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Trabajo social

On-line version ISSN 2256-5493

Trab. soc. vol.23 no.1 Bogotá Jan./June 2021  Epub Oct 28, 2021

https://doi.org/10.15446/ts.v23n1.88097 

Artículos

"Nosotros nacimos con esto": una aproximación a la virtualidad en la cotidianidad juvenil*

"We Were Born with This": An Approach to Virtuality in Youth Daily Life

"Nascemos com isso": uma abordagem da virtualidade na vida cotidiana da juventude

** Magíster en Habitat. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia. djoyav@unal.edu.co / https://orcid.org/0000-0001-8573-1715


Resumen

Este artículo presenta la relevancia de la virtualidad en la cotidianidad juvenil, a partir del análisis de las experiencias de unos sujetos particulares. La investigación se desarrolló con un grupo de jóvenes en edad escolar desde una perspectiva cualitativa, en la que el uso de herramientas virtuales fue fundamental para el encuentro. La cotidianidad, escenario fundante de las subjetividades, plantea convergencias entre los discursos de la cultura, las identidades y el contexto de época; allí emergen complejidades entre los espacios físicos y virtuales, múltiples modos de interactuar en la red y resistencias generacionales desde nuevos lenguajes y formas de habitar.

Palabras clave: cotidianidad; espacios; jóvenes; relaciones; subjetividad; virtualidad

Abstract

This paper presents the centrality that virtuality supposes on youth daily life, based on an analysis of the experiences of particular subjects. The research was developed with a group of school youngsters and it was supported on a qualitative approach, where the use of virtual tools was important to establish a relationship with them. Daily life, as the founding scenario of subjectivities, poses convergences between cultural discourses, identities, and the historical context. In this scenario, several complexities between physical and virtual spaces emerge, as well as multiple ways of interacting online that turn into generational resistances that are expressed on new languages and ways of dwelling.

Keywords: daily life; relationships; spaces; subjectivity; youngsters; virtuality

Resumo

O artigo apresenta a relevância da virtualidade no cotidiano juvenil, desde a análise das experiências de alguns sujeitos em particular. A pesquisa foi desenvolvida com um grupo de jovens em idade escolar sob uma perspectiva qualitativa, na qual o uso de ferramentas virtuais foi essencial no atendimento aos sujeitos. O cotidiano, como cenário fundador das subjetividades, propõe convergências entre os discursos da cultura, das identidades e do contexto da época; naquele surgem complexidades entre espaços físicos e virtuais, as múltiplas formas de interação na rede e as resistências geracionais desde as novas linguagens e modos de vida.

Palavras-chave: cotidiano; espaços; juventude; relações; su^etividade; virtualidade

Introducción

"Los jóvenes de hoy ya no salen", "se la pasan metidos todo el día en el celular", "ya no hablan con las familias por estar en las redes". Estas y otras expresiones cotidianas permean la perspectiva de muchos adultos y adultas en relación con las prácticas de las y los jóvenes contemporáneos en torno a la tecnología y a la interacción en el espacio virtual. Sin embargo, ¿qué tanto corresponden dichas percepciones a la vivencia y a la experiencia de los sujetos de esta generación?, ¿puede hablarse de una sustitución del espacio físico y de las relaciones cara a cara por el encuentro en la virtualidad?

Este artículo plantea algunos apuntes para abrir la reflexión sobre estos interrogantes desde la experiencia cotidiana de un grupo de jóvenes en edad escolar (14 a 18 años) en Bogotá, con énfasis en las imbricaciones entre los lenguajes y sentidos que rodean lo que aquí hemos denominado "el habitar virtual" con su construcción subjetiva y la expresión de sus identidades. Los hallazgos presentados hacen parte de la investigación "Subjetividades, espacios y prácticas: habitar y cotidianidad de jóvenes en el Centro-Sur de Bogotá" que tuvo como objetivo comprender las conexiones entre el habitar y la subjetividad de jóvenes que residen en el Centro-Sur de Bogotá y en la que, desde los relatos de las y los participantes, se identificaron los sentidos y afectos construidos en torno a los lugares, itinerarios y relaciones cotidianas.

La investigación se sustentó en una perspectiva fenomenológica que permitió aproximarse a la realidad desde la experiencia vivida y narrada por las y los jóvenes. En los diálogos se identificó que las redes sociales virtuales -en adelante, RSV-, las plataformas y los dispositivos tecnológicos juegan un papel fundamental en los diferentes espacios que habitan, a la vez que se constituyen en referentes centrales de su identidad generacional y de los elementos significativos de su trayectoria vital. Ahora bien, este componente central de la cotidianidad juvenil implica también una serie de tensiones y resistencias que muestran que el encuentro en el espacio virtual no es lineal, sino que está atravesado por múltiples complejidades y diversidades que convergen en este universo que no puede desligarse del espacio y el tiempo físicos.

Como punto de partida se plantea la perspectiva teórico-conceptual que orientó el trabajo, teniendo en cuenta que la cotidianidad va más allá de lo "evidente" y se constituye en un punto de discusión central en las ciencias sociales. Para ello se retoma lo planteado por Schütz y Luckmann (1973 [2009]) y por De Certeau (1980 [2009]) para analizar las formas en que la construcción de lenguajes, la heterogeneidad de las subjetividades y la reproducción de la cultura se articulan en lo que las y los sujetos han naturalizado como "lo habitual". Así mismo, se abre la reflexión sobre la juventud, entendida no como una etapa, sino como una construcción histórica que contiene en sí misma discursos ideológicos, formas de resistencia y lógicas predominantes de cada época. A partir de allí situamos la experiencia metodológica de la investigación, en la que aparecieron los retos de la virtualidad y la necesidad de innovación desde los elementos significativos para el grupo de jóvenes.

Con este contexto y desde los relatos de las y los participantes, se analizan los vínculos y continuidades entre la espacialidad y la virtualidad; las formas en que las y los jóvenes significan las relaciones y comunicaciones en la interacción virtual; la diversidad de identidades que se expresan en los usos que se les da a las RSV, y la manera en que estos configuran una praxis diferenciada generacional al percibir la tecnología como una posibilidad de autonomía y resistencia ante las lógicas impuestas por los adultos y adultas.

Cotidianidad y subjetividad en la relación juventud-virtualidad:

¿Por qué aproximarse a la realidad social desde la cotidianidad? Esta pregunta es el punto de partida para el análisis de la relevancia de la investigación sobre las prácticas e itinerarios de las y los sujetos. Schütz y Luckmann se refieren a la vida cotidiana como "el ámbito de realidad, en el cual el hombre participa continuamente" (1973 [2009], 25) y en el que se construye a sí mismo a través de sus acciones, a la vez que transforma y agencia su contexto. De esta manera, la vida cotidiana no se constituye en un elemento aislado de la cultura1, sino que en ella se articulan lenguajes intersubjetivos e históricos con las singularidades y las trayectorias biográficas de cada uno y cada una.

Al respecto, indican estos mismos autores que el "mundo cotidiano no es mi mundo privado" (Schütz y Luckmann 1973 [2009], 26), sino que hace parte de una construcción social mayor en la que se insertan los sujetos y a través de la cual introyectan sentidos y marcos de interpretación sobre la naturaleza, el mundo construido, las relaciones y los códigos y consensos colectivos. De Certeau, por su parte, habla de la "historicidad social" (1980 [2009], 26) de la vida cotidiana, a través de la cual las y los sujetos se sitúan como practicantes de la cultura que reproducen y resisten las lógicas dominantes de su época en sus trayectos y operaciones diarias.

Con ello, se entiende la vida cotidiana como el escenario fundante de la construcción de subjetividades y de reproducción de los lenguajes sociales. Es allí en donde las y los sujetos ponen de manifiesto sus intereses, construyen sus proyectos, se vinculan con los otros y otras, a la vez que asumen posiciones y modos particulares de leer el mundo. Esta es experimentada en un marco espaciotemporal (Schütz y Luckmann 1973 [2009]) en el que se entretejen lugares, momentos, historias y relaciones; los espacios del "aquí y el ahora" se articulan en la trayectoria biográfica con los que fueron viven-ciados en el pasado y con los que esperan habitarse en el futuro.

Cada sujeto a través de su cuerpo se sitúa en un sistema de coordenadas que se modifica desde los trayectos y movimientos cotidianos, y a través de este se vincula más intensamente con ciertos lugares, personas y dinámicas que con otras; las relaciones están mediadas por la posibilidad de entrar en una interacción cara a cara en la que se construyen experiencias comunes y afectos en la convergencia en el espacio-tiempo (Schütz y Luckmann 1973 [2009]). De esta manera, en la experiencia cotidiana se vivencian relaciones Nosotros y Ellos en diferentes grados de reciprocidad-indiferencia, proximidad-distancia, intimidad-anonimia y familiaridad-extrañeza; la posibilidad de encuentro y las afinidades que se establecen desde la diversidad de subjetividades llevan a que la espacialidad de la vida humana esté condicionada por afectos y tensiones que determinan las opciones y prácticas de las y los sujetos.

Sin embargo, el contexto contemporáneo abre el debate sobre la relación directa entre la proximidad espacial y la construcción de relaciones recíprocas y de intimidad. ¿Es necesario hoy encontrarse en el tiempo y espacio físicos para establecer una relación "Nosotros"? ¿Debemos repensar la triada espacio-tiempo-relaciones que caracteriza de manera clásica la cotidianidad? Al respecto, Castells (2000, 456) introduce el concepto de sociedad red en el que plantea una complejidad en "la interacción entre la tecnología, la sociedad y el espacio"; este autor señala que la espacio-temporalidad se ha transformado desde el cambio histórico que las nuevas tecnologías y formas de comunicación globalizada han implicado para la sociedad. Las redes virtuales y las interacciones a través de ellas reorganizan la vida cotidiana y los elementos estructurales de la cultura; de esta manera, las subjetividades se encuentran atravesadas por esta lógica emergente que se imbrica con los demás escenarios en los que se desarrolla la experiencia humana.

De allí que, con un horizonte marcado por el contexto de época, sea necesario situar la discusión en una generación particular. Las y los jóvenes contemporáneos han visto escribirse la historia y han escrito su propia biografía en la sociedad red (Castells 2000). Sin embargo, este no es el único componente de la cultura que los configura y que los nombra; históricamente se ha sedimentado y legitimado un consenso social sobre el "deber ser" de las y los jóvenes, que se convierte en una demanda que ellos y ellas deben asumir en sus prácticas y en sus subjetividades. Al respecto, consideramos pertinente hacer la distinción entre la comprensión de la juventud o la "adolescencia"2 como "etapa" y la configuración de una condición social e histórica atravesada por un discurso particular de dominación (adultocentrismo).

La condición juvenil, según lo señala Brito (1998, 7), "es un producto social determinado por el lugar que ocupa dentro de la estructura jerárquica generacional de la sociedad"; reducirla a un rango etario supone una visión reduccionista y homogenizadora que no tiene en cuenta los contextos y las construcciones culturales que la rodean. Históricamente, se ha consolidado la perspectiva del saber adulto -adquirida con la experiencia- como el único legítimo y, por ello, quienes no han "alcanzado" este lugar se consideran sujetos incompletos, inexpertos, inmaduros o en transición (Krauskopf 2010; Villa 2011).

Así, las y los jóvenes se sitúan en un lugar de subalternidad y falta de autonomía en sus relaciones inmediatas y en su interacción con la sociedad; la perspectiva hegemónica, que les atribuye unas mismas características para todas las épocas y contextos, niega las diversidades y las multiplicidades que se expresan en la cotidianidad. Al respecto, Reguillo (2000) hace una crítica a esta mirada que no se cuestiona dentro de la sociedad adultocéntrica que nombra a los sujetos desde una característica biológica que ignora la complejidad de la construcción identitaria y de las relaciones sociales:

Las identidades sociales no son monocausales, por el contrario están compleja y multidimensionalmente articuladas a un conjunto de elementos sociales, económicos, políticos. Los planteamientos que se contentan con la fijación de unos límites de edad, no habrán hecho nada más que una operación clasificatoria de sentido común. La posibilidad de sostener que puede hablarse de un sujeto juvenil, supone la elaboración de múltiples articulaciones, que ancladas efectivamente en unos rangos de edad, sean capaces de dar cuenta de los arraigos empíricos en que esa edad deja de ser dato natural y se convierte en un revelador de modos particulares de experimentar y participar en el mundo. (Reguillo 2000, 56-57)

De allí que asumamos esta búsqueda desde el reconocimiento de estas asimetrías y desde la perspectiva de la generación, en oposición a la noción tradicional de "etapa". La generación, afirman Margulis y Urresti (2008, 7), más allá de referirse a una edad "remite a la historia, da cuenta del momento social en el que una cohorte se incorpora a la sociedad" y, por tanto, permite comprender cómo las subjetividades se configuran desde las transformaciones de la cultura y los hechos más significativos que se presencian a lo largo de la trayectoria biográfica. A través de ella se gestan encuentros, afinidades, intereses, adscripciones a lenguajes y preferencias, que hacen que la cotidianidad se experimente de maneras particulares y que, desde las resistencias al ordenamiento adultocéntrico, las y los jóvenes desarrollen praxis diferenciadas en los espacios que habitan y en los que se desenvuelven a diario (Brito 1998).

De esta manera, comprender las interacciones de la sociedad red planteada por Castells, desde las narraciones y relatos juveniles, nos sitúa en una perspectiva intersubjetiva y cultural de unos sujetos que, actualmente, se encuentran en una posición desigual por su condición etaria, pero que encuentran en la virtualidad un escenario de expresión de identidades y de consolidación de nuevos lenguajes. De allí la importancia de adentrarnos en esta experiencia y en estas construcciones de sentido para visualizar las transformaciones en las relaciones, en los habitares y en los elementos significativos que, desde lo cotidiano, trazan resistencias y nuevas emergencias.

De la reflexión sobre la cotidianidad a una experiencia particular

De la misma manera en que las subjetividades son diversas no puede hablarse de la cotidianidad en singular. De Certeau afirma (1980 [2000], 112) que en el entrecruzamiento de lo estructural y lo particular se dan distintas combinaciones de "estilos y usos" que configuran una "manera de ser y una manera de hacer" que cada sujeto apropia desde distintos referentes y marcos simbólicos. Esta heterogeneidad de las cotidianidades está condicionada, entre otras variables, por la clase, el género, la generación y la localización geográfica, y, por tanto, está atravesada por los discursos hegemónicos que legitiman desigualdades simbólicas, materiales y espaciales que impactan las formas de habitar.

Al respecto, autores como Bourdieu (2011) y Cortina (2002) precisan que la clase social no solo comprende las condiciones materiales de existencia, sino que incorpora representaciones simbólicas que se expresan en estilos de vida jerarquizados; en los que las prácticas, los intereses y las opiniones están mediados por la posición de clase y por los lugares en los que se desenvuelve la vida cotidiana. En este sentido, no se habla de cotidianidades y espacios desideologizados, sino que la distribución geográfica simboliza el orden social hegemónico y, así mismo, las y los habitantes apropian formas de habitar e itinerarios que se instalan en sus subjetividades como el "deber ser" en su relación con el espacio, el tiempo y los otros y las otras.

De allí que precisemos que el análisis de esta relación virtualidad-cotidianidad no está por fuera de esta imbricación de variables y componentes estructurales que impactan las subjetividades. Por ello, es abordado desde la experiencia particular de unos sujetos que se sitúan desde su condición etaria (jóvenes) a la vez que se identifican dentro de una clase social por su localización en la ciudad.

La investigación fue desarrollada con un grupo de seis jóvenes que residen en un sector considerado de clase media en Bogotá (barrios del Centro-Sur)3 y que, desde su ubicación en la ciudad, cuenta con vías de acceso, facilidad de conexión con zonas céntricas y buena oferta dotacional (colegios, parques, hospitales). Se abrió una convocatoria en una de las instituciones educativas del sector4 para participar en el proceso; tres hombres y tres mujeres entre 14 y 18 años mostraron su interés, y, una vez consolidado el grupo, se construyó un itinerario junto con ellos y ellas para dialogar y trabajar en torno a su habitar y su vida cotidiana. Ninguno de los participantes para el momento de la investigación se encontraba vinculado a alguna organización o colectivo, sino que sus principales trayectos se trazaban en las conexiones entre la casa, el colegio y los espacios de entretenimiento.

A partir de allí, y teniendo en cuenta los referentes teóricos que orientaron la investigación, se asumió una perspectiva metodológica cualitativa, en la que a partir de las narraciones, relatos y expresiones de las y los jóvenes se desentrañaron las conexiones entre su habitar, su vida cotidiana y sus subjetividades. Al respecto, Taylor y Bogdan señalan que la epistemología fenomenológica le apunta a comprender la realidad "desde la perspectiva del actor" (1984, 16), situando la mirada en las experiencias y percepciones que se tejen en las trayectorias biográficas de las y los sujetos, que además están inscritos en marcos intersubjetivos de la cultura. Por la misma vía, Scribano (2008, 14) precisa que la investigación cualitativa busca visibilizar "la trama opaca de la urdimbre que constituye el mundo social" a partir de un ejercicio que entreteje la narración con el análisis y la interpretación.

A partir de allí, en el diseño metodológico se planteó la articulación entre talleres grupales, entrevistas semiestructuradas y un recorrido colectivo por los barrios de residencia de las y los jóvenes. Con este punto de partida, en el que se tuvo en cuenta la propuesta de Scribano, en cuanto que "la investigación debe comprenderse como un camino sin restricciones pero con guía" (2008, 15), se mantuvo un horizonte de reflexividad y flexibilidad durante el trabajo de campo (Miles y Hernández 2010; Taylor y Bogdan 1984); las técnicas se direccionaron a partir de los encuentros y la relectura constante de los hallazgos de cada ejercicio.

Así, a través de los primeros encuentros con el grupo, fue posible identificar que sus intereses se vinculaban al uso de dispositivos tecnológicos y a la interacción en redes, mientras que otro tipo de estrategias que no relacionaran estas actividades no despertaban la misma motivación para el trabajo. De esta manera, se inició con un ejercicio de cartografía social y una reconstrucción de recorridos cotidianos en el mapa y posteriormente se adaptó la metodología para incorporar el uso de celulares y de herramientas virtuales en las diferentes técnicas utilizadas. Se desarrollaron mapeos de redes y grupos de discusión que, a partir de la identificación de este componente significativo para las y los jóvenes, se apoyaron en la aplicación web de presentaciones interactivas Mentimeter.com 5, contenidos audiovisuales y ejercicios de construcción de "memes" para desentrañar las principales significaciones sobre el espacio y las prácticas cotidianas. Por otra parte, complementario al ejercicio del recorrido conjunto por los barrios de residencia del grupo, se sugirió construir en equipos "una propuesta de serie para Netflix" que ellos y ellas consideraran podría ser atractiva para su generación y que mostrara las dinámicas socioespaciales de su contexto6. Este ejercicio generó un gran interés y, como podrá verse más adelante, dio cuenta de múltiples configuraciones simbólicas en torno al habitar y a la manera en que los contenidos digitales impactan las formas de vincularse con la ciudad.

De allí que, junto con el análisis que a continuación presentamos sobre los vínculos entre este "habitar virtual" con la construcción subjetiva e identitaria de estos sujetos en particular, quede abierta la pregunta y el horizonte sobre la incorporación de herramientas virtuales en los procesos de investigación cualitativa, teniendo en cuenta la diversidad de contextos y características identitarias de las y los participantes.

Espacios físicos y espacios virtuales: ¿rupturas o continuidades?

La discusión sobre la relación entre los espacios físico y virtual se ha desarrollado desde diversas perspectivas que van desde la escisión entre ambos hasta los interrogantes sobre si puede catalogarse el ciberespacio como público o privado. Entre las primeras posturas, se marca una ruptura y una anulación del espacio-tiempo por las dinámicas de la interactividad virtual; se plantea que las subjetividades han sido desterritorializadas y ya no están ancladas a un referente social, cultural y físico de su habitar (García y Gómez 2014). Al respecto es necesario precisar que el habitar no es solamente ocupar un espacio, sino que según lo plantea Heidegger es la manera en que los seres humanos están en la tierra y, por tanto, el ser "es en la medida que habita" (1951, 2).

¿Podría hablarse entonces de una eliminación del habitar y de la espacialidad de la vida humana? Frente a estas posiciones que demarcan esta división, aparecen también quienes asumen el ingreso del universo de lo virtual como un escenario complementario al espacio y tiempo físicos (Castells 2000; Díaz y Candón 2012; Merejo 2009). Si bien las interacciones se transforman y surgen nuevas maneras de tejer relaciones significativas, el espacio y el tiempo físico no desaparecen; Castells, por su parte, dirá que la sociedad red "no significa el fin de la ciudad" (2000, 475), pues las personas aún se movilizan y desarrollan sus actividades en diversos espacios que, si bien han sido reconfigurados por las nuevas dinámicas, siguen siendo parte de la vida cotidiana.

En los relatos de las y los jóvenes pudo identificarse esta complementariedad entre los espacios físicos habituados y la virtualidad, de allí que pueda afirmarse que las y los sujetos no han dejado de habitar; y, para nuestro caso, nos refiramos a una continuidad de este con un "habitar virtual". Este último, según lo refiere el grupo, es permanente y "en todo lado", "las redes se habitan todo el tiempo y en todas partes" (expresiones colectivas en taller). Entre las principales prácticas de la vida cotidiana se encuentra la interacción constante con otros y otras y con contenidos a través de las RSV y las plataformas virtuales. Frases como "el celular es lo más sagrado para un adolescente" (Sofía, 14 años)7 o "me la paso todo el día en el celular" (Dayana, 15 años) dan cuenta de la importancia que tanto los dispositivos como las interacciones que se dan a través de ellos tienen al interior de su experiencia vivida.

Ahora bien, esta permanencia y coexistencia del habitar virtual con los espacios físicos también implica unas preferencias y usos diversos. Las imbricaciones entre espacios hacen que lo virtual adquiera un sentido diferente desde con quién y en dónde se comparte. Así, entre los principales sentidos atribuidos a la casa está la posibilidad de estar solos y solas para desarrollar prácticas significativas en las RSV o plataformas como una manera de "desconectarse" de la responsabilidad escolar:

[...] ya después del colegio generalmente llego a ver Netflix, hago tareas por la noche y pues ya me acuesto a dormir. (Andrés, 15 años)

[...] me gusta a veces quedarme sola en mi casa digamos viendo televisión o en el celular. (Laura, 15 años)

[Sobre salir a otros espacios] [.] a mi mamá le gusta porque no estoy pegado a la casa, como me gusta mucho también jugar videojuegos, que me quede mucho pegado al computador, entonces a mi mamá no le gusta eso. (David, 15 años)

En el colegio, el uso del dispositivo y la interacción en RSV aparece ligado al descanso y a la resistencia a la disciplina escolar, pero también a la posibilidad de dar respuesta a las responsabilidades desde lo que ofrece la virtualidad. Las y los jóvenes señalan que las maneras de desarrollar la práctica del estudio están ancladas a la posibilidad de acceso a herramientas virtuales, tanto por la disponibilidad de información en la red como para establecer conversaciones con otros y otras jóvenes con fines académicos:

Hasta para hacer tareas necesitamos WhatsApp, pues no para la copia [...] muchas actividades son en grupo, entonces, "usted qué va a llevar, usted qué va a poner, usted qué va a investigar". Nosotros tenemos un grupo del salón en el que mandan las tareas. (Sofía, 14 años)

Uno anda, pues, muy encerrado en la tecnología, últimamente sí lo hemos tenido que utilizar [...] o sea estar pegado a un computador haciendo trabajos. (Dayana, 15 años)

En los espacios de entretenimiento el uso cambia dependiendo de si son espacios públicos o privados; en los recintos cerrados como centros comerciales y casas de amigos y amigas, las y los jóvenes conjugan el habitar virtual con las relaciones cara a cara del espacio físico tomando y publicando fotografías, compartiendo contenidos o haciendo comentarios sobre lo que encuentran en las redes. Sin embargo, en el espacio público esta interacción es menor; a pesar del reconocimiento explícito de estar en las redes "todo el tiempo" y "en todo lado", las dinámicas y percepciones de inseguridad de los barrios limitan el uso que hacen de las RSV por el miedo a perder sus dispositivos: "En el parque sí no saco el celular porque tengo miedo de que me roben; estos barrios aquí son muy peligrosos" (Dayana, 15 años).

Ahora bien, la relevancia del espacio virtual y las continuidades que se presentan con otros espacios-lugares, no implican que se eliminen interacciones que no requieren la mediación de los dispositivos. Al indagar sobre los encuentros con amigos y amigas, las y los jóvenes expresaron que pre-fierren salir y compartir el espacio y tiempo físicos para sus prácticas de recreación; al respecto señalaron que en ocasiones la permanencia en las RSV tiene que ver con las limitaciones que los adultos y adultas de las familias imponen para habitar espacios diferentes a la casa y al colegio. Por otra parte, precisaron que el tiempo con la familia también adquiere un valor especial, por lo que en ocasiones prefieren estar offline; lo cual pone en entredicho las ideas que circulan respecto a la ausencia de interacciones más allá de las pantallas.

A uno le dicen "¿qué estás haciendo?", "estoy en mi casa" y a uno le dicen "¿vienes y te invito a almorzar?", "¿mami puedo ir que me invitaron a almorzar?", "no, no, no, pa' dónde va a ir?". Entonces si usted no me deja salir, ¿qué más hago?, o no nos vemos la cara, pues si no nos dejan. (Sofía, 14 años)

Los domingos a veces ni siquiera prendo el celular, los domingos es mi tiempo para estar con la familia. (Martín, 18 años)

A veces sirve y a veces ya es como muy hostigante estar ahí, porque a veces yo miro WhatsApp, miro Facebook, miro Instagram, miro todo y como que ya me aburro y no encuentro nada que hacer. (Laura, 15 años)

Pues paso bastante tiempo en el celular, pero desde que haya una actividad que uno pueda hacer, pues si uno puede salir, prefiero salir. (Andrés, 15 años)

Esta continuidad de flujos y conexiones entre el habitar de los espacios físicos y el virtual abren la pregunta sobre el carácter "público" o "privado" de este universo que comprende las RSV, aplicaciones, plataformas y demás intersticios del ciberespacio. Algunos autores se han referido a él como un nuevo espacio público en el que convergen diversos actores y se plantean discusiones colectivas desde lo digital (Díaz y Candón 2012; García y Gómez 2014). Sin embargo, así como consideramos que la escisión entre lo físico y lo virtual responde a una visión reducida y simple de la interactividad, también asumimos que la distinción entre "lo público" y "lo privado" no alcanza la complejidad que este fenómeno plantea.

El espacio virtual podría nombrarse público en cuanto lugar de encuentro e incluso de posicionamiento de debates que impactan en la esfera política; a pesar de ello, contiene en sí mismo una dinámica privada, perfiles guardados con claves que garantizan a cada usuario la privacidad y la posibilidad de agenciar el espacio que le corresponde en la red. La contraseña opera como la puerta de la casa que protege el ingreso de extraños o forasteros; se abre o se comparte la llave con quienes se mantiene una intensa relación de confianza. Al mismo tiempo, hay un umbral que representa la ventana; otros y otras pueden acceder al perfil de maneras diferenciadas -según la configuración escogida- para verlo sin tener la posibilidad de editarlo o transformarlo. De esta manera, las imbricaciones entre la privacidad y la exposición constituyen una paradoja que no permite catalogar el espacio virtual desde las categorías tradicionales de distinción espacial.

El celular tiene clave y solo se la sabe uno y la mejor amiga; siento que es algo muy importante para nuestras vidas. (Sofía, 15 años)

Por ejemplo, los perfiles de Instagram, que si a uno le siguen "ay, sí", se siente como expuesto, pero uno dice como bueno, me siento famosa. (Dayana, 15 años)

Ahora bien, esta posibilidad de decisión frente a cómo agenciar el espacio virtual y cómo interactuar en él, también impacta las maneras en que las y los jóvenes apropian ciertos discursos de la sociedad y se vinculan con la ciudad. A lo largo de los diálogos pudo verse que la relación entre el espacio físico y la virtualidad no solo se da en términos de los usos y prácticas cotidianas, sino en la manera en que cada uno le asigna un sentido a las dinámicas socioespaciales y a ciertos sitios representativos de la ciudad. Junto con los contextos de sentido que se configuran en la vivencia espacio-temporal con otros y otras en las relaciones cara a cara, aparecen significaciones ancladas a los contenidos de las redes, plataformas y series televisivas.

Al respecto, vale la pena resaltar la manera en que nombraron una universidad reconocida de Bogotá como "Los Cerros", ya que ese fue el nombre ficticio que se le atribuyó en una serie de la plataforma Netflix8. Así mismo, los contenidos que consumen tanto en redes como en las series han hecho que apropien ciertos modos de explicitación sobre la realidad y que consideren más llamativos ciertos temas que otros. Esto último permitió abrir la reflexión sobre la incidencia de dichos contenidos en las subjetividades de las y los jóvenes desde los resultados del ejercicio en el que, por equipos, construyeron una propuesta de serie televisiva que para ellos resultara interesante y que pudiera ser grabada en sus barrios. Las tres tramas estuvieron vinculadas al narcotráfico, delitos sexuales, violencias y a la significación de ciertas zonas de la ciudad como más "prestigiosas" que otras:

Es la historia de Brandon González, un exconvicto que, marcado por su pasado con drogas, él queda muy marcado, él tiene problemas muy extraños en su vida. Comienza una trama dónde él va viajando en Transmilenio y llaman y le informan que muere su esposa por parte de capos de la droga que necesitaban hacer arreglos. [...] él no es de acá... Él vive en el norte, en el barrio el Chicó, y se queda aquí. (Serie Sneaky Wolf, Andrés y Martín)

Entonces entra por un barrio, así como oscuro, y ve a una banda y dice como: "Estoy sola, ¿puedo unirme?" Y entonces ellos dicen como: "Primero tienes que probar esto, es algo que te hará ver unicornios", y entonces ahí la inducen a la droga. (Serie Lost in my home, David y Dayana)

En ese momento ya estaba como muy hostigado, muy estresado con todo lo que tenía encima; como él no saber qué hacer con su vida y él la violenta sexualmente. Entonces al ver que ella era como muy cerrada él la golpea y la deja inconsciente, tiene un trauma craneoencefálico. Y él ya despierta como de estar drogado y le cuenta a sus amigos, a los sicarios. (Serie Camaleón, Laura y Sofía)

De esta manera, pudo evidenciarse que, a pesar de que las y los jóvenes no expresan una vivencia directa de ciertas dinámicas, apropian unos contextos de sentido desde lo que es tendencia en la red y configuran una lectura de la realidad a partir de ello. Al respecto Castells afirma que: "Las expresiones culturales se abstraen de la historia y la geografía, y quedan bajo la mediación predominante de las redes electrónicas de comunicación, que interactúan con la audiencia en una diversidad de códigos y valores" (2000, 556), por lo cual, es posible afirmar que la virtualidad constituye un elemento configurante tanto de las subjetividades como de elementos estructurales de la sociedad.

Sobre ello, Krauskopf (2010) precisa que, en la condición juvenil contemporánea, las redes aparecen como agentes socializadores que transforman las maneras en que las y los sujetos se relacionan con instituciones tradicionales como la familia o la escuela. Señala esta misma autora que a partir de allí "ya no es posible comprender las identidades de modo unívoco y lineal" (Krauskopf 2010, 33), y por ello es necesario un abordaje múltiple y diverso de la interacción virtual. En este sentido, y volviendo a la discusión sobre la relación entre los espacios físicos y los virtuales, puede verse que, a partir de la vivencia cotidiana de las y los jóvenes, no es posible escindir la reflexión sobre lo físico-espacial de aquella relacionada con el ciberespacio; las continuidades entre ambos se entretejen en una trama que resulta constitutiva de las identidades generacionales e incluso de la apropiación de discursos y prescripciones que se instalan en sus subjetividades.

El universo de lo virtual y la diversidad identitaria

Si bien se encontraron puntos comunes en la relevancia que las RSV, plataformas y aplicaciones tienen en la cotidianidad juvenil y en las conexiones entre el habitar físico y el habitar virtual, cada joven manifiesta preferencias particulares desde lo que ha construido como significativo en su trayectoria biográfica. Veíamos con De Certeau que la diversidad de "usos" que cada sujeto asume en la reproducción de las dinámicas sociales y de su propia experiencia configuran una pluralidad de "artes del hacer" (1980 [2000], 112); aquí entendemos también que esa multiplicidad constituye identidades y formas de posicionarse en la red desde diferentes maneras de vincularse y de asumir un estilo que se traslada hacia una interfaz.

¿Instagram, YouTube, Facebook o WhatsApp? ¿Escuchar música, chatear, jugar videojuegos o ver videos? La diversidad de ofertas tanto en redes como en plataformas, aplicaciones y actividades lleva a que cada uno asuma una preferencia y una manera de valorar algunas sobre otras, e incluso de construir estigmas o formas de discriminación ante quienes usan las que "han pasado de moda" o son "raras". En el diálogo entre las y los jóvenes se dio una discusión interesante frente a las funciones y posibilidades de cada una, lo que mostró perspectivas diversas y evidenció que no es posible pensar una única manera de habitar la red:

Sofía: Instagram es genial, Facebook es solo para ver memes.

David: Facebook tiene más cosas, videos, directo.

Sofía: Es que Instagram es una aplicación como que encierra todas las aplicaciones; por Instagram tú puedes ver fotos, puedes ver historias, puedes ver directos, puedes chatear, puedes hacer de todo.

David: Igual por Facebook.

Sofía: No porque para chatear por Facebook ya necesita Messenger, y eso ya es otra aplicación. Nadie usa Facebook.

Laura: Yo uso Facebook.

Sofía: Yo uso más Instagram.

Martín: Sí, Instagram.

David: Yo paso en YouTube mucho tiempo.

Sofía: Yo solo lo uso para escuchar música.

David: Es para videos y música. (Conversación registrada en grupo de discusión)

Estas preferencias no solo representan un "gusto" o una operación sin mayor relevancia para las y los jóvenes. Para varios de ellos y ellas, la manera en que se vinculan con ciertas prácticas más que con otras está ligada a lo que consideran significativo en su trayectoria biográfica y a una posibilidad de narrar su historia y su identidad desde la relación con y en el espacio virtual.

Me gusta jugar videojuegos; yo desde pequeño, igual tengo otros primos, entonces ellos... Desde pequeño, los veía jugar y pasaban horas y horas jugando en el computador; entonces siempre los veía o quería jugar; entonces jugar a los videojuegos me hace recordar esas épocas y también me hace divertirme y ser más competitivo. (David, 15 años)

[...] yo cuando tenía 8 años pedí un computador de Navidad; entonces eso es más como lo mío, más como lo que es moderno, como esas cosas. (Sofía, 14 años)

Ahora bien, estas identidades configuradas desde las maneras en que la virtualidad ha impactado la historia personal también se cruzan con un contexto de cambios acelerados y de velocidad en las transformaciones de la red (Krauskopf 2010). Para las y los jóvenes hay aplicaciones sobre las que se puede decir que "ya pasó su tiempo" (Sofía, 14 años) y su uso actual parece ser obsoleto; esto da cuenta de la construcción de unas subjetividades atravesadas por el cambio constante y la necesidad de incorporarse en nuevas lógicas de interacción, según la tendencia del momento. De la misma manera, pudieron identificarse construcciones de sentido alrededor del prestigio y la discriminación en las maneras de habitar la red, "la cantidad de likes" representa el reconocimiento que cada uno y cada una tiene en las RSV y el desarrollo de ciertos usos es estigmatizado a través de la burla que, a su vez, está condicionada por los lenguajes y sentidos que se construyen en el espacio virtual. Por otra parte, algunos youtubers que han alcanzado un gran número de seguidores y cuyos contenidos resultan interesantes para las y los jóvenes, y son nombrados como un "modelo a seguir" (Dayana, 15 años), como un ejemplo para las interacciones cotidianas.

Además, aparece la expresión de la propia identidad y la relación que la virtualidad tiene con el cuerpo. Schütz y Luckmann (1973 [2009]) refieren que la cotidianidad sitúa al sujeto en unas coordenadas geográficas que determinan sus relaciones próximas desde la cercanía y la posibilidad de encuentro; aquí precisamos que el sujeto más allá de ser un punto de referencia es un cuerpo simbolizado, con una historia, a través del cual las y los jóvenes expresan sus estilos y sus "maneras de ser y hacer", según lo precisa De Certeau (1980 [2000]). Así como los espacios físicos se conjugan con el espacio virtual, el cuerpo también trasciende su dimensión eminentemente física para presentarse a través de la interactividad; las imágenes y fotografías resultan centrales en la búsqueda que cada joven hace de reconocimiento y de posibilidad de encuentro con otros y otras; la identidad es trazada en los perfiles de sus redes y a partir de allí se abren las posibilidades de comunicación e interacción.

Las redes sociales significan como la vida social, como que van a estar el pendiente de uno; que si uno sube un estado: "Ay, que este lo vio, que no sé qué", es como popularidad creo yo. (Laura, 15 años)

Son para que nos vean, para llamar la atención, porque un man que tiene muchos amigos, sube un montón de fotos, está lindo y cosas así, es para llamar la atención, es para que se den cuenta que él existe; digamos, yo hago eso, todos mis amigos hacen eso. (David, 15 años)

Surge entonces la pregunta por las formas de comunicación y por la transformación de la unidireccionalidad entre la proximidad espacial y la proximidad social hacia la pluralidad de relaciones en el espacio virtual. Las y los jóvenes contemporáneos han construido contextos de sentido sobre la intersubjetividad desde la posibilidad de dar un "clic" para agregar a alguien que no han conocido en otros espacios, pero también a través de la intensificación de la intimidad de las relaciones con otros sujetos de su generación desde la construcción de lenguajes comunes y formas de extender el diálogo más allá del espacio del colegio o de los sitios de entretenimiento.

Encuentros/lenguajes virtuales y praxis diferenciadas generacionales

Uno de los principales contextos de sentido que las y los jóvenes atribuyen a la interacción en la red y al habitar virtual es la posibilidad de comunicarse con personas con quienes han construido afectos y que resultan significativas dentro de su experiencia subjetiva. Díaz y Candón precisan que "internet permite [...] establecer fuertes relaciones sociales entre personas que no comparten el mismo espacio geográfico pero sí un espacio virtual o ciberespacio" (2012, 5); de esta manera, las relaciones "Nosotros" que veíamos con Schütz y Luckmann (1973 [2009]) ya no están solamente condicionadas por la posibilidad de compartir el "aquí y el ahora" de manera recíproca e inmediata.

Los encuentros se complejizan y son diversos. Para las y los jóvenes no hay una única modalidad de comunicación a través de las RSV, pues precisan que gracias a ellas pueden intensificar las relaciones con sus amigos y amigas del colegio, y ampliar el tiempo de conversación restringido en las aulas escolares. También señalan que es posible mantener contacto con personas significativas con quienes en algún momento se vivió una experiencia directa en el espacio-tiempo, pero que por diversas circunstancias se han establecido distancias físicas; y, finalmente, como principal elemento de la transformación contemporánea, se refieren a la posibilidad de gestar interacciones próximas (socialmente) e íntimas con otros y otras jóvenes con quienes no se ha establecido una relación cara a cara, pero con quienes se han construido afectos y experiencias comunes en la virtualidad.

Uno lo usa más que todo, es un medio de comunicación; entonces el mismo hecho de no poderte ver con tus amigos: "Pero ya lo vio todo el día en el colegio". Ellos piensan que uno va al colegio a echar chisme, pero no, también uno va a estudiar. Entonces: "Ay, que pasó tal cosa", "Que mire este con esta", y llega mañana a terminar de contar el chisme y eso es como el uso que nosotros le damos a las redes sociales. (Sofía, 14 años)

Digamos, me ven sentada en una mesa con el celular y: "¿Qué está haciendo?" [.], pues me dice: "Ay, usted se la pasa chateando", pero la razón que tengo es porque, digamos, hablo con mi papá, con el cual hace mucho no me veo. (Dayana, 15 años)

La gente que conocí es por las redes sociales, pues sí, ahorita es así, todos se conocen por redes sociales, muy pocas veces se conocen por persona [...]. Un amigo me metió a un grupo de WhatsApp, entonces me puse a hablar, molestar y como que poco a poco llegaban, nos agregamos [...] y ya conocer en Facebook, uno conoce varios amigos por eso; ahí conocí a mi mejor amiga, ahí conocí a mis ex [...] y pues vivir sin internet no puedo. (David, 15 años)

La relevancia de estas formas de comunicación y la configuración del habitar virtual como algo que resulta imprescindible para ellos y ellas se articula también con usos ligados al entretenimiento y a la identificación de contenidos de interés. Así mismo, se crean lenguajes propios que marcan una identidad generacional y que, como lo refiere Erazo, hacen que la tecnología y la virtualidad no solo remitan "a la novedad de unos aparatos sino a unos nuevos modos de percepción [...], a nuevas sensibilidades y escrituras" (2009, 1317). Expresiones como "lit" -literal-, "lol" -laughing out loud, en inglés, para referirse a algo muy gracioso-, "la vieja confiable" -para referirse a excusas o a algo muy popular-, "qué buen servicio" -cuando algo les agrada-, no solamente hacen parte de sus formas de comunicarse en la virtualidad y de lo que ven en los memes, sino que se trasladan a sus interacciones y formas de expresión cotidianas en los espacios físicos.

Ahora bien, estos elementos constitutivos de la identidad generacional pasan también por las tensiones con el adultocentrismo y los conflictos derivados de la falta de autonomía que la sociedad le ha asignado a las y los jóvenes. Los lenguajes, comunicaciones y prácticas de entretenimiento en la virtualidad se constituyen en la praxis diferenciada por excelencia de estos sujetos, que refieren el habitar virtual como una posibilidad de resistir a las lógicas que les excluyen y les consideran sujetos "inmaduros" o "incompletos". Las restricciones impuestas por otros y otras sobre el tiempo que deben permanecer en las redes son transgredidas o cuestionadas de manera crítica por las y los jóvenes, quienes manifiestan no encontrar un argumento válido en las objeciones de las y los adultos para que ellos puedan vincularse con esta práctica significativa de su cotidianidad.

Siento que nos juzgan más que todo a nosotros [...] qué fastidio ser adolescente: "¿Qué está haciendo con el celular, con quién chatea, con quién habla?". [...] ellos mismos se contradicen porque ellos pelean por el celular, pero ellos están metidos todo el día, porque ellos están metidos todo el día, están mirando memes todo el día, porque aunque lo nieguen también ven memes. (Sofía, 14 años)

Es como la manera en que nos podemos comunicar entre todos y porque nuestros padres no estaban habituados en [sic] eso; entonces uno como: "Listo, soy mejor que mis padres en tal cosa". (Dayana, 15 años)

De esta manera puede verse que la sociedad red, planteada por Castells (2000), abre un horizonte de transformación de la asimetría intergeneracional en la que solo el conocimiento adulto es legitimado por la cultura (Villa 2011) hacia una posibilidad de agencia y expresión de autonomía en un espacio que las y los jóvenes encuentran como propio. "Nosotros nacimos en la época de esto, nosotros nacimos con esto, entonces es algo que ya es muy necesario para nuestras vidas", afirmó Sofía, de 14 años. Esta expresión no solamente encarna los sentidos y la relevancia de la virtualidad para la cotidianidad de este grupo de jóvenes, sino que plantea múltiples perspectivas en términos de la dinamicidad de las relaciones y de la configuración de la sociedad contemporánea desde las conexiones diversas en el habitar virtual y desde los cambios experimentados en la vida cotidiana desde una óptica generacional.

Conclusiones

La experiencia de las y los jóvenes llama la atención sobre las complejidades y diversidades de la vida cotidiana en la sociedad red (Castells 2000). Las frases comunes que escinden lo físico de lo virtual quedan cuestionadas a partir de la multiplicidad de conexiones y relaciones que pudieron identificarse en los relatos de las y los participantes de la investigación. Como pudo verse, la virtualidad permea los vínculos entre los sujetos con los espacios y con otros y otras, así como las identidades desde las preferencias y las maneras en que las y los jóvenes se sitúan en el mundo.

Por otra parte, la lógica de la jerarquía intergeneracional restringe el horizonte de posibilidades y potencialidades del ciberespacio en la transformación de la sociedad y de la cotidianidad. Los relatos del grupo permitieron ver que a pesar de que las redes y lo digital se instituyen como componentes centrales del contexto contemporáneo, estas no se escapan a la lógica de control adultocéntrico que estigmatiza lo que resulta relevante para las y los jóvenes. Sin embargo, junto con la dominación aparecen también las resistencias, los lenguajes y la construcción de un referente identitario que permite "ser distinto" o "mejor" que las personas adultas. Las y los jóvenes, como sujetos activos de la virtualidad, dejan de ser los "inexpertos" del adultocentrismo y pasan a ser los principales actores de un escenario que les constituye y que pueden agenciar con mayor autonomía que otros espacios de la cotidianidad.

Así mismo, el análisis aquí planteado permite ver que el encuentro en las RSV y la constante interacción con contenidos en las distintas plataformas y aplicaciones no son un asunto irrelevante para la comprensión de las dinámicas sociales, sino que en ellas convergen valores, modos de encuentro y expresiones de una cultura que se transforma de manera constante y que nos sitúa en una realidad en permanente movimiento. De esta manera, comprender la virtualidad en la cotidianidad va más allá de una simple práctica que se suma al itinerario de "lo habitual" y lo naturalizado; y en cambio plantea una mirada transversal sobre el espacio, el tiempo, la cultura y las relaciones sociales. Allí simultáneamente se reproducen y resisten discursos, se acogen modos de explicitación de la realidad y se crean otros nuevos, se escriben las historias personales y se gesta la construcción identitaria.

Desde estas imbricaciones, las formas de relacionarse con el cuerpo, con sí mismos y con los otros se transforma, todo ello en una continuidad constante con la espacialidad de la existencia. Con esto quedan planteados horizontes e interrogantes desde la comprensión de lo virtual como un escenario que se consolida como un elemento fundante de las subjetividades y las relaciones sociales en el contexto contemporáneo, que debe leerse a la luz de sus continuidades y convergencias con otros escenarios del habitar y no como un componente aislado de la experiencia cotidiana.

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* Este artículo está basado en los hallazgos de la investigación "Subjetividades, espacios y prácticas: habitar y cotidianidad de jóvenes en el Centro-Sur de Bogotá", presentada por la autora como tesis para optar por el título de magíster en Hábitat en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá.

1Desde la perspectiva fenomenológico-hermenéutica que orientó la investigación, se asume la cultura como el sistema de signos, códigos y lenguajes que constituyen la realidad social y orientan los encuentros de las y los sujetos en el mundo de la vida cotidiana (Schütz y Luckmann r973 [2009]). A partir de la incorporación de cada uno y cada una en este universo simbólico, se construyen las subjetividades en el encuentro con los otros y otras, en la introyección de las prescripciones (normativas y éticas) legitimadas y en la configuración de una manera de narrarse a sí mismos y a sí mismas a través de las identidades (Ricoeur 1986)

2Desde esta perspectiva se cuestiona la categoría "adolescencia", pues este término reproduce con mayor fuerza las lógicas dominantes y asimétricas del adultocentrismo, que asignan a las y los jóvenes de 12 a 17 años un lugar de subalternidad respecto a quienes ya han alcanzado "la mayoría de edad". Así mismo, a través de esta noción se consolida un sistema de prohibiciones y restricciones sobre el cuerpo, la cotidianidad y las relaciones que ha sido legitimado histórica y culturalmente, al entenderla como un "indicador del paso de la infancia a la madurez" (Cajiao 2008, 378)

3Los barrios en los que residen las y los jóvenes participantes son el Olaya, el Quiroga -I, el Gustavo Restrepo y el Bosque de San Carlos. Estos barrios en sus orígenes fueron de vivienda social del Estado, destinada a sectores obreros en el siglo xx (Forero y Forero 2009). Con la expansión de Bogotá hacia el sur y la consolidación del sector como una centralidad urbana, se han configurado como un "sector medio" y sus habitantes se definen a sí mismos y a sí mismas como personas de clase media.

4Se mantendrá reserva sobre el nombre y las características de la institución educativa de acuerdo con la perspectiva ética de la investigación.

5Es una aplicación web en la que un usuario prepara anticipadamente una presentación con preguntas, cuestionarios, lluvias de ideas, entre otras; en ella, los espectadores pueden vincularse a través de un código y digitar desde sus dispositivos respuestas que serán compartidas en tiempo real en línea.

6Es importante señalar que esta estrategia no supuso la propuesta real para Netflix, sino que fue un ejercicio didáctico desarrollado en el marco de la investigación.

7Los nombres reales de las y los jóvenes han sido cambiados por ellos y ellas, en concordancia con la perspectiva ética de la investigación.

8La Universidad de Los Andes fue nombrada como "Los Cerros" en la serie "Historia de un crimen: Colmenares". Esta fue transmitida en el 2019, a través de la plataforma Netflix; en ella se desarrolló una trama vinculada a los hechos de la muerte del joven Luis Andrés Colmenares, que ocurrió en Bogotá en el 2010.

cómo citar este artículo Joya Valbuena, Daniela. 2021. "'Nosotros nacimos con esto'": una aproximación a la virtualidad en la cotidianidad juvenil". Trabajo Social23 (1): 129-151. Bogotá: Departamento de Trabajo Social, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia. DOI: https://doi.org/10.15446/ts.v23n1.88097

Recibido: 07 de Junio de 2020; Aprobado: 15 de Octubre de 2020

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