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Nómadas

versión impresa ISSN 0121-7550

Nómadas  n.32 Bogotá ene./jun. 2010

 

Homogeneidad y multiplicidad en la investigación social*

Homogeneity and Multiplicity in Social Research

César Guzmán Tovar**

* Este artículo recoge algunos elementos de la red conceptual que fundamenta la investigación "Las atalayas del saber científico. Legitimación y jerarquización del conocimiento de las ciencias sociales en Colombia (1990-2009)", la cual se encuentra en desarrollo actualmente como tesis de maestría del autor en la Universidad Central.

** Sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia, estudiante de la Maestría en Investigación en Problemas Sociales Contemporáneos de la Universidad Central-Iesco, Bogotá (Colombia), y miembro del equipo de la Escuela de Pedagogía de la misma Universidad. E-mail: cgt003@gmail.com

{original recibido: 15/02/2010 · aceptado: 16/03/2010}


El artículo reflexiona en torno a la investigación social como práctica personal y profesional, entendida como una singularidad del quehacer científico, dimensionada y transfigurada en un juego de tensión entre su devenir múltiple y el capitalismo contemporáneo. Se estudia la manera como las lógicas del mercado afectan tal multiplicidad, estableciendo tecnologías y procedimientos de estandarización como principios para el "fomento" científico.

Palabras clave: capitalismo cognitivo, investigación social, monadología, Universidad.

O artigo apresenta uma reflexão sobre a investigação social como prática pessoal, visualizada como uma singularidade do afazer científico, dimensionada e transfigurada em um jogo de tensões entre o seu múltiple devir e o capitalismo contemporâneo. Estuda-se a forma como a lógica do mercado afeta tal multiplicidade, haja vista que essa lógica estabelece tecnologias e procedimentos de padronização como princípios para o "fomento" científico.

Palavras chave: capitalismo cognitivo, investigação social, monadologia, universidade.

The article reflects on social research as a personal and professional practice, understood as a singularity of the scientific job, dimensioned and transfigured in a tension game between its multiple becoming and the contemporary capitalism. The ways in which the market logics affect such multiplicity are studied, establishing standardization technologies and procedures as values for the scientific "promotion".

Key words: cognitive capitalism, social research, monadology, University.


El conocimiento es "falseamiento de lo múltiple e incontable" al convertírselo en igual, semejante, contable.
Friedrich Nietzsche

INTRODUCCIÓN

La investigación científica es una dimensión singular de la producción del conocimiento, pues ésta se define a partir del entrecruzamiento de las elucubraciones de un sujeto (individual o colectivo) y su experiencia vital. Pero, además, el punto de quiebre generado por dicho entrecruzamiento está atravesado por un conjunto de tensiones caracterizadas por las luchas de poder, las disputas académicas, los intereses y los deseos comunes e individuales de los agentes internos (investigadores, académicos, científicos) y externos (financiadores, policy makers). Así, al analizar la producción de conocimientos científicos en clave monadológica, se diría que la definición y los procedimientos de la(s) investigación(es) están determinados no sólo, o no tanto, por la imposición, sino más bien por el deseo y la creencia de cada mónada que hace parte del universo científico1.

El mundo de la investigación social contemporánea no está acabado ni es estático. Como campo formalizado a partir de unas condiciones políticas, económicas y culturales específicas, la investigación social da pie al surgimiento de nuevas posibilidades dentro de esas mismas esferas. Para decirlo con palabras de Lazzarato (2007), la actualización de la producción del conocimiento a partir de la constante interrelación e intercambio de potentes ideas y experiencias entre los agentes dedicados a la investigación y quienes apoyan dichas investigaciones (es decir, la actualización de las posibilidades investigativas creadas), conduce a pensar este campo social como un mundo en el cual no todo –o mejor dicho, nada– está acabado: no existe el fin de la producción del conocimiento, así como no existe la verdad última. Y es que querer imponer (y aceptar) la verdad constituye un acto moralista, en el sentido que se valora lo "real" en contraposición a lo "irreal", como bien lo explicara Nietzsche (1994). La imposición de una verdad es propia de los dogmatismos, de los autoritarismos, de las religiones, de los idealismos, pero no puede ser lo característico en las ciencias contemporáneas.

Teniendo en cuenta estas ideas preliminares, en la primera parte del presente texto se propone hacer un ejercicio de reflexión acerca de la investigación social desde la perspectiva de la diferencia, en donde cada investigador es entendido como una mónada abierta a compenetrarse con otras mónadas, con lo que se establece la posibilidad de constituir un campo múltiple e infinito (infinitesimal, que no sin límites fácticos) en la producción de conocimientos; es decir, la interrelación entre los investigadores (mónadas) permite la construcción de saberes científicos que pueden ser renovados continua e indefinidamente dentro de dimensiones sociales que favorezcan la multiplicidad de la investigación social.

Por eso, dicha multiplicidad no puede ubicarse al margen de la dimensión capitalista de las sociedades contemporáneas, en donde la producción de conocimientos ha adquirido un valor predominante. La economía occidental contemporánea –para la cual uno de sus principales ejes es la acumulación de capital a través de la producción de bienes inmateriales– ha redefinido las relaciones entre ciencia, conocimiento y sociedad. Así, en la segunda parte del artículo se señala que en la actividad científica, y específicamente en la labor investigativa, se establece una nueva ética configurada por el capitalismo cognitivo.

A su vez, esa ética del trabajo cognitivo ha sido definida por nuevas categorías sobre lo científico y por procedimientos especializados de evaluación-legitimación del conocimiento. Esta, relativamente nueva, "tecnología de administración del conocimiento" opera como telón de fondo (a través de dispositivos discursivos) y de forma (a través de dispositivos de control) en la investigación científica, tema del cual se ocupa la tercera parte del artículo.

Teniendo en cuenta lo expuesto en los anteriores apartados, por último se plantean algunas consideraciones generales acerca de las implicaciones que establece la tensión entre las tecnologías de la administración del conocimiento desplegadas por el capitalismo cognitivo y las fuerzas monádicas propias de la investigación social en su condición de multiplicidad.

UNA APROXIMACIÓN A LA INVESTIGACIÓN SOCIAL DESDE LA DIFERENCIA

Si, de acuerdo con Tarde (2006), se piensa a cada investigador social como una mónada que despliega en la actividad investigativa su potencia (representada fundamentalmente por las dos fuerzas constituyentes: creencia y deseo), se puede decir entonces que el campo de la investigación social adquiere la representación de un mundo en donde se conjugan –se recombinan, diría Franco Berardi (2003)2– dichas potencias en una serie de continuos ejercicios de pensamiento, reflexión y práctica atravesados por una multiplicidad de tensiones. Es precisamente esta multiplicidad la que hace posible el principio de diferencia en la investigación social.

Para Tarde, la propia existencia es diferencia; la diferencia hace parte de cada ser, de cada elemento en el universo. La diferencia, según Tarde (2006), es aquel desdoblamiento expresado en un continuo movimiento que hace común y singular todas las cosas:

La diferencia es el alfa y omega del universo; todo comienza por ella, en los elementos cuya diversidad innata, vuelta probable por consideraciones de diversos órdenes, justifica ella sola ante mis ojos su multiplicidad; todo acaba por ella, en los fenómenos superiores del pensamiento y de la historia donde, rompiendo finalmente los estrechos círculos en los que se había encerrado ella misma, el torbellino atómico y el torbellino vital, apoyándose sobre su propio obstáculo, se sobrepasa y se transfigura (Tarde, 2006: 73-74).

La diferencia es universal, se entiende como aspecto ontológico de los hombres, pero también como condición elemental de lo no-humano. La diferencia, en este sentido, rompe con la dicotomía social/natural, equiparando todo lo constitutivo del universo a una condición no-jerárquica. Así lo manifiesta Tarde:

En verdad, uno tiene el derecho de preguntarse, al comparar las invenciones celulares, las industrias celulares, las artes celulares […] con nuestras artes, nuestras industrias, nuestros pequeños descubrimientos humanos desplegados en nuestras exposiciones periódicas, si es cierto que nuestra inteligencia y nuestra voluntad, grandes yo disponiendo de los vastos recursos de un gigantesco estado cerebral, superan a aquellos pequeños yo confinados en la minúscula residencia de una célula animal o incluso vegetal. Ciertamente, si el prejuicio de creernos superiores a todo no nos cegara, la comparación no correría en ventaja nuestra (2006: 45).

Uno de los aspectos más significativos en este planteamiento de Tarde es que la diferencia universal desbarata la idea de superioridad ontológica; en esta concepción del mundo, las jerarquizaciones a priori son cuestionables, pues en el mundo monádico se renuncia a la metafísica del Ser, es decir, el principio de identidad aparece como problemático, pues supone que los seres coinciden en su esencia y origen. Al rechazar la identidad como principio organizativo del mundo, las jerarquizaciones que de allí se derivan pierden todo fundamento porque la idea de un "único ser simple y ulteriormente dividido" ya no es aceptable (Tarde, 2006: 73).

En el plano de lo social, esto correspondería al rechazo de la idea globalizada de progreso: imponer unas condiciones vitales sobre otras por considerarlas superiores es erosionar la diferencia universal; se puede cuestionar, bajo esta óptica, que una existencia (en este caso un modo de existencia) sea considerada mejor o superior que otra, subordinándola, jerarquizándola; lo anterior porque tal jerarquización no es real3. En otras palabras, el mundo (esto es, la vida, la existencia, lo orgánico, lo vital), entendido como diferencia, no soporta en su enunciación-representación la imposición de un sujeto sobre otro; en la diferencia ningún yo tendría por qué someter a los otros bajo el argumento de una supuesta superioridad per se.

Complementariamente, de acuerdo con Lazzarato, se entiende la diferencia como el marco constitutivo del mundo y de la subjetividad a partir del acontecimiento (2007: 24). La filosofía de la diferencia, dice Lazzarato siguiendo a Deleuze, parte del acontecimiento, el cual a su vez crea lo posible: "El modo del acontecimiento es lo 'problemático'. El acontecimiento no es la solución de un problema sino una apertura de posibles" (2007: 25). Al abordar estas ideas en el plano concreto de la producción de conocimientos, se plantea aquí que la investigación social se puede pensar desde la diferencia en el sentido que constituye un mundo de posibles, esto porque ninguna investigación particular puede decir la "última palabra" acerca de una problematización configurada social o científicamente4.

Si el acontecimiento es la apertura de posibles, entonces la(s) investigación(es) social(es) es(son) una(s) singularidad(es) dentro del campo de la producción de conocimientos que permite(n) continuamente la apertura de nuevos posibles (problemas) para que sean estudiados por nuevas mónadas (investigadores), desplegando así una multiplicidad inagotable. De allí surge la idea de que en este mundo de multiplicidades cada investigación (su planteamiento, método, procesamiento, codificación, etc.) es única, puesto que cada investigador es una mónada diferenciable de las demás, y que, aun cuando existe una relación de tensión entre éstas, la subsunción totalizante de una sobre otra es una opción contraria a su potencia creativa.

¿Cómo se podría comprender, entonces, las relaciones entre investigadores (mónadas)? De nuevo, Tarde plantea que "librada a sí misma […] la mónada nada puede" (2006: 63). Ningún investigador social puede llevar a cabo su tarea apartado o encerrado en su sistema conceptual sin relacionarse con los otros. Toda ciencia es, entonces, el resultado (momentáneo, nunca acabado) de un conjunto de actualizaciones surgidas de las experiencias subjetivas de los investigadores, actualizaciones que devienen en acontecimiento al producir conocimiento. La investigación social es la multiplicidad de creencias y deseos monádicos que se recombinan desplegando así actualizaciones científicas para abrir nuevos posibles en la construcción del conocimiento. En otras palabras, la investigación social es, a la vez, el quiebre y la apertura de posibles, está atravesada y contenida por las tensiones propias de las fuerzas que interactúan: creencias y deseos son fuerzas vitales que se ponen en juego y que alimentan la producción de conocimientos; sin esas tensiones una mónada terminaría imponiéndose sobre las demás cooptando o totalizando los saberes y el conocimiento, lo cual es contrario a la ciencia en tanto diferencia.

Partiendo de la consideración según la cual todo investigador es una mónada que despliega de diferentes maneras y en distintos grados su potencia en tanto creencia (enunciación, convicción, enfoque, postura, etc.) y deseo (voluntad, pasión, vocación, etc.), y que en ese despliegue que realiza se encuentra (en tensión) con otras mónadas, se puede pensar, ahora sí, en la producción del conocimiento científico como una práctica colectiva que no se reduce a la homogeneidad5. La investigación social es un acto colectivo que se entiende como la construcción de una posibilidad realizada por los investigadores-mónadas a partir de una diversidad de experiencias.

Tarde destaca este carácter de diversidad propia de la sociedad planteando la idea del cerebro colectivo como contrario a la totalización y a la homogeneización (cit. Lazzarato, 2007: 32). Si el cerebro colectivo es la recombinación de múltiples mónadas en donde ninguna subsume a otra, entonces la investigación social puede pensarse como la emergencia de un cerebro colectivo que constantemente actualiza la sociedad, actualiza las ciencias y se actualiza a sí. Así pues, las ciencias son una construcción colectiva en donde intervienen múltiples mónadas, incluidas aquellas que no son visibles o reconocidas en el campo científico:

Los oscuros trabajadores que, a través de la acumulación de pequeños hechos, preparan la aparición de una gran teoría científica formulada por un Newton, un Cuvier, un Darwin, componen de cierta manera el organismo cuya alma es el genio; y sus trabajos son las vibraciones cerebrales cuya conciencia es esa teoría […] Observamos por otra parte que los oscuros trabajadores de los que acabo de hablar, pueden tener tanto o más mérito, erudición, fuerza mental, que el glorioso beneficiario de sus labores. Sea esto dicho de paso en atención al prejuicio que nos lleva a juzgar inferiores a nosotros todas las mónadas exteriores (Tarde, 2006: 63).

Los oscuros trabajadores a los que se refiere Tarde (2006) son todos aquellos investigadores que con su labor permiten, en un momento dado, el surgimiento de un acontecimiento científico. El cerebro colectivo se objetiva en una publicación, en un artículo, en un informe final; en cada caso se debe reconocer la existencia y la participación tanto de los autores que llevaron a cabo dicho trabajo, como de aquellos oscuros trabajadores que propiciaron la actualización de un determinado conocimiento. Entender la investigación social desde la diferencia significa debatir sobre la homogeneización de los procesos investigativos, significa concebir la producción de conocimientos como un acontecimiento que abre múltiples posibles redimensionando el campo científico, y significa entender a cada investigador como una mónada que, desde su singularidad, realiza su actividad en un marco social que no puede ser totalizado.

Además, o mejor, debido a su multiplicidad, la investigación tiene un carácter social y político que actúa como un entramado conceptual y metodológico desde el cual se tejen las ciencias; ese entramado o entretejido es siempre fluctuante puesto que no existe una única manera o método para investigar. Se podría pensar que existen tantas maneras de investigar como investigadores, pues como se señaló anteriormente, cada investigador puede devenir en una singularidad que crea novedad para el conocimiento a través de sus acciones; este carácter singular de los investigadores es el fundamento real para establecer la multiplicidad y la diferencia en la producción del conocimiento.

LA PRODUCCIÓN DE CONO CIMIENTOS Y LA ÉTICA DE L TRABAJO COGNITIVO

Sin embargo, en la sociedad contemporánea se ha organizado un modo de producción capitalista que crea nuevos desafíos a esa multiplicidad propia de los procesos de investigación. Mediante la implementación de mecanismos estandarizados de medición de la producción científica y la inoculación de nociones economicistas en el campo académico y científico, el capitalismo cognitivo6 ha redefinido la labor investigativa creando vínculos directos entre ésta y la lógica del mercado capitalista. A continuación se explica con más detalle esta nueva relación (que resulta nociva para la ciencia, hay que decirlo) entre el mercado neoliberal y la producción de conocimientos7.

Además de la diversidad de elementos endógenos que alimentan y actualizan constantemente la producción de conocimientos, existen factores o elementos externos al propio campo de la investigación que se han introducido en éste para establecer un nuevo direccionamiento general a la manera como es concebido y administrado el conocimiento. Entre algunos de esos factores externos podemos ubicar los siguientes: en primer lugar, el campo de la economía política, la cual ha actuado como un referente importante en la definición de los programas de investigación de orden nacional e internacional, así como en los proyectos de investigación de orden regional y local. En segundo lugar, y en consonancia con el anterior factor, los discursos apologéticos que establecen nuevos –o reafirman viejos– ideales sociales (por ejemplo, la seguridad y la libertad), los cuales se plantean como fundamento de un marco político y social irreductible e incuestionable. Por otro lado, cabe mencionar el propio sistema de producción económica como un factor decisivo en la estructuración de los aspectos que definen los procesos de investigación y las prácticas científicas de todo orden. La producción económica contemporánea se articula alrededor de la producción masiva de bienes inmateriales, con lo cual la producción de conocimientos se ha visto cooptada por esta cultura del nuevo capitalismo, como diría el sociólogo Richard Sennett (2006)8.

Según lo anterior, el nuevo capitalismo –entendido aquí como capitalismo cognitivo– ha acaparado diversas dimensiones de la cultura, ha inoculado en el campo social nuevos valores que atienden a la racionalidad de la competitividad, ha generado la explosión de relaciones de producción e intercambio de bienes inmateriales como paradigma de las formas de relación socioeconómica.

El capitalismo cognitivo ha generado una nueva tensión entre la producción de conocimientos y la producción económica debido, fundamentalmente, a las lógicas del mercado que han sido traslapadas al campo de la ciencia (Lander, 2005). La tensión se explica debido al predominio de la producción mercantilista en las diferentes instancias de la vida social. Así pues, muchas instituciones universitarias han desplegado de manera concreta un andamiaje retórico, normativo, conceptual y epistemológico, a partir del cual se asegura el mantenimiento y la reproducción del capitalismo cognitivo a través de la mercantilización de los procesos y de los productos científicos (Costa, 2007)9.

Este despliegue de fuerzas económicas dentro de las universidades afecta no sólo a las instituciones sino también a sus miembros en tanto mónadas singulares. El capitalismo cognitivo incide sobre el cuerpo (entendido como la compleja interacción entre mente y moléculas, entre cerebro y sentidos) de cada docente y de cada investigador al utilizar su fuerza de pensamiento10 no como una potencia vital, sino como el principal "instrumento" en la producción de bienes inmateriales. Desde esta lógica se constituye, entonces, una ética del trabajo cognitivo caracterizada por los valores de la inmediatez, la productividad a ultranza, la eficiencia individualista, la competitividad irracional y la subjetividad controlada.

El capitalismo cognitivo no es un concepto abstracto, debe entenderse como una fuerza concreta que opera simultáneamente en los espacios cotidianos (en las aulas de clase, los call centers, las salas de cine, las tiendas de videojuegos, las casas editoriales, las empresas y operadores de telefonía satelital, etc.), así como en los ámbitos más generales de nuestra contemporaneidad (por ejemplo, como factor decisivo en la división internacional del trabajo, o también en la definición de los programas de ciencia y tecnología, en la normatividad sobre patentes y propiedad intelectual, en la apropiación y uso de los recursos naturales, etc.).

Con estas afecciones producidas por el capitalismo cognitivo, los investigadores –y en general, todos los trabajadores cognitivos o cognitariado11– llevan a cabo su labor a través de variados tipos de acción (sumisión/insumisión, aceptación/rechazo, subordinación/resistencia, etc.). Así, el campo de la producción económica ha intervenido en los procedimientos de investigación y conocimiento. Como ejemplo de la asociación mercantilista con el campo del saber se pueden mencionar las nociones de eficiencia, productividad y competitividad que desde la lógica de la producción capitalista han sido inoculadas en el sistema educativo, dando a entender que las instituciones de educación ya no deben ser dirigidas como centros de formación y de producción de conocimientos, y de reproducción de la cultura, sino como empresas cuyos principales productos son la fuerza de trabajo (ya sea bajo la forma de proletariado o de cognitariado ), y el conocimiento entendido como una mercancía inmaterial que puede ser comercializable. Esto explica –pero no excusa– por qué ahora algunas universidades hacen tanto énfasis en la formación empresarial, en las competencias productivas y en la adaptación al mercado.

La medición y control de resultados a investigadores e instituciones a través de la estandarización de los instrumentos de evaluación y la homogeneización de los aspectos por evaluar, también es una característica propia que se ha establecido dentro del andamiaje de la productividad científica. Como lo señala Yuri Jack Gómez (2005), el principio de la cienciometría12, y en particular el de la bibliometría, es establecer una medición de las publicaciones científicas a partir de la homogeneización y la normalización.

Lo anterior tiene por lo menos tres consecuencias directas: 1) la dificultad para establecer procedimientos, técnicas y métodos novedosos y alternativos que podrían introducirse de manera creativa si la investigación social no estuviera condicionada teleológicamente, en el plano internacional, a su cuantificación; 2) la subvaloración y falsa ilegitimidad atribuidas a los conocimientos producidos por fuera o más allá de los cánones definidos y posicionados como científicos; y 3) la idea de la superioridad de los países industrialmente desarrollados basada en la cantidad de conocimientos (científicos) que ellos mismos producen y avalan.

Por otro lado, el aspecto de la publicación y difusión de los resultados será siempre punto de tensión de acuerdo con los condicionamientos establecidos para el desarrollo de las investigaciones, en otras palabras, de antemano se establecen los parámetros de la administración del conocimiento a través de la publicación y divulgación de los resultados. Se entiende así que la producción y transmisión del conocimiento depende en gran medida –de acuerdo con las condiciones actuales bajo las cuales la ciencia se desarrolla– no sólo de la multiplicidad de investigadores, sino también de los condicionamientos impuestos por los organismos de financiación. Las preguntas que surgen son: ¿qué tipo de condicionamientos imponen las entidades financiadoras para el desarrollo de investigaciones? ¿Cuáles de esos condicionamientos pueden llegar a ser negociados, cuáles no, y por qué?

Ya Lazzarato ha llamado la atención sobre este punto al mencionar la apropiación realizada por parte de las multinacionales dedicadas al mercado de bienes inmateriales tales como la información y el conocimiento:

La imposibilidad de organizar la producción según un management científico es lo que están dispuestos a reconocer, con límites muy precisos, las grandes multinacionales de la economía de la información. Por el contrario, en lo que son inflexibles es en el régimen de propiedad (2004: 132).

Sin embargo, para ir más lejos, se puede plantear que, vista bajo esta lógica, la financiación de la investigación social en las universidades –proporcionada por multinacionales, organizaciones no gubernamentales y otros organismos nacionales e internacionales que hacen parte del sistema del capitalismo contemporáneo– opera como un dispositivo económico que define las posibilidades en la producción del conocimiento científico, es decir, al concebirse el conocimiento como una mercancía más, se prefijan sus formas de producción.

TECNOLOGÍAS DE ADMINISTRACIÓN DEL CONOCIMIENTO Y FINANCIACIÓN EN LA INVESTIGACIÓN SOCIAL

En Colombia, la "tecnologización" de la administración del conocimiento se proyecta a partir de dos tipos de dispositivos: por un lado, la vía discursiva latente en las políticas y en las conceptualizaciones tendientes a la competitividad-productividad del campo científico y a la rentabilidad de las universidades (dispositivos discursivos)13; y, complementariamente, la implementación de un sistema centralizado-estandarizado de clasificación de los grupos de investigación, así como de legitimación de la producción científica y de la calidad de la educación superior (dispositivos de control)14. Una de las críticas que se puede hacer al capitalismo cognitivo es que sus dispositivos de control tienden a invisibilizar, neutralizar o abolir de la esfera pública tanto a los "oscuros trabajadores" que menciona Tarde (2006) como a los autores directos de las investigaciones, pues lo que buscan dichos dispositivos es imponer la lógica de la producción acabada sobre los procesos. Al sobrevalorar los "productos científicos" por encima de los procesos de construcción colectiva de la ciencia, dispositivos como la cienciometría han producido en Colombia un efecto de competitividad en el campo científico tendiente a la hiperproducción de textos y documentos para obtener mayor puntuación en los estándares de clasificación. Efectivamente, este sistema valora sólo el resultado, es decir, el objeto (entendido como la cantidad de producción sin importar la calidad) y no los sujetos como un cerebro colectivo dinámico y potente que reconstruye constantemente el conocimiento. Este tipo de medición impone la noción del pensamiento acabado, como si tal cosa fuera realmente posible en el campo de las ciencias sociales. Una opción menos excluyente y más contundente para la movilización del conocimiento científico podría enfocarse en valorar diferencialmente las trayectorias científicas en lugar de medir y cuantificar de manera estandarizada los productos de las investigaciones.

Los dispositivos anteriormente mencionados se despliegan en concordancia con la transición que el capitalismo cognitivo genera en la investigación social bajo la racionalidad del mercado. Dicha transición se entiende, desde la perspectiva de la diferencia, como la negación de la multiplicidad que caracteriza al mundo investigativo. En este sentido, es pertinente mencionar que uno de los flujos que se establece en la interacción entre el capitalismo cognitivo (la racionalidad economicista) y la producción del saber (en tanto multiplicidad) es la financiación a la investigación (que pone en tensión las fuerzas de las dos dimensiones anteriores). Aspecto objetivo que prescribe todo proceso investigativo, la financiación se puede entender como un campo de poder utilizado por los diversos organismos y entidades (públicas y privadas) para orientar la producción y administración del conocimiento hacia fines específicos (políticos, culturales, económicos, etc.).

Expresado en términos sociológicos, la investigación social se estructura a partir de las prácticas y experiencias configuradas en la interacción entre científicos, centros de investigación, organismos de financiación y la sociedad. Esa interacción crea nuevas incitaciones para las ciencias sociales a través de las luchas académicas, los debates por la conceptualización y la búsqueda del posicionamiento en el campo científico a través del reconocimiento entre pares y la obtención de mayor estatus y prestigio. Se establece y se puede reconocer, entonces, un ethos de la producción de conocimientos en los espacios científicos, el cual no sólo direcciona la práctica investigativa, sino que también define los elementos legítimos con los cuales se posicionan las propias ciencias. Así, práctica y racionalidad investigativas se conjugan retroalimentándose para establecer y organizar de manera singular la producción de conocimientos.

La selección que los organismos financiadores realizan en el otorgamiento de capital económico a ciertas áreas o disciplinas, así como las condiciones y los parámetros que establecen para realizar esa selección, y los montos asignados a cada una de esas áreas, corresponden a elementos objetivos de la compleja red de la producción del conocimiento que permiten comprender de qué manera el capitalismo cognitivo opera en el campo de la investigación social. En otras palabras, el estudio de la financiación de la investigación social como singularidad de las sociedades contemporáneas, se constituye en un puente metodológico que permite visualizar la conexión entre la postura política que entiende el capitalismo cognitivo como la forma actual de la producción económica y la producción de conocimientos entendida como diferencia monadológica.

De esta manera, la selección y priorización (jerarquización) de las investigaciones, así como su andamiaje técnico y formal, son la sutil pero verificable expresión elemental de los valores y concepciones que se establecen y se mantienen para ejercer cierto control en las ciencias en general. Así, los dispositivos discursivos y de control son los ejes sobre los cuales el capitalismo cognitivo opera en el campo de la investigación social. Esta imbricación del capitalismo cognitivo sobre la investigación social a través de las tecnologías de administración del conocimiento ha generado una serie de transfiguraciones15 en las instituciones, en la profesión científica y en los propios sujetos dedicados a esta actividad a partir del dominio de los parámetros de la medición, cuantificación y jerarquización científica.

Así pues, la financiación es entendida como uno de los dispositivos bajo los cuales el capitalismo cognitivo puede llegar a operar dentro del campo de la investigación en nuestras universidades y centros de investigación; puede además llegar a establecer de forma determinante la producción (estandarizada) y la legitimación (hegemónica) de cierto tipo de conocimientos.

PARA UNA INVESTIGACIÓN SOCIAL MÁS ALLÁ DE LA HOMOGENEIZACIÓN

Los procedimientos para el desarrollo de la investigación social han adquirido una especificidad configurada por los patrones hegemónicos de la producción económica y las tecnologías de la administración del conocimiento, establecidos en la sociedad contemporánea. Este enunciado se plantea teniendo en cuenta que los conocimientos producidos en los campos académico y científico son administrados por el mercado de las ideas que sustenta la acumulación en el capitalismo cognitivo. Esta acumulación se hace posible y se materializa a partir de la concepción mercantilista de los conocimientos. Lazzarato, de nuevo siguiendo a Tarde, hace la siguiente reflexión al respecto:

Los valores-verdad, como dice Tarde, los conocimientos como cualquier otro producto, son el resultado de un verdadero proceso de producción. A medida que se desarrollan dispositivos como la "prensa", la opinión pública –hoy también podríamos hablar de la televisión, las redes telemáticas, Internet– que hacen que los actos de producción y de consumo de conocimientos sean cada día más reproducibles y uniformes, estos valores-verdad adquieren un "carácter de cantidad cada vez más marcado y propio, que justifica mejor su comparación con el valor de cambio". ¿Se convierten, de este modo, en mercancías como las demás?
La economía trata efectivamente estos bienes como riqueza económica, considerándolos como valores-utilidad al igual que el resto, pero según Tarde los conocimientos poseen un modo de producción que no puede reducirse a "la división del trabajo"; un modo de "socialización" y de "comunicación social" que no puede estar organizado por el mercado y por el intercambio, so pena de desnaturalizar la producción y el consumo de estos valores (Lazzarato, 2004: 131).

Así pues, Tarde avizoró, hace más de cien años16, el carácter erróneo que la economía adjudica a los conocimientos al equipararlos con los bienes materiales. Precisamente lo que se ha planteado a lo largo de este texto es que en nuestros tiempos el capitalismo cognitivo moviliza de manera global e intensiva esa mercantilización del conocimiento como nueva forma en la estructuración de las relaciones de producción económica. Desde este panorama, la producción de conocimientos es entendida ya no sólo como un proceso académico, intelectual y científico desarrollado dentro de las universidades y centros de investigación, sino también como un mecanismo para la acumulación del capital a través de la apropiación y administración del conocimiento producido.

Sin embargo, es importante señalar que los procesos de investigación, en tanto procedimientos prácticos en la consolidación y actualización de las ciencias, no pueden ser homogeneizados bajo un criterio único de formulación, ejecución y evaluación diseñado desde las lógicas del mercado dominante. Con esto se plantea que "cada investigación conlleva un presupuesto de condicionamiento económico y cultural, lo que desmitifica la ciencia en tanto universal, absoluta y objetiva y, en consecuencia, libre de valoración" (Juarros y Martinetto, 2008: 54). En este mismo sentido apuntan Alfonso Torres y Absalón Jiménez cuando dicen que

[…] la construcción de los problemas de investigación es hecha por uno o varios sujetos en unos contextos históricos, culturales y epistémicos determinados; es, por tanto, un acto subjetivo e intersubjetivo y localizado que debe dar cuenta no sólo de su relevancia y viabilidad disciplinaria o académica (dentro de un campo intelectual, teórico o metodológico), sino también de su significado y pertinencia sociohistórica (2006: 17).

Por otro lado, la investigación social no debe reducirse a la noción simplista y positivista de la extracción o descubrimiento de relaciones, fenómenos y acontecimientos por parte de unos científicos que se consideran a sí mismos por fuera, o por encima del mundo que estudian. De nuevo, la investigación es entendida más allá de la separación dicotómica sujeto/objeto establecida por la racionalidad moderna.

Podemos, entonces, hacernos las siguientes preguntas: ¿se concibe aún la investigación social a partir de la relación dicotómica señalada? ¿Cuáles son los postulados epistemológicos bajo los cuales se plantean las investigaciones sociales en nuestro país? A la luz de estas preguntas generales valdría la pena indagar acerca del terreno académico sobre el cual se sustenta el andamiaje investigativo en las ciencias sociales contemporáneas. Como se señala continuamente en los ámbitos académicos, cada enfoque metodológico corresponde a una postura política, de manera que la interacción entre metodología y política genera una singularidad identificable y diferenciable no sólo epistemológica, sino también históricamente.

Lo que se quiere resaltar es que las ciencias en general, y los enfoques metodológicos en particular, pueden ser comprendidos y explicados a partir del entorno social en el cual son formulados. En este sentido, las investigaciones sociales y las formas de producción y de transmisión de conocimientos se corresponden con la realidad social que posibilita su emergencia. En esta misma línea, Carlos Eduardo Maldonado menciona que no se puede entender la investigación y el trabajo científico al margen de los aspectos culturales y sociales de donde surgen (2005: 32).

Así pues, la investigación social es una práctica que no puede ser escindida de su entorno sociocultural; las condiciones materiales, así como la red de relaciones sociales (entre mónadas) hacen posible que la producción de conocimientos se encamine hacia aspectos diferenciables y múltiples en su contexto.

En efecto, la lectura tradicional afirma que actividades como la ciencia, la filosofía o las artes, en sentido amplio, pueden entenderse por sí mismas, es decir, al margen de su inscripción en el entorno cultural (Maldonado, 2005: 32).

Para no caer en este tipo de reduccionismos señalados por Maldonado, es importante comprender la relación existente entre la producción del conocimiento y las condiciones del entorno social que posibilitan, dominan y estructuran dicha producción. Así pues, el capitalismo cognitivo opera como un contexto de transición política y económica que establece nuevas formas de organización social y que actúa como una fuerza concreta (a partir de una compleja organización de las interacciones) en la manera como se establece el conocimiento científico contemporáneo a partir de la investigación. Teniendo en cuenta esta dimensión de entorno, se entiende que la investigación social no es un conjunto de procedimientos neutrales que los profesionales llevan a cabo, por el contrario, es una práctica con un alto sentido político para quien la moldea, para quien la financia y para quien la ejerce.

Es indudable que la producción capitalista ha acaparado diferentes ámbitos de la cultura. Teniendo en cuenta que ciencia y cultura ya no se conciben dentro de una irreconciliable dicotomía, hoy podemos argumentar que estos dos campos sociales se interrelacionan bajo una dinámica que hace de esos espacios dos mundos en constante indeterminación, y que siempre crean nuevos posibles, es por ello que la tendencia a la rentabilidad económica de la producción de conocimientos es contradictoria y limita su multiplicidad.

NOTAS AL PIE

1 En este artículo me basaré en la monadología propuesta por Gabriel Tarde, quien considera que las mónadas están constituidas fundamentalmente por dos fuerzas: la creencia y el deseo. A partir de estas dos fuerzas se constituyen no sólo todos los fenómenos psicológicos del hombre, sino también los fenómenos sociales y políticos (2006: 36 y ss.).

2 "Recombinar significa modificar la relación entre los diferentes elementos de modo que se produzca un resultado semiótico y funcional distinto del que derivaba de la combinación precedente" (Bifo, 2003: 177). Así pues, se entiende la recombinación en la investigación social como la interacción entre las potencias monádicas que ponen en tensión sus creencias y deseos en la producción colectiva de conocimientos; esta lucha de fuerzas crea nuevos acervos y abre nuevas posibilidades en el campo científico.

3 "El 'criterio de verdad' ha sido, de hecho, simplemente la utilidad biológica de un tal sistema de falseamiento por principio: y dado que un género animal no conoce nada más importante que conservarse, se podría hablar aquí, efectivamente, de 'verdad'. La ingenuidad ha consistido sencillamente en tomar la idiosincrasia antropocéntrica como medida de las cosas, como criterio de 'real' e 'irreal', en pocas palabras, en absolutizar algo condicionado" (Nietzsche, 1992: 117-118).

4 La investigación social parte fundamentalmente de una problematización pensada conceptualmente; en este sentido, es una codificación particular de la realidad social (Bateson, 1981).

5 Es importante señalar que cuando se habla de relación entre mónadas, se piensa no sólo en los investigadores sociales, sino también en los sujetos que interactúan con ellos en el desarrollo de sus investigaciones. Así, pues, las tensiones se dan entre investigadores, así como entre éstos y otros agentes sociales como, por ejemplo, las poblaciones a las cuales dedican sus estudios, los financiadores de esos estudios y los organismos estatales de control científico.

6 Entiendo el capitalismo cognitivo como un proceso de transición socioeconómica en el cual la acumulación se fundamenta en el mercado de bienes inmateriales (entre éstos el conocimiento y los lenguajes simbólicos) y no de mercancías realizadas a partir de habilidades manuales o de la fuerza física como sucedía en el capitalismo industrial. Para un análisis profundo de la concepción del capitalismo cognitivo como condición de la sociedad contemporánea, puede consultarse, por ejemplo, Boutang et ál. (2004), Berardi (2003), Sierra (2006) y Lazzarato (2006).

7 La crítica que aquí se hace a la relación mercado-ciencia se fundamenta en los principios expuestos en el apartado anterior, referidos a la comprensión de la investigación social a partir de la diferencia monadológica. En este sentido, lo "nocivo" de dicha relación se expresa en la negación de la condición de multiplicidad propia de la investigación social por parte del neoliberalismo.

8 Según Sennett (2006), para los diferentes gobiernos los valores de la nueva economía se convirtieron en la referencia de las habilidades que debe proporcionar el sistema de educación, pero estos valores también son la referencia para la (auto)gestión de otros ámbitos sociales como la salud y las pensiones. Fundamentalmente, los valores que se imponen en el "nuevo capitalismo" son las antípodas de lo que Sennett llama "espíritu artesanal", consistente en "hacer algo bien por el hecho de hacerlo bien", a partir de la profundidad en la producción o elaboración de manera que la calidad sea un fin en sí mismo a través del perfeccionamiento de una habilidad (92-94). Para Sennett, la inmediatez, las transacciones a corto plazo y la organización flexible del nuevo capitalismo son valores que juegan en contra de la profundidad que caracteriza una labor artesanal en la producción manual o intelectual.

9 Por ejemplo, esta situación la hace evidente la socióloga Luz Teresa Gómez de Mantilla cuando resalta que el epicentro discursivo e ideológico de los directivos de la Universidad Nacional de Colombia, desde mediados de la década del noventa, se explicitó alrededor de la formación de líderes emprendedores-empresariales, lo cual, destaca ella, es una clara alusión a la definición empresarial de la Universidad (Gómez, 2005).

10 Expresión utilizada por Althusser (1983) para designar aquel carácter "no-físico" de la energía que se utiliza y se consume en toda actividad laboral.

11 Este término ha sido utilizado por autores como Franco Berardi (Bifo) (2003) y Yann Moulier Boutang (2004) para caracterizar al conjunto de trabajadores que utilizan su fuerza de pensamiento para la producción de bienes inmateriales. Contrario a la categoría de proletariado, el cognitariado no constituye una clase social en sí, ya que no existe una característica social y económica común que lo defina como tal. Más que por la contradicción con los capitalistas, el cognitariado se puede definir, de manera general, como aquellos trabajadores que utilizan su fuerza de pensamiento para producir bienes inmateriales sin que necesariamente estén presentes en el proceso de acumulación de capital.

12 Debe decirse que la cienciometría es una metodología establecida para medir la productividad científica en el nivel internacional, haciendo énfasis en la "cantidad de ciencia" que cada país produce sin tener en cuenta el proceso como se ha creado la ciencia misma, es decir, obviando las preguntas del "¿cómo?" y el "¿para qué?" del quehacer científico. Esta tendencia a la sobrevaloración de los resultados (más específicamente a la cantidad de resultados) no es fortuita, debe entenderse dentro del marco lógico de la acción instrumental-empresarial que define la eficacia como uno de sus principios reguladores.

13 Uno de los dispositivos discursivos desplegados en Colombia lo constituye la Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación (Ley 1286 de 2009), en donde se plantea, por ejemplo, "articular y enriquecer la investigación, el desarrollo científico, tecnológico y la innovación con el sector privado, en especial el sector productivo" (artículo 6º, numeral 4).

14 Los dispositivos de control son entendidos como el conjunto de elementos dispuestos para ejercer cierto tipo de dominio y configuración de las prácticas en los procedimientos de la producción y evaluación del conocimiento científico. En Colombia, algunos de los dispositivos de control estatales son el Sistema de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (Saces), el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI) y el Sistema Nacional de Indexación y Homologación de Revistas Especializadas de CT+I.

15 Las transfiguraciones hacen alusión aquí a cambios o transformaciones en las prácticas.

16 La obra que referencia Lazzarato en la cita inmediatamente anterior es Psychologie economique, publicada por Tarde en 1902.


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