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Colombia Internacional

versión impresa ISSN 0121-5612

colomb.int.  no.82 Bogotá jul./set. 2014

 

El pueblo es Dios

Omar Rincón*

* Profesor asociado y director del Centro de Estudios en Periodismo de la Universidad de los Andes. Rincón tiene una maestría de la State University of New York (EE. UU.) y es candidato a doctor en Ciencia Humanas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia. Se ha desempeñado como ensayista, periodista y analista de las relaciones entre medios, cultura, política y tecnología. Crítico de televisión de El Tiempo; consultor en comunicación para América Latina de la Fundación Friedrich Ebert de Alemania. Profesor invitado en Argentina, Chile, Uruguay, España, Puerto Rico, El Salvador y Ecuador. En los últimos años ha editado los siguientes libros: Vamos a portarnos mal: protesta social y libertad de expresión en América Latina. Bogotá: C3/FES, 2011; y Medios, democracia y poder. Bogotá: Ediciones Uniandes, 2011. Correo electrónico: orincon@uniandes.edu.co

DOI: dx.doi.org/10.7440/colombiaint82.2014.13


Mi vida ya no me pertenece, le pertenece al pueblo, a la patria.

Rafael Correa, mensaje a la nación, 24 de agosto de 2014.

 

"El pueblo es Dios, la democracia es el pueblo, yo soy el pueblo: el pueblo presidente" y "cumplirle al pueblo, es cumplirle a Dios", lo dice Ortega en Nicaragua, lo confirman los presidentes en Latinoamérica. "Calma pueblo que aquí estoy yo", canta Calle 13 y lo practican los líderes en América Latina (Perón, Vargas y Gaitán en el siglo XX; Kirchner, Morales, Uribe, Lula, Mujica, Correa, Chávez, en el siglo XXI).

Todo se expresa en la advertencia de Gaitán (Colombia 1945): "Yo no soy un hombre, soy un pueblo". Y eso mismo lo inaugura Perón (Argentina 1945) cuando exclama que el pueblo es esa "masa grandiosa en sentimiento", ese "dolor de la madre tierra" y esa "verdadera fiesta de la democracia"; por eso, él va a "luchar codo con codo con ustedes", el pueblo. Y lo confirma Vargas (Brasil 1954) cuando confiesa que él es "un esclavo del pueblo". Más allá va Morales (Bolivia 2006) en su confianza en el pueblo, porque "felizmente el pueblo es sabio. Esa sabiduría del pueblo boliviano hay que reconocerla, hay que respetarla y hay que aplicarla. No se trata de importar políticas económicas o recetas económicas desde arriba o desde afuera, y la comunidad internacional tiene que entender eso". El pueblo es sabio para guiar los modos de gobernar y producir políticas públicas. Por eso, los gobernantes deben ser unos líderes obedientes del pueblo que dejan de ser sujeto para convertirse en colectivo, amasijo, masa llamada pueblo. Y estos seis discursos reunidos aquí lo comprueban.

Los discursos de Perón (Argentina 1945), Vargas (Brasil 1954) y Lula (Brasil 2003) son los más breves pero los más exitosos en convocar el alma popular, en convertirse en parte del pueblo, en ser el pueblo. Gaitán (Colombia 1945), Kirchner (Argentina 2003) y Morales (Bolivia 2006) recurren al discurso largo y de múltiples asuntos para invocar autoridad ante el pueblo: ellos no son el pueblo, son los iluminados que van a guiarlo y a recibir su amor; en un acto de retórica épica, le demuestran al amado (pueblo) que saben leer y comprender las injusticias que se han cometido, y que ellos son los vengadores de esas infamias. En lo que se juntan todos los discursos, es que ellos dejan de ser "la persona" individual para convertirse en héroes trágicos y melodramáticos que van a hacer todo lo posible por vengar y hacer justicia con y por el pueblo.

Emocional y comunicativamente, los discursos de Perón, Vargas y Lula llegan al puro corazón: no hay mucho que entender, sólo que ellos aman a su pueblo, se sacrifican por él y son uno con él (así, un pueblo y unos líderes en masculino).

Gaitán, Kirchner y Morales quieren impresionar por su saber sobre los asuntos del pueblo y la patria, y quieren que el pueblo los ame por comprender los asuntos de gobierno. Gaitán invoca el método analítico-experimental para dar criterio a su pueblo; Kirchner se legitima en que viene del Sur y ha sufrido la opresión de la dictadura, para desde allí proponer un modelo propio para Argentina, y Morales recurre al recurso de la historia y a las identidades indígenas. Discursos todos que buscan refundar la patria desde la identidad o un modo específico de ser nacional. Gaitán lo explica bien: "no hemos hablado sino del criterio" (1945); y eso es lo que diferencia a los modelos de Gaitán, Kirchner y Morales: el criterio con que orientan la política y la gestión del poder. Discursos que no llegan al corazón pero ganan la adhesión del pueblo, que le cede todo su poder de comprensión al líder: se les asigna el papel de guía, maestro, patrón. Pero, a su vez, en una brillante jugada retórica, los líderes se presentan como los súbditos del pueblo, ese colectivo histórico que sabe y manda: "el pueblo es superior a sus dirigentes" (Gaitán 1945).

En todos los discursos, el pueblo y la patria mandan y se obedecen, "¡porque la patria es lo primero en nuestra mente, en nuestro corazón, en nuestra vida!" (Gaitán 1945). Sólo que la patria habla y actúa por los líderes: el pueblo obedece porque es el (líder-pueblo) que manda. Más allá de estas diferencias de tono y modo, hay lugares de enunciación donde se encuentran estos seis discursos: buscan refundar la patria, a través de un sacrifico personal y en honor de unos valores, y todo por amor al pueblo, y a Dios.

1. Un mito de refundación nacional

La situación de la nación y la patria es lamentable: ya no se aguanta más. Luego, políticamente, lo que hay que reinventarse es un nuevo modelo de nación inspirado en el sabio pueblo. Por eso, tal vez, todos podrían firmar el diagnóstico que realiza Gaitán (1945): "En Colombia hay dos países: el país político que piensa en sus empleos, en su mecánica y en su poder, y el país nacional que piensa en su trabajo, en su salud, en su cultura, desatendido por el país político". El país político corresponde "al régimen oligárquico" que hace lo que "la voz del amo" mande (la voz del amo puede ser la de los empresarios, los políticos de siempre, Estados Unidos, el modelo de industria y trabajo). Como alternativa, existe el país nacional, ese del que el pueblo y estos líderes son su encarnación, y este país es distinto: mientras "la oligarquía [el país político] piensa en función de mecánica electoral, nosotros [el país nacional] pensamos en función de agricultura, de sanidad, de trabajo, de organización, de dignidad humana". Y de este diagnóstico surge la necesidad de un nuevo modelo de nación.

El nuevo modelo nace de recuperar a "los hermanos caídos en defensa de la dignidad: Manco Inca, Yupaj Katari, Tupac Amaru, Bartolina Sisa [...]" y de reivindicar al 62,2% de los bolivianos, "los pueblos indígenas, que históricamente hemos sido marginados, humillados, odiados, despreciados, condenados a la extinción". Y es "por eso que estamos acá para cambiar nuestra historia: decir basta a la resistencia. De la resistencia de 500 años a la toma del poder para 500 años" (Morales 2006).

El nuevo modelo consiste en "construir prácticas colectivas de cooperación", en abandonar "una forma de hacer política y un modo de cuestionar al Estado", que "reconcilia al Gobierno con la sociedad", que imagina "un capitalismo nacional", porque "sabemos que el mercado organiza económicamente pero no articula socialmente", que "reinstala la movilidad social ascendente" (Kirchner 2003).

En el nuevo modelo se "va a garantizar que todo brasileño y brasileña pueda, todo el santo día, tomar café, almorzar y comer", y todo lo "vamos a hacer juntos" (Lula 2003).

Un nuevo modelo donde priman la "autodeterminación", "la autonomía con solidaridad" y "un nuevo pacto social" (Morales 2006).

Un nuevo modelo que propone una misión concreta al pueblo, "la restauración moral" de la patria, una lucha "por la democracia" y un final posible: "la victoria" (Gaitán 1945).

Un nuevo modelo posible porque "tenemos una historia construida junto al pueblo [...] en la lucha por conquistar la democracia y la libertad" (Lula 2003).

2. El sacrificio del héroe

Pero un nuevo modelo, una refundación de la patria, un volver a comenzar, sólo son posibles con la tragedia: el sacrificio del héroe. Juan Domingo Perón (1945) convierte su heroísmo en relato de un pueblo: "he renunciado" para "ponerme al servicio integral del auténtico pueblo argentino", para "mezclarme con esa masa sufriente y sudorosa", para ganar "la grandeza del país", y mezclarse "en esta masa sudorosa" para así poder "estrechar profundamente a todos contra mi corazón, como lo podría hacer con mi madre". Esto es, la reconversión de un héroe en un sentimiento familiar.

Getúlio Vargas (1954) es el líder que se sacrifica en nombre del pueblo porque la misión "del trabajo de liberación" y "el régimen de libertad social" implican sacrificios, y por eso "tuve que renunciar"; pero es por esta inmolación que llega la victoria, porque "volví al gobierno en los brazos del pueblo". Y ésta es su epopeya: "vengo luchando mes a mes, día a día, hora a hora, resistiendo la represión constante, incesante, soportando todo en silencio, olvidando y renunciando a todo dentro de mí mismo, para defender al pueblo que ahora se queda desamparado. Nada más les puedo dar, a no ser mi sangre". Y concluye: "Mi sacrificio los mantendrá unidos y mi nombre será vuestra bandera de lucha. Cada gota de mi sangre será una llama inmortal en su conciencia y mantendrá la vibración sangrada para resistir. Al odio respondo con perdón". El sacrificio es pleno: el líder se inmola por el bien del pueblo.

Un héroe que renace en medio de una historia de infamia: "formo parte de una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias" (Kirchner 2003). Una generación que quiere encontrar su destino y su utopía más allá de su desgracia: el sacrificio del héroe es por mantenerse en la lucha, aun a costa de la derrota.

Y por eso, no es el destino el que guía, sino la lucha, la historia. "No soy el resultado de una elección, Yo soy el resultado de una historia" (Lula 2003). Y recuerda que "para llegar aquí, perdimos cuatro elecciones". Y por eso, "no existe sobre la faz de la tierra ningún hombre más optimista que yo para ayudar a este país" (Lula 2003). Y lo mismo cree el boliviano Morales (2006) cuando recuerda que "un día como hoy, 22 de enero" lo expulsaron del Congreso nacional. "Yo dije en ese momento: me están expulsando pero voy a volver [...] Lo dije un día del 2002, y se ha cumplido". Testimonios del heroísmo de hombres que nacen de la historia: no la nacional, sino la propia: la del testimonio.

Héroes morales: héroes agonales: héroes sacrificio. Y como héroes "morales", deben dar ejemplo. "Por moral, por nuestro país, tenemos la obligación de rebajar el 50% de nuestro salario" (Morales 2006). Y al ser humanos y morales asumen autocríticamente su discurso: "Perdónenme compañeros, no estoy acostumbrado a hablar tanto, no piensen que Fidel o Chávez me están contagiando, estamos en la obligación de decir la verdad sobre nuestra Bolivia, y para no confundirme por primera vez preparé una chanchulla" (Morales 2006). Héroes naturales que no quieren la gloria para sí mismos sino para el pueblo, y por eso hacen brillar su humildad: "Nunca había pensado estar acá, nunca había soñado ser presidente, muchas gracias al pueblo boliviano" (Morales 2006). Héroes diferentes porque, como el pueblo, son honestos y transparentes: "No soy ladrón, quiero decirles que vamos a garantizar la honestidad en mi gobierno" (Morales 2006). Héroes que aspiran sólo al juicio de la historia: "Serenamente doy el primer paso al camino de la eternidad y salir de la vida para entrar en la historia" (Vargas 1954).

3. Unos valores

Se refunda la nación a través de un sacrificio del héroe, pero siempre en la perspectiva de unos valores fundadores de la acción y la actuación. Juan Domingo Perón (1945) exhibe "tres honras en mi vida: la de ser soldado, la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino": obediencia, valentía y trabajo. Getúlio Vargas (1954) dice querer defender al pueblo y su autonomía: "No quieren que el pueblo sea independiente".

Y a la patria, a la valentía, a la unidad de un pueblo, les sigue una historia, un ideal, una vida por venir. Lula (2003) mira al horizonte con un sueño colectivo de justicia social: "Estamos realizando un sueño que no sólo es mío, es un sueño de un pueblo, de una nación que quiere cambios: recuperar la dignidad del pueblo, recuperar su autoestima [...] mejorar sus condiciones de vida". Y por estos sueños, si es necesario trabajar "24 horas al día", lo hará. Kirchner (2003) también tiene un sueño: vengo a "proponerles un sueño: reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como Nación; vengo a proponerles un sueño que es la construcción de la verdad y la Justicia; vengo a proponerles un sueño que es el volver a tener una Argentina con todos y para todos [...] A encontrar el país que nos merecemos [...] un país serio [...] un país más justo". El futuro está claro: se puede contar, se hace historia.

Pero para que no queden dudas, se afirma como valor el servir al pueblo: Morales (2006) afirma que "la política significa servir al pueblo, no vivir del pueblo. Hay que vivir para la política y no vivir de la política". Y concluye: "queremos gobernar con esa ley que nos han dejado nuestros antepasados, el ama sua, ama llulla, ama quella, no robar, no mentir, ni ser flojo, esa es nuestra ley [...] mandaré obedeciendo al pueblo boliviano". Valores no de modernidad de mercado, sino de pureza ancestral: sabiduría del pueblo para guiar a la patria.

4. Un amor por el pueblo

El modelo, el líder, los valores, se concretan en la experiencia de amor de los líderes por su pueblo, y de su pueblo por los líderes. Los líderes populistas están en manos del destino, y por eso, como héroes de tragedia y de melodrama, se sacrifican por ese destino y ese amor: el pueblo. Getúlio Vargas (1954) certifica que "necesitan apagar mi voz e impedir mi acción, para que no continúe defendiendo, como siempre defendí, al pueblo y principalmente a los humildes. Sigo lo que el destino me ha impuesto".

Juan Domingo Perón (1945) concreta que "este pueblo no engaña a quien no lo traiciona", y Perón no los traiciona porque él es "este humilde hombre que les habla" y que se ofrece como "el vínculo de unión", "esa unidad espiritual de las verdaderas y auténticas fuerzas de la nacionalidad y del orden". Y él no traiciona; por eso, puede prometer "la felicidad [de] los verdaderos patriotas" que lleva a ganar "la grandeza espiritual y material".

Mientras que Lula (2003) convierte su amor por el pueblo en acto de familia al decir que "los trataré [al pueblo] con el mismo respeto con que trato a mis hijos y a mis nietos, que son las personas que más quiero", y es que el discurso populista, más que referirse a una nación, constituye una familia nacional.

Pero no sólo es familia, tradición, destino, es cuestión de religión; por eso es que se afirma que son proyectos que cuentan con la ayuda (patrocinio) del pueblo y de Dios: "Con la ayuda de Dios" (Kirchner 2003), "Gracias a Dios, tuve la oportunidad histórica de ser el portavoz de los anhelos de millones" (Lula 2003). Y un poco más diverso: "Agradecer a Dios, a la Pachamama" (Morales 2006).

5. Paradoja

Todos los líderes "dicen" y "actúan" como el pueblo, son el pueblo, encarnan una identidad colectiva; dejan de ser individuos para convertirse en un bien público; abandonan toda meta individual para construir un nuevo modelo de política, democracia y nación. Tanto que, como afirma Kirchner (2003), "estamos ante un final de época; atrás quedó el tiempo de los líderes predestinados, los fundamentalistas, los mesiánicos".

La paradoja está en que en la pragmática de la acción política sucede todo lo contrario: el líder es el pueblo, él o ella son la identidad colectiva, y, por lo tanto, lo que hay es un revival de los líderes predestinados, fundamentalistas y mesiánicos. Suena verosímil renunciar al yo para ganar al colectivo, pero no es creíble en la performance que se hace de la política, porque tanto en las acciones como en lo retórico se requiere y necesita el líder.

Final

Ya lo expresa, en este número monográfico de Colombia Internacional, Francisco Panizza: el populismo es "un modo flexible de persuasión" (citando a Michael Kazin), pero en un sentido no instrumental de persuadir como sinónimo de manipular, sino persuadir como construir identidad; y también, agrego yo, persuadir como modos de apelar e intervenir simbólica y narrativamente. Y para producir estos dos modos de persuasión, el relato populista asume que hay una crisis de la representación ("condición de necesidad"/caos), para desde ahí proponer una narrativa verosímil que defina el nuevo orden político ("condición de posibilidad"/esperanza).

Para construir esta identidad colectiva e intervenir en la emoción pública es que se construye una apelación verosímil de relato y testimonio. Estos seis discursos documentan un populismo que es brillante en su retórica, apelación, relato y testimonio: prometen la constitución de una identidad colectiva y popular verosímil y legítima. Se podría concluir que éste es su éxito: narrar, testimoniar, emocionar: un populismo que es una forma de la política, más que ser la política.

Finalmente, hay que resonar a Panizza cuando afirma que "el populismo le recuerda a la democracia que el pueblo es el depositario último de la soberanía", pero que es "el ciudadano el actor de la democracia". Y la verdad es que el populismo ha sabido invocar al ciudadano (en sus políticas sociales) y lo ha convertido en soberano (en sus modos de retórica y comunicación). Lástima que, por ahora, en América Latina somos más pueblo que ciudadanos.


Referencias

1. Discurso de asunción de Evo Morales ante el Congreso Nacional de la República de Bolivia. La Paz, 22 de enero de 2006.         [ Links ]

2. Discurso de Néstor Kirchner. Acto de asunción presidencial ante la Asamblea Legislativa. Buenos Aires, 25 de mayo de 2003.         [ Links ]

3. Pronunciamento à nação do Presidente da República, Luiz Inácio Lula da Silva, após a cerimônia de posse. Parlatório do Palácio do Planalto. Brasilia, 1º de enero de 2003.         [ Links ]

4. Discurso de Perón. Diálogo entre manifestantes y Perón desde el balcón de la Casa Rosada en la Plaza de Mayo. Buenos Aires, 17 de octubre de 1945        [ Links ]

5. Carta. Testamento de Getúlio Vargas, escrito el 24 de agosto de 1954.         [ Links ]

6. Jorge Eliécer Gaitán. 1945. El país nacional y el país político. (Discurso pronunciado durante la campaña presidencial de las elecciones de 1946, en las que se enfrentaron dos líderes liberales (Gabriel Turbay, candidato oficial del Partido Liberal, y Gaitán, del liberalismo disidente) y Mariano Ospina Pérez (Partido Conservador).         [ Links ]