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Ensayos de Economía

Print version ISSN 0121-117XOn-line version ISSN 2619-6573

Ens. Econ. vol.31 no.59 Medellín July/Dec. 2021  Epub Dec 26, 2021

https://doi.org/10.15446/ede.v31n59.87763 

Artículos

Uso del tiempo y práctica alimentaria. Análisis sociodemográfico para los hogares colombianos, 2012 y 2017*

Use of Time and Eating Habits. A Socio-demographic Analysis of Colombian Homes, 2012 and 2017

**Doctora en Sociología por la Pontificia Universidad Católica de Chile (Chile). Docente tiemplo completo de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales en la Universidad Santiago de Cali (Colombia). Correo electrónico : gtorresl@uc.cl https://orcid.org/0000-0002-1602-8249


Resumen

El objetivo de este artículo es analizar las diferencias sociodemográficas en el uso del tiempo de las diferentes actividades que configuran la práctica alimentaria en los hogares colombianos. Para desarrollar el análisis se trabajó la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo, realizada por el Departamento Nacional de Estadística (DANE) entre 2012 y 2017. Se siguió una metodología cuantitativa: estadística descriptiva y estimación de modelos lineales controlados por las características sociodemográficas de los hogares. Las hipótesis principales es que existen diferencias sociodemográficas en el uso del tiempo en la práctica alimentaria, así como se esperan cambios en el tiempo destinado a la práctica alimentaria en los hogares. Los resultados comprueban desigualdades sociodemográficas y una disminución en el tiempo destinado a la práctica alimentaria. Y se revela, adicional a lo propuesto, inseguridad alimentaria.

JEL: I3; D14; J22.

Palabras clave: uso del tiempo; hogares; condiciones sociodemográficas; desigualdad; inseguridad alimentaria

Abstract

The aim of this article is to analyze the socio-demographic differences in the use of time in the different activities that make up eating habits in Colombian households. To develop this analysis the National Survey of the Use of Time, carried out by the National Department of Statistics (DANE) between 2012 and 2017, was examined. A quantitative methodology was used: descriptive statistics and estimates of linear models controlled by the social demographic characteristics of the homes. The main hypothesis is that there are socio-demographic differences in the use of time in what refers to eating habits, as well as an expected change in the time allotted to eating habits in the homes. The results prove there are social demographic inequalities and a decrease in time allotted to eating habits. In addition to what is proposed, food insecurity is uncovered.

JEL: 13; D14; J22.

Keywords: use of time; households; socio-demographic conditions; inequality; food insecurity

Introducción

Las investigaciones sobre el uso del tiempo datan de principios del siglo XX (Bauman et al., 2019). En dicha época, los estudios sobre el uso del tiempo fueron utilizados como medios de medición de los procesos productivos y del trabajo obrero. Posteriormente, se examinaron actividades de trabajo remunerado, trabajo en el hogar o cuidado personal; se hicieron divisiones analíticas por día, semana o año; por grupos de población como trabajadores, estudiantes, o amas de casa; y por sectores geográficos ya fuera urbano o rural (Pentland et al., 2002). Luego, los trabajos se centraron en la medición del trabajo doméstico y de las diferencias del uso del tiempo entre hombres y mujeres (Bauman et al., 2019; Budendler, 2010). Hasta que -finalmente- los estudios del uso del tiempo se usaron como indicadores de calidad de vida (Ås, 1978), con el estudio del tiempo libre y el ocio (Bauman et al., 2019).

Metodológicamente, dichas investigaciones estudiaban principalmente diarios, luego encuestas nacionales y revisaban el tiempo destinado a determinadas actividades -ocio, trabajo, consumo- (Ås, 1978; Bauman et al., 2019). Así, el análisis del uso del tiempo en los hogares se constituyó como un indicador social, como una manifestación concreta de condiciones sociales, económicas, de bienestar y de condiciones o calidad de vida (Ås, 1978).

Teóricamente, un trabajo importante en la reflexión del uso del tiempo es el de Becker (1965). En perspectiva económica1, el autor plantea que los hogares deben distribuir el tiempo disponible (T) entre el tiempo de consumo (T c ) y el tiempo de trabajo (T w ). El tiempo de trabajo (T w ) por el valor de cada unidad de tiempo (w) genera un ingreso (I). Y en sentido opuesto, el tiempo de consumo (T c ) tiene un precio (p) por actividad, lo que genera un costo (T c p). En ese orden, el tiempo destinado al trabajo o al consumo depende de lo que el hogar (i) quiera maximizar en su función de utilidad (U i ). La función de utilidad está dada por diferentes actividades que generen utilidad en el hogar. Entre esas actividades el autor señala, por ejemplo: dormir, comer, estudiar u ocio. Y plantea que, dependiendo del nivel socioeconómico del hogar, puede haber una mayor propensión a preferir generar ingresos (I=T w w), por lo tanto, destinar más tiempo al trabajo (T w ) que al tiempo de ocio, esparcimiento u otras actividades de consumo (T c ). Desde esta perspectiva, se puede decir que los hogares son productores y consumidores que buscan minimizar costos y maximizar utilidad. En este sentido, se tiene: un valor del tiempo, actividades que generan (o no) valor, preferencias, restricciones, un costo de oportunidad, minimización de costos y maximización de utilidad. También, de acuerdo con Pentland et al. (2002), se puede concebir al análisis del uso del tiempo -en términos teóricos- como una manifestación de los estilos de vida y de la estructura social y -bajo una aproximación empírica- estos trabajos brindan información del contexto de las actividades que realiza un grupo social. Eso significa -en términos concretos- que las reflexiones sobre el uso del tiempo muestran cómo las personas lo usan en diferentes esferas de su vida cotidiana: trabajo remunerado, trabajo no remunerado, trabajo en el hogar y cuidado personal; como también puede ser revelador de pobreza y de necesidades de grupos sociales especiales: ancianos, mujeres, niños, entre otros.

Pero -aún- el análisis del uso del tiempo sirve para comprender cambios en la vida social: patrones y cambios de horas trabajadas remuneradas o no remuneradas, de tiempos de compras, de tiempos de esparcimiento u otras actividades de la vida cotidiana. Así pues, los análisis sobre el uso del tiempo sirven para lineamientos de políticas públicas de calidad de vida (Pentland et al., 2002). Actualmente, una de las principales preocupaciones de los estudios del uso del tiempo está asociada al análisis del uso del tiempo en las mujeres, quienes mayoritariamente lo utilizan en actividades del sector informal o en actividades no remuneradas, lo que ocurre en países desarrollados y no desarrollados (Budendler, 2010). Dichas preocupaciones se concentran en estudios sobre: trabajo doméstico, trabajo no remunerado, nutrición, cuidado de niños, división sexual y social del trabajo o uso de tecnologías (Pentland et al., 2002).

De modo que, este artículo se concentra en el estudio del uso del tiempo, especialmente en el trabajo doméstico no remunerado, puntualmente en la práctica alimentaria de los hogares y las diferentes actividades que la componen. En la sociología del consumo de alimentos (Cardon et al., 2019; Poulain, 2002; Régnier et al., 2006) se concibe que el consumo de alimentos en los hogares como categoría teórica integra aspectos analíticos como productos, precios, calidades, cantidades, mercados o lugares de abastecimiento, presupuesto de gastos en alimentos por parte de los hogares, almacenamiento de alimentos, preparaciones -cocinar-, ingesta -comer-, manejo y desecho de residuos; o uso del tiempo como reveladores no solo de la desigualdad social o económica de los grupos sociales que hacen parte de una comunidad -o como manifestaciones de estilos de vida o de calidad de vida- sino también como insumo para identificar las condiciones problemáticas -o no- en las que se ejecuta la práctica alimentaria. Es decir, dichas variables pueden arrojar hallazgos de problemas en acceso a alimentos ya sea por ingresos, precios o cantidades. En otros casos, problemas de calidad -alimentos saludables o no saludables-. O, incluso, puede arrojar problemas de frecuencia y temporalidad para la obtención y manejo de recursos alimentarios.

Por lo tanto, la pregunta que guía esta investigación es ¿cómo las condiciones sociodemográficas de los hogares se relacionan el uso del tiempo en la práctica alimentaria en Colombia? Para desarrollarla se trabajó las encuestas nacionales del uso del tiempo, realizadas por el Departamento Nacional de Estadística (DANE) entre 2012 y 2017. Se siguió una metodología cuantitativa: estadística descriptiva y estimación de modelos lineales controlados por las características sociodemográficas de los hogares. Este artículo está dividido en cinco secciones además de esta sección introductoria. Una en la que se presenta el marco teórico, otra en la que se exponen los datos y metodología, una siguiente en la que se muestran los resultados, luego una sección para la discusión, y una final para las conclusiones.

La pregunta general implica tener presente las preguntas específicas que se plantean en este artículo: ¿qué actividades se desarrollan alrededor de la práctica alimentaria? ¿Cuánto tiempo destinan los hogares para dichas actividades? ¿Cómo se correlacionan las características sociodemográficas de los hogares y el uso del tiempo en la práctica alimentaria? ¿Cómo ha cambiado el uso del tiempo en la práctica alimentaria?

Al partir de dichas preguntas, se debe saber que hay dos hipótesis principales a comprobar en este artículo:

  1. Existen diferencias sociodemográficas de los hogares en el uso del tiempo, teniéndose presente las diferentes actividades que componen la práctica alimentaria.

  2. Existen cambios y continuidades en el uso del tiempo en la práctica alimentaria en Colombia.

Por otra parte, respecto al caso colombiano, se puede decir que Colombia tiene altos niveles de desigualdad y pobreza (CEPAL, 2019), y con variados problemas de consumo alimentario -desnutrición, subalimentación y obesidad- (OPS y FAO, 2017). Entonces, ¿cómo la desigualdad, la pobreza y los problemas de los hogares en la práctica alimentaria pueden ser percibidos en el estudio estadístico del uso del tiempo? (Antonoupoulus & Hirway, 2014).

En Colombia se han realizado análisis sobre el uso del tiempo libre en las clases obreras bajo metodologías cualitativas (Archila, 1991; Mayor, 1979). Y en metodología cuantitativa, bajo perspectiva médica, se ha estudiado la actividad física ocupacional, de transporte y de tiempo libre, respecto a las condiciones sociodemográficas y económicas en hombres y mujeres en el Departamento de Santander (Hormiga-Sánchez et al., 2016). Y -también en metodología cuantitativa- bajo el lente de las brechas de género, se revisó el uso del tiempo de mujeres y hombres en Colombia (Villamizar, 2011). Estos trabajos son valiosos aportes para la reflexión del uso del tiempo en Colombia, en la medida que dan indicios de las diferencias en este fenómeno, dadas las características sociodemográficas y económicas de los hogares o las personas.

En concreto, el análisis del uso del tiempo destinado a la práctica alimentaria -desagregada en las actividades que la pueden componer- no había sido realizado para Colombia, bajo el marco teórico y la metodología que se siguieron, por lo que se espera que sea una contribución a las reflexiones que se interesan por el uso del tiempo en la alimentación en el país.

Marco teórico

El consumo de alimentos o la práctica alimentaria en los hogares puede ser entendido como un sistema que agrupa diferentes etapas -aprovisionamiento, almacenamiento, preparación, ingesta y desechos-, lo que a su vez significa que es un sistema que se configura mediante la realización de diferentes actividades: compra, siembra o caza, ordenar los alimentos -perecederos o no perecederos-, cocinar, comer, limpiar, lavar o desechar residuos. Por lo tanto, la revisión de la literatura seguirá dos líneas interpretativas:

  1. La práctica alimentaria como un conjunto diverso de actividades que se conectan entre sí; y que está condicionada por las diferencias de las características sociodemográficas de quienes desarrollan la práctica

  2. Práctica alimentaria, uso del tiempo y cambio

Según Reckwitz (2002), la práctica se define como un tipo de comportamiento rutinario que interconecta formas de ver el mundo, costumbres, motivaciones, elementos materiales, saberes, ventajas, desventajas, entre otros" (p.p. 249, 250). Al aplicar dicho punto de partida a las diferentes actividades que componen la posibilidad de ejecución de la práctica alimentaria en los hogares, se entiende que la práctica alimentaria conecta diferentes elementos de la realidad y -por ende- la ejecución de la práctica alimentaria no depende solo de las posibilidades individuales de los practicantes, sino que -también- su capacidad de ejecución se ve delimitada por el contexto en el que esta toma existencia. En otras palabras, la práctica alimentaria se hace posible, se produce -o no- y se reproduce -o no- por las facilidades de los practicantes en diferentes dimensiones de su vida cotidiana y de la realidad en la que se circunscriben (Bourdieu, 1998; Holm, 2013; Holm & Kjaernes, 2006; Poulain, 2002; Régnier et al., 2006; Warde, 1997).

Así pues, si se tiene presente que en términos teóricos la posibilidad de ejecutar el consumo de alimentos en los hogares hace explícita la necesidad de realización de diferentes actividades -aprovisionamiento, almacenamiento, preparación, ingesta y manejo de desechos-, entonces, cuando se habla de la noción "práctica alimentaria", cada una de las actividades anteriores está contenida en dicha noción; y -a su vez- cada actividad interconecta formas de sentir y pensar al mundo, costumbres, motivaciones, elementos materiales, saberes, ventajas, desventajas, entre otros.

En lo que corresponde a una aproximación empírica, se mostrará que son diferentes las actividades que ejecutan los hogares para hacer posible la práctica alimentaria, y esas actividades se desarrollan dependiendo de las posibilidades o limitaciones de los hogares. Y la plasticidad de dicha definición permite preguntarse: ¿cómo concebir la relación uso del tiempo y práctica alimentaria en países con altos niveles de desigualdad y pobreza como Colombia? (Antonoupoulus & Hirway, 2014). Así pues, al conectar uso del tiempo y práctica alimentaria -en términos teóricos- es posible decir que el uso del tiempo en la práctica alimentaria es un revelador de la desigualdad o la diferenciación social (Coulangeon et al., 2002; Pontieux, 2015).

Pero, por otra parte, el uso del tiempo en los hogares implica el ordenamiento de un conjunto de actividades que deben ser distribuidas en un presupuesto diario de 24 horas. Dichas actividades pueden clasificarse entre trabajo y ocio (National Research Council Staff, 2000), o -en otras palabras- en actividades remuneradas o no remuneradas. Y hay actividades que corresponden a necesidades vitales, como lo es la práctica alimentaria, pero entonces: ¿cómo el uso del tiempo de una actividad vital como el consumo de alimentos o la práctica alimentaria muestra la diferenciación económica? o más aún: ¿cómo el estudio del uso del tiempo de los hogares es revelador de la calidad de vida de los habitantes de un país? (Folbre, 2009).

Dicha pregunta supone retos teóricos y empíricos. Teóricos, por una parte, porque el consumo de alimentos implica el sostenimiento de un cuerpo, que es una fuerza de trabajo, lo que hace evidente que no solo es una actividad más que vital en términos fisiológicos, sino que -también- implica la posibilidad de generación de riqueza y de producción indirecta de medios de producción (Marx, 1932/2007), que en la literatura se encuentra como tiempo de recuperación (Ponthieux, 2015). Por otra parte, hay actividades asociadas la práctica alimentaria que generan riqueza -por ejemplo, hombres que se dedican a actividades remuneradas, mientras dejan de participar en actividades no remuneradas del trabajo del hogar, lo que le permite un crecimiento en su carrera laboral o académica, o posibilidad de generación de ingresos en contraste con aquellas personas que dedican tiempo de su vida a actividades no remuneradas-, o en su defecto detrimento en ésta o ingresos para otros -como es el caso de mujeres que se dedican al cuidado del hogar, pero no perciben una valorización monetaria por el tiempo que destinan a la actividad o, al mismo tiempo, dejan de realizar actividades remuneradas (Beagan et al., 2008; Bianchi et al., 2012; Bittman, 2015; Dotti, 2018)-, lo que se traduce en desigualdades de ingreso, de generación de ingresos o riqueza, de conocimientos o desigualdades de género.

Por otra parte, en términos metodológicos, hay actividades de la práctica alimentaria que son catalogadas directamente como trabajos que aportan a las cuentas nacionales de los países. Así, -aun si se está hablando de una actividad que no es remunerada, en términos salariales- no se asume aquí que la práctica alimentaria carece de valor económico y -por el contrario- se plantea un problema de valorización monetaria de la práctica (Bianchi et al., 2012; Budlender, 2010). De modo que estamos diciendo que el estudio del uso del tiempo es revelador de desigualdades sociales y económicas, no solo al interior de los hogares, sino también a nivel macroeconómico.

Adicionalmente, se ha comprobado que existen cambios en los tiempos destinados a la práctica alimentaria. Estos se pueden dar por razones tecnológicas -disposición de implementos culinarios que minimizan el tiempo de cocción u otras (Warde, 1997)-, culturales -como el ingreso de la mujer al sistema educativo y al mercado laboral (Warde, 1997)- o económicas -por ejemplo, oferta de alimentos listos para comer, consumo de alimentos fuera del hogar, entre otros (Smith et al., 2013; Warde, 1997)-.

Por lo tanto, la conexión práctica alimentaria, uso del tiempo y cambio implica pensar, como se ha tratado de explicar, la existencia de múltiples actividades que requieren de tiempo de la vida que hace de manifiesto un conflicto entre actividades remuneradas o no remuneradas, cuyo uso temporal ha cambiado en los últimos años y develan desigualdades o diferenciaciones sociales y económicas (Bianchi et al., 2012; Gershuny & Harms 2016; Plessz & Étilé, 2019; Reckwitz, 2002; Warde, 1997).

Datos y metodología

Para la realización de este artículo se utilizó la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) realizada por el DANE, para los años 2012-2013 y 2016-2017. Por lo tanto, para este artículo se toma como punto de inicio el primer año de la primera encuesta y como punto de llegada el último año de la segunda. La encuesta contiene las características sociodemográficas y económicas del hogar, que para la interpretación y discusión se imputan a personas. La muestra se compone de ambos: hombres y mujeres, de 10 años o más, que participan o no en las actividades de los hogares. La información que provee la encuesta está en horas. La selección de los años 2012 y 2017 fue una decisión práctica por dos razones: primero, son las bases más actuales disponibles para poder realizar este tipo de análisis en Colombia; segundo, para poder estudiar el cambio -o no- del uso del tiempo en la práctica alimentaria era necesario usar las dos encuestas. Razón por la que no se hizo el estudio solo de una de las bases de datos, sino de los dos años disponibles.

Las preguntas utilizadas de la encuesta para este artículo corresponden a tiempo no remunerado, que son realizadas únicamente para el consumo del hogar, aunque se incluyen actividades que forman parte del sistema nacional de cuentas. No se incluyen actividades remuneradas o realizadas para otros hogares:

  1. Comer

  2. Preparar y servir alimentos

  3. Levantar los platos, lavarlos

  4. Preparar conservas, quesos o embutidos

  5. Llevar comida a personas de este hogar a su sitio de trabajo, estudio u otro lugar fuera de esta vivienda

  6. Traer agua para el uso de este hogar

  7. Traer combustibles para cocinar como: carbón mineral o de palo, materiales de desecho, gas propano, gasolina, petróleo, kerosene y sus derivados

  8. Comprar artículos para este hogar (incluidos los alimentos)

  9. Dirigir o supervisar las actividades de este hogar tales como: preparación de alimentos, entre otros.

  10. Ayudar a alimentar a personas de este hogar

  11. Plantar, regar, abonar, deshierbar, cosechar en una huerta casera o cultivo

  12. Criar animales para el consumo del hogar tales como: gallinas, cerdos, patos, conejos, etcétera.

  13. Cazar o pescar animales para el consumo de este hogar.

  14. Ayudar en actividades de extracción de minerales como: carbón, sal, etcétera, para consumo de este hogar.

  15. Recoger leña para el uso de este hogar.

Para construir la variable dependiente, una de las decisiones metodológicas importantes a tomar fue la imputación de ceros a los casos que se reportan como perdidos en la encuesta, pues se asume que la persona no destinó tiempo a esa actividad. Luego, dado que el tiempo reportado por los hogares está en horas, para este artículo se recodificaron las variables en minutos. En consecuencia, se asume como variable dependiente la sumatoria del tiempo promedio destinado en el hogar a las actividades anteriormente nombradas. La información corresponde a un día de referencia.

En línea con la literatura del tema, como variables independientes y sociodemográficas se estiman: presencia de al menos una mujer en el hogar (Sí/No) (Tashiro & Lo, 2012); presencia de menores de cinco años de edad (Sí/No) (Kolodinsky & Goldstein, 2011; Monsivais et al., 2014; Pepin et al, 2018); edad del jefe del hogar -variable categórica de referencia: 13 a 29 años ; 30 a 44; 45 a 59; 60 o más- (Huifen et al., 2010; Kolodinsky & Goldstein, 2011); etnia auto-percibida -variable categórica de referencia: indígena, gitano, rom, raizal del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, palenquero de San Basilio, afrocolombiano, afrodescendiente-negro-mulato, ninguno de los anteriores grupos- (Kolodinsky & Goldstein, 2011; Tashiro, 2009); sector Cabecera / Resto (Huifen et al., 2010); regiones -variable categórica de referencia: Bogotá D.C., Atlántica, Central, Oriental, Pacífica, San Andrés- (Kolodinsky & Goldstein, 2013); días de la semana, de lunes a domingo, lo que corresponde al día de referencia (ver tabla 1).

Tabla 1 Descriptivos de las variables categóricas y continuas del modelo 

Fuente: elaboración propia a partir de DANE (2012; 2017).

Para el caso del modelo saturado, se agregó la variable año (2012/2017). Las estimaciones son robustas y están controladas por diseño de la encuesta. Se estimaron modelos de regresión lineal:

donde la ecuación 1 representa la estimación para cada año (2012 y 2017). Y la ecuación 2 representa la estimación del conjunto de las muestras -saturado: años 2012 y 2017- estimándose también la variable Año que distingue a las muestras. La variable épsilon responde a la necesidad de tener en cuenta que hay variables que no son estimadas en el modelo y que podrían influir en la estimación.

La metodología de estimar un modelo de regresión lineal por cada año y por modelo saturado se conoce como el test de Chow. Su objetivo es comprobar si existen cambios estructurales en las variables estimadas entre las diferentes muestras -2012, 2017 y datos saturados. En otras palabras, se propone hallar diferencias estadísticamente significativas entre los coeficientes estimados.

Dado que la variable dependiente del modelo a estimar es la sumatoria del tiempo promedio del hogar destinado a cada actividad nombrada anteriormente, se halló la correlación entre las diferentes variables -actividades- y total -Tabla 2-, para los datos del año 2012, 2017 y saturados. Dado que las correlaciones siguen un patrón similar para las tres muestras, se tomó la decisión metodológica de presentar resultados de las pruebas de hipótesis de diferencia de medias a una cola en el caso de categorías dicotómicas y análisis de varianza para variables con más de dos categorías, de aquellas variables que tienen una correlación menor a 0,4 con la variable total, para discutir algunas diferencias sociodemográficas puntuales de los hogares colombianos.

Tabla 2 Correlación entre las diferentes actividades y total. Datos 2012, 2017 y saturados (N expandido) 

Fuente: elaboración propia a partir de DANE (2012; 2017).

Vale resaltar que se confirmó normalidad para las diferentes variables dependientes, para proceder con la estimación de los modelos, y los datos presentados son expandidos por el factor de expansión de la encuesta2.

Resultados

En Colombia disminuyó en 20,97 minutos el tiempo promedio total que destinan los hogares a la práctica alimentaria. La máxima diferencia fue para el preparado y servido (-7,2 minutos) y la segunda fue el comer (-6,36 minutos). Pero en términos de proporciones, el tiempo de comer aumentó. Para el año 2017, representa el 43,8% del promedio total del tiempo destinado a la práctica alimentaria, mientras que para el año 2012 representó el 41,8% (ver Tabla 3).

Tabla 3 Estadísticos descriptivos por actividad de la práctica alimentaria y total, 2012-2017 (en minutos - N expandido - proporción en porcentaje) 

Fuente: elaboración propia a partir de DANE (2012; 2017).

Al analizar las características sociodemográficas de los hogares respecto al tiempo total promedio destinado a la práctica alimentaria en el hogar, se encuentra que la presencia de al menos una mujer en el hogar -categoría de referencia hogares configurados solo por hombres- tiene una relación positiva en el tiempo que se destina a la práctica alimentaria. Esto puede hacer inferir estadísticamente que, ante la presencia de una mujer en el hogar respecto a hogares sin presencia de al menos una, incrementa el tiempo promedio que los hogares utilizan para la práctica alimentaria en cualquiera de las actividades que la componen. Para el 2012 se halló una correlación de 26,81 (p<0,01), en 2017 de 16,73 (p<0,01) y para el modelo saturado 20,87 (p<0,01). También se encontró una diferencia estadísticamente significativa entre los coeficientes estimados para las variables presencia de al menos una mujer en el hogar (p<0,01).

Adicionalmente, si hay personas menores de 5 años en el hogar -en contraste con la categoría de referencia que no hay personas menores de 5 años- se percibe una correlación positiva en el tiempo promedio destinado al consumo del hogar para el año 2012 (34,52 p<0,01). Mientras que en el año 2017 se encontró una correlación negativa (-3,9 p<0,01). Y para el modelo saturado se halló una correlación positiva (14, 91 p<0,01). Existen diferencias significativas entre los coeficientes estimados para cada modelo en lo que corresponde la presencia de menores de 5 años en el hogar (p<0,01).

Al revisar el modelo por edad del jefe del hogar, teniéndose como categoría de referencia 13 a 29 años -respecto al grupo de 60 años o más- se halla que incrementa en el tiempo promedio para esta práctica. Para el año 2012 se halló una correlación de 13,62 (p<0,01). Y para el año 2017 para el grupo de hogares con edad del jefe del hogar entre 30 y 44 años, respecto a la categoría de referencia 13 a 29 años, se encontró un coeficiente de 4,84 (p<0,01). Para el grupo con edad del jefe del hogar entre 45 a 59 años, respecto a la misma categoría de referencia, la estimación arrojó un coeficiente de 19,40 (p<0,01). Y entre la categoría de 60 años o más, sobre la categoría de referencia 13 a 29 años, se halló un coeficiente de 30,30 (p<0,01). En contraste, en el modelo saturado, para el grupo de hogares con edad del jefe del hogar entre 30 y 44 años, respecto a la categoría de referencia 13 a 29 años, se encontró un coeficiente de 2,4 (p<0,05). Para el grupo con edad del jefe del hogar entre 45 a 59 años, respecto a la misma categoría de referencia, la estimación arrojó un coeficiente de 10,23 (p<0,01). Y entre la categoría de 60 años o más, sobre la categoría de referencia 13 a 29 años, se halló un coeficiente de 23,13 (p<0,01). En resumen, se puede afirmar que a medida que incrementa la edad, respecto a la categoría de referencia, incrementa el tiempo destinado a la práctica alimentaria. Se confirma que existen diferencias estadísticamente significativas entre los coeficientes estimados para la variable categórica de la edad del jefe del hogar (p<0,01).

Por etnia, como categoría de referencia la etnia indígena, se encontró que raizal del archipiélago tiene una correlación negativa con el tiempo que destina a la práctica alimentaria. Esto es: un coeficiente de -20,3 (p<0,05) para el año 2012 y -13,76 (p<0,05) en el modelo saturado. Igualmente, palenquero, respecto a la misma categoría de referencia etnia indígena, tiene una correlación negativa con el tiempo destinado a la práctica alimentaria. Pero en este caso los coeficientes son: -19, 38 (p<0,01) en el año 2012, -15,78 (p<0,01) en el año 2017, -20,67 (p<0,01) en el modelo saturado. Con las etnias negro, mulato o afrodescendientes, respecto a la misma categoría de referencia, se halló una correlación negativa para todos los modelos estimados: -11,66 (p<0,01) en el año 2012, -8,19 (p<0,01) en el año 2017 y -9,25 (p<0,01) en el modelo saturado. Se confirma que existen diferencias estadísticamente significativas entre los coeficientes estimados para la variable etnia (p<0,05).

Por sector, con categoría de referencia las cabeceras, se encuentra que en el resto del país hay una correlación positiva estadísticamente significativa de 33,59 (p<0,01) para el año 2012, de 21,44 (p<0,01) para el año 2017 y de 27,25 (p<0,01) para el modelo saturado. En otras palabras: cuando el hogar no está ubicado en las cabeceras, se destina más tiempo para la práctica alimentaria. Existen diferencias estadísticamente significativas entre las correlaciones estimadas para la variable Cabecera vs. Resto (p<0,01).

Para el día sábado, respecto al lunes como categoría de referencia, se halló una correlación positiva de 4,55 (p<0,01) para el año 2012, para el año 2017 una correlación de 2,7 (p<0,1), y para el modelo saturado de 3,8 (p<0,01). Mientras que, para el domingo, respecto a la misma categoría de referencia, se hallaron asociaciones de 6,8 (p<0,01) para el año 2012, de 4,1 (p<0,01) para el año 2017 y de 5,3 (p<0,01) para el modelo saturado. Y, para los días festivos, respecto a la misma categoría de referencia, se hallaron coeficientes de 4,6 (p<0,05) para el año 2012, luego de 4,5 (p<0,05) para el año 2017 y de 4,83 (p<0,01) para el modelo saturado. Dichos resultados permiten inferir estadísticamente que en los sábados, domingos y días festivos hay una correlación positiva, estadísticamente significativa a diferentes niveles de significancia, en el tiempo promedio que se destina a la práctica alimentaria.

La cantidad de personas, como variable de control, permite de afirmar que, a mayor cantidad de personas en el hogar, existe una correlación negativa estadísticamente significativa en el tiempo promedio que se dispone para la práctica alimentaria: -8,11 (p<0,01) para el año 2012, -8,7 (p<0,01) para el año 2017 y -8,3 (p<0,01) en el modelo saturado. Existen diferencias estadísticamente significativas entre los coeficientes de la variable cantidad de personas en el hogar (p<0,1). La variable región es variable de control.

Ahora bien, se le recuerda al lector que las correlaciones más altas con el promedio total del uso del tiempo en la práctica en los hogares colombianos son: comer, preparar y servir alimentos, levantar y lavar platos y comprar, por lo que se supone que siguen un patrón similar a los modelos estimados. Mientras que hay otras variables que tienen una correlación nula o muy baja -llevar alimentos, traer agua para el consumo del hogar, dirigir, ayudar, oficios varios, huerta, criar, leña y combustibles-. Las siguientes líneas pretenden revisar algunas pruebas de hipótesis de diferencias de medias de uso del tiempo con las actividades que presentan una correlación nula o baja con la variable total.

Así pues, al estudiar las diferencias sociodemográficas por actividad de menor correlación respecto de la variable total, se encontró que en los hogares con presencia de al menos una mujer en el hogar se destina más tiempo para llevar comida a los integrantes del hogar tanto en el año 2012 (Ha μHom - μMuj < 0, rechazo H 0 p<0,01), como en el año 2017 (p<0,01). En la actividad de ayudar a alimentar a otras personas, el promedio del tiempo destinado a ayudar es mayor en los hogares con presencia de al menos una mujer en él, respecto a hogares sin presencia de al menos una mujer en él, tanto en el año 2012 como en el año 2017 (Ha μHom - μMuj < 0, rechazo H o , p<0,01). Sin embargo, en lo que corresponde a dirigir o supervisar las actividades del hogar no existen diferencias estadísticamente significativas en el año 2017, entre hogares compuestos solo por hombres y aquellos que tienen presencia de al menos una mujer en él. Y en el año 2012 la hipótesis nula se puede rechazar (H a : μ Ham Muj < 0) a un p<0,05, dada una diferencia de 0,28 minutos promedio más en las mujeres.

Por otra parte, en las zonas rurales existe un mayor tiempo destinado a la búsqueda de agua para el uso del hogar en el año 2012 y 2017 (H a μCah - μ Reto <0 , rechazo Ho, p<0,01). Y en lo que corresponde al sostenimiento del huerto, criar, buscar leña u otros combustibles, es mayor el tiempo promedio destinado en los hogares que se ubican en el Resto del país, respecto a los hogares que se ubican en la Cabecera (H a μCah - μ Reto < 0, rechazo Ho, p<0,01).

En contraste, al revisarse al tiempo promedio del hogar destinado a llevar alimentos a algún miembro de este a su sitio de trabajo o estudio, se puede decir que a medida que incrementa la edad -30-44, 45-59, 60 o más-, respecto a la categoría de referencia (13-29), dicho tiempo disminuye tanto en el año 2012 (p<0,01), como en el año 2017 (p<0,05).

Y -finalmente- para controlar los resultados, se halla que en los días sábados, domingos y festivos el tiempo promedio para llevar alimentos es menor que el tiempo promedio para llevar alimentos en los días de la semana lunes, martes, miércoles, jueves y viernes, tanto en el año 2012 (p<0,01), como en el año 2017 (p<0,1). Pero vale resaltar que la diferencia en el tiempo promedio para llevar alimentos en los días lunes, martes, miércoles, jueves y viernes respecto a sábados, domingos y festivos ha disminuido en el tiempo.

Tabla 4 Modelos de regresión lineal (2012, 217 y saturado) 

Errores robustos entre paréntesis

*** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1

Fuente: elaboración propia a partir de DANE (2012; 2017).

Discusión

La pregunta general que guio esta investigación es: ¿cómo las condiciones sociodemográficas de los hogares se relacionan el uso del tiempo en la práctica alimentaria en Colombia? Las hipótesis que se propusieron comprobar bajo dicha pregunta son:

  1. Existen diferencias sociodemográficas de los hogares en el uso del tiempo, teniéndose presente las diferentes actividades que componen la práctica alimentaria.

  2. Existen cambios y/o continuidades en el uso del tiempo en la práctica alimentaria en Colombia.

Al mismo tiempo, se plantearon al inicio de este artículo, preguntas que teóricamente se pueden contener en la pregunta general, como: ¿qué actividades se desarrollan alrededor de la práctica alimentaria? ¿Cuánto tiempo destinan los hogares para dichas actividades? ¿Cómo se correlacionan las características sociodemográficas de los hogares y el uso del tiempo en la práctica alimentaria? ¿Cómo ha cambiado el uso del tiempo en la práctica alimentaria?

Primero, siguiéndose los datos de la encuesta nacional del uso del tiempo, se halló que las actividades que se desarrollan alrededor del consumo de alimentos o la práctica alimentaria son: comer, preparar y servir alimentos, levantar los platos y lavar la loza, preparar conservas, quesos o embutidos, llevar comida a personas de este hogar a su sitio de trabajo, estudio u otro lugar fuera de esta vivienda, traer agua para el uso de este hogar, traer combustibles para cocinar como: carbón mineral o de palo, materiales de desecho, gas propano, gasolina, petróleo, kerosene y sus derivados, comprar artículos para este hogar (incluidos los alimentos), dirigir o supervisar las actividades de este hogar tales como: preparación de alimentos, entre otros, ayudar a alimentar a personas de este hogar, plantar, regar, abonar, deshierbar, cosechar en una huerta casera o cultivo, criar animales para el consumo del hogar tales como: gallinas, cerdos, patos, conejos, etc., cazar o pescar animales para el consumo de este hogar, ayudar en actividades de extracción de minerales como: carbón, sal, etcétera, para consumo de este hogar, y recoger leña para el uso de este hogar.

Segundo, sobre el tiempo que se destina para la práctica alimentaria es diverso en cada hogar, pero se encontró que existe una alta proporción de tiempo promedio para comer, preparar y servir (tabla 3). Tercero, las características sociodemográficas de los hogares y el uso del tiempo en la práctica alimentaria se correlacionan de manera estadísticamente significativa. Y cuarto, existe una disminución en el uso del tiempo destinado al consumo del hogar.

De este modo, sobre la pregunta general y las hipótesis propuestas se puede afirmar -sobre la primera hipótesis- que se demuestra que en Colombia existen diferencias sociodemográficas en el tiempo promedio que se usa para la práctica alimentaria en los hogares. Con base en la literatura, esto es revelador empírico de los supuestos teóricos sobre la diferenciación o desigualdad social o económica, que puede ser comprendida a través del estudio del uso del tiempo.

La presencia de al menos una mujer en el hogar tiene una asociación positiva estadísticamente significativa, lo que permite inferir estadísticamente que su rol permanece. Esto es: se afirma que ella sigue asumiendo el rol de cuidadora del hogar y de la práctica alimentaria; y probablemente en todas las demás actividades no relacionadas con la práctica alimentaria, como la limpieza, el cuidado de personas, entre otras actividades del hogar. Por lo tanto, era esperable que existiera una correlación positiva en el uso del tiempo en la práctica alimentaria de la variable presencia de personas menores de 5 años en el hogar, en la medida que se puede suponer que son personas que requieren que se les hagan las actividades de aprovisionamiento, preparado, servido, ayuda en la alimentación, entre otros (Pepin et al., 2018).

Los hogares con presencia de jefes de hogar con 60 años o más disponen mayor tiempo para la práctica alimentaria. Esto puede deberse a que están en edad de jubilación o retirados del mercado laboral, por lo que pueden disponer del tiempo para el consumo de alimentos en el hogar. Mientras que los hogares con jefes de hogar más jóvenes -y que posiblemente hacen parte de la población en edad de trabajar- no usarán tanto tiempo en la práctica alimentaria, como en cocinar o servir.

El resultado de la etnia indígena llama a especial atención, porque si bien la metodología empleada en este artículo no permite hacer una afirmación cualitativa, mediante la inferencia estadística se puede decir que posiblemente las preparaciones tradicionales indígenas de diferentes platos o bebidas requieren más tiempo que las preparaciones alimentarias de otros grupos étnicos. Igualmente, el contexto colombiano llama a revisión a la diferencia sectorial cabecera/ resto, porque en los espacios rurales es esperable que se destine más tiempo para la práctica alimentaria por las actividades de auto sostenimiento: huertas, pescas, criaderos, cazas, entre otros. Para los hogares de las zonas rurales se puede suponer un problema temporal y de acceso, si se tiene presente que son regiones que siguen siendo afectadas por el conflicto interno armado colombiano, y son regiones que se caracterizan por la pobreza y la violencia.

Por lo que, de acuerdo con las características sociodemográficas de los hogares, el tiempo dedicado al aprovisionamiento y otras etapas de la práctica alimentaria es un indicador de inseguridad alimentaria (Beatty et al., 2013). Es decir, indicadores de inseguridad alimentaria pueden ser: un mayor tiempo en compras u obtención de alimentos -ya sea por dificultades en obtención de dinero para comprar alimentos o por procesos auto productivos u otras modalidades de obtención de alimentos con limitaciones considerables- y menores tiempos de ingesta -comer-, verificado por las características sociodemográficas de los hogares (Beatty et al., 2013). Por eso, es importante tener presente la realidad material en la que se circunscribe el análisis -como se señaló en el marco teórico- si se tiene en cuenta que el contexto colombiano aún se caracteriza por prácticas de autoproducción. Pero -más aún- también se comprobó que existe un incremento en el consumo de alimentos fuera del hogar y un aumento en el uso de servicios alimentarios (Torres, 2021). En este sentido, es posible pensar que eso también ha influido en la disminución del uso del tiempo en la práctica alimentaria. En otros trabajos se ha demostrado que bajos tiempos en la práctica alimentaria implican menos hábitos alimenticios saludables -en especial para este caso, si se habla de una transición al consumo de alimentos fuera del hogar, podría aceptarse que nos estaríamos enfrentando a inseguridad alimentaria por calidad, dado que en el consumo fuera del hogar quizá no se tenga control de las grasas o nutrientes máximos o mínimos requeridos para sostener un cuerpo saludable o controlar la obesidad (Bertrand & Whitmore, 2009; Bhutani et al., 2018; Ma et al., 2021; Smith et al., 2013)-.

Finalmente, respecto al día de referencia como variable de control, era esperable que los días sábado, domingo y festivos los hogares colombianos destinaran una mayor proporción del presupuesto horario a la práctica alimentaria, si se tiene en cuenta que algunos hogares harán un pare en sus jornadas laborales.

Sobre la segunda hipótesis se encontró que los hogares colombianos destinaron a las actividades de la práctica alimentaria un promedio de 138,92 y 117,94 minutos en los años 2012 y 2017, respectivamente. Con el modelo saturado estimado, se comprueba que el año 2017 tiene una correlación negativa, lo que comprueba también, de manera estadísticamente significativa, una disminución en el uso de tiempo promedio de la práctica alimentaria. Por lo tanto, se confirma una disminución en el tiempo que se destina para la práctica alimentaria, y esto se interpreta como un cambio en el uso del tiempo de la práctica y -por consiguiente- en el desarrollo de la práctica alimentaria en sí misma; aunque permanezcan o existan continuidades en el tiempo en las asociaciones estadísticamente significativas de las variables independientes analizadas, y de las inferencias que de ellas se puedan hacer como: el rol de la mujer, el cuidado y el trabajo no remunerado.

Al revisar lo que ocurre en otros países -y especialmente en países desarrollados en contraste con los no desarrollados (Antonoupoulus & Hirway, 2014) -, llama la atención que el tiempo destinado, por ejemplo, a cocinar es inferior al tiempo que se destina para esta misma actividad en Francia (Plessz & Étilé, 2019). Y más aún para comer (De Saint Pol, 2012). En términos contextuales, teóricos y empíricos presentados al inicio de este artículo, los resultados revelan que el tiempo de recuperación del cuerpo es menor en Colombia, lo que es un indicador de pobreza y desigualdad de los hogares colombianos respecto a otras latitudes, si se tiene presente que es un país con mano de obra barata, trabajos informales y actividades de ocupación de nivel obrero, que son trabajos con alto consumo de energía del cuerpo; lo que en términos de calidad de vida evidencia bajas condiciones de ésta, porque dichos cuerpos, para ser sostenidos, requieren de tiempo de recuperación y de determinadas cantidades y calidades de alimentos (Torres, 2020).

Conclusiones

Teóricamente este artículo parte de la problemática del uso del tiempo, el trabajo no remunerado y la práctica alimentaria en los hogares. Y empíricamente, abordó el caso colombiano, bajo metodología cuantitativa, con las encuestas nacionales de uso del tiempo, realizadas por el DANE.

Respecto al uso del tiempo, se puede afirmar que existe un costo de oportunidad para las personas que deben dedicarse al trabajo no remunerado. Teóricamente -también-, en cuanto a la relación entre uso del tiempo y práctica alimentaria, se puede aceptar la problemática temporal de acceso a los alimentos, e igual en caso de acceso también se puede poner en cuestionamiento la calidad alimentaria. Empíricamente, entonces, para el caso colombiano se puede llamar especial atención a los resultados hallados en dos direcciones: el tiempo no remunerado y en la práctica alimentaria.

De modo que, si comprendemos el estudio del uso del tiempo en los hogares como revelador de la desigualdad y la pobreza, para el caso colombiano, se considera preocupante que los hogares estén destinando poco tiempo a la recuperación del cuerpo, si se tienen en cuenta las altas tasas de desnutrición, malnutrición y obesidad. Primero, se hace urgente, entonces, un llamado a revisar las políticas de calidad de vida especialmente en lo que corresponde a la práctica alimentaria en Colombia. Segundo, se hace especial llamado a revisar la seguridad alimentaria de los hogares rurales, no sólo por el tiempo que deben destinar a la adquisición de diferentes bienes necesarios para el consumo diario y vital, sino también por la calidad de los alimentos que pueden adquirir y manipular en el tiempo destinado a la práctica, aunado a las condiciones políticas o de seguridad interna en la que la están ejecutando. Finalmente, una constante en los estudios de brechas: la condición de la mujer sigue necesitando una profunda revisión respecto a los roles que debe ejercer en el hogar, en la vida pública o privada. Pues su presencia sigue estando fuertemente asociada a actividades no remuneradas, lo que necesariamente se traduce en la dependencia de alguien, en un sistema económico donde el dinero es la posibilidad de interacción.

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*Agradezco a la Universidad Santiago de Cali por motivar e incentivar la investigación.

1Vale la pena resaltar que, también en perspectiva económica, Karl Marx hizo una profunda teorización sobre el uso del tiempo. Se le invita al lector revisar Torres (2020). Igualmente, si existen dudas sobre el desarrollo de este campo analítico, se le sugiere al lector revisar las referencias trabajadas en este artículo, pues se reconoce que puede existir otra literatura en esta dirección que no fue presentada, pero las referencias seleccionas para desarrollar el presente artículo le podrán servir de pista para sus preocupaciones, ya sean teóricas o empíricas.

2 Sobre la muestra, el factor de expansión y otras precisiones de la encuesta se le sugiere al lector revisar el documento metodológico presente en la página del DANE

Cómo citar/ How to cite this item: Torres-Pabón, G. (2021). Uso del tiempo y práctica alimentaria. Análisis sociodemográfico para los hogares colombianos, 2013 y 2017. Ensayos de Economía 31(59), 112-133. https://doi.org/10.15446/ede.v31n59.87763

Recibido: 24 de Junio de 2020; Revisado: 08 de Junio de 2021; Aprobado: 02 de Agosto de 2021

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