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Ensayos de Economía

Print version ISSN 0121-117XOn-line version ISSN 2619-6573

Ens. Econ. vol.27 no.50 Medellín Jan./June 2017

 

Artículos

Industrialización y desindustrialización en Venezuela. Un análisis histórico*

Rafael Gustavo Miranda Delgado** 

** Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela. rafaelgustavomd@hotmail.com


Resumen

En Venezuela, a partir de la década de 1950, hubo un Importante avance en la Industrialización de su economía que le permitió pasar del último lugar al primer lugar en términos de producto industrial entre los países medianos de América Latina. Sin embargo, en la década de 1990 empieza un proceso acelerado de desindustrialización de su economía. Por lo que en este artículo nos planteamos como objetivo analizar los procesos de industrialización y desindustrialización de la economía venezolana. En el artículo se afirma que en una economía rentística como la venezolana la ausencia de una política industrial institucionalizada genera un retorno a las ventajas ricardianas.

Palabras claves: Industrialización; Desindustrialización; Capitalismo rentístico; Políticas industriales; Cambio estructural

Abstract

In Venezuela, from the 1950s, there was a breakthrough in the industrialization of the economy that allowed it move from last place to first place in terms of industrial output among medium countries in Latin America. However, at the 1990s it begins an accelerated process deindustrialization of its economy. So in this article our objective is to analyze the processes of industrialization and deindustrialization of the Venezuelan economy. The article states that in an economy of rentistic capitalism as Venezuelan the absence of an institutionalized industrial policy generates a return to the Ricardian advantages.

JEL Classification: O25; L50; L71; O50

Keywords: industrialization; Deindustrialization; Capitalist rent; Industrial policy; Structural change

Résumé

Au Venezuela, à partir des années 1950, il y a eu une percée dans l'industrialisation de l'économie qui a permis de passer du dernier lieu au premier rang en termes de production industrielle despays moyens en Amérique latine. Cependant, dans les années 1990, il commence un processus accéléré de désindustrialisation de son économie. Ainsi, dans cet article, notre objectif est d'analyser les processus d'industrialisation et de désindustrialisation de l'économie vénézuélienne. L'article indique que dans une économie du capitalisme rentiste en tant que vénézuélien, l'absence d'une politique industrielle institutionnalisée génère un retour aux louer ricardiens.

Mots clés: Industrialisation; Désindustrialisation; Loyer capitaliste; Politique industrielle; Changement structurel

I. Introducción

El crecimiento económico es un fenómeno moderno. Como nos recuerda Sachs (2007: 60) durante el primer milenio de nuestra era no hubo crecimiento económico perceptible y durante el periodo de 1000 a 1800 solo hubo, tal vez, un incremento de la renta per cápita en un cincuenta por ciento. Es solo a partir de 1800, con el proceso de la revolución industrial, que comienza lo que Kuznets denominó "periodo de crecimiento económico moderno". Es decir: el proceso de industrialización ha sido el principal motor de cambio de la Humanidad.

En Venezuela, a partir de la década de 1950, hubo un importante avance en la industrialización de su economía lo que le permitió pasar del último lugar al primer lugar en términos de producto industrial entre los países con un tamaño de mercado y un PIB relativamente mediano para la generalidad de América Latina. Sin embargo, en la década de los noventa empezó un proceso acelerado de desindustrialización. Por lo que nos planteamos como objetivo analizar los procesos de industrialización y desindustrialización de la economía venezolana. Metodológicamente nuestra investigación se separa de la neoclásica ortodoxa que es abstracta y deductiva, por el contrario, la investigación que presentamos es inductiva y empírica, de carácter histórico analítica, que usando datos cualitativos y estadística descriptiva busca comprender los fenómenos señalados.

Nuestro análisis se presenta en tres periodos: comienzos de la industrialización venezolana: 1920 - 1950, expansión de la industria y el capitalismo rentístico: 1950 - 1990, y desinstitucionalización de la política industrial y la desindustrialización. Y finalmente, se ofrece brevemente una propuesta de políticas industriales.

II. Comienzos de la industrialización venezolana: 1920 - 1950

En los años veinte comenzó lo que iba a ser la variable más significativa de la economía Venezolana hasta nuestros tiempos: el inicio de la explotación industrial del petróleo. Para 1925 la industria petrolera ya era el factor dominante de la economía venezolana, en 1928 Venezuela era el segundo mayor productor de petróleo a nivel mundial, y desde los años treinta los ingresos gubernamentales derivados directa e indirectamente de la actividad petrolera representaron más de la mitad del presupuesto nacional.

Ya en 1929, con la caída de la bolsa de valores de New York, cayó también una serie de condiciones necesarias para el funcionamiento de la economía de laissez faire, generando una reducción dramática de la demanda de productos primarios por parte de las economías centrales. Ante estas circunstancias los países de América Latina respondieron con un conjunto de políticas que más tarde serían conocidas como el inicio del patrón de desarrollo dirigido por el Estado que incluyo, pero no se redujo, a las políticas de industrialización pos sustitución de importaciones; y específicamente en Venezuela con el programa de febrero de 1936 y el "Plan Trienal" 1937-1940, los cuales constituyen los primeros esfuerzos sistemáticos de industrialización en el país.

Si bien la industria petrolera venezolana siguió creciendo durante el periodo, esta no fue capaz de dinamizar el resto de la economía, es decir, funcionó como un enclave. Una de las principales causas para generar esta lógica de enclave fue que el proceso de refinación del crudo, una de las fases más importantes y de mayor valor agregado, quedó fuera de Venezuela. Las refinerías fueron construidas por las empresas trasnacionales en las Antillas Holandesas. Adicionalmente hubo una alta dependencia del capital extranjero. Sin embargo, en la búsqueda de que el Estado venezolano se beneficie en mayor proporción de las ganancias petroleras, desde 1936, luego del fallecimiento del dictador Gómez, comenzó un conjunto de reformas legislativas en materia petrolera, especialmente en materia laboral de sus trabajadores, que permitió a Venezuela ganar terreno delante de las compañías extranjeras.

Vale advertir que cuando en una economía aparece un recurso natural muy valorado en el mercado internacional, como el petróleo, las asignaciones de recursos públicos y las inversiones privadas van a ir detrás de las tasas de beneficios que ofrecen estas rentas ricardianas en detrimento de los demás sectores de producción. Este producto líder también causa, como en Venezuela, distorsiones en el tipo de cambio real, ya que por la ingente inversión que este percibe, se sobrevalua y pierden competitividad el resto de los productos.

III. Expansión de la industria y el capitalismo rentístico: 1950 - 1990

El periodo económico de 1950 - 1980, el de industrialización dirigida por el Estado, es denominado en la historiografía latinoamericana como la edad de oro. En Venezuela, durante el periodo señalado: 1950 - 1978, hubo un importante avance en su industrialización, donde el producto manufacturero creció al 7,9 % promedio anual para pasar del último lugar al primer lugar en términos de su producto industrial entre los países medianos de América Latina (Colombia, Chile y Perú) (Bitar y Troncoso, 1982). Como se puede observar en el siguiente gráfico, la década de los 50 muestra un importante y sostenido crecimiento del PIB manufacturero pero un crecimiento menos dinámico a partir de la mitad de la década de los sesenta, así continuó el crecimiento del PIB manufacturero hasta 1978 para a partir de este año descender, y crecer de nuevo en 1983, año de la devaluación monetaria y del control de cambio, creciendo así hasta 1986 para luego disminuir dramáticamente durante la década de los noventa.

Fuente: Baptista (2006), BCV (2016) y cálculos propios

Grafico 1 PIB manufacturero de Venezuela 1956 - 2013 (Miles de bolívares constantes base 2007) 

De 1950 a 1959 se alcanzaron unas altas tasas de crecimiento industrial, que no iban a ser alcanzadas en ningún otro periodo. Es el comienzo de la agricultura tecnificada. El sector manufacturero, de 1955 al 1959, presentó tasas de crecimiento elevadas, especialmente las industrias intermedias y, sobre todo, las industrias mecánicas que crecieron a un ritmo de 20,8% anual. De hecho, entre 1950 - 1957 el incremento del PIB fue de 9,3% y a la industria manufacturera le correspondió un crecimiento de 11,3%. Este crecimiento se dio en el marco de las políticas del dictador Pérez Jiménez, que en su denominado "nuevo ideal nacional" promovió sistemas de vialidad, industrias básicas, infraestructura de uso agrícola, electrificación, transporte, telecomunicaciones, obras turísticas, planes de vivienda, edificaciones escolares y unidades hospitalarias, (programas similares se aplicaron también en las dictaduras militares y desarrollistas de Argentina y Brasil). Tuvo especial importancia el sector siderúrgico y petroquímico, los cuales tenían importantes ventajas comparativas y han sido de alto nivel estratégico. Luego observaremos como estos sectores no tuvieron la capacidad de agregar valor. (BCV, 1992; Baptista, 2006; Nolf, 1981; Purroy, 1986; Araujo, 1969 y Banko, 2007)

Estos éxitos deben matizarse. La expansión de la industrialización en América Latina dependió del tamaño de las economías nacionales, pero en Venezuela más que en cualquier otra economía. La economía exportadora más dinámica de la región entre los años 1920 y 1950, la venezolana, presentó desde mediados de la década de los 50 el proceso de desaceleración de exportaciones más dramático de la región.

Son los ingresos del petróleo los que dinamizan, o frenan, la demanda y las inversiones, es decir, el proceso de industrialización venezolana. Se generó una dependencia estructural. La industria es de ensamblaje, hay pocos encadenamientos y poca agregación de valor. Lo fuerte de la moneda y los bajos aranceles permitió la importación de maquinarias y equipos de alta tecnología pero no se contó con una mano de obra calificada. La adquisición de esta maquinaria para altas escalas también coincidió con una baja demanda efectiva nacional, al final de la década de los 50 más del 50% de la capacidad instalada estaba ociosa, lo que derivó, entre otras cosas, en altos costos unitarios. Para el final de la década se observó las distorsiones estructurales evidenciadas en la significativa disparidad entre ingresos y nivel de industrialización, y el decrecimiento de la producción manufacturera (Purroy, 1986 y Araujo, 1969).

En vísperas de la década de los sesenta, con la expansión económica ya agotándose y una competencia internacional que impedía su expansión, en un marco de recuperación de la democracia en 1958, se aplicaron políticas de protección industrial, es la institucio-nalización de las políticas proteccionistas, las cuales, en comparación con la región, nunca fueron excesivas por el tratado comercial que estaba vigente con los Estados Unidos y que no permitió mayores protecciones. Luego de estas políticas, entre 1960 y 1961, el producto Industrial se elevó en 9,1%, de lo que podemos destacar a: industrias básicas hierro y acero: 88,7%, materiales de transporte: 15,7%, los textiles: 13,2%, alimentos: 9,1%, tabaco: 6,7% y prendas de vestir: 5,3%. La de los sesenta también fue una década de crecimiento para la agricultura. En esta década la agricultura creció a un ritmo de 5,8% anual, unos de los crecimientos agrícolas más altos del mundo. Desde los cincuenta hasta finales de los setenta la actividad agrícola se diversificó, se amplió en rubros producidos, ocupación territorial y sistemas de producción. Entre 1950 y 1970 se duplicó la producción de origen vegetal y más que se triplicó la de origen animal. Resalta el dinamismo de los cereales, la leche, la carne de aves, el sector pesquero, caña de azúcar y frutas. (BCV, 1992; Baptista, 2006; Gutiérrez, 2010 y Banko, 2007)

Pero este crecimiento fue de corto aliento. Entre 1965 y 1969 el crecimiento de la industria fue solamente del 4.9%. El mercado había llegado a su límite. La etapa sencilla de sustitución por importaciones, la de bienes de consumo terminados, estaba cubierta casi totalmente en la industria manufacturera. El dinamismo de principio de década del sector manufacturero no se vio reflejado en su contribución a la participación de las exportaciones, lo que deja en evidencia que era impulsado por el sector interno y que no era competitivo en el sector externo. Las protecciones generaron desincentivos a nuevas inversiones que expandieran el sector. Se amplió la brecha tecnológica. Los subsidios a materias primas y los créditos, adicional a lo fuerte de la moneda, privilegiaron los insumos importados sobre los nacionales. Las importaciones de bienes intermedios y de capital aumentaron considerablemente. Se fue configurando una industrialización artificial, de ensamblajes de productos importados. Casi no hubo valor agregado ni encadenamientos. Del periodo de 1960 al 1977 se hacen evidentes los problemas derivados de la baja capacidad de absorción del capital acumulado y la fuerte tendencia a especializarse en la producción de bienes no transables. Las tasas de crecimiento del PIB no transable superaron a la del PIB de transables. Comenzaron los síntomas de la "enfermedad holandesa", el colapso del modelo de capitalismo rentístico. (BCV, 1992; Baptista, 2006; Mommer, 1988; Vera, 2009 y Araujo, 1969)

Venezuela fue considerada como señalan Bértola y Ocampo (2014) la economía más exitosa de América Latina en el periodo 1920 - 1960, la de mayor crecimiento económico hasta los años ochenta, sin embargo, se debe advertir, que también se evidencia el aumento de la brecha tecnológica, la ausencia de encadenamientos y, especialmente, una temprana y excesiva desindustrialización para los niveles de productividad, los síntomas de la enfermedad holandesa.

El modelo capitalismo rentístico posee tres especificidades distintivas, una primera es la cualidad de ser una forma de desarrollo capitalista, una segunda que refiere a la forma de un capitalismo nacional favorecido significativa y sostenidamente por una renta internacional de la tierra, y en tercer lugar, es que esta renta pertenece, al menos en una primera instancia, al Estado. Todas estas condiciones se observan para el periodo en Venezuela (Mommer, 2010).

En la década de los sesenta también se institucionalizó la planificación de la política industrial y de desarrollo con la creación de la Coordinación y Planificación de la Presidencia de la República (CORDIPLAN) a finales de 1959. Esto tampoco iba a quedar al margen de la influencia del petróleo. Como señala Karl (1997: 6), en los países donde su desempeño económico sigue el boom de sus recursos naturales, son considerablemente dependientes de las políticas seguidas por sus gobernantes, dando paso al deterioro institucional y una alta concentración del poder, estas dinámicas políticas y económicas se refuerzan mutuamente creando modelos específicos de desarrollo económico, adaptado en un marco institucional concreto, donde gradualmente se transforman las instituciones sociales y políticas de una manera que progresivamente desalienta la productividad.

En la década de los setenta América Latina sufrió un importante proceso de reversión industrial y de sus niveles de productividad, y crisis financieras. Pero Venezuela a partir de 1973 vivió un gran aumento de los pecios petroleros, su boom petrolero.

Esta mayor disponibilidad de recursos provenientes del flujo de exportaciones petroleras (y del endeudamiento externo que comenzó a crecer rápidamente luego de 1976) fue inyectado buscando dinamizar la economía venezolana y, especialmente, acelerar el proceso de industrialización. Durante el período de 1975-1982 la inversión bruta fija (IBF) aumentó significativamente pero con el declive del boom petrolero la inversión se desmoronó, lo que ha sido un signo permanente de la inversión en Venezuela: dependiente de los precios internacionales del petróleo y, así las cosas, insostenible e inestable. El gasto público creció sostenidamente y en grandes proporciones, su crecimiento interanual promedio fue cercano al 30% en términos nominales y al 18% en términos reales. Se estimuló la actividad productiva, y con ella la demanda del empleo, la producción real del sector construcción creció a más de 10% por año, entre los años 1961 y 1978 las tasas de crecimiento real de la industria manufacturera promediaron casi el 8% cada año, la protegida industria automotriz de ensamblaje vivió una expansión sin antecedentes, la industria de electrodomésticos (de nuevo, también de ensamblaje) se expandió, creció la demanda de productos duraderos de consumo, de textiles y de alimentos, las industrias livianas, como la de textil, volvió a recibir grandes créditos para ampliar y modernizar sus instalaciones (BCV, varios años; BCV, 1992; Baptista, 2006; Palma, 1989; Parra, 2001; García, 2001 y Melcher, 1995).

El Estado venezolano venía desde la década de los sesenta, con la creación de la organización de países exportadores de petróleo (OPEP) en 1960, adquiriendo mayor capacidad discrecional en el ámbito petrolero. Pero solo fue hasta 1976, luego de la creación en 1975 de petróleos de Venezuela (PDVSA), con el gobierno de Carlos Andrés Pérez en la denominada "Segunda fase de la Industrialización por sustitución por importaciones (ISI)", que se nacionalizó la industria petrolera. La nacionalización respeto la autonomía administrativa de la industria, lo que le permitió tener grados de eficiencia para competir a nivel internacional. Si bien hay una disminución de la capacidad productiva, debido a la desinversión que generó la nacionalización, los precios del petróleo lo compensaron. Se nacionalizó el hierro en el año 1974, se extendió la siderúrgica incorporando nuevas líneas de producción y la corporación venezolana de Guayana (CVG), se amplió la capacidad del Guri. El Estado pasó en los setenta a ser el protagonista de la economía venezolana.

Aquí, de nuevo, debemos matizar. Este auge coincide con lo que Ocampo (2005: 28) define como transformación estructural superficial. La transformación estructural profunda se caracteriza por un intenso proceso de aprendizaje y un alto grado de desarrollo de complementariedades, lo que genera importantes economías de escala dinámicas. En contraste, las transformaciones productivas superficiales, como las de Venezuela, tienen un bajo nivel de aprendizaje y un escaso desarrollo de complementariedades productivas, y su ejemplo típico son los enclaves dedicados a actividades de exportación. En el siguiente grafico se observa cómo se amplía la brecha entre el PIB total y el PIB manufacturero.

El ritmo de la demanda creció a un ritmo mayor que la oferta, muchos centros de producción estaban trabajando en los límites de su capacidad productiva y las inversiones para la expansión tomaban su tiempo, también hubo un déficit de mano de obra especializada y semi - especializada. La acumulación industrial se trasladó al área de bienes de consumo duradero de alto valor, se estancó el segmento de mercado de bienes de consumo masivo. Las importaciones vinieron a cubrir las faltas de la producción nacional. Esto último tuvo un importante impacto para la agroindustria, donde el incremento brusco de las importaciones de alimentos, subsidiados y elaborados con un alto nivel de productividad, generó un debilitamiento de la producción nacional. Solo gracias al Estado rentista venezolano pudieron coexistir: tasas extraordinariamente altas de ganancia con bajos niveles de productividad laboral y capital, baja rentabilidad marginal y baja participación de la industria en el PIB. (BCV, varios años; Palma, 1989; Purroy, 1986, Chenery y Taylor, 1968; y Gutierrez, 2010).

Fuente: Baptista (2006), BCV (2016) y cálculos propios

Grafico 2 PIB total y PIB manufacturero de Venezuela 1956 - 2013 (Miles de bolívares constantes base 2007) 

Baptista (2010) nos recuerda que a diferencia de la economía capitalista tradicional donde el crecimiento de la productividad siempre debe exceder el salario real, siendo el cociente de los valores de esas variaciones mayor que 1, en la economía capitalista rentística, el provento rentístico sustituye este requerimiento de carácter necesario en el capitalismo tradicional, lo que genera una desvinculación orgánica, en el origen, entre las fuerzas productivas domésticas; es decir, se impone un ritmo exógeno, lo que significa una ruptura en el hilo histórico de la acumulación. La acumulación con carácter rentístico sigue una secuencia configurada por las contrafuerzas entre: una capacidad productiva determinadas por los elementos exógenos de la renta internacional y la expansión de la demanda doméstica, aunada a la simultanea contracción estructural del mercado externo, donde en primera instancia del desarrollo rentístico, el componente de la renta se dirige hacia el crecimiento de la actividad económica y el valor de la relación capital/producto es igual al valor esperado, y en una segunda instancia donde el valor de la relación capital/producto es superior al valor esperado, hasta alcanzar un punto de tal magnitud de desequilibrio inviable. Por esto, el colapso del capitalismo rentístico no se deriva de la merma de la renta de la tierra, sino por el contrario, por el aumento de está hasta que desborde los limites inherentes a todo proceso orgánico.

También se generó una importante inestabilidad macroeconómica: Por primera vez en la historia de Venezuela la inflación superó, a pesar de las políticas de controles de precios, cifras de un solo dígito, en 1975 llegó a 10,3%, promediando más del 8% durante el quinquenio 1973-78. (Debemos recordar que Venezuela durante la década de los sesenta tuvo niveles de inflación más bajos que el promedio mundial (4%)).

Así, con desequilibrios en el sector externo, en las finanzas públicas, a nivel macroeconómico, en el mercado laboral y en el de insumos, recibió Venezuela la caída de los precios petroleros en 1978. Y entramos a la denominada década perdida de América Latina, la década de los ochenta.

Como ha sido ampliamente estudiado, la década de los ochenta de América Latina fue denominada por la CEPAL como la década perdida. Si bien a mediados de la década de los setenta ya se estaba deteniendo el rápido proceso de industrialización, y el financia-miento externo generaba un aumento de los déficit fiscales haciendo muy vulnerable a la región frente a los actos discrecionales del financiamiento externo, es en los ochenta, con el aumento de las tasas de interés, que explota la crisis de la deuda externa y se da por culminada esta fase de expansión conocida como la edad de oro y se entró a la peor crisis económica que ha tenido la región. Ya para mediados de los ochenta se generalizó en la región las políticas de apertura del mercado. La política industrial quedó reducida a su mínima expresión y se generó un cambio profundo en el marco institucional. Este cambio drástico, como suelen ser los de América Latina, trajo, entre otras cosas, un muy lento crecimiento durante el periodo 1980 - 2010 y un proceso de desindustrialización.

Palma (2005) afirma que el proceso desindustrialización en América Latina ha sido generado por los cambios en la política industriales y el drástico proceso de liberalización comercial y financiera que llevaron de nuevo a las economías a sus ventaja comparativa tradicional, a su posición ricardiana natural. Y, adicional a este proceso de desindustrialización, común a toda la región, la economía venezolana enfrentó sus problemas particulares. Si bien en 1979 aumentaron los precios y la demanda del petróleo, el mercado se regularizó rápidamente. La producción petrolera se mantuvo con tendencia a la baja y el PIB no petrolero cayó en un promedio de 0,8% interanual durante el periodo 1979 - 1983, en 1980 su coeficiente de exportación manufacturera fue el más bajo y su coeficiente de importación fue a su vez el más alto entre todos los países grandes y medianos de América Latina (BCV, varios años; BCV, 1992; Palma, 1989 y Nolf, 1981).

Todos estos desequilibrios de la economía venezolana hicieron que en el año 1983 el gobierno devaluara la moneda frente al dólar y aplicara un control de cambio, lo que represento el primer intento de implementar un plan de ajuste macroeconómico en el país. Esto permitió que la industria venezolana tuviera un nuevo auge. La devaluación y los bajo salarios y costos internos sirvieron de protección a la industria. La industria textil por primera vez dominó sobre el mercado interno e incluso exportó sus productos. El sector agrícola tuvo un incremento extraordinario de la producción, conocido como el "milagro agrícola", ya que se sustituyeron por productos nacionales, los productos que se importaban para el consumo de la población que habían aumentado de precio con la devaluación. En la industria petrolera se realizaron significativas inversiones en todos los sectores, derivadas de los cambios en las políticas de la OPEP que buscaban recuperar mercados, se empezó a producir a toda capacidad. Esto retardo el proceso desindustrialización antes comentado. Pero la economía venezolana seguía siendo altamente dependiente de la renta petrolera.

IV. Desinstitucionalización de la política industrial y la desindustrialización: 1990 - 2015

El periodo de estudio aquí tratado es bastante diverso en política económica y en sus instituciones; sin embargo, comparten el rasgo de una ausencia de políticas industriales institucionalizadas y de la desindustrialización, ya sea por las políticas aplicas de "laissez faire" en los años noventa o por las políticas cortoplacistas y sin pericia técnica de la década del dos mil.

En la década de los noventa, en el marco del programa "Gran Viraje" de la presidencia de Carlos Andrés Pérez se profundizaron las reformas pro-mercado. En los años 1990 y 1991 se eliminaron el régimen de controles y la liberalización comercial y financiera de la economía, en el año 1993 hubo una salida intensa de capitales (la renta petrolera excede la capacidad de absorción del sector no petrolero) y en 1994 y 1995 las crisis financieras.

Si bien en la década de los noventa la aportación de los productos no petroleros a la canasta exportadora mejoró en términos absolutos, el producto industrial fue apenas de una tercera parte del crecimiento del PIB. Ya en el año 1989 el PIB había caído en 8,3% y el Producto Industrial en 14,4%. En el siguiente grafico se observa el continuo y acelerado proceso de desindustrialización en el marco de las políticas de "laissez faire".

Adicionalmente se puede resaltar, una recomposición intersectorial donde las industrias de mayor complejidad y de mayor potencial de progreso técnico perdieron peso relativo y absoluto. La inestabilidad macroeconómica e institucional afectó a la inversión industrial, especialmente al sector manufacturero que ya presentaba una creciente obsolescencia. Los encadenamientos entre las actividades y sectores de producción fueron débiles, la industria incipiente y desarticulada, desaparecieron un gran número de pequeñas y medianas empresa, los niveles de producción de bienes intermedios fueron bajos. En las industrias básicas del hierro y del aluminio se agregó poco valor a lo interno de la economía, la industria petroquímica también mostró débiles encadenamientos, especialmente hacia adelante, donde se agrega más valor. La apertura comercial trajo un extraordinario incremento de las importaciones, especialmente de productos finales, la producción nacional no pudo con la competencia. (Vera, 2009; Banko, 2007 y García, 2001).

Fuente: Baptista (2006), BCV (2016) y cálculos propios

Grafico 3 Porcentaje de participación del PIB manufacturero/ PIB total de Venezuela (1956-2013) 

En la década del dos mil aumento la dependencia del petróleo en la economía. Espinasa (2006) advierte que desde el año 1998, con la llegada a la presidencia de Hugo Chávez, hay un cambio en la política petrolera, ya que se privilegiaron los ingresos fiscales de corto plazo y se sacrificó la inversión y, con ella, la capacidad de producción presente y futura. En la actualidad la industria venezolana petrolera PDVSA busca inversiones extranjeras luego de que en 2004 se cerró el denominado ciclo de inversiones privadas y en el año 2007 se expropio la industria sin las respectivas compensaciones de mercado. Esta inversión es particularmente necesaria debido a que los nuevos volúmenes de petróleo provenientes de la cuenca del Orinoco requieren de inversiones intensivas por su cualidad de crudo extra pesado. Sin embargo las inversiones públicas y privadas están muy lejos de los valores necesarios, especialmente por el desvió desinstitucionalizado de los ingresos para gastos corrientes sin contar con el mínimo requerido para mantener la exportación, que desde el año 2009 ha declinado; a lo que se le suma el despido de un importante grupo de tecnócratas de PDVSA en el año 2002, luego de ser parte del denominado paro petrolero, con la perdida de capacidades intangibles que esto significa.

Así, por compartir los problemas en común de la región y por sus problemas específicos, característicos de las economías rentísticas, Venezuela sufre el más dramático proceso de desindustrialización de la región ¿Qué puede hacer Venezuela para reactivar su proceso de industrialización? El "laissez faire" en una economía rentista deriva en un retorno a las ventajas comparativas ricardianas. Los aumentos de precios de los recursos naturales producen incentivos de reprimarizacion de las estructuras productivas, vía precios internacionales y tipo de cambio real. El carácter rentístico es un argumento adicional para hacer evidente la necesidad de una política industrial. Pero no de cualquier política. Deben ser unas políticas que sean dirigidas a las principales distorsiones que genera el abundante provento rentístico: la desintegración de la industria y la mono producción.

V. Propuesta de políticas industriales

Cuando hablamos de política industrial hacemos referencia a una particular forma de afectar a la industria, una forma selectiva, que intencionalmente busca favorecer, sobre otras, a una particular industria, incluso, en contra de las señales de mercado. Las políticas industriales exitosas han incluido la ayuda a la captación y adaptación de tecnología extranjera, la creación de ventajas comparativas, protección de la competencia internacional, promoción de exportaciones, coordinación y complemento de mercados financieros, promoción de las economías de escala, regulación a la inversión extranjera directa, subsidios por largo tiempo, incluso, por décadas, y aun mas, el Estado actuando como un inversor de capital de riesgo e incubadora de empresas de alta tecnología. (Chang, 2002; Chang, 2009; Chang, 20!2; Rodrik, 2012 y Rodrik, 2013)

Las políticas industriales implican elegir sectores que impulsen el proceso de cambio estructural, generar incentivos para canalizar la inversiones donde los beneficios de largo plazo sean más fuertes y cambiar la estructura de rentabilidades relativas a favor de sectores de mayor complejidad, también deben dotar de mayores capacidades y competitividad a sectores existentes con potencial de especialización e incorporación de progreso técnico, incluyendo a las Pymes, diversificar la estructura productiva mediante la creación de nuevos sectores de alta productividad más cercanos a la frontera tecnológica.

Venezuela tiene en la faja del Orinoco la mayor reserva de crudo del mundo. Explotar y transforma estas reservas es una oportunidad única para desarrollar los encadenamientos y complejizar la industria. Las políticas de "clusters" productivos que permita la coordinación de los factores productivos y de las actividades asociadas son fundamentales para construir estas complementariedades. No solo se pude dinamizar las industrias básicas, sino también la generación de servicios tecnológicos especializados, la investigación aplicada y, sobre todo, la industria petroquímica.

La biotecnología igualmente es un sector donde la economía venezolana puede tener ventas comparativas y es un sector con importantes curvas de aprendizaje. Este, es uno de los más potentes para agregar valor a los recursos naturales y permite la diversificación y especialización de productos de la agroindustria, el sector forestal y la minería.

Hausmann y Rodrik (2002: 37) resaltan la importancia que tiene el saber que producir para generar cambio estructural, de hecho, señalan que este conocimiento es la clave del proceso de transformación que puede derivar en una economía moderna y compleja. Los autores advierten que en el proceso de descubrimiento exitoso del que producir, el retorno social de la inversión es más amplio que el costo privado, lo que puede generar desincentivos a la inversión privada para explorar sectores novedosos de alta productividad. Estos son los principales argumento para sugerir políticas industriales, incluyendo no solo el apoyo a las nuevas actividades sino también la creación de estas actividades. Son las inversiones en los sectores las que van a dar las señales al mercado, al resto de los inversionistas y las que van a definir el patrón de especialización. No solo es solo apoyar a ganadores sino crearlos.

Esto contribuye a la diversificación productiva. La diversificación y complejizacion productiva, permite la reasignación de los factores productivos a nuevas actividades para hacer frente a las perturbaciones externas. La agregación de valor a los procesos de producción y el fomento de los encadenamientos productivos es lo que permite la difusión de la tecnología y el crecimiento sostenido. Este proceso ha sido un rasgo distintivo de todas las actuales economías desarrolladas.

Los encadenamientos hacia atrás y hacia adelante son los que definen lo denso del tejido productivo. Las pequeñas y medianas empresas (pymes) tienen un importante potencial para generar estos encadenamientos y para incorporarse en las cadenas globales de valor. Dentro de la organización industrial, gracias a su flexibilidad productiva, estas tienen un importante potencial para los eslabones, nacionales e internacionales, de insumos y de servicios intermedios altamente especializados. Pero, a diferencia de las pymes de Europa occidental o Estados Unidos, las pymes de Venezuela y de América Latina siguen trabajando con una baja productividad. Las pymes por sus elevados costos fijos necesitan, aun mas, de políticas de infraestructura, de innovación, que permiten la explotación del potencial especifico que ellas tienen.

También son fundamentales las políticas industriales con énfasis en comercio internacional y tecnología (ITT, pos sus siglas en ingles), para conseguir las economías de escala y la captación y adaptación de tecnologías. La inserción en el comercio internacional no debe ser entendida como una simple liberación de los mercados, debido, principalmente, a que los costos de entrada, especialmente en las industrias no-tradicionales, son muy altos y pueden representar una barrera insalvable para las empresas de las economías en vías de desarrollo como la venezolana.

VI. Conclusiones

En este artículo se evidencia que el carácter rentístico de Venezuela ha potenciado los procesos de industrialización y desindustrialización en su historia económica. Que el sobresaliente desempeño del crecimiento económico e industrialización (aunque sin un verdadero cambio estructural) de la economía venezolana en la edad de oro latinoamericana fue gracias al empuje de la actividad petrolera, especialmente a través de la acumulación de capital. Y que la más acelerada desindustrialización de la economía venezolana en la década perdida de América Latina se debió a la combinación de la implementación del laissez faire y la desinstitucionalización en general de la política industrial (común a la región) y el carácter rentístico (particular de Venezuela). El carácter rentístico es un argumento adicional para aplicar políticas industriales institucionalizadas.

El Estado venezolano, por rentista, tiene una desproporcional importancia en la economía. Solo la institucionalización y autonomía de las políticas industriales, más allá de cualquier gobierno, puede consolidar la esfera económica en una economía rentística, generar crecimiento económico sostenido y cambio estructural. La clave para la institucionalización y autonomía inicial no se trata solo de ingeniera institucional sino de una lucha de poderes. Pero entrar en este tema ya excede los límites de este artículo. La operacionalización de esta reingeniería institucional es una agenda de investigación pendiente para la economía y la ciencia política.

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* Este artículo es parte de un proyecto financiado por el centro de desarrollo científico, humanístico, técnico y artístico (CDCHTA) de la Universidad de los Andes, con el código E-358-15-09-B el autor agradece a esta institución.

Recibido: 10 de Septiembre de 2016; Aprobado: 09 de Mayo de 2017

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