1. Introducción

El mundo ha sido testigo de una nueva pandemia en el siglo XXI. El 11 de junio del 2009, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la primera pandemia con la gripe H1N1 (mal llamada gripe porcina) causada por una variante de la influenza A (^{Banegas & Mejía, 2010}). En el 2020, la COVID-19, también declarada pandemia, está causando estragos en casi todos los países: detiene las actividades de todo tipo y obliga a los gobiernos a decretar estados de emergencias y a imponer el confinamiento para evitar su propagación. Esto significa el cierre de instituciones como las bibliotecas públicas.

Las bibliotecas, al ser lugares públicos y de interacción social, han tenido que cerrar sus puertas de manera temporal hasta que el virus sea contenido. Ante esto, la respuesta inmediata en gran parte de las bibliotecas es brindar servicios digitales, como las plataformas de libros y videos, las aplicaciones móviles, los audiolibros, las redes sociales y la referencia virtual. De forma creativa, se empezaron a desarrollar servicios que se adapten a las necesidades de los usuarios y se ha recurrido al uso del teléfono y al préstamo de libros en físico considerando las medidas de seguridad sanitaria. También se han realizado algunas reuniones virtuales de especialistas del ámbito bibliotecario, para conocer sus opiniones y recomendaciones frente a la situación de confinamiento y distanciamiento social.

En el caso peruano, por lo general, las bibliotecas brindan servicios presenciales y desarrollan colecciones físicas, con diversas limitaciones, como el reducido apoyo de los gobiernos, el escaso personal especializado y la falta de tecnologías en sus servicios. Esta realidad se refleja en casi todas las bibliotecas de la región latinoamericana. La COVID-19 ha provocado la aceleración de la virtualización en las actividades; por tanto, algunas bibliotecas del ámbito nacional, con denodados esfuerzos, han logrado implementar servicios y productos digitales para sus comunidades durante este confinamiento. Ante este panorama, este trabajo presenta algunas iniciativas brindadas por las bibliotecas peruanas ante la crisis sanitaria, con algunas reflexiones sobre la situación presente, y los desafíos a los que se enfrentan de cara al futuro, en un contexto pospandemia.

2. Una crisis inesperada: la reacción de las bibliotecas en un contexto de aislamiento obligatorio

El 30 de diciembre del 2019, el comité sanitario municipal de Wuhan informó sobre 27 casos de pacientes con una “neumonía inexplicable” (^{Deutsche Welle, 2019}). Esto aconteció en la provincia de Hubei, parte central de China, una de las zonas más afectadas por este nuevo virus, denominado un tiempo después como SARS-CoV-2 y el cual produce la enfermedad del coronavirus o COVID-19.¹

El 11 de marzo del 2020, la OMS la declaró una pandemia. Llegó a América en enero y para fines de mayo del 2020 esta región ya era el epicentro de la enfermedad (^{Infomediatico, 2020}).

A comienzos del año, en América del Sur aún se escuchaban las noticias del nuevo virus con la sensación de bastante lejanía, hasta que, el 25 de febrero del 2020, se registró el primer caso de coronavirus en la región, en São Paulo, Brasil. El 6 de marzo se confirmó el primer paciente de coronavirus en Lima, Perú,² lo que causó las primeras alarmas en la población. El 15 de marzo, el Gobierno peruano, mediante Decreto Supremo N.° 044-2020-PCM, declaró el estado de emergencia nacional y aislamiento social obligatorio a causa de la COVID-19, en vigor desde las 0 horas del 16 de marzo.³ Pero, a pesar de tomar medidas tempranas y de decretar más ampliaciones, para principios de junio Perú sería uno de los diez países más afectados a nivel mundial.⁴

Varios países alrededor del mundo empezaron a decretar el estado de emergencia o alarma: se cerraron instituciones, universidades, escuelas, centros comerciales, parques, etc.; aunque se permitió la movilidad de trabajadores imprescindibles del sector salud, transporte, seguridad y alimentación, y se recomendó el teletrabajo. En Perú, las medidas llegaron con el Decreto de Urgencia N.° 026-2020, para prevenir la propagación del virus en el país, con el aislamiento obligatorio de más de treinta millones de personas en el territorio, el cierre de sus fronteras y la paralización de la actividad económica.

La Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA, por sus siglas en inglés) informó, a través de su sección web “COVID-19 y el Sector Bibliotecario Global”, que casi la totalidad de las bibliotecas públicas en el mundo cerraron sus puertas de manera temporal hasta empezar el desconfinamiento (véase Figura 1). Se suspendieron las actividades y los servicios presenciales, se empezó a brindar servicios por medios digitales, se ampliaron las fechas de préstamo y se suspendieron las multas. En el lado europeo, la mayoría de las bibliotecas cerraron al público hasta nuevo aviso, aunque conservaron los servicios y contenidos digitales, incentivando el teletrabajo para los bibliotecarios y brindando información sobre la COVID-19 a través de sus webs institucionales. Algunos ejemplos son los servicios ofrecidos por las bibliotecas de Finlandia, donde se ofrece el uso de plataformas de libros electrónicos, audiolibros, películas y base de datos, sobre los cuales se ha incrementado el número de préstamos de recursos electrónicos, ha pasado de 5 a 20 préstamos. En España, se resalta el acceso a los recursos por medio de e-Biblio (préstamo de libros electrónicos) y eFilm (plataforma de préstamos audiovisuales en streaming). La Biblioteca Nacional de Polonia provee más de tres millones de recursos a sus ciudadanos a través de su biblioteca digital (https://polona.pl/), son cerca de cien mil libros y novecientas mil revistas, la mayoría se pueden descargar en PDF y la red de bibliotecas públicas portuguesas está subiendo recursos y enlaces de sus actividades a Flipboard⁵ (^{NAPLE Members, 2020}).

Fuente: página web de la Biblioteca Pública de Nueva York

Figura 1 Aviso de cierre temporal. 

En el caso de Suecia, el 90 % de las bibliotecas se mantuvieron abiertas (IFLA, 2020a) y continuaron brindando algunos servicios alternativos, como el préstamo de material físico “drive-through” (regresar y recoger libros sin salir del auto), “take away” (recolectar libros preordenados en una bolsa en la puerta de la biblioteca a una hora específica), “book bags” (bolsas con libros seleccionados por un bibliotecario según un tema) y entrega de libros a domicilio para personas mayores de 70 años o pertenecientes a grupos de riesgo (^{NAPLE Members, 2020}).

Este tipo de servicios de recogida y devolución se replican en centros de Estados Unidos, como ocurre en la Biblioteca Pública de Alexandria, en Ohio, que ofrece recogidas en la acera (^{Fallows, 2020}).

Cabe destacar algunas iniciativas de apoyo de las bibliotecas al personal sanitario de los hospitales, como la realizada por la Biblioteca Pública del Condado del Dorado, en California, con la producción de protectores faciales en sus laboratorios de impresión 3D. También se resalta el apoyo a personas sin hogar a partir de la adecuación de los auditorios de los centros culturales como refugios. Asimismo, los bibliotecarios participan activamente en los servicios de información a la ciudadanía desde sus ciudades de origen, como lo hace la Biblioteca Pública de Rochester en Minnesota (^{Morales & Hines, 2020}). La situación actual conllevó el resurgimiento de un dispositivo casi en desuso: el teléfono, este ha sido un aparato esencial en algunas bibliotecas en época de cuarentena, especialmente para las personas mayores que no dominan las tecnologías digitales. En Colorado, siete bibliotecas del condado de Adams atienden llamadas de usuarios para hablar de lo que piensan o simplemente para saludar (^{Fallows, 2020}). En Lituania se brinda el servicio de lectura del libro para los adultos mayores, quienes eligen el título para que el personal de la biblioteca lo lea por medio del teléfono (^{NAPLE Members, 2020}).

En Latinoamérica, nos encontramos con diversas iniciativas para enfrentar el confinamiento y continuar con las labores. Asimismo, se han desarrollado foros virtuales, conversatorios y seminarios en línea sobre el contexto actual de la COVID-19 y las bibliotecas. Una de estas iniciativas fue el Foro Virtual “#BibliotecasEnCasa ¿Cómo las bibliotecas pueden extender sus servicios durante las cuarentenas?”, realizado el 21 de marzo del 2020, organizado por IFLA en conjunto con el Colegio Colombiano de Bibliotecología (Ascolbi) e Infotecarios.⁶ En este foro, varios especialistas del ámbito bibliotecario expusieron ideas clave para el progreso de las bibliotecas. Dentro de las conclusiones, se recomienda la extensión de los servicios y contenidos digitales de calidad dirigida a los ciudadanos con previo conocimiento de las necesidades reales de los usuarios; del mismo modo, se mencionó la capacidad de adaptación del bibliotecario al contexto actual para asumir nuevos retos y desarrollar servicios con innovación, creatividad e imaginación. La alfabetización informacional es esencial en esta época para enfrentar la infodemia;⁷ por tanto, las bibliotecas deben desarrollar guías y recursos informativos confiables sobre la COVID-19. Se resalta la labor de las bibliotecas que unen esfuerzos con otras instituciones o colectivos y toman su labor social de forma consciente y transformadora para hacer frente a la crisis; estas además reafirman el mensaje “Yo me quedo en casa” y enfatizan en que la unión de todos los actores que participan en el ámbito bibliotecario “hace a la biblioteca” (^{Firmas Invitadas, 2020}).

Otro evento interesante fue el conversatorio “Bibliotecas y Comunidad en el contexto del Aislamiento Social Preventivo. Imaginando el futuro”, organizado por la Oficina Regional para América Latina y el Caribe de IFLA,⁸ emitido por el Facebook de la Biblioteca del Congreso el 27 de mayo del 2020. En este evento se presentaron las siguientes reflexiones sobre la inesperada crisis y cómo las bibliotecas deben trabajar.

Las bibliotecas públicas de Latinoamérica, por lo general, son presenciales, con colecciones físicas y con locales en los que se ofrecen los servicios y actividades. Con la crisis sanitaria, se dio el cierre total de los sistemas bibliotecarios públicos. Las prontas acciones para implementar sus servicios se trasladaron al mundo digital; el uso de las redes sociales tales como Facebook, Instagram o Twitter ha sido amplio, y estas redes se han convertido en las mejores vías para comunicarse con sus usuarios. Un ejemplo sobre esto es el informe “Bibliotecas argentinas ante el aislamiento social y obligatorio por el COVID-19”, cuyos resultados indican que un 47,5 % de las bibliotecas utilizan un perfil en redes sociales, el 36,7 % realiza el servicio de referencia por medio de estas y un 35,4 % por medio de WhatsApp (^{Gutierrez & Castaño, 2020}). Además, se ha incrementado el número de visitas a las páginas web y al catálogo de búsqueda; también ha aumentado el consumo de contenidos digitales como libros, audiolibros, visualización de películas, clubes de lectura virtuales, entre otros. Sin embargo, un número importante de bibliotecas públicas simplemente cerraron sus puertas, no brindan ningún servicio y están a la espera del desconfinamiento.

Es así como las bibliotecas de la región se enfrentan a los nuevos retos del siglo XXI ante lo inusitado del suceso, una pandemia para la que nadie estuvo preparado y una crisis sanitaria que se extenderá por unos años más. Por tanto, las bibliotecas deben fortalecer su rol social y adaptarse a los nuevos cambios, para seguir siendo un eje transformador y activo, tanto en un espacio físico como virtual. Así lo indica ^{Anglada (2014)}, en un probable escenario del año 2030: “si la generación actual de bibliotecarios no es capaz de introducir cambios radicales en el papel de las bibliotecas, su continuidad está seriamente amenazada” (p. 603).

3. Situación de las bibliotecas públicas de Perú en medio de la crisis del coronavirus

El Gobierno peruano, dirigido por el presidente Martín Vizcarra, adoptó medidas sin precedentes: abrió la caja fiscal y entregó bonos para hogares pobres, para trabajadores independientes, para la micro y pequeña empresa; asimismo, permitió el retiro de la compensación por tiempos de servicios (CTS) y el retiro de los fondos privados de pensiones para las personas desempleadas. Estas acciones se realizaron para mitigar los problemas económicos de la ciudadanía. A pesar de esto y transcurridos casi tres meses de instaurada la medida de emergencia, se hace insostenible la situación debido a las limitaciones del Estado, tales como la informalidad, la precariedad de la sanidad pública, el restringido acceso a la educación pública, la corrupción, la brecha social y digital, el ruido político y otros problemas. Una de las consecuencias de estas calamidades ha sido el alto índice de desempleo -según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), se cuenta con una tasa del 9,0 % en el primer trimestre del 2020-, por lo cual una gran cantidad de personas tienen que salir a las calles para buscar el sustento y, al no tomar medidas de bioseguridad, se ha incrementado el número de contagios. Para la primera semana de junio, cuando se escribía este artículo, se contaba con más de doscientos mil casos y más de seis mil decesos por la COVID-19.

Perú está denominado como un país en “vía de desarrollo”; antes de la pandemia, la inversión en educación (3,72 % del PBI) y en ciencia y tecnología (I+D+i) (solo el 0,08 % del PBI) era muy limitada, con el agravante de contar con bajos o moderados indicadores de desarrollo, tanto en el empleo como en la salud, los servicios básicos y la tecnología; esto se muestra en la siguiente tabla (Tabla 1).

Con este panorama, el país se enfrenta la crisis sanitaria y la próxima crisis económica, lo que profundiza la brecha social, el aumento del desempleo y la creciente informalidad. Asimismo, estas dificultades afectan directamente a las bibliotecas públicas porque en gran parte son financiadas con dinero público y se enfrentaran a recortes presupuestales. Según el Registro Nacional de Municipalidades (^{INEI-RENAMU, 2019}), se cuenta con 477 bibliotecas públicas municipales, lo que representa una de las coberturas más bajas de la década, con un 25,45 % a nivel nacional.

Tabla 1 Indicadores generales, Perú 

Fuente: Datosmacro (2020a, 2020b, 2020c), INEI (2018, 2020), INEI-RENAMU (2019), Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, 2019), Redacción Gestión (2018, 2020).

De estas, solo cinco regiones cuentan con una cobertura igual o superior al 50 %: Callao (71,43 %), Tumbes (69,23 %), Piura (66,15 %), Apurímac (55,95 %) y Lambayeque (50 %). Las regiones Madre de Dios (9,09 %), Ayacucho (8,4 %), Amazonas (7,14 %) y Tacna (con 0 %) son las que tienen menos cobertura en el país. Perú tiene una densidad bibliotecaria de 1,62 bibliotecas por cada 100 000 habitantes, muy por debajo de Brasil (2,91), Chile (2,77), Colombia (3,43) y Uruguay (1,83), como lo indica la Tabla 2.

Sumado a esta realidad está la baja asistencia de los peruanos a las bibliotecas públicas que se ha dado progresivamente en la última década. El total de usuarios atendidos en las bibliotecas públicas fue de 1 393 033 y, de estos, 1 073 452 hicieron uso de las salas de lectura que solo disponen de 17 208 puestos de lectura a nivel nacional (^{INEI-RENAMU, 2019}). Por ello, se calculan 0,05 usuarios por habitante y 0,59 puestos de lectura por 1000 habitantes. Estos indicadores revelan la escasa visibilidad de las bibliotecas en la sociedad; al no contar con un número suficiente de bibliotecas y puestos de lecturas, la asistencia es mínima.

La biblioteca pública en el Perú, desde su creación, ha tenido una historia inestable, nació con la República y está a punto de cumplir 200 años de labor. Durante las últimas décadas, el desarrollo de las bibliotecas ha tenido dificultades y éxitos efímeros, en los que aparecen bibliotecas en un gran número con ánimos de llevar cultura a las comunidades, pero, una vez que les reducen los presupuestos y caen en el olvido por parte de las autoridades, estas desparecen.

Este mecanismo de “aparecer y desaparecer” de las bibliotecas se viene manteniendo por años, a vista y paciencia de gobiernos locales, regionales y del gobierno central, por más que se den elocuentes discursos de la importancia del libro y la lectura.

El Sistema Nacional de Bibliotecas (SNB) fue creado por la Ley N.° 30034 como instrumento de gestión pública para propiciar el funcionamiento y eficiencia de las bibliotecas, y para garantizar la calidad y acceso de los servicios bibliotecarios, mas no para desarrollar y crear bibliotecas, solo es funcional y con una participación pasiva, lo que da a las autoridades locales esa potestad de creación. Hasta el momento, se han emprendido capacitaciones en las bibliotecas, pero esto es insuficiente al contar con un limitado número de profesionales en bibliotecología que dirijan estos centros; según ^{INEI-RENAMU (2019)}, solo se cuenta con 363 profesionales en bibliotecología a nivel nacional en los puestos de las bibliotecas públicas municipales. La mayoría de los que dirigen las bibliotecas, por lo general, son personal administrativo, de confianza partidaria, temporal y con un nivel básico de estudio. Por tanto, el desarrollo de las bibliotecas hacia una modernización está estancada profundamente por factores políticos.

En relación con los servicios, los más extendidos son el servicio de lectura en sala, 93,3 %; el préstamo a domicilio, 53,0 %; y los servicios culturales, 45,7 %. El 41,7 % cuenta con una sala infantil. Los que escasamente están incluidos son el servicio de internet, con un 36,3 %; el catálogo de acceso público, con un 21,6 %; y la biblioteca itinerante, con un 11,5 %. Respecto a la colección, el número de ejemplares es de 1 591 739, lo que representa el 88,5 % de la colección a nivel nacional (0,05 libros por habitante), de estos, 13 801 ejemplares son material audiovisual y 3694 ejemplares son libros electrónicos, es decir, un índice de 0,47 documentos audiovisuales por 1000 habitantes y 1,26 documentos electrónicos por 10 000 habitantes, respectivamente (^{INEI-RENAMU, 2019}). Esto demuestra los recursos limitados en colección y servicios.

Si bien hay buenas iniciativas para la promoción del libro y la lectura por parte de las bibliotecas, como sucedió con la experiencia de la “Meta 27 y la Meta 06”,⁹ estas se quedan en buenas intenciones. El funcionamiento de la mayoría de las bibliotecas sigue la línea de depósito de libros y espacios de trabajo de los municipios, con horarios limitados, con una colección desactualizada y escolarizada, mínima oferta de servicios digitales, sin contar con redes de bibliotecas consolidadas y poco inclusivas. Por consiguiente, es necesario implementar estrategias dirigidas por el SNB, con un marco legal renovado, con personal comprometido y especializado, con fondos económicos propios, con su inclusión en las políticas públicas de la agenda nacional y, sobre todo, es necesario bus car visibilizarse en la estructura del Estado. “La falta de visibilidad de la biblioteca pública constituye el mayor problema para su desarrollo” (^{Suaiden, 2018}, p. 1139). Ahora, con más razón, se necesitan los centros bibliotecarios para que el ciudadano pueda acceder a información fiable y eficaz, para enfrentar las consecuencias de esta crisis sanitaria sin precedentes.

4. Servicios implementados en las bibliotecas públicas peruanas para afrontar el confinamiento

Ahora bien, ¿cómo se está trabajando en época de confinamiento en el país? Una vez establecida la inmovilización social, la Biblioteca Nacional del Perú (BNP) y las bibliotecas públicas tuvieron que cerrar sus puertas para salvaguardar a los usuarios y trabajadores de posibles contagios. Esta situación se repitió en diversos países, que han tenido que desarrollar otro tipo de actividades para seguir en funcionamiento en épocas de la COVID-19; asimismo, se realizan planes para el regreso de las bibliotecas y las nuevas normas de salubridad en los locales bibliotecarios, planes coordinados con el sistema de sanidad de cada país y orientados a lo que sería “la nueva normalidad”, un panorama pospandemia.

Perú estableció medidas económicas, pero, también, siguió con acciones para apoyar la educación del país, desde el nivel básico hasta el superior. Se dispuso las clases de forma remota, pero en el país más del 70 % no cuenta con internet en sus hogares. Se emitió entonces el programa “Aprendo en Casa”¹⁰ con cursos para inicial, primaria, secundaria y básica especial, mediante televisión y radio de alcance nacional, incluso en otras lenguas del país distintas al castellano. Las universidades tuvieron que realizar las clases de manera virtual, apoyadas por diversas herramientas tecnológicas, como las plataformas propias de sus instituciones, el correo electrónico, Zoom, WhatsApp, Facebook, Google Meet, Skype, etc. Estos programas son celebrados, pero las bibliotecas públicas, que son parte del sector cultural y de soporte del sector educación, no han sido apoyadas por las autoridades ni han sido incluidas en estos programas. Solo algunas bibliotecas que cuentan con una página web o un perfil en las redes sociales prestan servicios de forma remota.

La BNP es una institución que tiene los recursos necesarios y que puede desarrollar fácilmente servicios digitales, pues cuenta con perfiles en las redes sociales Facebook, Instagram, Twitter y en las plataformas YouTube y Spotify; en ellas publica sus actividades con frecuencia. En esta última, se encuentran los podcasts sobre del ciclo de conservatorios “Lectura, Biblioteca y Comunidad”. Tiene una aplicación móvil de lectura “BNP Digital” por medio de la cual se accede a diversas publicaciones del patrimonio cultural de la nación. El servicio de consultas en línea se realiza mediante correo electrónico, bot y el servicio del referencista virtual “chatea con un bibliotecario” en un horario establecido (véase Figura 2). Realizan algunas actividades como el cinefórumBNP, charlas magistrales en historia sobre Perú, “Diálogos en tiempos de cambio”, conversatorios, cuentacuentos, entre otros.

Fuente: Biblioteca Nacional del Perú (BNP)

Figura 2 Servicio de chat en línea. 

La Biblioteca Municipal de Lima cuenta con página web, en ella, se encuentran los libros de cabildo y las publicaciones de munilibro para descargar. También cuentan con un nuevo servicio, “Pregúntale al bibliotecario”, por medio del cual pueden enviar sus consultas bibliográficas al correo biblioteca@munlima.gob.pe. La Casa de la Literatura Peruana continúa con su club de lectura de manera virtual y realiza diversos conversatorios de contenido literario y cultural, también cuenta con el servicio de cuentacuentos narrados por personas mayores en el programa “Abuelas y Abuelos Cuentacuentos de la Casa de la Literatura Peruana” en https://bit.ly/37iP0WS. Del mismo modo, la Biblioteca Municipal de Miraflores cuenta con su “Club de lectura Julio Ramón Ribeyro” y San Borja Cultura con su “Club de lectores”; las reuniones se realizan vía Zoom. La Biblioteca Pública Municipal del Callao “Teodoro Casana Robles”, con su programa “La biblioteca va a tu casa” mediante su Facebook (https://bit.ly/3e5y48A), difunde videos de poetas de la provincia narrando sus publicaciones. Asimismo, las bibliotecas comunales también están realizando algunas iniciativas, como la Biblioteca “El Manzano” del Rímac, que presenta una serie de audios sobre cuentos y biografías de peruanos reconocidos en Soundcloud: https://soundcloud.com/user-973205394. Por otro lado, algunas bibliotecas están realizando préstamos de libros físicos, como son las bibliotecas rurales Murukushun (Ancash), la Biblioteca Comunal Carlitos Oquendo de Amat (Puno) con su servicio de “préstamos de libros por delivery”, el Vagón Cultural y Ambiental de Pueblo Libre con el programa “La biblioteca va a tu casa” con 8000 títulos¹¹ y la Biblioteca Municipal de Barranco con 2500 títulos a disposición de los vecinos (véase Figura 3).

Fuente: Facebook de Barranco + Cultura

Figura 3 Servicio de préstamo de libros a domicilio en época de pandemia. 

La Biblioteca Municipal de Arequipa con su programa “Lecturas compartidas con biblioteca infantil” provee audiocuentos que son narrados por el voluntariado de la biblioteca vía Spotify en https://spoti.fi/2UzntLA, Anchor en https://bit.ly/30zG0vc y YouTube en https://bit.ly/3dRKst2. De igual manera, a través de sus redes, organiza diversos conversatorios. La Biblioteca Municipal de Cusco “Gustavo Pérez Ocampo” usa la red social de cultura del municipio para comunicar sus actividades, entre ellas, lecturas libres de derecho de autor tanto de producción nacional como internacional, también realizó por el día de la madre un reto con el #Mimamameleyo para saber, en un video de 20 segundos, cuál fue el primer libro que les leyó la mamá. De esta manera, se valora la función mediadora de la madre hacia la lectura. La biblioteca de Piura “Ignacio Escudero” programa una serie de cuentos virtuales denominada “La magia del cuento” vía Facebook: https://bit.ly/2YozB3b. Asimismo, la emisión de audios y videos se ha presentado tanto por medios sociales como por radio y televisión local, para llegar a más ciudadanos de la provincia. La Biblioteca Municipal de Huánuco, mediante su programa “Una biblioteca para todos”, organiza presentaciones de libros de diversos autores de su comunidad por medio de su red social en https://bit.ly/3feI3Zt y cuenta con un espacio radial denominado LECTURERA-“Sin límite de páginas”, transmitido por Radio Huánuco 94.7 FM como lo indica la Figura 4.

Fuente: Facebook de la Biblioteca Municipal de Huánuco

Figura 4 Programa de radio que fomenta la lectura. 

“Lima Lee” es un programa gestionado por la Municipalidad de Lima, desarrolla, a través de sus redes sociales, conferencias virtuales, recitales, conversatorios, talleres, concursos, entrevistas a autores; además, cuenta con una plataforma digital “Mega Colección de Libros” en https://bit.ly/3cRU8lR (véase Figura 5), con títulos variados y de diversa temática, con el fin de incentivar la lectura -para la primera semana de junio se llegó a las veinte mil descargas- con el #YoMeQuedoEnCasa. También está #LimaLeeTeCuenta, por medio del cual los colaboradores narran sus libros o poemas favoritos. Otra acción de este programa, que cabe resaltar, es la instalación de doce módulos con diversos títulos dentro de las instalaciones “Casa de Todos”, en la Plaza de Acho en Rímac, donde se beneficia a las personas sintecho de Lima, las cuales fueron trasladadas a este recinto a causa de la crisis sanitaria. La Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca trabaja los servicios de préstamo de libros físicos, por lo que se paralizaron los servicios, pero, antes de la cuarentena, se entregaron folletos de difusión sobre la COVID-19 en las comunidades.

Fuente: programa “Lima Lee”

Figura 5 Plataforma de lectura digital. 

Estos son algunos ejemplos en los que las bibliotecas han seguido operando. Aun así, son varias las unidades de información que carecen de recursos para poder implementar servicios que se adapten al contexto actual y a un panorama pospandemia.

5. Algunas reflexiones y desafíos

Nos hallamos en medio de una emergencia sanitaria que la mayoría nunca había vivido; los esfuerzos por lograr una vacuna en corto tiempo han hecho que se valore aún más el campo de la investigación científica y la sanidad pública de los países. Del mismo modo, a los otros servicios sociales como la educación y la cultura, de los cuales son parte las bibliotecas, se les está volviendo a dar el valor como elementos esenciales para el desarrollo de la persona, como motores de crecimiento de una nación. Por tanto, los gobiernos deben preocuparse por cuáles son las prioridades de sus poblaciones y, principalmente, qué sectores deben tener reconocimiento y mayor financiación.

Ante esta situación por la que están atravesando las bibliotecas públicas de Perú, es oportuno presentar algunas reflexiones:

Ciertamente, la labor del bibliotecario se tiene que fortalecer ante los nuevos retos del presente y los que vendrán. Algunas consecuencias inmediatas son la aceleración de la virtualización de los servicios bibliotecarios, el teletrabajo y la adaptación de novedosas herramientas tecnológicas (ej. inteligencia artificial, internet de las cosas, realidad virtual o aumentada, etc.). Por ello, algunos desafíos que afrontan las bibliotecas son los siguientes:

6. Conclusiones

Estamos ante una pandemia, con un virus que aún se propaga en Latinoamérica, y las políticas públicas de los gobiernos se han dirigido a salvaguardar la salud por encima de la economía, aunque se prevé una crisis económica. En medio de esta coyuntura y frente a la magnitud de lo que se vive, y lo que se vivirá, se tiene que redimensionar el nuevo rol de las bibliotecas de aquí en adelante. Las respuestas de las bibliotecas alrededor del mundo han sido variadas; en la región latinoamericana, la gran mayoría de bibliotecas ofrecen servicios de manera presencial, por ello, se ha comprobado un incremento de servicios en el ámbito virtual al cerrar los locales bibliotecarios. Pero en Europa y América del Norte no ha supuesto demasiado esfuerzo brindar servicios digitales, porque ya contaban con dichas prestaciones y la infraestructura tecnológica necesaria.

La crisis sanitaria llegó en una situación desfavorable para el país. Perú tiene un 20,2 % de su población bajo el umbral de pobreza y sin servicios como el agua potable y la sanidad; asimismo, solo el 29,80 % de los hogares cuenta con internet. La inversión en educación y en I+D+i es reducida, con un 3,72 % del PBI y el 0,08 % del PBI, respectivamente. La cobertura de las bibliotecas públicas en el territorio es del 25,45 %, con un alto porcentaje en servicios presenciales y una escasa oferta de productos y prestaciones digitales; cuentan con limitados recursos económicos, con un escaso número de profesionales de la información que las dirijan y con una reducida visibilidad dentro de sus instituciones, de las que en última instancia dependen.

Las bibliotecas públicas peruanas implementan sus servicios de forma particular y no colectiva, porque hay una ausencia de redes de bibliotecas. Las iniciativas dispuestas en este periodo son loables porque, a pesar de las deficiencias de sus centros, han desarrollado servicios creativos e interesantes para seguir atendiendo a sus comunidades. Esta crisis no solo ha evidenciado problemas, sino también los diferentes esfuerzos que están haciendo las bibliotecas para desarrollar servicios de emergencia apoyados por el entorno digital. Las grandes protagonistas han sido las redes sociales, que han servido de canales para transmitir información y acceso a contenidos como audiocuentos, videos de narraciones, reuniones de especialistas y plataformas digitales de lectura; también han permitido interactuar e incentivar la participación de sus usuarios. Además, una alternativa para personas que carecen de dispositivos tecnológicos e internet es el préstamo de libros físicos con todos los protocolos de seguridad brindados por algunas bibliotecas.

La actual circunstancia ha de hacernos reflexionar sobre qué acciones tomar para un futuro próximo. Es pertinente pasar a la acción de manera rápida y coordinada hacia una etapa de modernización de las bibliotecas públicas basada en la cultura de la innovación, sobre todo, de cambios radicales. Esta es una gran oportunidad para revalorar y reinventar las bibliotecas, y dar a conocer cuán necesarias son estas ante situaciones como las que se viven en este momento, es decir, situar a las bibliotecas como ejes del desarrollo, de apoyo a la educación e intermediarias del conocimiento y la cultura. Un diagnóstico situacional de las bibliotecas es vital para diseñar mejores estrategias y enfrentar los desafíos producidos por esta crisis. A través de la unión de esfuerzos de los involucrados en el ámbito bibliotecario y la voluntad política, se puede dar inicio a una nueva historia de la biblioteca peruana, para que este no sea un “eterno proceso de reinvención”, sino una “reinvención efectiva”.