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Investigación y Desarrollo

Print version ISSN 0121-3261On-line version ISSN 2011-7574

Investig. desarro. vol.31 no.2 Barranquilla Jul./Dec. 2023  Epub Nov 14, 2023

https://doi.org/10.14482/indes.31.02.918.625 

Artículos de reflexión

UN DIÁLOGO TEÓRICO DE LA DIPLOMACIA CULTURAL Y LA COMUNICACIÓN PROMOVIDO POR LA ESCUELA DE VERANO ALAIC XVIII EN PANDEMIA*

Theoretical Dialogue of Cultural Diplomacy and Communication Promoted by the ALAIC XVIII Pandemic Summer School

Manuela Fetter Nicoletti1 
http://orcid.org/0000-0002-6972-546X

1 Pontifícia Universidade Católica do Rio Grande do Sul, Brasil. Máster en Comunicación Social. Pontifícia Universidade Católica do Rio Grande do Sul. https://orcid.org/0000-0002-6972-546X. Porto Alegre - RS. manuelafenic@gmail.com.


RESUMEN

Se plantea como antecedente y ámbito de referencia para este artículo de reflexión desarrollar un haz de observación predominantemente bibliográfico, acerca de la tangencia entre los campos de las relaciones internacionales y los estudios de comunicación. Para develar en esta intersección diálogos teóricos sobre la diplomacia cultural y aplicarlos como óptica en el desempeño de la Escuela de Verano ALAIC. Exponer e interpretar a esta última como una institución académica internacional de investigación. Este abordaje parte de un recorte bibliográfico teórico sobre los principales diálogos sobre el concepto de diplomacia cultural, para luego plantear como estudio de caso, el desarrollo y desempeño como curso documental de la escuela de Verano ALAIC, sus propósitos, objetivos y prácticas. Desde este prisma de observación se pretende buscar asociaciones entre los temas, y así verificar si es adecuado interpretar la iniciativa como un movimiento catalizador de espacios y encuentros de alteridad para la diplomacia cultural.

PALABRAS CLAVE: Diplomacia cultural; encuentros académicos; relaciones internacionales; comunicación internacional; espacios de alteridad

ABSTRACT

A predominantly bibliographic observation context, on the tangency between the fields of international relations and communication studies, is proposed as background and scope of reference for this article to be developed,. To reveal, in this intersection, theoretical dialogues on cultural diplomacy, and to apply them as an optic, in the performance of the ALAIC's Summer School. Thus, to expose and to interpret this association as an international academic research institution. This approach starts from a theoretical bibliographic clipping on the main dialogues on the concept of cultural diplomacy, ergo, to propose its development and performance of the ALAIC summer school of an academic course, its purposes, objectives, and practices, as a case study. From this perspective of observation, it is intended to look for associations between themes, and thereby, to verify if it is appropriate to interpret the initiative as a catalyst movement of spaces and encounters of otherness, for cultural diplomacy.

KEYWORDS: Cultural Diplomacy; Academic Events; International Relations; International Communication; Otherness Spaces

INTRODUCCIÓN

Dado el contexto internacional establecido en las primeras décadas del siglo XXI, hiperconectado e interdependiente, es posible identificar un imaginario multicultural y complejo, donde la relación comunicacional entre países, y a su vez, lenguas, pueblos y culturas se torna cada vez más simbólica, subjetiva y sensible. En este entorno emerge un movimiento instituyente de nociones y entendimientos orgánicos sobre las identidades nacionales, a través de políticas y prácticas culturales centrales.

Nuclearmente envueltos en esta complejidad, los estudios de relaciones internacionales y sus interpretaciones de los movimientos globales representan un campo prolífico de reflexión y una apertura de perspectiva para los estudios comunicacionales. Principalmente en lo que se refiere a las manifestaciones culturales, capaces de integrar un mosaico de identidades en elementos representativos de intercambio. Observar la cultura y cómo se intercambia como producto, es decir, cómo se inserta en la circulación de información y contenidos en el sistema internacional, permite entender y comprender nuestras propias transposiciones culturales como sociedades y de forma orgánica, colectiva. Reconocer los matices de reflexión sobre las dinámicas subjetivas de la compleja interdependencia de las naciones a nivel internacional y estratégico, significa transitar por las tramas de lo que se propone como Diplomacia Cultural.

El universo de la diplomacia cultural involucra acciones colectivas de una nación, que atienden directamente a los individuos, sus percepciones y valores, tales como el intercambio de personas, la promoción del arte y los artistas, la enseñanza de la lengua como vehículo de valores, la distribución integrada de material de difusión, apoyo a proyectos de cooperación intelectual, apoyo a iniciativas de cooperación técnica, entre otros. (Ribeiro, 2011, p. 114)

La elección y decisión de dedicarse a buscar puntos de intersección entre estos dos campos de estudio surgió como resultado de una combinación de experiencias observacionales y empíricas de la investigadora. A partir de sus licenciaturas, y sus primeros contactos con las teorías de las Relaciones Internacionales, aliadas a la práctica de los estudios de Administración de Empresas, en este primer puente de reflexión fue posible comprender cómo funciona el mercado de bienes culturales, de contenido y expresión, y su circulación internacional, plantear las principales dinámicas de la política y la economía entre países, y así modelar las relaciones y flujos de información y conocimiento.

Desde entonces, con el fin de conectar las áreas de Relaciones Internacionales y Administración de Empresas, se recurrió al campo de los estudios comunicacionales y se sumó a la reflexión sobre la esfera empírica profesional de la investigadora, que ya invertía en la apertura de una empresa para la circulación del cine independiente extranjero en Brasil. A través de la experiencia de trabajo en el campo, la denominación y la diplomacia cultural se concretaron en la práctica. Principalmente en el ámbito de los Festivales Internacionales de Cine, eventos que, según los teóricos de la diplomacia cultural, representan espacios de alteridad internacional. Es decir, un espacio y tiempo neutral, en el que los países eligen los bienes y productos culturales que mejor representan sus identidades nacionales y los exhiben a la luz de la sala de cine. Transponen en evidencia, intercambian y comercializan sus culturas, intrínsecas y depositadas en narrativas, perspectivas e historias presentadas a través de sus propias obras cinematográficas.

Al visitar y transitar por estos espacios de trabajo, especialmente en los eventos de mercado que se desarrollan en sincronía con las exposiciones, hubo la percepción de una actuación específica de diversas agencias, empresas e instituciones representativas de naciones, idiomas y países, que se logró interpretar como manifestaciones y acciones de la diplomacia cultural. Así que, a partir de esta primera intuición observacional, se decidió dedicar la investigación de maestría a comprender los impactos e intersecciones de la diplomacia cultural en la circulación cinematográfica del cine nacional. Este movimiento, nos lleva a los estudios comunicacionales, más específicamente al Programa de Posgrado en Comunicación Social de la Facultad de Comunicación, Artes y Diseño (FAMECOS) de la Pontificia Universidad Católica de Rio Grande do Sul - PUCRS-, en el área de concentración: prácticas y culturas de la comunicación, planteando el trabajo en la línea de investigación: cultura y tecnologías de imágenes e imaginario.

En este punto, mediante este camino elíptico, se toma contacto con el propósito de la XVIII Escuela de Verano ALAIC y se hace presente la misma luz asociativa. En el cual, a partir de la lectura de la circular y premisas del encuentro, se posibilitaron interpretaciones y descripciones propositivas también en intersección con la diplomacia cultural, y sus nociones sobre el mismo flujo de intercambio entre países, pero no solo en el ámbito de los bienes culturales, y sí en cuanto a la interlocución de saberes a través de espacios y eventos académicos. Con eso transponemos asociaciones, es decir, si en la investigación de tesis de maestría indagamos en los locus de los festivales de cine, como espacios de alteridad internacional que propulsaron la esfera de los intercambios culturales, ¿por qué no proponer, como estudio para ALAIC, observar el evento de la Escuela de Verano, como espacio de alteridad internacional, como catalizador del intercambio académico y el interdesarrollo en América Latina?

De esta forma, desde las justificaciones y objetivos de ingreso a la Escuela, en la presentación y presencia observacional durante la experiencia de los encuentros hasta el resultado propositivo de este artículo de reflexión, el investigador se inserta en el campo de trabajo, teniendo en cuenta tanto su experiencia como repertorio académico-profesional hasta la fecha, en cuanto a la sublime experiencia de aprendizaje e intercambio durante la participación de la XVIII Escuela de Verano ALAIC, realizada en trabajo colegiado entre ALAIC, la Asociación Colombiana de Investigadores en Comunicación (ACI-COM), la Universidad del Norte y la Corporación Universitaria Minuto de Dios - Uniminuto-, de manera virtual y exponencial.

MÉTODO

En este flujo de conexiones y experiencias, este trabajo consiste en un artículo de reflexión que presenta una investigación interpretativa y crítica de la autora en Observación Participante, sobre el complejo teórico de la diplomacia cultural, aplicado a la práctica de la Escuela de Verano ALAIC. Para esto, se estructura a través de la siguiente disposición: en primer lugar, se dialoga con referencias teóricas, sobre el diálogo existente acerca del término, sus conceptos y agentes, en Apuntes sobre Diplomacia Cultural. En la segunda sección se presentan Observaciones sobre la Escuela de Verano de ALAIC, abarcando su composición, objetivos e, incluso, adentrando en la observación periférica de ALAIC y su presencia en el ámbito internacional del diálogo científico comunicacional.

Solo así, ambas reflexiones se unen en perspectiva en una tercera sección, en cuanto a la interpretación de los conceptos teóricos de la diplomacia cultural en la evidencia práctica de la Escuela de Verano. En este último texto se presenta asociaciones, interpretaciones y críticas en el formato de diálogos y conclusiones hacia la hipótesis de existencia y fundamentación de un espacio de alteridad intelectual internacional.

RESULTADOS

Apuntes acerca de la Diplomacia Cultural

Los intercambios culturales entre los diferentes pueblos del mundo siempre han existido, pero con el proceso de globalización y el avance de las tecnologías, especialmente la movilidad y la comunicación, dichos intercambios se han vuelto mucho más acelerados y capaces de alcanzar distancias antes inimaginables. Bajo esta premisa, los fenómenos de las relaciones internacionales han sido debatidos por varios autores en cuanto a sus definiciones, efectos y consecuencias, y es relevante para la génesis de esta reflexión.

Como punto de partida, se observa el concepto de interdependencia compleja, eso es, los flujos de relaciones entre las sociedades, en diversos campos de interacción, como el económico, político y cultural, que con el paso del tiempo se han vuelto cada vez más, dinámicos y volátiles. Tras la interacción, que se hizo inevitable, quedó claro que lo que sucedía en otras sociedades también influía en el contexto interno, en la dinámica doméstica de cada territorio; y que las acciones realizadas internamente, por los distintos órganos de mando, repercutirían en otras sociedades.

Al estudio orgánico de este mosaico de acciones, actores y organismos nos referimos como Relaciones Internacionales. Las interacciones entre los Estados, sus actores por excelencia, los organismos internacionales, las empresas multinacionales, las instituciones de educación superior, con el intercambio entre docentes y estudiantes, las organizaciones no gubernamentales, se sitúan en lo que comprendemos como el equilibrio internacional de poderes, en un contexto de globalización, cultura y mercado. Y al lenguaje de comunicación entre todos envueltos en esta trama es lo que denominamos diplomacia.

En seguida, se lleva a cabo las relaciones culturales internacionales, que no solo están inmersas en esta dinámica de interdependencia nacional, local y mundial, si no que representan la instancia que primero refleja tensiones y conflictos entre la identidad global (o cultura global) y la identidad nacional (Featherstone, 1994). En este sentido, analistas y teóricos de política exterior han encontrado que las cuestiones identitarias y los factores sociocultu-rales son parte de la construcción del perfil internacional de un Estado, son puntos cruciales para el mantenimiento y elaboración de políticas internacionales. Sin embargo, es necesario considerar que evidentemente existe un bioma de subjetividades y abstracciones naturales que conforman las nociones de cultura y, de esta manera, se percibe una distancia entre el tema racional y estratégico de la política exterior y las sutiles concepciones de cultura. Aun así, este prisma no representa un impedimento, sino un estímulo para los estudios en este campo, ya que el debate entre diplomacia cultural y política exterior puede ampliar miradas sobre las interacciones y comunicaciones inter- e intranacionales.

En este punto, encontramos la combinación armoniosa entre las nociones culturales abstractas y el pensamiento lineal estratégico de la política. Martín-Barbero (2009) nos proporciona una ampliación del debate, con respecto a un enfoque constructivista, en el que define que las estructuras de la asociación humana son principalmente culturales. Es decir, ante intercambios materiales de valor percibido y delimitado, las conexiones globales se sustentan en estructuras ideacionales, no sólo porque construyen sus identidades e intereses, sino porque a través de ideas compartidas se definen en la alteridad (Martín-Barbero, 2009). Es precisamente en esta paradoja del proceso de alteridad que se plantean las discusiones de la diplomacia cultural, en busca de cierto equilibrio en la interpretación y expresión del lenguaje intencional y estratégico de los países interactuantes.

Fundamentalmente, el concepto de diplomacia cultural se refiere al aspecto de la política exterior que trabajan los Estados con la perspectiva de difundir la cultura del país en el exterior, así como desarrollar políticas culturales internacionales con miras al intercambio cultural y la cooperación entre los diferentes actores internacionales (Novais, 2013). En la concepción de Mitchell (2015), sólo debe llevarse a cabo en el ámbito del Estado y sus organismos, ya que pretende facilitar la consecución de otros objetivos de política exterior. Simon Mark (2008) analiza la diplomacia cultural en los siguientes términos: "La diplomacia cultural es la implantación de la cultura de un estado en apoyo de sus objetivos de política exterior o diplomacia, y la práctica incluye la negociación y promulgación de acuerdos culturales" (p.43)

Por otro lado, distintas corrientes de reflexión sobre el tema amplían su abordaje más allá de la acción directa del Estado, pues se sabe que el factor cultural es el principal elemento de diferenciación y, por tanto, de identificación, para los Estados en el escenario internacional. Y esta dinámica, ante el contexto global de interdependencias complejas, ya desborda el control del Estado y se reparte en las múltiples expresiones culturales, que una sociedad puede expresar espontáneamente al ámbito internacional, desde acciones y políticas nacionales hasta expresiones de ámbitos colectivos, institucionales, empresariales y autónomos.

Teniendo en cuenta que los Estados no son los únicos actores que utilizan los aspectos culturales para promover sus intereses en el escenario internacional, es importante distinguir entre los términos de las relaciones culturales internacionales y la diplomacia cultural. En cuanto a los intercambios entre diferentes actores no gubernamentales y de la sociedad civil alrededor del mundo, tales como artistas, científicos, intelectuales, docentes, músicos, entre otros, estos se comprenden como relaciones culturales. Las relaciones culturales internacionales se extienden más allá de las acciones de los gobiernos y sus agencias, y pueden ser realizadas por actores de la sociedad civil (Machado, 2012).

En este tipo de intercambio y cooperación, la cultura es un fin en sí mismo y los actores buscan el beneficio mutuo. En otras palabras, estas relaciones tienen el objetivo de desarrollar, a lo largo del tiempo, un mayor entendimiento y acercamiento entre los pueblos e instituciones para beneficio mutuo (Ribeiro, 2011).

Una de las principales diferencias entre las relaciones culturales internacionales y la diplomacia cultural es que las primeras se manifiestan en nombre del beneficio mutuo y los intercambios culturales existen con un fin en sí mismos. En cuanto a la difusión cultural en términos de diplomacia, la dirección se orienta hacia el logro de objetivos nacionales, no sólo de carácter cultural, sino también político, económico y comercial. Por tanto, puede decirse que la diplomacia cultural, contrariamente a las relaciones culturales internacionales -que suelen tener un carácter espontáneo y espurio- tiene pretensiones de alineamiento con otros temas de política exterior y alimenta una actuación que apunta a objetivos de largo plazo. "La diplomacia cultural utiliza la relación cultural de manera específica para lograr objetivos nacionales no solo de carácter cultural" (Gomes, 2015, p. 450).

Si bien los agentes de las relaciones internacionales son plurales y cada vez más diversificados en el entorno global, tradicionalmente el Estado sigue jugando un papel clave en las actitudes de acercamiento internacional, por lo que incluso las instituciones gubernamentales buscan encontrar su espacio y su tono en los canales de comunicación y frente a los nuevos roles de la dimensión cultural mundial. Para que, de esta forma, puedan seguir adquiriendo sus objetivos políticos, económicos y comerciales.

En este sentido, el ámbito de reflexión de la diplomacia cultural también apoya y alienta a los Estados a desarrollar estrategias de comunicación, ya sea planificando sus canales de expresión, su enfoque y discurso internacional, o incluso en lo que se refiere a las elecciones de qué exportar culturalmente al exterior. Después de todo, sabemos que, en general, es el Estado el que tiene mayor influencia en la dilución de las barreras sociales entre naciones, al crear políticas y medidas que facilitan o dificultan el intercambio simbólico entre culturas y regiones. Barão (2012) diría que la diplomacia por sí misma ya crea una plataforma de diálogo y reconocimiento, cuando culturalmente pensada se convierte en un camino de desarrollo.

La función de la diplomacia cultural es ganar prestigio y confianza, contribuir al diálogo y la cooperación y favorecer la consecución de otros intereses económicos, comerciales, de desarrollo en la política exterior de un país, a través de la construcción de una identidad o una imagen internacional favorable, cuyo sustrato es la capital cultural del país. (Barão, 2012, p. 19)

Con respecto a este denominado capital cultural, Ribeiro (2011) concibe que para entender el capital en la cultura, es decir, para obtener la dimensión de inversión y retorno financiero en los recursos y repertorios culturales, es necesario observar la cultura en términos de la diplomacia cultural. Esto se debe a que en el primer plano de la diplomacia cultural está la concepción de cultura que surge de la sociología, una cognición más amplia, más compleja y colectiva en continuo movimiento. Luego, en una segunda capa, está la cultura desde el punto de vista económico, un bien social, un patrimonio de la comunidad y un recurso para comprar o vender. Y finalmente, en el núcleo impulsor está la cultura de la política estratégica, el discurso, la intención y la verdad.

En la línea de Edwin Harvey (1991), y trasladado a la práctica, existe un espectro de comprensión de la diplomacia cultural a través de acciones que, en su lectura, explicaría lo que sería este campo: a) intercambio de personas; b) promoción del arte y de los artistas; c) la enseñanza de lenguas como vehículo de valores; d) distribución integrada de material publicitario; e) apoyo a proyectos de cooperación intelectual; f) apoyo a proyectos de cooperación técnica; g) integración y reciprocidad en la programación cultural de los países del exterior.

Sin embargo, el mismo autor, en este momento, está atento a una de las principales características de la diplomacia cultural, aunque poco debatida y contextualizada, pero sumamente importante, no sólo para la comprensión del tema, sino también para la efectividad de sus prácticas en términos de operacionalización: la subjetividad. La diplomacia cultural consiste en una actuación estratégicamente subjetiva, y sus impactos e influencias están condicionados a la abstracción. El autor advierte que es un grave error imaginar que resultados concretos a corto o medio plazo (de cualquier naturaleza, ya sea política, económica o comercial) puedan derivarse automáticamente de la acción cultural, por eficiente y constante que esta sea. Lo mismo contextualiza también la famosa frase de Dean Rusk, secretario de Estado de los Estados Unidos en el gobierno Kennedy, sobre el tema: "Los programas de intercambio cultural logran mejores objetivos precisamente cuando no tienen objetivos definidos".

Y así, aquí se evidencia una de las aparentes paradojas de esta disciplina: cuanto menos visibles sean los objetivos, mejores serán las perspectivas de una política cultural. Sin embargo, evidentemente, para que haya objetivos y para que estos sean trazados e implementados estratégicamente, debe haber discusión, investigación y determinación del contexto esférico de la diplomacia cultural. Es decir, necesitamos hablar de él, sin definición, delimitación o conceptualización concreta y permanente, sino discutir su presencia en flujo y movimiento en el ritmo de desarrollo social y cultural del espacio de interacciones globales. De lo contrario, sin comprender esta paradoja primordial, el afán de obtener resultados inmediatos y capitalistas, casi siempre se configura como "la raíz del fracaso de los programas culturales improvisados en los laboratorios burocráticos" (Ribeiro, 2011, p. 36).

En su éxito, la diplomacia cultural tiene el poder de proporcionar, sobre todo, un entorno invisible para el diálogo como escenario para la actuación de los guiones nacionales en el escenario internacional, especialmente en lo que respecta a la imagen, de cómo el Estado quiere ser visto por otros, es decir, qué papel aspira a desempeñar como actor global. Con esto, la actuación puede verse también desde una perspectiva de herramienta, como un mecanismo de interacción entre diferentes naciones, en el que se asume una relación armoniosa y productiva.

Al pasar al ámbito práctico, se advierte que uno de los únicos teóricos que discuten los aspectos prácticos de la diplomacia cultural es Milton Cummings (2009), quien amplia la noción de diplomacia cultural como:

una práctica de intercambio cultural (de bienes y servicios artísticos, de ideas, pensamientos, tradiciones y otros productos culturales) entre diferentes agentes, que en su actuación incorporen como valores constitutivos la reciprocidad y la reciprocidad en las relaciones interculturales, en una actitud de entrega e inversión en la cultura, como motor de la sociedad y practicándola como una meta en sí misma. (p.18)

En otra instancia, teniendo en cuenta las formas de acción y relación que las propuestas o bienes culturales establecen con los ciudadanos que constituyen los públicos culturales, el documento Informe de Perspectivas de la Diplomacia Cultural 2011 divide las actividades de la diplomacia cultural en tres ejes de acción, a partir de del tipo de intercambio de que se trate, ya que este es su núcleo constitutivo:

  1. Programas de presentación cultural: actividades que implican la presentación y disfrute de obras o programas: exposiciones, películas, obras literarias), con o sin algún tipo de participación con el público como programa paralelo, tales como ferias, festivales, exposiciones itinerantes, conferencias literarias, etc.;

  2. Programas de intercambio cultural: circulación de artistas y profesionales de la cultura con el objetivo de la cocreación y/o coproducción de bienes y servicios: programas de movilidad de artistas o profesionales de la cultura, residencias artísticas, coproducciones cinematográficas y todo tipo de eventos y programas orientados a la creación y producción cultural en los que participen dos o más partes;

  3. Intercambios orientados a la defensa de una causa o una idea: ONG y movimientos transnacionales;

  4. Intercambios orientados a la investigación: programas integrados de investigación científica, seminarios y congresos. (Institute For Cultural Diplomacy, 2011).

Desde este ángulo, Saddiki (2009) señala que la dimensión de la diplomacia cultural en la política exterior también puede interpretarse en la Declaración de la Unesco sobre los Principios de la Cooperación Cultural Internacional del 4 de noviembre de 1996, refiriéndose al derecho de autodeterminación cultural. En este sentido, los ejemplos presentados fueron: en programas de intercambio cultural, becas de intercambio académico, establecimiento de relaciones con periodistas y líderes que propagan opiniones internacionales, realización de eventos culturales y promoción del idioma, especialmente en publicaciones internacionales.

Internamente, a nivel nacional, la diplomacia cultural en general está a cargo de los ministerios de Relaciones Exteriores o sus correlatos. Evidentemente, el trabajo y la acción están diseminados por otros órganos similares, especialmente: ministerios de Cultura, ministerios de Educación, ministerios de Industria y Comercio Exterior, ministerios de Turismo, ministerios de Deportes y ministerios de Ciencia y Tecnología. Sin embargo, se destaca la existencia de modelos en los que organismos intragubernamentales son responsables de este campo de trabajo, como el British Council en Inglaterra y el Instituto Francés, o incluso la Comisión de Cultura y Educación del Parlamento Europeo (CULT) como representante como bloque económico de la Unión Europea, aunque su protagonismo se limita a la gestión, ya que recurren al uso de recursos pecuniarios de sus Estados nacionales.

Externamente, en el ámbito internacional, la diplomacia cultural también puede manifestarse a nivel supranacional, es decir, a través de organismos, movimientos, instituciones y convenciones que trascienden la soberanía de los Estados y que, teóricamente, se autogobiernan bajo un cuerpo de colaboradores expatriados. deliberadamente para garantizar la imparcialidad en su desempeño. Estos organismos emergen como reguladores, fiscales y agregadores en busca del equilibrio global y en nombre de la paz mundial.

Como movimiento perpendicular a todos y cada uno de los movimientos culturales supranacionales, la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, adoptada por la Unesco en 2005, es un instrumento fundamental para la gobernanza global de las industrias culturales. Hasta el momento, el documento ha sido adoptado y legitimado por 142 estados y la Unión Europea (UE). La Convención reconoce la especificidad de los bienes y servicios culturales, así como la importancia de las políticas culturales para la diversidad de las expresiones culturales.

A nivel civil, también existen actores no gubernamentales que desarrollan proyectos culturales específicos y sectoriales, que en la actualidad ya se confirman como iniciativas con un impacto significativo en el fortalecimiento de las relaciones con los países vecinos. Estas iniciativas presentan resultados más condicionados al apoyo de intelectuales, artistas y empresarios que efectivamente desde los ministerios de Cultura y Relaciones Exteriores de sus países.

Finalmente, dados los múltiples ámbitos internos, nacionales y regionales, existen movimientos e iniciativas autónomos y privados en lo que se refiere a los agentes culturales, empresariales y comunitarios. Actores que articulan de manera autoral una determinada expresión cultural nacional, en intercambios simbólicos en el espacio multinacional, independientemente del rol u orientación del Estado. Es el caso, por ejemplo, de las distribuidoras de cine o de las universidades privadas. A pesar de lo primero, su principal fuerza motriz es el intercambio de productos culturalmente elementales, que portan y comunican facetas de identidad cultural. En cuanto a la segunda mención, instituciones que sean parte de la colaboración y desarrollo académico-científico, y que puedan dirigir sus actividades al exterior, promoviendo la cooperación intelectual, sin necesariamente alinearse con intenciones ideológicas gubernamentales.

En este conjunto de iniciativas y formatos se torna posible posicionar e interpretar desde ya la Asociación Latinoamericana de Investigadores de Comunicación -ALAIC-, como un perfecto ejemplo de actuación no gubernamental, de naturaleza académica y social. Eso porque la asociación es legítima en su aspecto institucional, con su ontología directamente conectada con instituciones como la Unesco, o la International Association for Media and Communication Research (IAMCR), Association Internationale des Etudes et Recherches sur l'Information et la communication (AIE-RI), Asociación Internacional de Estudios en Comunicación Social (AIECS), y sobre todo participando "altivamente de la construcción, en el ámbito institucional, teórico y epistemológico, del pensamiento comunicacional y de las luchas por la democratización de la comunicación a nivel internacional" (Bolaño, 2014, p.2).

Observaciones sobre la Escuela de Verano de ALAIC

La esencia de ALAIC, asociación fundada en 1978 y que congrega a miles de investigadores dedicados a las más variadas áreas y profesiones del campo comunicacional, de fuerte carácter inter- y transdisciplinario, representa lo más concreto en un formato de diplomacia cultural multilateral, sectorial y regional. El fluir natural y prolífico es tan claro y traslúcido en todas sus expresiones y manifiestos como asociación, que eventualmente parece más un grupo de amigos y colegas, cuyos aportes profesionales y personales, de los más lejanos rincones del continente latinoamericano, de múltiples universidades con sus diversas realidades, le conceden un carácter exponencial de enriquecimiento y desarrollo. Este ritmo posiciona la autarquía en el mapa latinoamericano y global de la investigación en comunicación y luego, por consecuencia, diseña y expresa una identidad cultural-comunicacional latinoamericana sin precedentes o antecedentes.

Esto se debe a que, como colectivo de países latinoamericanos, ninguna otra institución actualmente logra representarnos con tanta precisión. Quizás porque es una asociación esencialmente involucrada en tratar en qué consiste un pensamiento comunicacional o una expresión colectiva académica, pero en todo caso, ALAIC, en todo su mosaico de existencia, acción y postura frente al escenario internacional, refleja en colores, sonrisas y brío toda la multiculturalidad latinoamericana y el poder de comunicar.

Desde el principio, la entidad mostró inclinación a "apoyar investigaciones sobre la democratización de los medios de comunicación masiva, la preservación de las culturas nacionales y el desarrollo de proyectos destinados a fortalecer la propuesta de un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación - Nomic" (Krohling, 2004, ). Con esto, la asociación se planteó al servicio de una comunidad latinoamericana, invirtiendo en la consolidación de un pensamiento comunicacional autónomo y fidedigno a la capacidad de los estudiosos que se desarrollan en la región. Según Krohling (2004), la ALAIC también está disponible y crea plataformas para incentivar subjetivamente, de alguna manera legitimar, a los investigadores latinoamericanos para sí mismos y en sus vecinos, socios continentales.

A lo largo de su historia, las actividades de la asociación han crecido exponencialmente; actualmente es posible encontrar representantes de las áreas de trabajo, perspectivas teóricas y programas de investigación insertos en todos los países de América Latina, y con el estímulo y contacto de ALAIC. Así, en su trayectoria, la asociación cumple su misión de "Impulsar el desarrollo de la investigación en comunicación en América Latina, y del mismo modo, de la consolidación de una comunidad académica que se reproduzca en condiciones de libertad, calidad y colaboración permanente" en la organización de seminarios y congresos científicos.

Pero además de las actividades de investigación, también se puede denotar un movimiento permanente y constante, en lo que se refiere a los grupos de trabajo, llamados grupos temáticos y de interés. Estos marcan la pauta para la pluralidad y la dinámica, además de promover asociaciones con otras organizaciones y campos de estudio. Es decir, es en la capilaridad y profusión de sujetos que la asociación penetra y se expande en territorialidad. Es por ello que, de esta manera, se conforman diversos proyectos colectivos, desde formación de posgrado hasta publicaciones conjuntas. En este flujo se presentan los Seminarios y ediciones continuas de la Escuela de Verano, en los que participan un promedio de 60 estudiantes de maestría y doctorado por edición, y suman ocho.

Una simple muestra de la amplitud e inclusión de intereses puede verse en los grupos actualmente en funcionamiento, que ponen el foco en la interculturalidad y lo popular, las organizaciones y las relaciones públicas, política y medios, educación, salud, economía política, estudios de recepción, comunidad y ciudadanía, metodologías de investigación, tecnología y desarrollo, estudios socio-culturales, cambio social, publicidad, discurso, ciudad, periodismo, historia, libertad de expresión y derecho, redes y procesos digitales, etcétera (Pedrosian, 2020).

Actualmente, además de los principales objetivos establecidos institucionalmente, se firmaron cuatro nuevos compromisos de gestión, que hacen referencia al compromiso de la nueva dirección. El primero con la historia del campo y el reconocimiento a los grandes aportes de los pioneros del pensamiento comunicacional latinoamericano. El segundo refleja una apuesta por la renovación, en cuanto a las tradiciones de investigación en América Latina, no solo de renovar los temas de investigación, pensando en el futuro del campo comunicacional, sino también de renovar la lógica de la investigación, dando más énfasis, estructura y enfoque a las investigaciones científicas de observación regionales.

En este sentido, se entiende el tercer y cuarto compromiso contemporáneo de ALAIC, ambos son movimientos de relación interinstitucional. Por ejemplo, a la hora de construir con la Asociación Latinoamericana de Ciencias Sociales (ALAS), el intento de acercarla a la Sociedad de Economía Política de la América Latina (SEPLA). Dicho esto, la asociación tiene la responsabilidad del diálogo interregional con organizaciones como la Asociación Europea para la Investigación en Comunicación (ECREA), la Asociación Nórdica (NORDICOM), junto con la Unesco. Y para eso hay una participación dedicada a la construcción de la Confederación Iberoamericana de Asociaciones Científicas de la Comunicación (CONFIBERCOM), en la que se busca un reposicionamiento en relación con organismos mundiales como IAMCR/AIERI/AIECS para establecer un espacio propicio para América Latina en el debate teórico y epistemológico internacional y en la construcción de su institucionalidad y sus agendas, en beneficio de una comunicación comprometida con el desarrollo inclusivo, sostenible y justo (Bolaño, 2012).

Un buen ejemplo de la gama de actividades e impacto de ALAIC en su propósito tuvo lugar en el Seminario ALAIC 2013, originalmente planeado para la ciudad de La Habana, pero finalmente se concretizó en La Paz, donde se llevó a cabo el Foro de Presidentes de Asociaciones Nacionales de Investigadores de la Comunicación y que firmó la Carta de la Paz con las siguientes asociaciones, además de la propia ALAIC: ABOIC ( Bolivia) ACICOM (Colombia ); AMIC (México); APEIC (Perú); INCOM (Chile); INVECOM (Venezuela); INTERCOM (Brasil); SEI-COM (Ecuador). Lo que más llama la atención en la carta es el espíritu de alteridad en posicionarse en términos de identidad latinoamericana; es decir, hay en la comunicación un contenido de reconocimiento e interpretación de sí misma y de sus fortalezas, para luego generar y producir conocimiento.

Bajo este ritmo, en el año siguiente, se realiza la primera Escuela de Verano de ALAIC, en la Universidad de Brasília, inspirado en las escuelas de verano de la European Communication Research and Education Association (Ecrea), el evento se propone a ser una experiencia de incentivo a la investigación, además de la promoción de intercambio cultural. Este tipo de encuentro se caracteriza por ser un evento de formación continuada que reúne profesores y estudiantes para cursos, conferencias, reuniones de orientación y debates.

La Escuela de Verano es un lugar de encuentro entre estudiantes, profesores e investigadores de varios países, enfoques, temas y problemas. Su trayectoria ha mostrado resultados, no solo a través de publicaciones, sino en la construcción de una red académica. (ALAIC, 2021) Sus principales objetivos se centran en favorecer los procesos de investigación de estudiantes de maestría y doctorado en comunicación, de países latinoamericanos, a través de la presentación y debate de sus trabajos. La experiencia de dialogar y exponer ideas, métodos y enfoques genera en la práctica un cambio del aprendizaje en alteridad. Además de facilitar el pensamiento colaborativo y el reconocimiento de pares y socios en la investigación, no solo para la co-creación, sino también para la generación de una suerte de mutualidad y equilibrio de citas entre sí. Este punto es de crucial importancia, dado que la formación curricular de las universidades no siempre arroja luz sobre los investigadores y tesis latinoamericanos, luego, es a través de este tipo de encuentro que los estudiantes tienen la oportunidad, además de situarse, de reconocer a sus pares y sus complementariedades u oposiciones.

Las investigaciones y sus autores se dividieron en grupos de trabajo en el encuadre y agrupación de temas y materias. Y los investigadores fueron emparejados, es decir, todos tendrían roles retroactivos de participación y dedicación, lo que implantaba un compromiso de colaboración mutua y responsable. Luego, cada estudiante tuvo el espacio y el tiempo para: 1, presentar su trabajo; 2). presentar una revisión crítica del trabajo de un colega; 3). escuchar y considerar la apreciación de su trabajo por parte de sus compañeros y profesores. Sin mencionar que todos tuvieron la oportunidad de agendar reuniones de orientación con sus docentes designados, además de los momentos de presentación, lo que también proporcionó cierta familiaridad y cercanía de los docentes a los trabajos propuestos.

Es posible decir que la metodología de la escuela favorece esta dinámica al generar espacios de presentación, dinámicas de retroalimentación y abrir ventanas de intercambio entre docentes y estudiantes de diferentes realidades y contextos. Es decir, el formato mismo exige que el alumno esté en constante transposición, a veces en la observación y análisis crítico del otro, a veces por sí mismo en la reflexión y aún, volteando constantemente a su investigación y propósito en busca de renovación y pertinencia. Este efecto lo proporciona también una capa de fondo que se establece en este espacio de intercambio creado por la Escuela, una esfera de situación, es decir, un incentivo constante al ejercicio de situarse, en el tiempo-espacio y en el campo del actuar.

En el caso que nos ocupa, la XVIII Escuela de Verano ALAIC quizás tuvo aun más peculiaridades en su realización y en el resultado final de la experiencia, pues debido a las condiciones de pandemia en el mundo, todos los procesos y actividades se realizaron a través de un plataforma en línea. En este sentido, se cree que la duración del ciclo de aprendizaje y el período del evento tuvo que ser ampliado y adaptado a la rutina de aprendizaje virtual. Por lo tanto, la experiencia duró poco más de dos meses, donde todos los lunes nos reuníamos en línea en YouTube para ver un panel temático, luego todos los jueves, luego asistíamos a clases virtuales sincrónicas. Estos espacios de "aula", aunque eran virtuales, adquirieron un carácter orgánico y vivo que casi daba la impresión de estar juntos en presencias fuera de línea.

Sin embargo, no es posible afirmar o caracterizar la experiencia de todas las ediciones de la Escuela de Verano, ni siquiera generalizar esta 8a edición como base para una reflexión científica y técnica sobre la metodología de la Escuela. Lo que se pretende en este artículo es dibujar una perspectiva de intersección con los fundamentos de la diplomacia cultural ya inserta en el contexto de la investigación de la autora, y también a partir de la experiencia individual e individualizada de la misma durante la Escuela de Verano.

Esto se debe al facto de que esta edición se realizó de forma remota, y luego se vuelve más difícil concebir e interpretar la experiencia colectiva de todos los participantes, pues debido a los límites de las pantallas de computadoras y celulares de cada uno, no es posible vivir la experiencia en colectivo completo. Aun así, a través de un prisma autónomo y un corte específico se cree posible lograr ideas y observaciones positivas e impulsar la expansión de los estudios. Dicho esto, el próximo y último capítulo propuesto en esta reflexión trabajará con los conceptos de diplomacia cultural, aplicados a esta visión segmentada de la Escuela de Verano, con las limitaciones de una perspectiva observacional empírica y programada para establecer asociaciones estratégicas entre estos dos campos en apuntes.

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

Si comenzamos esta reflexión siguiendo la analogía ontológica de este artículo, retomamos la premisa de que los festivales internacionales de cine y sus mercados paralelos se caracterizan y destacan en el contexto de la diplomacia cultural como espacios de alteridad internacional. Es decir, momentos delimitados por un tiempo, un período y un lugar, un espacio físico en el que los países eligen obras culturales cinematográficas para ser expuestas e intercambiadas en una grilla de encuentros de exhibición. Todo esto sucede con un único objetivo subjetivo detrás: el intercambio que genera colaboración o complementariedad, y se expande a los más diversos ámbitos de expresión económica e incluso social. Recordando que las obras en un festival son escogidas por un grupo de curadores críticos que, al seleccionar y armar un programa, también influyen en la trayectoria de esa obra, arrojándola a la luz de la crítica y, de alguna manera, agregando valor y legitimidad a la misma.

No obstante, veremos qué puede tener en común esta dinámica de los festivales con el evento académico de la Escuela de Verano ALAIC XVIII. Encuentro de investigadores e intelectuales en el campo de la comunicación, en el que las obras y expresiones de investigación y opinión son elegidas por un grupo de expertos, para formar parte de un programa de presentaciones, en un cronograma de encuentros, destinados a exponer e intercambiar críticas. Retroalimentaciones que tienen por objeto el desarrollo y mejoramiento de los trabajos y campos en evidencia. Los países están representados por universidades e instituciones educativas, cuyos protagonistas son sus estudiantes y profesores, respectivamente, elegidos o socios.

En este sentido, quizás la característica de virtualización atípica del año 2021 haya acercado aún más ambas ocasiones. Esto se debe a que el factor determinante de la territorialidad fue neutralizado por las plataformas en línea y por la multiconectividad que acercó aún más a los países involucrados y permitió una mayor interacción en pequeños grupos. En primer lugar, con respecto a la noción de espacialidad, es decir, la espacialidad del evento en línea se representa en sí mismo. Como no existe una asociación física, en que un evento se fija al lugar donde ocurre, la dimensión espacial es la estructura virtual del encuentro en línea: su enlace de acceso, la navegación entre páginas, el video disponible y la experiencia del estudiante en general.

En cuanto a los términos específicos de la diplomacia cultural, la cuestión geográfica se vuelve esencial para la efectividad de los intercambios simbólicos entre países y sus identidades nacionales representadas en un evento científico internacional. Si bien es posible crear tal espacialidad en el entorno en línea, todavía no es posible brindar la experiencia de transferencia de identidades e intercambios culturales que la propia presencia garantiza. Esta noción puede adquirirse si pensamos en la socialización, es decir, las conexiones informales que los encuentros culturales proporcionan como núcleo de la diplomacia. Y se puede decir que, en el caso del ámbito académico, estos momentos son centrales para cualquier encaminamiento e implementación estratégica de la circulación de una investigación o de un investigador por el mundo. El momento de la diplomacia que surge en la socialización que brindan los eventos, como las conferencias de comunicación cara a cara, por más sutiles e informales que sean, es un escenario esencial para el camino estratégico de un trabajo de investigación y, por supuesto, también para la expresión de su campo y cultura.

En el caso de la Escuela de Verano, la experiencia en línea extendió la duración del encuentro y también amplió el alcance de la iniciativa. Lo que antes podía ser una limitación del desplazamiento o de la comunicación, en esta edición acabó convirtiéndose en un potente neutralizador y una práctica herramienta de comunicación más dirigida y directa. En esta edición participaron 66 estudiantes de 7 países diferentes (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México y Uruguay), y ALAIC cuenta con más de 300 universidades asociadas y la colaboración de aproximadamente 13 países diferentes. Solo esta profusión de integración e interacciones podría caracterizar la reunión como un evento de diplomacia cultural potente. Sin embargo, si tenemos en cuenta la producción que esta iniciativa genera como resultado para la comunidad académica, nos damos cuenta de la multiplicación que un espacio como este promueve de manera natural y cíclica (Kaplún, 2003).

Como resultado de la dinámica, los participantes se comprometen a escribir un artículo que combine su investigación con las lecciones aprendidas en la Escuela. Así, además de aplicar sus percepciones y conocimientos en la práctica de la escritura comunicacional, regresan contribuyendo al campo de la investigación, la inversión de la asociación en su trabajo y en la mejora de su recorrido como investigador. La asociación luego elige algunos artículos para ser publicados en las revistas de sus universidades socias o anfitrionas de la Escuela. En consecuencia, en el juego de equilibrio de poderes del ambiente académico, todos ganan puntos. El mérito es el desarrollo colectivo, colaborativo y sostenible de una identidad investigadora latinoamericana y una cultura regeneradora en el campo de los estudios de comunicación.

A partir de las interpretaciones de los autores de diplomacia cultural, se denota que la identidad es un proceso comunicativo que debe ser estudiado en el contexto del intercambio de mensajes. Superponiendo las nociones de alteridad, a partir de los mismos estudios, se entiende que las identidades se crean en la interacción con los otros, es decir, se negocian e interpretan en conjunto. A despecho de las identidades colectivas, nacionales o regionales, el concepto de eventos de diplomacia cultural surge como el núcleo de desarrollo mutuo y orgánico de las identidades culturales de los países que participan en ellos, con sus expresiones en evidencia. Siguiendo este razonamiento, es en los ambientes que se encuentran los bienes simbólicos donde las identidades culturales se reflejan en alteridad y, por lo tanto, existen y proliferan naturalmente.

Así pues, si se pueden juzgar los eventos de los festivales de cine como espacios de alteridad internacional, ¿no se podría conceptualizar la Escuela de Verano de ALAIC como un espacio de alteridad intelectual? La respuesta a esta pregunta está contenida y condicionada a un constante estado de interpretación y reconocimiento de nuestro campo de estudios comunicacionales, como productor de sentido, en torno a una identidad investigativa latinoamericana.

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* El presente trabajo fue realizado con apoyo de la Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior - Brasil (CAPES) - 88887.500610/2020-00.

Recibido: 08 de Noviembre de 2022; Aprobado: 24 de Enero de 2023

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