Introducción
La pandemia que la humanidad está sufriendo ha dejado al descubierto la globalización en la investigación sanitaria y la necesidad de solidaridad y cooperación universal o el auge de los nacionalismos como refugio y demanda de la ciudadanía para solucionar un problema mundial. Las sociedades llevan más de dos siglos organizadas en torno a naciones que coexisten con movimientos locales y transnacionales. El nacionalismo -y, en consecuencia, sus símbolos-, expresado en algunas de sus múltiples caras, como los problemas migratorios y fronterizos, xenofobias, identidades nacionales o movimientos independentistas, es un tema de permanente actualidad.
Existen numerosos símbolos nacionales: unos, más o menos recordados por sus respectivas poblaciones (héroes, lugares, monumentos, fiestas, comidas, animales, instituciones, etc.) y otros, reconocidos por la mayoría de los ciudadanos (el escudo y, sobre todo, la bandera y los himnos). Por tanto, reflexionar sobre los himnos es hacerlo sobre aquellos elementos integrados en la forma de percibir a cada nación. Estos son estímulos que fomentan sentimientos patrióticos, ayudan a desarrollar una identidad colectiva y avivan la cohesión de la ciudadanía y la identidad nacional.1 Los himnos pueden analizarse desde diferentes perspectivas, como se puede observar en la obra de Carlos Collado,2 al estudiar la autoría y el contexto de sus creaciones o al interpretar las modificaciones, si se han producido, así como el papel de las mujeres en las letras, las emociones personales y colectivas o el contenido, con énfasis en diferentes ejes temáticos, etc.
Los himnos no pretenden sintetizar el ser de cada nación, puesto que no existen las identidades esencialistas,3 es decir, una forma de ser de cada pueblo, como afirmaba Juan Roger Riviere.4 Más bien, son símbolos que encajan dentro de un nacionalismo étnico. Pero ¿qué se entiende por nacionalismo étnico? ¿Por qué se ajustan a este modelo?
El nacionalismo étnico, lo mismo que las letras de los himnos nacionales, tiende a enfatizar las tradiciones culturales, el territorio, la lengua o la religión como elementos estructurales. Los valores del grupo o comunidad dominante prevalecen sobre los principios y los derechos civiles y políticos en la organización de la nación. Elie Kedourie reflexionaba sobre la inconsistencia de estos ingredientes de las identidades: raza, lengua, religión, territorio y pasado histórico. Defendía que era por la voluntad que los pueblos y los grupos humanos se constituían libremente como nación.5 Para Benedict Anderson, las naciones son "comunidades imaginadas", solo existentes en la mente de sus habitantes, con un fuerte sentimiento comunitario.6 De manera análoga, Eric Hobsbawm y Terence Ranger demostraron que creencias, ritos y prácticas nacionales consideradas centenarias habían sido creadas en épocas muy recientes.7 Se trata de un "nacionalismo banal", en palabras de Michael Billig, que cultiva una identidad familiar, antigua y protectora.8 Álvarez Junco define la nación como:
[...] conjunto de seres humanos entre los que domina la conciencia de poseer ciertos rasgos culturales comunes (es decir, de ser un "pueblo" o grupo étnico), y que se halla asentado desde hace tiempo en un determinado territorio, sobre el que cree poseer derechos y desea establecer una estructura política autónoma.9
Sin embargo, cuando sobre las personas, se prioriza al grupo, a su cultura y a su asentamiento territorial sobre la estructura política, se enfatiza un nacionalismo étnico y ahí es donde aparecen los himnos como símbolos, como nexos de los pueblos. En caso contrario, si no se aprecian como símbolos de toda la ciudadanía, provocan enfrentamientos, debates y desafecciones. "Himnos y banderas concentran también la gran ambivalencia de los Estados modernos: la relación entre nación, o naciones, y el Estado. Los símbolos oficiales que a menudo se enuncian en las constituciones son la expresión visual y sonora del Estado".10
Desde su origen, los himnos tienen un claro fin nacionalizador: representan a una nación y también fomentan y estimulan ese sentimiento. Los símbolos son relevantes porque se relacionan con el origen, el desarrollo y la difusión de los nacionalismos y además conforman el lenguaje de la identidad. Manuel García Pelayo considera que los símbolos forman parte de los procesos de integración nacional y de diferenciación de otros países.11
A Massimo D'Azeglio se le atribuye la famosa frase: "Hemos hecho Italia, ahora hemos de hacer a los italianos",12 pronunciada en la primera sesión del Parlamento italiano, el 18 de febrero de 1861. Se considera que este es el sentido de que todavía hoy se cante a diario el himno nacional o se jure a la bandera en las escuelas primarias de países como Canadá, México, Argentina o Estados Unidos.
El nacionalismo es un sentimiento de pertenencia, una manera de estar en el mundo; otra cosa es que algunos dirigentes políticos utilicen ese sentimiento en su propio interés para manipular a las masas e incluso dirigirlas hacia un conflicto civil o a la guerra.
Anthony Smith,13 en línea con las teorías de Gellner y de Hobsbawm, considera que las naciones modernas han sido construidas a partir de una serie de rasgos étnicos: nombre colectivo, mitos fundacionales, historia (que incluye compartir mitos, héroes y antepasados), cultura, conciencia de solidaridad y asociación con un territorio.
Los himnos nacionales también tienen una función educativa, porque integran a la población y la enculturizan en una serie de principios, valores o mitos clave para la formación de una ciudadanía nacional.
Las letras de los himnos transmiten conceptos relacionados con la nación (estimulan la capacidad intelectual), emociones (amor a la patria, odio a los invasores, alegría por un pasado heroico, entre otras) y criterios morales (defensa de la libertad, unión del pueblo o soberanía nacional). Estas características forman parte del concepto de educación, acerca del cual no existe unanimidad académica y cuyo estudio desborda esta investigación. Aquí se entiende por educación un proceso en el que se desarrollan las competencias personales y sociales, que impulsa capacidades intelectuales, morales y emocionales de los sujetos y la integración en un contexto cultural, con base en las normas y los principios de convivencia de la sociedad a la que se pertenezca. En este sentido, la educación abarca el ámbito personal y el sociocultural y los himnos nacionales actúan como un medio para una educación patriótica.
Por lo expuesto, el objetivo general de este trabajo es examinar el papel que desempeñan los himnos de las naciones de Europa, reconocidas por la ONU, en la inculcación de un nacionalismo étnico que, de manera genérica, se basa en la patria y la relevancia del país en el mundo, el predominio de una lengua y de una cultura dominante, de una historia común que incluye mitos y héroes, el sentido de pertenencia, el territorio como lugar simbólico y la inclusión de la religión como elemento estructural.
1. Materiales y métodos
Los cincuenta himnos analizados representan a todas aquellas naciones independientes europeas reconocidas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). No se contabilizaron a España y Kosovo, cuyos himnos no tienen letra, y Chipre, porque tiene el mismo himno que Grecia. Se incluyó a Ciudad del Vaticano porque es miembro observador permanente.
El nacionalismo étnico transmitido en los himnos nacionales no está relacionado con las fechas de su composición ni con las de su aprobación. El 46 % de los himnos ha sido aprobado después de la Declaración universal de los derechos humanos (1948); sin embargo, no existen diferencias entre el nacionalismo étnico que transmiten las letras de aquellos anteriores y los posteriores a esa fecha. Incluso, los himnos aprobados en el siglo XXI siguen esta misma corriente.
Las letras han sido compuestas en diferentes momentos históricos y por autores muy dispares; representan naciones con distintos regímenes políticos, con mayor o menor extensión y número de habitantes, pero todas forman parte de la simbología nacional y se integran en el imaginario de la ciudadanía.
Algunos países tienen dos versiones -una larga y otra corta-, por ejemplo, Francia, Italia, Irlanda o Turquía. Aquí se han seleccionado las versiones largas, porque reflejan con más fidelidad el pensamiento nacionalista.14
En cuanto a la metodología empleada, en primer lugar, se analizó la literatura internacional más relevante relacionada con los nacionalismos. Luego, se dedujeron las características del nacionalismo más conservador -el étnico-. En tercer lugar, se detalló el papel de las composiciones como medio que enculturiza y educa como ciudadanos. Por último, se revisaron detenidamente las letras de cada uno de los himnos de las naciones europeas reconocidas por la ONU. Se seleccionaron los términos (466) que, de alguna manera, podían relacionarse con los conceptos que representan el nacionalismo étnico y se destacaron aquellos que más se repiten en el conjunto de los himnos, para categorizarlos en torno a los mapas conceptuales que se exponen a continuación.
2. Resultados
Este aparte se estructura en torno a los elementos que se consideran relevantes en el nacionalismo étnico, según los argumentos ya expuestos.
2.1 Profundo arraigo nacional
Las palabras nacer, nación, patria, país y República se mencionan un total de 125 veces, lo que denota la vinculación entre el símbolo y lo representado. Es lógico que sea así, si se tiene en cuenta que los himnos son símbolos que se relacionan tanto con el origen de la nación como con la identidad del país y de la patria. Ciertas composiciones reiteran alguno de estos términos, como Turquía, que nombra 5 veces la palabra nación en tono posesivo: "Mi nación" y San Marino, que canta dos veces en tono exclamativo el término "Oh, República". El término país (28 veces en total) aparece 7 veces en el de Kazajistán, también con intención posesiva ("mi país") y en el de Noruega (6 veces) con la expresión "este país". Por último, la palabra patria, contabilizada 54 veces, está 7 veces en el himno suizo como "venerable patria" y en el de Estonia, 6 veces: 4 como "mi querida patria" y 2 como "mi patria". En conclusión, algunos países hacen hincapié en el sentido de pertenencia posesiva personal y otros lo hacen con una visión más colectiva.
El nacionalismo y el cosmopolitismo no son conceptos necesariamente contrapuestos porque, como afirma Daniel Chernilo,15 ambos contienen elementos de particularidad y de universalidad, por ejemplo, el cosmopolitismo protege las tradiciones y creencias étnicas y el nacionalismo no debe oponerse a que otros grupos defiendan lo que afirman para ellos. Sin embargo, las letras analizadas reflejan un nacionalismo excluyente en el que, cuando se utiliza la palabra mundo (15 veces), se destaca la propia nación respecto a las demás: Alemania canta: "Mujeres alemanas, lealtad alemana, vino alemán y canciones alemanas serán altamente estimados en todo el mundo". Suecia dice: "No te cambio por nada en el mundo". Portugal alude a su papel destacado en la conquista de nuevos mundos: "[...] y el brazo ganador dio nuevos mundos al mundo". Para Estonia, no hay un lugar comparable: "en ninguna parte del mundo puede encontrarse un lugar así". Los himnos de Croacia, Georgia, Luxemburgo y Rumanía se expresan en un sentido similar, es decir, mencionan la palabra mundo para mostrar la notoriedad e identidad nacional.
2.2. Historia y cultura dominante compartidas: perspectiva familiar
El núcleo social en el que se establecen los mayores vínculos afectivos es, sin duda, la familia. Parece lógico, por tanto, que los compositores de los himnos establezcan una mímesis con sus miembros: madres, padres, hijos, hermanos, hermandad, etc.
Puesto que la nación instaura una fraternidad laica y, en consecuencia, una solidaridad de principio entre los herederos del mismo legado indiviso, afirma la existencia de un interés colectivo. Es un ideal y una instancia protectora, dada por superior a las solidaridades resultantes de otras identidades: de generación, de sexo, de religión, de estatus social.16
Término | Frecuencia |
---|---|
Amigo/amistad | 6 |
Hermano/hermandad | 19 |
Hijos | 15 |
Hogar | 8 |
Madres | 10 |
Padres | 12 |
Pueblo | 18 |
Querida/o | 27 |
Todos/as | 20 |
Unida/unidad/unir | 21 |
Total | 156 |
Fuente: elaboración propia.
La nación, vista como madre, implica la fraternidad de la ciudadanía: los hijos de la patria. En Bosnia y Herzegovina se dice: "Tú eres la luz del alma, la llama del fuego eterno, nuestra madre, la tierra bosnia a la que pertenezco". Eslovaquia la ensalza: "¡Viva nuestra gloriosa madre!". Liechtenstein potencia los lazos afectivos: "Esta querida tierra, esta querida patria". Montenegro canta a la filiación: "¡Oh, madre nuestra, Montenegro, somos los hijos de tus rocas y los guardianes de tu honor!". La figura del padre aparece como un modelo, un referente para los hijos; por ejemplo, en el de Irlanda: "[...] nuestros padres lucharon antes que nosotros"; en el mismo sentido, dice el de Lituania: "Pueden seguir siempre tus hijos a sus padres heroicos en la devoción a su país". En el de Andorra se observa una identificación con Carlomagno, un héroe nacional y padre: "El gran Carlomagno, mi padre, me liberó de los árabes". En Armenia se canta: "Sus hijos e hijas ahora proclaman 'Armenia, soberana y libre". Este sentido de herencia nacionalista transmitida valerosa y heroicamente de padres a hijos se percibe también en las composiciones de Azerbaiyán de Turquía.
La fraternidad nacional conlleva unión, solidaridad y fortaleza. En Ucrania se canta: "Aun a nosotros, hermanos compatriotas, sonreirá el destino [...]. Gobernaremos nosotros, hermanos, en nuestra propia tierra [...] y mostraremos que nosotros, hermanos, somos de la nación cosaca". En el del Vaticano, la fraternidad forma parte de los principios religiosos: "Pontífice, eres maestro que confirmas a tus hermanos". Italia construye su unidad nacional sobre la fraternidad: "Hermanos de Italia". De manera similar se canta en Países Bajos, Reino Unido, Serbia o Rusia, lo que pone de manifiesto la relevancia de los vínculos familiares en el desarrollo nacionalista.
2.3. La religión como elemento estructurante
La religión está presente en la mayor parte de las letras. Una de las formas en la que se manifiesta es mencionar a Dios de diversas maneras hasta un total de 129 veces, como Altísimo, Cristo, Hacedor, Eterno, Magnífico, Salvador, Santísimo, Rey o Todopoderoso, pero hay dos nombres que sobresalen: Señor y Dios. En Países Bajos, "mi fuerza y confianza, Señor, de Ti vendrán" y más adelante, "A Dios te encomendamos, sigue a tu salvador". Suiza canta: "Dios, el Señor, en la venerable patria"; en Reino Unido, "Señor, haz ver a las naciones"; en Hungría, "bendice al húngaro, Señor". En Liechtenstein, "fue escogida para nosotros por la sabia mano de Dios" y, más adelante, "¡Agradece a Dios todopoderoso!". Rusia dice: "[...] protegida por Dios, tierra natal", y Suecia, "con Dios voy a luchar por este hogar".
Término | Frecuencia |
---|---|
Adorar | 7 |
Comportamientos religiosos | 21 |
Dios | 63 |
Otras denominaciones de Dios | 25 |
Rey | 14 |
Señor | 17 |
Salvador | 6 |
Total | 153 |
Fuente: elaboración propia.
El término "comportamientos religiosos" hace referencia a aquellas palabras que proceden de la religión, como apóstol, creyente, cristiano, devoción, fervor, orar, piadosa, piedad, religión, salvación religiosa y reza. Como ejemplo, Turquía canta: "[...] libertad para nosotros que adoramos a Dios"; Islandia, "¡Adoramos tu santísimo, santísimo nombre!"; Países Bajos, "con cristiano fervor, por la palabra santa, osado combatí"; Andorra, "creyente y libre once siglos, creyente y libre quiero ser".
"Otras denominaciones" alude a palabras como adorable, Altísimo, cielo, Cristo, cruz, eterno, Hacedor, magnífico, media luna, santificado, Santísimo o Todopoderoso.
2.4. Canto coral y sentido de pertenencia
Los himnos suelen cantarse en coro, al unísono; pero sentidos de manera personal por cada uno de los intérpretes. Como afirma Antonio Muñoz Molina:
El canto de un himno tiende a la unanimidad: es la manifestación puramente física de lo compacto del grupo, la metáfora sonora de la patria que se afirma cerrándose sobre sí misma y eliminando toda discordancia, en el sentido musical y político de la palabra, que se parecen bastante.
Los himnos desarrollan un sentido de pertenencia potenciado por el canto coral, que exige coordinación. No solo se cantan, sino que explícitamente animan para que se participe, para que la gente se una, como demuestra la repetición del término canción (17 veces) y la raíz de cantar (19). El de Irlanda se titula "La canción de un soldado" y esa frase sirve de estribillo. En él se dice: "Vamos a cantar una canción, la canción de un soldado". El estribillo de Kazajistán es: "Como tu flor, así creceré. Como tu canción, así cantaré. Mi tierra natal, Kazajistán". El alemán se denomina "La canción de Alemania". El de Finlandia termina diciendo "Y sonará otra vez, fuerte y clara, esta, nuestra canción a la patria". Letonia repite: "[...] donde los hijos de Letonia cantan". En el de Macedonia: "Los bosques macedonios cantan nuevas canciones y noticias. Macedonia es libre". Por último, en el de Moldavia, dedicado a la lengua, se dice: "Nuestra lengua es lengua santa, lengua de antiguos sufrimientos, que lloran y que cantan en su tierra ancestral los campesinos".
"Pertenencia" puede interpretarse tanto como la circunstancia de formar parte de un conjunto o grupo con el que se comparten valores, creencias o comportamientos, como el hecho de tener propiedad de algo. En el primer caso, se desarrolla una identidad compartida. Cuando uno pertenece a una nación, existe relación de derechos y deberes, integración sociocultural, afiliación ciudadana,18 pero también sentimientos de gran intensidad, como la añoranza al estar lejos del país, el orgullo de sentirse miembro de una nación o la alegría de un logro o triunfo compartido.
El segundo significado (sentido de posesión y pertenencia) alude a la inclusión de la ciudadanía; estimula sentimientos y emociones compartidas, y crea y fomenta un grupo; además, el sentido de pertenencia, llevado a un extremo, propicia que quienes así lo sienten pretendan apropiarse de los genuinos valores nacionales y monopolicen su interpretación, hasta llegar incluso a la exclusión de miembros que disientan de sus concepciones. La patria les pertenece a ellos, aunque lo normal sería que se respetara la pluralidad ideológica entre una ciudadanía democrática moderna.
Término | Frecuencia |
---|---|
Mi | 68 |
Nosotros | 32 |
Nuestro/a | 130 |
Ti/tuyo (posesivos) | 11 |
Total | 241 |
Fuente: elaboración propia.
Tan solo cuatro grupos de palabras expresan el profundo sentido de posesión y de pertenencia a la patria y lo arraigado que está este sentimiento en las letras de los himnos nacionales. "Mi", por ejemplo, lo incluye nada menos que 19 veces el de Turquía; Kazajistán, 12; Países Bajos, 11; Estonia, 9, y República Checa, 9. El pronombre "mío" no se incluye ni una vez y "mía" (referida a la bandera) aparece una sola vez en el turco. Estonia, cuyo título del himno es "Mi patria, mi orgullo y mi alegría", repite 6 veces "mi querida patria". Kazajistán, 7 veces la expresión "mi país" y tres "mi tierra natal". La apropiación del país y de la tierra de la nación por parte de quien canta es total. Este mismo sentido se aprecia en el de Georgia, de Luxemburgo y de Países Bajos.
En cuanto al término "nosotros", muy común en estas letras, aparece 32 veces en el de Azerbaiyán, una de las cuales dice: "¡Todos nosotros [estamos] listos para dar nuestras vidas por ti!". La Marsellesa afirma: "El sangriento estandarte de la tiranía está levantado contra nosotros" y más adelante, "es a nosotros a quienes pretenden sumir".
El posesivo más empleado, el de mayor impacto en los himnos europeos, es "nuestro (a)" (130 veces) relacionado con múltiples sustantivos: "Rusia, nuestra patria sagrada"; Albania dice: "Para defender nuestra patria"; Bielorrusia, "gloria al brillante nombre de nuestra tierra"; Mónaco, "Desde siempre, sobre nuestro país flota al viento la misma bandera"; Noruega, "todas las batallas que nuestros padres lucharon y nuestras madres lloraron"; Bosnia, "Tú eres la luz del alma, la llama del fuego eterno, nuestra madre, la tierra bosnia. Yo te pertenezco". Georgia canta: "Hoy, nuestra libertad canta a la gloria del futuro". En general, están muy repartidos los sustantivos relacionados con este posesivo: lengua, manos, enemigos, vida, principios, fuerza, muertos, última gota de sangre, gloria, etc., pero predomina un tipo de posesión apasionada, entusiasta, ardorosa.
La sangre es un elemento vital, que suele tener varias interpretaciones en los himnos. Una de ellas es como imagen de valor, violencia, guerra o lucha, como se aprecia en el de Azerbaiyán: "¡Todos nosotros preparados para derramar nuestra sangre por ti!". En otros casos puede expresar la vinculación casi genética de las personas con sus antepasados y mitos nacionales, como se dice en Italia: "La sangre de Italia". En este sentido, se desarrolla la idea de la sangre que fluye por las venas y alimenta el ser nacional, como en Bélgica: "¡Para ti nuestros corazones y brazos y sangre, patria sagrada!" o en Países Bajos: "Mi noble sangre di". El sentimiento de pertenencia, una de las características del nacionalismo, está claramente presente en estos himnos, tanto en el sentido de posesión personal como de adhesión al grupo.
2.5. El territorio como lugar simbólico
Para que exista una nación se requiere un territorio sobre el cual ejercer una soberanía. Más allá de que tenga subdivisiones, el territorio nacional es aquel que pertenece a un país y está limitado por fronteras terrestres, aéreas o marítimas. El Estado ejerce su soberanía política y jurídica sobre dicho territorio, el ambiente, los recursos naturales, el subsuelo, etc.
Existen numerosas palabras que aluden a los territorios nacionales y que se agruparon en cuatro apartados: naturaleza, mar, firmamento y tierra.
No se han incluido otros términos relacionados con la naturaleza, como llanura, jardín, mieses, prado, suelo, trigo, valle o vid, que tienen 22 alusiones. Si se suman a las 62 repeticiones de términos vinculados con naturaleza y a las 71 menciones a la tierra, hacen un total de 155, de lo que se deduce la profunda vinculación entre los himnos nacionales y el territorio.
Las letras reflejan una cultura campesina, como denota el hecho de que tan solo la de Serbia aluda a la ciudad: "La unión será la derrota al diablo y la ciudad serbia, más fuerte" y más adelante "¡Bendice [Dios] a los poblados serbios, al campo, a la granja, a la ciudad y al hogar!". Los demás himnos no incluyen la palabra ciudad, urbe ni sus derivados. En esta categoría, las dos palabras con mayor presencia son flor y florecer (16 veces) y altura, alto (11 veces). Se canta en Armenia: "¡Puede Armenia florecer siempre!". En el de Finlandia: "Eres una flor que espera aún como un capullo, pero madurarás y saldrás de tu confinamiento". Islandia habla de "flor de eternidad" y en términos parecidos se expresan los himnos de Liechtenstein y Luxemburgo. Las raíces étnicas reflejadas en ellos son rurales y campesinas.
El mar también está muy presente, incluso en los países que no tienen acceso a este, como es el caso de Suiza, que lo trae metafóricamente: "Entras en la madrugada, te veo en el mar brillante" y más adelante, "te busco en el mar de nubes" y de Hungría: "Tú convertiste en mar dorado las mieses de nuestra llanura".
El tercer grupo se aglutina en torno al sol y al cielo. Existe una apropiación nacional del astro rey, por ejemplo, en el himno de Suecia, que dice dos veces: "[...] a tu sol, a tus cielos, a tus verdes campiñas". Es como si el sol se detuviera solo en una nación, como en Bulgaria: "El sol ilumina Tracia" o en el de Lituania: "Que el sol de nuestra tierra amada brille sobre nosotros para siempre". La referencia más frecuente es que el sol brille, alumbre y caliente a la nación que canta, como si perteneciera a esta. En cuanto a la palabra cielo, se le dan dos significados, uno religioso (el lugar en el que viven Dios o los dioses, los ángeles, los héroes y las personas justas) y otro relacionado con el espacio sideral, el espacio exterior de la Tierra en el que están las nubes, el sol, la luna y las estrellas. Esas dos acepciones las recogen los himnos. El de Turquía, en referencia a una muerte en defensa de la patria, dice: "Quizá solo entonces ascenderé pacíficamente y al fin alcanzaré los cielos" y el de Estonia: "Pueda Dios en el cielo defenderte, ¡mi mejor y más querida patria!". El de Luxemburgo: "Florecen olorosas viñas, regalo del cielo". En cuanto al sentido espacial, Finlandia canta: "No existe una colina que se levante hacia el cielo, ni valle que baje, ni playa que bañe el mar" y Mónaco: "Mientras el sol brille en el cielo, Dios nos ayudará".
El cuarto grupo en el que se ha dividido este apartado gira en torno a la palabra "tierra". Una tierra poseída: nuestra, de nuestros ancestros, como dice el himno de Armenia: "Tierra de nuestros padres, libre, independiente". Una tierra amada, con profundos lazos afectivos, como en el de Azerbaiyán: "Tierra querida de hijos valientes" o en el de Dinamarca: "Esta tierra aún es adorable". El himno de Islandia, con profundas conexiones religiosas, repite "¡Oh, Dios de esta tierra! ¡Oh, de esta tierra, Señor!". Esta le pertenece a quien se siente del país, según el himno de Kazajistán: "Mi tierra natal [...]. Nuestra tierra feliz [...]. Lituania, tierra de héroes". Es su casa y su hogar, en el de la República Checa: "La tierra checa, mi casa. La tierra checa, mi hogar". "Tierra hermosísima," para el himno de Suecia y "tierra gloriosa" para el de Turquía. En cualquier caso, es un orgullo nacional, como se entona en Bosnia y Herzegovina: "Orgullosa y famosa tierra de los ancestros". Bulgaria inicia así: "Orgullosos Balcanes, cercanos al Danubio, el sol ilumina Tracia". En definitiva, los himnos confirman que no existe nación que no esté relacionada con un territorio; predominan las alusiones rurales sobre las urbanas y al mar, al cielo y a la tierra.
2.6. Unión y solidaridad
El argentino Manuel Belgrano defendía que la unión era el pilar de la construcción y del desarrollo de una nación. Consideraba que la unión sostenía a las naciones y las elevaba a su engrandecimiento. "Ella es la única capaz de sacar a las naciones del estado de opresión en que las ponen sus enemigos, de volverlas a su esplendor".19 Por tanto, aconsejaba la existencia de la perpetua unión y el afecto fraternal entre ciudadanos. La unidad nacional constituye uno de los ejes del constitucionalismo moderno. En España, por ejemplo, se habla de "indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles".20 Fue uno de los artículos que causó mayores discrepancias en la discusión de la Constitución de 1978, porque también estaba en juego el particular encaje de la descentralización autonómica. En las letras de los himnos, desde una perspectiva nacionalista, la unidad también se considera un signo fundamental de identidad nacional, necesaria también para el reconocimiento internacional.
Además de los términos incluidos en la Tabla 4, se observan varias palabras que aluden a la implicación solidaria y comprometida de la ciudadanía, como compartir, compatriota, comprometer, concordia, reconciliación, confiar, generosidad, etc., pero ninguna de ellas se repite, al menos, cinco veces.
Término | Frecuencia |
---|---|
Amigo/amistad | 6 |
Querido/a | 27 |
Familia/fraternal | 7 |
Hermano/hermandad | 19 |
Pueblo | 18 |
Todos/as | 20 |
Unir | 14 |
Otros términos | 30 |
Total | 111 |
Fuente: elaboración propia.
Un grupo de términos se refieren a la amistad y al cariño entre los ciudadanos. Croacia manifiesta el amor eterno a su país: "El mar azul le cuenta al mundo que los croatas amarán a su nación mientras el sol caliente la tierra". Bielorrusia canta: "La amistad de los pueblos es el poder de los pueblos". Serbia entona: "Que brille en la rama serbia el fruto de la concordia y hermandad". Suecia afirma: "Constantemente quiero servir a mi patria amada, confianza a toda prueba quiero jurarte" y Liechtenstein expresa: "Unida por los lazos de hermandad y libre". Las palabras más repetidas relacionadas con el mundo afectivo son querido y querida. Se dice en el de Estonia: "[...] y en ninguna parte del mundo puede encontrarse un lugar así, algo tan querido, como yo lo quiero"; en el de Azerbaiyán, "tierra querida de hijos valientes"; "Oh Bélgica, querida" y en Croacia, "Querida, tanto como gloriosa, solamente a ti te queremos. Querida, dónde está la llanura, querida, dónde están las montañas".
Otros bloques de palabras se relacionan con la unión fraternal. El Reino Unido canta: "Señor, haz ver a las naciones que los hombres deben ser hermanos y formar una familia, el gran mundo" y Turquía, "¡Ni tú ni mi familia se extinguirán jamás!".
El último grupo aborda expresamente a la unidad, que se relacionó con tres palabras clave: todos y todas, unir y pueblo. El himno de Francia dice: "Todos son soldados para combatiros"; el de Rumanía, "¡Vida en libertad o muerte!, gritan todos". El de Alemania, "Unidad, justicia y libertad para la patria alemana; eso persigamos todos"; el de Bélgica, "¡Para ti nuestros corazones y brazos y sangre, patria sagrada! ¡Todos juramos que vivirás, vivirás para siempre grande y hermosa!" y el del Vaticano, "Pontífice, contigo estaremos todos nosotros". El de Italia dice: "[...] unámonos y amémonos unos a otros"; Montenegro, "nuestra unión nos da alas" y Polonia, "nos uniremos con la nación". El término "pueblo", entendido como el conjunto de la ciudadanía, se menciona en el himno de Portugal: "Los portugueses, héroes del mar, gente noble, bravo pueblo e inmortal"; de Serbia,:"¡Dios, salva!, ¡Dios, alimenta a los países serbios, al pueblo serbio!"; de Bielorrusia, "La amistad de los pueblos es el poder de los pueblos"; de Kazajistán, "mi pueblo kazako", "pueblo unido", "nuestro pueblo feliz". En el himno de Italia se refleja la división de la que partían cuando se constituyó la nación y su deseo de construir un solo pueblo: "Nosotros, desde hace siglos, oprimidos y ridiculizados, no somos un solo pueblo debido a que estamos divididos".
En definitiva, la unión del pueblo, sus vínculos afectivos y su fraternidad están muy presentes en los himnos nacionales europeos, que es otro de los pilares del nacionalismo.
3. Discusión
Los himnos nacionales, junto con otros símbolos como el arte, los héroes, los mitos, los monumentos, los escudos y las banderas, han ejercido un papel muy activo tanto en el desarrollo de una identidad popular como en la difusión de las ideologías y los sentimientos nacionales.21 Sus letras contienen una narrativa que utiliza un lenguaje patriótico con el fin de unificar, establecer vínculos entre la ciudadanía y de crear una conciencia colectiva. Pero, como han señalado Hummel22 y Sánchez León,23 un exceso de patriotismo puede animar a la gente a alabar el conflicto en lugar de formar personas que defiendan la paz como un medio que facilita las relaciones y el entendimiento humano.
Es más fácil percibir un sesgo nacionalista cuando se analizan himnos nacionales extranjeros porque, como escribió Amin Maalouf, "es nuestra mirada la que muchas veces encierra a los demás en sus pertenencias más limitadas, y es también nuestra mirada la que puede liberarlos".24 Se suele identificar a las personas por el lugar en el que nacieron y, de esta manera, se forman opiniones colectivas; por eso, Maalouf afirmó que estas identidades son asesinas, porque aniquilan al otro, lo cosifican y, al mismo tiempo, impiden su aceptación como persona libre, ciudadana con derechos y deberes civiles, políticos y sociales.25
Esta investigación es relevante porque, entre otras cuestiones, desvela el sentido ambivalente de los himnos: por una parte, el contenido de las letras de aquellos europeos hacen referencia a una tradición y a una identidad inmovilista que fomenta el enfrentamiento entre los pueblos,26 pero incitan a la unión, a la solidaridad y a la participación en la construcción de una nación, desde la conciencia de cómo se han elaborado el discurso y los símbolos nacionalistas; es lo que Eric Hobsbawm y Terence Ranger denominaron "Invention of tradition".27 Dichas composiciones potencian el sentimiento de colectividad, del nosotros, porque funcionan como marcadores de las naciones y sus habitantes. Con esta investigación, se contribuyó a desvelar cómo se construyen y se legitiman las identidades colectivas. Humlebœk utiliza el término de "narrativa maestra", referente a cómo se utilizan ciertas herramientas -en este caso, los himnos nacionales- para crear un sentido de conexión en la comunidad que permanece.28
Como símbolos nacionales, no están exentos de polémica y, en ocasiones, son también el origen de conflictos entre ciudadanos por las interpretaciones diferentes que se pueden hacer de ellos.29 Los himnos gozan de estabilidad y durabilidad; sin embargo, no son sagrados e intocables para las democracias modernas,30 como afirma Anca Ursa respecto al de Rumanía.31
El mundo de las emociones forma parte inherente del nacionalismo y de sus símbolos,32 lo cual se ha mencionado a lo largo de esta investigación; no obstante, no se ha podido ampliar su análisis en este estudio, como se ha hecho en otro lugar.33
Uno de los momentos de mayor exaltación nacional se produce durante los eventos deportivos internacionales en los que se entona el himno de los países que van a competir, como sucede en los juegos olímpicos, la copa del mundo de cualquier deporte o la entrega de premios en los torneos de tenis de Grand Slam. Los deportes no son solo juegos, puesto que sus participantes representan a la nación o al Estado. Incluso, algunos investigadores34 han demostrado que, en el campeonato de Europa de 2016, los equipos que cantaron sus himnos nacionales con mayor pasión encajaron menos goles y se asoció a una mayor probabilidad de victoria. Son emociones y sentimientos que evolucionan y se acrecientan a partir de los 8 o 10 años, en la medida en la que las personas tienen asumido su nacionalismo.35
El análisis de los himnos se puede realizar desde múltiples puntos de vista, pero todos ellos enfatizan los atributos comunes que forman parte de las identidades nacionales. Es un campo de investigación emergente, vinculado al de las identidades y de los símbolos, que ofrece amplias posibilidades de indagación.
Conclusiones
Con el estudio de los himnos se profundiza en el desarrollo de identidades étnicas y se desvela la pertenencia a comunidades simbólicas, se exteriorizan emociones nacionales como el orgullo y la alegría y se muestra un perfil social homogéneo. Su análisis desvela los puntos clave sobre los que se sustentan los nacionalismos: comunidad humana unida por una cultura común (lengua, religión, pasado, mitos o héroes), reivindicaciones de libertad e independencia, voluntad de pertenencia y de construcción de una estructura política autónoma, sentimientos compartidos y territorio común.
En sus letras se observan las características de un nacionalismo étnico basado en las frecuentes alusiones a la patria, a la nación o al país, y su conexión con una cultura dominante expresada en una lengua mayoritaria y en unos símbolos. La religión está presente en gran parte de ellos como rasgo nacional, independientemente de otras consideraciones políticas. Se caracterizan también por la defensa de la unión fraterno-filial entre la ciudadanía que trasciende una mera relación de solidaridad e igualdad. Se cantan en coro y, además de ser un cauce de las emociones, educan en el respeto a las tradiciones e incitan a la participación colectiva. Los himnos educan porque requieren una actitud respetuosa e interés por conseguir objetivos comunes, porque, más allá de la compresión de su contenido y del contexto histórico en el que fueron creados, transmiten valores como la solidaridad, el compañerismo y el respeto.
El nacionalismo étnico se percibe también en la interpretación del tiempo histórico, en el que se alude a unas raíces que arrancan en el origen de los tiempos y se prolongan manteniendo inalterable la identidad nacional esencialista. Este se enorgullece también de un territorio, cuyos términos más representativos son la tierra, el campo, el cielo y el mar.
En síntesis, tras el análisis de las letras de los himnos nacionales de Europa se percibe un nacionalismo que a veces es excluyente, beligerante ante el resto de las naciones, en manifiesta oposición a los derechos humanos y que, simultáneamente, establece vínculos de pertenencia y de unión entre la población de cada nación.