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Ensayos de Economía

Print version ISSN 0121-117XOn-line version ISSN 2619-6573

Ens. Econ. vol.30 no.56 Medellín Jan./June 2020

https://doi.org/10.15446/ede.v30n56.82980 

Artículos

Karl Marx y el análisis del consumo de alimentos*

Karl Marx and Food Consumption Analysis: A Theoretical Perspective

Giselle Torres-Pabón** 

**Candidata a Doctora en Sociología por la Pontificia Universidad Católica de Chile (Santiago de Chile, Chile). Correo electrónico: gtorres1@uc.cl https://orcid.org/0000-0002-1602-8249


Resumen

El objetivo del artículo es presentar lo que constituye la contribución de Karl Marx al análisis del consumo de alimentos. El texto se encuentra dividido en cuatro partes: 1) se explica al "ser humano" y su "deber ser" del que habla Marx; 2) se examina al "hombre-máquina" o, lo que es lo mismo, al hombre, al ser humano convertido en obrero; 3) se muestran los diferentes aportes del autor a la reflexión del consumo de alimentos; 4) por último se sintetizan las principales ideas de esta investigación. La tesis que se busca defender es que el análisis del consumo de alimentos en los hogares es desarrollado en profundidad en su teoría, porque para Marx la alimentación pasa a ser un tema prioritario en el ser humano que fue convertido en obrero. Marx nos aporta a la reflexión del consumo de alimentos las siguientes categorías analíticas: productos alimentarios, sus características, su calidad, las cantidades, las formas de preparar, el tiempo de consumo, el lugar de consumo, los modos o formas en la mesa, e incluso algunas descripciones de preparaciones. Todo lo anterior permite decir que el autor tuvo una visión compleja y sistêmica respecto al consumo de alimentos en los hogares, que podría ayudar a comprender la problemática del consumo de alimentos desde una perspectiva amplia.

JEL: P16; Z13; B14; I3; J2.

Palabras clave: Karl Marx; fuerza de trabajo; cuerpo; consumo; alimentos; comer; hambre

Abstract

The article aims to present what constitutes Karl Marx's contribution to the analysis of food consumption. It has four parts: 1) an explanation of Marx's "human being"; 2) an examination of the "man-machine" concept, or what seems to be similar, humans turned into workers; 3) the author's different contributions to the analysis of food consumption 4) some conclusions. The central thesis of this article is: for Marx, food consumption becomes a priority issue in the worker class, and for that reason, Marx developed extensive food consumption analysis in his theory. As conclusions, we propose that the author discusses functional, social, economic, and political aspects of food consumption in households; having as a starting point a philosophical perspective, which is enriched by his encounter with political economy. His analytical contributions invite us to think -in depth- about food consumption in households, an activity sometimes conceived as simple, but which is far from it.

JEL: P16; Z13; B14; I3; J2.

Keywords: Karl Marx; labor force; body; food consumption; eating; famine

Introducción

"Las rentas del perezoso terrateniente ascienden por lo general a la tercera parte del producto de la tierra, y el beneficio del atareado capitalista llega incluso al doble del interés del dinero, lo que el obrero gana es, en el mejor de los casos, lo necesario para que, de cuatro hijos, dos se le mueran de desnutrición".

(Marx, 2007c, pp. 57-58)

Es increíble pero cierto que, en el siglo XXI, en algunos espacios, perdura el rechazo a los trabajos de Karl Marx para revisar el fundamento de las Ciencias Sociales, Humanas y/o Económicas. Más allá de los diferentes usos dados a sus trabajos, es innegable e invaluable su aportación en la construcción de la Ciencia y el conocimiento que busca comprender la esencia y la realidad humana, en diferentes aristas o dimensiones, en su más vasta complejidad. Una prueba de lo anterior es la valiosa y extensa contribución que dio al análisis del consumo de alimentos.

Situando al autor en su época, se creería que no hay en la literatura de las Ciencias Sociales o Económicas un clásico que haya sentido, escrito, o incluso llorado -¿por qué no?-, los efectos del hambre y la problemática al acceso de los alimentos como lo hizo Marx; si se tiene en cuenta que él mismo sufrió los diferentes avatares de la miseria y varios de sus hijos murieron por hambre o enfermedades relacionadas con ella.

Con lo anterior en mente, el objetivo de este artículo es presentar lo que constituye la contribución de Karl Marx al análisis del consumo de alimentos. Se encuentra dividido en cuatro partes, además de esta sección introductoria. Una primera en la que se expone al ser humano y su "deber ser" del que habla Marx. Una segunda parte en la que se reflexiona acerca del "hombre-máquina" o, lo que es lo mismo, del hombre, del ser humano convertido en obrero. Una tercera en la que se explican los diferentes aportes del autor a la reflexión del consumo de alimentos. Y una final, en la que se sintetizan las ideas principales. Su diseño, en las secciones definidas, responde a la necesidad de mostrar el camino argumentativo que Karl Marx desarrolla para demostrar cómo y por qué comer y beber se hacen relevantes en la sociedad capitalista, y -especialmente- para los obreros.

La tesis que aquí se quiere presentar es que, para Marx, la alimentación pasa a ser un tema prioritario en el ser humano que fue convertido en obrero: cuando el ser humano no ha perdido su humanidad y su libertad, el consumo de alimentos está en nivel de necesidad elemental vital, que es similar a la necesidad elemental vital de los animales. Cuando el ser humano no ha perdido su condición, este puede crear, soñar, amar y sentir los múltiples placeres de la vida y el mundo. Pero cuando el hombre fue convertido en máquina en el sistema capitalista, el cuerpo es su herramienta de trabajo. El cuerpo es la herramienta que le permite vender su mano de obra e ingresar al mercado laboral para subsistir. Sin embargo, sostener su herramienta de trabajo es sostenerse a sí mismo y caer -él y su familia- en el más abstracto movimiento mecánico de trabajo enajenado y bajo las peores condiciones de existencia.

En este ciclo, en el que el obrero debe sostenerse para conservar su cuerpo y vivir, para hacer lo mismo cada día; Marx reconoce diferentes dimensiones de los alimentos: 1) fisiológicos y funcionales: en tanto productos que satisfacen una necesidad vital del cuerpo humano, y se requieren de unas cantidades mínimas necesarias para que el obrero pueda sostener su cuerpo; 2) los objetos de consumo -alimentos de lujo y/o necesidad-; 3) el tiempo de consumo; 4) el lugar de consumo; 5) las preparaciones; 6) los elementos del mercado de los alimentos -productos, precio, oferta, demanda, tierra, renta-; y 7) el contexto material -peculiaridades climáticas y geográficas de un país-. En este sentido, se puede afirmar que Marx plantea múltiples variables subyacentes al consumo de los alimentos, lo que constituye una aportación relevante al análisis de dicho fenómeno.

El campo de las Ciencias Sociales que se dedica a analizar el consumo de alimentos, teniendo presente las condiciones sociales y económicas en las que se ejecuta se nomina Sociología del Consumo de Alimentos (Holm, 2013; Kjœrnes & Holm, 2006; Poulain, 2002; Régnier, Lhuissier & Gojard, 2006; Warde, 1997). En la sociología, se plantea que el estudio de los alimentos surge más como una preocupación empírica que teórica (Cardon, Depecker & Plessz, 2019); por lo que se afirma que su concepción se inscribe principalmente en una tradición cuantitativa (Régnier, Lhuissier & Gojard, 2006); y se considera que su principal interés fue examinar y revelar las diferencias y las desigualdades sociales dados un tiempo y espacio específicos, a partir del estudio de los presupuestos alimentarios de los hogares (Halbwachs, 1912; 1933; Le Play, 1855).

Recientemente, Cardon, Depecker & Plessz (2019) señalan que la práctica alimentaria es considerada banal, rutinaria y es ampliamente invisibilizada, o invisible -quizá por la naturalización que se hace de ella-, a pesar de que la alimentación está presente en el corazón de la vida cotidiana y de los problemas sociales, políticos o económicos de la sociedad (Cardon, Depecker & Plessz, 2019, p. 4). Si bien que el consumo de alimentos es percibido como una práctica banal (Cardon, Depecker & Plessz, 2019), fue considerado como objeto de investigación de manera tardía (De Saint Pol, 2017), y aunque es un tema marginal (Lhuissier, 2017), es diversa la producción académica alrededor del estudio del consumo de alimentos en los hogares.

La producción académica tiene en cuenta las diferentes etapas que componen el consumo de alimentos. Por citar algunos ejemplos, se puede afirmar que del aprovisionamiento se analizan los presupuestos alimentarios de los hogares (Halbwachs, 1912; 1933), los lugares de abastecimiento (Gojard & Véron, 2018; Larmet, 2002) o los productos alimentarios que consumen los hogares (Bourdieu, 1998). Del almacenamiento, se estudian los modos de conservar los alimentos (Hand & Shove, 2007; Shove & Southerton, 2000). Mientras que de la ingesta de alimentos se estudia la comensalidad (De Saint Pol, 2007; Fischler, 2011) o las formas en la mesa (Elias, 2016). También se reflexiona sobre las formas de manejar los desechos (Evans, 2012; 2014). Y hay otros trabajos que se interesan por el uso del tiempo que se destina a la práctica alimentaria (Aymard, Grignon & Sabban, 1993; Bertrand, 2009; Folbre, 2009; Gersbuny & Sullivan, 1998; National Research Council, 2000)1.

A pesar de que en la Sociología del Consumo de Alimentos uno de sus principales clásicos, Maurice Halbwachs (1912; 1933; 1972), tiene como punto de partida la noción de clase del filósofo alemán y las necesidades de las clases en las sociedades jerarquizadas (Halbwachs, 1912, pp. 10-11), extrañamente son escasas las referencias2 que se encuentran respecto a la contribución de Karl Marx al estudio de las diferentes variables que componen el consumo de alimentos y las diferentes necesidades humanas, ya que la preocupación de Halbwachs era empírica, y la de Marx era filosófica (Halbwachs, 1972, pp. 9-22).

Además, no existen tampoco textos que se hayan dedicado al estudio de la contribución de Marx al análisis del consumo de alimentos. En consecuencia, este artículo busca ser un aporte a la revisión de su tesis desde la óptica del consumo de alimentos, algo que hasta el momento no había sido realizado.

Por otra parte, en las Ciencias Sociales, la Sociología del Consumo de Alimentos es un campo científico aún en construcción y con amplias posibilidades novedosas de análisis, pues el estudio del consumo de alimentos ha sido marginal en América Latina. Y en otros lugares, como Europa y Estados Unidos, donde se ha producido una cantidad considerable de documentos sobre el consumo de alimentos, esta temática no deja de ser exigua (Cardon, Depecker & Plessz, 2019; De Saint Pol, 2017; Poulain, 2002; Régnier, Lhuissier & Gojard, 2006).

No obstante, pese a que el tema y la práctica alimentaria sean considerados banales, la relevancia del tópico toma vigencia en la actualidad desde las diferentes problemáticas que existen alrededor de los alimentos y su consumo, no solo en América Latina; sino también en otras latitudes. Las muertes por hambre, la desnutrición, la malnutrición y la subalimentación de hace algunos siglos atrás, no son problemas del pasado. De hecho, en diferentes lugares del mundo son fenómenos que se han agudizado, aun cuando de forma diferente respecto al pasado, lo que ha dado origen a formulaciones analíticas y empíricas sobre la seguridad alimentaria (Food and Agriculture Organization of the United Nations (FAO), 2017; FAO & Organización Panamericana de la Salud (OPS), 2017; FAO et al., 2018).

De modo que se está frente a un autor relativamente ignorado en este campo del conocimiento; una temática marginal en las Ciencias Sociales, como lo es el estudio del consumo de alimentos; un tópico que toca nuestra realidad actual de manera preocupante; pero al mismo tiempo una práctica altamente naturalizada. Por lo tanto, se espera que este texto sea una contribución a las reflexiones sociales, políticas y económicas sobre el consumo de alimentos como preocupación que debería ser tratada de manera urgente en las Ciencias Sociales y en las sociedades actuales; aunque por el momento, aquí no se pueda aspirar a una formulación de política pública u otras propuestas prácticas que contribuyan a mejorar las condiciones adversas en las que se desarrolla el consumo de alimentos en diferentes partes del mundo.

El deber ser: el "ser humano" y su esencia

Lo que es el hombre y su humanidad, para Marx, es la construcción y el resultado de un diálogo y discusión que el autor retoma de Ludwig Feuerbach y que está presente en La esencia del cristianismo: crítica filosófica de la religión. En dicho escrito, Feuerbach se pregunta por la esencia del hombre y sobre aquello que la diferencia de los animales -reflexión que es retomada posteriormente por Marx-. Para Feuerbach (1945) la diferencia es que el humano puede reflexionar sobre su propia esencia, sobre su propia especie; y puede poner en reflexión otras especies, cosas o seres. La ciencia es la diferencia, es lo que permite afirmar la conciencia de las especies. En palabras del autor, por medio de la ciencia se puede tener conciencia de la propia especie, de otros seres y de la naturaleza. Es conciencia que implica inteligencia, carácter y amor; y es la unidad de estos tres elementos lo que compone la divinidad del hombre para Feuerbach. En equivalencia, la unidad y la posibilidad de ejercer estos tres elementos es la libertad.

Por su parte, para Marx también el "ser humano" es una combinación de múltiples elementos que lo hacen humano, que lo hacen libre. Pero para él, el hombre, el ser humano, no es como lo plantea Feuerbach. En los Manuscritos de economía y filosofía de 1844, Marx presenta diferentes dimensiones humanas, donde problematiza la intersección de ellas con los diferentes modos de existencia material y no-material.

Primero, esa esencia está configurada por los cinco sentidos -ver, oír, oler, gustar, sentir-, los sentidos prácticos -voluntad, amar, pensar, observar, percibir, desear, actuar- e, incluso, los sentidos espirituales (Marx, 2007c [1932], p. 146); aunque tiene un punto de partida bastante específico:

"Podemos distinguir al hombre de los animales por la conciencia, por la religión o por lo que se quiera. Pero el hombre mismo se diferencia de los animales a partir del momento en que comienza a producir sus medios de vida, paso este que se halla condicionado por su organización corporal. Al producir sus medios de vida, produce indirectamente su propia vida material". (Marx & Engels, 1974 [1932], p. 19)

En esta línea, se puede interpretar que hay dimensiones materiales y no-materiales del ser, que entran en conflicto si son separadas, dado que todas esas dimensiones configuran el más amplio y completo sentido humano. Para Marx (2007c), de acuerdo con Esquilo, las fieras se convierten en hombres cuando son dotadas por Prometeo de las artes (Marx, 2007c [1932], p. 154) y estos salen de la cueva.

Utilizando la metáfora de Esquilo (2001 [525 a.C. - 456 a.C.]) presentada por Marx, estas artes son la comprensión de la difícil ciencia de las salidas y los ocasos de los astros, los números, las letras, la memoria, la agricultura, la medicina, el arte adivinatorio, el discernimiento para los sonidos de obscuros presagios y los encuentros del camino, la habilidad para distinguir las aves rapaces y las que no lo son, los odios que las separan y los afectos que las unen y porqué comparten la misma rama del árbol, la religión, el arte, los presagios y hasta los dota de riquezas: el bronce, el hierro, la plata. O sea, por una parte, la technique es el saber hacer. Y, por otra, es también la sensibilidad. En contraste, es el poder crear, pensar, amar.

Luego, el conflicto surge en la escisión del sentido humano y la naturaleza, cuando la fiera3 que luego fue hombre se transforma en obrero. Este vuelve a la cueva y pierde su sensibilidad; porque en esta transformación, sus sentidos -afirma Marx- aunque continúan existiendo, ya no lo hacen de forma humana, ni siquiera inhumana, ni de fiera; sino en forma de máquina (Marx, 2007c [1932], p. 155).

Lo que es: el "hombre-máquina"4 y su deformación

La crítica a la economía política, que inicia Marx en los Manuscritos, tiene como punto de partida lo que le ocurre al hombre en el sistema capitalista: su deformación. Deformación en las diferentes dimensiones que él planteó: corporal, práctica y espiritual.

En el Primer Manuscrito, presenta las tesis5 de la economía política en las que se basa su crítica en relación con el obrero y su existencia única como tal, el salario, las necesidades vitales y en especial los alimentos como productos que siempre producen renta, el trabajo enajenado, los objetos producidos, el uso de la tierra, la riqueza, la generación de capital, la acumulación y los efectos de cada uno de esos elementos en la esencia humana. Es decir, en el Primer Manuscrito, está planteando la crítica a la economía política en cuanto hasta ese momento no se estaba reconociendo -teórica y empíricamente- que el trabajo se concebía y se preocupaba por el incremento de la riqueza y no por los intereses del obrero, del trabajador. Por eso, él mismo señala que en el sistema capitalista "el trabajo mismo, digo, es nocivo y funesto, es cosa que se deduce, sin que el economista lo sepa, de sus propias exposiciones" (Marx, 2007c [1932], p. 59). Aun cuando el trabajo como acción y producto es todo lo que hace al hombre. Así pues, está problematizando la esencia humana, en tanto filósofo; y la esencia humana en el sistema capitalista y en función de la vida material que se ofrece en el sistema capitalista, en discusión con los economistas políticos y la realidad de su época.

Y dicha deformación es "nociva" y "funesta" porque para el ahora "hombre-máquina" la existencia es el límite y la medida; de quien primero fue "fiera", luego "hombre", luego "obrero" y "máquina" en el sistema capitalista6. Para este "hombre-máquina" todo lujo le resulta censurable y todo lo que excede de la más abstracta necesidad le parece un lujo (Marx, 2007c [1932], pp. 155-156). Bajo estas condiciones, el ahora obrero, máquina, no solo debe privarse de sus sentidos inmediatos, como comer; sino también de intereses generales y/o sentidos prácticos (Marx, 2007c [1932], p. 156). Pues la "necesidad de dinero es así la verdadera necesidad producida por la Economía Política y la única necesidad que ella produce" (Marx, 2007c [1932], p. 153). Esto es, el dinero es ahora la verdadera y única necesidad y la razón de existencia.

El dinero es la única y verdadera necesidad porque, según Marx, solo el poseedor del dinero puede comer y beber, ir al teatro y al baile, conocer el arte, viajar; mientras que el obrero "solo debe tener lo suficiente para querer vivir y solo debe querer vivir para tener" (Marx, 2007c [1932], p. 156). El sujeto se relaciona con el mundo, con los objetos, ahora, a través del dinero como medio de relación e intercambio. Por tanto, se configura el yo desde la posesión del dinero. Dice Marx en los Manuscritos de 1844:

"Lo que el dinero puede comprar, eso soy yo, el poseedor del dinero mismo. Mi fuerza es tan grande como lo sea la fuerza del dinero. Las cualidades del dinero son mis -de su poseedor- cualidades y fuerzas esenciales. Lo que soy y lo que puedo no están determinados en modo alguno por mi individualidad. Soy feo, pero puedo comprarme la mujer más bella. Luego no soy feo, pues el efecto de la fealdad, su fuerza ahuyentadora, es aniquilada por el dinero. Según mi individualidad soy tullido, pero el dinero me procura veinticuatro pies, luego no soy tullido; soy un hombre malo, sin honor, sin conciencia y sin ingenio, pero se honra al dinero, luego también a su poseedor. El dinero es el bien supremo, luego es bueno su poseedor; el dinero me evita, además, la molestia de ser deshonesto, luego se presume que soy honesto; soy estúpido, pero el dinero es el verdadero espíritu de todas las cosas, ¿cómo podría carecer de ingenio su poseedor? Él puede, por lo demás, comprarse gentes ingeniosas, ¿y no es quien tiene poder sobre las personas inteligentes más talentoso que el talentoso? ¿Es que no poseo yo, que mediante el dinero puedo todo lo que el corazón humano ansía, todos los poderes humanos? ¿Acaso no transforma mi dinero todas mis carencias en su contrario?". (Marx, 2007c [1932], pp. 175-176)

En otras palabras, para Marx, el sujeto y el objeto, lo que se muestra y presenta del objeto al sujeto, el objeto en sí, la relación sujeto y objeto, la conciencia de un otro que es en sí misma autoconciencia necesariamente y, en consecuencia, el yo se configurará por el dinero que, bajo el modo de producción capitalista, es el vínculo con la realidad. Es el vínculo del hombre con otros hombres y con la naturaleza, y con el mundo. De modo que se puede interpretar que lo que soy yo, la identidad en todas sus dimensiones se configura y se moldea desde el rol que se ocupa en el sistema de producción y lo que este rol permite obtener de dinero, que es finalmente la posibilidad de interacción en el sistema capitalista.

De hecho, en La ideología alemana: crítica de la novísima filosofía alemana en las personas de sus representantes Feuerbach, B. Bauer y Stirner, y del socialismo alemán en las de sus diferentes profetas existe un apartado dedicado a la característica "poderosa" del dinero porque, primero, "de él depende la suerte o la desgracia" (Marx & Engels, 1974 [1932], pp. 474-475); y, segundo, porque es "el medio de circulación más importante" (Marx & Engels, 1974 [1932], pp. 474-475). Posteriormente, en el Manifiesto del Partido Comunista, Marx insiste: "la burguesía ha desgarrado el velo de sentimentalidad que encubría las relaciones de familia y las ha reducido a simples relaciones de dinero" (Marx & Engels, 2000 [1848], p. 30). Y en El Capital: crítica a la economía política, en el capítulo III, sobre el dinero, o la circulación de mercancías, Marx habla nuevamente de las diferentes funciones del dinero: primero, de las medidas de los valores de las mercancías en dinero; luego, la "metamorfosis" de las mercancías en tanto el dinero es su medio de intercambio; tercero, de su atesoramiento, como medio de pago y su presencia en el mundo (Marx, 2014 [1867], pp. 91-135). Lo que señala una continuidad7, por un lado, en su preocupación por las formulaciones de sus conceptos y sus preposiciones argumentativas, re-elaborándolas y re-explicándolas en diferentes trabajos. Y, por otra, en su preocupación filosófica por el hombre, su relación con el mundo y las transformaciones de ambos en el sistema capitalista. Y dentro de lo anterior, su crítica al dinero como vínculo de interacción social en dicho sistema económico. Por lógica, entonces, El Capital inicia de la siguiente manera:

"La riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capitalista se presenta como un "inmenso cúmulo de mercancías" y cada mercancía como su forma elemental. De ahí que nuestra investigación comience por el análisis de la mercancía. La mercancía es, ante todo, un objeto externo, una cosa que por sus cualidades satisface cualquier tipo de necesidades humanas. La naturaleza de estas necesidades, el que broten por ejemplo del estómago o de la fantasía, no modifica en nada este hecho. Tampoco se trata de considerar cómo la cosa satisface las necesidades humanas, si directamente como medio de vida, es decir como un objeto de disfrute, o indirectamente, como medio de producción". (Marx, 2014 [1867], p. 41)

Es por lógica que inicie con la mercancía porque, en su argumento, al partir de que en el sistema capitalista todo lo existente es una mercancía -hasta el hombre-, en consecuencia, el dinero como posibilidad de existencia e intercambio en dicho sistema económico se hace fundamental; por lo tanto, el deseo incesante de conseguirlo, poseerlo, reproducirlo o acumularlo. Además, señala que no cambia el hecho de que las mercancías surgen de la necesidad del "estómago, o la "fantasía", o en lo que se utilicen; porque igual, en el sentido más abstracto y material, todo es y será una mercancía. En resumen, en esa tensión entre la agencia y la estructura, lo que se puede hacer -o no- depende del dinero obtenido, dada la posición que se ocupa en la realidad o en el sistema capitalista. El hombre ya no es ese ser que sueña, piensa, observa, siente, ama. Ahora él es lo que el dinero le permite ser. El hombre piensa, siente, crea y ama lo que el dinero le permite y le hace posible, lo que este hace asequible y accesible.

Vale resaltar que para Marx -como se propone en este texto-, la preocupación de la transformación -o si se prefiere la deformación- del hombre-humano es nodal en la comprensión de la realidad. En Los debates sobre la Ley acerca del robo de leña pone en evidencia cómo se transforma al ciudadano en ladrón (Marx, 1842, p. 27), en criminal, por medio del derecho y los legisladores. Son justamente los problemas materiales que atentan contra la esencia del hombre-humano. Estos problemas materiales que, después desarrollados en los Manuscritos, siguen transformando-deformando al ser humano (Schmidt, 1975); y negándole el desarrollo de su profunda complejidad, de su sagrada esencia; reduciéndola a la necesidad de subsistencia.

Karl Marx y el análisis del consumo de alimentos

En ese camino en el que el hombre-humano es convertido en hombre-criminal, y luego en hombre-máquina, en hombre-mercancía, en obrero; este es empujado a participar en conflictos materiales para buscar y encontrar su posibilidad de subsistencia. Básicamente su posibilidad de comer. Ante ojos desprevenidos, comer es una práctica que puede ser tildada de simple. Hay mucho de erróneo en esa idea. Como diría Feuerbach: comer es un poder divino; con el comer se celebra y se renueva el acto de creación. Pero con Marx, cuando se da el vínculo entre lo humano y lo divino, lo material y lo no-material, el comer materializa la realidad humana, en su más vasta definición8. En ese comer se materializa la complejidad de la realidad social, política y/o económica: ¿come el hombre-humano para pensar, crear y amar?, ¿come el hombre-humano para satisfacer sus amplias necesidades, deseos y sensibilidades corporales, intelectuales, prácticas y espirituales? o ¿acaso come llanamente para vivir como lo hace un animal o, incluso, ni siquiera como lo hace un animal?

Así pues, lo que se propone en este artículo es que hay un "deber ser" y un "realmente es" para Marx, en lo que concierne a los alimentos. La alimentación, para él, o específicamente el comer y el beber, son funciones auténticamente humanas. Estas actividades hacen parte de un placer sensorial y son, al mismo tiempo, una necesidad vital material para que el hombre exista en el mundo y pueda llegar a sentir, pensar, crear y amar.

Lo que aquí se propone es que Marx es sensible a sus antepasados, a sus congéneres, a sus predecesores, a la naturaleza, e incluso a los dioses9 -en tanto creaciones y fantasías humanas-, aunque él mismo fuera laico. Marx es un materialista en su profundidad sensorial. Es un materialista en la profundidad de la delicadeza de su sensibilidad. Y los problemas que él plantea se enmarcan en su sensibilidad, en su pasión humana, en su humana sensación. Y por eso el conflicto se crea cuando el comer y el beber se convierten en el fin único y absoluto del hombre, y además son funciones que, en el sistema capitalista, se desarrollan bajo las peores condiciones. Dice Marx:

"Comer, beber y engendrar, etcétera, son realmente también auténticas funciones humanas. Pero en la abstracción que las separa del ámbito restante de la actividad humana y las convierte en fin único y último son animales". (Marx, 2007c [1932], p. 110)

El conflicto se origina porque cuando el hombre-humano es convertido en hombre-máquina, en obrero, queda reducido a una actividad abstracta y a un vientre, a comer. El obrero se ve obligado a vender su fuerza de trabajo para poder vivir, para poder acceder a los medios de subsistencia. La fuerza de trabajo es, entonces, una mercancía comprada por el capitalista. La fuerza de trabajo es el hombre mismo: su cuerpo, sus músculos, sus nervios, el tiempo de su vida y lo que crea; que básicamente es todo lo que posee el obrero. La fuerza de trabajo es su vida. El hombre se convierte en una mercancía. La vida se convierte en una mercancía. Y para que este pueda seguir siendo una mercancía útil, para que pueda seguir siendo un oferente en el mercado de las mercancías de la fuerza de trabajo necesita alimentarse. Necesita recuperar su cuerpo cada día. Es por esto por lo que el consumo de alimentos se hace crucial, para el obrero, para su familia y, en términos generales, para la "raza trabajadora"10. Los alimentos, sus propiedades, sus nutrientes, los modos de prepararlos y consumirlos, y sus posibilidades de acceso -o no- son, entonces, cruciales en Marx.

Bajo dichas ideas, se asume que Karl Marx aporta al análisis del consumo de alimentos múltiples elementos a revisar. El mundo sobre el que siente, piensa y escribe está lleno de precisión y finos detalles; y la alimentación no está exenta de esto. Marx reconoce diferentes dimensiones de los alimentos: fisiológicos -como elemento vital-corporal-, nutricionales -mínimos para la conservación del cuerpo-, funcionales -en la producción, recuperación y reproducción de la fuerza de trabajo-. Esto posiciona la reflexión en lo que en la literatura puede encontrarse como las dimensiones biológica, fisiológica y funcional de la alimentación (Andrieu, Darmon & Drewnowski, 2006; Aymard, Grignon & Sabban, 1993; Caillavet et al., 2005-2006; Darmon & Drewnowski, 2008; Drewnowski et al., 2007).

Adicional, cuando Marx describe las características y las condiciones en las que acceden los obreros o los capitalistas a los alimentos, en literatura se interpretan esas reflexiones y diferencias alimentarias como elementos reveladores de estratificación o desigualdad social y de los estilos de vida -productos, calidad, las formas en la mesa, los modos de preparación de los alimentos, entre otros- (Bourdieu, 1998; Elias, 2016; De Saint Pol, 2017; Halbwachs, 1912; 1933; Le Play, 1855).

Finalmente, Marx reflexiona sobre las peculiaridades climáticas o geográficas de un país, los elementos de mercado -precio, producto, oferta, demanda, tierra, renta- y las variaciones de dichos factores. En la literatura dichos análisis se interpretan como reflexiones sobre el contexto en el que toma existencia el consumo de alimentos (Flandrin & Montanari, 2004; Harris, 2009). Las siguientes líneas intentarán mostrar cómo todos estos elementos constituyen sus posibles aportaciones al análisis del consumo de los alimentos.

Aspectos fisiológicos y funcionales de la alimentación en Marx

La alimentación es una de las dimensiones materiales11 del hombre. El hombre tiene que comer, debe comer para no morir. El hombre requiere de nutrientes básicos para su cuerpo. El hambre es una necesidad que debe ser saciada. Saciar el hambre requiere de objetos -exteriores, materiales y tangibles- que se llaman alimentos. Afirma Marx:

"El hambre es una necesidad natural; necesita, pues, una naturaleza fuera de sí, un objeto fuera de sí, para satisfacerse, para calmarse. El hambre es una necesidad objetiva que un cuerpo tiene de un objeto que está fuera de él y es indispensable para su integración y exteriorización esencial". (Marx, 2007c [1932], p. 192)

La relación sensación-hambre y objetos-alimentos planteada en Marx comienza a trazar el camino en el que la construcción de la noción hombre-humano tiene una necesidad básica y vital, entre muchas otras. Una necesidad que va más allá de las ideas y de la contemplación. Una necesidad que aterriza la noción de hombre-humano en un determinado espacio y tiempo, también material. Aun cuando ese hombre-humano, en línea con la metáfora de Esquilo, también se ubica en un espacio y tiempo no materiales, de ideas y contemplaciones. Por lo tanto, es un hombre-humano que existe bajo determinadas condiciones materiales y no materiales; interiores y exteriores.

Pero cuando el hombre-humano es convertido en obrero, en hombre-máquina, en hombre-mercancía12, el hambre como necesidad se hace prioritaria. Y quienes logran acceder al mercado del trabajo podrán subsistir o sobrevivir. Pero quienes no lo logran padecerán el hambre hasta que logren entrar al mercado del trabajo, pero si no lo logran, probablemente morirán de hambre. Dice Marx:

"La demanda de hombres regula necesariamente la producción de hombres, como la de cualquier otra mercancía. Si la oferta es mucho mayor que la demanda, entonces una parte de los trabajadores caerá en la mendicidad o morirá de hambre. De modo que la existencia del trabajador se halla reducida a las mismas condiciones que la existencia de cualquier otra mercancía. El trabajador se ha convertido en una mercancía, y para él es una suerte poder encontrar a quien venderse". (Marx, 2007c [1932], p. 52)

Por consiguiente, comer le permite al hombre vivir. Pero más aún, señala Marx: "es claro que en la nutrición, por ejemplo, que es una forma de consumo, el hombre produce su propio cuerpo" (Marx, 2007a [1939], p. 11). Justamente dependiendo de la posición que se ocupa en el sistema capitalista, lo que consume el hombre para sostener su cuerpo será exactamente equivalente a su posición: "el esclavo, el siervo, el trabajador asalariado reciben toda una cierta cantidad de alimentos que les permite existir como esclavo, siervo o asalariado" (Marx, 2007a [1939], p. 7). De tal forma que el hambre, como necesidad vital, se convierte en el principal estímulo e incentivo del sistema capitalista.

El hambre se convierte en el principal estímulo porque el hombre-obrero, el hombre-máquina, en el sistema capitalista debe proveerse de sus propios medios de vida -alimento, vestido, vivienda, entre otros-. Y para lograrlo debe buscar dinero. El dinero que ahora en el sistema capitalista es la base de la interacción del hombre con el mundo y el sentido de su vida. Un dinero que se obtiene al ingresar al mercado del trabajo en el sistema capitalista en forma de salario. En otros términos, ahora debe buscar dinero, un salario, que le permita adquirir dichos medios. Y para obtenerlos debe vender su mano de obra, su fuerza de trabajo13. Así pues, la fuerza de trabajo, que es en sí misma el obrero, su cuerpo, es al mismo tiempo los medios de vida que necesita el obrero para existir. En consecuencia, la fuerza de trabajo, el obrero, su cuerpo, su producción y reproducción están condicionadas a la posibilidad de acceso a los medios de vida.

De la misma manera, el tiempo de la vida dado al trabajo14, el tiempo de la vida en el que se vende fuerza de trabajo, o el tiempo de la vida dado a la generación de un salario, es el tiempo de la vida dado a la generación de medios de vida. Entonces, hay otro elemento importante en lo que corresponde al análisis del consumo de alimentos: el tiempo. El tiempo de la vida, lo que se hace en el tiempo que se vive, se ve pues condicionado al lugar que se ocupa en el sistema capitalista. Lo que corresponde al obrero, su tiempo de vida, es devorado enteramente por el tiempo que debe destinarse para trabajar y obtener un salario que le permita estrictamente desarrollar actividades para subsistir y volver a trabajar, de manera incesante. Pues, el capital, incluso, dice Marx:

"Usurpa y devora hasta el tiempo destinado al crecimiento, al desarrollo y a la conservación sana del cuerpo. Arrebata al hombre hasta el tiempo necesario para respirar el aire fresco y disfrutar de la luz del sol. Le regatea el tiempo que necesita para comer y, si puede, lo anexiona al mismo proceso de producción, obligando a cebar al obrero como un medio de producción más, como se ceba a la máquina de vapor con carbón y a la maquinaria con aceite y grasa. El saludable sueño, destinado a reparar y renovar las energías vitales queda reducido, para el obrero, a unas cuantas horas de inerte rigidez, indispensables para hacer revivir al organismo totalmente agotado. En vez de ser la conservación normal de la fuerza de trabajo el límite de la jornada del trabajador es, por el contrario, el gasto diario mayor posible de la fuerza de trabajo, aun a costa de arruinar su salud y atormentar su vida, lo que marca el límite del tiempo de descanso del obrero. Al capital no le preocupa el periodo de vida de la fuerza de trabajo. Lo único que le interesa es el máximo que de ella pueda extraerse durante la jornada". (Marx, 2014 [1867], p. 238)

Por lo tanto, tal como lo plantea Marx: "el valor de la fuerza de trabajo es el de los medios de sustento necesarios para que pueda vivir el individuo que trabaja" (Marx, 2014 [1867], p. 156). O, en otras palabras, "el valor de la fuerza de trabajo se traduce en el de una determinada cantidad de medios de vida" (Marx, 2014 [1867], p. 157). Se debe producir y reproducir el cuerpo porque la venta de la fuerza de trabajo implica el gasto de "determinada cantidad de energías musculares, nerviosas, cerebrales, etcétera, del hombre, que es necesario reponer" (Marx, 2014 [1867], p. 156). Y, en consecuencia: "la cantidad de medios de sustento tiene que ser suficiente para mantener al individuo trabajador, como tal, en condiciones de vida normales" (Marx, 2014 [1867], p. 156). Pero la obtención de medios de vida para la producción y reproducción de la fuerza de trabajo de su vendedor no es solo para él. Es también para sus hijos. Y es a lo que se ve abocada la clase obrera incesantemente para su existencia vital y su "perpetuación en el mercado de mercancías de esta raza de poseedores de una mercancía excepcional" (Marx, 2014 [1867], p. 157).

Se tiene pues, el ciclo incesante en el que el obrero, como mercancía, vende su mano de obra, su fuerza de trabajo para buscar sus medios de existencia, para volver a venderse. Así que:

"Una parte de los medios de vida, por ejemplo, los alimentos, la calefacción, etcétera, se consumen un día tras otro y deben, por tanto, reponerse diariamente. Otros, en cambio, como el vestido, los muebles, etcétera, duran cierto tiempo, razón por la cual no es necesario reponerlos con la misma frecuencia. Hay mercancías que deben comprarse y pagarse una vez al día, una vez a la semana, por trimestres, etcétera. Pero, como quiere que el total de estos gastos se distribuyan a lo largo de un año, por ejemplo, deberá ser cubierto un día tras otro por los ingresos medios. Llamando A al volumen de las mercancías que se necesitan diariamente para producir la fuerza de trabajo, B a las que se necesitan semanalmente y C a las que se requieren trimestralmente, tendremos que el promedio de estas mercancías =. (Marx, 2014 [1867], p. 1 57)15

Por lo que, los alimentos son el principal medio de producción y reproducción del cuerpo, del obrero, de la fuerza de trabajo; y es un tipo de objeto, de mercancía, que es requerido diariamente para la producción de la fuerza de trabajo. Y obtener dichos alimentos requiere de una cantidad de horas de trabajo específica. Por lo tanto, una cantidad determinada de fuerza de trabajo. En consecuencia, un gasto16 de una cantidad determinada de cerebro, músculo, nervio, una determinada cantidad de cuerpo. Y es todo eso lo que es y cuesta -en venta- la fuerza de trabajo, como ciclo incesante. Es todo eso lo que ofrece el obrero al mercado del trabajo. Sin embargo, lo que paga el demandante, el capitalista, para Marx es un supuesto17. De modo que: "el valor de la fuerza de trabajo y el que de ella pueda sacarse poniéndola a trabajar son, pues, dos magnitudes distintas" (Marx, 2014 [1867], p. 176).

A manera de resumen, se puede decir que, entre los medios de vida que debe obtener el obrero sin objeción, para no morir, está el alimento. El alimento es pues al trabajador, como el carbón a la caldera, o el sebo o aceite a la maquinaria (Marx, 2014 [1867], p. 238). El alimento es pues lo que da vida al cerebro, a los músculos, a los nervios. Es lo que da vida al cuerpo. Es lo que da vida a la fuerza de trabajo. Pero es claro que lo que reciben los obreros, en salario, para suplir sus medios de vida no es proporcional al tiempo que destinan de su vida al trabajo. No es proporcional al degaste de su cuerpo. No es proporcional al desgaste de su fuerza de trabajo. Lo que recibe es bastante inferior a su desgaste. Lo que recibe es límite para existir. Lo que recibe es lo mínimo para existir él y sus hijos. Lo que reciben los obreros es lo básico para que no se extinga la "raza trabajadora" (Marx, 2014 [1867], p. 156).

Aspectos sociales de la alimentación en Marx

Ahora bien, satisfacer el hambre -como necesidad material- no ocurre bajo cualquier condición: ¿quién puede satisfacerla? ¿Cómo la satisface? ¿Para qué la satisface? ¿Dónde la satisface? ¿De cuánto tiempo dispone para satisfacerla?

En principio, Marx plantea que cuando el hombre se convierte en obrero, en máquina, este "no conoce otra necesidad que la de comer, y para ser exactos, la de comer patatas, y para ser más exactos aún, solo la de comer patatas enmohecidas, las de peor calidad" (Marx, 2007c [1932], p. 155). Esta frase, palabra por palabra, devela diferentes elementos de la realidad del hombre que fue convertido en obrero, a partir del consumo de alimentos. El hombre tiene diferentes necesidades, en sus diferentes dimensiones humanas. Pero en el sistema capitalista las necesidades se jerarquizan y más para un obrero, donde el hambre se convierte en la principal necesidad, que se sacia con determinados productos -"patatas"-, con características específicas -"enmohecidas", las de "peor calidad"-.

En ese sistema capitalista que produce sujetos y objetos bajo determinadas condiciones también se crean necesidades concretas, que se suplen de manera determinada dadas unas condiciones materiales y no-materiales. Plantea Marx que "el hambre es hambre, pero el hambre que es saciada con carne guisada comida con cuchillo y tenedor es un hambre diferente de aquella que es saciada devorando carne cruda con la ayuda de las manos, las uñas y los dientes" (Marx, 2007a [1939], p. 12). Nuevamente, al revisar dicha frase bajo la lupa de la reflexión del consumo de alimentos, se pueden extraer diferentes elementos: productos, preparaciones de alimentos y modos en la mesa.

Y aunque la precariedad caracteriza el consumo de alimentos de los obreros que logran entrar al mercado del trabajo en el sistema capitalista, la situación de aquellos que no ingresan es bastante peor, como se explicó en la sección anterior: morir de hambre o caer en la mendicidad.

Es decir, si los hombres-obreros que pertenecen al mercado del trabajo se alimentan en condiciones miserables; los hombres-obreros que han quedado excluidos del mercado del trabajo caen en la mendicidad o el robo (Marx, 2007b [1939], p. 329). En esa batalla por la existencia y la subsistencia en la que el hambre y la necesidad de saciar el hambre es la gran protagonista, sobresalen varios aspectos:

"El pícaro, el vagabundo, el mendigo, el hombre-de-trabajo hambriento cuando se halla en paro, se muere de hambre, se halla en la miseria y se criminaliza, son figuras que no existen para la economía nacional sino solo para otros ojos: los del médico, el juez, el sepulturero, el alguacil de pobres. Son espectros fuera de los dominios de la economía nacional. Por tanto, para esta las necesidades del trabajador se reducen a la de mantenerle durante el trabajo y en la medida en que sea preciso para que no se extinga la raza trabajadora. En consecuencia, el salario tiene el mismo sentido que el mantenimiento y cuidado de cualquier otro instrumento productivo [...]". (Marx, 2007c [1932], p. 122)

Por esta razón, de una necesidad vital como el hambre, la necesidad de comer, se impulsa la creación de obreros; pero más aún, de mendigos y criminales. Que, en el contexto en el que escribe Marx, padecen de enfermedades; muchas de ellas producto de la precaria, inadecuada, insuficiente y escasa alimentación; son criminalizados y juzgados o mueren de hambre en el conflicto material al que fueron abocados para poder existir o subsistir en el sistema capitalista.

También Friedrich Engels, en el texto La situación de la clase obrera en Inglaterra, hace una descripción de las condiciones de vida de los obreros. Si bien son diferentes las necesidades de los obreros -vestido, vivienda, alimentación, entre otros-, el autor dedica varias líneas específicamente a la reflexión del consumo de alimentos. Dice Engels:

"Las papas que los obreros compran son casi siempre de mala calidad, las legumbres marchitas, el queso viejo y mediocre, la manteca rancia, la carne mala, atrasada, correosa, proveniente con frecuencia de animales enfermos o destripados, a menudo medio podrida. Muy frecuentemente los vendedores son pequeños detallistas que compran mercancías de mala calidad a granel y la revenden tan barata precisamente a causa de la mala calidad. Los más pobres de los trabajadores deben arreglárselas de otro modo para poder bandearse con su poco dinero aun cuando los artículos que compran son de la peor calidad". (Engels, 2019 [1845], p. 122)

En síntesis, se puede decir que -de la clase obrera- quienes acceden al mercado del trabajo, pueden a su vez acceder a alimentos. Pero si se extraen algunas categorías de dichas reflexiones para construir lo que es la aportación al análisis del consumo de alimentos, se puede hablar de: 1) cantidades -insuficientes, escasas-, 2) productos -papas, legumbres, queso, manteca o carne-, 3) características -enmohecidas, marchitas, viejas, rancias, podridas-, 4) calidad -mala, rebajadas, mezcladas-. A saber, quienes pueden acceder a alimentos, acceden a alimentos -al parecer- casi incomibles. Y entre aquellos, quienes no logran conseguir alimentos simplemente mueren de hambre. Mientras que el capitalista, en sentido contrario, puede acceder a buenas cantidades de alimentos y a alimentos frescos, de buena calidad, de lujo; y -por supuesto- no muere de hambre; pues, "el capitalista lucha por su ganancia, el obrero por su salud, por un par de horas de descanso al día, por el derecho a poder sentirse también un poco hombre y que su vida no se reduzca a una cadena incesante de trabajar, comer y dormir" (Engels, 1868).

Por consiguiente, el alimento es la energía del nervio, del músculo, del cuerpo, de la vida, de la fuerza de trabajo, del sistema capitalista. De manera que Marx no solo habla de los productos, sus características y la calidad; también problematiza el tiempo y el lugar del que dispone el obrero para alimentarse -lo que revela una gran carga material y simbólica-. Además, plantea diferencias de consumo alimentario entre obreros y capitalistas. Como fueron descritas por Marx y Engels, claramente las condiciones materiales y no-materiales del consumo de alimentos de los obreros dista bastante de las condiciones del capitalista, quien dispone de mejores productos alimentarios, mejores calidades, diferentes formas en la mesa, tiempo y lugares de opulencia y lujo.

Aspectos contextúales de la alimentación en Marx

Sobre los aspectos contextuales de la alimentación, en primera instancia, debe decirse que Marx plantea que los medios de vida son suplidos y corresponden a las condiciones donde estos toman existencia. Él lo plantea así:

"Las necesidades naturales, alimentación, vestido, calefacción, vivienda, etcétera, varían según el clima y las condiciones naturales del país. Y, por otra parte, lo mismo el volumen de las necesidades naturales que el modo de satisfacerlas es, a su vez, un producto histórico, que depende, por tanto, en gran parte, del nivel cultural de un país y, por tanto, esencialmente de las condiciones bajo las cuales y, consiguientemente, las costumbres y las exigencias de vida en que haya sido educada la clase de los trabajadores libres. Todo esto hace que la determinación del valor de la fuerza de trabajo, a diferencia de otras mercancías, implique un elemento histórico y moral. Sin embargo, para un determinado país y una determinada época, el volumen promedio de los medios de vida necesarios constituye un factor dado". (Marx, 2014, pp. 156-157)

En esa línea, los productos alimentarios, así como los demás medios de vida, no solo se diferencian entre los terratenientes, capitalistas, obreros o mendigos; sino también entre obreros y capitalistas de diferentes países -Alemania o Cuba, como lo señala Marx-. Y, en perspectiva temporal, también difiere el consumo de un día a otro, de un año a otro, por las fluctuaciones del mercado:

"Además el precio del trabajo es mucho más constante que el de los alimentos. Muchas veces se hallan en relación inversa. En años de carestía la disminución de la demanda hace que bajen los salarios, mientras que el encarecimiento alimenticio hace que suban. De modo que se compensan. En todo caso son muchos los obreros que se quedan sin pan. En años baratos el aumento de la demanda hace subir el salario, los precios de los alimentos lo rebajan. De modo que -los efectos- se compensan". (Marx, 2007c [1932], p. 53)

Por ello los medios de subsistencia -alimentos, vestido, vivienda- y su satisfacción dependen de las condiciones de existencia: del salario que los obreros obtienen mediante la venta de su cuerpo, de su fuerza de trabajo. Del tiempo que destinan para buscar el salario que les permite existir. De los precios de todas las mercancías del sistema capitalista -el precio de su propia fuerza de trabajo, de su vida, y las otras mercancías que hacen posible su existencia como alimentos, vestido, vivienda, etcétera-. De la oferta de las mercancías -estaciones o importaciones-. De las características climáticas y naturales de un país. Del tiempo y el espacio en el que existen y se satisfacen dichas necesidades. No sería entonces una coincidencia que Marx y Engels nombraran reiteradamente el "pan" o las "patatas"18 cuando describen la situación alimentaria de la clase obrera, dado que estos "eran artículos básicos de la dieta del pobre" (Hobsbawn, 1979, p. 116).

Conclusiones

Si bien no es el propósito de Karl Marx hablar del consumo de alimentos en los humanos, en este escrito se considera que es uno de los canales utilizados por el autor para: 1) criticar la filosofía y la economía política de su época; 2) problematizar, materializar y ejemplificar la realidad social, política y económica del ser humano, en diferentes esferas de la vida, correspondientes a determinadas condiciones espaciales y temporales; y 3) analizar al ser humano que se ha transformado a lo largo de la historia, conforme a los cambios del mundo en el que existe y con el que él se relaciona.

Marx contempla cada nervio, músculo y cerebro. Cada cuerpo, vida y hombre. Y tiene un sentir agudo en cómo todo eso se transforma en el sistema capitalista. Cada hombre debería existir para soñar, pensar, crear y amar; pero en el sistema capitalista él ahora se ve obligado a privarse de su humana sensación, de su sensibilidad. Ahora existe para vender su fuerza de trabajo a cambio de dinero -en términos "legales"19 y "libres"20-, pues tiene necesidades que solo pueden ser saciadas con dinero en el sistema capitalista.

Una de esas necesidades y -quizá- la principal es el consumo de alimentos. Este permite la producción y reproducción de cada nervio, músculo, cerebro, cuerpo y de la fuerza de trabajo. Pero es el límite y la totalidad del obrero descrito por Marx. En ese sentido, los alimentos no pasan desapercibidos para él. Por eso nombra y aporta a la reflexión del consumo de alimentos las siguientes categorías analíticas: productos alimentarios, sus características, su calidad, las cantidades, las formas de preparar, el tiempo de consumo, el lugar de consumo, los modos o formas en la mesa, e incluso algunas descripciones de preparaciones. Claramente, también hace referencia a la oferta y demanda de alimentos, sus precios y costes; como también de ventajas -o desventajas- relativas de producción y consumo en determinada región o país.

Marx ubica su análisis en perspectiva filosófica, aunque el desarrollo del campo que se dedica al estudio del consumo de alimentos y sus condiciones sociales y económicas tuvo como origen, principalmente, preocupaciones empíricas. Sin duda hay muchos otros textos que no son nombrados en este artículo y que se han dedicado al estudio del consumo de los alimentos, pero el propósito de este trabajo es presentar la contribución de Karl Marx al análisis de este tema. En este sentido, lo que aquí se quiere plantear es que la profunda y delicada sensibilidad con la que el filósofo alemán se acercó a la realidad de su tiempo da múltiples pistas para seguir reflexionando acerca de lo que es el hombre hoy; incluso, en lo que respecta al consumo de alimentos.

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*Este balance forma parte del proyecto "¿Qué vamos a comer? Estudio de la relación entre condiciones socioeconómicas y consumo de alimentos en Colombia, 1991-2017". La realización fue posible gracias a la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica: CONICYT-PCHA/Beca Doctorado Nacional/2017-21170258. Especialmente agradezco a Horacio Tarcus por incentivarme a escribirlo y por los textos sugeridos. Así mismo, expreso mi gratitud por los materiales compartidos para su desarrollo a Séverine Gojard, Marie Plessz y Claude Didry del Centre Maurice Halbwachs (Centre National de la Recherche Scientifique, École Normale Supérieure, École des Hautes Études en Sciences Sociales) (París, Francia) donde tuve la oportunidad de realizar mis estancias de investigación. También estoy muy agradecida con los evaluadores doble ciego por sus valiosos comentarios que contribuyeron a mejorar la versión final de este artículo.

1Debe ser claro para el lector que la literatura presentada y esta reflexión se enmarcan en las Ciencias Sociales. Pero en perspectiva médica y nutricional, hay autores relevantes que estudian la relación entre los niveles socioeconómicos y las densidades energéticas de los alimentos y su ingesta (Andrieu, Darmon & Drewnowski, 2006; Caillavet et al., 2005-2006; Darmon & Drewnowski, 2008; Drewnowski et al., 2007). Si bien hay otras ciencias —naturales o biológicas—, disciplinas y autores que dedican sus investigaciones al análisis del consumo de alimentos y sus diferentes aristas, los ejemplos nombrados tienen como propósito mostrar que son amplias las posibilidades de análisis del consumo de alimentos, sus diferentes componentes, o posibilidades de ejecución.

2Revisar algunos textos relevantes: La classe ouvrière et les niveaux de vie: recherches sur la hiérarchie des besoins dans les sociétés industrielles de Maurice Halbwachs (1912) y Consumption, food and taste: culinary antinomies and commodity culture de Alan Warde (1997).

3Esta metáfora es presentada por Karl Marx en el Tercer Manuscrito (Marx, 2007c [1932], p. 154).

4La noción "hombre-máquina" se deriva literalmente de los textos de Marx. Él presenta dicha metáfora de la deformación del hombre en máquina en diferentes momentos de su obra (Marx, 2007c [1932], p. 55, p. 155). E incluso se refiere a la conversión de los hombres no solo a obreros, sino también a una "clase esclava" de obreros (Marx, 2007c [1932], p. 57). Sobre la noción "hombre-máquina" se sugiere revisar también Didry (2017).

5De Quesnay, Shulz, Smith o Ricardo, entre otros exponentes de la economía política. Además del Primer Manuscrito, se sugiere revisar el Tomo II de El Capital, Capítulo XIX (Marx, 2017 [1885], pp. 321-349); y las cartas enviadas por Marx a Engels y publicadas en El Capital, Tomo III (Marx, 2016 [1894], pp. 821-849).

6Este artículo es un esfuerzo por dejar atrás la lectura de sus textos en cuanto a divisiones del "joven", "maduro" o "viejo" Marx; porque no se comparte dicha lectura y aproximación a sus obras. En ellas hay un continuum en los elementos de las premisas, que fundamentan su argumentación a la crítica de la filosofía de su tiempo y a la de la economía política. En sus diferentes obras, a lo largo del tiempo, él desarrolló en profundidad las categorías, nociones y premisas que dan vida a su obra y a sus críticas. Las "críticas" —como él mismo lo señala de manera insistente y reiterada— a la realidad de su tiempo, a la filosofía de sus antecesores y congéneres, y a la economía política —las tesis y antítesis— son presentadas en Los debates sobre la Ley a cerca del robo de leña; La ideología alemana, los Manuscritos de filosofía y economía, el Manifiesto comunista; los Grundrisse, y El capital: crítica de la economía política. No se considera que la distancia temporal, creativa y/o de publicación de las obras, produzca rupturas en la secuencia de sus ideas. Aquí se considera la continuidad, como la permanencia de las ideas en la concepción de las diferentes categorías analíticas y los fundamentos de las críticas a la filosofía y a la economía política —ejemplo: conflictos materiales, hombre, obrero, salario, dinero, mercancía o capital—, en tanto sus argumentos son cada vez más desarrollados en profundidad a medida que avanza el tiempo; lo que responde justamente a la propia naturaleza autocrítica de Marx: revisar las definiciones, profundizarlas, ordenar los argumentos y el hilo argumentativo y los puntos de partida, contrastar con Engels los procedimientos administrativos industriales que él analiza, revisar literatura de otros autores, entre otras actividades de su quehacer filosófico. Tal era su deseo de precisión en las definiciones y argumentaciones que, en los diferentes intercambios epistolares, en el periodo de escritura de El Capital, entre Marx y Engels, este último le pide ser menos "concienzudo" y más práctico para publicar el primer tomo; y le sugiere ponerse fechas para entregar el texto a la imprenta. Se le sugiere al lector revisar las cartas publicadas en El Capital, Tomo I (Marx, 2014 [1867], pp. 737-865) y La formation de la pensée économique de Karl Marx de Ernest Mandel (1982).

7Como se señaló, no se habla de una continuidad temporal, se plantea una continuidad en sus ideas sobre la realidad en el sistema capitalista; y sobre las definiciones o nociones subyacentes en los conceptos que emplea —ejemplo: el dinero como vínculo con la realidad y la posibilidad de interacción en el mundo capitalista—.

8Como se ha tratado de insistir, esa realidad del hombre, en la que existen los sentidos, los sentimientos, el pensar, el crear, la naturaleza, los antepasados, los congéneres, los predecesores y la existencia de los dioses.

9Diferente de lo que se entienda como "religión".

10La noción "raza trabajadora" es presentada por Karl Marx en el Segundo Manuscrito (Marx, 2007c [1932], p. 122).

11 Cuando en este texto se nomina a algo como "material" se hace bajo el respeto de la sensibilidad humana, bajo el reconocimiento de la delicada sensación y sensibilidad humana.

12Marx presenta claramente la creación de la "clase esclava de los obreros" (Marx, 2007c [1932], p. 57). Y en la crítica que hace a la economía política denuncia que esta "solo conoce al obrero en cuanto animal de trabajo, como una bestia reducida a las más estrictas necesidades vitales" (Marx, 2007c [1932], p. 61). Y luego afirma literalmente: "con la misma economía política, con sus mismas palabras, hemos demostrado que el trabajador queda rebajado a mercancía, a las más miserables de todas las mercancías" (Marx, 2007c [1932], p. 104). Y luego, en El Capital, vuelve a resaltar el "inmenso cúmulo de mercancías" que domina las sociedades bajo el modo de producción capitalista (Marx, 2014 [1867], p. 41). Sobre la noción del obrero como mercancía se le sugiere al lector revisar La formation de la pensé économique de Karl Marx.

13Capacidades físicas e intelectuales que existen en la corporeidad, en la personalidad viva de un ser humano, gasto de cerebro o músculo.

14Es el "tiempo de trabajo" o "el tiempo de trabajo social". El "tiempo de trabajo social" es el "que se requiere para crear cualquier valor de uso en las condiciones de producción normales, socialmente dadas, y con el grado social medio de destreza e intensidad del trabajo" (Marx, 2014 [1867], p. 44). Que no es igual al "tiempo de trabajo" porque puede ser que un "tiempo de trabajo" no se esté desarrollando en condiciones "normales". Marx llama condiciones sociales "normales" a una jornada en la que el trabajador cuenta con las herramientas óptimas para ejecutar su función, no excede los límites necesarios para la recuperación del cuerpo, entre otras características (Marx, 2014 [1867], pp. 44-46). De esta diferencia surge la crítica a las jornadas laborales, las extenuantes jornadas laborales y la explotación de trabajador.

15Se le sugiere al lector revisar las aplicaciones empíricas de Frédéric Le Play (1855), Maurice Halbwachs (1912; 1933) y Ernst Engels (Zimmerman, 1932) de esta formulación.

16Debe tenerse presente que Marx expone múltiples definiciones o equivalencias para definir los conceptos que emplea para presentar su argumentación. Por eso, la ejecución del trabajo es también, y al mismo tiempo "el gasto" de un cuerpo, un músculo, un nervio o un cerebro (Marx, 2014 [1867], p. 156). Por eso, Marx afirma claramente: "valor de trabajo —value of labor— es, en realidad el valor de la fuerza de trabajo que existe en la propia persona del trabajador y que no puede confundirse con su función, el trabajo, como no puede confundirse una máquina con las operaciones que realiza" (Marx, 2014 [1867], p. 479). A saber, no puede negarse que la fuerza de trabajo es el hombre mismo, aun cuando venda fuerza de trabajo y realice una función: trabajar.

17Y cantidad de dinero, por X cantidad de horas.

19No precisamente porque Marx esté considerando la transformación del humano a máquina como "legal"; sino que, en el sistema capitalista, por medio de los legisladores, se hace legal (Marx, 2014 [1867], pp. 160-161).

20Noción que es problematizada por Marx, porque no es precisamente eso es a lo que él concibe como "libertad" —como ya se trató de explicar—, pero en el sistema capitalista se es "libre" de disponer de la vida para trabajar, para poder vivir o sobrevivir. No es la esclavitud, como sistema productivo en el que el esclavo es retenido contra su voluntad para trabajar; y el dueño del esclavo se hace cargo de su vivienda y comida, mientras ejerce cualquier tipo de abuso. En este caso, se es "libre" de venderse, incluso a condiciones miserables y precarias, y bajo cualquier tipo de abuso. O se es "libre" de morir de hambre (Marx, 2014 [1867], pp. 161).

Cómo citar/ How to cite this item: Torres-Pabón, G. (2020). Karl Marx y el análisis del consumo de alimentos. Ensayos de Economía, 30(56), 31-52. https://doi.org/10.15446/ede.v30n56.82980

Recibido: 17 de Octubre de 2019; Aprobado: 27 de Noviembre de 2019; Revisado: 15 de Enero de 2020

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