EDITORIAL

CUATRO PERSONAJES DE LA PSIQUIATRÍA COLOMBIANA DEL SIGLO XX

Dice Marc Bloch en su Introducción a la Historia: «incluso si hubiera que considerar a la historia incapaz de otros servicios, por lo menos podría decirse en su favor que distrae». La cita viene a cuento porque si bien en griego Historia traduce literalmente investigación y verificación, no es tanto un riguroso análisis histórico de la psiquiatr ía colombiana, ni un seguimiento cronológico de sus hitos más visibles, lo que pretende este número monográfico de la Revista Colombiana de Psiquiatría.

Ni siquiera una privilegiada oportunidad para que sus autores ejerzan “como una especie de juez de los infiernos encargados de distribuir elogios o censuras a los héroes muertos”, sino mas bien y de cierta manera, un gozoso ejercicio de rememoración y de homenaje a algunos de nuestros más conspicuos y distinguidos colegas del pasado.

Miguel Jiménez López, Edmundo Rico Tejada, José Francisco Socarr ás Colina, Luis Jaime Sánchez Urrea, integran apenas una selecta muestra de los hombres de ciencia y de letras que nutrieron y jalonaron la psiquiatría colombiana a lo largo del siglo pasado. Nos cupo el privilegio de conocer personalmente a algunos de ellos y de beber directamente de sus enseñanzas. De otros nos alcanzó la respiración de sus hechos y anécdotas a través del testimonio de sus amigos y contemporáneos que los sobreviven.

No tendremos entonces que soñar como Ulises en «alimentar las sombras con sangre a fin de interrogarlas». Entrevistamos con una curiosidad relajada a sus amigos y parientes, a sus halagados discí- pulos y consultamos con avidez sus escritos y reseñas. De esta manera esas vidas muertas, al evocarse, a la vez que se reanimaban, se fueron congelando en la memoria y se trocaron en texto.

En el presente trabajo, el cincel selectivo del azar y del tiempo ha reconstruido una amalgama biográfica dispar -hecha de recuerdos, de páginas perdidas, de amarillentos artículos de prensa y de revistas- que, unificada en este número, invita a los lectores a «recorrer las galerías y los palacios de la memoria histórica» como dijera Agustín de Hipona.

Las articuladas y serias, así como las indiscretas revelaciones que estos trabajos contengan están muy lejos de agotar la obra múltiple, inacabada en su indagación y reconstrucción, legada por los psiquiatras colombianos que nos precedieron apenas una décadas en el fascinante pero fatigoso oficio de bregar con la proteica locura del mundo. La organización y la síntesis histórica que estos artículos obtengan nos obsequian una imaginaria aunque fecunda comunicaci ón con aquellos médicos geniales o perplejos, melancólicos o hipertímicos, serenos o atormentados, que dedicaron sus vidas fecundas al quehacer psiquiátrico. Ellos lidiaron a su manera con las ideas de su época, y si los sentimos distanciados en el tiempo, están cercanos en los motivos.

Por ello este número, al menos eso creo, resultará inquietante pero divertido, y si diletante también profundo. Al iluminar con su “petite histoire” elementos del pasado y el presente, nos enseñará algo sobre nosotros mismos.

RAFAEL H. SALAMANCA R.