de Trabajo Social de la Nacional se quedó en la localidad de Kennedy, porque allá estaba Ciproc, el Centro de Investigación y Promoción Comunitaria, pero era en el barrio el Perpetuo Socorro. Allá se creó uno de los jardines infantiles comunitarios de Fundac.

¿Todavía funciona?

Esos 22 jardines y Fundac todavía funcionan. Fueron las primeras negociaciones que se hicieron para que los Caips, los Centros de Atención Integral al Preescolar, con el Distrito, reconocieran el trabajo comunitario y se remunerara. De ahí nació el trabajo con redes y organismos internacionales para el reconocimiento internacional y la obligación que tiene el Estado de remunerar a las madres comunitarias. Después cambió el modelo de Caips a los Hogares de Bienestar (Hobis), [...] los Hogares de Bienestar, donde sí tenían trabajo las mujeres madres en los barrios populares. Las prácticas de la Universidad se enfocaban, por un lado, en el aspecto pedagógico, porque obviamente las pedagogías que ellas implementaban eran las tradicionales en términos del castigo y la sanción; entonces se trabaja a mucho la parte de creatividad con la infancia. Y, por otro lado, en los procesos de construcción de la identidad femenina y sus derechos como mujeres8.

¿De dónde te surgió ese interés de trabajar con las mujeres?, ¿qué encontraste en tu experiencia como estudiante, en tu vida personal, para que te interesaras en ese tema que fue tan importante para Trabajo Social y ha sido tan importante para el país?

Creo que uno, de todas maneras, sí siente que le niegan su existencia ¿no? En la vida diaria, en dónde estoy y quiero hacer algo, no para que me reconozcan sino para ser. Y me encontré con el movimiento feminista internacional que estaba creciendo, que venía de esa nueva ola de la década de 1970; mucha publicación externa de los movimientos internacionales. Recuerdo, por ejemplo, a Margaret Randall9, quien escribe sobre los movimientos sociales en diferentes países como periodista [...]. Me acuerdo de un libro hermosísimo que se llama La mitad del cielo, que es la organización de las mujeres chinas en el cuidado de la infancia y la defensa de sus intereses. Ahora, si uno se lee ese libro y luego se lee Cisnes salvajes dice cuál de los dos puede tener razón: la experiencia de una mujer literata en China y los horrores de la Revolución cultural.

Cuéntanos de la creación del Grupo Mujer y Sociedad. Tenías experiencias en el trabajo con mujeres de sectores populares y con organizaciones, ¿cómo fue la gestación del grupo?

Yo creo que por intereses comunes con las colegas, charlando en las escaleras y en la cafetería mientras almorzábamos, [...] veníamos de la izquierda, todas, [...] había mucha demanda del movimiento social de mujeres, las secretarias y las empleadas de la universidad nos llamaban con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo [...]. Florence [Thomas] tenía interés de crear un grupo de estudios, no encontraba eco en el Departamento de Psicología. En el Departamento de Trabajo Social se tenía experiencia de trabajo con mujeres y con organizaciones de mujeres; se conocía el problema de la desigualdad y la discriminación, el desconocimiento sobre las labores domésticas y, especialmente, el de la violencia intrafamiliar. [...] El grupo fundador lo conformamos con María Himelda Ramírez, Yolanda Puyana del Departamento de Trabajo Social, Guiomar Dueñas del Departamento de Historia y Florence Thomas del Departamento de Psicología, al poco tiempo también ingresó Juanita Barreto. Al principio, cuando constituimos el grupo, nos trataban de locas, nos pinchaban las llantas de los carros [...]. Nos decían que éramos lesbianas. [...] al principio hubo rechazo. Eso se fue transformando con el trabajo que hicimos en grupo, cantidad de talleres, simposios, seminarios, conferencias, duramos en ese proceso como cinco o seis años. Posteriormente, con la publicación del libro Mujer, Amor y Violencia10 se hizo divulgación de las ideas feministas en la Universidad, entonces fue cobrando forma [...].

Durante varios años participaste como delegada del Departamento de Trabajo Social en el Consejo Nacional para la Educación en Trabajo Social. ¿Por qué no nos hablas de la investigación que realizaste sobre Trabajo Social en el umbral del siglo XX11

Fue una investigación que propuse por parte de la Universidad Nacional al Conets. Se formó un equipo interuniversidades, con la de Antioquia, Julia Reina; Carmen Lucía Giraldo por la del Valle; y la de Cartagena con Pilar Morán. Nos distribuimos por regiones, se hizo un barrido recogiendo información por todas las facultades de Trabajo Social, todo lo que había escrito, hasta papeles de borrador de los profesores. Ese trabajo fue muy interesante. Este trabajo fue motivado por la propuesta de reforma universitaria, en la que se proponía que Trabajo Social, Enfermería y Terapias, o sea, las profesiones de mujeres, debían pasar al SENA porque no contaban con estatuto teórico ni realizaban investigación.

¿Cuánto tiempo duró ese trabajo investigativo?

Como dos años; ese trabajo lo desarrollamos a finales de los noventa y entregamos el informe de investigación al Conets, en el Departamento de Trabajo Social de la Nacional entregamos una copia de ese informe.

¿Cómo se llevó a cabo el proceso de ser un programa de Trabajo Social anexo al Departamento de Sociología a la creación del Departamento?

Era un programa de carrera, por lo cual los profesores nos podíamos dedicar solamente a la docencia y el 60 % de las asignaturas eran de servicios12; [...] por la estructura de la Universidad y de las otras universidades públicas, también en la misma condición dado que eran apéndices de antropología o de sociología, y entonces no tenían cómo cobrar entidad propia. La idea central era: no somos solamente acción y técnica, sino también pensamiento y, por supuesto, yo creo que estaba mediando el derecho a investigar, pero la carrera no te lo permitía porque tú como profesora adscrita al Departamento de Sociología, no te daban tiempo para investigar; entonces se debía crear el Departamento para que tuviera esa otra función.

¿En ese momento la carrera de Trabajo Social estaba organizada en secciones?

Sí, estaba la de Política Social y Metodología de intervención profesional [...]. También existían los grupos de trabajo académico convocados por el Icfes; [...] nos citaban a todas las unidades académicas de Trabajo Social para reforzar el trabajo académico que se hacía en el Conets; además, había discusiones a nivel nacional y latinoamericano. Teníamos contacto, por ejemplo, con universidades chilenas y con el Celats13 [...].

¿Ese proceso de trabajo inició más o menos cuándo?

[...] en la década de 1970 y principios de la de 1980; fue un proceso intenso y continuo.

¿Cómo se desarrolló el trabajo de los docentes de la carrera de Trabajo Social en el proceso de creación el Departamento14?

En la sección de Política Social tuvimos varios debates [...], pero, además, se llevó a cabo un trabajo de análisis por parte del grupo de docentes y se tuvieron en cuenta las reflexiones que se venían haciendo a nivel nacional sobre la formación, la investigación y la política social como eje articulador en la formación en Trabajo Social; todos esos debates permitieron que se lograra desarrollar una propuesta seria y coherente [...]. Yolanda López jugó un papel muy importante porque recogió las discusiones de todos esos debates y construyó un proyecto muy sólido que se presentó al Consejo de la Facultad de Ciencias Humanas; el rector en ese momento era Marco Palacio y la decana era Myriam Jimeno.

En ese tiempo tú incursionas en la investigación sobre la historia del Trabajo Social en Colombia. ¿Cómo se llevó a cabo ese proyecto de investigación y del libro que se publicó?

Cuando se inició ese proyecto no se había creado el Departamento, entonces, no se tenía la posibilidad de presentar un proyecto de investigación; la única posibilidad era en el espacio de las prácticas, en las asignaturas de investigación y en el desarrollo de las monografías [...]. Teníamos varias inquietudes y preguntas; [...] le propuse a un grupo de estudiantes de práctica desarrollar un proyecto de investigación a partir de una simple pregunta: ¿cómo se originó y cómo se desarrolló el Trabajo Social en Colombia? Algunas estudiantes se interesaron, creamos el grupo de investigación y cada una se responsabilizó de investigar un periodo histórico […]. Nos dedicamos a buscar archivos y a hacer entrevistas, por ejemplo, a la fundadora de la primera Escuela de Trabajo Social en el país, como María Carulla, a Inés Gómez, directora del Jardín Obrero de la Perseverancia, creado por la Fábrica de cervezas Bavaria, del primer periodo de la creación de la primera escuela; después entrevistamos a [un] grupo de colegas, algunas egresadas del Colegio Mayor de Cultura Femenina: Ligia Neira Leal, Nina Chávez de Santacruz, Clarita Carrillo. Con este material se presentaron varias monografías de grado que luego se transformaron en el libro Historia del Trabajo Social en Colombia (1900-1975).

Este libro ¿quién lo editó?

Una editorial independiente, porque en la universidad no había editorial. [...]. Se publicaron dos ediciones, fue un texto que se incluyó en los programas académicos de Trabajo Social en el país, tuvo una buena acogida, se hicieron varias reseñas [...].

Cuéntanos sobre tu experiencia de la entrevista con María Carulla

Cuando la entrevistamos estaba muy enferma [...]; era una mujer estudiosa y culta, feminista conservadora, católica, tenía una sólida formación en doctrina social de la iglesia [...], convencida de lo que había que hacer y, la verdad, ella sí tenía un planteamiento claro sobre la política social. Si uno analiza la política hacia la infancia, nació con el Distrito y la primera Escuela de Trabajo Social. Además, tenía claro sobre la asesoría que las trabajadoras sociales podían dar al Distrito en términos de la política social y de los programas sociales [...]. Orientación que se perdió con el enfoque del desarrollismo.

Además, nos interesa conocer la vinculación del Departamento al proyecto de atención y reconstrucción del desastre en Armero15, que también fue en el mismo año de la creación del Departamento.

Si, fue un año crucial, porque también ocurrió la toma del Palacio de Justicia16 [...]. La rectoría mandó una circular al Departamento, yo estaba de directora, invitando a que la universidad se vinculara al proceso de atención y reconstrucción por la avalancha que sepultó a la ciudad de Armero. Me vinculé al proyecto con estudiantes de psicología, de antropología y de Trabajo Social; igualmente respondieron los de medicina, las terapistas, [los departamentos de] geología y diseño. Entonces se formaron equipos interdisciplinarios para que se hicieran estudios sobre la problemática social, ambiental y geológica.

Por ejemplo, me acuerdo que geología hizo un informe muy serio sobre el sitio de la reconstrucción, y recomendó que esta debía ser en Lérida y no en Guayabal, porque se demostró que históricamente cada ciento quince o ciento veinte años, había una erupción del volcán Nevado del Ruiz, entonces, si se reconstruía el pueblo en zona más baja, dentro de cien años iba a pasar lo mismo. El presidente Belisario Betancur, en un principio había declarado a Guayabal como sitio para la reconstrucción y con el informe de la Universidad Nacional se rectificó y se acordó que fuera en Lérida. Eso pasó por los intereses políticos de los liberales, entre esos el que está ahora del gobernador del Tolima, quien tenía a su caudal electoral en Guayabal. Se dividió la reconstrucción en los municipios de Lérida y Guayabal. [...] la Nacional tuvo un papel importante [...]; me nombraron representante ante el Comité Regional de Emergencias. Entonces, con los recorridos que hacían los estudiantes por todas las zonas afectadas, pues yo recogí esa información para construir algunas directrices. [...] con la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres invitamos a Natalia Cohen, una psiquiatra, a un seminario nacional. La idea que discutimos con los estudiantes de ciencias humanas, [era] que a la atención había que darle un enfoque humanista y no militar, que era lo que predominaba; por supuesto, los militares tenían los recursos, los helicópteros, la infraestructura, pero para el trabajo con la gente había que tener en cuenta un enfoque humanista para brindar la atención integral.

Con Clara María García trabajamos en un seminario sobre el enfoque humanista en la atención de desastres, trabajamos la cuestión de la prevención, qué se hubiera podido hacer. Hay monitorias y seguimiento a ese tipo de desastres, que se sabe que van a ocurrir; a diferencia de los terremotos, se sabe, entonces, se puede avisar y se puede hacer un trabajo pedagógico muy importante. Pero se hizo restringido a la Acción Comunal; y la otra era la atención humanista y participativa. [...] las discusiones con los militares eran muy fuertes porque ellos no lograban entender el dolor de las personas y que hay seres humanos, que tienen derechos. En esa época también veían que la guerrilla se iba a meter, entonces había que poner la seguridad a través de sus armas. [...] el encuentro fue muy duro, muy duro; me acuerdo de un militar que decía: "Esa loca profesora de la universidad que no se me aparezca". [...] eran reuniones permanentes como por más de seis meses, donde era necesario que se tuvieran en cuenta las condiciones ambientales para la reconstrucción, además de las cuestiones psicológicas, el dolor de la gente, por lo que implica haber perdido todo, familiares, amigos, vecinos y su territorio [...]. Muchos también se perdieron porque el ejército recogía a las personas y las mandaban según la especialidad de la afectación que hubieran tenido, las remitían a diferentes centros asistenciales, pero no se llevaba ningún registro de dónde los remitían; entonces la gente preguntaba por sus familiares y no se sabía a dónde los habían remitido, por eso están tan dispersos los sobrevivientes de esta tragedia. Esa era otra discusión con los militares, y eso la Undro lo tiene desde hace años registrado, pero los militares no caen en cuenta de esa situación.

¿Ustedes alcanzaron a trabajar también con Resurgir, la entidad que se creó para la reconstrucción de Armero?

Sí, Pedro Gómez era el director de Resurgir; él llegó con sus técnicos, con una maqueta sensacional, pero un estudiante de psicología lideró la organización de un festival de cometas en Lérida. Con las cometas le querían demostrar a Pedro Gómez que el diseño arquitectónico que él había presentado no era acorde con las condiciones ambientales de estos municipios. Entonces le decían, mire el viento y mire para dónde va la maqueta; si usted construye las casas con las ventanas y las puertas para ese lado no van a recibir el viento, si no se cambia el diseño, las familias se van a cocinar y van a tener que comprar ventiladores […].

Además, se demostró cómo las casas antes de la avalancha tenían patios donde tenían marranos, gallinas, huertas, y en ese proyecto de vivienda se dijo: ¿usted aquí no consideró nada verde en este nuevo barrio? Y resulta que esto es seguridad alimentaria para la gente. Entonces le demostraron una cantidad de cosas sobre las condiciones culturales de la gente de Armero que debían tener en cuenta [...].

A mi manera de ver, toda esa discusión que se tuvo, a raíz del desastre de lo de Armero, fue lo que permitió que después en el terremoto del eje cafetero se retomara el enfoque humanista de atención [...].

¿Cómo manejó el equipo de docentes y estudiantes de la Universidad Nacional, del que hiciste parte, el dolor y qué pasa con las personas que intervienen en este tipo de problemas?

Algunos se retiraron, [...] después de siete años me dio una crisis y me jubilé por depresión, porque en la atención de desastres se requiere también, primero, que el trabajo sea por periodos cortos y que haya relevos; y, segundo, que haya atención psiquiátrica para los que atienden y trabajan con los damnificados y eso no se tenía en cuenta; yo no sé si eso hoy en día se tiene en cuenta [...]. Después de esta experiencia se creó en la Universidad Nacional el Centro de Estudios para la Prevención de Desastres17.

Cuéntanos del Grupo de Estudios Ambientales

El profesor del Departamento de Geografía, Augusto Ángel Maya, fue el fundador del Grupo de Estudios Ambientales (GEA). Participé en algunas de las reuniones preliminares, varios profesores del Departamento participaron en este grupo [...]. Posteriormente se transformó en el Instituto de Estudios Ambientales (IDEA); el equipo de trabajo estaba conformado por profesores de diferentes departamentos y facultades. Era mucho más grande que el Grupo Mujer y Sociedad que era de la Facultad de Ciencias Humanas; el IDEA era interfacultades [...].

Bueno, María Eugenia, agradecemos tu colaboración por conceder estas entrevistas que nos aportan a la investigación sobre la Formación en Trabajo Social en la Universidad Nacional de Colombia, 1990-2010.

* Apartes de las entrevistas realizadas en Bogotá, el 30 de noviembre del 2015 y el 14 de noviembre de 2017, por las profesoras Gloria E. Leal Leal y María Himelda Ramírez, en el marco de la investigación "La formación académica en Trabajo Social, Universidad Nacional de Colombia, 1990-2010"; ganadora de la Convocatoria Nacional Proyectos para el fortalecimiento para la investigación, creación e innovación de la Universidad Nacional de Colombia 2016-2018. La revista Trabajo Social agradece la transcripción de la entrevista a Deisy Moreno y a Diana Murcia.

1 La creación del Instituto de Cultura y Turismo (ahora adscrito a la Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte), por medio del Acuerdo 02 del 14 de febrero de 1978, presentada por el proyecto de acuerdo n.° 3 por el entonces alcalde, Bernardo Gaitán Mahecha.

2De sus primeros textos se destacan: Aspectos psicosociológicos de la vivienda rural colombiana (1956) ; El hombre y la tierra en Boyacá; bases sociológicas e históricas para una reforma agraria (1957) ; Campesinos de los Andes: estudio sociológico de Saucío (1961); entre otros.

3La violencia y los cambios socioculturales en las áreas rurales de Colombia (1963).

4"Presencia de América en el pensamiento europeo", Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia, XIII, Primero y segundo trimestres de 1955, Bogotá.

5 Véase The Cultural Approach to History (1940), The Early New England Cotton Manufacture: A Study in Industrial Beginnings (1931), Estudio de la comunidad (1947), El desarrollo de la comunidad y el trabajo social en América Latina: mis experiencias (1945-1976) (1988), entre otros.

6 Centro de Investigación y Acción Social, abre en 1968 y cierra en 1976 con la creación del Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep).

7Concebida como un espacio de encuentro y construcción colectiva de mujeres de diversos países de Latinoamérica (Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, República Dominicana, Perú, Uruguay, Paraguay y Venezuela), con una apuesta política centrada en visibilizar la labor de las mujeres como actores sociales, con la implementación de acciones educativas.

8Esta práctica se encuentra sistematizada en el libro Buscando Caminos, Seminario sobre parti cipación de la mujer en sectores populares 1982, Ciproc. Trabajo Social. ÜNAL; Bogotá: Barreto Gama y Cía. Ltda.

9De sus obras se destacan Cuban women now (1974), Sandino's daughters (1981), To change the world: my years in Cuba (2009), Hunger's Table: Women Food Politics (1997).

10Grupo Mujer y Sociedad. 1991. Mujer, amor y violencia. Nuevas interpretaciones de Antiguas realidades. Grupo Mujer y Sociedad. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia / Tercer Mundo Editores. 208 p.

11Martínez, Eugenia y Yolanda Puyana. 1994. Trabajo Social en el umbral del siglo XX. Informe de investigación. Bogotá: Conets.

12Cátedras ofrecidas por otros departamentos para los estudiantes de Trabajo Social.

13Centro Latinoamericano de Trabajo Social, con sede en Lima; es una asociación no lucrativa dedicada a la investigación y el desarrollo social mediante el fortalecimiento profesional de trabajadores y trabajadoras sociales, quienes se asocian en una asamblea y un Consejo Directivo.

14En 1985 se crea el Departamento de Trabajo Social. Para mayor ilustración, consultar la revista Trabajo Social n.° 7, 2005, pp. 229-231.

15El 13 de noviembre 1985, la erupción del volcán Nevado del Ruiz derritió nieve y formó una avalancha de piedra, lodo y agua del río Lagunilla, que sepultó parte del municipio de Armero, Tolima, y Chinchiná, Caldas, matando a más de 23 000 personas, arrasando más de 4000 viviendas y 20 puentes.

16El 6 y 7 de noviembre de 1985 el Palacio de Justicia fue asaltado por 35 miembros del M-19, quienes tomaron como rehenes a más de 300 personas; posteriormente el Ejercicio Nacional retomó el palacio. Allí se asesinaron y desaparecieron a centenares de personas, entre ellos, magistrados de la Corte Suprema de Justicia, trabajadores de la rama legislativa y del Palacio.

17 Creado mediante el Acuerdo 031 de 1993, Acta 07 del 12 de mayo, por el Consejo Superior Universitario. Dirigido por Omar Agudelo Suárez.

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