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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud

versión impresa ISSN 1692-715Xversión On-line ISSN 2027-7679

Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv vol.20 no.2 Manizales mayo/ago. 2022  Epub 12-Sep-2022

https://doi.org/10.11600/rlcsnj.20.2.5351 

Estudios e Investigaciones

Interacciones vinculares mamá-bebé: impacto de las creencias maternas*

Mother and baby interactions: Impact of maternal beliefs

Interações entre a mãe e o bebê: impacto das crenças maternas

Ph. D. Ana Eugenia Faas1 

Lic. Lorena Elsa Codosea2 

Lic. Julieta Curti3 

Lic. María José Ferrero4 

Lic. María Inés Herrero5 

Lic. Roxana Marasca6 

Lic. Carolina Nanzer7 

Ph. D. Patricia Polantonio8 

Lic. Diana Rabinovich9 

1 Universidad Nacional de Córdoba. Argentina. Doctora en Psicología. Docente-investigadora Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Profesora adjunta regular cátedra Psicología Evolutiva de la Niñez, Facultad de Psicología, UNC, Argentina. Orcid: 0000-0002-8415-8547. H5: 7. Correo electrónico: ana.faas@gmail.com

2 Universidad Nacional de Córdoba. Argentina. Licenciada en Psicología. Profesora asistente cátedra Psicología Evolutiva de la Niñez, Facultad de Psicología, UNC, Argentina. Orcid: 0000-0003-4178-7877. H5: 1. Correo electrónico: codosealorena@gmail.com

3 Universidad Nacional de Córdoba. Argentina. Licenciada en Psicología. Doctoranda Facultad de Psicología, IIPsi, UNC, Argentina. Orcid: 0000-0001-8351-5277. H5: 1. Correo electrónico: curtijulieta@gmail.com

4 Universidad Nacional de Córdoba. Argentina. Licenciada en Psicología. Profesora asistente cátedra Psicología Evolutiva de la Niñez, Facultad de Psicología, UNC, Argentina. Orcid: 0000-0001-5369-389X. H5: 1. Correo electrónico: licferreromj@gmail.com

5 Universidad Nacional de Córdoba. Argentina. Licenciada en Psicología. Profesora asistente cátedra Psicología Evolutiva de la Niñez, Facultad de Psicología, UNC, Argentina. Orcid: 0000-0002-6280-9396. H5: 2. Correo electrónico: ma.inesherrero@gmail.com

6 Universidad Nacional de Córdoba. Argentina. Licenciada en Psicología. Profesora asistente cátedra Psicología Evolutiva de la Niñez, Facultad de Psicología, UNC, Argentina. Orcid: 0000-0001-6651-2285. H5: 3. Correo electrónico: marascaroxana@gmail.com

7 Universidad Nacional de Córdoba. Argentina. Licenciada en Psicología. Profesora asistente cátedra Psicología Evolutiva de la Niñez, Facultad de Psicología, UNC, Argentina. Orcid: 0000-0001-8041-7970. H5: 1. Correo electrónico: nanzercarolina@gmail.com

8 Universidad Nacional de Córdoba. Argentina. Licenciada en Psicología. Profesora asistente cátedra Psicología Evolutiva de la Niñez, Facultad de Psicología, UNC, Argentina. Orcid: 0000-0001-8041-7970. H5: 1. Correo electrónico: nanzercarolina@gmail.com

9 Universidad Nacional de Córdoba. Licenciada en Filosofía. Profesora asistente cátedra Psicología Evolutiva de la Niñez, Facultad de Psicología, UNC, Argentina. Orcid: 0000-0002-2055-1315. H5: 3. Correo electrónico: dianitaluz@gmail.com


Resumen (analítico)

Las ideas parentales sobre el desarrollo infantil pueden guiarse por falsas creencias e influir en las interacciones tempranas. En este trabajo se estudian las ideas e interacciones en la relación mamá adolescente-bebé. La maternidad adolescente implica riesgos vinculares, llegando incluso hasta el maltrato. Se clasificó a las madres en modernas (activas) o tradicionales (pasivas), según la estimulación y acompañamiento del niño/a. Se evaluaron 145 díadas en los primeros dos años de vida. Los resultados indican peores interacciones en las madres tradicionales, siendo significativos en los contactos cara a cara, las interacciones táctiles y la función de sostén materna. El patrón de apego también se presenta más inseguro. Estos resultados permiten organizar programas de capacitación parental apuntando a la deconstrucción de ideas erróneas sobre el desarrollo y orientando interacciones saludables.

Palabras clave: Madre; joven; ideología; primera infancia; afectividad. Tesauro de Ciencias Sociales de la Unesco

Abstract (analytical)

Parental ideas about child development can be guided by false beliefs and influence early interactions. Adolescent mother and baby bonding ideas and interactions are related in this study. Adolescent motherhood implies additional risks, which even include abuse. Mothers are classified as modern -active- or traditional -passive-, based on the stimulation and accompaniment they provide to their child. 145 dyads are evaluated in the first two years of life. The results indicate worse interactions among traditional mothers, based on face-to-face contact, tactile interactions and the maternal support function. The attachment pattern is also more insecure. These results make it possible to organize parental training programs aimed at the deconstruction of erroneous ideas about development and guiding healthy interactions.

Keywords Mother; youth; ideology; early childhood; affectivity

Resumo (analítico)

As ideias dos pais sobre o desenvolvimento infantil podem ser guiadas por falsas crenças e influenciar as interações iniciais. As idéias e interações do vínculo mãe-bebê adolescente estão relacionados aqui. A maternidade na adolescência implica riscos relacionados, chegando mesmo ao abuso. As mães são classificadas em modernas -ativas- ou tradicionais -passivas-, de acordo com o estímulo e o acompanhamento do filho. 145 díades são avaliadas nos primeiros dois anos de vida. Os resultados indicam piores interações nas mães tradicionais, sendo significativos nos contatos face a face, nas interações táteis e na função de apoio materno. O padrão de apego também é mais inseguro. Esses resultados possibilitam a organização de programas de treinamento parental com o objetivo de desconstruir ideias errôneas sobre o desenvolvimento e orientar interações saudáveis.

Palavras-chave Mãe; joven; ideologia; primeira infância; afetividade

Introducción

El presente trabajo analiza las ideas expresadas por una muestra de madres adolescentes y jóvenes sobre el desarrollo infantil. El objetivo de la investigación es relacionar la calidad de las interacciones vinculares entre las madres y sus hijos durante los primeros dos años de vida del/la niño/a.

Las relaciones de apego se establecen durante los primeros años de infancia mediante las relaciones intersubjetivas adultos/as-niños/as que aseguran protección, proximidad y contacto. El apego, como lazo afectivo primario, se establece en el primer año de vida y su consolidación es fundamental para la constitución psíquica y conformación de la subjetividad. El buen funcionamiento del vínculo mamá-bebé ha sido postulado por diversos autores clásicos de la psicología como un elemento imprescindible para la posterior organización psíquica de manera sana y estable (Spitz, 1969; Stern, 1985, 1998; Winnicott, 1965, 1972). Bowlby (1958, 1969, 1973, 1980) propone el concepto de apego entendido como la relación emocional que el niño establece con sus padres o cuidadores principales. Este vínculo le proporciona la seguridad y protección necesarias para enfrentarse al mundo externo, sentando las bases para el despliegue de su personalidad. Dicho autor planteó que un apego seguro se basa en una conexión emocional sólida desde los inicios de la relación y que ambos miembros de la díada son activos en su establecimiento. El niño/a generará conductas de apego y buscará la proximidad de su cuidador/a mediante el llanto, las reacciones faciales, los sonidos verbales, a los cuales este responderá de manera concomitante interpretando sus necesidades y actuando con contención y afecto. Esta bidireccionalidad de la relación se establece a través de los cuidados cotidianos, las rutinas, el juego y en las maneras de acompañar a ese niño/a en los distintos momentos de su desarrollo (Leonardelli et al., 2009).

A medida en que el/la niño/a conforma progresivamente modelos de representación internos que estructuran su vínculo con el mundo y con los otros significativos, el apego contribuye a la supervivencia física y psíquica del sujeto, generando seguridad y facilitando el conocimiento del entorno. En 1969, Mary Ainsworth realizó una serie de investigaciones sobre díadas mamá-bebé codificando el comportamiento interactivo con base en cuatro escalas: proximidad y búsqueda de contacto; mantenimiento del contacto; resistencia y evitación. La autora definió tres patrones de apego: seguro, inseguro evitativo y inseguro ambivalente. Posteriormente, a partir de la observación de las modalidades de apego en niños/as víctimas de violencia y maltrato, Barudy y Dantagnan (2005, 2010) definieron al estilo de apego evitativo como aquel que se produce cuando las respuestas obtenidas por parte de la madre, no solo no satisfacen las necesidades afectivas del/la niño/a, sino que también son generadoras de estrés.

Las formas del apego y sus modalidades vinculares establecen un molde que permanecerá a lo largo de la vida, por lo que sus disfuncionalidades generarán trastornos vinculares en todo el desarrollo. Se han observado dificultades en el vínculo filial materno con madres adolescentes o muy jóvenes. Un estudio reciente evaluó los procesos subjetivos de adaptación al embarazo. Los datos obtenidos arrojaron que el 91.5% de la muestra se consideró como desadaptadas o inadaptadas, en comparación con el 18.5% que mostraba procesos de adaptación al embarazo. Significativamente, solo el 25.9% mostró un comportamiento de apego seguro para con sus bebés (Álvarez, 2018).

Las diferencias en las interacciones entre madres adultas y adolescentes con sus bebés también se manifiestan en la calidez emocional, en la sensibilidad materna, en la estimulación del desarrollo lingüístico y en la promoción de la autonomía (Cerezo et al., 2006). Entendemos que la sensibilidad materna se traduce en interacciones sincrónicas, donde el cuidador/a se adapta al estado y necesidades del bebé. Estados negativos, inmadurez emocional y diversos factores estresantes que atraviesan la maternidad afectan esta sincronía dificultando la calidad del vínculo. Por otro lado, la organización de las rutinas diarias como, por ejemplo, la preparación de los alimentos, muestra que las madres adultas ofrecen dinámicas más estables, con mayor calidez y sensibilidad durante la interacción (Sánchez & Hidalgo, 2002). Asimismo, las actitudes de las madres adolescentes frente al nacimiento de un/a niño/a prematuro/a visibilizan una mayor falta de empatía, en comparación con las adultas (Villamizar et al., 2017). Finalmente, otros trabajos han informado sobre las dificultades para la comprensión empática de las necesidades del bebé en madres adolescentes, fundamentalmente al inicio de la relación, cuando todavía no se cuenta con experiencia para la crianza (Botero et al. 2018).

Las dificultades en la interacción pueden implicar conductas maternas como desatención o negligencia, las cuales pueden derivan en el maltrato físico. Una de las principales dificultades que se observan en el vínculo de mamás adolescentes con sus hijos/as, radica en que no entienden su comportamiento, por lo que no pueden elaborar estrategias de interacción adecuadas. Se ha reportado que los bebés de madres adolescentes se encuentran más expuestos a sufrir maltrato debido a que sus progenitoras no comprenden las conductas de su hijo/a o tienen ideas equivocadas de cómo deben cuidar o actuar (Campo et al., 2011; Loredo-Abdalá et al., 2017). En esa línea, el recurso a castigos o malos tratos se asocia, no solo con la edad materna, sino también con las creencias sobre la necesidad de los mismos como parte de su educación (Oliveros & Pacora, 2007). A menudo, por falta de conocimiento de cómo relacionarse con el niño/a, estas mamás evitan intercambios lúdicos o juegos sonoros y corporales, limitándose solo a las necesidades de alimento e higiene con un excesivo control (Marotta, 2017).

Siguiendo a Bornstein, en la medida en que las prácticas parentales están motivadas por las creencias, estas generan y dan significado a las prácticas y median su efectividad (Bornstein et al., 2018). De esta manera, las ideas sobre la crianza implican un constructo tridimensional que contempla el pensamiento (las creencias), la acción (las prácticas) y la influencia de la cultura (las pautas) (Infante & Martínez, 2016). En este sentido, las actitudes, valores, expectativas y atribuciones parentales guardan una estrecha relación con la ideología que poseen los progenitores sobre el desarrollo, la crianza y la educación del/la niño/a (Rodríguez et al. 2014). A menudo, las ideas maternas acerca del comporta-miento y desarrollo infantil se apoyan en el sentido común, las tradiciones familiares, los mitos y ciertas concepciones erróneas. Estas concepciones desempeñan un papel de mediación en su mente respecto a su propia tarea parental, aunque las mismas no sean racionalizadas y analizadas de forma consciente. El rol de los referentes familiares y del proyecto de vida futuro atraviesan las maneras de concebir el rol materno, frecuentemente asociado a significaciones negativas o altamente tradicionales (Castañeda-Camey et al., 2019). Así, las percepciones de las adolescentes sobre la maternidad implican valoraciones vinculadas a un escenario de representación social. Estas concepciones están influidas por factores culturales y educativos, así como por la madurez cognitiva y psicológica de quien cría un/a niño/a, por lo que las madres adolescentes constituyen un grupo de riesgo.

A partir de lo anterior, afirmamos que las madres y los padres estructuran un entorno educativo-familiar según las ideas evolutivo-educativas que posean acerca del desarrollo infantil. Estas vinculaciones se realizan a través de un filtro de pensamientos, creencias y actitudes, conscientes e inconscientes, que influyen en la percepción del comportamiento de sus hijos/as. Cuando los pensamientos son positivos y precisos, normalmente llevarán a acciones e interacciones positivas. Sin embargo, cuando se encuentran distorsionados, pueden conducir a atribuciones negativas perjudicando la eficacia del acompañamiento y la crianza (Grusec, 2014).

La sensibilidad de la madre hacia las necesidades del niño y las estrategias de control que se ponen en juego definen los estilos educativos principales. Por un lado, encontramos a las denominadas madres tradicionales. Estas se caracterizan por ejercer poco control sobre el/la niño/a, se muestran pesimistas en relación al calendario evolutivo, recurren a técnicas educativas coercitivas y valoran de manera desigual a niños y a niñas. Por otro, las madres modernas se atribuyen un papel determinante en el desarrollo de sus hijos e hijas, son optimistas en el calendario evolutivo, no muestran valores estereotipados con respecto al género y utilizan métodos educativos basados en el diálogo y la explicación. Entre estas tipologías polares se encuentran los tipos paradójicos, los cuales oscilan entre el acompañamiento activo y un estilo democrático de educación, y posiciones pasivas y medidas coercitivas de acompañamiento. En relación a esto, se constató la existencia de ideas parentales regidas por la contradicción, en lugar de la coherencia. En función de estas interacciones, encontraremos maneras diferentes de acompañar el desarrollo psicológico del niño, lo cual influirá en su comportamiento. Por ejemplo, las prácticas educativas pasivas en cuanto a la estimulación, que se muestran severas y poco sensibles hacia las necesidades del niño, se relacionarán con niños más pasivos y temerosos, inseguros e irritables, así como con mayores problemas de socialización (Huitrón & Torres, 2005; Sánchez & Hidalgo, 2003).

Aun cuando los padres y madres están expuestos a la complejidad del rol parental, unos los llevan a cabo adecuadamente y otros fracasan o, al menos, alcanzan escasas cotas de satisfacción y bienestar familiar (Torío, 2018). Teniendo en cuenta eso, la necesidad de fomentar las creencias que motiven acompañamientos e interacciones exitosas entre madres-padres-hijos/as generó programas de promoción en crianza respetuosa y parentalidad positiva, los cuales se focalizan en el apego y en la calidad de los vínculos desde el inicio de la relación. Observamos, entonces, que la calidad de la parentalidad afecta de manera significativa el desarrollo de los hijos e hijas (Vargas-Rubilar & Arán Filippetti, 2014). Desarrollar un estilo parental positivo, con apoyo, afecto, disponibilidad y comunicación resulta en menores respuestas negativas y conductas desajustadas en los hijos/as (Rosa-Alcázar et al., 2019).

Cuando hablamos de parentalidad positiva nos referimos a la promoción de vínculos afectivos sanos, protectores y estables de los y las menores; en los cuales los progenitores proporcionan un entorno educativo estructurado, se transmiten normas y valores, se brinda apoyo y oportunidades de aprendizaje mediante el reconocimiento de logros y capacidades (todo ello libre de cualquier violencia física, verbal o emocional). La parentalidad positiva ofrece a padres y madres orientación y reflexión sobre la crianza y el modelo educativo familiar (Rodrigo et al., 2015). Asimismo, fomenta el fortalecimiento de los vínculos desde la práctica del tipo de apego seguro (Mascareño, 2021).

Actualmente, existe una variedad de programas de carácter preventivo que trabajan con el fortalecimiento parental. Estos abordajes permiten a los padres percibir a sus hijos/as de una manera menos distorsionada por las propias creencias, facilitando la resiliencia infantil, parental y familiar (Vargas-Rubilar & Arán-Filippetti, 2014). Gran número de estas aproximaciones se desarrollaron en Estados Unidos (por ejemplo, Los años increíbles; Webster-Stratton & Reid, 2015), en Australia (Positive Parenting Program; Sanders, 2012) y en varios países europeos. Todos ellos encontraron efectos positivos en la reducción del estrés parental que implica la crianza y en la promoción del apego seguro (Vázquez, 2016). En España, uno de los principales ha sido el Programa Apego (Hidalgo et al., 2016) de la Universidad de Sevilla. El mismo tuvo gran impacto en la prevención primaria, ya que partía de una perspectiva que considera a la paternidad y la maternidad como una tarea evolutiva, respetando las características del aprendizaje adulto y reconociendo a los menores como sujetos activos de derecho. En los programas mencionados se demostró que el apoyo social externo y la formación brindada a los padres aumentan la auto-confianza y autoeficacia parental, así como la competencia para interactuar positivamente con los hijos, favoreciendo su desarrollo afectivo, emocional y social (Díez et al., 2016; Peña et al., 2014; Torío et al., 2015).

En Latinoamérica, Chile es el país que cuenta con mayor cantidad de datos sobre evaluaciones de eficacia. Por un lado, el programa Chile Crece Contigo, que lleva más de 10 años de aplicación, da cuenta de un mejoramiento en los niveles de competencia parental (Ministerio de Desarrollo Social de Chile, 2015). Similarmente, el programa Día a Día UdeC, evidenció la efectividad del programa de entrenamiento parental para la promoción de prácticas parentales positivas en países en vías de desarrollo (Rincón et al., 2018). Uruguay también posee el programa Uruguay Crece Contigo, el cual plantea un acompañamiento integral de la primera infancia, con una sección especial dedicada a prácticas de crianza. Esta política pública es implementada desde 2012 y continúa hasta la actualidad (Ministerio de Desarrollo Social de Uruguay, 2020). Por su parte, en Brasil, el programa Educando a niños en ambientes seguros (ACT-Raising Safe Kids Parenting Program), desarrollado por la American Psychological Association, registró las diferencias antes y después de la intervención en las prácticas educativas maternas y en el comportamiento infantil. Esto permitió el desarrollo de políticas públicas que pretenden incluir a la familia como parte fundamental en el desarrollo adecuado del niño (Pedro et al., 2018). A nivel local, Argentina exploró el impacto de la intervención parental en contextos escolares. Este estudio reportó resultados favorables en aspectos como la sensibilidad parental, las creencias respecto a la crianza, la expresión del afecto, la comunicación verbal y la disciplina (Vargas et al., 2018).

Como puede verse, la efectividad de los programas que apuntan a la formación en parentalidad para crianzas positivas y apegos seguros en la infancia es indiscutible. En esa línea, el objetivo de este artículo es recolectar evidencia sobre las ideas y creencias de las madres adolescentes acerca del desarrollo infantil. Para ello, se profundizará en aquellas vinculadas con la crianza, la educación, la estimulación, las formas de vinculación y las necesidades del niño durante los primeros años de vida. A partir de allí, se observará de qué manera se afectan las interacciones, y se intentará promover intervenciones oportunas para mejorarlas.

La hipótesis del trabajo parte de la base de que las madres con ideas evolutivo-educativas consideradas modernas generan interacciones vinculares de mejor calidad con sus niños/as, en comparación con las que se consideran tradicionales o paradójicas, quienes presentan concepciones de riesgo para una vinculación saludable y positiva. La identificación de las concepciones de riesgo para la crianza e interacciones vinculares permitirá diseñar programas de intervención en parentalidad positiva que fomenten el desarrollo saludable en la primera infancia. Como se ha expuesto en las páginas anteriores, la calidad del desarrollo de los miembros de la familia depende de la calidad de las relaciones que se hayan establecido, por lo que las interacciones tempranas entre los padres, las madres y el niño/a, así como sus maneras de concebirlas, constituyen un aspecto central para prevenir problemas futuros (Molero et al., 2011).

Los objetivos generales de la presente investigación fueron: a) analizar la relación entre las ideas evolutivo-educativas de madres adolescentes y jóvenes sobre el desarrollo infantil y las prácticas vinculares con su hijo/a; b) recolectar evidencia que colabore con la planificación de estrategias de intervención parental oportunas en los primeros años de vida. Por su parte, como objetivos específicos se plantearon: a) caracterizar las creencias maternas sobre el desarrollo infantil en población joven y adolescente; b) establecer las características de las interacciones vinculares con el bebé (visuales, verbales, corporales, de sostén y tipo predominante de apego) en función de las ideas maternas sobre el desarrollo del niño/a; c) comparar las ideas maternas sobre el desarrollo infantil con las características del vínculo en díadas madre-hijo durante los primeros dos años de vida.

Método

Diseño y tipo de estudio

Se realizó un diseño de campo en el contexto de las salas de espera del Hospital Universitario de Maternidad y Neonatología. El mismo revistió las características de ser no experimental, transaccional y descriptivo-correlacional. A partir de eso, se estableció la tipología de ideas y de creencias maternas sobre el desarrollo para correlacionarlas con las interacciones vinculares con el bebé y el tipo de apego predominante.

Población y muestra

Previo a su realización, el protocolo del proyecto fue evaluado positivamente por el comité de ética del Hospital Universitario de Maternidad y Neonatología. La muestra se recogió entre agosto de 2015 y diciembre 2018. Se trabajó con madres de entre 15 y 25 años y sus hijos de ambos sexos durante los primeros dos años de vida. Las mismas fueron reclutadas de manera accidental a partir de su asistencia a controles de pediatría, vacunación o consultorio por patologías menores. Todas firmaron expreso consentimiento informado de su participación y la de sus hijos en el estudio.

La muestra total fue de 149 casos, pero se excluyeron cuatro de ellos por no completar los protocolos de las evaluaciones requeridas. Así, se trabajó con una muestra total de 145 casos, de los cuales 70 de esos bebés eran varones (48.28%) y 75 eran mujeres (51.72%). La muestra fue dividida en dos grupos según los criterios diferenciales que establecen los protocolos de observación de las interacciones vinculares mamá-bebé: 0-6 meses (n=97) y 7-15 meses (n=48). Se excluyeron aquellos niños/as que presentaban patologías graves, enfermedades de largo tratamiento y síndromes genéticos o cromosómicos que pudieran interactuar con la concepción sobre el desarrollo.

La muestra se conformó solo con madres, por ser ellas quienes llevan a sus bebés a los controles pediátricos con mayor frecuencia. De hecho, solo tres padres pudieron ser reclutados, lo que no resultó significativo para el análisis. La muestra contó con 37 madres adolescentes (15 a 20 años) y 108 madres jóvenes (21 a 25 años). La edad promedio materna fue de 22.26+/-2.88 años. Del total, 105 (72.41%) eran primigestas; 31 (21.38%) estaban embarazadas de su segundo hijo; ocho (5.52 %) transitaban su tercera gestación; y solo un caso (0.69%) maternaba a 4 hijos. En cuanto al estado civil, el 65% de la muestra tenía una relación de pareja: 47 (32.41%) eran solteras; 78 se encontraban en unión estable (53.79%); 16 estaban casadas (11.03 %); cuatro eran separadas (2.07%); y un caso no consignó su estado civil (0.69%). En relación al nivel de estudios materno, 48 madres (33.10%) tenían secundario incompleto o niveles inferiores de estudio, mientras que 97 (66.90%) habían terminado el nivel secundario o tenían estudios superiores. De ellas, el 13.11 % completó sus estudios terciarios o universitarios. Los datos sobre el nivel de estudios paterno mostraron que 45 padres (31.91 %) tenían secundario incompleto o niveles inferiores de estudio, mientras que 96 (68.09 %) habían terminado el nivel secundario o tenían estudios superiores. De entre ellos, el 10.64% completó sus estudios terciarios o universitarios. En cuatro casos no se consignó el nivel de estudios.

Las respuestas sobre la actividad laboral materna/paterna registraron que 111 madres (76.55%) eran amas de casa y no poseían un trabajo remunerado. Por otro lado, 34 madres (23.45%) realizaban trabajos fuera del hogar (empleadas o asalariadas, cuentapropistas o personal doméstico). En el caso de los padres, 113 (87.4%) tenían trabajo remunerado (empleados o asalariados o cuentapropistas), mientras que el resto no trabajaba o tenía trabajos ocasionales (12.6%). La muestra evaluada provenía de distintos tipos familiares: 81 casos (57.86%) familia nuclear; 17 (12.14%) monoparental materna; 6 (4.29%) monoparental paterna; 30 (21.43%) materna extendida; 6 (4.29%) paterna extendida. En cinco casos no pudo consignarse la tipología familiar.

Instrumentos y procedimientos

Las evaluaciones descriptas a continuación acompañaron la encuesta de datos socio-familiares, educativos y de actividad laboral desglosada en el apartado anterior. Se evaluaron las ideas de las madres sobre el desarrollo, la calidad de las interacciones vinculares con su bebé y la relación de apego predominante. Las ideas maternas sobre el desarrollo del niño se tomaron mediante el Cuestionario de ideas paternas (versión abreviada, Palacios et al., 1998). Este cuestionario fue diseñado para aplicarse a uno de los padres o ambos y consta de 24 preguntas distribuidas en diez bloques de contenido:

  1. utilización de canales de información y redes de apoyo en torno a la crianza y educación de los hijos;

  2. capacidades atribuidas al niño;

  3. contribución de la herencia y el medio;

  4. relación madre-hijo durante el embarazo;

  5. el papel del padre;

  6. prácticas educativas generales: relaciones padres/hijos;

  7. capacidad percibida para influir sobre el desarrollo;

  8. atribuciones al comportamiento;

  9. ideas vinculadas a la acción;

  10. valores educativos.

Por ejemplo, el bloque 1 toma las preguntas 1, 2, 3, 23 y 24:

«1. ¿Se ha informado de alguna manera sobre cómo criar y educar a un/a niño/a? (si o no)». «2. Si se ha informado de algún modo sobre cómo criar y educar a un/a niño/a, ¿mediante qué procedimientos lo ha hecho? (opciones que van de fuentes pasivas e inespecíficas a fuentes activas y especializadas)».

«3. Si dice haber efectuado lecturas, ¿recuerda alguna cosa concreta que haya leído, algo que haya aprendido de esas lecturas? (opciones que van de recuerda cosas concretas a no recuerda)».

«23. A lo largo de esta entrevista usted ha expresado múltiples ideas en relación con los/as hijos/as y su educación, ¿de dónde cree usted que ha sacado estas ideas sobre los/as niños/as y la educación que se les debe brindar? (opciones que van de la propia experiencia pasando por fuentes de información externas y razonamiento hasta combinaciones de todo lo anterior)».

«24. En todos estos años, cuando ha tenido algún problema o preocupación sobre la crianza o educación de su hijo/a, ¿con quién lo ha consultado? (opciones que van desde nadie, cónyuge, familiares, lecturas específicas y especialistas o combinaciones de todo lo anterior)».

Cada bloque de contenido se califica como tradicional o moderno en función de las respuestas obtenidas a partir de la sumatoria de los puntajes parciales de las preguntas que lo componen. En el ejemplo del bloque 1, hasta 9 puntos es tradicional, 10 o más es moderno. Más de cinco bloques calificados en una u otra opción ubican a la madre en ese tipo de creencia. La calificación de paradójica implica cinco bloques respondidos como tradicional y cinco como moderno. Las madres que se ubicaron en esta categoría se consideraron como tradicionales ya que la mitad de sus creencias respondían al patrón tradicional.

La calidad de las interacciones madre-hijo se evaluó mediante el Perfil de observación de la relación madre-bebé, aplicable a niños de 0-6 meses y de 7-15 meses (Oiberman, 2008).

En esta prueba se estudian las siguientes funciones: visual, corporal, verbal y de sostén. Los comportamientos de la pareja madre-bebé son evaluados y cada comportamiento corresponde a una función de acuerdo a tres valores: 0 (ausencia de relación); 1 (la conducta es realizada por un solo miembro de la díada); 2 (la conducta es realizada de manera sinérgica por ambos).

Las funciones vinculares se califican sumando los puntajes obtenidos en cada uno de los indicadores (visuales, verbales, corporales y de sostén) para cada edad; por lo que la valoración se estipula para cada función vincular, la escala no ofrece un puntaje general que incluya todas las funciones evaluadas.

Esta valoración varía para cada perfil. Por ejemplo, respecto de la función visual en la grilla de 0-6 meses, los valores indican: ausencia de comunicación (0 a 1 punto); comunicación inadecuada (2 a 3 puntos); comunicación buena (4 a 5 puntos); comunicación muy buena (6 a 8 puntos). Respecto de la función corporal, los valores indican: ausencia de comunicación (0 a 1 punto); comunicación inadecuada (2 puntos); comunicación buena (3 a 4 puntos); comunicación muy buena (5 a 6 puntos). En cuanto a la función verbal, los valores indican: ausencia de comunicación (0 punto); comunicación inadecuada (1 punto); comunicación buena (2 puntos); comunicación muy buena (3 puntos).

En la tabla de los 7-15 meses, todas las funciones vinculares se valoran de la misma manera: ausencia de comunicación (0 a 1 punto); comunicación buena (2 puntos); y comunicación muy buena (3 a 4 puntos). De acuerdo a Oiberman (2008), la validez y confiabilidad de las escalas con valores buenos oscilan entre 0.79 y 0.97.

El vínculo de apego se evaluó mediante la Prueba de la situación extraña de Ainsworth y Wittig (1969). Esta prueba es un proceso de laboratorio que implica estudiar al niño en interacción con su madre y con un adulto (extraño) en un entorno no familiar. La misma permite tomar conocimiento de las características que hacen a los distintos tipos de vínculos posibles (seguro, inseguro o ambivalente). En el patrón de apego seguro, el bebé llora o protesta al marcharse su cuidador, calmándose con facilidad cuando este regresa a la sala. En el inseguro, el bebé rara vez llora al separarse de su principal cuidador y evita el contacto a su regreso. Cuando la forma de apego es ambivalente, el bebé se torna ansioso antes que su principal cuidador se marche, se enfada considerablemente durante su ausencia y, tras su regreso, busca el contacto al tiempo que se resiste a él. La Prueba de la situación extraña está diseñada para comprobar la calidad de la relación entre el bebé y su cuidador/a o madre. Consta de ocho episodios de tres minutos cada uno, excepto el primero que es de 30 segundos. En ellos se observa la conducta del bebé frente a cuatro situaciones diferentes: 1) bebé-presencia materna; 2) bebé-presencia materna-presencia extraño (examinador); 3) bebé-presencia extraño (examinador); 4) bebé-ausencia materna.

Cada uno de los ocho episodios de la prueba pueden valorarse individualmente, así como también puede asignarse una valoración total en función de la cantidad de episodios puntuados como con patrón seguro, inseguro o ambivalente.

Estrategias de análisis de datos

Los datos fueron procesados utilizando el programa Infostat. Se realizaron análisis descriptivos y de asociación entre las variables de interés. Para los primeros, se tuvo en cuenta cómo se presentó cada una de las variables en la muestra evaluada: las variables numéricas se colocaron en medias ± desviaciones estándar y las variables categóricas en porcentajes. Para los segundos, se realizaron comparaciones en función del tipo de idea materna predominante (tradicional o moderna) y la calidad del vínculo, tanto en las funciones vinculares como en el patrón de apego predominante. Se realizaron pruebas T de muestras independientes para establecer la relación entre creencias y vínculo, y pruebas de diferencias de proporciones para establecer los cruces entre las variables sociodemográficas maternas y el tipo de creencia predominante.

Resultados

Caracterización de las ideas maternas

Como se muestra en la figura 1, el análisis de las ideas maternas sobre el desarrollo del niño en los grupos etarios de 0-6 meses y 7-15 meses no registró diferencias significativas.

La edad media de las madres se mantuvo constante, tanto para los bebés que transitaban el primer año como para los que transitaban el segundo año de vida (media de edad ±desviación estándar en madres 0-6 meses: 22.36±2.47 años; media de edad±desviación estándar en madres 7-15 meses: 22.19±3.53 años). Por su parte, las edades medias de los bebés se presentaron cercanas a los tres meses en el primer grupo y a los 10 en el segundo (media de edad±desviación estándar en bebés 0-6 meses: 2.73±1.15 meses; media de edad±desviación estándar en bebés 7-15 meses: 9.96±3.09 meses).

Figura 1 Ideas maternas sobre el desarrollo del niño 

Como puede verse, la mayoría de las madres en ambas muestras calificaron como modernas. Sin embargo, aproximadamente un 30 % de ellas sostiene ideas innatistas y posturas pasivas frente a la estimulación del niño (lo cual sería una característica de las madres consideradas como tradicionales).

Análisis por bloque de contenido

El análisis por bloques de contenido del Cuestionario de ideas paternas reveló una mayor distribución de las ideas modernas que de las tradicionales, excepto en el bloque 1 (utilización de canales de información y redes de apoyo en la crianza) en el cual se observó que un 62 % de madres podían clasificarse como tradicionales, contra el 38% que se clasificaban como modernas. No obstante, aquellos bloques cuya proporción de ideas tradicionales oscilaba entre el 30% y el 50% fueron considerados de riesgo para la construcción de ideas favorables a la estimulación activa y el acompañamiento del niño/a. Así, se encontró una proporción de ideas tradicionales del 37% en el bloque 3 (la contribución de la herencia y el medio), que hace referencia al valor dado a factores heredados en el comportamiento y personalidad del niño/a por sobre la influencia directa de los padres en la crianza y la educación.

En el bloque 4 (relación madre-hijo durante el embarazo), la proporción de ideas tradicionales alcanzó el 36%, por lo que este grupo de madres consideran que no hay relación mamá-bebé antes de nacer. Los resultados del bloque 5 (el papel del padre) arrojaron que un 43 % de las madres poseen ideas tradicionales, subestimando u otorgando menor importancia al papel del padre en las tareas cotidianas de cuidado y acompañamiento del niño/a. En el bloque 8 (atribuciones al comportamiento del niño) un 37% de las madres presentaron ideas tradicionales otorgando, como en el bloque 3, mayor peso a la herencia sobre la conducta de su hijo/a que a la estimulación activa. El bloque 9 (ideas vinculadas a la acción) registró que un 34% de las madres presentaron ideas tradicionales, indicando que no creían que su propia injerencia podía generar alguna modificación de comportamientos o rasgos de personalidad de niño/a. Finalmente, en los resultados del bloque 10 (valores educativos) el 41 % de las madres registraron ideas tradicionales, orientando sus valores educativos más hacia la dependencia que hacia la autonomía.

Influencia de variables sociodemográficas maternas en la construcción de las creencias

A partir del análisis de la influencia de las variables sociodemográficas maternas en las ideas que las mismas construían sobre el desarrollo infantil, constatamos una relación significativa entre el nivel educativo y la situación laboral materna en la construcción de las creencias. En relación a la cantidad de hijos, el estado civil, el tipo de familia y la situación laboral paterna no se encontraron resultados significativos en el tipo general de ideología ni en los bloques de contenido que la componen. Como se especificó al describir la muestra, la mayoría eran primíparas, estaban en pareja, pertenecían a familias nucleares y la situación laboral de su pareja era activa y estable.

Por su parte, la relación entre el tipo de ideología con la edad materna (menores o mayores a 20 años) muestra que una mayor proporción de madres mayores de 20 años presentaban ideologías modernas en comparación con las del grupo etario de la adolescencia (15-20 años de edad), quienes registraron valores más altos de respuestas correspondientes a la ideología tradicional. Sin embargo, estos resultados no alcanzaron a ser significativos (p<0.1). Sí se encontraron diferencias al analizar por separado cada bloque de contenido que conforma la construcción de las creencias. La construcción del tipo de ideología se diferenciaba en el bloque 1 (relativo a nivel de información), en el cual las madres de mayor edad tendían a buscar fuentes de mejor calidad para la crianza del niño (p<0.01). También se encontraron diferencias en el bloque 4 (relación madre hijo durante el embarazo), donde las madres de mayor edad promovían el vínculo prenatal en mayor medida que las adolescentes (p<0.05). Por último, el bloque 6 (prácticas educativas generales) registró que las madres de edades mayores basaban sus prácticas educativas en la explicación y el razonamiento, en comparación con las madres adolescentes, entre quienes primaban las prácticas de tipo coercitivo (p<0.01).

Al relacionar tipo de ideología con nivel educativo máximo alcanzado por la madre (secundario incompleto o inferior versus estudios secundarios completos o superiores) se encontró que una mayor proporción de madres con secundario completo tendían a presentar una ideología de tipo moderna en contraste con aquellas que no pudieron finalizar sus estudios secundarios o tenían menor nivel educativo. Aquí se observaba una mayor proporción de ideas clasificadas como tradicionales (p<0.05). Analizando por separado cada bloque de contenido que conforma la construcción de las creencias, se constató la influencia del nivel educativo en el bloque 1, en el cual las madres con secundario completo o más utilizaban canales de información y redes de apoyo para garantizar una crianza de mejor calidad. Asimismo, en el bloque 4, una mayor proporción de madres con secundario completo o más reconocían una relación madre-hijo desde el embarazo. En el bloque 8, la mayor proporción de madres con alto nivel educativo se atribuía un papel activo en la explicación del comportamiento de su hijo/a. Finalmente, el bloque 10 (valores educativos), aquellas madres con secundario completo o más, tendían a fomentar la independencia y autonomía de sus hijos/as en comparación con las que poseían menor nivel educativo. Aparentemente, las maneras a través de las cuales las madres construyen diferentes aspectos de sus creencias sobre el desarrollo infantil, estarían vinculadas con su nivel educativo alcanzado. Todos los valores de p<0.01. Al relacionar el tipo de ideología con el tipo de actividad laboral/profesional realizado por la madre se encontraron diferencias significativas. Un alto porcentaje de las madres que trabajan fuera del hogar construyen ideas modernas sobre el desarrollo de sus hijos, en comparación con la construcción de estas ideas por parte de las que son amas de casa, donde se observa una marcada propensión hacia las ideas tradicionales (p<0.01).

El análisis por bloque de contenido demostró que la construcción de las ideas se diferenciaba en el bloque 1: las madres que trabajan fuera del hogar se informaban sobre el desarrollo de sus hijos a través de fuentes y redes de apoyo para brindar una crianza de mejor calidad en comparación con las que solo eran amas de casa (p<0.05). El bloque 6 manifestó que las madres que trabajaban fuera del hogar basaban sus prácticas educativas en la explicación y razonamiento y que las madres amas de casa optaban por prácticas de tipo coercitivo (p<0.01). Asimismo, en el bloque 8, relativo a atribuciones en el comportamiento del niño, se observó que las madres que trabajan fuera del hogar atribuían comportamientos más ajustados al calendario evolutivo del niño en comparación con las que solo son amas de casa (p<0.05). Pueden observarse las diferencias en la construcción de ideas modernas o tradicionales en función de edad, nivel educativo y condición laboral/profesional en la figura 2.

Figura 2 Variables sociodemográficas maternas que inciden en la construcción de las creencias 

Relación entre las ideas maternas y la calidad de las interacciones mamá-bebé

El análisis de la calidad de las interacciones mamá-bebé en las funciones vinculares visual, verbal, corporal y de sostén se orientó de acuerdo a las ideas maternas sobre el desarrollo infantil (tradicionales o modernas). Se llevaron a cabo pruebas T de diferencias de medias de muestras independientes para cada una de las funciones vinculares, analizando por separado los grupos etarios correspondientes a 0-6 meses y 7-15 meses de vida.

Para las edades de 0-6 meses, observamos las mayores diferencias significativas en la función visual (p<0.01), la cual se presenta de mejor calidad en las madres modernas que en las tradicionales. Asimismo, cuando esta función se descompone en los indicadores que la conforman, estos resultados se convalidan en tres de sus cuatro indicadores: 1) bebé mira con atención y mamá lo mira (p<0.05); 2) bebé busca activamente que mamá lo mire y mamá responde (p<0.05); 3) bebé y mamá sostienen la mirada conjunta (p<0.01).

También se observaron diferencias significativas en la función de sostén (p<0.05), donde las madres modernas tendieron a presentar una postura óptima, en comparación con las clasificadas como tradicionales, en las que la postura tiende a ser desajustada. En la función verbal se observaron diferencias significativas, especialmente en el indicador relativo a las respuestas maternas a las vocalizaciones del bebé (p<0.05). Sin embargo, dichas diferencias no se expresaron al considerar los puntajes totales. En la función corporal no se observaron diferencias significativas en los puntajes totales ni en ninguno de sus indicadores.

En el intervalo de edad de 7-15 meses, las diferencias en las relaciones vinculares en función del tipo de ideas maternas se encuentran fundamentalmente en la función corporal (p<0.01). Cuando la función se descompone en sus indicadores se encontraron resultados significativos en los siguientes indicadores: 2) bebé busca tocar a la madre y mamá responde (p<0.01); 3) se tocan mutuamente (p<0.05).

Igualmente, en la función verbal se observaron diferencias significativas en un solo indicador: 1) bebé llama a su madre y mamá responde (p<0.05). Con respecto a la función visual, no se observaron diferencias significativas en los puntajes totales ni en ninguno de sus indicadores. La función de sostén de esta edad mostró diferencias bordeline (p=0.06) en los puntajes totales a favor de las madres clasificadas como modernas.

En ambas edades del desarrollo todas las funciones vinculares puntuaron más alto en las madres modernas en comparación con las tradicionales, con la excepción del grupo de 0-6 meses, donde la función corporal es óptima en ambos grupos. La comparación entre los dos casos puede verse en la figura 3.

Figura 3 Calidad de las interacciones madre-hijo en función del tipo de ideas maternas sobre el desarrollo infantil 

Relación entre creencias maternas y patrón de apego predominante

A lo largo de este trabajo se analizó la calidad del vínculo de apego en las díadas que transcurrían el segundo año de vida por medio de la Prueba de la situación extraña. Los resultados constataron que las díadas cuyas madres calificaban como modernas en las ideas y creencias sobre el desarrollo infantil presentaban un patrón de apego seguro. En cambio, las parejas con madres tradicionales manifestaron un patrón de apego que podía clasificarse como inseguro (sea evitativo o ambivalente). Estas diferencias pueden observarse en la figura 4.

Figura 4 Patrón de apego en función del tipo de ideas maternas sobre el desarrollo infantil 

Aparentemente, las ideas preconcebidas de las madres en torno al desarrollo del niño, no solo afectan la relación mamá-bebé en los intercambios vinculares de los primeros meses, sino que también impactan en la calidad del vínculo de apego que se construye a partir de la segunda mitad del año de vida.

Discusión

En su trabajo, Ejes de racionalidad en torno a la familia y los modelos parentales: una construcción cualitativa de las teorías sobre la familia (2016), Martínez-Licona relaciona las pautas de crianza familiares con los vínculos de apego y los patrones de éxito. A partir de ello, determina cuatro teorías sobre la familia: 1) la familia de los padres; 2) la importancia de la familia; 3) la importancia de ser buen padre o madre en el ejercicio de la parentalidad; 4) los diferentes aspectos que hay considerar al criar un/a niño/a.

Estas teorías manifiestan la existencia de distintas corrientes de pensamiento en los padres y en las madres, vinculadas a los hábitos y las pautas culturales en la crianza de los hijos/as. Los autores afirman que en la teoría 1 se concentran la mayoría de los casos. Aquí, los padres cumplen una función en el desarrollo y la promoción de pautas de crianza positivas, vínculos de apego y patrones de éxito de manera integral. La aparición de las teorías restantes (que entienden a la familia como la estructura básica de la sociedad, una entidad ideal o un conjunto de personas que comparte lazos sanguíneos y de parentesco) fue menos frecuente en los casos analizados.

En esa línea, este artículo destaca la importancia de las ideas de los padres y las madres en el vínculo con sus hijos/as. Los resultados globales arrojados por nuestra investigación revelan que las ideas construidas por las madres sobre el desarrollo de sus hijos e hijas impactan en las maneras de vincularse con ellos/as durante sus primeros dos años de vida. Las madres modernas consideran necesario desarrollar un acompañamiento comprensivo en la crianza con estimulación activa en las distintas etapas del desarrollo. Para ello, implementan estrategias de control positivas que generan interacciones de mejor calidad y un apego seguro con sus hijos/as. En cambio, las madres calificadas como tradicionales valoran la herencia antes que la estimulación y prefieren las estrategias de control de corte coercitivo. Esto genera interacciones de peor calidad y apegos del tipo inseguro con sus hijos/as.

Asimismo, las interacciones vinculares se diferenciaron durante el transcurso del primero y el segundo año de vida del niño/a. En las observaciones realizadas durante el primer año de vida del niño/a (0-6 meses), se encuentra una diferencia significativa en la función visual a favor de las madres clasificadas como modernas. Las madres de este tipo generan mayores contactos cara a cara con sus hijos/as, brindando además un adecuado sostén en el amamantamiento, en comparación con aquellas denominadas tradicionales. La importancia de los contactos cara a cara ha sido documentada en los trabajos de Trevarthen (1998), quien postuló a dicha práctica como la base de la interacción diádica para el nacimiento de la intersubjetividad (Español, 2010; Reddy, 2008). Según este autor, a través de los formatos cara a cara entre el adulto y el bebé se establecen la intersubjetividad primaria y las interacciones futuras de buena calidad (Trevarthen & Aitken, 2001).

Por su parte, Oiberman (2008) sostiene que la mirada representa uno de los modos privilegiados de la comunicación entre la madre y el bebé, por lo cual esta debe ser en tendida como una conducta de apego, disparadora de poderosos sentimientos mutuos. En las interacciones sociales tempranas suelen observarse distintas pautas de reciprocidad entre adulto y bebé, donde las miradas mutuas se convierten en una de las conductas privilegiadas (Español & Shifres, 2015; Rendón & Rodríguez-Gómez, 2016). Tanto los adultos como los bebés ajustan sus comportamientos mediante el sostén de la mirada, donde también aparecen los gestos, las imitaciones y las vocalizaciones. Esto da lugar a la sincronía interactiva como una de las formas de interacción prototípicas (Adamson et al., 2019; Bordoni, 2018; Domínguez et al., 2016). La mirada mutua es un potente acontecimiento interpersonal que genera intensos sentimientos. Se ha demostrado que la madre y su hijo/a pueden permanecer mirándose a los ojos durante treinta segundos o más, así como también que las diferencias individuales en cuanto a la actividad visual se asocian a la significación que la madre le otorga a la mirada de su hijo/a (Oiberman, 2011).

Distintos trabajos concluyeron que, en la evaluación del vínculo mamá-bebé, la mirada es uno de los indicadores clave. Al aplicar el protocolo de la relación mamá-bebé de Oiberman (2008) a las observaciones vinculares con bebés de riesgo durante la internación en la UCIN, se observó que en las díadas con problemas físicos y psicológicos por prematuridad, las conductas visuales presentaban los niveles más bajos de respuesta (Hauser, 2019). Si la madre vive su maternidad de forma feliz y equilibrada, logrará una rápida vinculación con su hijo/a; por el contrario, si le falta confianza en sí misma, le costará más establecer el vínculo. Como sostiene Pilliot (2006), las primeras miradas tienen una función parentalizante, facilitadoras del vínculo.

También se observaron diferencias significativas en las ideas maternas del desarrollo sobre la función de sostén, valorada durante el amamantamiento. Las madres modernas cumplieron dicha función de manera más adecuada, sosteniendo al niño/a con firmeza y ubicando su cabeza en el hueco del codo, posición que se considera óptima para amamantar (Unicef & OMS, 2018). En esta posición, el intercambio de miradas es posible y al mantener libre la otra mano y la madre no encuentra obstáculos para acariciar al bebé. Distintos trabajos han argumentado que el nivel de conocimiento y las creencias de las madres adolescentes o muy jóvenes influyen sobre la conducta de amamantamiento y el sostén que realiza al ejecutarla. Las madres con conocimientos deficientes sobre los beneficios de la lactancia tienden a realizar un sostén inadecuado, afectando los intercambios recíprocos (Morillo & Montero, 2010; Pereira-Silvera, 2017; Pinilla et al., 2014). Uno de los beneficios más importantes de la lactancia materna es la calidez proporcionada por el amamantamiento, lo que demuestra la seguridad que transmiten los brazos maternos (Marín et al., 2016).

En las observaciones realizadas durante el transcurso del segundo año del niño/a (7-15 meses), el principal resultado se registró en la función corporal. Las díadas clasificadas como modernas exhibían mayores puntajes en los vínculos corporales, evidenciándose una mayor disposición de la madre a tocar al niño/a, así como también la búsqueda por parte del niño de ser acariciado de manera positiva por ella. Esto también se observó en el resultado bordeline de la función de sostén materno, en la cual, las maneras de tocar y de acomodar el cuerpo tienen un rol fundamental. Las mamás adolescentes o muy jóvenes suelen tener expectativas poco realistas sobre sus niños/as. Dichas expectativas, teñidas por las creencias y concepciones sobre el desarrollo infantil, pueden tener una influencia negativa sobre las interacciones entre ambos. Así, la díada desarrolla patrones irregulares de interacción afectiva, en los cuales pueden predominar afectos negativos o las señales afectivas pueden ser mal interpretadas por el/la niño/a (Traverso, 2010). Las conductas táctiles de búsqueda y aceptación de caricias mutuas, abrazos y contactos piel a piel en el par madre-hijo/a se consideran fundamentales para el establecimiento de un patrón de apego de buena calidad (Moneta, 2008). Se ha observado que, cuando los patrones de apego en madres adolescentes son deficientes, la capacidad de sostén y los acercamientos corporales se ven afectados. En cambio, si el apego es seguro, tanto los contactos corporales como los oculares y la comunicación gestual con el bebé se presentan de manera óptima (Hernández et al., 2019).

En ese sentido, afirmamos que las ideas maternas impactaron en el patrón de apego predominante. El registro indica valores de un apego seguro en las díadas con madres modernas. En comparación, aquellas cuyas madres calificaron como tradicionales, el patrón de apego era mayoritariamente inseguro/evitativo. De esta forma, constatamos que las ideas maternas en torno al desarrollo del niño/a, no solo afectan la relación en los primeros intercambios vinculares, sino que también inciden posteriormente en la calidad del vínculo de apego.

Las relaciones entre el sistema de creencias de los padres y las maneras de establecer las vinculaciones con los/as hijos/as han sido evaluadas por diversos autores. Aplicando la Escala de comportamiento para mamás y papás con niños pequeños (Solís-Cámara et al. 2005), observamos que las expectativas parentales hacia sus niños inciden en el comportamiento de los adultos. Una valoración positiva tiende a favorecer un clima de apoyo emocional adecuado, el desarrollo de apegos seguros y a disminuir las prácticas disciplinarias severas (Solís-Cámara et al., 2004, 2014). Asimismo, la creencia de apoyo social en la crianza favorece el desarrollo de un vínculo de mejor calidad. Generalmente, los padres y las madres que creen en la necesidad de apoyo social en la crianza temprana ejercen prácticas orientadas hacia la contención afectiva y el apego seguro con el/la niño/a (Solís-Cámara & Díaz-Romero, 2007).

El análisis de los bloques de contenido que conforman la valoración de las creencias maternas, demostró que el bloque 1 (utilización de canales de información y redes de apoyo en la crianza) registró mayor proporción de creencias tradicionales. Se ha reportado que el vínculo afectivo de las madres adolescentes con sus hijos/as se fortalece cuando cuentan con respaldo, ya sea de sus familias directas o de otras mujeres cercanas, quienes actúan como modelo en términos de cuidados y experiencia en los procesos de crianza (Buelvas-Sanjuan et al., 2019). Asimismo, cuando el sostén familiar es fuerte y estable, las adolescentes perciben su rol maternal y su proyecto de vida de manera positiva. En contraposición, cuando los canales de información son deficientes y las madres carecen de redes de apoyo para la crianza, su percepción sobre el embarazo y el rol materno se ve afectada (Gámez-Hernández et al., 2018). A partir de ello, este trabajo subraya la relevancia de las redes de contención caracterizadas por el acompañamiento -económico y emocional- de la familia en su contexto inmediato, así como de los/as profesionales de la salud con información certera.

Los sistemas de creencias y sentimientos que se activan durante la maternidad condicionan la primera infancia, con impactos en el desarrollo de la dimensión cognitiva y socioemocional de los/as hijos/as. Las actitudes de las madres hacia los/as niños/as implican cogniciones que las predisponen a actuar de determinada manera frente a ellos. La calidez, la aceptación y la sensibilidad demostradas frente al niño/a se encuentran estrechamente vinculadas con la calidad del vínculo de apego. Por otra parte, las ideas sobre las propias habilidades parentales, las expectativas acerca de las capacidades infantiles y las explicaciones dadas a ciertos comportamientos afectan la calidad de las interacciones adulto-niño (Grusec, 2014). El tipo de representaciones elaboradas por la madre y sus ideas sobre la maternidad se asociarán posteriormente con su capacidad de regular los estados de estrés del bebé, con la calidad del cuidado y con el tipo de vinculación que establecerá con este (Thun-Hohenstein et al., 2008).

Considerando lo anterior, entendemos que la intervención temprana es uno de los ejes del desarrollo saludable. Articular programas psicoeducativos que promuevan la parentalidad positiva y brinden el respaldo necesario para que las familias mejoren sus prácticas es, sin duda, la primera estrategia de prevención que debemos desarrollar (Long, 2016). El apoyo a las familias mediante el ajuste de las creencias y la promoción de las competencias parentales debe adquirir un carácter formativo y educativo (Pérez & Arrázola, 2013; Rodrigo et al., 2016). Estas acciones optimizarán el desempeño parental, fortalecerán sus competencias en un marco de oportunidades de aprendizaje y desarrollo, así como ayudarán a construir vínculos saludables libres de malos tratos y violencias.

Sin embargo, este trabajo no se encuentra exento de limitaciones. Entre ellas podemos mencionar la necesidad de contar con una muestra mayor, especialmente de niños/as que transitan su segundo año de vida. Al mismo tiempo, no se procesaron datos correspondientes a padres o cuidadores masculinos, ya que las díadas fueron en su mayoría conformadas por el par madre-bebé. En esa línea, es necesario ampliar los análisis a grupos conformados por padre-niño/a para establecer puntos de vista comparativos.

En este punto, los objetivos de investigación se encuentran con los de extensión. A partir de los resultados empíricos y del reconocimiento de la necesidad de acciones que minimicen los riesgos en la crianza y desarrollo del niño/a durante la primera infancia, se diseñó un programa en parentalidad positiva, cuyo diseño se encuentra actualmente en ejecución. El programa Apego seguro y desarrollo saludable en la primera infancia1 tiene un carácter educativo, social y comunitario, apuntando a la deconstrucción de falsas creencias en madres, padres y cuidadores a cargo de la primera infancia. Su principal objetivo es construir vínculos que promuevan un desarrollo saludable. Para ello, ofrece a los padres y a las madres oportunidades de aprendizaje en acciones formativas en pos de fortalecer las competencias parentales. Desde esa perspectiva, apostamos al abandono de la idea de un modelo ideal de padre/madre y celebramos la pluralidad en el desempeño del rol parental. Incentivamos a que los nuevos padres sean capaces de construir un escenario familiar adecuado para el desarrollo infantil y, sobre todo, que se impliquen de forma activa y responsable en la promoción de infancias saludables.

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* El presente artículo fue realizado en el marco del proyecto de investigación «Concepciones y prácticas en torno al desarrollo del bebé en madres adolescentes: impacto en la construcción del vínculo temprano». Res. SeCyT 203/14; 313/16. Financiado por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Córdoba, entre los años 2014 y 2018. Asimismo, el equipo de investigación contó con el apoyo de subsidios otorgados por dicha institución en 2014 y 2016. Área: XXXX. Subárea: XXX

Para citar este artículo: Faas, A., Codosea, L., Curti, J., Ferrero, M., Herrero, M., Marasca, R., Nanzer, C., Polantonio, P., Rabinovich, D. (2022). Interacciones vinculares mamá-bebé: impacto de las creencias maternas. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 20(2), 1-30. https://dx.doi.org/10.11600/rlcsnj.20.2.5351

Recibido: 23 de Marzo de 2021; Aprobado: 23 de Diciembre de 2021

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