El sexo y la sexualidad en las sociedades capitalistas guardan una estrecha relación con la libertad y autorrealización del sujeto. Esto responde a la reproducción de un estándar relacional constituido por una serie de ideas que se instituyen en la persona por medio de una matriz de valores, lógicas culturales y marcos de vinculación particulares entre los sujetos. Lo anterior corresponde a una breve interpretación que el autor de esta reseña deriva de la lectura del texto elaborado por las sociólogas israelíes, especializadas en el estudio de las emociones y la cultura, Eva Illouz y Dana Kaplan.

No es la primera vez que las autoras construyen un marco de comprensión de realidades presentes en sociedades occidentalizadas en la denominada "Modernidad tardía". En sus obras previas , ya habían anunciado puntos de partida para el análisis de la libertad sexual y su relación con los campos económicos y sociales.

En este orden de ideas, para la presente reseña tomaré como punto de partida la pregunta ¿cuáles son las distintas formas de capital que adopta el ideal moderno de liberación sexual?, realizada por las autoras para articular cada uno de los capítulos que hacen parte del libro. Es así como las autoras, por medio de cuatro capítulos, construyen la noción de capital sexual, al igual las formas en las que está presente e interactúa con los sujetos y sus contextos históricos. De allí que se analiza la manera en la que se configura el capital sexual y sus vertientes como formas de producción que trascienden lo económico, afectivo, erótico y relacional.

En el primer capítulo, titulado "¿Qué es el capital sexual?", las autoras de-construyen los conceptos de capital y lo sexual, en relación con la evolución de los constructos teóricos que en Occidente se ha tejido sobre estos. Con el fin de exponer al lector la influencia que han tenido los giros culturales y los matices religiosos para constituir y reproducir nociones, representaciones e ideales sobre estos conceptos.

El capital, entonces, se relacionaría con formas de producción y dominación económica de los sujetos y sus cuerpos, y lo sexual sería visto como la conformación de un estándar de descubrimiento y autorrealización del sujeto, en son de la reproducción, de una dinámica de emparejamiento bajo un guion hegemónico de tipo heterosexual de familia y el deseo como pauta de relación y vinculación.

De esta manera se plantea la correlación histórica que acarrean estos conceptos como formas integrales, en las que se perpetúan las desigualdades sociales y económicas de los sujetos. Se plantea así, que el capital sexual surgiría históricamente en la Modernidad tardía "cuando la esfera de producción económica y el empleo se entrelazaron cada vez más con la esfera de la reproducción social (el sexo, la sexualidad, las familias, las relaciones íntimas)" (13).

A lo largo del segundo capítulo, "Formas del capital sexual: las cuatro categorías", las autoras exponen una síntesis de la denominada "economía moral de la sexualidad moderna", que haría alusión a la forma en que se ha tipificado al sexo como bueno y malo. Concluyen que el sexo da cuenta de una forma de producción capitalista que los sujetos cultivan, nutren y reproducen como un estándar relacional de libertad y deseo sexual.

Esto constituirá las cuatro formas de capital sexual: (a) castidad y domesticidad, (b) plusvalía del cuerpo (del trabajo sexual a la reproducción social), (c) atractivo y (d) éxito sexual. Estas interactúan como formas plausibles de la evolución y reproducción histórica de desigualdades estructurales de clases, producto de la necesidad individualista e institucionalizada de los sujetos por acumular en su vida cotidiana capital humano, afectos, deseabilidad física y social, en son de un ideal de autorrealización personal, goce y uso de su libertad sexual. Esto permeado por los constructos morales y culturales que se presentan en cada contexto social.

En el tercer capítulo, "El capital sexual en la Modernidad tardía", Illouz y Kaplan exponen el alcance de producción y reproducción del capital sexual, en la medida en que trasciende a lo íntimo; dado que convoca, representa y exhibe la subjetividad sexual, permea las elecciones de estilo de vida y, por consiguiente, la identidad del sujeto en contexto, así como sus formas de vinculación con el otro, en relación con el ideal de autorrealización y expresión de libertad sexual.

Por último, en el cuarto capítulo, como es de costumbre en el esquema de textos elaborados por las autoras, se expone de manera sintética las conclusiones producto de su desarrollo teórico. De allí destaco, la exposición del capital sexual como una categoría de análisis radical del sexo, en cuanto reta a las concepciones dominantes que subordinan las formas de producción y reproducción del sexo, la sexualidad y la identidad como un asunto privado y que ignora las lógicas dominantes en las relaciones de clase, género y raza, ancladas a los ideales de autorrealización y consumo de la libertad sexual.

El texto elaborado por Eva Illouz y Dana Kaplan genera un aporte novedoso y brinda un análisis crítico a realidades sociales occidentalizadas desde la perspectiva de la Modernidad tardía. Se constituye en una lectura imprescindible para aquellas personas interesadas en estudiar aspectos relacionados con el género, la sexualidad, las familias, el emparejamiento, los vínculos, las relaciones de clase y las desigualdades, como formas de producción y reproducción de capitales.