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Trabajo social

versão On-line ISSN 2256-5493

Trab. soc. vol.21 no.2 Bogotá jul./dez. 2019

https://doi.org/10.15446/ts.v21n2.75254 

Artículos

La segregación, ¿un sentimiento íntimo? Algunas consideraciones desde el psicoanálisis

Segregation, An Intimate Feeling? Some Considerations from Psychoanalysis

Segregação, um sentimento íntimo? Algumas considerações a partir da psicanálise

Jaime Velosa Forero* 

* Psicólogo, Hospital Santa Clara, Sub red Integrada de Servicios de Salud Centro Oriente E.S.E., Colombia. velfor2@yahoo.com / jvelosa@fucsalud.edu.co


Resumen

Este artículo presenta una reflexión psicoanalítica que retoma algunos conceptos desarrollados por Freud y Lacan, en torno a la relación que puede establecerse entre segregación y época actual. La segregación está presente necesariamente desde un comienzo como una experiencia indiferenciada que posibilita la estructuración del sujeto y también como una modalidad del lazo social, especialmente visible en las relaciones con los otros, una hostilidad siempre presente en la vida cotidiana.

Palabras clave: época actual; exclusión; lazo social; psicoanálisis; segregación; sujeto

Abstract

The article provides a psychoanalytical reflection on the relation between segregation and present times, on the basis of some of the concepts developed by Freud and Lacan. Segregation is necessarily present from the beginning, as an undifferentiated experience that makes possible the structuring of the subject, and also as a modality of the social bond, which is especially visible in relations to others, a hostility always present in daily life.

Keywords: exclusion; present times; psychoanalysis; social bond; segregation; subject

Resumo

Este artigo apresenta uma reflexão psicanalítica que retoma alguns conceitos desenvolvidos por Freud e Lacan, sobre a relação que pode ser estabelecida entre segregação e época atual. A segregação está presente necessariamente desde o começo como uma experiência indiferenciada que possibilita a estruturação do sujeito e como uma modalidade do laço social, especialmente visível nas relações com os outros, uma hostilidade sempre presente na vida cotidiana.

Palavras-chave: época atual; exclusão; laço social; psicanálise; segregação; sujeito

Introducción

[...] No se conoce más que un solo origen de la fraternidad-me refiero a la humana, siempre el humus- es la segregación. Estamos evidentemente en una época de segregación, ¡puaj, nunca hubo más segregación!¡Es inaudito! Es inaudito cuando uno lee los diarios [...] constato que todo lo que existe está fundado en la segregación y en primer término la fraternidad. No se concibe ninguna fraternidad, no tiene el menor fundamento, como acabo de decirles el menor fundamento científico, si no es porque estamos aislados juntos, aislados del resto por algo de lo que se trata de saber la función y el por qué.

[LACAN 1992 121]

Precisamente en una época que algunos han denominado de globalización, donde se cree que muchas líneas divisorias desaparecen; en una época donde se producen interdependencias, uniones, alianzas, donde diferentes discursos sostienen que somos iguales o pretenden que debemos ser iguales; en una época donde se supone que los derechos, las leyes y las libertades han alcanzado grandes avances y se plantean ideas de igualdad y de fraternidad; en esta época, justamente, se hace más visible una particular violencia, un profundo odio que se evidencia en fenómenos de exclusión, apartamiento, discriminación, aislamiento y menosprecio con el otro.

La actual es una época donde, paradójicamente, ha crecido el rechazo a los diferentes, a los ajenos, a los extranjeros. Esta aversión incluye el rechazo manifiesto, la persecución, la construcción de muros, la creación de penas como la cárcel, el destierro, el odio y la muerte. Incidencias que aparecen ligadas a las diferencias étnicas, raciales, políticas o de territorio, o como rechazo a las diferencias de género, de prácticas sexuales, de religión, y que pueden incluir fenómenos sociopolíticos complejos, como las migraciones, con efectos en lo cotidiano como pretender por ley excluir, inhabilitar o penalizar a débiles o diferentes.

La nuestra es una época en la que parece no haber campos de concentración, sin embargo, cada día hay más campos de refugiados y de grupos de desplazados e inmigrantes en las grandes ciudades. Las migraciones son un fenómeno común1 y particular, pues, a pesar de las inmensas dificultades que encontrarán algunos migrantes -ya sea porque el riesgo de morir en el intento es extremadamente alto, porque serán devueltos, encarcelados, separados de sus hijos o familias o incluso cazados como animales o asesinados- inmensas caravanas de seres resisten en montañas, desiertos y aguas; arriesgan la vida camuflados como polizones, aglutinados en pequeñas embarcaciones -como los inmigrantes africanos que atraviesan el Mediterráneo- o colgados como de la Bestia, el mítico tren en México; o deben vivir en condiciones difíciles, diferentes a las propias, como ha ocurrido en nuestro caso, en Colombia, con los desplazados de la llamada violencia o con los miles de venezolanos que han ido ingresando al país. En el solo tema de la migración las cifras son increíbles:

Según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), el desplazamiento poblacional forzado alcanzó un nuevo máximo histórico en 2017: 68.5 millones de personas. Es el quinto año consecutivo en que se alcanza un máximo histórico. Son millones y millones de personas obligadas a dejar atrás casas, pueblos, tías y abuelos, idioma y raíces, hermanos y escuelas (el 53 % de los desplazados del mundo son niños y niñas). Huyen de la guerra, de economías devastadas, de desastres naturales, de la violencia tribal o de las garras del narcotráfico. (Arenes y Fernández 2018, 1)

Otros muchos se desplazan buscando mejores condiciones de vida, empleo y oportunidades2. Estas cifras son solo unos datos, una arista del asunto, ya que, se debe reiterar, coexisten otras formas de rechazo, de exclusión en campos disímiles y fácilmente invisibles. Muchas formas de segregación son íntimas, privadas, muy personales e intangibles; muchos dispositivos sociales cumplen una función de segregación. En ese sentido debe señalarse que el trabajo de investigación donde se inscribe esta reflexión se origina alrededor de 2015; en el marco de este se han realizado varios trabajos de grado y diferentes productos (Velosa 2016, 2017). Surge en gran medida movilizado por la presentación de un fenómeno muy particular: el maltrato y el abuso sexual, especialmente contra la mujer y hacia los niños y niñas. Además de esto, en el trabajo con personas que consultan por dificultades de orden mental la presencia reiterada de relatos de formas de violencia, de repudio, de abuso del otro, que inexplicablemente aparecen de manera repetida, en especial contra la mujer, planteó interrogantes y fue señalando un camino de investigación3.

El asunto de la consideración del otro como algo inferior; la permanente presencia de la agresividad en las relaciones, o la apariencia y forma de estas -de las relaciones con el otro-, así como la violencia siempre vigente, fueron temas que hicieron visible la segregación. Un trabajo previo con habitantes de calle y con personas diagnosticadas con enfermedades mentales, ya nos había llevado a ocuparnos sobre la idea de la consideración del otro en la sociedad contemporánea y a vérnoslas con dispositivos sociales que cumplen la función de excluir, clasificar, segregar al otro. ¿Cómo es posible pretender excluir, destruir, eliminar a otros porque se consideran diferentes, extraños, ajenos o extranjeros? ¿Cómo es posible explicar el que podamos llegar a ese sentimiento de desprecio y odio por otros?

Para intentar aproximarnos a estos hechos emplearemos el concepto de segregación que el psicoanálisis y, en particular, el psicoanálisis derivado del pensador francés Jacques Lacan ha desarrollado con gran interés. La noción de segregación resulta útil e interesante, ya que permite comprender eventos de violencia y también fenómenos sociales a partir de una idea que surge de lo íntimo, de lo particular.

Segregación

El término segregación no es una expresión muy usada en el vocabulario común y tampoco es un concepto principal del psicoanálisis, pero ha ido teniendo diversos desarrollos y cada vez son más numerosas las referencias y los trabajos4 en los que se emplea o se elabora sobre sus implicaciones y posibilidades, como señala Askofaré: "se ha impuesto progresivamente como una noción a la cual se recurre y que se usa cada vez más, desde que se trata de entender los efectos del discurso de la ciencia sobre la civilización contemporánea" (2012, 99).

Segregación es un término empleado de diversas maneras. En la fisiología, por ejemplo, se usa para definir la acción por medio de la cual órganos -glándulas, básicamente- expulsan sustancias -sudor, por ejemplo-. Se emplea también para describir la separación de los componentes heterogéneos de una aleación durante el proceso de enfriamiento. En las ciencias sociales es usado para describir la acción de expulsar, separar, desarticular, en el sentido de aquella práctica de distanciar, excluir, apartar al otro, que generalmente es minoría o diferente. La segregación se expresa como un sentimiento de desprecio y odio por otros, como un sentimiento de no aceptar, no tolerar, o expresa la idea de querer destruir a otros porque son diferentes, extraños o extranjeros. En este sentido, se trata de un fenómeno que reaparece permanentemente en el seno de las culturas y de las relaciones, que parecería ser propio del ser humano.

La noción de segregación es empleada por Freud cuando trabaja en torno a la constitución del yo y la organización social, y cuando aborda conceptos como la agresividad, la pulsión de muerte o la cultura. La cuestión de la segregación en Freud puede retomarse al menos en dos vías: se presenta como una operación estructural, como la separación de lo extraño, el apartamiento de lo diferente en el afuera, un rechazo a lo otro externo, a lo otro ajeno, diferente; vinculada, por una parte, a la constitución del sujeto, que implica la segregación de lo que se asume ajeno, de lo que se considera no es propio, o que no es uno mismo y que da lugar a nociones como constitución del yo y el narcisismo. También se presenta como fenómeno de segregación en la dimensión de constitución de lo social.

1) En relación con la segregación como una operación estructural que da lugar al yo, es posible rastrear el planteamiento en textos como Pulsionesy destinos de pulsión (Freud 1913 [1982]), allí puede leerse con relación a la constitución del sujeto la idea de que la oposición entre el yo y el no-yo -es decir, el afuera- se impone tempranamente en el infante. El yo se constituye acogiendo en su interior los objetos -internos y externos- ofrecidos en la medida en que son vividos como fuente de placer y, por otra parte, expeliendo de sí lo que en su propia interioridad es ocasión de displacer.

El mundo exterior estaría conformado por componentes propios que se arrojan dentro de sí, y que luego se sienten como extraños y hostiles, junto con lo externo. Así, al comienzo de la vida psíquica, el yo-sujeto es percibido como placentero y el no-yo -afuera- como indiferente o displacentero. Se presenta, así, un sentimiento hostil, de repulsión con lo que genera displacer y que en principio es equiparado a lo externo. Se despliega, entonces, un sentimiento que Freud denomina el odiar, y que se inscribe en la polaridad placer-amar y displacer-odiar; así lo que es fuente de displacer lo odiamos. Freud hace referencia a los conceptos de amar y odiar, que ubica con orígenes diferentes; en particular, sobre el odio señala:

[...] el yo odia, aborrece y persigue con fines destructivos a todos los objetos que se constituyen para él en fuente de sensaciones displacenteras [...]. El odio es, como relación con el objeto, más antiguo que el amor, brota de la repulsa primordial que el yo narcisista opone en el comienzo al mundo exterior prodigador de estímulos. (1913 [1982], 132-133)

Al infante se le plantearán dos polaridades: el yo y el mundo exterior, y también el amor y el odio: odio a lo externo y amor al propio yo y a lo que se le relacione5. En estas reflexiones sobre amor y odio que desarrolló Freud, se plantea en el niño lo que se verá en la segregación: el rechazo a lo diferente, que es lo fundante, lo inicial en la relación con el objeto. Al respecto, Freud señala que "primero es el odio, que al comienzo para el infante es equiparable con lo malo con lo ajeno al yo y con lo que se encuentra afuera" (1925 [1982], 254-255). Después será el amor, amar al próximo como a sí mismo, como ordena un mandamiento de la ley de Dios, como establecen las normas civiles que prohíben el daño y el asesinato de los demás, so pena de castigos y sanciones.

Estas ideas se ven retomadas en los posteriores desarrollos que realizan diferentes autores. Por ejemplo, Melanie Klein (1946 [1988]) planteará la denominada posición esquizoparanoide: el niño no tolera lo malo, lo negativo propio, lo que denomina la pulsión de muerte, y estos elementos los coloca afuera, en objetos externos que serán rechazados, repudiados y que luego se hacen ajenos devolviéndose vivenciados como persecutorios.

2) Con relación a la segunda acepción que plantea Freud, se trata de la segregación como fenómeno que da lugar al lazo social, retomando la idea de un rechazo, de un sentimiento hostil contra lo externo, lo ajeno a partir de la expulsión de lo propio malo, devuelto en sentimientos de hermandad, solidaridad y de un interés social.

Freud construyó una historia mítica a partir de ideas que otros pensadores como Hobbes ya habían planteado, en el sentido de que el hombre en estado natural, primitivo, está en guerra contra el hombre, y sus necesidades no tienen límite, hasta que un orden artificial, instaurado desde lo social, le impone privaciones y prescripciones; un pacto social -semejante al contrato social de Rousseau- es una hipótesis explicativa de la autoridad política y del orden social. Freud (1914 [1982], 1930 [1982], 1939 [1982]) plantea que los miembros de la tribu, sometidos por un gran padre que les restringe y priva, en cuanto posee a todas las mujeres, convoca el rechazo y el odio hasta que es asesinado, por lo que los miembros de la tribu ahora culpabilizados se unen como hermanos y adoran al padre muerto. La segregación y el odio son la puesta en acto de la segregación fundacional, que ocasionará el establecimiento del lazo social.

Como lo señala De Castro (2013), Freud plantea en el mito de los orígenes la fundación del lazo, la fraternidad, las organizaciones sociales, la religión, pero el evento que en el mito es el comienzo de la fraternidad, el paso de la horda paterna, a la comunidad de hermanos es el asesinato del padre y luego la incorporación del padre muerto en el banquete totémico. A partir del asesinato del padre, los hijos asumen que son hermanos; ahí surge la fraternidad. Pero justamente ese empeño que ponemos en ser todos hermanos, en amarnos unos a otros, en respetarnos, sentirnos copartidarios, connacionales, en no matarnos, pone en evidencia que inicialmente esta intención no está y queda claro al observar nuestra realidad que no es fácil o no es posible lograrla. De Castro lo plantea así:

En efecto, la lógica de la fraternidad que Freud destaca en su mito de los orígenes se "reproduce" en la masa, por así decir, bajo la forma de "una multitud de individuos" que aseguran su comunidad gracias a la identificación de ellos entre sí, identificación que tiene como condición el hecho de que todos y cada uno reconozcan el mismo objeto destinatario de su libido, en el lugar del yo. (2013, 179)

Esta identificación al tiempo que congrega, que une, pone en evidencia que primero estamos desunidos, separados, y que debemos hacer un gran esfuerzo por unirnos, supone paradójicamente que existe inicialmente la segregación, en este sentido, Lacan señala:

El origen de la fraternidad [...], es la segregación [...] cuanta más energía ponemos en ser todos hermanos, tanto más se hace evidente que no lo somos. La única manera que tenemos para tratar las diferencias es, al parecer, la segregación. (1969 [1992], 121)

Lo paradójico que implica la segregación lo ejemplifica Freud (1921 [1982]) en Psicología de la masas y análisis del yo, cuando expone lo difícil que es soportar la buscada intimidad y la cercanía con el otro, y plantea que es precisamente en esta proximidad de donde provienen esos sentimientos de hostilidad que cubren toda relación humana y que generan la rivalidad con los otros. Freud pone como referencia a los puercoespines, que se hacen 89 daño con las púas al intentar acercarse para disminuir el frío. Lo mismo sucede en las relaciones conyugales, las amistades cercanas, las relaciones entre padres e hijos y entre familiares cercanos, que dejan un depósito de sentimientos hostiles. Del mismo modo procede para grupos étnicos que al interior terminan teniendo una competencia celosa, como sucede en la actualidad, donde existen conflictos mucho más fuertes en las comunidades fronterizas o que incluso han sido un mismo país anteriormente6

Las diferencias entre los más cercanos son precisamente las más pronunciadas. Quizá un buen ejemplo sea el de las diferencias entre España y el País Vasco. Debe tenerse presente que el asunto no es básicamente geográfico, como en el odio racial, el odio religioso o el odio contra las personas homosexuales. Freud, por otra parte, devela que al enunciar que se debe amar al prójimo como a sí mismo se revela la verdad de que el hombre se ama a sí mismo, al prójimo se ama solo porque así lo imponen las normas y estos mandatos son formas de hacer resistencia a la inclinación destructiva original. Como lo señala Mesa:

[...] si la cultura lo requiere y ve la necesidad de convertirlo en un mandamiento universal, es porque recubre la tendencia contraria, la tendencia a tomar al prójimo como objeto del goce sexual sin su consentimiento, explotarlo laboralmente sin retribución, humillarlo y, si es posible, matarlo. (2013, 201)

3) La segregación, según Lacan, es un asunto que aparece básicamente como una modalidad de establecimiento del lazo social en la época contemporánea, derivada del predominio del discurso capitalista en articulación con el discurso de la ciencia, cuyo correlato necesario en este es la reducción del sujeto al individuo, un sujeto completado de diversas maneras, según las formas de goce de la civilización capitalista, donde todo es para todos, todos somos iguales y todos deben ser iguales a nosotros. El discurso de la ciencia propone una universalización, una homogenización, esto supone suprimir las diferencias y ser -configurado como deber ser- todos iguales.

Lacan (1967 [2012]) introduce el concepto de segregación en su discurso de cierre de las Jornadas sobre la psicosis en el niño, organizadas por Maud Manonni en 1967. Lo hace retomando de las palabras del psicoanalista francés Jean Oury7 el concepto empleado durante algún tiempo para alertar sobre el peligro de los cambios que se van introduciendo en la sociedad y que conducirán a excluir, marginar y desconocer al otro diferente, en particular a través de diagnósticos y procedimientos médicos, así como de otros dispositivos contemporáneos.

La segregación es, por una parte, fundamento de la fraternidad, en cuanto que el ser, el sujeto en su proceso de constitución, requiere que el yo se establezca diferenciándose del otro. Esta diferenciación -de lo que soy yo y de lo que no, y de lo que significa ser yo- se tramita a través de un proceso complejo para el niño que Lacan ubicó en el estadio del espejo, en el que el sujeto se diferencia, se separa, se aparta de los otros y de lo externo, para constituirse en sí mismo. Se trata de una relación de exclusión, bajo el predominio de una tendencia de agresión, tal y como plantea Lacan: "La agresividad es la tendencia correlativa de un modo de identificación que llamamos narcisista y que determina la estructura formal del yo del hombre y del registro de entidades característico de su mundo" (1969 [1992], 161).

La segregación es la forma como se pone en juego una agresividad inicial al servicio de la constitución subjetiva y del establecimiento del lazo social. Así se plantea que la exclusión es el fundamento del lazo social. Somos impulsados a excluir, a separarnos y, al mismo tiempo, a estar juntos. Repudiamos lo más cercanos, pero debemos agruparnos, hacer lazos, mantenernos hermanos. Esta agresividad inicial se ve acrecentada en la época actual y terminará ocupando un lugar central en el nuevo orden político contemporáneo. Las nuevas formas de relación, los discursos del capitalismo y de la ciencia impondrán unas formas de relación y de goce -propias del discurso capitalista- una homogenización de los modos de gozar de la civilización.

La universalización pasa por lo que hoy llamamos el mercado, que no responde precisamente a la proliferación de los valores, los ideales, el sujeto, pues su deber real consiste en gestionar los medios económicos. Eso desemboca en lo que vemos hoy, todos vivimos según el mismo modelo, todos a estudiar, trabajar, producir, consumir, todos con los mismos planes, las mismas prácticas sociales:

Entonces cuando aparecen las diferencias irreductibles con la gente que no entra en el mismo circuito de distribución de bienes de la civilización actual, ¿de qué manera se tratan esas diferencias? Se recurre a una gestión que podríamos llamar espacial. Unos se estacionan en un lugar y otros en otro. En suma, la solución pasa por un reparto de territorio. (Soler 2016, 417)

Se crean áreas, lugares, zonas en países y ciudades donde se zanjan las diferencias, la manera de tratarlas es la separación y de tratar a quienes no siguen los modos instaurados es la segregación. En la actualidad, el efecto de la globalización y de la homogenización de los mercados -que promueve el consumo igualitario, a cargo de los medios de producción y los mecanismos de mercado- tiene unas implicaciones, en tanto aquel que no entre en el discurso se arriesga a ser objetivo de prácticas segregativas y, por lo tanto, a quedar excluido de la formalización del lazo dentro de una sociedad. La segregación es, entonces, como lo señala Soler, la manera de tratar lo insoportable, lo imposible de soportar.

La segregación es efecto del discurso, de un discurso que pretende un ordenamiento del goce, una forzosa igualdad que funda la necesidad de ser iguales, únicos y no aceptar los diferentes. La segregación es, así, entendida como el odio al goce Otro8.

Un nuevo orden ha implicado que todos debemos seguir un mismo ideal, unas mismas prácticas, una forma de relación. De no ser así, vendrán problemas. Para todos, unas mismas formas de gozar, unas mismas prácticas, unos mismos ideales; lo contrario no podrá ser tolerado. De allí surgen las clasificaciones de los otros como vagos, homosexuales, negros, indios, etc.

En este marco, Gómez plantea: "Esto es lo que podemos captar en el horror del racismo moderno en donde no basta con cuestionar al Otro y en donde se puede advertir algo más que la agresividad, aunque ésta implique a la violencia" (2013, 7). No se trata solo de agresividad imaginaria que se dirige al semejante, pues en el racismo se odia la manera particular en la que se imagina el goce del otro. Como lo señala Miller "Se trata del odio al goce Otro. Se odia especialmente la manera particular en que el Otro goza" (2010, 53). Askofaré señala cómo todas las organizaciones humanas que se soportan y se alimentan de la idea de fraternidad -desde la familia a la nación, pasando por el clan, la tribu, la raza o la religión- llevan al mismo tiempo implícita una profunda idea de segregación y diferencia: "es entonces sobre el fondo de este principio de segregación, indisoluble del hecho humano como tal, que vienen la práctica segregativa y los fenómenos de segregación" (Askofaré 2012, 162-163). Además, el autor plantea que se evidencian más con el discurso capitalista que con diferentes dispositivos -resalta los económicos, políticos y de la ciencia- que tienden a la segregación9.

Conclusiones

Lacan señala que la segregación es inherente al discurso, es decir, a las formas que adopta el lazo social. Hay una segregación propia de todo lazo social, se trata entonces de algo estructural:

En la sociedad... todo lo que existe está fundado en la segregación [...]. Nunca se ha terminado completamente con la segregación [...] Nada puede funcionar sin ella… Es el efecto del lenguaje [...]. Sólo conozco un origen de la fraternidad [...] es la segregación [...], incluso no hay fraternidad que pueda concebirse sino es por estar separados juntos, separados del resto, no tiene el menor fundamento, como acabo de decirles, el menor fundamento [...]. (1969 [1992], 54)

A su vez, afirma que la segregación está en el principio, es fundamento del vínculo social, y con él una dimensión de exclusión, pero una exclusión íntima como constitutiva del ser, en la que es posible ver la idea de lo extranjero/íntimo, lo ajeno a mí, la noción de extimidad, el lugar de una exterioridad en lo más íntimo: es la extrañeza a lo extranjero que habita en el núcleo del ser. Un otro ajeno, diferente intolerable, pero un sentimiento que no corresponde exactamente a factores sociales o políticos, sino que es estructural al sujeto, que se pone en juego en el lazo social y de manera privilegiada en el sentimiento religioso.

La idea de dos tipos de segregaciones puede comprenderse como que existe una segregación que es originaria, relacionada con la constitución de un sujeto que requiere no solo verse diferente de otros, sino verse a sí mismo, y ser uno mismo diferente, pero hacer parte de un grupo social, la familia. 93 El sujeto requiere alejarse de sí mismo, de lo intolerable de sí mismo que será colocado afuera y rechazado sintiendo esto ajeno, sintiendo ajenos a otros; también requiere de la separación de un grupo para luego ligarse a un ideal dentro de una masa diferente.

Incluso hay otra, la segregación moderna, que en vez de reconocernos como particulares, como diferentes unos de otros, es una nueva práctica social influenciada por el universalismo y el discurso de la ciencia que plantea que todos somos iguales, que todos debemos serlo y en esa medida nos será difícil tolerar a los que no son iguales junto a nosotros, o son como nosotros:

[...] la segregación, de su desarrollo reciente, un efecto, o más bien, una consecuencia inevitable, de lo que llamamos la universalización introducida por la ciencia en la civilización. Es una tesis simple y contundente: la segregación como efecto, como consecuencia de la universalización. (Soler 2016, 415)

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1 La migración es un fenómeno global, presente siempre en la historia de la humanidad, que tiene causas y procesos diferentes según las distintas regiones. Las migraciones y los migrantes han aumentado e inciden en nuestra vida cotidiana y afectan aspectos geopolíticos, comerciales, culturales de diferentes maneras. (OIM 2017)

2Debe mencionarse que no todas las migraciones se dan en condiciones difíciles y que en muchos casos son fenómenos legales y en circunstancias favorables para las partes.

3En particular, el tema del rechazo a lo femenino planteado por el psicoanálisis (Freud y Lacan), no es desarrollado acá.

4Numerosos trabajos abordan el tema de esta perspectiva. Algunos de los escritos recientes son Apartin (2015), Askofaré (2012, 2017), Cevasco y Zafiropolos (2001), Chaumon (2013), De castro (2013), Derezensky (2008), Dorado (2007), Gómez (2013), Llull (2011), Mesa (2013), Oliveros (2013), Rese, Mozzi y Lafogiannis (2016), y Santopolo (2016).

5La relación entre el amor y el odio también es tratada por Freud en el capítulo IV del El yo y el ello 1923; y en otros escritos como La negación (1924), Inhibición, síntoma y angustia (1926), El malestar en la cultura (1930), El problema económico del masoquismo (1924).

6En el 2017-2018 sobresalen las tensiones entre Ucrania y Rusia—antes ambos países de la Unión Soviética—; el conflicto en la Franja de Gaza entre Israel, Egipto y Palestina; el conflicto en Irak-Estado Islámico; el conflicto en Siria; así como muchos otros, precisamente entre los más próximos.

7Jean Oury a su vez retoma los planteamientos de Michel Foucault (2000), presentados básicamente en Historia de la locura en la época clásica 1 y 11, básicos en una discusión sobre el tema.

8Lacan introduce la noción de Otro como un lugar externo fundamental. Se podría comprender como una Ley externa que antecede y organiza. Se diferencia del "otro", que corresponde a los semejantes, a otros.

9"No otra cosa postula Derrida cuando destaca el carácter hostil del extranjero y de la relación a este de las comunidades. '.. .el extranjero (hostis) recibido como huésped (hote) o como enemigo. Hospitalidad, hostilidad' (Derrida 1996) No es extraño que hotel (habitación para el extranjero) y hospital (habitación para el enfermo, excluido en un principio) tengan un origen etimológico común" (Velosa 2018, 217).

CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO Velosa Forero, Jaime. 2019. "La segregación ¿un sentimiento íntimo? Algunas consideraciones desde el psicoanálisis". Trabajo Social 21 (2): 81-95. Bogotá: Departamento de Trabajo Social, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia. Doi: https://doi.org/10.15446/ts.v21n2.75254

Recibido: 01 de Octubre de 2018; Aprobado: 02 de Mayo de 2019

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