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Trabajo social

On-line version ISSN 2256-5493

Trab. soc. vol.22 no.1 Bogotá Jan./June 2020

 

Reseñas

Del "vivir bien" al "buen vivir", entre la economía feminista, la filantropía y la migración: hacia la búsqueda de alternativas

GRACE ALEXANDRA ACOSTA SALGADO* 

* Magíster en Trabajo Social con Énfasis en Familia y Redes Sociales Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia

Girón, Alicia. México D.F.: Colección de libros de la Revista Problemas del Desarrollo, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Económicas. ,, 2014. ,, 161p. pp.


Con la inminente crisis climática como telón de fondo, esta colección de artículos busca aportar alternativas para el desarrollo que se apartan de la incesante acumulación de lucro del capitalismo, priorizando en su lugar la satisfacción de las necesidades de las poblaciones con medios sostenibles a largo plazo para nuestro planeta. Las autoras y los autores de los artículos son investigadores e investigadoras de distintos países latinoamericanos y de España, en los campos de las Ciencias Sociales, el Desarrollo, las Relaciones Internacionales y la Economía.

En el primer capítulo, Ana Esther Ceceña describe cómo el capitalismo global y los avances tecnológicos que lo han acompañado han resultado en una situación de colapso. Estar al borde de la ruina obliga a repensar las concepciones que nos han traído hasta aquí. Esto es el intento de sumak qamaña -vivir bien- y sumak kawsay -buen vivir-, cosmovisiones indígenas de la región andina, que conciben las relaciones como intersubjetivas y múltiples, piensan la vida en su integridad y se basan en la idea de circularidad donde la tierra no es saqueada, sino cuidada para que pueda volver a brindarnos sus frutos. Ceceña presenta el ejemplo de las constituciones de Bolivia y Ecuador para demostrar cómo estos conceptos han sido incluidos en los planes nacionales. Su inclusión es paradójica: por un lado, las constituciones se aferran a los conceptos tradicionales de desarrollo y crecimiento, pero a la vez, se introducen sentidos y conceptos derivados de la visión pachamámica.

En el segundo capítulo, Alba Carosio construye un argumento convincente en términos de cómo las perspectivas y trabajos feministas encajan o enriquecen a los conceptos de desarrollo alternativo del vivir bien. Permitir que el sostenimiento y la reproducción cotidiana de la vida sean gratuitos e invisibles, el saqueo de los recursos naturales y humanos en pro de la acumulación sin fin demuestra que el capitalismo vuelve imposible la generación de vidas vivibles. En cambio, el vivir bien en sus múltiples dimensiones es precisamente esa búsqueda para vidas vivibles y posibles. Carosio resalta dos elementos del concepto vivir bien que contribuyen a esta búsqueda.

El primero es el reconocimiento de la interdependencia entre todo lo viviente, no solo entre humanos sino también entre nosotros y la naturaleza. El segundo es la centralidad de la idea de la reproducción ampliada de la vida, lo cual rechaza la condición especial atribuida a la reproducción del capital por el capitalismo. El tercer capítulo intenta analizar la aplicación de la teoría a la práctica, asesorando el Plan Nacional de Desarrollo para el Buen Vivir -en adelante, PNDBV- del Gobierno ecuatoriano, ratificado en el 2006. El PNDBV instala una nueva estrategia de desarrollo basado en un nuevo modelo de acumulación y redistribución que intenta dejar a un lado el neoliberalismo y su promoción del crecimiento primario-exportador. La inclusión del concepto de buen vivir hace que el plan adopte nuevas prioridades acerca del crecimiento económico. El autor, Antonio Palazuelos, se enfoca en tres factores del plan, recopilando sus avances o limitaciones durante el periodo 20092013: la economía popular y solidaria, la transformación productiva y los grupos vulnerables en relación con el mercado de trabajo.

En el cuarto capítulo, Silvia Berger evalúa las implicaciones en el feminismo latinoamericano por haber adoptado las líneas generales del movimiento feminista mundial. Resume los lineamientos de la economía feminista, que, como se planteó en el segundo capítulo, se centran en la reproducción social como estructuradora central de la economía y, por otra parte, las posibilidades que ofrece el trabajo extradoméstico en el empoderamiento femenino y la redistribución del poder. Luego, plantea una caracterización feminista de las crisis, que hace un análisis diferencial de los efectos en los hombres y las mujeres, tanto en los países desarrollados y en vías de desarrollo, produciendo pérdidas en el nivel de bienestar.

Jacqueline Butcher presenta algunos de los avances del Tercer Sector en México en el quinto capítulo para contribuir a la comprensión de sus aportes al desarrollo. Presenta nuevos datos de dos encuestas de hogares que captan información sobre el término nuevamente acuñado de trabajo solidario sobre los hábitos que tienen los mexicanos de dar en una forma menos institucionalizada. La autora argumenta que la actividad voluntaria funciona como una base importante en la formación de ciudadanos y en la construcción de un mejor capital social para el desarrollo de los pueblos, aunque debe ir acompañado por el trabajo de expertos y especialistas remunerados. Concluye que, en México, es necesario fomentar una mayor comprensión para que el público entienda el importante papel de la sociedad civil, ya que por mucho tiempo ha sido asociada únicamente con ayuda a los más vulnerables.

En el sexto capítulo, Rodolfo García Zamora y Montserrat García Guerrero enlazan el concepto del Tercer Sector con la noción de la economía social y solidaria, buscando una nueva repartición entre la economía pública, que busca el bien común, el mercado, que busca la acumulación de lucro, y la economía popular, que apoya la reproducción social. Luego, su artículo se enfoca en los miles de clubes y las organizaciones sin ánimo de lucro fundadas por migrantes mexicanos en Estados Unidos que han financiado más de 18 mil proyectos sociales de infraestructura básica en México. García Zamora y García Guerrero sostienen que los migrantes organizados constituyen un nuevo actor social, promotor del desarrollo, "con el potencial de transitar de la filantropía hacia su constitución como sujeto activo de la economía social solidaria con enfoque trasnacional" (127).

En el séptimo y último capítulo, Ana María Aragonés y Uberto Salgado realizan un análisis comparativo del impacto que la migración de trabajadores altamente calificados y las remesas tienen sobre el desarrollo de seis países de origen, tres de estos han sido expulsores de migrantes y últimamente han logrado reversar esta tendencia, mientras los otros tres continúan siendo importantes expulsores de fuerza de trabajo. Las personas investigadoras concluyen que el Estado tiene un papel fundamental en el desarrollo del país; el avance del desarrollo depende bastante de las decisiones y prioridades de inversión que hacen los Gobiernos.

Esta colección es un recurso útil para la persona que busca una introducción a los pensamientos que son alternativos a los hegemónicos en el campo del desarrollo. Cubre las bases teóricas de los conceptos de desarrollo autóctonos latinoamericanos, y donde estos interactúan con el pensamiento feminista tanto global como descolonial. Otro elemento valioso es la presentación y evaluación de casos donde los conceptos contrahegemónicos han sido aplicados.

Sin embargo, el libro muestra un abrupto cambio de tono en su quinto capítulo, donde los temas del buen vivir y vivir bien se abandonan por abordar el denominado Tercer Sector. Por incluir estos artículos a la par con los que tratan de pensamientos contrahegemónicos de desarrollo, hay una suposición implicada de que el Tercer Sector también conforma un proyecto de desarrollo alternativo. Esta aserción es difícil de probar debido a que, por un lado, el Tercer Sector es un concepto muy amplio que incluye una enorme heterogeneidad de organizaciones de todo tipo de origen y creencia. Para dar un ejemplo, una porción creciente de este sector en Latinoamérica son las fundaciones empresariales, cuya existencia es, con certeza, solamente posible debido a la incansable acumulación de lucro y la dominación de las grandes empresas en la economía, y estos son precisamente los elementos del capitalismo que busca transformar el movimiento vivir bien. Por otro lado, el Tercer Sector se ha disparado en estos últimos treinta años, en parte, por la contracción del Estado bajo el neoliberalismo en busca de rellenar el vacío dejado por la rebaja en servicios sociales. En este sentido, para que el Tercer Sector sea parte de un proyecto de desarrollo contrahegemónico, tiene que comprometerse a desmantelar las estructuras que han apoyado su crecimiento.

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