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 número40QUIROZ, ENRIQUETA Y DIANA BONNETT, COORDS. CONDICIONES DE VIDA Y DE TRABAJO EN LA AMÉRICA COLONIAL: LEGISLACIÓN, PRÁCTICAS LABORALES Y SISTEMAS SALARIALES. BOGOTÁ: UNIVERSIDAD DE LOS ANDES, FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES, CENTRO DE ESTUDIOS SOCIOCULTURALES E INTERNACIONALES-CESO, 2009, 314 PPFIGUEROA SALAMANCA, HELWAR HERNANDO. TRADICIONALISMO, HISPANISMO Y CORPORATIVISMO: UNA APROXIMACIÓN A LAS RELACIONES NON SANCTAS ENTRE RELIGIÓN Y POLÍTICA EN COLOMBIA (1930-1952) índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
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Historia Crítica

versão impressa ISSN 0121-1617

hist.crit.  n.40 Bogotá jan./jun. 2010

 

GALLINI, STEFANIA. UNA N'ISTORIA AMBIENTAI DEL CAFÉ EN GUATEMALA. LA COSTA CUCA ENTRE 1830 Y 1902.GUATEMALA: ASOCIACIÓN PARA EL AVANCE DE LAS CIENCIAS SOCIALES EN GUATEMALA (AVANCSO), SERIE AUTORES INVITADOS N.O 19, 2009, 328 PP.

Juan Pablo Gómez Lacayo
Investigador del Área de Estudios de Historia Local de la Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala (avancso). jpgomez83@gmail.com.


El ambiente, una voz mas en la construcción de la historia*

1. El control del pasado y la historia como campo de batalla

El primer aspecto que quisiera destacar de este libro es la forma en que plantea la investigación histórica. La autora nos dice que convirtió la escritura de la historia ambiental del café en un desafío interpretativo y un campo de batalla. Es importante destacar esto, porque nos sumerge de una vez en una discusión en torno al porqué y para qué de la historia y del oficio del historiador; en otras palabras, y como Nietzsche lo planteó, cuál es la utilidad de la historia para la vida1

Quizá George Orwell pueda ayudarnos a introducir esta cuestión. En su novela 1984 menciona que quien controla el pasado, controla el futuro, y quien controla el presente, controla el pasado. En buena medida, este libro trata sobre el control del que es objeto el pasado.

A pesar de las voces críticas que surgieron en torno a la histo­ria del café en Centroamérica durante la segunda mitad del siglo XX, aún tiene una imagen saludable aquella narrativa que nos cuenta cómo unos hombres pioneros y emprendedores convertían los ricos pero vacíos territorios en jardines donde empezaba a crecer el grano de oro, ese fruto que conduciría a las naciones centroamericanas hacia el progreso y la civilización. La única frontera que podía imaginarse entre jardín y jardín de café, era la que el espacio de la finca cafetalera podría marcarles. Así mismo, en esta narrativa la finca cafetalera fue ese espacio terapéutico donde se civilizaba, a través de las virtudes del trabajo agrícola, a una multitud de brazos indígenas perezosos, borrachos, vagos, que además eran la gran enfermedad del cuerpo social centroamericano.

Lo que nos sugiere desde su inicio este trabajo es que el oficio de la historia es tomar por los cuernos estas narrativas que, diciéndonos cómo ha sido nuestro pasado, quiénes han sido los pioneros, quiénes los haraganes y sobre quiénes se encarna el espíritu de la nación, han estructurado nuestro presente y sitúan las rutas a considerar en la construcción de futuro.

Haciendo uso de esta misma figura, esta investigación toma por los cuernos un mito que ha articulado por muchos años la historia y la memoria de las naciones centroamericanas: el del café. En este caso, el interés específico del trabajo es la transformación cultural operada por los liberales guatemaltecos del último tercio del siglo XIX, de una región despoblada en una especie de edén del café.

Dicha operación política consistió en construir una representación del territorio de la Costa Cuca en que éste era expuesto, pensado, socializado y declarado por decreto como un territorio baldío y por tanto perteneciente al Estado, cuando en realidad y gracias a una acuciosa búsqueda en diversas fuentes, la autora muestra cómo ya existían antes del boom cafetalero una multiplicidad de dinámicas sociales, de relaciones económicas y estrategias complejas de reproducción de vida social en esta región del país.

Esta forma de hacer historia, en lugar de narrarnos la historia del café desde la voz de los pioneros del café —como lo ha hecho la historiografía liberal clásica—, se sitúa metodológicamente en la pugna: nos muestra la historia como un campo de relaciones de fuerza entre distintos actores, actuando en distintos niveles y diseñando estrate­gias, tanto de poder como de resistencia; nos presenta la historia regional como un campo de enfrentamiento de territorialidades, es decir, de formas de concebir, representar y ocupar el territorio. Situada en la pugna, la investigación logra mostrar que la territorialidad cafetalera y la soberanía finquera no se asentó sobre territorios vacíos y despoblados, sino que su hegemonía fue el resultado de casi un siglo de enfrentamientos entre distintos modelos de vida social.

Si ya lo anterior despierta el interés por este trabajo, el enfoque de la historia ambiental como entrada analítica lo enriquece mucho más. En síntesis, la propuesta es incluir una voz más en la construcción de la historia: la del ambiente. Hay aquí un giro a destacar: en lugar de conceptualizar el ambiente como un objeto, o simplemente como el escenario donde transcurren las disputas sociales, la investigación lo sitúa y rastrea en su interacción con los seres humanos, es decir, como un agente importante a considerar en la historización de dichas luchas. A través de un seguimiento analítico de largo alcance, la investigación muestra cómo el ambiente juega un rol activo en la construcción de vida social y cómo, entonces, va estructurando la vida posible.

Cuando la autora afirma que la "investigación descubrió que el café de nin­guna manera es el alfa y omega de la historia de la Costa Cuca" (p. XXVI), evidencia cómo la investigación histórica puede jugar una función crítica y desmitificadora de las máscaras y representaciones que han sido invenciones estratégicas en la construcción de la hegemonía liberal y del paradigma agroexportador. Este trabajo es un singular aporte en ese sentido, al mostrar que el mito liberal del café catalogaba como natural la vocación agrícola de esta región, cuando más bien constituyó un discurso político racionalizado.


2.
Deconstruyendo históricamente la producción del mito liberal del café: niveles, actores y operaciones políticas

Es importante destacar que el nivel analítico de la investigación no se reduce al de la denuncia del mito liberal del café. El trabajo se ocupa de rastrear e identificar cómo se produjo este mito: los distintos niveles en que fue articulado, los agentes que intervinieron y las operaciones que fueron necesarias para que este discurso se convirtiera en buena medida en un cemento cohesionador de la sociedad. Quisiera comentar brevemente algunos de ellos.

Un nivel narrativo fue el discurso político. En dicho discurso, asociaciones como La Sociedad Económica de Amigos del País, de la que eran socios distinguidos miembros de la oligarquía tanto nacional como extranjera, es la mano creadora que detecta las riquezas naturales, que esperaban ansiosas el trabajo humano para llevar al país por el camino del progreso, y ven en el Estado los instrumentos oportunos para territorializar su proyecto económico. Como ya mencionaba, la investigación se ocupa de mostrar que este discurso, esta representación de la naturaleza y las prácticas políticas que surgían estaban estrechamente relacionadas con la incursión de la élite cafetalera en el modelo agroexportador. La natural vocación cafetalera de la Costa Cuca es mostrada entonces como una estrategia de poder.

Otro nivel importante de señalar es el que atañe al discurso historiográfico. Sin duda, la historiografía liberal afín a los círculos empresariales cafetaleros del país ha sido un canal de legitimación de este mito. No obstante, este trabajo tiene la fuerza de poner contra las cuerdas a la historiografía crítica, de corte marxista, de la segunda mitad del siglo XX. Evidencia que este discurso historiográfico es también heredero del mito liberal del café, y de que a pesar de que construyó una mirada crítica sobre las relaciones sociales que la lógica cafetalera produjo, el interés de introducir esta lógica en el canon teórico marxista debilitó las posibilidades de recuperar la riqueza y complejidad de las dinámicas producidas localmente, no siendo capaz de sacudirse por entero esta herencia liberal. Ésta puede ser una de las razones por la que encontramos con vida en la historiografía marxista el mito de la Costa Cuca como un espacio que fue descubierto con la caficultura, después de haber sido supuestamente abandonado por la dominación española2

En ese sentido, esta investigación se constituye como una acumulación de conocimiento crítico sobre estos procesos y la forma misma de analizarlos. Se suma a recientes perspectivas que han complejizado las lecturas críticas anteriores, desde enfoques que incorporan temáticas como raza, género, memoria, historia oral y subalternidad. Este trabajo suma al enfoque local y regional e integra una nueva entrada analítica, la de la historia ambiental, vista desde una perspectiva transdisciplinaria y dialógica, sobre todo con la llamada nueva historia cultural y los enfoques posestructuralistas en diferentes disciplinas.

Quisiera destacar otros dos niveles y agencias que fueron fundamentales en la pro­ducción de realidad social desde el mito del café, y cuya visibilización me parece uno de los aportes más importantes de este trabajo a la historiografía centroamericana sobre los procesos de conformación de las repúblicas agroexportadoras: por un lado, el papel que jugaron los agrimensores, y por otro, el desempeñado por la cartografía.

Con respecto al agrimensor, la autora realiza una operación analítica nueva en la historiografía centroamericana: ubicarlos "en el centro del escenario en la revolución del café" (93). Señala cómo el conocimiento técnico del agrimensor jugó una función política estratégica en la construcción de la territorialidad cafetalera, a través de la legalización y legitimación de dos pilares del paradigma agrocultural: la propiedad privada y la agricultura permanente.

Instalar en la mente del agrimensor y a partir de este agente naturalizar social­mente que era la propiedad privada la única forma de ocupación y gestión que podía conducir al progreso, y que tierra cultivada era solamente aquella que tenía café o caña de azúcar, y no así la milpa o la variedad de productos para la subsistencia que se cultivaban en al agrosistema mam, fue una de las operaciones fundamentales en la construcción de la hegemonía liberal.

Con respecto a la cartografía, la autora señala cómo los mapas catastrales estaban políticamente comprometidos también con el paradigma agrocultural cafetalero, y cómo fueron estrategias de poder en las que incluso el silencio jugaba una función política, por ejemplo, cuando los mapas de los agrimensores silenciaban y ocultaban que había población en los territorios que únicamente demarcaba fincas cafetaleras.


3.
La utilidad de este libro para nuestro presente

Hasta el momento he mencionado dos aspectos que nos permiten hablar de esta investigación como un trabajo que desnaturaliza las verdades que han edificado nues­tro presente: el primero fue un carácter de denuncia de los mitos y el segundo el hecho de no limitarse a la denuncia, sino también a investigar cómo fue posible que tales mitos se produjeran. A éstos dos quiero añadir el que quizá tenga mayor importancia o utilidad para el presente.

Con su argumentación, la investigación nos invita a pensar que ha sido el mito liberal del café el que ha producido nuestro presente económico y ecológico. ¿Por qué razón? Porque muestra cómo la dinámica cafetalera marginó tanto económica como ecológicamente a la población indígena, al transformar los modos de ocupar la tierra, la lógica de gestión de los recursos naturales y el modelo de trabajo agrícola que surgió con la finca cafetalera.

No obstante, no podemos pensar estos procesos únicamente en términos de marginación, sino que debemos desplazar el análisis a pensar cómo dicha marginación fue estratégica para la incorporación de esta población como trabajadores agrícolas en la finca. Es decir, la finca cafetalera no solamente se montó sobre dinámicas poblacionales ya existentes y expulsó a la población de la tierra, sino que posteriormente la incorporó, pero esta vez haciéndola bajar de tierras altas hacia la finca cafetalera.

La territorialidad cafetalera implicó una desvinculación de la población con el lugar y la procedencia. Ésta fue una transformación necesaria para generar la nueva identi­dad de lugar que se necesitaba: la finca. El modo de ligar territorialmente a la población fue básicamente a través de la finca como espacio de concentración, la figura del mandamiento y la construcción de un ideal de trabajador agrícola que se consolida con el Reglamento de Jornaleros de 1877. Allí se estaba produciendo entonces el horizonte de vida que ha articulado el presente: el de la permanente sobrevivencia.

Esta forma de hacer historia, a la vez que rompe las cadenas que desde ese control del pasado nos atan a este presente, nos invita a abrir nuestra imaginación política y pensar en alternativas a este presente político, económico y ecológico que vivimos. En ese sentido, una de las primeras utilidades que tienen trabajos como éste es situar nuevamente preguntas en el discurso político y académico.

Libros como este representan sólo el primer paso en el camino por construir otras formas de vida, pero constituyen un importante aporte en términos de argumentar que el control de la historia ha sido fundamental en la construcción de hegemonía; que toda ciencia es política y toda política urge de ciencia, y que por tanto la posibilidad de cambiar el rumbo de la historia, detener, como decía Walter Benjamin el cortejo triunfal de la historia de los vencedores, es una tarea que pasa por visualizar la investigación histórica como un campo estratégico de lucha.


Comentarios

* Esta reseña fue publicada el 6 de noviembre de 2009 en avancsü y puede ser consultada en la página Web www.avancso.org.gt/index_actividades.php?id=229.

1 Friedrich Nietzche, Sobre la utilidad y los perjuicios de la historia para la vida (Madrid: Edad, 2000).

2 Julio Castellanos Cambranes, Café y Campesinos. Los orígenes de la economía de plantación moderna en Guatemala, 1853-1897 (Madrid: Catriel, 1996), 40-41 y 52.

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