SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.64 número157Colección estéticas contemporáneas.1 Proyecto Editorial de la Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, Colombia.Candiloro, Hernán. "Pobreza, vida y animalidad en el pensamiento de Heidegger." Revista Areté [Pontificia Universidad Católica del Perú] 24. 2 (2012): 263-287. índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • En proceso de indezaciónCitado por Google
  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO
  • En proceso de indezaciónSimilares en Google

Compartir


Ideas y Valores

versión impresa ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.64 no.157 Bogotá ene./abr. 2015

https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v64n157.47989 

http://dx.doi.org/10.15446/ideasyvalores.v64n157.47989.

Ornelas, Jorge y Cíntora, Armando (eds.). Dudas filosóficas. Ensayos sobre escepticismo antiguo, moderno y contemporáneo. México: Universidad Autónoma Metropolitana; Barcelona: Gedisa, 2014. 424 pp.

Es justamente famosa la frase de Nietzsche que reza: "todos los conceptos en que se condensa semióticamente un proceso entero escapan a la definición; sólo es definible aquello que no tiene historia" (II, §13), y esto, podríamos añadir nosotros, sin duda responde a la mutabilidad y polimorfismo de esos conceptos, cargados cronológicamente, que van variando en sus contenidos y formas de acuerdo con el contexto temporal y las diversas tradiciones en que se insertan.

A este respecto, vale la pena recordar una anécdota breve pero muy significativa sobre la mutabilidad temporal de los significados, en el caso ya no de los conceptos, sino de las expresiones, anécdota sobre la que llama la atención un erudito divulgador como Alberto Manguel. De acuerdo con Manguel, el dictum latino "verba volant scripta manent" ("las palabras vuelan, lo escrito permanece"), atribuido a un senador romano y que nosotros traducimos y entendemos usualmente como una afirmación acerca de la fugacidad de las palabras en el discurso verbal frente a su consistencia y durabilidad en el escrito, tendría en el mundo antiguo, precisamente, el sentido contrario a nuestra comprensión, puesto que lo se resalta en la Antigüedad es el carácter inerte de la letra escrita frente a la vivacidad y difusión de la palabra hablada (cf. Manguel 99). Cabe añadir que esta idea es muy cercana, por cierto, a la concepción platónica que se expone proverbialmente en el Fedro (cf. 274c-276a).

Es posible que esa variabilidad histórica de los contenidos semánticos, reflejada de manera extrema en la anécdota mencionada, sea uno de los motivos por los que los conceptos filosóficos, que recogen en su seno los trazos de largas tradiciones, resultan a menudo tan elusivos cuando se intenta obtener de ellos una definición más ajustada. Estemos de acuerdo o no con la generalidad de la afirmación nietzscheana, parece cierto que algunas nociones filosóficas o cercanas al ámbito filosófico, como, por ejemplo, la del escepticismo, han variado mucho en el curso del tiempo y por ello resultan a veces tan difíciles de caracterizar.

Puede que ese sea uno de los rasgos más atractivos del libro que reseñamos, Dudas filosóficas. Ensayos sobre escepticismo antiguo, moderno y contemporáneo, que, de un modo necesariamente selectivo, trata de recoger algunas de las discusiones y problemas históricamente más relevantes en el debate entre escépticos y antiescépticos, teniendo en cuenta, pues, ciertos momentos temporales y tradiciones filosóficas en los que tal discusión se ha suscitado.

Sin embargo, podría señalarse, atendiendo superficialmente a la estructura y contenidos del libro, que determinados períodos temporales, como especialmente el contemporáneo, y ciertos enfoques, como el que de un modo laxo podemos denominar analítico, tienen un manifiesto predominio en este volumen colectivo. Y es que no en vano son siete los textos (entre ellos los de los editores) que tratan el debate entre escepticismo y antiescepticismo en nuestros días, frente a los tres ensayos dedicados a la noción de escepticismo en la antigüedad y los cinco consagrados a tal concepto en el período moderno. Adicionalmente, entre aquellos siete artículos solo uno parecería desmarcarse un tanto del tono filosófico y la inclinación que hemos clasificado bajo el difuso marbete de "analítico", mientras que algunos de los otros ensayos, correspondientes a la Modernidad y Antigüedad, cabrían igualmente en esta corriente, entendida en sentido amplio.

Ciertamente, tal particularidad parecería atentar contra la mencionada pluralidad y variabilidad temporal de los estudios consagrados a la concepción del escepticismo. No en vano la corriente analítica se ha caracterizado, a menudo, por su aparente desinterés por la dimensión histórica de la filosofía. De modo que podrían encontrarse en su seno posiciones radicales, opuestas incluso a que la historia tenga un espacio en el estudio y práctica de la filosofía, como la que suele citarse de Harman, que en la puerta de su despacho, según Bernard Williams, tenía una nota con un eslogan tajante: "Di no a la historia de la filosofía" (2011 226).

Pero, dejando a un lado esta concepción un tanto caricaturesca y extremada, pueden, sin duda, indicarse posiciones "analíticas" más moderadas que defienden la importancia de la historia para la filosofía. Así, diferentes autores, como el mencionado Williams (2002), han afirmado, desde tal corriente, la necesidad de conocer los problemas, métodos y conceptos del pasado, tanto en sus orígenes como en su posterior desarrollo. Desde esta perspectiva, no se podría evitar un cierto dogmatismo, si no se atiende correctamente a ese pasado que condiciona nuestra actualidad filosófica.

En ese sentido, no deja de ser significativo que, al asomarnos con mucha mayor atención, especialmente a los textos que giran en torno a la problemática escéptica en nuestros días, descubramos que una parte significativa de ellos remite, en mayor o menor medida, a la historia de la filosofía y a los pensadores y problemas de otras épocas. Así, en diversos capítulos, como el del Pascal Engel, aun cuando se emplean herramientas y se hace alusión a conceptos contemporáneos, se articulan también en torno a argumentos que tradicionalmente se atribuyen a filósofos de otros momentos históricos, en este caso el escocés David Hume y el pensador francés René Descartes, ambos ubicados en el período moderno.

Lo mismo puede decirse del texto de Ernest Sosa, que se encuadra, como bien señalan los editores, en una corriente actual que trata de reivindicar las bondades del pirronismo antiguo, aunque apelando a las sofisticadas concepciones de la epistemología contemporánea (y, en el caso del capítulo de Sosa, también a la filosofía de la acción); o bien del muy interesante escrito de José Marcos de Teresa, enmarcado en la disputa actual entre escépticos y antiescépticos, que, no obstante, desde una perspectiva retórica y dialéctica, propone recuperar una determinada estrategia antiescéptica que se remonta a Platón y Aristóteles, y que se dirige contra el bien conocido trilema de Agripa (cit. en Sexto Empírico I, 164); e incluso del capítulo de Armando Cíntora, que toma varios elementos del pirronismo clásico (como las nociones de "suspensión del juicio", "ataraxia" y, especialmente, la propuesta propia del pensador helenístico, Sexto Empírico, de "seguir las apariencias" como una vía de escape a las posibles dificultades en la posición del hipotético científico pirrónico) para sustentar la posibilidad de una posición escéptica en la práctica científica contemporánea.

Quizá no pueda decirse lo mismo de los textos centrados en el periodo contemporáneo, ya que el análisis de las tensiones presentes en las estrategias antiescépticas de Crispin Wright (2004), llevado a cabo por Miguel Ángel Fernández, o en las de quien sea probablemente uno de los epistemólogos actuales más destacados a nivel mundial, Timothy Williamson (a partir de su texto más celebrado, Knowledge and its limits (2002), presentadas en su artículo por Jorge Ornelas, o las propuestas de solución al problema del escepticismo semántico planteado por Kripke en la década de los 80 del siglo XX (1982), a las que atiende en su texto Silvio Mota, probablemente no tengan paralelo ni conexión directa con problemas y conceptos propios del escepticismo antiguo y moderno.

Sea como sea, el hecho es que muchas de las herramientas conceptuales y nociones empleadas por los autores analizados en estos capítulos, dedicados al pensamiento contemporáneo en torno al escepticismo, podrían verse como una reacción al debate escéptico de las otras épocas. Así, el carácter concesivo y disolutorio de la propuesta de Wright puede entenderse, por un lado, como una suerte de resignada aceptación del carácter irresoluble del problema escéptico, después del fracaso continuado, a lo largo de la historia, de todos sus intentos de refutación (especialmente en el siglo XX, en relación con los famosos casos Gettier (1984); y, por otro lado, como una suerte de estrategia que condenaría a ese escepticismo renuente a la irrelevancia, dado que, si bien no podría derrotarse, su importancia estaría limitada a espacios y situaciones muy especiales, con lo cual queda garantizado el conocimiento en el contexto ordinario, que es central para nuestros intereses cotidianos. Así, y teniendo en cuenta la experiencia de la tradición filosófica con respecto al escepticismo, se trataría, en autores contemporáneos como el mencionado, de mitigar la fuerza y radicalidad de tal posición, en contraste con el carácter amenazante que revestía, por ejemplo, en el período moderno.

Asimismo, propuestas como la de Williamson, que suelen caracterizarse como internistas y que contribuyen con su éxito a alimentar una respuesta a los retos del escepticismo de tipo externista, podrían leerse como una suerte de alternativa frente a los modos de concebir y enfrentarse al escepticismo, tanto en el mundo antiguo como en el moderno. Al entender, desde la perspectiva, por ejemplo, de una teoría de la justificación, la posición internista como aquella que exige que todos los elementos necesarios para la justificación epistémica de una creencia sean cognitivamente accesibles al sujeto, la posición externista, en contraste, solicitaría que al menos algunos de los elementos necesarios para tal justificación no fuesen accesibles de ese modo, de forma que pudieran ser externos a la perspectiva cognitiva del sujeto conocedor. La novedad y actualidad de las estrategias antiescépticas de Williamson y Wright, criticadas en su coherencia respectivamente por Ornelas y Fernández, debería matizarse a la luz de la historia de la filosofía, que desvelaría su carácter reactivo y su necesaria relación con otras tradiciones y épocas.

Pero si esto sucede en el caso de los ensayos consagrados al debate en torno al escepticismo en el período contemporáneo, lo mismo debe señalarse, en sentido inverso, al atender a los capítulos dedicados a las épocas moderna y antigua. Esto es claro, por ejemplo, en el texto de Pedro Stepanenko, dedicado a analizar una estrategia antiescéptica atribuible a Kant (cf. KrV B 275), puesto que en él se sirve de nociones contemporáneas como las de externismo u holismo para enfrentarse al escepticismo; lo mismo sucede en el capítulo de Mauricio Zuluaga, que si bien atiende al clásico problema del escepticismo acerca del mundo externo en Descartes, recurre a ideas que pueden encontrarse en análisis contemporáneos, como los de Barry Stroud (1991) o Bernard Williams (2012), y concluye en una lectura crítica de la posición cartesiana, que requiere, para su elaboración, de nociones propias de nuestro panorama filosófico actual.

En otro sentido, no tan directo, sucede lo mismo con los restantes capítulos centrados en el período moderno, como el de Sébastien Charles, atento al escepticismo en el Siglo de las Luces, o el de Douglas McDermid, que analiza rápidamente las ideas centrales de la posición antiescéptica del primer defensor de la filosofía del sentido común, el ilustrado escocés Thomas Reid, e incluso el interesante texto de Plinio Junqueira, centrado en la originalidad del escepticismo de Montaigne. Todos ellos apelan a nociones actuales o remiten en su estudio a las interpretaciones más recientes de la historia de las ideas. Así, Charles articula gran parte de su texto en torno a una crítica a la interpretación del escepticismo en el período ilustrado llevada a cabo, durante el siglo XX, por el insigne Richard H. Popkin (1997). Y es difícil en el caso del texto de McDermid no relacionar las propuestas de Reid con la vigencia de estrategias antiescépticas contemporáneas, como las de Moore (claramente en "Proof of an External World") o, probablemente, Wittgenstein (sobre todo en Sobre la certeza).

Algo semejante, aunque quizá con más matices, puede decirse en el caso del estudio del escepticismo antiguo, como es el caso del texto de Richard Bett, en el que directamente se comparan los escepticismos antiguo y moderno, tratando de cuestionar algunas de las más rígidas distinciones al respecto; e igualmente en el capítulo de Diego E. Machuca, que trata de defender al escepticismo pirrónico de algunos de sus cargos clásicos, como la supuesta incoherencia de tal posición, y el de Roberto Bolzani, que explora la relación, más estrecha de lo que tradicionalmente venía creyéndose, entre el escepticismo pirrónico y el académico. Todo estos ensayos deben leerse a la luz de debates actuales y asumiendo que sus autores recurren a herramientas conceptuales contemporáneas.

En resumen, este libro no solo recoge ampliamente algunas de las discusiones más importantes en torno al concepto de escepticismo a lo largo de la historia del pensamiento filosófico occidental, sino que además lo hace tomando en serio el carácter temporalmente cargado de tal noción y, por ende, la dificultad de su definición. El escepticismo, como reconocen los editores del volumen en su brillante introducción, ha variado mucho en su devenir histórico, pasando de ser entendido como una de las posibles recetas para alcanzar la felicidad, como se lo concebía en el período helenístico, a ser criminalizado por su carácter amenazante respecto de las creencias morales y religiosas y de los logros científicos, como sucedía en la Modernidad, para finalmente ser condenado a la irrelevancia, como una suerte de enfermedad intelectual terminal, como se lo cree en el mundo contemporáneo.

Como ya hemos indicado, el volumen Dudas filosóficas. Ensayos sobre escepticismo antiguo, moderno y contemporáneo es fiel a tal variabilidad histórica, puesto que no solo realiza calas en momentos importantes del debate en torno al escepticismo, sino que también articula el pasado, presente y futuro del escepticismo en sus diversos ensayos, que remiten constantemente a los diversos momentos y concepciones escépticas, de una manera tan fluida y dinámica como el propio concepto. Y no menos relevante resulta el hecho de que todos los ensayos se hayan publicado o traducido a nuestra lengua, y que la mayor parte de los autores laboren en el continente americano, especialmente en los países de habla hispana. El libro que reseñamos contribuye, así, a reivindicar no solo la vigencia del escepticismo, en su complejidad histórica, lo que le permite quizá hurtarse a toda definición, sino que también defiende la relevancia de una lengua en el ámbito académico, así como la significatividad de unos estudios que a menudo han sido considerados, valga la redundancia, con escepticismo desde ámbitos geográficos supuestamente privilegiados.

Así pues, esta obra contribuye a reavivar el interés por el escepticismo en nuestro panorama académico, en consonancia con el resurgir actual y mundial de los estudios sobre las diversas corrientes escépticas en los distintos momentos históricos y desde planteamientos metodológicos plurales. Si estos son tiempos de crisis, no solo económica, social o política, sino también de ideas, parecería que el escepticismo tiene un terreno abonado para su crecimiento, que en el pasado siempre pareció darse en épocas críticas (como en el final de la polis griega en el período helenístico o en la ruptura de la ortodoxia religiosa en la Europa renacentista) y, en ese sentido, el volumen colectivo de Ornelas y Cíntora resulta altamente relevante.


Bibliografía

Gettier, E. "¿Es conocimiento la creencia verdadera justificada?" Ed. Allen. Phillips Griffiths. Conocimiento y Creencia. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 1974. 221-224.         [ Links ]

Kant, I. "Kritik der reinen Vernunft." Werkausgabe. Vol. III und IV. Frankfurt: Suhrkamp, 1982.         [ Links ]

Kripke, S. Wittgenstein on Rules and Private Language. Cambridge: Harvard University Press, 1982.         [ Links ]

Manguel, A. Una historia de la lectura. Barcelona: Mondadori, 2005.         [ Links ]

Nietzsche, F. La genealogía de la moral: un escrito polémico. Madrid: Alianza, 2011.         [ Links ]

Platón. Diálogos. Vol. III. Madrid: Gredos, 1997.         [ Links ]

Popkin, R. H., et al., eds. Scepticism in the Enlightenment. Dordrecht: Kluwer, 1997.         [ Links ]

Sexto Empírico. Esbozos pirrónicos. Madrid: Gredos, 1993.         [ Links ]

Stroud, B. El escepticismo filosófico y su significación. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 1991.         [ Links ]

Williams, B. Descartes: el proyecto de la investigación pura. Madrid: Cátedra, 2012.         [ Links ]

Williams, B. La filosofía como una disciplina humanística. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2011.         [ Links ]

Williams, B. "Why Philosophy needs History?" London Review of Books 24.20 (2002): 7-9.         [ Links ]

Wright, C. "Warrant for Nothing (and Foundations for Free)?" Aristotelian Society Supplementary Volume 78. 1 (2004): 167-212.         [ Links ]

VICENTE RAGA ROSALENY
Universidad de Antioquia - Medellín - Colombia
vicente.raga@udea.edu.co.