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Estudios Políticos

Print version ISSN 0121-5167On-line version ISSN 2462-8433

Estud. Polit.  no.68 Medellín Sep./Dec. 2023  Epub Dec 14, 2023

https://doi.org/10.17533/udea.espo.n68a08 

Sección general

Estadio de desarrollo de la movilización social colombiana en 2021. Las emociones como recurso estratégico1 **

Development Stage of Colombian Social Mobilization in 2021. Emotions as a Strategic Resource

Magda Catalina Jiménez Jiménez1 

1 Colombia. Docente investigadora del Centro de Investigación y Proyectos Especiales (CIPE), Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales, Universidad Externado de Colombia. Correo electrónico: magda.jimenez@uexternado.edu.co - Orcid: https://orcid.org/0000-0001-5191-0563 - Google Scholar: https://scholar.google.es/citations?hl=es&user=934Hr4MAAAAJ


Resumen

En este artículo se analiza el estadio de desarrollo de la movilización social colombiana en 2021, una de las más importantes de la última década, que en su trayectoria puso de relieve la desconexión entre el Gobierno y la ciudadanía, a través de dos variables, las emociones usadas durante la movilización social y el uso de repertorios de acción colectiva, operacionalizadas en tres momentos: surgimiento, movilización y declive. La recolección de la información se hizo a través de la plataforma Twitter y usando una metodología cualitativa descriptiva se buscó establecer la relación emoción-estrategia y acción-repertorio, tanto para los movimientos como para el Gobierno. Dicha relación brinda pistas sobre esa forma de participación política y su incidencia para la gobernabilidad y calidad democrática del sistema político colombiano.

Palabras clave: Comportamiento Político; Movimientos Sociales; Emociones; Protesta Social; Repertorios de Acción Colectiva; Colombia

Abstract

This article analyzes the stage of development of Colombian social mobilization in 2021, one of the most important in the last decade, which in its trajectory highlighted the disconnection between the Government and citizens, through two variables, the emotions used during social mobilization and the use of collective action repertoires, operationalized in three moments: emergence, mobilization and decline. The information was collected through the Twitter platform and using a qualitative descriptive methodology we sought to establish the relationship emotion-strategy and action-repertoire, both for the movements and for the Government. This relationship provides clues about this form of political participation and its impact on the governability and democratic quality of the Colombian political system.

Keywords: Political Behavior; Social Movements; Emotions; Social Protest; Collective Action Repertoires; Colombia

Introducción

La movilización social o el denominado «estallido social» que se presentó durante el primer semestre de 2021 en Colombia tuvo resultados contrastantes: primero, se puede calificar como «un punto de inflexión en la trayectoria política del país, al no verse en espacios previos de movilización» (Andrade, 2021). La carga emocional que la sustentó, resultado de la pandemia, del aumento del descontento social producto del estancamiento deliberado del gobierno de Duque frente a la implementación de los Acuerdos de paz, de los procesos tumultuosos de reforma tributaria, laboral y de pensiones, y de las denuncias desestimadas frente a la brutalidad policial durante las protestas 2020 intensificaron un malestar de indignación que puso de relieve la desconexión entre el Gobierno y la ciudadanía. Segundo, la respuesta estatal frente a ese marco emocional de rabia, rechazo, angustia e ira que terminó con la muerte de Lucas Villa en la movilización del 5 de mayo de 2021, así como «el cálculo de al menos la muerte de 42 personas, según la Defensoría del Pueblo de Colombia» (Cueto, 2021, mayo 7) y múltiples heridos a lo largo de esos tres meses de estallido social.

El trayecto de las emociones como recurso estratégico por parte del movimiento social y el Gobierno colombiano durante esta movilización evidenció transformaciones en la protesta en Colombia y su estadio de desarrollo, reflejado en dimensiones como el aumento de participantes, el alcance nacional y transnacional, el uso recurrente de diversos y novedosos repertorios de acción colectiva, su capacidad temporal -tres a cuatro meses- y la capacidad de presión al Gobierno nacional, el cual activó una respuesta estatal desproporcionada que terminó con resultados exiguos para los antagonistas de esta acción política. En otras palabras, un parteaguas respecto a los ciclos de protesta de las últimas décadas.

Es necesario recordar que Martha Nussbaum (2014) afirmó que todas las sociedades están llenas de emociones. El relato de cualquier hecho o situación en la vida de una democracia -incluso las relativamente estables- está salpicado de un buen número de emociones que tienen objetos como la nación, las instituciones o los valores que la sustentan, los cuales son usadas por parte de los movimientos sociales y del gobierno en múltiples acciones políticas.

Para hacer frente a las narrativas teórico-explicativas de orden macrosociológico y racional emerge una literatura a partir de las emociones que, desde de una mirada culturalista, explicita cómo las emociones son una estrategia de acción en el trayecto de los ciclos de protesta. En Colombia, los análisis han privilegiado miradas generalistas y explicaciones normativas. En los últimos años, la academia local parece haber permitido el análisis a partir de la óptica culturalista y de las emociones, resultando en interpretaciones que complementan y amplían los análisis y aproximaciones conceptuales, metodológicas y de estudio de casos.

Al clasificarlas como un recurso, es posible reconocer que las movilizaciones sociales contemporáneas «identifican las emociones como una parte importante para la comunicación» (Feenstra, Tormey, Casero-Ripolles y Keane, 2016). Si además se analizan a través de tres categorías -estrategia, acciones y objetivos-, se puede identificar el estadio de desarrollo de la movilización social dentro de un proceso político y pistas sobre la calidad democrática del sistema político donde se produce, ya que dentro de los análisis de esta calidad resalta el enfoque que se centra en el responsiveness, al evaluar, de acuerdo con Marc Bühlmann, Wolfang Merkel y Bernhard Wessels (2007), los resultados de la política del Gobierno a la luz de las expectativas de los ciudadanos. Es en este proceso donde encuentra legitimidad la protesta, al contener las discusiones sobre el papel de los ciudadanos en una democracia. Esto implica reflexiones respecto a cómo la participación incide sobre un resultado deseable, en la que se puede trazar la apropiación de los canales, relatos-correlatos y narrativas de ese proceso político, y con ello las emociones políticas que las construyen.

De esa forma, la investigación describe cómo las emociones son un recurso que se erige en una estrategia «de contagio o masificación de la protesta en un marco emocional» (Giraldo, 2018, pp. 478), marco que estructura los repertorios de acción colectiva, entendidos como «el tipo de metas que se plantean los colectivos y la capacidad de protesta para alcanzarlo» (pp. 479).

Así, este artículo se estructuró a partir de una variable dependiente -estadio de la movilización- y dos variables independientes -emociones de la movilización social y uso de repertorios de acción colectiva- operacionalizadas en tres momentos -surgimiento, movilización y declive-.

Para una adecuada sistematización de las variables se buscó establecer la relación emoción-estrategia y acción-repertorio, tanto para los movimientos como para el Gobierno, por lo que se optó por una metodología cualitativa de tipo descriptivo. La cosecha de la información se hizo a través de una matriz de recolección a la plataforma Twitter, en el que se seleccionaron 172 tweets de abril a julio de 2021, 100 de los movimientos y grupos sociales adscritos al Comité del Paro 2019, sindicatos, movimiento estudiantil, colectivo LGBTIQ+, movimiento indígena, feminista, afro, movimiento campesino, animalistas y ciudadanos, y 72 del Gobierno nacional, especialmente Presidencia, Ministerio del Interior y Justicia, encargados de interactuar de forma directa con los protestantes. La muestra se eligió a partir de colectivos y grupos presentes en la movilización y que involucraron en sus declaraciones a través de sus cuentas de Twitter alguna de las emociones desplegadas en el menú de la matriz construida.

El Cuadro 1 denota la forma como se sistematizó la información. A partir de la creación de cinco códigos, se registró la frecuencia de las emociones y los repertorios de acción, con el fin de enriquecer los seis indicadores descriptivos que dan cuenta de información respecto a actores, demandas, tiempos y tipos de repertorio. A partir de allí se responde las variables independientes, es decir, las emociones como recurso estratégico y, con ello, la dependiente, el estadio de la movilización social. Es necesario señalar que las variables contextuales fueron parte significativa del análisis. El procedimiento de medición está disponible previa comunicación y autorización con la autora.

Cuadro 1 Sistematización de la información. 

Variable dependiente Variables independientes Indicadores Códigos
Estadio de la movilización social Emociones en la movilización social (movimiento-Gobierno) Momento en la duración del ciclo de protesta Afectivas
Grupos o colectivos participantes Reactivas
Demandas Móviles
Repertorios de acción (movimiento-Gobierno) Momento en la duración del ciclo de protesta Repertorios de acción violentos
Grupos o colectivos participantes Repertorios de acción no violentos
Tipo de repertorio de acción usado

Fuente: elaboración propia.

Es importante señalar que, si bien las características de los grupos -como afirman Doug McAdam, Sidney Tarrow y Charles Tilly (2001) - son los aspectos más relevantes para entender los comportamientos de los grupos al incidir en la forma en que estos perciben, crean y actúan, no son uniformes. Para evitar imprecisiones se propone no mirar los grupos como punto de partida, sino como un elemento relacional. Así, en el momento de mayor articulación emocional a lo largo del ciclo de protesta, las emociones reactivas, afectivas y móviles fueron usadas como recurso estratégico para crear cierto tipo de repertorios de acción con el fin de aumentar participantes y capacidad de presión.

Por lo tanto, para la hipótesis 1A de esta investigación, los grupos sociales que cuentan con una mayor experiencia en las protestas tienen menores incentivos para desplegar emociones-repertorios violentos durante los momentos de protesta, gracias a un marco emocional reactivo al oponente y afectivo al movimiento, lo que permite repertorios no violentos con reclamos diversos pero estructurados, amplificando su posibilidad de negociación. En cuanto a la hipótesis 1B, los colectivos con menor experiencia y menos articuladas en formas organizativas perciben una mayor exclusión en los espacios decisionales y de repertorios de acción, por lo que existen más incentivos para desplegar emociones reactivas-repertorios violentos durante los momentos de protesta, gracias a un marco emocional reactivo al oponente y al movimiento, lo que permite repertorios con reclamos diversos y poco estructurados respecto a qué y quiénes, lo cual erosiona su capacidad de negociación.

1. Aproximaciones teóricas

Desde la academia europea y norteamericana los movimientos sociales fueron analizados a partir de un enfoque marxista y funcionalista en el que se privilegió la pugna institucional, pero no se abordó la construcción de los movimientos y las formas o factores externos e internos que producen esos cambios en la estructura política. La contracultura y los cambios sociopolíticos de la segunda mitad del siglo xx se erigieron en insumos que permitieron el análisis de los movimientos sociales desde otras aristas, en los que los repertorios de acción colectiva y las tácticas de la protesta eran los puntos de partida. Allí se ubican los trabajos de teoría del proceso político que se centraron en los factores externos del cambio sociopolítico y en el relevo de los repertorios de acción colectiva o dinámicas de contención, clásicos por otros innovadores; es el caso de los estudios de Charles Tilly, Doug McAdam y Sidney Tarrow (2001). De otro lado, se va erigiendo la teoría de la movilización de recursos de Doug McAdam, John McCarthy y Mayer Zald (1996), o de Craig Jenkins (1994), que pusieron el foco en las condiciones organizativas construidas por las propias organizaciones y su énfasis táctico.

Con los estudios de los nuevos movimientos sociales, se puso énfasis en nuevas demandas producto de un mundo posindustrial. Destacan los trabajos de Alain Touraine (1991) y Claus Offe (1996). Frente a ello, empieza una corriente de análisis que señala la importancia de lo cultural y, a partir de ello, indagaciones sobre la construcción de los repertorios de acción en clave de su construcción simbólica y expresiva presentes en los movimientos sociales. Aquí se ubican los estudios de Alberto Melucci (1994). A partir del desarrollo de esos trabajos, se empezó a indagar qué condujo a «descartar el rol de las emociones, al ser consideradas de índole pulsional e irracional» (Massal, 2015, pp. 94).

Así, abordar la relación de interdependencia entre emociones y acción colectiva ha solidificado una literatura en la que emociones como indignación o solidaridad movilizan el activismo ciudadano. Las emociones son una unidad de análisis multidimensional, por lo que las lógicas de relación o las emociones como recurso movilizador incrementa los análisis desde un enfoque decisional o en cuanto a los tipos de repertorios de acción.

En este punto, las emociones desempeñan un papel primordial como herramienta de análisis político. Autores como James Jasper (2018), Arlie Hochschild (2008), Alice Poma y Tommaso Gravante (2018) iluminan dos necesidades: reflexiones donde importa cómo las dimensiones sociales inciden en la acción de los colectivos con el fin de entender qué los incita a movilizarse. Sofisticar los análisis sobre «los contextos de movilización y la forma como los actores responden a dicho contexto, adaptando sus estrategias y renovando sus “repertorios de acción”, visibilizando la interacción entre actores y sus entornos culturales» (Massal, 2015, pp. 95).

En cuanto a los repertorios de acción o la protesta, los análisis se han centrado en los «procesos de micropolítica, en particular, el rol de las mobilizing emotions, y cómo los movimientos sociales transforman y gestionan los sentimientos de sus miembros» (Flam y King, 2005, pp. 19), además de «cómo se crean ambiente favorecedores al desarrollo de movilización» (Aminzade y McAdam, 2001, pp. 17). Para acotar más la discusión, Gravante y Poma (2018) -a partir de los estudios de Hochschild (1979) - señalan cómo «la evocación de determinadas emociones y las reglas que las gobiernan, pueden convertirse en “objeto de lucha política”» (Hochschild, 2008, p. 149). En ese sentido, la capacidad de un movimiento social para manejar sus emociones y las reglas del sentir en el espacio público no es equilibrado; al contrario, ese desequilibrio entre la emoción que genera una situación o fenómeno que puede afectarlos permite que los actores políticos implicados en acciones colectivas «reelaboran continuamente lo que consideran apropiado o justo sentir. De esta manera, en lo colectivo, el trabajo emocional se convierte en herramienta política» (Gravante y Poma, 2018, p. 595).

Por lo tanto, ese trabajo emocional también depende de los tiempos de movilización. Las emociones que surgen, de acuerdo con Jasper (2006), son de cinco tipos:

Cuadro 2 Emociones en tiempos de movilización. 

Tipos de emociones Explicación
Pulsaciones vitales fisiológicas Son las biológicas-corporales que no son políticas o determinadas a un objeto.
Emociones reflejo Son contiguas, incontrolables, rápidas y determinadas a algún objeto o situación. Miedo o ira son ejemplo de ello.
Lealtades y afectos Son estables, de mayor duración y están construidas a partir de procesos de socialización del sujeto o grupo.
Humores y estados de ánimo Son más estables y durables, ya que determinan cómo se percibe el sistema, el mundo o las situaciones, como optimismo o pesimismo.
Sentimientos morales Son duraderos, interpretan todas las situaciones individuales y colectivas de acuerdo con hechos o problemas. Por ejemplo, bondad, maldad, obediencia, cumplimiento de la ley.

Fuente: elaboración propia a partir de Jasper (2006).

Además, Jasper (2007) afirma que las emociones, aunque nazcan en cada persona de manera propia y distinta, tienen una dimensión cultural. Esto hace que los movimientos sociales deban entender que hay emociones aceptadas y otras no, por lo que es necesario reconocer cuáles pueden ser operacionalizadas en repertorios de acción colectiva. Bajo este argumento, los movimientos reconocen que las emociones pueden construir una estrategia de desafío a las reglas, con el fin de ser escuchados y no ser rechazados por quienes no comparten su lucha. Así, «con el tiempo, es posible cambiar “las reglas de sentir” imperantes en la sociedad, y abre a los actores, nuevos espectros de emociones “posibles” de expresar (permitidas)» (Flam y King, 2005). Esas reglas han establecido tres ámbitos de análisis: primero, centra la mirada en el individuo; segundo, en la organización de los movimientos, y tercero, en las interacciones individuo-sistema político a partir del movimiento social (Flam y King, 2005).

Las emociones movilizadoras y desmovilizadoras son afectivas, reactivas y móviles, creando un menú de emociones y repertorios de acción. En ese sentido, «analizar un ciclo de protesta, implica determinar el conjunto de factores, incluyendo las emociones y el tipo de régimen político, coordenadas que propician, el surgimiento de una mayor cantidad y diversidad de actores movilizados y la evolución de estos factores en el tiempo» (Massal, 2015, p. 102).

Es importante señalar que ese tipo de emociones están presentes en todas las etapas de la protesta. La multiplicidad de tipos emocionales que se generan alimentan no sólo los repertorios de acción, sino «los lazos entre los miembros y sentimientos hacia las instituciones, gente y prácticas fuera del movimiento y de sus grupos. Esto influye en si un movimiento continúa o decae, y de ser así, cuándo» (Jasper, s. f., p. 4).

Cuadro 3 Tipo de emociones. 

Tipo de emociones Emociones Explicación
Afectivas Amor, solidaridad, lealtad, confianza, respeto, alegría, odio hostilidad, aversión, sospecha, paranoia, confianza y respeto. Son aquellas a los que los organizadores políticos apelan para despertar y reclutar miembros.
Reactivas Enojo, aflicción, perdida, pesar, atropello e indignación, vergüenza. Son aquellas a los que los organizadores políticos, durante el trayecto de la movilización y de acuerdo con los entornos sociales, recurren para mantener la movilización.
Móviles Compasión, lástima, cinismo, depresión, desafío, entusiasmo, orgullo, resentimiento, envidia, esperanza, resignación, miedo, pavor, alegría. Son aquellas a los que los organizadores políticos apelan de acuerdo con la respuesta, creando un estado de ánimo fundamental para saber si se mantiene o debilita la movilización.

Fuente: elaboración propia a partir de Jasper (s. f.).

Esa trazabilidad brinda información más precisa sobre la elección de repertorios de acción colectiva y el compromiso estratégico para presionar al oponente, así como su potencial respuesta. Por lo tanto, las emociones-estrategias pueden analizarse de acuerdo con el ciclo de movilización.

Cuadro 4 Relación emociones-estrategia. 

Emociones-estrategia Momento de la movilización Explicación
Shock moral Surgimiento Primer paso hacia el reclutamiento en los movimientos sociales cuando un acontecimiento no previsto o una pieza de información levanta un sentimiento de agravio a tal grado que se siente inclinado a la acción política, tenga o no conocidos dentro del movimiento.
Culpa Surgimiento La habilidad para direccionar la culpa es crucial en la protesta y difiere según las causas finales percibidas y las personificaciones directas de cada amenaza.
Alineación de marco Surgimiento-movilización Durante el reclutamiento para los grupos de protesta, los organizadores y los potenciales participantes deben «alinear» sus «marcos», logrando una definición común de un problema social y una receta común para resolverlo.
Marcos de injusticia Surgimiento-movilización En un marco de injusticia la pasión por la justicia está alimentada por el enojo ante la injusticia existente. Ya que la protesta se dirige hacia lo que nos desagrada, las emociones negativas desempeñan un papel predominante.
Identidad colectiva Movilización Una identidad colectiva no es simplemente el diseño de un límite cognitivo, es, ante todo, una emoción, un afecto positivo hacia otros miembros del grupo sobre la base de esa afiliación común.
Liberación cognitiva Movilización La liberación cognitiva parece ser una lectura relativamente instrumental de la información disponible sobre la disposición estatal para reprimir el disenso.
Mantenimiento de la afiliación Movilización-declive Las emociones creadas al interior de los movimientos sociales son intentos, a menudo explícitos, por elaborar visiones intuitivas, ideologías explícitas y propuestas.

Fuente: elaboración propia a partir de Jasper (s. f.).

A la traza teórica se añade un análisis relacional, denominado estadios de desarrollo de la movilización, a través de tres categorías -estrategia, acción y objetivos-: la primera, entendida como «la correspondencia entre las acciones, recursos/repertorios elegidos y la evolución democrática del sistema político. La segunda, la capacidad de movilización para alcanzar sus metas sin requerir o exigir una respuesta institucional y la última, asume la proyección de la propuesta en el tiempo y como se articula con una temática asociada a derechos» (Giraldo, 2018, pp. 476-478).

Cuadro 5 Estadio del desarrollo de la movilización. 

Tipos de Estadio Estrategia Acción Objetivos
Estadio preconvencional Ausencia de estrategia y análisis estrecho del sistema político. Los marcos no se ajustan a las condiciones del sistema político. No hay desafíos al sistema. Intencionalidad desdibujada y mediada por lo concreto e inmediato. Violencia. Promesas institucionales merman la movilización. De corto plazo, sin continuidad. No existe una identidad colectiva identificada con un derecho insatisfecho. Objetivos centrados en una única acción fácilmente asimilable por la institucionalidad.
Estadio convencional Análisis del sistema político que define la acción dentro de un marco de actuación concreto. Las emociones y actuaciones están ligadas al marco institucional. El movimiento se autorregula a los espacios de protesta institucionalizados. Intencionalidad de la acción definida por lo inmediato. Los repertorios ligados al posicionamiento de agendas y actores dentro del escenario. Uso de redes y acciones de movilización. Acciones centradas en el impacto mediático. Objetivos de corto plazo centrados en el impacto sobre la agenda política temática. Construcción de identidad sobre asuntos de la protesta. Objetivos a mediano plazo si el movimiento es institucionalizado y participa del juego electoral.
Estadio posconvencional Análisis estratégico emocional del sistema, creando estrategias orientadas a proponer desafíos al sistema político. Los principios de justicia marcan un escenario discursivo antecesor a la acción. Estrategias decididas racional y colectivamente, vinculados a su identidad. Intencionalidad de la acción definida con claridad hacia la satisfacción de derechos. Consenso sobre los repertorios. El movimiento identifica vacíos normativos y justificaciones morales que blindan la lucha social. Sus acciones no requieren respuestas institucionales para alcanzar sus objetivos. Medios y redes son factor de presión que acompañan la acción del movimiento para lograr legitimidad.

Fuente: elaboración a partir de Giraldo (2018).

Finalmente, estudiar los movimientos sociales a partir de una óptica emocional permite un descubrimiento de información no sólo sobre las organizaciones sociales, la cultura o los procesos políticos de diversos regímenes, sino la capacidad de estos para cualificar la calidad de la democracia. Un trayecto teórico, en el que las emociones no son un cuadro de irracionalidades, sino un insumo para lograr acuerdos legítimos.

2. Conformación de la estructura de oportunidad política

Si bien las emociones-estrategias pueden analizarse de acuerdo con el ciclo de movilización, para evidenciar cómo se construyen repertorios de acción colectiva no se debe olvidar que estos se relacionan con una estructura política en la que esas emociones se van cincelando y estructurando. Antes se afirmó que la protesta de 2021 fue la más emocional, pero no por una razón coyuntural, fue el resultado de un incremento (véase Gráfica 1) por parte de múltiples sectores sociales cada vez más numerosos, desafiantes, con uso de nuevos repertorios y con mayor capacidad de presión. Resaltan los paros Universitario de 2011 y 2018, así como las protestas de octubre a diciembre de 2019.

Fuente: elaboración propia a partir de Archila, García, Cortes y Restrepo (2020).

Gráfica 1 Trayectoria de las luchas sociales en Colombia, 1991-2019. 

Ese aumento ha sido resultado de los cambios en la naturaleza del Estado después de la Constitución de 1991 y los esfuerzos de diferentes movimientos sociales y organizaciones que han ganado en organización interna e incidencia en la política pública y, con ello, en la calidad democrática del sistema. Esto, a pesar de la violencia ejercida por parte de diferentes actores estatales y extraestatales. En ese sentido, la intensidad emocional de la protesta, emergió dentro del clivaje de acuerdo-en contra del Acuerdo de paz, posicionando dos tendencias ideológicas que impregnan todo el sistema político.

Cuadro 6 Movimientos sociales y sectores gubernamentales en la estructura de oportunidades política en la movilización social de 2021. 

Dimensiones Explicación
Incremento del acceso Los movimientos sociales, plataformas sociopolíticas y líderes partidistas estructuraron alianzas, vínculos y plataformas en las que buscaron favorecer sus intereses en torno al descontento frente a la reforma tributaria. Además, la movilización aumentó porque diversos grupos y sectores cuyas reivindicaciones aún no habían sido resueltas, las consecuencias del COVID-19 para el empleo y el descontento e incertidumbre de un deficiente desempeño gubernamental hicieron previsible la efervescencia social. La posible imposición de la reforma vía Estado de excepción incrementó el acceso de esa movilización al encontrar porosidades institucionales favorables para denunciar el alcance de este proyecto y lo que no se había resuelto producto de las movilizaciones anteriores. Esa polarización pareció enmarcarse en un cuadro de emociones negativas de la sociedad frente al Estado. Grado de incremento del acceso: alto
Alineamientos inestables El proceso de implementación de paz, la implicación de las decisiones nacionales-subnacionales producto de la respuesta gubernamental frente a la pandemia, el aumento del desempleo para diversos sectores sociales que percibieron aumento en su vulnerabilidad, la erosión del goce de derechos adquiridos y el aumento de ese clivaje operacionalizado en dos posiciones ideológicas, permitió a los movimientos y colectivos cambios estratégicos hacia partidos de oposición para crear un posicionamiento de sus demandas hacia el gobierno de Iván Duque. La reacomodación de esa alineación creó ventanas de oportunidad a la oposición para fortalecer su capacidad de presión a lo largo de la movilización. Grado de alineamientos inestables: alto
Élites divididas Al presentarse la movilización, las élites se dividieron e incentivaron a grupos pobres en recursos -organizaciones sociales de base y con presencia territorial- y de una u otra tendencia ideológica a la acción colectiva y a estrategias de relación. Esto agudizó la competencia y el posicionamiento de narrativas y programas que ejemplifican el clivaje presente en el sistema político colombiano. Por lo tanto, la división de élites aceleró la posición de los movimientos sociales, amplificando la oportunidad para redituar recursos de negociación y presión. Grado de élites divididas: alto
Aliados influyentes El momento en que opositores al gobierno Duque y su proyecto de reforma tributaria convocaron y llamaron a acciones colectivas contaron con aliados -líderes sociales, partidistas e incluso de opinión- que actuaron como garantes aceptables dentro de la red y de cara al adversario en una posible negociación. La conformación de diversas acciones colectivas oscilantes entre la violencia y lo pacífico tuvo como objetivo posicionar su indignación y establecer aliados influyentes. Grado de aliados influyentes: alto
Represión y facilitación La dificultad de la implementación de los puntos del Acuerdo de paz, especialmente en las áreas de participación política, tierras y justicia transicional, significó graves problemas en muchos territorios del país. A esto se suman los lentos resultados en la aprobación y ejecución de medidas de protección económica y social por efectos de la pandemia, y el deterioro de calidad de vida de la clase media, la más golpeada. Esa situación, a diferencia de otros momentos, facilitó la movilización por parte de las organizaciones sociales, lo cual evidenció que ese momento -proceso reforma tributaria- fue un elevado costo para los movimientos en cuanto a la organización y movilización de la opinión pública. Esto devino en una respuesta estatal deliberada, desconsiderada y excesiva que terminó en hechos violentos y muertes, visibilizando la debilidad y desconocimiento del Estado de esta acción política -movilización-. Grado represión: alto. Grado de facilitación: alto

Fuente: elaboración propia.

3. Trayecto emocional de la movilización social de 2021

Operacionalizada la información de las emociones a través de los códigos ya señalados, se presenta a continuación el uso de emociones afectivas y reactivas encontradas en Twitter durante la movilización.

Fuente: elaboración propia.

Gráfica 2 Uso de emociones reactivas en Twitter de los movimientos sociales en el estallido social de 2021. 

Fuente: elaboración propia.

Gráfica 3 Uso de emociones afectivas en Twitter de los movimientos sociales en el estallido social de 2021. 

Sistematizados los tipos de emociones reactivas presentes durante el primer momento de la movilización y de acuerdo al enfoque teórico expuesto, se evidencia la presencia de un shock moral, en este caso, el proyecto de reforma tributaria emitido por el gobierno Duque en marzo 2021. Desde el inicio tuvo resistencias por parte de la población e incluso de partidos políticos. La presentación del proyecto puede considerarse como el primer paso del reclutamiento de los organizadores de la protesta, ya que su posible aprobación por parte del Congreso, levantó una emoción de rabia (37 veces nombrado), creando un marco de agravio e indignación que amplió la acción política hacia no activistas. La incertidumbre económica y política erigió un estado de ánimo que empezó a ser reseñado por Gobierno y opositores en clave de optimismo y pesimismo, respectivamente. Eso alimentó lo que Jasper (2012) denomina sentimientos morales, en el que las situaciones, opiniones, decisiones o acciones por parte del Gobierno, así como la red crítica movilizadora, son interpretadas a través de emociones morales o políticas duraderas con las cuales interpretan esa realidad.

Así, fueron mayores las emociones reactivas que afectivas por parte del Gobierno y los movimientos durante el periodo de protesta, tal como lo explica la teoría. Rechazo (9), rabia (18), indignación (45) y repulsión (22) fueron las más usadas por parte de los colectivos adscritos al Paro; mientras que las afectivas fueron confianza (24), esperanza (18), resistencia (15) y seguridad (12). El uso de emociones reactivas fue el insumo emocional que permitió la conformación y sostenimiento del estallido, y también fue clave en el momento del declive. Así, los movimientos sociales que estructuraron el Paro -Comité del Paro 2019, sindicatos, movimiento estudiantil, colectivo LGBTIQ+, movimiento indígena, feminista, afro, movimiento campesino, animalistas y ciudadanos activistas durante el estallido- entendieron que esas emociones aceptadas era necesario hacerlas públicas a través de repertorios de acción estratégicos que desafiaran las reglas para que el Gobierno decidiera dar marcha atrás al proyecto de reforma.

Algunas de las acciones estratégicas -repertorios de acción- sostenidas por ese menú emocional fueron marchas y concentraciones en ciudades capitales e intermedias, sentadas, performances, actos teatrales, bloqueo de vías, uso de carteles, cacerolazos o actos musicales. Esa carta estratégica permitió nuevos espectros de emociones «posibles» de expresar, en el que su objetivo era no ser rechazados por quienes no comparten su lucha, incluso sus opositores.

3.1 Tiempos y emociones por parte del movimiento social

El primer momento, denominado surgimiento, se ubica entre el 1.° de febrero y el 31 de marzo 2021. El entonces ministro de Hacienda del gobierno Duque, Alberto Carrasquilla, llevó al Congreso el proyecto de ley de reforma tributaria en plena segunda ola de pandemia. La respuesta por parte del Comité Nacional de Paro (CNP), un «movimiento que aglutinaba sindicatos, centrales obreras, organizaciones indígenas y estudiantiles, desde la movilización del 2019, llamada 11N, fue salir a la calle en protesta» (Neira, 2021, diciembre 11). Durante ese tiempo, el movimiento social logró sostener su emoción-acción creando y alineando un marco de agravio, es decir, la definición de un problema social común y una receta para resolverlo.

Para el segundo momento (abril-mayo) dignidad (19), incertidumbre (23) y resistencia (16) fueron las emociones que permitieron alinear ese marco. Las demandas de los diversos grupos y el avance del reclutamiento de participantes en los ámbitos nacional e internacional (Colombia Informa, 2021, abril 29) ampliaron su capacidad. Ese sentimiento de culpa fue crucial para entender la fuerza con que emergió el estallido social, al lograr ser entendida como una coordenada emocional común cuando se percibió cómo el Gobierno y sus decisiones eran una amenaza directa a sus derechos como ciudadanos. Así, se logró sostener su emoción-acción, creando y alineando un marco de agravio, es decir, la definición de un problema social común y una receta para resolverlo. Es importante señalar que ese marco emocional cinceló un sentido de necesidad de justicia, alimentada por las emociones reactivas que había desatado la decisión del Gobierno nacional.

Para mantener esa capacidad de presión se construyeron repertorios de acción más sofisticados, usados como contención hacia los organismos de seguridad que respondían de forma represiva a cada acción del movimiento. Paralelo a ese marco emocional, el movimiento necesitó crear una estrategia para mantener la esperanza y el manejo de los miedos, el uso de coordenadas emocionales afectivas fue fundamental para mantener un grado de cohesión y articulación. Emociones afectivas como seguridad (16), confianza (19) y esperanza (9) fueron el recurso emocional para construir un sentido de resistencia que participantes, miembros y activistas compartieron como un diseño cognitivo, es decir, lo que podría lograrse como identidad colectiva: resistencia a la injusticia del Gobierno.

Esa resistencia emocional frente al miedo (12) permitió el uso de estrategias más disruptivas y contenciosas, como la toma del monumento de Héroes en el norte de Bogotá, la resignificación de una estación de Transmilenio de Portal Américas a Portal Resistencia o la experiencia en Cali, donde los manifestantes reconfiguraron el lugar de convocatoria, nombrándola Puerto Resistencia. En la Gráfica 4 se pueden observar los repertorios de acción agrupados por repertorios no violentos con acciones colectivas diversas, combinadas entre no institucionales e institucionales.

Fuente: elaboración propia.

Gráfica 4 Repertorio de acción por momento de movilización en el estallido social de 2021 a través de Twitter. 

Ese marco emocional permitió a los participantes compartir en un espacio físico y público común un sentimiento de impotencia, fortaleciendo esa identidad. Hacer resistencia significó una forma de vida, es decir, aprender a convivir con el miedo o la disgregación de lo construido. Es en las acciones estatales represivas y la respuesta violenta de los colectivos donde se ubica el último momento (junio-julio): la inferioridad (11), ofensa (10), repulsión (5) y tristeza (5) parecen ser las emociones reactivas que, bajo la lectura teórica de Jasper (2012), corresponde a una liberación cognitiva. Es decir, los colectivos, en una lectura racional a partir de la información recopilada, realizaron una lectura sobre la disposición estatal para reprimir el disenso.

Tal como lo afirmó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH, 2021), «la respuesta estatal se caracterizó por uso excesivo y desproporcionado de la fuerza, en muchos casos, incluyendo fuerza letal». Esa represión directa -detenciones de protestantes y dispersión violenta de la protesta- o indirecta -amenazas o intimidaciones a líderes y protestantes- elevó el costo de la protesta, justificando una interpretación por parte del Gobierno nacional en clave sociedad contrainsurgente, donde el fin es «salvaguardar el orden social vigente, de la omnipresente amenaza interna, articulando los intereses de los organismos estatales y de las élites en torno a la salvaguarda del orden» (Franco, 2002, pp. 72).

Ante esto, los colectivos sociales crearon estrategias para superar el miedo a la represión, realizando acciones más explícitas y disruptivas, es decir, la toma de conciencia de que «quieren que tengamos miedo». Es en ese momento de la movilización, cuando surge la Primer Línea, un grupo de ciudadanos organizados para salir y proteger a quienes por esos días salieron a las calles, donde «lo único que queremos es defender a la gente porque el gobierno tiene al ESMAD [Escuadrón Móvil Antidisturbios] para proteger sus intereses» (Revista Diners, 2021, mayo 5). El alto costo de los enfrentamientos y el desgaste del marco emocional aglutinador permitió el uso desarticulado de acciones contenciosas violentas. La visita de la CIDH marcó el inicio del declive de la movilización, pero no su desaparición.

3.2 Tiempos y emociones por parte del Gobierno

La respuesta estatal a la protesta es entendida como «aquellas acciones que desarrolla el sistema penal mediante la policía, el poder judicial, la cárcel y el poder legislativo, e incluso, en algunos países y/o [sic] momentos históricos, podrían incluirse actores paraestatales» (Camps y Vergés, 2015, p. 132). Donatella Della Porta y Sidney Tarrow (2012) afirman que «ante la activación de nuevos ciclos de protesta, autoridades y manifestantes ajustan sus estrategias de acuerdo a las expectativas que tienen del comportamiento de su contraparte de acuerdo a la información de la que disponen y de las experiencias previas de interacción» (p. 142).

Así, las emociones-estrategias de respuesta del Gobierno colombiano, se explican a partir del concepto de control policial de la protesta, definida como el modo con el que la Policía «maneja» los actos de protesta (Della Porta y Diani, 2011). Por lo que la respuesta estatal estructura no sólo las emociones, sino el tipo de repertorio usado, produciéndose en ese trayecto innovaciones o adaptaciones. Además, como afirman Della Porta y Tarrow (2012), una acción de protesta se define como el ejercicio de un derecho ciudadano o como una disrupción del orden público que tiene consecuencias para la legitimación de los actores. Por lo tanto, la forma en que emocional y socialmente se percibió la actuación de la Policía tiene un efecto simbólico sobre cómo entiende esa respuesta el movimiento social.

Durante el surgimiento, el Gobierno colombiano optó por prohibir las movilizaciones, alegando que, de acuerdo a la orden del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, era obligatorio «suspender la jornada de protesta debido a la gravedad de la pandemia en el país» (Gómez, 2021, mayo 5). Al desobedecer la población, el presidente Duque desplegó a las fuerzas militares a las calles para sofocar las protestas que alcanzaron cierto grado de contención.

Las emociones que más puntuaron fueron indignación (26), rechazo (15) y enojo (15). No es raro que el Gobierno las usara para deslegitimar la protesta, especialmente, los repertorios contenciosos que se presentaron, creando un marco de seguridad y orden frente a la capacidad de presión de los protestantes que alcanzó un matiz numeroso, nacional e intersectorial.

Fuente: elaboración propia.

Gráfica 5 Uso de las emociones reactivas de Twitter del Gobierno nacional en el estallido social de 2021. 

Fuente: elaboración propia.

Gráfica 6 Uso de emociones proactivas en Twitter del Gobierno nacional en el estallido social de 2021. 

Al sentido de orden se unen estratégicamente las emociones afectivas de respeto (18), confianza (12) y esperanza (10), esenciales para justificar el repertorio de respuesta estatal, en el que la militarización de las ciudades, las narrativas de destrucción de los espacios habitacionales por parte de los protestantes y la urgencia de ser salvados de ello fueron cruciales para justificar esa acción institucional.

Durante el primer momento, las emociones reactivas fueron las más usadas, como aversión (4) e indignación (4); destaca sólo una afectiva, confianza (4). El Gobierno creó un marco interpretativo de emociones que sirvió a los funcionarios públicos que debían contener normativamente la protesta -Presidencia, Ministerio del Interior y Justicia-, para crear un estado de ánimo de tensión, fundamental para operacionalizar ante la opinión pública, la necesidad de apoyo a una contundente respuesta estatal. Para el Gobierno, esas emociones fueron un recurso estratégico para mostrar a los protestantes su capacidad de respuesta a través del uso de repertorios con alcances violentos. También fue resultado de la sofisticación de los repertorios de acción que el movimiento social logró y que las fuerzas estatales no lograron comprender.

Durante el segundo momento y frente al alcance territorial, numérico, organizacional, simbólico y de presión del movimiento, las emociones operacionalizadas por el Gobierno fueron más reactivas que afectivas, alimentando ese marco de tensión e incertidumbre, justificado por una concepción del conflicto «percibido como un fenómeno patológico o disruptivo que hay que evitar, gestionar o reprimir, y no como un elemento intrínseco de cualquier sociedad democrática» (Massal, 2015, p. 104). Rechazo (14), indignación (12) y tristeza (6) fueron las emociones que profundizaron ese marco emocional-institucional que terminó por legitimar un sentido de justicia y protección del statu quo. La movilización aumentó y la respuesta por parte de múltiples instituciones -Ministerio de Defensa, Presidencia, Vicepresidencia y Cancillería- utilizaron emociones afectivas -respeto (12), confianza (9) y esperanza (6)-.

El Gobierno, al igual que el movimiento social, construyó desde emociones reactivas y afectivas un sentido de resistencia. La resistencia gubernamental a la presión ejercida por el movimiento produjo una respuesta institucional violenta a las tomas de espacios públicos. El ESMAD, por orden gubernamental, inició una serie de disputas del espacio público y el control de la alteración del orden que desbordó los grados de represión, coincidiendo con el declive de la protesta.

En el último momento de la protesta el Gobierno usó una serie de emociones reactivas y un amplio tipo de afectivas para justificar un repertorio de respuesta más represivo, ya que consideraban que atentaban contra la legalidad. De allí que se amplió la cantidad de instituciones responsables -Presidencia, Senado de la República, Ministerio de Justicia, Vicepresidencia, Fiscalía Nacional y Policía Nacional-. Las emociones más frecuentes fueron las reactivas de indignación (11), aversión (9) y desafío (10); y afectivas, respeto (13), confianza (11) y solidaridad (8).

Fuente: elaboración propia.

Gráfica 7 Emociones reactivas por Twitter desagregadas durante el ciclo de movilización por el Gobierno. 

Fuente: elaboración propia.

Gráfica 8 Emociones afectivas desagregadas durante el ciclo de movilización por parte del Gobierno. 

Así, el Gobierno usó una combinación de emociones como estrategia para debilitar los repertorios violentos y, al mismo tiempo, elevar el marco de solidaridad y lealtad a la institucionalidad. El elevado costo que significó la visita de la CIDH y el debilitamiento de la convocatoria por parte del movimiento, de acuerdo con el Comité del Paro, «generó asesinatos de jóvenes, por lo que la interrupción de las marchas evita el crecimiento de la pandemia, que está alcanzando récord de muertes en las últimas semanas» (Oquendo, 2021, junio 15). Esas afirmaciones debilitaron el marco cognitivo emocional confrontativo por uno de acercamiento y diálogo que incluyó el retiro e investigación de las actuaciones de las fuerzas estatales, y la discusión con los manifestantes a través de un diálogo con el Comité del Paro, el cual decidió la «presentación de un pliego de peticiones por la vía de proyectos de Ley en el Congreso, producto de la comunicación con distintos sectores y apoyó en la academia, el cual se presentará cuando inicie una nueva legislatura» (Oquendo, 2021, junio 15).

4. ¿Qué tipo de estadio de desarrollo de la movilización social colombiana en 2021?

Explicado cómo las emociones fueron un recurso estratégico para crear y ejecutar repertorios de acción colectiva -movimientos sociales- y repertorios de respuesta estatal -Gobierno colombiano-, es pertinente un análisis relacional en el que se identifiquen el tipo de estadio de esta movilización y, con ello, los hallazgos sobre la calidad democrática. De acuerdo con las evidencias, el tipo de estadio que se presentó fue de tipo convencional.

Cuadro 7 Estadio convencional de la movilización social de 2021. 

Dimensión Análisis
Estrategia Movimiento social y Gobierno se nutrieron de las emociones como recursos que permitieron diseñar y ejecutar repertorios disruptivos, pero dentro del marco normativo y legal que el sistema toleró -pacíficos y contenciosos-. En este caso, la predominancia de emociones reactivas estructuró marcos simbólicos, narrativos y actuaciones del movimiento social y el Gobierno que legitimaron la respuesta de los dos actores. La autorregulación del movimiento en los espacios públicos sucedió al inicio y desarrollo de este, no así en el declive, donde se rompió ese principio y se agudizaron la represión y las acciones de mayor violencia.
Acción El movimiento social tuvo desde su formación la intención de realizar acciones rápidas, permanentes, deslocalizadas y disruptivas con el fin de fortalecerse mientras se esperaba la respuesta estatal. Esas acciones -emociones-repertorios- buscaron posicionar las varias agendas que se articularon en esta movilización y que nutrieron de protestantes y legitimidad la salida a la calle. Las redes -Twitter, en este caso, pero otros más- fueron usadas para movilizar emociones, construir narrativas y compartir ese marco emocional con un alto impacto mediático local, nacional e internacional.
Objetivos El objetivo de la movilización social durante el inicio y su desarrollo buscó una meta específica a corto plazo: el retiro del proyecto de reforma tributaria. Luego de alcanzado ese objetivo la movilización puso temas en clave de derechos a un heterogéneo grupo de demandas temáticas de alcance subnacional y nacional. Ese marco fue erigiéndose también un tema identitario -Los nadie-, articulados en esas emociones reactivas y afectivas. El declive del movimiento significó el fin de esa acción política, pero no así su institucionalización a través de la coalición Pacto Histórico-Colombia Puede que en la competencia electoral presentó candidatos a las elecciones nacionales de 2022.

Fuente: elaboración propia.

El trayecto emocional descrito y sistematizado demuestra cómo «expresan esas relaciones y conexiones conceptuales que se fueron desarrollando entre los actores o agentes circunscritos en la acción y en los que se reivindica, momentos, lugares y objetos que murmuran y al mismo tiempo, callan» (Cervantes, 2018, p. 16). La tensión política evidenciada sirve como un armazón de emociones, cogniciones y evaluaciones que influye la forma que toman en el espacio público, en palabras de Nussbaum «las emociones poseen un componente que incluye el bienestar de otros seres lejanos como un elemento de valor en mi esquema de fines y objetivos» (Nussbaum, 2008, p. 53). Por lo que, si merece la pena perseguir ese objetivo, «también se sentirá emocionalmente vinculado a esa creencia […] sentirá alegría cuando considere que algo que reconoce como objetivo vital, como elemento fundamental de su propio florecimiento, haya sido logrado» (Gil, 2014, p. 93). Es decir, un responsiveness, donde las emociones son entendidas como un marco evaluativo que se construyen desde los ciudadanos.

Conclusiones

Los estudios desde la emocionalidad para los movimientos sociales permiten reflexionar sobre cómo las dimensiones sociales inciden en la acción de los colectivos, así como acercarse a indagar sobre los contextos de movilización y la forma como los actores responden a dicho contexto, adaptando las emociones como un recurso estratégico para la acción política a través de repertorios de acción colectiva y estatal, donde el contexto cultural es fundamental.

La fuerza, capacidad de presión, estrategias y alcance geográfico de la movilización puede entenderse como una ganancia en mejoras democráticas y proponen una interacción Gobierno-movimiento social que, si bien mantienen un grado de contención, buscan ahondar en ser más cooperativas y colaborativas para la construcción de política pública.

El denominado «estallido social» comenzó antes de las primeras movilizaciones en el espacio público, con la aparición en redes sociales de narrativas apoyando o criticando al Gobierno, brindando información a la opinión pública sobre el contenido del proyecto de reforma tributaria o Ley de solidaridad sostenible. Ese acto se considera el shock moral que empujó y legitimó la movilización. En esas opiniones se percibe el uso de emociones reactivas que sustentan el descontento e indignación, agravado, y que visibilizó en sus demandas la vulnerabilidad e inequidad de diversos colectivos a causa de los débiles resultados gubernamentales, creando condiciones institucionales para que los movimientos sociales percibieran una estructura de oportunidad política para desafiar al Gobierno.

Los resultados del análisis van erigiendo un estado de ánimo que empieza a ser reseñado por Gobierno y opositores a la reforma, percibiendo el proyecto y su implicación en clave de optimismo-pesimismo, situación que alimentó sentimientos morales en el que las situaciones, opiniones, decisiones o acciones por parte del Gobierno, así como la red crítica movilizadora, son interpretadas por emociones morales o políticas duraderas a partir de las cuales interpretan la realidad.

Durante la movilización fue mayor la cantidad de emociones reactivas que afectivas por parte de los movimientos y el Gobierno durante los tres momentos analizados, tal como lo explica la teoría. Así, rechazo, rabia, ofensa e injusticia fueron las más usadas por los colectivos adscritos al Paro, mientras que las afectivas que se presentaron fueron confianza, seguridad y esperanza. En su lugar, para el Gobierno indignación, aversión y rechazo fueron las emociones reactivas recurrentes, y las afectivas respeto, confianza y esperanza.

Desagregando los datos, durante el primer momento del estallido social las emociones de desesperación, inferioridad y resentimiento fueron usadas como un recurso estratégico que buscó sumar potenciales participantes a la protesta, articulando a partir de ese tipo de emociones un sentido de culpa hacia el Gobierno nacional, elemento clave para explicar la fuerza con la que emergió el estallido social. En contraste, la aversión, miedo y sospecha usadas por el Gobierno para deslegitimar las demandas, formas y alcances de la protesta justificó ante la opinión pública una narrativa de miedo que legitimó ante las instancias institucionales la respuesta estatal y la valoración de que hay que evitar, gestionar o reprimir.

Durante el segundo momento, dignidad, ira, incertidumbre y resentimiento fueron las emociones que permitieron alinear en ese marco las demandas de los diversos grupos y además avanzar en el reclutamiento de participantes y activistas en los ámbitos nacional e internacional. Asimismo, permitió que las emociones usadas crearan un sentido de injusticia que logró mantener capacidad de presión y terminó en el uso de repertorios de acción más sofisticados, los cuales impregnaron la protesta de coordenadas emocionales afectivas, fundamentales para mantener la cohesión y la articulación de las organizaciones y disminuir el miedo.

En el mismo momento, los gobiernos nacional y subnacional potenciaron el rechazo, indignación y tristeza como las coordenadas emocionales que construyeron ese marco institucional, justificando una respuesta represiva como decisión para debilitar la movilización, mientras usaba emociones afectivas de respeto, tranquilidad, unión y solidaridad, donde el orden era el objetivo emocional final.

Para el último momento, el miedo a la represión aumentó. El uso desarticulado de acciones contenciosas con matices más violentos por parte de los movimientos y las instancias institucionales represivas -ESMAD- fue el punto de partida del declive. Aquí, la melancolía fue la emoción más significativa de los colectivos, mientras que el Gobierno usó una combinación de emociones para elevar el marco de solidaridad y lealtad a las instituciones.

Con la teoría expuesta se cumple la hipótesis 1A en el primer y segundo momento de la movilización, y la 1B en el último. En ellas se evidencia el uso no en cantidad, sino en el tipo de emociones usadas como recurso estratégico y su incidencia en el uso de repertorios de acción y capacidad de negociación con el oponente. El trayecto emocional descrito e identificado permite explicar que, a pesar de una calidad democrática frágil, como ha sido categorizado el caso colombiano, la movilización de 2021 fue de tipo convencional.

La estrategia circunscribió unos marcos simbólicos, narrativos y actuaciones que surgieron de un análisis concreto del sistema político y sus reglas, por lo que se plegaron a una lectura del marco institucional. Las acciones fueron definidas de acuerdo con esas emociones-recursos y, con ello, los repertorios de acción y respuesta definidos de acuerdo con el trayecto de la protesta, en el que las redes fueron primordiales para lograr impacto. Los objetivos se centraron en definir una agenda política para sus demandas, articuladas en torno al retiro del proyecto de reforma tributaria. Luego del declive, logró encontrar en el proceso electoral de 2022 una articulación al ser parte de una coalición partidista.

Las emociones como aristas de análisis abren una veta de información valiosa que nutre los insumos para comprender las tensiones, los cambios y las permanencias en cualquier momento del ciclo de política pública. Finalmente, hay que recordar que todas las sociedades están llenas de emociones, el relato de cualquier hecho o situación en cualquier momento en la vida de cualquier régimen político o de cualquier situación de negociación está salpicado de una buena cantidad de emociones que vale la pena incorporarlas en diversos análisis actuales y futuros.

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1 Artículo derivado del proyecto Emociones y política, realizado entre 2021 y 2023, perteneciente a la línea investigación Procesos políticos y electorales, adscrito al Centro de Investigaciones y Proyectos especiales (CIPE), Universidad Externado de Colombia.

**Cómo citar este artículo. Jiménez Jiménez, Magda Catalina. (2023). Estadio de desarrollo de la movilización social colombiana en 2021. Las emociones como recurso estratégico. Estudios Políticos (Universidad de Antioquia), 68, pp. 192-221. https://doi.org/10.17533/udea.espo.n68a08

Recibido: 01 de Junio de 2023; Aprobado: 01 de Octubre de 2023

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