Objetivo:

En el artículo discutimos el potencial de la memorialística como productora de textos historiográficos, aunque distinguiéndola del concepto de memoria utilizado por los historiadores.

Metodología:

Definimos memorialística desde un enfoque de la crítica literaria, entendiendo el texto como una narración testimonial escrita por quienes participaron directamente en los hechos relatados. El método que empleamos fue, en primer lugar, la crítica interna de las fuentes propuestas por el historicismo y profundizadas por Marc Bloch en Apología de la Historia y, en segundo lugar, el método propuesto por Lawrence Bardin, en su Análisis de Contenido, que nos permite segmentar el texto a partir de ideas-clave en la discreción del investigador.

Originalidad:

En el artículo, en primer lugar, discutimos sobre el estatus de la memorialística en el campo de la historiografía y, en segundo lugar, la elección de un autor menos analizado por los estudiosos del Holocausto, como Primo Levi o Elias Wiesel (aunque hemos buscado la opinión de Levi sobre Nyiszli).

Conclusiones:

Sometimos el libro a la crítica interna, considerando el papel desempeñado por el memorialista en el servicio médico de Birkenau en 1944. Demostramos la ambigüedad del texto, espejo de un hombre ambivalente, prisionero de los nazis y también asistente de las Schutzstaffel (ss). Concluimos, finalmente que, a pesar de predominar la descripción de los procedimientos, así como del tono a veces moralizante, el libro demuestra el valor de la memorialística, no necesariamente como un texto histórico explicativo, sino como una fuente muy rica de información sobre el Holocausto, en general ausente de la documentación del III Reich, que la burocracia estatal destruyó antes de la derrota final en la guerra.