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Historia y Sociedad

Print version ISSN 0121-8417On-line version ISSN 2357-4720

Hist. Soc.  no.43 Medellín July/Dec. 2022  Epub Aug 22, 2022

https://doi.org/10.15446/hys.n43.99931 

Tema libre

Nostalgia por el imperio y nacionalismo paraguayo: el pensamiento del embajador español Ernesto Giménez Caballero en Revelación del Paraguay*

Nostalgia for the Empire and Paraguayan Nationalism: The Thoughts of the Spanish Ambassador Ernesto Giménez Caballero in Revelation of Paraguay

A nostalgia do império e o nacionalismo paraguaio: o pensamento do embaixador espanhol Ernesto Giménez Caballero em Revelação do Paraguai

**Candidato a doctor en Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Madrid (Madrid, España). Magister en Ciencia Politica por la Universidad Nacional de Asunción (Asunción, Paraguay). Historiador por la Universidad Autónoma de Madrid (Madrid, España). Miembro de la Comisión Espanola de Historia de las Relaciones Internacionales (CEHRI) (Madrid, España) y del Comité Paraguayo de Ciencias Históricas (CPCH) (Asunción, Paraguay). Integrante del grupo de investigación Conflictos y relaciones internacionales en el mundo actual en la Universidad Autónoma de Madrid (Madrid, España) https://orcid.org/0000-0003-0686-5729, tamayo.belda.eduardo@gmail.com


Resumen

El objetivo de este artículo fue detectar, analizar y explicar la relación de la ideologia nacionalista paraguaya reciente con el proceso de mestizaje hispano-guaraní del periodo de conquista y colonización castellana, así como la valoración del carácter femenino -entendido como subordinación- de la parte paraguayo-guaraní de dicho proceso de mestizaje, carácter sobreexplotado por el nacionalismo paraguayo actual. El objetivo concierne, por tanto, a dos unidades políticas contemporáneas -Paraguay y España- separadas tras la Independencia; sin embargo, el nacionalismo paraguayo quedó imbuido de un fuerte sesgo hispano en el relato de su construcción nacional, el cual fue aprovechado también por España como elemento de vínculo histórico al Paraguay (favoreciéndose el relacionamiento político). Para comprender la relación entre ambas unidades políticas durante el periodo dictatorial de ambos países en la segunda mitad del siglo XX se analizó una fuente fundamental: los escritos del que embajador español en Paraguay, Ernesto Giménez Caballero (particularmente su libro Revelación del Paraguay, 1958); además, el anâlisis del relato implícito en esta fuente se confrontó con varios trabajos recientes de otros investigadores acerca de estos mismos elementos. El artículo derivó los principales elementos del discurso imperialista de Ernesto Giménez Caballero -hispanidad, mestizaje, catolicidad- y varias referencias o aproximaciones de la perspectiva político-ideológica de este escritor de vanguardia, intelectual fascista y diplomático franquista espanol, al relato nacional hegemónico de su Paraguay imaginado; un Giménez Caballero que no solo fue un servidor leal a la causa de la hispanidad desplegada por el régimen dictatorial de Francisco Franco, sino que mantuvo una estrecha relación con su homólogo paraguayo -Alfredo Stroessner-, afinidad y simpatía que reflejaron también una notable sintonía ideológica.

Palabras clave: Ernesto Giménez Caballero; historia; intelectual; élite cultural; historiografía; discurso; conquista; colonia; nacionalismo; fascismo; diplomacia; relaciones interna-cionales; franquismo; hispanismo; historia intelectual; Paraguay; España; mestizaje; mujeres

Abstract

The objective of this article was to detect, analyze and explain the relationship between the recent Paraguayan nationalist ideology and the process of Hispano-Guarani miscegenation during the period of Castilian conquest and colonization, as well as the assessment of the feminine nature -understood as subordination- of the Paraguayan-Guaraní part of said miscegenation process , quality overexploited by current Paraguayan nationalism. The objective concerns, therefore, two contemporary political units -Paraguay and Spain- separated after the Independence; however, Paraguayan nationalism was imbued with a strong Hispanic bias in the story of its national construction, which was also used by Spain as an element of historical ties to Paraguay (favoring political relations). To understand the relationship between both political units during the dictatorial period of both countries in the second half of the 20th century, a fundamental source was analyzed: the writings of the Spanish ambassador to Paraguay, Ernesto Giménez Caballero (particularly his book Revelation of Paraguay, 1958). In addition, the analysis of the story that is implicit in this source was compared with several recent works by other researchers about these same elements. The article derived the main elements of Ernesto Giménez Caballero's imperialist discourse -Hispanic heritage, miscegenation, catholicity- and several references or approximations of the political-ideological perspective of this avant-garde writer, fascist intellectual and Spanish Francoist diplomat, to the hegemonic national narrative of his imagined Paraguay; a Giménez Caballero who was not only a loyal servant to the Hispanic cause deployed by the dictatorial regime of Francisco Franco, but also maintained a close relationship with his Paraguayan counterpart -Alfredo Stroessner-, an affinity and sympathy that also reflected a notable ideological resonance.

Keywords: Ernesto Giménez Caballero; history; intellectual; cultural elite; historiography; speech; conquest; colony; nationalism; fascism; diplomacy; international relations; Francoism; Hispanism; intellectual history; Paraguay; Spain; miscegenation; women

Resumo

O objetivo deste artigo foi detectar, analisar e explicar a relação entre a ideologia nacionalista paraguaia recente e o processo de miscigenação hispano-guarani durante o período de conquista e colonização castelhana, bem como a avaliação do caráter feminino -entendido como subordinação- da parte paraguaio-guarani desse processo de miscigenação, caráter superexplorado pelo atual nacionalismo paraguaio. O objetivo diz respeito, portanto, a duas unidades políticas contemporâneas -Paraguai e Espanha- separadas após a Independência; no entanto, o nacionalismo paraguaio estava imbuído de um forte viés hispânico na história de sua construção nacional, que também foi utilizado pela Espanha como elemento de vínculo histórico com o Paraguai (favorecendo as relações políticas). Para compreender a relação entre as duas unidades políticas durante o período ditatorial de ambos os países na segunda metade do século XX, uma fonte fundamental foi analisada: os escritos do embaixador espanhol no Paraguai, Ernesto Giménez Caballero (em particular seu livro Revelação do Paraguai, 1958). Além disso, a análise da história implícita nesta fonte foi comparada com vários trabalhos recentes de outros pesquisadores sobre esses mesmos elementos. O artigo derivou os principais elementos do discurso imperialista de Ernesto Giménez Caballero -hispanidade, miscigenação, catolicidade- e diversas referências ou aproximações da perspectiva político-ideológica deste escritor de vanguarda, intelectual fascista e diplomata franquista espanhol, à narrativa nacional hegemônica de seu Paraguai imaginado; um Giménez Caballero que não só foi um fiel servidor da causa hispânica implantada pelo regime ditatorial de Francisco Franco, mas também manteve uma relação próxima com seu homólogo paraguaio -Alfredo Stroessner-, uma afinidade e simpatia que também refletiam uma notável harmonia ideológica.

Palavras-chave: Ernesto Giménez Caballero; história; intelectual; elite cultural; historiografia; discurso; conquista; colônia; nacionalismo; fascismo; diplomacia; relações internacionais; franquismo; hispanismo; história intelectual; Paraguai; Espanha; miscigenação; mulheres

Introduction: objetivos, hipótesis y metodologia

A finales de los años cincuenta del siglo XX, el escritor y diplomático español Ernesto Giménez Caballero concibió y redactó la obra Revelación del Paraguay, publicada en 1958 bajo el sello editorial de Espasa-Calpe, en Madrid, un texto que -como el propio autor advierte en su prólogo- cataloga de "nunciativo"1, como un libro "revelador de un pasado y revelador de todo un futuro, sin posar más que -leve- el pie sobre lo presente"2. El dueno de estas palabras no fue cualquier advenedizo: Ernesto Giménez Caballero fue un intelectual de primer nivel en los años de 1920; tuvo un recorrido importante en la política espanola durante los años treinta, sobre todo, en el espectro político reaccionario -y particularmente en el fascismo-, y un papel destacado al frente del aparato propagandístico del bando sublevado durante la Guerra Civil espanola. Sin embargo, Giménez fue un personaje al que las coyunturas derivadas de la derrota del Eje en la Segunda Guerra Mundial le fueron arrinconando ideológicamente de manera progresiva durante la siguiente década, hacia el ostracismo, hasta llevarlo a caer en un "olvido" que probablemente fue "conveniente" a casi todos los actores políticos espanoles del periodo.

Lo cierto es que Giménez Caballero tuvo dificultades para ganar espacio político durante el régimen dictatorial franquista, principalmente, cuando los llamados tecnócratas comenzaron a ganar terreno a algunas de las familias políticas del franquismo que habían hecho la Guerra Civil e impulsado el régimen durante sus primeros años (como los falangistas, a los que Giménez Caballero adhería). Más adelante, los vientos de cambio político de la transición y la primera década democrática en España -Giménez Caballero falleció en 1988- complicaron su posición mediática, a pesar de haber recuperado cierta notoriedad en los últimos años de su vida tras publicar su biografia, Memorias de un dictador, en 1979. El paso del tiempo enterró a este delirante, agudo y provocativo3 fascista estrafalario4, cuya memoria fue finalmente desatendida, su obra poco a poco ignorada, y a la postre desconocida su figura incluso entre propios y extraños.

Recientemente una obra ha rescatado a este personaje del ostracismo: se trata del trabajo de Alberto Quintana -documentalista y sociólogo español-, para quien su etapa de trabajo como cooperante en Paraguay supuso años de interés e investigación sobre la figura de Ernesto Giménez Caballero, que dejó como resultado la obra El fascista estrafalario5. Quintana se refiere a este olvido con las siguientes palabras: "A pesar de todo, me sigue pareciendo que el olvido es injusto, y aunque sea para tomar de inmediato distancia, Ernesto Giménez Caballero merece ser recordado"6. Quintana se explica en algunos otros pasajes de su obra: "De quien tiene en verdad peligro olvidarse es de los verdugos, no vaya a ser..."7, y por eso, afirma, es por lo que "hay que volver a hablar de GeCé8, para que no se olviden las consecuencias que tuvieron sus bobadas"9.

El compromiso es similar en el caso que aquí ocupa, pues las relaciones hispanoparaguayas desde finales de los años cincuenta estuvieron muy marcadas por su labor como embajador en Paraguay, y su posición de poder en Asunción le permitió reforzar y consolidar un discurso nacionalista paraguayo imbuido del pensamiento imperialista de la hispanidad en su concepción franquista, que reincidió en el relato de un Paraguay fundado nacional y consanguíneamente sobre la base de un mestizaje con unas características muy concretas, redundando en la subordinación de la figura femenina a pesar de la fuerte presencia que esta tuvo en la construcción historiográfica paraguaya, sobre todo en su versión nacionalista.

Para ciertos representantes de la élite franquista de los años cuarenta y cincuenta -entre los que sin duda puede inscribirse a Giménez Caballero- la hispanidad no fue solo un elemento de propaganda para consumo interno -como una manera de concebir y entender la esencia histórica de España-, sino que representó "un proyecto de regeneración dirigido allende nuestras fronteras"10; un proyecto, la hispanidad, que mientras en España aportó un universo de imágenes y símbolos de gran pervivencia en el discurso oficial del Estado y en la mentalidad colectiva, en el exterior resultó un fracaso11 como aspiración política y cultural (aunque con matices en algunos casos, como el de Paraguay).

El objetivo en este artículo es detectar, analizar y explicar, a partir de la obra de Ernesto Giménez Caballero Revelación del Paraguay (1958), cómo este autor absorbió en su libro la ideología nacionalista paraguaya reciente y la entrelazó con el relato franquista de la hispanidad y el valor supremo de esta basado en la catolicidad, legitimado por la religión. Se aborda también el modo en que se interpretó el proceso de mestizaje hispano-guaraní en territorio paraguayo del periodo de conquista y colonización castellanas, así como la valoración del carácter femenino -entendido como factor de subordinación- de la parte paraguayo-guaraní de dicho proceso de mestizaje; carácter que ha sido sobreexplotado tanto por el nacionalismo paraguayo como por el relato franquista de hispanidad. Este objetivo se lleva a efecto mediante un análisis de crítica literaria de esta obra de Giménez Caballero, en la que se exponen imaginarios construidos sobre la historia social paraguaya que son discutidos con el recurso a otras interpretaciones más recientes de esos mismos procesos.

Asimismo, son expuestos y examinados algunos elementos del discurso nostálgico del imperio español de Ernesto Giménez Caballero -hispanidad, mestizaje, catolicidad- y varias referencias o aproximaciones a la perspectiva político-ideológica de este intelectual vanguardista que abrazó el fascismo en los años veinte y que, llegado su momento como diplomático español al servicio de Franco, construyó entre España y Paraguay una relación política y cultural proclive al relato nacional hegemónico de su Paraguay revelado.

La hipótesis defendida en este texto es que Revelación del Paraguay es una obra que replica el relato franquista -imperialista y nacionalcatólico- de la hispanidad, aplicado al caso de la construcción nacional paraguaya, y que lo hace obviando o invisibilizando las tensiones y aspectos negativos de la conquista y la colonización del Paraguay por parte de los castellanos a partir del siglo XVI12; este relato se combina con la propia historiografía nacionalista paraguaya para reforzar el mito de un Paraguay femenino, de un país de las mujeres, en el que el factor mestizo adquiere un valor fundamental en dicha construcción nacional, que se habría producido, según el relato franquista de la hispanidad, de manera no violenta. No obstante, esta asunción del discurso de la hispanidad en Paraguay no era novedoso en el contexto de los años cincuenta del siglo XX: cuando en 1936 fue inaugurado en la capital paraguaya el Panteón Nacional de los Héroes, el día fijado por el Gobierno de la república para un evento político-institucional de esa envergadura fue el 12 de octubre, "por ser ese día el 'día de la Raza y aniversario del Descubrimiento de América'"13.

En un momento en que tanto en Europa como en América las fuerzas sociales y políticas reaccionarias están poniendo en discusión los avances en materia de igualdad de género y la importancia de estudiar y realizar una reflexión crítica acerca del rol y la posición de las mujeres en las sociedades -pasadas y presentes-, parece sensato recuperar los relatos sobre la figura femenina en la historia, como es el caso de la colonización del Paraguay y su posterior construcción nacional. Conviene asimismo analizar la disponibilidad de investigaciones profesionales que avalen esa interpretación o que la refuten, más allá de los discursos romantizados de los nacionalismos español o paraguayo; estos discursos nacionalistas han desplegado a lo largo de la historia algunos mitos que aquí son abordados, como el de un proceso de mestizaje pacífico14, legitimado en el escudo religioso por el relato franquista de la hispanidad, entendida como el fin supremo de la unidad de los pueblos hispanos bajo la égida del catolicismo universalista, un fin espiritual de esta nación de naciones que aparenta ser la hispanidad.

La metodología de trabajo del artículo consiste en la revisión de las fuentes autoría de Ernesto Giménez Caballero, particularmente su obra Revelación del Paraguay, de 1958, para conectar los conceptos y discursos de este libro con el relato nacionalista paraguayo sobre la construcción historiográfica nacional del país. Asimismo, se contrastan estos argumentos -los de Giménez Caballero y los de la historia nacionalista paraguaya- con fuentes secundarias más recientes en que se discuten los supuestos recogidos por esos autores.

El autor, el libro y el contexto

El libro Revelación del Paraguay (Madrid, Editorial Espasa-Calpe, 1958), escrito por Ernesto Giménez Caballero, puede considerarse una obra de diversas naturalezas: como un ensayo de interpretación histórico-cultural, un compendio de poesía, un ensayo de reflexión cultural o un relato de viaje. Además, la aparición de la obra fue ubicada por sus críticos como parte de una extensa lista de libros de buen amor, que GeCé había dedicado hasta ese momento a España, Argentina, Portugal, México, Bolivia y a la ciudad de Cartagena (España), como una expresión de su atracción por temas iberoamericanos.

No obstante, en cuanto creador de material histórico-cultural, Giménez Caballero mantuvo siempre una tendencia a la utilización parcial del pasado (hecho que aquí interesa particularmente analizar), algo que él mismo senalaba para Revelación del Paraguay: un libro "revelador de un pasado y revelador de todo un futuro, sin posar más que -leve- el pie sobre lo presente"15. Lo hacía en pro de una narrativa del futuro que aunase los rasgos de un glorioso pasado imperial español con los efectos de la modernidad, obviando si era necesario revisar, criticar o censurar, algunos elementos de ese pasado, en una particular lectura historicista de la justificación del fin por los medios.

Este pensamiento de Giménez Caballero, tendente a la conformación de una matriz societaria hispanoamericana, puede ser comprendida dentro de los márgenes conceptuales de lo que Benedict Anderson identificó en su famosa obra Comunidades Imaginadas como "la tranquilidad del fratricidio"16, o la posibilidad de atemperar la crudeza de un hecho pasado mediante "una profunda reformulación de la imaginación"17, de la que el Estado como institución en ocasiones es fomentador y en otras apenas tiene conciencia de ella, pero que con el tiempo también utilizará a su favor.

Se trata de asumir en el relato nacional elementos o fenómenos que solo con el tiempo pueden ser incorporados en este, una vez han sido olvidados, silenciados, o invisibilizados en la memoria colectiva; para ello, senala Anderson, es imprescindible "tener que haber olvidado ya estas tragedias", antes de que nos las puedan -y tengan que- recordar de nuevo, ahora incesantemente, ya insertas en el relato nacional, en lo que constituye "un recurso característico en la construcción ulterior de las genealogías nacionales"18. Para Slavoj Zizek, "la historia de la emergencia del Estado-nación es la historia de la transmutación (a menudo sumamente violenta) de las comunidades locales y sus tradiciones en la nación moderna como comunidad imaginada"19, un proceso que según Zizek involucra casi invariantemente "la represión de los modos de vida locales auténticos y/o su reinscripción en la nueva tradición inventada abarcativa"20.

La figura de Giménez Caballero es una de las más controvertidas21 de la historia hispano-paraguaya de la pasada centuria; también conocido como GeCé, fue un multifacético intelectual fascista22 -según Julio Rodríguez-Puértolas, "la única figura intelectual de reconocido interés que ha tenido el fascismo español antes de 1936"23-, que ejerció como embajador español en Asunción entre 1958 y 1970 -ejerció como agregado cultural desde unos años antes24-, nombramiento que se produjo "a petición del propio Alfredo Stroessner"25, a la sazón dictador paraguayo. Su obra -literaria, poética, ensayística, periodística, diplomática, filosófica, etc.- ha sido ampliamente estudiada, sobre todo desde aspectos relativos a la literatura y, en menor medida, la filosofía26; por ello, un análisis de la misma desde un enfoque político-histórico "puede ser beneficioso", en palabras de Anna Virágh,

Ya que resalta, a través de la heterodoxia del autor, la dualidad y la división tanto del discurso político como de la práctica de los mecanismos del poder de la España de la época en relación con la vocación y la presencia española en América Latina, sus fundamentos ideológicos y sus posibilidades en la práctica.27

Habría no obstante que matizar el carácter fascista de Giménez Caballero en los años en que realizó sus labores diplomáticas en Asunción, desde mediados de los años cincuenta -como agregado cultural- hasta 1970 (en calidad de embajador). Si bien es cierto que fue un declarado fascista en su juventud, como mínimo hasta finalizada la Guerra Civil española -periodo de "fascista extremoso"28-, y que quizá lo fue de manera clara hasta finalizada la Segunda Guerra Mundial (o al menos hasta 1942), la realidad es que, tras convertirse en procurador de Cortes en 1943 comenzó una trayectoria en la que poco a poco se fue desprendiendo de su etiqueta de intelectual fascista, siendo más adecuada la identificación como falangista en años posteriores -otra de las varias familias políticas de las que conformaron el régimen franquista-, más que el plegamiento a una doctrina exclusivamente fascista, aunque Falange arrastraba esa naturaleza en su seno como organización. En su labor como diplomático, a partir de 1954/1955, se desvió ideológicamente del fascismo original, mutándolo en un nacionalismo de matriz ampliada -la hispanidad- un nacionalismo que fundamentó en la catolicidad y el mestizaje29.

En un reciente texto, la historiadora Beatriz Figallo-Lascano analizó las estrategias diplomáticas de dos escritores venidos a diplomáticos que ejercieron misiones duraderas en Sudamérica, como fueron José María Alfaro, en Argentina, y el propio Giménez Caballero, en Paraguay. Ambos falangistas -"dos camisas viejas"30- fueron representantes de la nueva España franquista en estos dos países combinando el aspecto cultural y literario con el desarrollo de oportunidades comerciales y económicas para España o para empresas o familias españolas -y también para los Gobiernos y empresarios nacionales de los países donde ejercieron representación diplomática-, de manera que "no fueron solamente proveedores de retórica, sino eficaces valedores de negocios"31. Figallo-Lascano afirma que ambos ejercieron la actividad en sus "embajadas literarias" convirtiéndose también en "facilitadores de la aplicación de una renovada política exterior del régimen franquista, modelo que era autoritario en lo político y desarrollista en lo económico"32.

Giménez Caballero se trasladó a la capital paraguaya cuando su partido político, Falange Española Tradicionalista y de las JONS33, estaba perdiendo peso político en una España franquista que viraba hacia la influencia de los tecnócratas desarrollistas del Opus Dei, lo que hizo conveniente la búsqueda de otros lugares más disimulados para sus militantes más reconocibles internacionalmente, y Giménez Caballero lo era. Como "uno de los ideólogos principales del franquismo temprano, y enfant terrible de la filosofía política y de la vanguardia española", GeCé sería relegado de la vida política a un "prolongado exilio dorado como diplomático en América Latina"34.

Nacido en Madrid en 1899, a lo largo de su vida recorrió profesionalmente casi todos los géneros y caras del arte de escribir: novela, ensayo, poesía, teatro, historia, periodismo o cine fueron parte de su despliegue intelectual en algún momento. Siempre destacado, fue alumno entre otros, de Ramón Menéndez Pidal, de José Ortega y Gasset -quien al parecer "le llevaría, sin saberlo, por la senda del fascismo"35-, y de Miguel de Unamuno, a quien debía su cátedra de instituto y con quien tuvo una especial relación36. Acabada en 1939 la Guerra Civil española -en la que GeCé participó como oficial del ejército sublevado y colaboró en los servicios de propaganda de este bando37-, se reintegró a su cátedra del Instituto Cardenal Cisneros, recuperando su anterior actividad intelectual, sumido en completar la serie de siete volúmenes de una gran obra pedagógica pensada para el nivel de bachiller, recogida bajo el título de Lengua y literatura de España y su Imperio38.

Anadió más adelante un claro perfil político a su carrera al convertirse en procurador de las Cortes Españolas franquistas, en las que participó de manera ininterrumpida desde que abrieron sesiones en marzo de 1943 hasta 1955; doce años de actividad como procurador durante los que su actividad estuvo fuertemente relacionada con la cultura, el arte y el espectáculo de la recién estrenada dictadura franquista (finalizada hasta 1975 con la muerte de Francisco Franco, de quien Giménez Caballero fue un declarado adepto y por momentos hasta entusiasta). Y fue en ese periodo en el que Giménez Caballero adquirió un papel político muy relevante para el régimen; la excentricidad y el alto vuelo del personaje no fueron para nada desdenables, como muestra el siguiente episodio.

En octubre de 1941, el intelectual y ya por entonces también político español fue invitado al Congreso de Escritores Europeos celebrado en la ciudad alemana de Weimar, donde conoció y se ganó la confianza del matrimonio Goebbels -a través principalmente de Magda Goebbels- llegando a proponerles el casamiento39 del mismísimo Adolf Hitler con Pilar Primo de Rivera -hermana de José Antonio (fundador del partido fascista Falange Española)- quien según Giménez Caballero era la persona ideal "por su pureza de sangre y su profunda fe católica"40; con el enlace, Giménez aspiraba a lograr "la renovación de una nueva dinastía hispano-austríaca"41. Sin dejar de observar la excentricidad del hecho y que Giménez Caballero escribiera estas palabras en su vejez, sí puede senalarse la alta consideración que el propio Giménez Caballero tenía de sí mismo, además de una permanente obsesión de este por la fecundación de los enlaces sociopolíticos para conectar pasado y futuro mediante fundamentos genéticos.

Ya muy viajado -circuló y representó a España por países de casi todos los continentes-, y conocedor de varios idiomas, Ernesto Giménez Caballero ganó en 1953 el Premio de Cultura Hispánica por su obra La Literatura hispanoamericana en sus textos esenciales42, que lo catapultó de manera mucho más clara hacia la participación en la tarea de establecer los nexos diplomáticos que España requería con su única esfera de influencia en los años cincuenta: la América antano parte del Imperio de la monarquía hispánica, ahora independiente.

Con el habitual lenguaje alambicado y de verbo abundante de Ernesto Giménez Caballero, Revelación del Paraguay coloca al lector frente a aspectos fundamentales de la construcción de la nacionalidad paraguaya, imaginarios de la historia social del Paraguay que se fraguaron ideológicamente en el pasado mediante una interpretación de la historia muy propia -entre otras- de la concepción fascista del orden global: la consecución de un supuesto estadio de equilibrio y paz sociales fundamentado en la aceptación de una tabula rasa de corte excluyente. En este caso, la paraguayidad en Giménez Caballero aparece íntimamente sujeta al proceso de consanguinidad -el mestizaje- entre conquistadores y conquistados, a través de la fecundación de las mujeres indias -mezcla de la masculinidad conquistadora con la feminidad del sujeto colonial, subalterno-, ungida por el proceso de evangelización.

La ideología personal y la carrera profesional de Ernesto Giménez Caballero reflejan, para Anna Virágh, el modo en que el proceso de consolidación de la España de Franco circuló en paralelo a la creciente influencia del sector tecnócrata del régimen, de manera que "América Latina se convirtió en un área de acción exterior concreta del régimen, del componente fundamental del nuevo imperio, en una Nueva Atlántida, el último refugio de los valores tradicionales hispánicos para los ideólogos marginados por el poder"43. Su obra Revelación del Paraguay -de 1958- da cuenta de esta circunstancia.

El autor concibió el libro en tres partes: Paraguay Revelado, Revelaciones sobre Asunción, y Paraguayidad. En el presente trabajo se ha realizado una aproximación política, social e histórica a los planteamientos de la obra, buscando los elementos aparecidos en el texto que conectan el relato histórico del Paraguay que Giménez Caballero contempla -del Paraguay por él imaginado- con dos de los varios aspectos fundamentales de la ideología nacionalista paraguaya del siglo XX (e incluso actual). De una parte, se analiza la relevancia -obsesiva en el caso de GeCé- de la fecundación de las mujeres indígenas moradoras del territorio paraguayo por parte de los conquistadores -varones- llegados de Castilla para construir una nueva simiente (una nueva sociedad, mezcla de lo indígena y lo castellano). Este proceso de fecundación se habría producido ante la pasividad, la complicidad o el acuerdo de los indígenas varones, en una dolorosa realidad de jerarquización por sexo del pueblo originario del territorio paraguayo, entre una mujer indígena que pare y reproduce la nueva raza44 -los mancebos de la tierra- y un hombre indígena que mantiene su posición política y social gracias al parentesco con el conquistador castellano.

El segundo de estos aspectos detectables en la obra de GeCé y con presencia en el relato nacional paraguayo contemporáneo se corresponde precisamente con la aparición de ese Paraguay mestizo, entendido como nuevo sujeto político paraguayo -en su matriz sanguínea- de doble naturaleza, como indio guaraní y como súbdito de un rey cristiano que se materializa genéticamente en el muy celebrado por Giménez Caballero fenómeno del mestizaje que adquirió una relevancia máxima, a su parecer, en la construcción identitaria de la hispanidad. Esos dos fundamentos -elemento maternal por la fecundación, y mestizaje hispano-guaraní- fueron para Giménez Caballero parte consustancial de una supuesta esencia y destino históricos del Paraguay en cuanto nación, y habrían determinado en su opinión algunas de las características elementales de la paraguayidad en cuanto que identidad en el tiempo y el espacio.

La obra Revelación del Paraguay constituye un acercamiento al sujeto político paraguayo -con un marcado carácter nacional-fascista-, como una génesis histórica que emparenta lo guaraní con lo español45 a través de la fecundación de la mujer indígena y la mezcla de sangre, cuyo producto fue el mestizaje. La lectura de los originales de Revelación del Paraguay, previo a la publicación de la obra, suscitó el siguiente comentario -que el propio Giménez Caballero incluyó en la última página de su libro- por parte de Efraím Cardozo, el "historiador paraguayo más importante de su tiempo"46:

Apasionante. No vacilo en confesarle que nunca he leído nada que haya calado más hondo lo que somos o pretendemos ser. Cuánto amor a esta tierra y cuánto acierto para ponerse alto, muy encima de todos y de todo, única forma de vernos a todos los paraguayos y de estar también con todos ellos.47

Más allá de la calidad literaria de la obra, así como de la imaginable y habitual cortesía entre intelectuales que pudieron motivar las palabras de Cardozo, es destacable la importancia que este da a la obra en su faceta de narradora o reconocedora de la construcción del relato nacional paraguayo; y en este sentido, es pertinente traer aquí las palabras de la investigadora Ana-Couchonnal, al afirmar que

Un confinamiento de la historia a los términos de un discurso mítico tiene como resultado inmediato la confiscación del tiempo en un discurso circular que refuerza el imaginario de lo nacional alrededor de un discurso fundante, mediante una operación ideológica que tiene lugar en la instauración de un discurso cerrado tendiente a presentar un campo en disputa como totalidad identitaria.48

La fuerza de la cita de Ana Couchonnal amerita poca intervención, pero es indudable que lo senalado resulta fundamental para identificar el principal problema de la construcción de un campo historiográfico profesional, cuidadoso y honesto con el uso de las fuentes en Paraguay; la reducción de los discursos históricos sobre la construcción de la nación paraguaya a los mismos elementos y factores tradicionales -en su mayoría de carácter mítico- no coadyuva a la sociedad ni a la política del país a mejorar la calidad y validez académica de los estudios sobre su propia identidad o construcción como Estado-nación. Al final de este trabajo recuperamos el valor de lo senalado por Couchonnal, ampliándolo con otras nociones de la función social de la historia y de lo que constituye -o no- la historia misma, frente a lo que no son sino discursos circulares, cerrados, que vuelven siempre sobre sí mismos para reforzar el imaginario identitario nacional.

El Paraguay materno

Se sorprendía la historiadora alemana Barbara Potthast en uno de sus trabajos sobre la historia de las mujeres paraguayas49 por la existencia de una imponente estatua dedicada a una mujer -en homenaje a la figura simbólica nacional de la residenta- en el inicio del camino que acompana al visitante desde el aeropuerto de Asunción -en la localidad de Luque- hacia la ciudad. Potthast plantea que

Cualquiera sea el motivo y el valor artístico de esta obra, el hecho de que un país dedique un gran monumento -y en un lugar privilegiado- a sus mujeres ya es sorprendente en sí, pues es algo raro no solo en América Latina; la historia del Paraguay se caracteriza por algunas peculiaridades que han establecido el tópico de que en este país todo es diferente, [...] y esto también se aplica al rol de las mujeres y su posición dentro de la historiografía y en la memoria del país.50

En palabras de Mary Monte de López-Moreira, el mestizaje tuvo como base la

Unión de la mujer indígena -especialmente la guaraní- con el hombre español, amalgama que es presentada en la historiografía tradicional como una especie de historia de amor y entrega, símbolo de la colaboración mutua entre hombres indígenas y conquistadores, que pasaban de esta manera a convertirse en tovayás (cunados).51

Potthast vincula este rol de la mujer en la historiografía paraguaya a la construcción de la nación y a la ideología imperante en el país, "tal vez la peculiaridad más destacada de Paraguay"52; un país profundamente nacionalista, católico y conservador. No es de extranar entonces que la mujer adquiera también un carácter fundamental en la obra Revelación del Paraguay, pues las lecturas y las convicciones ideológicas de Giménez Caballero bebieron directamente de las fuentes nacionalistas allá donde fuera el ilustrado español. Giménez Caballero dedicó uno de los capítulos de la obra -Su feminidad famosa- a algunos de los elementos simbólicos que relacionan la ciudad de Asunción con el imaginario nacionalista sobre la mujer paraguaya (a pesar de que la mujer está también presente en muchas otras partes del libro). Principia el capítulo con el siguiente párrafo:

Se ha dicho que el Paraguay era tierra de mujeres. El cronista Ruy Díaz de Guzmán habló de un Paraíso de Mahoma, y el historiador Sánchez Quell cifraba esas mujeres en un excedente53 de casi veinte mil sobre el número de varones.54

No se puede eludir senalar que la expresión excedente (de mujeres) es francamente desafortunada; lo sería hoy, por supuesto, pero también hace unas décadas55. Lo cierto es que, como afirma Jazmín Duarte-Sckell, "la historia paraguaya ha sido sobre todo la narración de las acciones y del pensamiento de hombres -en su mayoría políticos e intelectuales-, y escrita a su vez por otros hombres"56. Gaya Makaran dedicó un capítulo a la desmitificación de la figura histórica de la mujer paraguaya en uno de sus trabajos57 que resulta particularmente interesante en este caso. Makaran afirma que:

Cada día hay más voces que critican tanto el discurso sobre la mujer paraguaya como el trato que esta recibe diariamente, más allá de afirmaciones oficialistas que pintan su realidad color rosa. Tanto los intelectuales de ambos sexos que intentan desmentir los mitos nacionales acerca de la mujer, como el movimiento feminista que lucha por el cumplimiento de los derechos garantizados y la conquista de otros, están indicando que la situación actual de la mujer paraguaya deja mucho que desear y exige serios cambios en todos los ámbitos sociales58 [...].

Paraguay es uno de los países latinoamericanos que más atención han prestado al papel de las mujeres en su historia, donde el discurso nacionalista se ha articulado a su alrededor hasta el punto de convertir a la paraguaya actual en el conducto simbólico de la nacionalidad misma. Los mitos nacionales, comúnmente aceptados, resaltan el aporte de las mujeres en la creación y la conservación física y espiritual de la nación, gracias a los rasgos como el sacrificio, la abnegación, la laboriosidad y la humildad, proyectados como atributos inseparables de la feminidad. El recono-cimiento simbólico no va, sin embargo, acompanado del fáctico, al ser la sociedad paraguaya profundamente machista59 y paternalista.60

Para concluir Gaya Makaran afirma que "los mitos nacionales legitiman la subalternidad de la mujer"61, y lo hacen hoy como lo hicieron durante la práctica totalidad del siglo pasado, y particularmente en los años cincuenta, cuando Giménez Caballero escribió Revelación del Paraguay. Unos años después de la desafortunada expresión acrítica de Giménez Caballero en esa obra al hablar de excedente (de mujeres), el todavía embajador español en Asunción afirmó en su obra Genio hispânico y mestizaje (1965) que la misión histórica de España en América tenía dos caras62: de una parte la evangelización -que no se aborda en este trabajo- y de otra la constitución genética de la nación hispanoamericana y su transmisión por línea materna en tierra conquistada; para él, "todo nacionalismo será -desde ayer hasta siempre- la victoria del elemento materno, telúrico, terrígeno, pasivo, permanente, sobre el trascendente, circunstancial activo y uránico que representa el padre"63. Obsérvese en ese "desde ayer hasta siempre" el abandono del presente en su concepción del desarrollo histórico y con ello su larga zancada para transitar del pasado al futuro -evitando detenerse demasiado en cada realidad presente-.

Unos años antes ya estaba esa misma idea presente en Revelación del Paraguay: "Como español, lo primero que me interesó llegando a Paraguay fue conocer esa Madre Tierra, ese humus nativo, hecho humanidad, y al elemento materno con el que se fundió nuestra progenación64 cuando desembarcó con Irala"65. Domingo Martínez de Irala, que no nació en Vergara pero que en muchos sentidos fue su villa, convirtió a esta pequena localidad de Guipúzcoa (País Vasco) -según Giménez Caballero- en el germen fundacional de la paraguayidad: "He aquí cómo Vergara, que por ser patria de Irala fundó la nación paraguaya, por ser patria de las ideas emancipadoras valió como chispa de independización"66, aludiendo a que fue precisamente en esta villa -durante el siglo XVIII-, desde donde se difundieron muchos de los principios políticos rousseaunianos y enciclopedistas, de la mano de la Companía Guipuzcoana de Navegación que viajaba hasta América exportando ideas de libertad e independencia hasta las colonias.

La visión que en Giménez Caballero aparece de la mujer paraguaya, como si se la pudiera considerar la placenta nacional del Paraguay sin la existencia de tensión o fricción en esa consideración, se lee claramente en el siguiente extracto en el que el protagonista menciona su primer interés epistemológico de llegar a Paraguay buscando:

Conocer la indianidad ab origen y prehispánica; a sus indios. Y más que a sus indios -solo queridos parientes y cunados- a sus indias, queridas novias y esposas de nuestros conquistadores y madres de nuestros mancebos de la tierra, nombre maravilloso con que se denominó a los mestizos.67

Esta consideración hacia la mujer paraguaya, muy extendida, esconde sin embargo una dura realidad pasada, pues en aquel modelo colonial, la mencionada amistad y el denominado cunadazgo de las primeras décadas de la conquista no podían sino derivar en un creciente abuso68 y violencia por parte de los nuevos vecinos invasores, relegando a las mujeres guaraní -como senalaría Bartomeu Melià- a una suerte de "pieza económica, criada, brazo agrícola y procreadora de nuevos brazos, como anotaron Susnik y Zavala"69.

Es por ello que la ampliamente conocida poligamia70 hispano-guaraní no habría sido efecto de un inocente e inocuo simple libertinaje sexual, sino la "imposición de un nuevo sistema económico cuyo resultado era el genocidio"71.

Este nuevo sistema económico tampoco pasó inadvertido a Giménez Caballero, por más que él obvie sus nocivos efectos sociales y se centre en los avances que sobre el desarrollo económico permitió la relación, al hablar sobre la introducción de la vaca europea en estas tierras, que permitió -en su opinión- el paso de la economía exclusivamente agrícola "a la economía salvadora de la vaca, librándose de préstamos y arriendos bancarios, de capciosas hipotecas, consolidando la Independencia paraguaya"72. También afirmó que "la vaca traída por España hizo al guaraní y al indio pampero pasar de su cultura edáfica a esta ganadera" y que el guaraní "vio en la vaca un principio de alma mater, de alimento primordial, una mater-nidad superior a la agraria"73 habitual de su economía anterior74.

He aquí una terrible consecuencia -con importante poso histórico- de ese periodo de administración colonial que Giménez Caballero alaba al denominarles a ellos como "queridos parientes y cunados" y a ellas como "novias, esposas y madres": la tendencia de la élite paraguaya a emparentar por conveniencia socioeconómica, que hasta hoy perdura -aunque más difuminada y por supuesto menos pública-, y que tienda a situar sobre todo a la mujer en grave situación de subalternidad familiar y social. La mujer es aún expuesta como ganado en las festividades propias del crecimiento humano (podemos pensar en la celebración de la quinceanera como una de esas festividades); esta cultura del arreglo de casamientos ya la advirtió Giménez Caballero -si aún hoy, atemperado, sucede, más si cabe se daría en los años sesenta-, solo que él no llegó a relacionarla, como aquí se propone, con la cultura que forjó esa imagen tradicional del Paraguay como la cuna del enlace entre el conquistador español y la india guaraní:

Si la Independencia americana surgió del club, el club, esta palabra tan inglesa, tan poco católica en su origen, ha pasado a ser, sobre todo en Paraguay, el sitio mejor para dejar de ser independientes los paraguayos. Y triunfar las paraguayas. Como dijo aquel, los hombres nacen libres, pero algunos se casan. En Paraguay la mayoría de los matrimonios se comprometen en los clubs.75

Es terrible imaginar un mundo dominado bajo la concepción de que el hombre se casa -renunciando a parte de su libertad- por prosperidad socioeconómica, como quien compra una propiedad a fin de especular con el beneficio de la inversión. Se hace imprescindible traer aquí la siguiente frase de Giménez Caballero, cuando habla de los impulsos que siente por consolar en el acto a la mujer paraguaya -en genérico- cuando esta va de luto, "empu-jado quizá por el atavismo del padrecito Irala, que casó a escape con la hija del cacique Moquiracé, y asimismo, a sus mestizas hijas76 con sus companeros de fatigas raceadoras"77. Quizá convenga, además, no detenerse demasiado a pensar en esa expresión: "companeros de fatigas raceadoras" . Pero todo tiene su explicación: el problema es que para Giménez Caballero no había problema. Huelga aquí detenerse a revisar el siguiente párrafo completo:

Yo también participé -desde el primer instante- en este fervor por la mujer paraguaya, solo que de un modo platónico. Precisamente por haber sido Platón, el Plató del Renacimiento itálico, el petrarquista, quien me llevó en la vida a enamorarme y adorar una florentina, la cual, mia donna, me colmó tan de idealidad y amor de perfección por la mujer, que quedó alumbrada mi alma para poder ya comparar y estimar -muy delicadamente- cuanta maravilla de feminidad encontrase a mi paso. Cierto que en mi sangre toledana remanecían vehementes calenturas, tal vez heredadas de mi abuelo materno, el que se casó dos veces, gozó de muchas mujeres, raptó a una monja y era el rey de un barrio castizo de Madrid cuando en su coche de jacas arrancaba hacia los toros, puro en boca y la mirada en desafío. Pero el culto a Dulcinea y la poesía de la fidelidad sublimaron en mi nietez aquella fiebre ancestral, por lo que cuanto diga sobre la mujer paraguaya habrá de entenderse solo como desinteresado piropo, sinceridad despojada, cortesía española y limpio tributo varonil a la mejor obra de Dios. Ahora bien -y esto sin que nos oiga nadie-, de no haber encontrado a mi fiorentina y haberme disciplinado tanto las entranas con religión y musicalidades, yo creo que mi ideal hubiera sido tener varios hijos78 en cada país de América y haber logrado la Fiesta de la Raza por mi cuenta.79

Su falta de crítica a los procesos de vilipendio hacia las mujeres en el pasado proviene, en parte, de su interpretación de la mujer en su propio presente. Es curioso cómo a su parecer, en un capítulo en el que se aborda la figura de la mujer paraguaya y en el que aparecen guinos al proceso de conquista y colonialidad del Paraguay, no corresponde crítica ni reflexión sobre el hecho. Sin embargo, sí existe una herida en su opinión, pero esta es la de las guerras de Independencia, que Giménez Caballero resuelve con estas palabras:

Yo creo que el español actual en América solo puede tener acogida y simpatía si ofrece a los hombres americanos un respeto sublime, y a las americanas mujeres una (también sublime) admiración. Solo ofreciendo sublimidad -es decir, religiosidad- el español puede aspirar a cicatrizar la llaga aquella de la Independencia, y sanear antiguas heridas supuradas. La mujer india de la conquista -la tierra misma de América, su matria- no se entregó al español porque fuera español y donjuanesco, sino porque vio en él lo que las mujeres ibéricas (nuestras abuelas) vieran en el hombre romano: una cultura superior a la propia indígena de donde podían surgir hijos, filialidades, capaces un día de ser, a su vez, patriarcas de nuevas culturas.80

Puede leerse en esas palabras que a la mujer no parece corresponderle respeto, sino solo sublime admiración. Y la única llaga en toda esta historia aparece a su criterio durante el proceso de Independencia latinoamericana, y para sanarla dispone el mismo sedante de la conquista y la dominación: religión. Giménez Caballero iguala "la mujer india de la conquista" a "la tierra misma de América". La mujer como tierra, y entonces, si la tierra se cultiva, la mujer también; en una, las semillas del alimento, en la otra, las semillas de la progenie. Esa visión de la mujer indígena en los procesos de conquista y colonización siguió a Giménez Caballero toda su vida. En la entrevista concedida a Enrique Selva Roca en 1986 afirmó que:

A España no le ha quedado de profundo más que el hecho del raceamiento81, de tener allí nuestra descendencia, el amor; ha quedado también el recuerdo de la conquista, verdaderamente prodigiosa, milagrosa. [...] En rigor, lo que yo propongo para España, para el 1992 o cuando sea, es continuar lo que verdaderamente España logró indiscutible e individualmente: el raceamiento y la colonización. El llevar nuestras juventudes de nuevo allá a cruzarse otra vez con nativas, a cultivar la mujer y la tierra, a continuar la simiente española. Esta es la tarea de España, y todo lo demás -libros, exposiciones, cuchipandas- no vale absolutamente para nada.82

Durante el proceso, la mujer aparece como entidad pasiva del sujeto político, y tan solo se la dota de poder cuando adquiere la naturaleza de madre: su valor es en cuanto que madre, no en cuanto persona en sí misma83. Además, se obvia también el hecho de que en el inicio del proceso de conquista

Se instaló la práctica desordenada de las rancheadas, consistentes en la enajenación de mujeres y en la matanza brutal de varones; la saca de mujeres de sus poblaciones fue costumbre corriente en los primeros años de la conquista, [...] y así fue como un gran número de mujeres fueron concentradas en las primeras chacras españolas situadas en los alrededores de Asunción, sirviendo como criadas y concubinas de los españoles, madres de los primeros mestizos, adquiriendo gran valor en los trabajos agrícolas y en el trueque, pues los conquistadores cambiaban mujeres por caballos y especialmente por ropas, ya que esta constituía el artículo más escaso en la primera economía asuncena.84

Al obviar Giménez Caballero estos aspectos desdibuja la violencia consustancial del proceso de conquista, y profundiza en el imaginario colectivo el carácter genuinamente pacífico y armonioso que la construcción historiográfica nacional ha querido dar a la formación de las primeras familias mixtas -castellano-guaraní- en la provincia del Paraguay, invisibilizando la doble victimización de la mujer indígena, primero en su propia cultura -como pieza de cambio- y después también como consecuencia de la relación entre la cultura indígena y la conquistadora.

Se ha dicho que Paraguay es tierra de mujeres. Pues, sí. Gracias a estas mujeres es por lo que Paraguay en la historia de América ha podido dar una verdadera tierra de hombres, de los más hombres. De los que saben aim morir por el honor. Y también por el amor.85

En opinión de Ignacio Telesca, en el proceso de sometimiento de los pueblos indígenas, que fue "relativamente rápido", fueron

Fundamentalmente las mujeres las que se vieron bajo el yugo del conquistador, y las cartas referentes al Paraguay publicadas en las Cartas de Indias son más que elocuentes sobre la explotación de la mujer indígena, que no se restringió exclusivamente a lo sexual.86

Las fatigas en el campo, el trabajo en las haciendas, el cuidado de los hijos e hijas, la construcción de estructuras habitacionales y para uso agrícola, las labores como hilanderas por la noche para vestir al senor que las subyugaba87, entre otros aspectos más personales y también sociales de esta explotación... Todos estos elementos no aparecieron en la obra de Ernesto Giménez Caballero, en su relato idílico de la construcción histórica de la hispanidad, como no aparecían tampoco en el discurso nacionalista de construcción de la nación paraguaya. Esta explotación de mano de obra indígena -en especial la que afectó a la mujer guaraní- ha sido "vista tradicionalmente como la cuna del mestizaje, siempre en términos positivos"88. Esta interpretación tradicional -nacionalista- de la historia del Paraguay se observa con claridad, entre otros, en uno de los historiadores paraguayos de mayor relevancia del siglo XX como fue Efraím Cardozo:

El entrecruzamiento produjo un fruto distinto que en otras regiones de América, si no por las calidades de la ascendencia, por los factores culturales y ambientales que presidieron el mestizaje. La mezcla racial no se practicó en la clandestinidad, soslayando sanciones penales y ain morales, sino libre, generosa y aun honradamente.89

Para Telesca, el mestizaje se produjo "de la mano" de la conquista, y "no surge de la complementariedad sino de la violencia"90. A este capítulo del mestizaje nos referimos a continuación con más detalle.

El Paraguay mestizo

Cuando los conquistadores castellanos comenzaron a instalarse en Asunción comenzó también, en palabras de Bartomeu Melià, "una historia compleja y bastante confusa", sobre todo debido al interés por transmitir la idea de "un mestizaje armonioso y feliz como relato fundador de la nación paraguaya", de manera que la narrativa histórica tradicional paraguaya, principalmente la del siglo XX, "ha convertido en mito la falacia de que el Paraguay (país bilingüe) tiene su origen en el mestizaje"91. Revelación del Paraguay responde a la perfección a ese modelo de historia tradicional o convencional, y Giménez Caballero otorga a ese mestizaje la cualidad de esencia de la paraguayidad.

En la producción de Giménez Caballero, los temas sobre América Latina, la cuestión indígena y el proceso de mestizaje "aparecieron en un contexto histórico por primera vez en su obra Genio de España, en 1932"92; estos rasgos habrían sido para él decisivos en la evolución del concepto moderno de nación española, concepto que en su opinión habría surgido con la llegada -el mal llamado descubrimiento- y colonización de los castellanos en América, así como con el cierre de la denominada Reconquista de la península ibérica93, y apuntará al proceso de mestizaje y a la tolerancia cultural en su obra como "factores decisivos de la conquista de América Latina, y también [que] aportaron a la conservación del imperio"94.

Para las élites religiosas, militares y políticas peninsulares, la salvación cristiana que era también misión de los españoles en las colonias debía realizarse en paralelo a la consecución de una nueva sociedad indiana, que se materializaba mediante la fecundación de las mujeres de la América pagana por parte de los varones de la católica metrópoli española: en Revelación del Paraguay, GeCé afirma que "el mestizaje es, para la Hispanidad, algo más que una despreocupación; sin duda, una mística. [...] Por eso, si la Hispanidad es mestizaje, la Hispanidad lo será todo"95. Se observa aquí la casi imposibilidad de desligar -como proponía José Vasconcelos en el caso mexicano pero aplicable al ámbito latinoamericano96- el supranacionalismo de la hispanidad del elemento genético en la constitución social de esa nueva nacionalidad -la "quinta raza" de Vasconcelos97- en la concepción de Giménez Caballero; una suerte de intento discursivo de superación del racismo98 que, sin embargo, se fundamentaba sobre un elemento esencialmente racista, destacando a menudo el blanqueamiento del mestizo latinoamericano para superar al indio americano o al negro de origen africano.

En un contexto de obsesión discursiva franquista por la regeneración española tras el proceso de decadencia nacional del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX, Giménez Caballero dedicó tras la Guerra Civil española una atención importante a la hispanidad y el mestizaje del periodo colonial99. No deja de ser irónico que pueda llevar tanta razón Giménez Caballero al hablar de mestizaje pues, sin restar el valor positivo que hoy pueda tener el mismo en las construcciones nacionales de las sociedades latinoamericanas para aliviar las tensiones de fundamento racial, no podemos olvidar el sentido en que este mestizaje se produjo, principalmente, durante los siglos XVI y XVII: mediante la conquista, colonización y la violación de la tierra y su humanidad femenina.

La convivencia de españoles con la sociedad guaraní y la unión de los primeros con las mujeres guaraníes "es un hecho claro"100 (como también lo es que pronto se conformó un grupo criollo mestizo amplio y con identidad propia101, que tuvo escaso aporte genético desde la península después de las primeras décadas102); sin embargo, conviene senalar que la idea de que España -a través de sus conquistadores- fecundó la tierra103 de lo que hoy es Paraguay -equiparando a España con el padre y al Paraguay con la madre- es una acertada y dolorosa metáfora de la realidad de la conquista.

En este proceso gradual de la conquista -de invasión y sometimiento-, además de la dosis de violación directa -invariable en los procesos violentos de toma u ocupación territorial-, aparece también el elemento patriarcal en el que la mujer se convierte en objeto de intercambio político, entre el español que conquista la tierra y el indígena (varón) que evita doblegarse por completo a través de la dación de sus mujeres, con el fin de mantener cierto estatus social en el nuevo contexto de las colonias gracias, precisamente, a ese "parentesco o cunadazgo" al que alude Giménez Caballero. Mediante esa unión consanguínea, los varones indígenas se enlazaban con el sujeto político en expansión, y evitaban con ello la relegación completa -al menos en el ámbito de lo local- a la subalternidad. La entrega de mujeres104 no era, en cualquier caso, una práctica desconocida en la etapa precolonial, pues en realidad el fenómeno era ya habitual entre los grupos guaraníes con anterioridad al inicio del proceso de conquista castellano:

Cuando llegaron los conquistadores, no comprendieron el valor que los guaraníes daban a las mujeres, muy valiosas por ser quienes trabajaban en el kokue -la chacra-, y servían como medio de cambio. Cuando Ayolas e Irala remontaron el río Paraná y el Paraguay, al llegar a la altura de Lambaré, fueron enfrentados por los indios de la zona, por lo que Irala disparó desde su bergantín con un pequeno canón, sorprendiendo a los indígenas, quienes corrieron despavoridos. En consecuencia, el cacique les ofreció cuatro doncellas -considerando el valor que estos atribuían a sus mujeres- como elemento de negociación con los extraños que llegaban a sus dominios. Irala y los demás españoles no entendieron esta actitud y tomaron a las doncellas como objeto sexual, pensando que los indios daban a sus mujeres en son de paz y no con el valor que en realidad ellos le asignaban. A partir de este episodio, todos los cronistas opinaron que los indios cambiaban mujeres por un punal, por pieles o por comida, y los historiadores posteriores escribieron acerca del poco valor que tenían las mujeres indígenas. Irala, luego de la fundación de Asunción, tomó varias mujeres, hijas de los principales caciques y los demás conquistadores siguieron su ejemplo.105

Esas mujeres dadas entonces106, y las que siguieron después, constituyeron la parte femenina del origen del mestizaje guaraní-castellano en Paraguay, hasta el punto de que Giménez Caballero afirma que "existe un tipo somático, un mestizo de sangre matricia guaraní y patricia de españoles"107. Sin embargo, la implicación política -decisiva quizá en la deriva histórica de la administración territorial del Paraguay- de esta subordinación del indio al conquistador por vía del emparentamiento con la mujer -más bien deberíamos decir con las mujeres- queda muy bien explicada por Melià:

Que los guaraníes aceptaran a los españoles en su sistema de reciprocidad económica y parentesco, dada también la necesidad que tenían los recién llegados de proveerse de alimentos y disponer de mujeres, nada tiene de extrano. El nombre de karai se refiere a personas con poderes chamánicos sobrenaturales, y con él fueron honrados los españoles, lo que permite pensar que fueron considerados no solo como personas (ava) como ellos, sino además de rango importante. años después, en 1620, el jesuita Marciel de Lorenzana sintetizó el proceso en estos términos: "lamáronse luego los indios y españoles de cunados, y como cada español tenía muchas mancebas, toda la parentela acudía a servir a su cunado, honrándose con el nuevo pariente, y viéndose los españoles tan abundosos en comidas de la tierra y con tantas mancebas, no aspiraron a más... Y como estaban en el Paraíso de Mahoma, se gobernaban a su modo".108

Por supuesto, Giménez Caballero no niega -es más, lo reafirma- el valor de lo guaraní en la esencia nacional del Paraguay109, esencia que para Giménez Caballero es el mestizaje. No obstante, no debe olvidarse que a pesar de que "el uso del término nación con un sentido político fue extremadamente raro en el conjunto de la monarquía hispánica con anterioridad a 1808"110, y aunque no preexistiera el concepto decimonónico de nación y por tanto no podemos hablar de que hubiera habido "naciones o sentimientos nacionales previos a la crisis imperial, sí habría existido por el contrario un patriotismo criollo que podría equipararse a una especie de protonacionalismo, que podría ser entendido como amor a la patria de nacimiento"111. Entendido así, existen argumentos a favor ese valor sustancial que Giménez Caballero le da al mestizaje -propio del grupo criollo- como germen de la nación paraguaya moderna.

En ese sentido, explicar el proceso de integración nacional exigiría una mirada del proceso de la Independencia que no principie y finalice en 1811112, como tampoco debe olvidarse que la construcción de la nación y de la nacionalidad es móvil, un elemento histó-ricamente construido y, en cuanto que relacionado con el paso del tiempo, cambiante. En ese afán por integrar la nación, de la que el mestizaje -tan alabado por Giménez Caballero como punto de partida de la paraguayidad- es una de las causas y al mismo tiempo efecto más claros, se cometieron en años de la dictadura stronista -régimen en el que tan bien se desenvolvió Giménez Caballero por su amistad personal y la sintonía ideológica con el dictador paraguayo113- importantes atentados contra la integridad de los pueblos origina-rios que, sin embargo, no contaban con la carta de naturaleza mestiza y, por tanto, carecían de ese salvoconducto social y político. Durante los primeros años de su gobierno -segunda mitad de los años cincuenta-, Stroessner desplegó un discurso nacionalista xenófobo114; en realidad, lo que el régimen vino a denominar "el problema indígena"115 fue un choque de intereses entre una élite capitalista necesitada de tierras liberadas de ocupación para el crecimiento económico mezclado con un extendido racismo sobre todo entre las poblaciones trabajadoras campesinas del interior paraguayo hacia los grupos indígenas.

León Cadogan, que había comenzado a publicar artículos acerca de la situación de los grupos guaranís atrayendo la atención de intelectuales extranjeros, "fue el primero en describir cómo los paraguayos valoraban su linaje guaraní, pero concurrentemente 'despreciaban, explotaban y perseguían' a los pueblos indígenas en el campo; de hecho, él veía en el racismo nacional el mayor obstáculo para la asimilación indígena"116. Resulta evidente que en estas circunstancias la articulación de un sujeto político paraguayo que se componga de todos sus elementos en disenso es harto complicado117.

No obstante, la valorización de la raza guaraní estaba inserta en el discurso nacionalista paraguayo hacía tiempo: si bien a finales del siglo XIX no parecía que el tema de identificar étnicamente al paraguayo y recuperar su relación con la población indígena fuera por entonces un tema central ni de disputa en el campo de la historia y la política nacionales118, el debate étnico-identitario, o racial -según el lenguaje de la época- surgió poco después, con la disputa sobre la construcción nacional y la controversia historiográfica sobre la figura de Solano López ya servida, que tuvo su cenit con la conocida polémica intelectual y periodística119 entre el doctor Cecilio Báez y un jovencísimo Juan E. O'Leary entre 1902 y 1903. Esta polémica, y sus posteriores reinterpretaciones, generó a nivel social, político y cultural una "división muy profunda" en la sociedad paraguaya120. Si bien Báez no realizó un análisis de la conformación étnica del país -ni tampoco lo tuvo como referente de sus escritos-, sí senaló que al iniciar el siglo XIX la población paraguaya -100 000 habitantes criollos- eran mestizos provenientes del cruce entre los españoles castellanos y las mujeres indias guaranís, aunque él no argumentó este rasgo étnico nacional como uno de los factores del cretinismo paraguayo que según él acusaba el país121. Según Claudio Fuentes-Armadans, "ambos discursos, el de O'Leary nacionalista y el de Báez positivista, estaban destinados a chocar entre sí"122, con lo cual surgió la célebre polémica sempiterna paraguaya.

Juan O'Leary arremetió contra Báez y encumbró a Manuel Domínguez -unos pocos años más joven que Báez-, quien en 1917 publicó una colección de artículos bajo el título El alma de la raza (con introducción del propio O'Leary). Después de la polémica, Arsenio López-Decoud retomó también los trabajos de Manuel Domínguez y habló del paraguayo como perteneciente a una raza blanca sui-géneris, y definió la raza paraguaya como descendiente de la mejor gente española a la cual se le agregó el valiente guaraní; un mestizaje que engendró una raza superior al resto de las del continente123. Según Ignacio Telesca,

Con una historia y una identidad consolidada se anadirán nuevos aportes que fortalecerán esta concepción. Moisés Bertoni, científico suizo, presentará al pueblo guaraní más que como una raza, como una civilización con logros comparables a cualquier otra civilización importante de la historia. Si bien Domínguez no levanta la bandera de Bertoni sí lo hará más adelante Natalicio González, no con la intención de demostrar que la paraguaya era una raza superior, sino para certificar que la cruza entre el guaraní y el español, sea laico o religioso, generó una unidad tal que impelía un tipo determinado de Estado, fuerte y personal, como el de Francia, como el de los López, como no lo era el iniciado a partir de 1870. La creación de la nación mestiza tuvo usos disímiles en los tiempos de la celebración del centenario. Poco importaba la historia, lo que sí era primordial era darse a sí mismos una identidad que les permitiera mirar el futuro con esperanza.124

Durante el breve periodo de Natalicio González al frente de la presidencia de la República del Paraguay -últimos meses de 1948- reelaboró la historia del pueblo paraguayo desde la colonia hasta sus tiempos "exacerbando la idea de una raza guaraní magnífica y poderosa" que "combinada con los agentes laicos colonizadores conformó un ser paraguayo que fundó y sostuvo un país justo y libre, civilizado y acertado"125. Con Natalicio González "el nacionalismo paraguayo se refuerza con la creación de un mito guaraní que explicó por sí mismo las características de la raza paraguaya", hasta el punto de que Rubén Bareiro Saguier afirmó que González "pertenecía a la generación indigenista-nacionalista"126; de hecho, González se inspiró en la teoría del mexicano José Vasconcelos. Con ese reforzamiento se fueron creando los "relatos históricos alrededor de los cuales se reforzaba la idea de una nación autoabastecida y pacífica desde tiempos inmemoriales"127.

Natalicio González se refiere una nueva raza que es la que desobedece a la colonia, una nueva raza de indios, criollos y mestizos, que "posee tradiciones uniformes, ideales, penurias y esperanzas sentidas en común, una unidad étnica y un hábitat que se fue transformando 'en el sentido que más favorecía a la índole rural y guerrera de la raza'"128. González dirá que "los conquistadores clavaron su hogar en el nuevo país dominado, y no tardaron en mezclar su sangre con la del indígena, y de este cruce surgió un nuevo elemento étnico, el mestizo, inteligente y fuerte, de bella gallarda apostura"129. Según Telesca, Natalicio González -al igual que Manuel Domínguez- observa "la confirmación de su teoría en la obra de gobierno de Carlos Antonio López, al afirmar que durante ese tiempo:

[...] Hay una armonía profunda entre el régimen de los López y los ideales de su pueblo. El estado realiza maravillosamente la síntesis del pasado paraguayo, funde en una nueva entidad la herencia política del conquistador laico con la obra espiritual de los catequistas para desenvolver sobre bases firmes y naturales la cultura autóctona130.

Los "protoideólogos del stronismo" -Juan E. O'Leary y Natalicio González- retomaron la tradición nacionalista del siglo XIX con su crítica al liberalismo, "fusionándola con el fascismo del siglo XX"131. De todo este discurso nacionalista, surgido de la polémica historiográfica de comienzos del siglo XX y desarrollada durante la primera mitad de la centuria hasta convertirse de facto en historia oficial del país hacia mediados del bebió de Giménez Caballero para escribir su obra Revelación del Paraguay. En el libro son constantes las referencias a O'Leary, Natalicio González y otros de los principales intelectuales nacionalistas del periodo -Giménez Caballero incluyó también entre sus páginas a liberales como Efraím Cardozo o Julio César Cháves, ambos contemporáneos suyos-, y el propio Giménez Caballero lo confiesa en la obra: "La reciente historiografia paraguaya se caracteriza por su técnica, más científica que política, aunque siempre hondamente nacionalista"132. El relato historiográfico nacionalista de ideólogos del mestizaje paraguayo como Natalicio González están muy presentes en la obra de Ernesto Giménez Caballero.

Conclusiones: revisar y reconstruir nuestro relato común

Sin duda, Ernesto Giménez Caballero es uno de los personajes más controvertidos de cuantos conectan a españoles y paraguayos en el siglo XX. Varias opiniones sobre Giménez Caballero suelen coincidir en el "carácter alucinado de su pensamiento"133, opiniones que pueden resumirse en dos, de signo bien diferente134: de una parte, para el fascista Maximiano García Venero, "bajo la máscara genialoide de GeCé atisba, profundamente, un ser medroso y egoísta: un simulador dotado de talento literario"; sin embargo, para Herbert R. Southworth,,Giménez Caballero fue un hombre "de gran visión política en sus momentos de lucidez, y uno de los escritores realmente importantes del fascismo español. [...] Sabía lo que era el fascismo y en sus obras consiguió una de las más claras exposiciones de esta doctrina"135.

No se pueden negar las cualidades de Ernesto Giménez Caballero como literato e intelectual; su capacidad para desbordar al lector con datos, nombres, acontecimientos y referencias de toda naturaleza -filosofía, teología, historia, lingüística, política, economía, arte o literatura recorren su obra a rienda suelta gracias a su característico verbo copioso, a veces excesivo- es incuestionable, beneficiándonos también a través de sus obras de su amplio conocimiento de la América Latina en general. Tampoco pasan inadvertidos su catolicismo recalcitrante -al menos de discurso, quizá no tanto en la práctica136- o su confesa adhesión al fascismo, mucho más clara al menos hasta los años cincuenta, aunque a menudo -como advirtió uno de sus biógrafos137- rehuyó utilizar el término en sus textos o en sus respuestas durante las entrevistas (sobre todo acabada la Segunda Guerra Mundial), ante lo cual siempre dio evasivas, circunloquios o alegorías, sabedor de que el término no caía bien en España y mucho menos en Europa. Y tampoco podemos desatender ni descuidar su concepción de nación, fuertemente fundamentada en algunos aspectos del romanticismo alemán y al mismo tiempo conectada y combinada con la catolicidad: "Por eso mi nacionalismo -lo afirmé en Genio de España- se llama Catolicismo (religiosidad, catolicidad, universalidad) [Ansia de inmortalidad!"138, según le escribió a Douglas Foard a mediados de los setenta. Esta perspectiva de la hispanidad que potencia el factor católico de la misma había estado muy presente durante los años treinta en el pensamiento y en la obra de Ramiro de Maeztu139; en sus propias palabras:

Percibimos el espíritu de la humanidad como una luz de lo alto. Desunidos, dispersos, nos damos cuenta de que la libertad no ha sido, ni puede ser, lazo de unión. Los pueblos no se unen en la libertad, sino en la comunidad. Nuestra comunidad no es racial ni geográfica, sino espiritual. Es el espíritu donde hallamos al mismo tiempo la comunidad y el ideal; y la Historia quien nos lo descubre. En cierto sentido está sobre la Historia, porque es el catolicismo.140

Con el tiempo, Giménez Caballero no llegó a completar un proceso que hubiera podido desarrollar con la edad y la experiencia, proclive a un esfuerzo mayor por comprender, interpretar y explicar Paraguay -como país, como nación- desde posiciones epistemológicas más desprendidas de su fascismo transmutado a catolicidad y de su idea de imperio hecho mestizaje sobre la tierra. Y a pesar de que en Revelación del Paraguay -como también en otros de sus textos, sobre todo los posteriores a la Guerra Civil- el valor de la raza recorrió un camino diferente del que se extendió por la Alemania del primer tercio del siglo XX141, esta afinidad al ideal romántico de nación, así como su conocimiento y reconocimiento de los estudios en lengua germana que lo sustentaron, lo impulsaron a una abrumadora -a veces desconcertante y hasta excesiva- obsesión por la raza, su continuidad y sus alteraciones, y en consecuencia acercaron su lenguaje y su pensamiento a los fenómenos de la biología y, en particular, de la genética.

Digno de reconocer es, asimismo, su empeno por abordar en Revelación del Paraguay la multiplicidad de elementos, fenómenos y aconteceres de la política, la sociedad, la cultura, la naturaleza o la historia del país; sin embargo, a menudo todo ello se muestra desde una perspectiva histórica casi impropia de su estatus intelectual, sí con un amplísimo y hasta abrumador torrente incesante de datos, historias, conversaciones, sensaciones, anécdotas y detalles, pero con una mirada en exceso acrítica hacia algunos de esos procesos y acontecimientos, y una interpretación decimonónica de algún episodio del pasado recorrido en la obra. En línea con su pensamiento nacionalista e hispanista, Giménez Caballero no abordó las tensiones que algunos de esos procesos supusieron o simbolizaron en el desarrollo de la construcción historiográfica de la nacionalidad paraguaya -tensiones que por otra parte no son exclusivas del colonialismo español, pues son consustanciales al fenómeno imperial142-.

En la continuidad de esta reflexión podrían adquirir una relevancia fundamental los conceptos de biopolítica y biopoder143, que a pesar de utilizarse en ocasiones de forma indistinta aquí corresponde diferenciarlos: en palabras de Roberto Esposito144, si entendemos biopolítica como "una política en nombre de la vida" y el biopoder como "una vida sometida al mando de la política", entonces la construcción historiográfica que el nacionalismo paraguayo realizó sería una operación biopolítica por cuanto algunos de los rasgos de esta construcción apuntan a una fundación nacional basada en criterios raciales o étnicos145, pero esencialmente biológicos, (como lo es el enlace del conquistador hispano con la mujer guaraní y la amalgama social cimentada en la consanguinidad, el mestizaje). Y a su vez, el régimen de legitimación del poder en Paraguay, basado en una construcción historiográfica mitificada a partir del patrocinio -y latrocinio- nacional por parte de los supuestos herederos ideológicos de los también supuestos héroes de la patria paraguaya, constituye un ejercicio de biopoder, habida cuenta de que si la esencia de la nacionalidad paraguaya se sostiene en fundamentos raciales, entonces la vida está sometida a la política en cuanto que desaparece la igualdad racional entre sujetos biológicos, entre la ciudadanía, siendo sus características biológicas las que podrían definir el resultado de una política hacia ellas.

El historiador paraguayo David Velázquez-Seiferheld resume de la siguiente manera la compleja situación que enfrenta en Paraguay la historiografía acerca del origen social, cultural y étnico del país como Estado-nación moderno:

No hace falta volver a la historia como única o principal legitimadora del proyecto nacional: son demasiadas las historias que contar; y no hace falta refundar la nación. Pero tampoco se puede olvidar, porque el olvido de lo político es un olvido política-mente conveniente. Y cuando el olvido es político, entonces la memoria, el pasado, la historia, se privatizan y dejan de ser patrimonio común. La historia no es lo único que construye comunidad, pero es necesaria para entender el presente. Por eso el debate sobre es pasado siempre es necesario. Renán sostuvo alguna vez que el progreso de los estudios históricos es a menudo un peligro para la nacionalidad. Ese a menudo indica que no necesariamente tiene que ser así. Es posible que lo sean si la nación se piensa como un todo homogéneo, pero itiene que serlo para un proyecto de nación que incluya distintas memorias y sus respectivas tensiones y conflictos, propios de una sociedad con ambiciones democráticas? Solo una reparación histórica a la histo-riografía puede responder a esta pregunta.146

Por desgracia, tal y como afirmó el sociólogo paraguayo Helio Vera, "el pasado paraguayo no existe como historia sino como leyenda, y por eso no tenemos historiadores sino trovadores emocionados cantores de epopeyas, lacrimosos guitarreos del pasado"147. Corresponde a las actuales y futuras generaciones de investigadoras e investigadores paraguayos la magna y sacrificada tarea de acometer la "reparación histórica a la historiografía" nacional148. Por otra parte, Revelación del Paraguay sí sirve con solvencia a un propósito más práctico: el de reflexionar sobre el pasado, sin olvidos políticamente convenientes, al abandonar esencialismos e idealizaciones románticas del fenómeno nacionalista149, que solo empobrecen la visión del pasado. Es preciso interpretar los elementos principales de la construcción nacional como ingredientes de un fenómeno político y sociocultural cambiante, mucho más complejo de lo que se supone. El libro de Giménez Caballero es tan extenso en temas y aspectos críticos de la historia del país que hoy conocemos como Paraguay, que invita a una permanente discusión de las razones de la dificultad histórica para articular un sujeto político que asuma y recoja la multiplicidad de variantes, naturalezas y tensiones que se dieron a largo del tiempo y del espacio en el territorio del actual Paraguay. Como senala Gaya Makaran en su trabajo sobre el nacionalismo paraguayo y sus mitos, "si analizamos los trabajos de la corriente revisionista de la historiografía paraguaya, en todos se rechaza, o por lo menos se complejiza, la idea de la conquista pacífica y de la alianza hispano-guaraní"150, lo que habla de un esfuerzo más que necesario, relativamente reciente, por desmitificar estos aspectos.

Giménez Caballero es una figura en muchos sentidos nociva para la recuperación de una narrativa históricamente profesional y crítica de la construcción nacional paraguaya y del propio sentido de la integración entre las diferentes comunidades del ámbito cultural iberoamericano o latinoamericano y, sin embargo, es una figura insoslayable en el estudio de las relaciones hispanoparaguayas de la segunda mitad del siglo XX; y lo es, entre otras cosas, porque arrastró hacia la relación entre España y las repúblicas latinoamericanas -particularmente con el Paraguay- algunos de los peores esencialismos del propio nacionalismo español, inclusive aquellos de jerarquía racial como el que parece intuirse en esta última cita de GeCé:

- "[Me asusta usted!" [le espetó Juan Patri, que había estudiado en Suiza y ahora disfrutaba su vejez siendo uno de los pocos huéspedes fijos del Gran Hotel del Paraguay, en Asunción, viviendo en un cuartón colonial, destartalado y lleno de bártulos, como recuerda Giménez Caballero, quien hablaba con don Juan siempre que podía, después de la cena].

- "Yo no sueno este foedus o pacto, don Juan [le replicó Giménez Caballero]. Yo solo soy un fantasma histórico y terrible, como el comendador de Don Juan Tenorio, que me he filtrado por las paredes del Plata y vengo a exigir esta deuda. jNo hay deuda que no se pague!"

- "jMe asusta usted!".

- Sí, asústese, don Juan. Yo soy una espantosa estantigua. Soy el soplo inmortal de lo español. Y vengo a ajustar cuentas con todos ustedes, bribonzuelos.151

En esta cita, parece evidenciarse que, a pesar del discurso integrador de la hispanidad desplegado por Giménez Caballero, en el fondo subyace un jerarquía racial en su pensamiento que no era solo de mestizos-indígenas, sino españoles-mestizos-indígenas, que se explicita en esa amenaza: "Asústese; soy el soplo inmortal de lo español, y vengo a ajustar cuentas con todos ustedes, bribonzuelos"152. Ese bribonzuelos parece incluir al pueblo para-guayo y quizá al conjunto de poblaciones latinoamericanas (o más bien hispanoamericanas).

Es cierto que Giménez Caballero escribió Revelación del Paraguay, como casi toda su obra intelectual -particularmente toda la que desarrolló su pensamiento sobre colonialismo, mestizaje e hispanidad-, antes de la renovación que supusieron en los años ochenta los estudios poscoloniales153. Resulta también manifiesto que la mentalidad colonial de Occidente había cambiado con bastante lentitud desde el final de la Segunda Guerra Mundial erosionando y reduciendo muy poco a poco el encanto, la fascinación o el atractivo por el imperialismo y los procesos de colonización de los siglos XVI al XIX154. Sin embargo, todo lo anterior no obsta para senalar que los historiadores habían ido acumulando pruebas de los crímenes del periodo colonial y que desde los años cincuenta del siglo XX fueron cada vez más habituales las reflexiones críticas sobre el proceso de expansión europea155. Pero Giménez Caballero fue ajeno a estas reinterpretaciones, ya que fue parte del sector que mantuvo una cierta o explícita exaltación de lo colonial y de sus efectos.

Tampoco debe sorprendernos en exceso, pues aunque con el final de la dictadura franquista "los mensajes colonialistas más radicales dejaron de emplearse en España, no hubo entonces una revisión en profundidad de la memoria colonial"156, y el nacionalismo español continuó asociado a la mentalidad colonialista bastante tiempo más, incluso hasta la actualidad157, con mensajes y relatos que, lejos de remitir, "se acentuaron en la segunda mitad del siglo XXI"158. Parece que existe en España una necesidad obsesiva, de rasgos compulsivos, casi patológica, por regresar al placebo de la eliminación del estigma de la colonialidad, algo que según argumenta José Luis Villacanas -siguiendo a Freud- sucede "cuando el duelo tiene efectos traumáticos que conmueven las bases mismas de la vida y producen un profundo abatimiento porque sus facultades quedan fijadas al pasado"159. Así, mientras en otros lugares de Europa se desarrollan algunos debates sobre cómo pedir disculpas por el colonialismo o acerca de la manera en que podrían implementarse reparaciones, en España este debate aún está por abrirse160.

Hoy en España se observan vientos de cambio -de disputa161 por la esencia de la historia nacional- que se producen en forma de una suerte de "melancolía fijada a un pasado que prepara fatídicamente su repetición"162. Por eso resulta perentorio recuperar aquí las palabras con las que se iniciaba este trabajo: "Hay que volver a hablar de GeCé, para que no se olviden las consecuencias que tuvieron sus bobadas"163. Desde la historia tenemos la responsabilidad de identificar, en cada momento los mitos históricos del franquismo sociológico, y asumir el compromiso de senalar esas pulsiones obsesivas atadas permanentemente al pasado que amenazan con abocarnos al "eterno retorno de lo mismo"164, combatiéndolas con argumentos propios de la disciplina profesional historiográfica que corten el suministro de "pociones mágicas e informaciones que, simplemente, no son historia"165.

No podemos confiscar el tiempo en un discurso circular que solo refuerza imaginarios de comunidad -nacionales o supranacionales- en torno a relatos esencialistas y fundantes que pretenden -mediante una operación ideológica tradicionalista o reaccionaria- instaurar y fijar un discurso cerrado sobre el tejido identitario presente que, como casi todo en la vida, cambia con el tiempo y se construye, deconstruye y reconstruye históricamente -a distintas velocidades y en diferentes direcciones- de manera ininterrumpida.

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*Artículo de investigación sin financiación institucional. El autor agradece expresamente a las evaluadoras y a los evaluadores anónimos que revisaron este texto; sin sus aportes, comentarios, reflexiones y sugerencias de ampliación o modificación este trabajo sería, sin duda ninguna, de una manifiesta inferior calidad. Todas las críticas y recomendaciones realizadas fueron adecuadas y pertinentes.

1Un libro nunciativo como obra que anuncia o revela, casi de manera sacral, el pasado.

2Ernesto Giménez Caballero, Relevación del Paraguay (Madrid: Espasa-Calpe, 1958), 10.

3José-Carlos Mainer, "Entre cultura y política. Ruptura y continuidad: intelectuales desde 1931 a 1975", en En el combate por la historia. La república, la guerra civil, el franquismo, coord. Ángel Vinas-Martín (Barcelona: Pasado y Presente, 2020), 28.

4Mainer, "Entre cultura y política", 33.

5Alberto Quintana, El fascista estrafalario (Madrid: Bubok Publishing, 2021).

6Quintana, El fascista estrafalario, 33.

7Quintana, El fascista estrafalario, 15.

8Acrónimo de Giménez Caballero (G.C. - GeCé).

9Quintana, El fascista estrafalario, 48.

10Eduardo González-Calleja y Fredes Limón-Nevado, La hispanidad como instrumento de combate. Raza e imperio en la prensa franquista durante la Guerra Civil española (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1988), 96.

11González-Calleja y Limón-Nevado, La hispanidad como instrumento, 96.

12Parece evidente que Giménez Caballero no tenía especial interés por analizar —mucho menos criticar— la realidad social paraguaya con criterios sociológicos, su objetivo fue replicar las interpretaciones míticas del pasado paraguayo desplegado por el nacionalismo historiográfico del país y deslizar en ellas el relato franquista de la hispanidad, muy conveniente a su posición como agente diplomático del régimen en el exterior.

13Herib Caballero-Campos, "Entre el recuerdo y la reivindicación: apoteosis, el álbum conmemorativo de la inauguración del Panteón Nacional de los Héroes", Folia Histórica del Nordeste, no. 24 (2015): 122, http://doi.org/10.30972/fhn.024303

14Sobre las resistencias indígenas en el proceso de conquista hispano en territorio paraguayo se recomienda la obra de Florencia Roulet, La resistencia de los guarani del Paraguay a la conquista española (1537-1556) (Posadas: Universidad Nacional de Misiones, 1993).

15Giménez Caballero, Revelación del Paraguay, 10.

16Benedict Anderson, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 1993), 277-283.

17Anderson, Comunidades imaginadas, 280.

18Anderson, Comunidades imaginadas, 279.

19Slavoj Zizek, El espinoso sujeto. El centro ausente de la ontologia politica (Buenos Aires: Paidós, 2001), 232.

20Zizek, El espinoso sujeto, 232.

21Basta senalar la acusación de Martín Almada —Premio Nobel Alternativo, torturado en las cárceles de Alfredo Stroessner, y descubridor de los denominados Archivos del Terror paraguayos en 1992—, que afirma que Ramón Bécker, colorado opositor con quien Almada coincidió en dependencias de la Comisaría Primera de Asunción (no confundir con La Técnica, Comisaría Tercera), le contó que entre las decenas de torturadores y verdugos que recordaba en su experiencia carcelaria, Ernesto Giménez Caballero —a la sazón embajador de Espana en Paraguay— estuvo en alguna ocasión presente en la Comisaría, y que "gozaba asistiendo a las sesiones de tortura". De ser ciertas estas sospechas de Martín Almada —por las insinuaciones de Ramón Bécker— deberíamos replantearnos el término controvertido, para adaptarlo a la gravedad de la circunstancia. Martín Almada, Paraguay, la cárcel olvidada. El país exiliado (Asunción: Arandurã, 2019), 51.

22En opinión de Gonzalo Álvarez Chillida —siguiendo a Alastair Hamilton— el fascismo ofreció distintos atractivos a los intelectuales que se interesaron por penetrar en su doctrina durante los convulsos años de entreguerras, y el principal fue aparecer como una alternativa regeneradora que podía percibirse —en términos de Oswald Spengler— como una verdadera crisis de la civilización liberal occidental; "el fascismo forjaba masas aristofílicas en vez de aristofóbicas, y este fue el aspecto del régimen italiano que más atrajo a Giménez Caballero". Gonzalo Álvarez-Chillida, "Ernesto Giménez Caballero: unidad nacional y política de masas en un intelectual fascista", Historia y política: ideas, procesos y movimientos sociales, no. 24 (2010): 271, https://recyt.fecyt.es/index.php/Hyp/article/view/44392

23Julio Rodríguez-Puértolas, Historia de la literatura fascista española I (Madrid: Akal, 2008), 119-120.

24Boletín Oficial del Estado español no. 32, 1 de febrero de 1956.

25Enrique Selva-Roca de Togores, "Ernesto Giménez Caballero (entrevista): autopercepción intelectual de un proceso histórico", Anthropos, no. 84 (1988): 25.

26Anna Virágh, "Indígenas y el proceso de mestizaje en la filosofía histórica de Ernesto Giménez Caballero", Öt Kontinens, az Új- és Jelenkori Egyetemes Tôrténeti Tanszék tudományos kôzleményei 2013, no. 2 (2015): 221.

27Virágh, "Indígenas y el proceso", 221.

28Rodríguez-Puértolas, Historia de la literatura, 121-122.

29Douglas W. Foard, Ernesto Giménez Caballero (o la revolución del poeta). Estudio sobre el Nacionalismo Cultural Hispânico en el siglo XX (Madrid: Instituto de Estudios Políticos, 1975), 238.

30Beatriz Figallo-Lascano, "Estrategias diplomáticas de la Espana del desarrollo en Sudamérica. Los escritores Giménez Caballero y Alfaro en Paraguay y Argentina", Claves. Revista de Historia 4, no. 7 (2018): 91, https://doi.org/10.25032//crh.v4i7.213

31Figallo-Lascano, "Estrategias diplomáticas", 91.

32Figallo-Lascano, "Estrategias diplomáticas", 91.

33Acrónimo de Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista.

34Virágh, "Indígenas y el proceso", 221.

35Rodríguez-Puértolas, Historia de la literatura, 120.

36Ricardo de la Cierva, coord., Vida de Franco (Madrid: Prensa Española - ABC, 1976/1977), 347.

37De la Cierva, Vida de Franco, 318.

38Desde el segundo tomo de esta colección, publicado en 1943, Giménez Caballero eliminó del título la coletilla de "y su Imperio". En los años sesenta refundió estos siete tomos en tres, bajo la actualizada denominación de Lengua y literatura de la hispanidad.

39El casamiento hubiera carecido de sentido, pues como le hizo saber Magda Goebbels a Giménez Caballero, Hitler era estéril, lo que obligó a la senora Goebbels a declinar la fantasiosa aventura genética de Giménez Caballero: "Imposible, gran amigo, imposible. jNo habría continuidad de la estirpe!". Ernesto Giménez Caballero, Memorias de un dictador (Barcelona: Planeta, 1979), 152.

40Giménez Caballero, Memorias, 152.

41Giménez Caballero, Memorias, 151.

42A fines de los años de 1980 esta obra seguía inédita y parece que hasta la fecha sigue así.

43Virágh, "Indígenas y el proceso", 221.

44La doctrina de la raza de la hispanidad tiene su origen en la conmemoración del mal denominado descubrimiento de América el 12 de octubre de 1492 por la expedición de Cristóbal Colón. La memoria de esta hazana exploratoria se utilizó siglos después para reforzar la imagen —sobre todo en América Latina— de una Espana en cierta decadencia internacional, para enfatizar la unidad de los pueblos de cultura hispánica; así sectores políticos conservadores españoles promovieron denominar a esta fecha como Día de la Raza o Fiesta de la Raza, a partir de 1913. Alrededor de esta conmemoración anual, un grupo de intelectuales institucionalizó un relato que tenía como aspiración la regeneración de Espana como poder internacional, la regeneración de la Espana imperial y católica. Marició Janué i Miret, "'Carácter nacional' español y diplomacia cultural nacionalsocialista", Ayer 118, no. 2 (2020): 242, https://revistaayer.com/articulo/1417

45En muchas de las ocasiones en que aparece en este texto, el término español es erróneo por anacrónico, siendo más conveniente utilizar la voz castellano, conquistador o hispánico (según el momento y el hecho); sin embargo, y dado que Giménez Caballero es en muchas ocasiones partícipe de esa anacronía a lo largo de su libro, se ha mantenido aquí la forma habitual de denotar los sujetos políticos que protagonizan su texto. No obstante, el término español ya se utilizaba desde el inicio de la conquista americana como gentilicio (por ejemplo, en el topónimo de la isla Española, dado por Cristóbal Colón a fines del siglo XV). Aunque los conquistadores peninsulares se considerasen hispanos o españoles durante el periodo colonial, la identidad colectiva española, como se entendió después de la guerra de Independencia a comienzos del siglo XIX, sería más correcto ubicarla como mínimo a partir del inicio de la dinastía Borbón en los reinos hispánicos y las reformas administrativas e institucionales que estos emprendieron (comienzos del siglo XVIII), y que también tuvieron correlación toponímica e identitaria.

46Paul H. Lewis, Paraguay Under Stroessner (Carolina del Norte: The University of North Carolina Press, 1980), 204.

47Giménez Caballero, Revelación del Paraguay, 311.

48Ana-Inés Couchonnal-Cancio, "La historia como medio decir. duelo y subjetividad política en el Paraguay", Estudios Paraguayos 28, nos. 1/2 (2010): 313.

49Barbara Potthast, ^"Paraíso de Mahoma" o "País de las mujeres"? El rol de la mujer y la familia en la sociedad paraguaya durante el siglo XIX (Asunción: Fausto, 1996).

50Barbara Potthast, "Residentas, destinadas y otras heroínas: el nacionalismo paraguayo y el rol de las mujeres en la Guerra de la Triple Alianza", en Mujeres y naciones en América Latina. Problemas de inclusión y exclusión, eds. Bárbara Potthast y Eugenia Scarzanella (Madrid: Iberoamericana - Vervuert, 2001), 77.

51Mary Monte de López-Moreira, "Historia social y política de la mujer en el Paraguay", en Paraguay en la historia, la literatura y la memoria. Actas de las II Jornadas Internacionales de Historia del Paraguay en la Universidad de Montevideo, ed. Juan Manuel Casal y Thomas L. Whigham (Asunción: Tiempo de Historia, 2011), 309.

52Potthast, "Residentas, destinadas", 77.

53Más allá de la desafortunada expresión que considera a las mujeres como excedente y a la implicación sociocultural que eso tiene, haciendo implícita la consideración de que a cada hombre le corresponde una mujer —generándose ese excedente en caso de no correspondencia en los números de unos y otras—, es preciso aquí senalar que a lo que se refiere esa disimilitud entre el número de varones y de mujeres es a un desequilibrio numérico de género por efecto de la Guerra de la Triple Alianza (en la que falleció la práctica totalidad de varones paraguayos en edad adulta); esta circunstancia tuvo como consecuencia en las décadas siguientes un fenómeno social consistente en que por cada hombre había en la sociedad paraguaya varias mujeres. Un censo de 1870 validó la percepción tradicional de que la Guerra Guasú fue una hecatombe demográfica para el país: más del 60 % de la población del país falleció por efecto de las armas o las penurias devenidas del conflicto (hambre, enfermedades, etc.). Si la población del Paraguay se estimaba en 440 000 habitantes, de los cuales entre 120 000 y 150 000 eran varones en edad militar, para 1967, a mitad de la guerra, habían desaparecido ya alrededor de 100 000 de estos efectivos iniciales, lo que da cuenta de la magnitud de la pérdida poblacional (en este caso en su mayoría de hombres entre 15 y 50 años ). Jerry Cooney, "Economía y recursos humanos. El Paraguay en guerra (1864-1869)", en Muero con mi patria. Guerra, Estado y sociedad. Paraguay y la Triple Alianza, ed. Hendrik Kraay y Thomas L. Whigham (Asunción: Editorial Tiempo de Historia, 2017), 61-65.

54Giménez Caballero, Revelación del Paraguay, 165.

55Aunque el avance de la historia social —desde la década de 1950 en adelante— y más tardíamente de la historia de género han renovado los enfoques sobre la cuestión, dándose a la tarea, según Duarte-Sckell, de "visibilizar a las mujeres como sujetos en la historia", al igual que la "creciente renovación de la historia política ha dado lugar a reinterpretaciones más críticas de la historia política tradicional", entre otros aspectos, en lo referido al rol de la mujer en la historia, lo cierto es que para alguien del nivel cultural de Giménez Caballero la expresión excedente de mujeres podría haber requerido algún matiz por su parte en 1958. Jazmín Duarte-Sckell, "Elementos para comprender la construcción de la masculinidad militar paraguaya en el siglo XX", Historia y Sociedad, no. 41 (2021): 144, https://doi.org/10.15446/hys.n41.88427

56Duarte-Sckell, "Elementos para", 144.

57Gaya Makaran, Paraguay : el nacionalismo y sus mitos (Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México - Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, 2014), 247-288.

58Makaran, Paraguay, el nacionalismo, 273-274.

59La obra de Saro Vera, El paraguayo (un hombre fuera de su mundo) (Asunción: El Lector, 1996) es particularmente elocuente en este sentido con el fin de comprender la identidad e idiosincrasia paraguaya en materia de género, al menos durante la segunda mitad del siglo XX; aunque la mayoría de aspectos y características que encuentra Vera en el paraguayo —y en la paraguaya—, así como en el comportamiento de la sociedad en su conjunto pueden probablemente alargarse y llevarse hasta la actualidad.

60Makaran, Paraguay, el nacionalismo, 286.

61Makaran, Paraguay, el nacionalismo, 286.

62Le faltó a Giménez Caballero hacer referencia a un tercer elemento: la búsqueda de riqueza y recursos, tan motivadora —o más— que las dos anteriores.

63Ernesto Giménez Caballero, Genio hispânico y mestizaje (Madrid: Editora Nacional, 1965), 15.

64Se entiende por progenación la reproducción a partir de un solo organismo previo —que sería la Espana peninsular para Giménez Caballero— fundida después con la matriz materna guaraní, produciendo así un nuevo y único organismo mestizo.

65Giménez Caballero, Revelación del Paraguay, 26.

66Giménez Caballero, Revelación del Paraguay, 35.

67Giménez Caballero, Revelación del Paraguay, 26.

68Debe senalarse que los abusos de los conquistadores no se circunscribieron a las mujeres guaranís, también los varones recibieron tratos vejatorios, amenazas, violencia y explotación; afirmaba Bartomeu Melià —citando una fuente de 1594— que "Asunción y sus alrededores ya sentían las desastrosas consecuencias de su modo de tratar a los indios, ya que 'los indios que servían a esta ciudad están menoscabados, porque no hay ni la décima parte de los que debería haber, por varias causas y enfermedades, y también por los abusos de los españoles'". Bartomeu Melià, El guaraní conquistado y reducido. Ensayos de etnohistoria (Asunción: Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad Católica, 1997), 61.

69Bartomeu Melià, "Historia de la lengua guaraní", en Historia del Paraguay, coord. Ignacio Telesca (Asunción: Taurus, 2014), 429.

70Si bien es cierto que la llegada y asentamiento de los castellanos alteró en parte sustancial el organigrama social de los pueblos guaranís, imponiendo muchos y nuevos criterios de comportamiento y organización social, también cabe recordar que la poligamia ya estaba extendida entre los pueblos guaranís —particularmente para los hombres con más poder o prestigio— antes de la llegada de los europeos. Graciela Chamorro, Cuerpo social: historia y etnografía de la organización social en los pueblos Guaraní (Asunción: Tiempo de Historia, 2017), 131-132.

71Melià, "Historia de la lengua", 429.

72Giménez Caballero, Revelación del Paraguay, 175.

73Giménez Caballero, Revelación del Paraguay, 176.

74Huelga senalarse que la introducción del ganado europeo —particularmente vacuno— en Paraguay tuvo como efecto la depauperización y en algunas regiones la devastación del medio ambiente del territorio paraguayo, con destrucción íntegra de muchos ecosistemas tras varios siglos de deforestación y de explotación de ganadería extensiva descontrolada, origen de posteriores planes y proyectos extractivistas en el país (con base en un recurso, el ganado vacuno, traído por los europeos); por no hablar de la aniquilación o desplazamiento de grupos enteros de poblaciones de pueblos originarios del territorio para ampliar la frontera ganadera (y también agrícola).

75Giménez Caballero, Revelación del Paraguay, 286-287.

76Mary Monte sugiere que "es probable que las uniones libertinas entre españoles y mujeres guaraníes hayan llegado a su fin cuando sucedieron los matrimonios de las hijas de Irala con los capitanes españoles". Mary Monte de López-Moreira, La gente del XVI. Habitantes del Paraguay durante la conquista (Asunción: Fondo Nacional de la Cultura y las Artes - Centro de Documentación y Estudios (CDE) - Arandurã, 2012), 91.

77Giménez Caballero, Revelación del Paraguay, 165.

78Se entiende que fuera del matrimonio, como era habitual en las relaciones que dieron lugar al colectivo mestizo en época colonial; a veces pareciera como si entre la época de Irala y la de Giménez Caballero no mediaran ya cuatro centurias...

79Giménez Caballero, Revelación del Paraguay, 165-166.

80Giménez Caballero, Revelación del Paraguay, 167.

81El concepto raceamiento adquiere aquí, en el decir de Giménez Caballero, el sentido de mestizaje en un sentido particularmente genético, como mezcla de razas. Este concepto de raceamiento en Giménez Caballero está absolutamente ligado al concepto de raza desplegado por el primer franquismo, un término que fue omnipresente en el lenguaje oficial del régimen durante los primeros años de la dictadura. El franquismo lo empleó de manera versátil por su intrínseca arbitrariedad, pero la coincidencia cronológica con el desarrollo teórico del nacionalsocialismo —que hizo de la biología una cuestión de Estado— obligó al régimen español a una precisión del concepto menos exigente genéticamente hablando, lo que llevó a los propagandistas del franquismo a imbuir el concepto de raza de un significado fundamentalmente espiritual. Así, el mestizaje sería defendido en el plano teórico como marca de identidad del proyecto imperial español sobre la retórica de la hermandad racial. Aleix Purcet-Gregori, "Racismo científico y modelo colonial en el primer franquismo: Guinea Ecuatorial", Ayer 118, no. 2 (2020): 256 y 266, https://revistaayer.com/articulo/1418

82Selva-Roca de Togores, "Ernesto Giménez Caballero (entrevista)", 25-26.

83Aunque Giménez Caballero no lo hiciera notar, se puede decir que —en un sentido etimológico, semántico y político— esa sobrevaloración de la mujer como madre por encima de su condición de mujer en situación de ausencia de maternidad tiene cierta relación y continuidad del fenómeno en el periodo anterior y posterior a la llegada de los castellanos a América. Si consideramos cercanos o íntimamente relacionados los conceptos de maternidad y de castidad, entendiendo el primero como la consecuencia de no producirse el fenómeno católico de virginidad o de su práctica continuada —esa castidad—, entonces, y solo bajo esa premisa, podemos suponer que en la cultura guaraní anterior a la conquista también estaría extendida la imagen de la mujer como madre si atendemos al siguiente fenómeno lingüístico de estos pueblos: "No se ha encontrado un término positivo en guaraní que sea equivalente a virginidad, virgen, inocencia, inocente, castidad, casto o casta, pureza, puro o pura u otros vocablos semejantes, y las expresiones donde se hace referencia tanto a la abstinencia completa (virgen), como a la abstinencia restricta de actividad sexual (ser casto o casta), son construidas en guaraní —como muchos de los términos en castellano— con base en la negación, lo que sugiere que lo que se estaba negando —la practica sexual— era anterior al ideal de reprimirla o restringiria". Graciela Chamorro, Decir el cuerpo: historia y etnografía del cuerpo en los pueblos Guaraní (Asunción: Tiempo de Historia, 2009), 230.

84Mary Monte de López-Moreira, Historia del Paraguay (Asunción: Servilibro, 2014), 64-65.

85Giménez Caballero, Revelación del Paraguay, 173.

86Ignacio Telesca, "La identidad étnica de la nación", en El reto del futuro. Asumiendo el legado del bicentenario, eds. Diego Abente Brun y Dionicio Borda (Asunción: Mercurio, 2011), 361.

87Telesca, "La identidad étnica", 362.

88Telesca, "La identidad étnica", 362.

89Efraím Cardozo, El Paraguay colonial (Asunción: El Lector, 1996), 74-75.

90Telesca, "La identidad étnica", 363.

91Melià, "Historia de la lengua", 428-429.

92Virágh, "Indígenas y el proceso", 224.

93Ernesto Giménez Caballero, Genio de Espana (Madrid: Ediciones Fe - Ediciones Jerarquía - Editora Nacional, 1939 [1932]).

94Virágh, "Indígenas y el proceso", 224.

95Giménez Caballero, Genio Hispânico y Mestizaje, 19.

96La transformación del mestizo en la noción de mestizaje desarrollada por José Vasconcelos se inscribe en el discurso de la narrativa del progreso civilizatorio. En México, la emergencia del mestizaje como esencia de la construcción nacional —consumada durante la segunda mitad del siglo XIX— implicó una desvalorización y arrinconamiento en el relato nacional de los poblaciones indígenas originarias del territorio; este proceso de discriminación —esencialmente racista— fue simultáneo al "engrandecimiento de la imagen del mestizo como metáfora de la nación", produciéndose entonces la "fabricación de una imagen del indio 'realmente existente' como una etnia o raza en proceso de degradación o desvalorización". Guillermo Zermeno, "Mestizaje: arqueología de un arquetipo de la mexicanidad", Anuario IEHS: Instituto de Estudios Histórico Sociales, no. 20 (2005): 61, http://anuarioiehs.unicen.edu.ar/resumenes/2005/2%20Mestizaje%20arqueolog%C3%ADa%20de%20un%20arquetipo%20de%20 la%20mexicanidad.html

97José Vasconcelos propuso en su obra La raza cósmica (original de 1925) una teoría sobre el futuro del mestizaje iberoamericano que conduciría a este a la configuración de una supuesta quinta raza que, al integrar las virtudes de las cuatro grandes razas tradicionales —blanca, negra, roja y amarilla— constituiría el fundamento biológico de la culminación del proyecto de desarrollo estético y espiritual de la humanidad. Víctor Zorrilla, "Cultura hispánica y mestizaje en América", en América y la Hispanidad. Historia de un fenómeno cultural, coord. Antonio Canellas (Pamplona: Universidad de Navarra, 2011), 33.

98El concepto de raza del franquismo de los años cuarenta y cincuenta servía como concepto de identificación alternativa al de pueblo —que arrastraba connotaciones de clase social— y además era funcional a los intereses exteriores de Espana y al proyecto de expansión más allá de los confines nacionales; en tanto que desde Espana se otorgaba a la raza un valor espiritual y no determinista, la propaganda franquista argumentaba que el régimen era en esencia antirracista. Purcet, "Racismo científico", 256.

99González-Calleja y Limón-Nevado, La hispanidad como instrumento, 19.

100Melià, "Historia de la lengua", 429.

101El aislamiento de la región de la provincia del Paraguay, que el territorio no tuviera recursos especialmente valiosos, y el rápido mestizaje favorecido por una mínima recepción migratoria desde la segunda mitad del siglo XVI, dio lugar a "una rápida suplantación del grupo conquistador blanco por el grupo mestizo y criollo, lo que otorgaría a la provincia una fisonomía particular". Liliana Brezzo, "'Reparar la nación'. Discursos históricos y responsabilidades nacionalistas en Paraguay", Historia Mexicana 60, no. 237 (2010): 200, https://historiamexicana.colmex.mx/index.php/RHM/article/view/1819

102Segin Telesca, la "preeminencia mestiza que se dio en Asunción" no fue merced de una decisión consciente y plenamente voluntaria de los conquistadores por integrar las culturas, hibridar las razas, o mezclar las familias, sino que en buena parte esto se produjo fruto de una "necesidad ante la no llegada de nuevos (y en especial nuevas) peninsulares". Telesca, "La identidad étnica", 363.

103Ciertamente, habida cuenta de que quienes trabajaban la tierra eran en su mayoría las propias mujeres indígenas —después también mestizas—, lo que realmente fecundaron los españoles no fue la tierra, sino exclusivamente los cuerpos de las mujeres que la ocupaban y que la trabajaban.

104La entrega se producía en calidad de concubinas, no como esposas.

105Monte de López-Moreira, Historia del Paraguay, 63.

106Debe remarcarse que los hombres guaraníes, al ganar aliados militares castellanos mediante la práctica social del cunadazgo, lo hacían como otra forma de explotar a las mujeres (también en la cultura propia). A pesar del implícito y explícito machismo ideológico de Giménez Caballero y de la actitud y prácticas de esta misma naturaleza de los españoles peninsulares en América, la crítica al sujeto de estudio de este trabajo debería extenderse también en el tiempo al sistema patriarcal constatable en territorio paraguayo desde la llegada de los castellanos hasta el día de hoy.

107Giménez Caballero, Revelación del Paraguay, 106.

108Melià, "Historia de la lengua", 429.

109El concepto de nación, en su doble acepción política y étnica, ha inspirado en miltiples ocasiones los intentos por institucionalizar y legitimar el poder; "en el caso paraguayo, lo guaraní se convirtió en la sena de identidad de la República del Paraguay". José-Manuel Rodríguez-Pardo, La Independencia del Paraguay no fue proclamada el 14 de mayo de 2011 (Asunción: Servilibro, 2011), 164.

110Tomás Pérez-Vejo, "Naciones y nacionalismo en Espana y la América española: experiencias comunes y divergentes", en Tan lejos, tan cerca. Miradas contemporâneas entre Espana y América Latina, coord. David Jorge (Valencia: Tirant lo Blanch, 2018), 33.

111Pérez-Vejo, "Naciones y nacionalismo en Espana y la América española", 37.

112Una obra que atiende una mirada amplia de la integración nacional paraguaya es la de Ricardo Pavetti, La integración nacional del Paraguay (1780-1850) (Asunción: Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad Católica - Editora Litocolor SRL, 2015).

113Sobre la cuestión de las relaciones entre la Espana franquista y el Paraguay stronista, y sobre la figura bisagra que pivotó entre ambos regímenes dictatoriales, se recomienda ver Eduardo Tamayo-Belda, "Franco y Stroessner, el reflejo de la dictadura a ambos lados del Atlántico", en Imâgenes y percepciones. La inserción de Espana en el mundo actual, coord. José-Luis Neila-Hernández y Pedro A. Martínez-Lillo (Madrid: Sílex, 2021); Tomás Sansón-Corbo, "Entre cruzadas y mesianismos. Alfredo Stroessner, Francisco Franco y la legitimación histórica", Cuadernos de Historia. Serie Economíay Sociedad, nos. 26/27 (2021): 271-305, https://doi.org/10.53872/2422.7544.n26/27.33561

114Bernardo Coronel, Breve interpretación marxista de la historia paraguaya (1537-2011) (Asunción: Arandurã - Base IS, 2011), 178.

115René Harder-Horst, El régimen de Stroessner y la resistencia indígena (Asunción: Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad Católica, 2011), 63.

116Harder, El régimen, 65.

117Para la reflexión y el debate sobre esta cuestión, la obra de Ana-Inés Couchonnal-Cancio, Donde nací como tú. Perspectivas en torno a la articulación de un sujeto político en Paraguay (Asunción: Tiempo de Historia, 2017.

118Ignacio Telesca, "Paraguay en el Centenario: la creación de la nación mestiza", Historia Mexicana 60, no. 237 (2010): 146, https://historiamexicana.colmex.mx/index.php/RHM/article/view/1818

119La polémica completa está recogida en una compilación realizada por Ricardo Scavone-Yegros y Sebastián Scavone-Yegros, que incluye un estudio crítico introductorio de Liliana Brezzo, Cecilio Bâez - Juan E. O'Leary. Polémica sobre la historia del Paraguay (Asunción: Tiempo de Historia, 2011).

120Claudio Fuentes-Armadans, La maldición del legionario (Asunción: Tiempo de Historia, 2016): 83.

121Telesca, "Paraguay en el Centenario", 149-150.

122Fuentes-Armadans, La maldición, 79.

123Telesca, "Paraguay en el Centenario", 186-187.

124Telesca, "Paraguay en el Centenario", 187.

125Magdalena López, "Del 'Estado al servicio del hombre libre' al 'A balazos o a sablazos Natalicio al Palacio': una breve caracterización del pensamiento y accionar político de Natalicio González", en Paraguay: Investigaciones de historia social y política. III Jornadas Internacionales de Historia del Paraguay en la Universidad de Montevideo, ed. Juan Manuel Casal y Thomas L. Whigham (Asunción: Tiempo de Historia, 2013), 260.

126López, "Del 'Estado'", 260.

127López, "Del 'Estado'", 261.

128Telesca, "Paraguay en el Centenario", 169.

129López, "Del 'Estado'", 262

130Telesca, "Paraguay en el Centenario", 170.

131Coronel, Breve interpretación, 178.

132Giménez Caballero, Revelación del Paraguay, 124.

133Rodríguez-Puértolas, Historia de la literatura, 132.

134Rodríguez-Puértolas, Historia de la literatura, 132-133.

135Rodríguez-Puértolas, Historia de la literatura, 133.

136Podría decirse que más que del catolicismo Giménez Caballero era adepto de un fascismo católico, que por la conveniencia política fue mutando hacia un catolicismo firme.

137Foard, Ernesto Giménez Caballero, 208.

138Foard, Ernesto Giménez Caballero, 238.

139González-Calleja y Limón-Nevado, La hispanidad como instrumento, 11-30.

140Ramiro de Maeztu, Defensa de la hispanidad (Madrid: Rialp, 2017), 105.

141Mientras la eugenesia —el debate biológico sobre el perfeccionamiento o degeneración de la especie humana— en el caso alemán giró en torno al mantenimiento de la pureza de la sangre (el perfeccionamiento de la raza específica) mediante el aislacionismo genético ario, el relato nacional de Giménez Caballero apunta más bien a algo contrario, a la necesidad de una mezcla —una miscela, por utilizar su propio término, como sinónimo de cruce o sincretismo racial— que agregaría valor a las razas preexistentes cuyo enlace produce como resultado ese mestizaje.

142José-Luis Villacanas-Berlanga, Imperiofiliay el populismo nacional-católico (Madrid: Lengua de Trapo, 2019), 45.

143Ambos conceptos aparecen por vez primera recogidos por Foucault en su obra L'Histoire de la sexualité(1976). Al hablar de una biopolítica de la población y del cuerpo social, Foucault afirma que "las disciplinas del cuerpo y las regulaciones de la población constituyen los dos polos alrededor de los cuales se desarrolló la organización del poder sobre la vida, y el establecimiento de esa gran tecnología de doble faz —anatómica y biológica, individualizante y especificante, vuelta hacia las realizaciones del cuerpo y atenta a los procesos de la vida— que caracteriza un poder cuya más alta función no es ya matar sino invadir la vida enteramente". Michel Foucault, Historia de la sexualidad. Volumen 1. La voluntad de saber (Ciudad de México: Siglo XXI, 2007), 168-169.

144Roberto Esposito, Bíos. Biopolítica y filosofía (Buenos Aires: Amorrortu, 2011), 26.

145Fundamental para analizar esa vinculación entre nación, raza y etnia es el reciente trabajo —en el que lastimosamente no se menciona a Paraguay— de Stuart Hall, El triângulo funesto. Raza, etnia, nación (Madrid: Traficantes de Suenos, 2019).

146David Velázquez-Seiferheld, "Reparar el pasado", en Paraguay: ideas, representaciones e imaginarios (Asunción: Secretaría Nacional de Cultura, 2011), 187.

147Helio Vera, En busca del hueso perdido (Tratado de paraguayología) (Asunción: Servilibro, 2011).

148Velázquez-Seiferheld, "Reparar el pasado", 187.

149Existe una "creciente renovación de la historia política que ha dado lugar a reinterpretaciones más críticas" de la historia política tradicional, la cual "escatimaba la metodología científica para abocarse, más bien, a objetivos puramente políticos e ideológicos". Duarte-Sckell, "Elementos para", 144.

150Makaran, Paraguay: el nacionalismo, 118-119.

151Giménez Caballero, Revelación del Paraguay, 204.

152Giménez Caballero, Revelación del Paraguay, 204.

153Gustau Nerín, Colonialismo e imperialismo. La grandeza perdida y el derribo de sus monumentos (Barcelona: Shackleton Books, 2022), 204-205.

154Nerín, Colonialismo, 204.

155Nerín, Colonialismo, 204.

156Nerín, Colonialismo, 217.

157Elvira Roca-Barea, Imperiofobia y leyenda negra (Madrid: Siruela, 2016).

158Nerín, Colonialismo, 218.

159Villacanas-Berlanga, Imperiofilia, 261.

160Nerín, Colonialismo e imperialismo, 221.

161La obra En el combate por la historia (2020), editada por Ángel Vinas, cuya primera edición cumple este ano una década, es un buen ejemplo de este problema de la historiografía española, que sigue muy presente en nuestra sociedad.

162Villacanas-Berlanga, Imperiofilia, 262.

163Quintana, El fascista estrafalario, 48.

164Villacanas-Berlanga, Imperiofilia, 260.

165Ángel Vinas, En el combate por la historia. La República, la Guerra Civil, el Franquismo (Barcelona: Ediciones de Pasado y Presente, 2020), 24.

Cómo citar / How to Cite Item: Tamayo-Belda, Eduardo. "Nostalgia por el imperio y nacionalismo paraguayo: el pensamiento del embajador español Ernesto Giménez Caballero en Revelación del Paraguay". Historia y Sociedad, no. 43 (2022): 141-180. https://doi.org/10.15446/hys.n43.99931

Recibido: 30 de Noviembre de 2021; Aprobado: 22 de Febrero de 2022; Revisado: 31 de Mayo de 2022

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