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Historia y Sociedad

Print version ISSN 0121-8417

Hist. Soc.  no.33 Medellín July/Dec. 2017

https://doi.org/10.15446/hys.n33.62315. 

Artículo de investigación.

Jornada sin Gaitán. Prensa, política y gaitanismo (1948-1953)

Jornada without Gaitán. Press, politics and gaitanismo (1948-1953)

Adriana Rodríguez Franco1 

1** Magíster en Historia con énfasis en Historia Política y Social por la Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá. Candidata a doctora en Historia Universidad de los Andes - Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Historia. Bogotá-Colombia. ORCID: http://orcid.org/0000-0003-4550-1354. Correo electrónico: a.rodriguez18@uniandes.edu.co


Resumen

Este artículo analiza los intentos del periódico gaitanista Jornada por adaptarse a las nuevas circunstancias de orden político que tuvieron lugar como consecuencia del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948. Se destaca la forma en que los gaitanistas intentaron mantener vigente el órgano periodístico que sirvió como uno de los principales medios de integración del movimiento de apoyo a Gaitán desde su fundación en 1944. En primer lugar, el artículo explora el papel político del diario y su equipo editorial entre abril de 1948 y 1951 en medio de la inestabilidad política y social, el incremento de la violencia y las vacilaciones de los gaitanistas con respecto a su posición en la estructura partidista del liberalismo y en la vida pública en general. Luego, se comentará la postura específica de Jornada frente al Partido Liberal y al gaitanismo, para pasar a presentar las crisis que tuvo que sobrellevar el diario durante estos años y que afectaron de manera decisiva su presencia en la opinión pública. Finalmente, el texto hace referencia al carácter discursivo del órgano gaitanista en relación con el cubrimiento de la violencia política, destacando las estrategias que usó para reencontrarse con el lenguaje popular que lo caracterizó en sus primeros años.

Palabras clave: Jorge Eliécer Gaitán; gaitanismo; prensa; violencia; historia de Colombia (autora)

Abstract

This article analyzes the attempts of the Gaitanista newspaper Jornada for adapting to the new political circumstances that took place as a consequence of the assassination of Jorge Eliécer Gaitán in 1948. It underlines the way in which the Gaitanistas tried to keep in force the journalistic media, which served as one of the main means of integration that supported the movement of Gaitán since its founding in 1944. First, the article explores the political role of the newspaper and its editorial staff between April 1948 and 1951 amid political and social instability, increased violence and hesitations of the Gaitanistas with regard to their position in the party structure of liberalism and in public life in general. Then, we will comment on the specific position of Jornada with respect to the Liberal Party and Gaitanismo, to proceed to present the crisis that had to bear the newspaper during these years and that affected in a decisive way its presence in public opinion. Finally, the text refers to the discursive character of the Gaitanista paper in relation to the coverage of political violence, highlighting the strategies used to meet again with the popular language that characterized it in its early years.

Keywords: Jorge Eliécer Gaitán; gaitanismo; press; violence; Colombian history (author)

Introducción

En las siguientes páginas se busca seguir la trayectoria del periódico Jornada como uno de los principales medios de expresión y de aglutinamiento del movimiento gaitanista en los años que siguieron a la muerte de Jorge Eliécer Gaitán1 y antes de que se convirtiera en un importante foco de respaldo político al Gobierno militar de Gustavo Rojas Pinilla a partir de 1953.2 Específicamente, y teniendo en cuenta la multiplicidad de aspectos que se pueden abordar en el análisis de un medio de comunicación, se busca analizar el discurso político y las actividades políticas y editoriales de los gaitanistas vinculados a Jornada entre 1948 y 1953; es decir, un acercamiento al gaitanismo promulgado por aquellos individuos que participaron en la edición del órgano periodístico durante esos años. En concreto, el texto se preocupa por reconocer cómo resultó perjudicada la existencia del periódico ante la ausencia de su eje articulador de la movilización, y cómo enfrentó su equipo editorial las dificultades que se presentaron con la dispersión de los gaitanistas hacia otras fuerzas políticas. Efectivamente, Jornada fue un instrumento político importante para tratar de contener la desaparición del movimiento gaitanista y la dispersión de sus integrantes, toda vez que uno de los principales rasgos que caracterizó la presencia histórica de la movilización alrededor de Gaitán fue el personalismo. Sin embargo, el periódico también sirvió de catalizador para las diferencias y rivalidades que en su momento estaban contenidas por la presencia del líder, pero que se desataron con su desaparición física el 9 de abril de 1948.

Los diferentes momentos de la existencia de Jornada3 entre 1944 y 1957 fueron resultado de las circunstancias sociopolíticas cambiantes, por tanto, cada etapa del periódico presentó rasgos particulares que se hicieron manifiestos, por ejemplo, en su lenguaje, en sus temáticas y en su estructura física. En esta oportunidad se busca profundizar en la situación del vocero del gaitanismo después de la muerte de su fundador, la cual se hizo muy compleja, tanto en términos políticos como en los periodísticos y económicos. Esto resultaba previsible. Así como el futuro del gaitanismo era poco promisorio sin Gaitán, lo mismo se esperaba que ocurriera con su diario. Tanto fue así, que a partir de 1948 cayeron sobre Jornada los embates de la censura, la violencia, el faccionalismo, la crisis económica y las disputas internas. Lo que se puede observar en ese periodo es cómo el caos del contexto sociopolítico nacional se reflejó en la existencia del diario. Sin embargo, el hecho de que los gaitanistas involucrados en esta empresa periodística hicieran todo lo posible por mantenerla a flote es una evidencia de su importancia como medio de expresión y como actor político influyente.

1. El movimiento gaitanista sin Gaitán

Una evidencia del personalismo que caracterizó al gaitanismo es la dificultad que implica rastrear a los gaitanistas después de la muerte del caudillo. El problema radica en que el movimiento ya no tuvo la misma resonancia pública después del 9 de abril de 1948, a pesar de los intentos de algunos políticos e intelectuales para que esto no ocurriera. Los más cercanos seguidores de Gaitán tuvieron que adaptarse a las nuevas circunstancias políticas, por lo que trataron de ubicarse rápidamente en algún grupo o facción liberal que les garantizara protección y visibilidad. Mientras tanto, las bases gaitanistas serían convocadas nuevamente como pueblo liberal; aunque desde la perspectiva de las élites liberal-conservadoras y de sus medios de comunicación el gaitanismo era fundamentalmente la masa irracional y barbárica que protagonizó el Bogotazo.4

La situación para la organización gaitanista después de la muerte de su líder era de completa incertidumbre, acompañada, eso sí, de gran resentimiento contra quienes se mostraban inferiores a la tarea de mantener vigente su legado.5 De hecho, las formas organizativas populares del gaitanismo ya se habían visto afectadas por su integración con el Partido Liberal en 1947,6 pero un golpe tan contundente como la desaparición de su líder significaba su desvanecimiento. Sin embargo la explicación para este debilitamiento de la organización gaitanista no tuvo que ver solamente con sus condiciones intrínsecas: las élites del liberalismo, amparadas en la declaratoria del estado de sitio, reaccionaron rápidamente para reacomodar nuevamente al Partido Liberal y tratar de echar atrás algunas medidas que había tomado Gaitán, especialmente las tendientes a democratizar la colectividad.7 La resistencia que el gaitanismo puso a estas presiones era mínima, teniendo en cuenta su estructura de mando y de liderazgos.8

La ausencia de Gaitán puso de relieve las debilidades de su movimiento: una de las más significativas era que no se contaba con un individuo capacitado para remplazarlo en el momento en que se requiriera.9 Cristopher Abel señala cómo el caudillo siempre “se preocupó de estar rodeado por figuras mediocres”; Richard Sharpless afirma que “para el gaitanismo, el personalismo, que era su fortaleza mientras Gaitán estaba vivo, fue un defecto después de su muerte”10. Efectivamente, el círculo de seguidores y amigos de Gaitán -especialmente el que apoyó su campaña presidencial en 1944- estaba conformado por intelectuales-políticos con alguna figuración, pero definitivamente no se trataba de protagonistas rutilantes de la vida pública del país. Precisamente, la posición que tenían hizo que necesitaran de un personaje como Gaitán, que no solo impulsara sus carreras políticas sino que los representara para que, a través de él, pudieran expresarse.

De esta relación “el jefe” también se beneficiaba, ya que este grupo de seguidores se encargaría de recoger su pensamiento y de replicarlo en los barrios, en las regiones y en la prensa. Por su parte, los liberales que se afiliaron al gaitanismo después de 1946, aunque estaban mejor posicionados en el Partido Liberal y eran caciques políticos de las regiones, no lograron cultivar algún liderazgo central y eran considerados por los “viejos gaitanistas” como intrusos.11

Para Gerardo Molina, la explicación a este “error” político del gaitanismo radicaba en el propio temperamento de Gaitán, reticente a delegar el liderazgo y tendiente a politizar a las masas únicamente a través de la emocionalidad.12 Pero estos asuntos de “personalidad” no explican totalmente esta tendencia, y así lo demuestran los partidos que surgieron de algunos populismos latinoamericanos. Una razón verificable por la que el gaitanismo no pudo organizarse horizontal y verticalmente como un partido fue la ausencia de espacio político, debido al fuerte arraigo del bipartidismo; el mismo Gaitán no pudo desprenderse de él, e incluso cuando estuvo mejor posicionado en la opinión pública fue precisamente en los momentos en que formó parte del liberalismo. Sobre el destino de los gaitanistas después del 9 de abril, Molina comentaba que “poco después las huestes empezaron a dispersarse; la mayoría se mantuvo en el liberalismo (…) otros se fueron al comunismo, los de más allá se instalaron en esa tierra de nadie donde están los hombres sin partido y, no faltaron las unidades, que cuando las cosas empeoraron se inscribieron en las guerrillas (…)”13.

Efectivamente, la represión de las autoridades golpeó categóricamente a las bases gaitanistas que participaron en los levantamientos de abril de 1948; es más, actos de violencia contra los gaitanistas ya eran comunes antes de esta fecha. Para Gloria Gaitán, la Violencia fue principalmente un fenómeno en el que el pueblo gaitanista fue atacado por las élites de los dos partidos; algunos autores, generalmente con vinculación a Colparticipar,14 la acompañaron en la exposición de esta tesis. Evidentemente, esta es una visión restringida del proceso, ya que no explica por qué hubo víctimas conservadoras y liberales no gaitanistas en la Violencia, y tampoco la existencia de violencias previas a la consolidación del gaitanismo.15 Pero lo que sí es claro es que la frustración y la persecución al gaitanismo rural condujeron a la formación de guerrillas que fueron protagonistas de las sucesivas violencias que Colombia vivió años después.16

El camino que tomaron los gaitanistas más destacados fue el Partido Liberal. Realmente no tenían muchas alternativas.17 Darío Samper, Jorge Uribe Márquez y Francisco José Chaux fueron los gaitanistas que más hicieron presencia pública tratando de recoger las banderas del caudillo, teniendo en cuenta que tanto Samper como Chaux hacían parte del grupo de liberales que adhirieron a Gaitán desde el oficialismo, mientras que Uribe Márquez había sido uno de los pocos que se mantuvo en el movimiento desde el lanzamiento de la campaña presidencial gaitanista en 1944. Darío Echandía, de origen lopista y designado como ministro de Gobierno de la Unión Nacional, también se presentó como heredero de Gaitán.

Sin embargo, pronto surgieron los desacuerdos: Uribe Márquez no estuvo de acuerdo con la participación del Partido Liberal en el Gobierno de Unión Nacional, por lo que a finales de 1948 formó el grupo Comando de Izquierda Independiente. Esta disidencia fue también producto de una división entre los gaitanistas “viejos” y los vinculados más recientemente al movimiento.18 Estos últimos no estaban de acuerdo con la “tolda aparte” de los “comandistas” y por estas discrepancias algunos Gaitanis tas tomaron la decisión de abandonar la vida pública.19 En febrero se reunió una junta parlamentaria en la que se escucharon voces a favor de la unión del Partido Liberal y otras que exigían una Convención Liberal para analizar la situación. La Convención, que se llevó a cabo el 1 de mayo y que estuvo presidida por Uribe Márquez y Carlos Lleras Restrepo, construyó las listas de candidatos para las elecciones legislativas de ese año, las cuales estuvieron diseñadas de tal forma que se garantizara la unidad liberal.20

Precisamente, el Congreso y la prensa fueron los escenarios predilectos de los gaitanistas que continuaron participando activamente en la vida pública. En el Congreso que se instaló en julio de 1949, los gaitanistas manifestaron con contundencia su posición frente al conservatismo y al Gobierno, destacándose así dentro del grupo de representantes liberales. También fue notable la oposición de Uribe Márquez a la posibilidad de que los liberales entablaran un acuerdo con los conservadores en la postulación de un candidato moderado para la elección presidencial de 1949.21 En el terreno de los impresos, además de Jornada, el semanario Sábado también fue un canal de opinión de los gaitanistas, y la figura de Gaitán era evocada continuamente en su contenido con el fin de mantener el vínculo entre las trayectorias públicas de estos intelectuales y las experiencias vividas en el gaitanismo.22

Para los seguidores más cercanos del caudillo que no continuaron en los círculos políticos, la principal vía de expresión fue la escritura de biografías y reflexiones sobre los eventos del 9 de abril; allí se recogieron las vivencias de estos personajes en el gaitanismo y sus impresiones individuales sobre Gaitán, las que indudablemente estaban marcadas por el contexto político de violencia y conflicto. Estas obras fueron objeto de debate entre los gaitanistas y, en algunas oportunidades, motivo de conflicto.23

Imagen 1

Ediciones del 18 de abril y del 20 de abril de 1948, antes de las honras fúnebres de Gaitán.

El otro escenario de supervivencia de Gaitán -más que del gaitanismo- fue el uso (y el abuso) de la memoria. Unos se dedicaron a explotarla para su beneficio propio, como las élites liberales, que después de haberlo rechazado lo acogió como uno de los principales referentes históricos del Partido Liberal,24 incluso desplazando a figuras de la talla de Rafael Uribe Uribe; otros, como los conservadores, utilizaron el miedo al 9 de abril para avivar los odios entre sus copartidarios; y otros más, representantes de los dos partidos,25 se dedicaron a gaitanear, a intentar imitar al caudillo en su interlocución con las masas y a pretender convertirse en sus sucesores.

2. La búsqueda de la unión gaitanista y liberal en las páginas de

Jornada (1948-1951)

La preocupación principal del periódico después de los trágicos hechos del 9 de abril fueron las noticias y especulaciones que se produjeron en torno a la investigación sobre el asesinato de Gaitán. Aparte de la presentación de los diferentes homenajes que se le rindieron al caudillo por sus honras fúnebres y en manifestaciones por todo el país -teniendo en cuenta las restricciones del estado de sitio-, Jornada le dedicó mucho despliegue informativo a todos los aspectos que se iban conociendo sobre la vida de Juan Roa Sierra, autor material del homicidio; también puso mucha insistencia en las lecturas e interpretaciones que hacían los otros medios de comunicación sobre los hechos, máxime teniéndose en cuenta las supuestas amenazas que Gaitán había recibido por parte de medios conservadores regionales.26

Pronto surgió un enfrentamiento entre Jornada y Enrique Santos “Calibán” en relación con los responsables del crimen contra el caudillo y la destrucción de Bogotá. El influyente columnista aseguró que el culpable de todo lo ocurrido había sido el comunismo, tesis que el diario gaitanista rechazó categóricamente por ver en estas afirmaciones un intento de vincular al movimiento gaitanista con los comunistas: “Nos juzga mal Calibán cuando cree que en Jornada queremos amedrentarlo. No. Él mismo puede amedrentarse por su cuenta y riesgo con solo hojear la prensa conservadora más reaccionaria del país, en la cual se le está haciendo con no disimulado alborozo el honor de la reproducción”27. Días después lo acusaron de querer “liquidar las ideas de Gaitán, exterminar su memoria y regresar a las antiguas tesis”28. Este fue solo un episodio más del enfrentamiento que Jornada sostuvo con el periódico de los Santos; conflicto en el cual el primero se mostró más beligerante, mientras que el segundo aparentó una actitud de neutralidad y de desprecio hacia el otro, talante que se ajustaba a su condición de medio de la gran prensa. Asimismo, esta situación también evidencia la tesis que tratarían de defender los gaitanistas con respecto al asesinato de Gaitán, y es que este fue perpetrado por los sectores más reaccionarios del conservatismo.

Una vez verificado el gran vacío que dejó Gaitán, los gaitanistas clamaron por la unidad; así lo manifestó Alejandro Vallejo en su columna la palabra encadenada: “Todos los que luchamos a su lado tenemos la obligación de unirnos, en una unión sagrada para tratar de llenar siquiera en parte el inmenso vacío que él dejó”29. Jornada buscó propiciar la unidad liberal y popular alrededor de la figura de Darío Echandía, en su condición de ministro de Gobierno. Sin embargo, en ese momento el problema de mayor complejidad para el diario era la definición de su postura frente a la colaboración liberal con el Gobierno de Mariano Ospina Pérez, ya que ante las bases del Partido Liberal no se podía hablar de apoyo al Gobierno, aunque el incremento de la violencia tampoco hacía conveniente una oposición absoluta.

La solución estuvo en legitimar su posición con las tesis de Gaitán: “Amplio respaldo a Echandía y a la colaboración, habrá. Las tesis del doctor Gaitán han sido puestas en práctica con la cooperación política”; al tiempo que en el editorial se afirmaba: “Planteada la colaboración liberal dentro de las tesis por el doctor Jorge Eliécer Gaitán, el pueblo contribuirá a la creación de un orden que facilitará su desarrollo”30. El número especial dedicado a conmemorar los cuatro años de existencia de Jornada fue una oportunidad para recoger el legado de Gaitán y para afianzase de nuevo en términos políticos. En esta edición se publicó el fragmento de una biografía sobre el caudillo que estaba preparando Alejandro Vallejo, así como poemas, ensayos y escritos en su homenaje (Imagen 2). Jornada se proyectaba hacia el futuro manteniendo su carácter de “vocero directo, desinteresado y atento de las angustias, de los anhelos, de las esperanzas de vastos sectores populares, que interpreta dentro de su franca posición de izquierda, distante del comunismo, pero abiertamente contra la reacción en todas sus formas, económicas sociales y políticas”. Y también insistió en que “no tiene compromisos sino con el pueblo.” Aparte de señalar esa responsabilidad, se reiteró el apoyo a Echandía y a la “cooperación política”31.

Imagen 2

Anuncio y primera página de la edición especial de Jornada , Bogotá, 24 de mayo, 1948.

El aniversario de Jornada fue comentado en medios liberales, especialmente en El Espectador y El Liberal, en los que se hizo un reconocimiento por la labor política y periodística del vocero gaitanista, sin dejar de señalar las diferencias ideológicas que los había separado en diversas oportunidades. Según El Liberal, Jornada era un medio “popular y de izquierda” y un “órgano de lucha (política)”; por su parte, El Espectador lo reconoció como portavoz de un vasto sector político del país.32 Evidentemente, para la opinión pública el diario era una parte muy importante del legado político de Gaitán.

Después de lo acontecido el 9 de abril, se observan intentos del periódico por vincularse nuevamente con sus orígenes populares, esto en el marco del empeño de reorganizar el Partido Liberal con base en la movilización popular y en la “realización del legado de Gaitán”. Jorge Uribe Márquez apareció otra vez como columnista del diario, con lo que se demostraba la intención de unidad que querían mantener los principales sucesores del gaitanismo. Sin embargo, el 18 de agosto se anunció la salida de Alejandro Vallejo de la codirección de Jornada, la cual había compartido con Darío Samper desde enero de ese año. Esta fue la primera gran crisis que debió superar el diario.

Otro frente político usado por Jornada para su posicionamiento en el liberalismo fue la forma en que enfrentó la oposición al Gobierno en particular, y al conservatismo en general. Definitivamente, la facción que le generaba más animadversión al diario era la laureanista, lo que no impedía que se aprovechara cualquier oportunidad para poner en descubierto las debilidades conservadoras con titulares como: “Oposición a Mariano Ospina Pérez y saboteo a la Unión Nacional. Consigna de Alzate y de Villareal al conservatismo”; o “Se acentúa el caos interno en el seno de conservatismo”.3333 La prensa conservadora hizo lo propio destacando la división liberal. Una vez que se levantó el estado de sitio -el 16 de diciembre de 1948- comenzó formalmente la campaña electoral. Pero la principal preocupación de Jornada y de los gaitanistas era la situación interna del liberalismo, y especialmente de la agrupación que se identificaba con el ala de izquierda y con el gaitanismo. Se anunció entonces la conformación del “Comando Izquierdista”, que estaría encabezado por Jorge Uribe Márquez, Isaías Hernán Ibarra y otros gaitanistas de vieja guardia, y cuyo objetivo político era, según ellos, “la organización del liberalismo”3434.

A pesar de que anunciaba su disposición a colaborar con la dirección del Partido Liberal, era evidente que esta organización no iba a actuar en concordancia con la dirigencia. Samper asumió en nombre de Jornada una postura de defensa de la “unión liberal”, por lo que manifestaba sus reservas frente al proyecto comandista: “Estos organismos pueden y deben actuar en coordinación con la Dirección Nacional del Partido, sin que sus actividades se contrapongan a los planes de las directivas legítimas”. Se enfatizó en la defensa de la unión, más si se recurría a Gaitán para argumentarla: “Dividir al partido en cualquier forma y por cualquier razón sería proscribir la doctrina de Gaitán, aniquilar su obra, borrar de un golpe lo que él construyó con tantos esfuerzos y sacrificios”, para después reafirmar: “El enemigo es uno solo. Lo es, desde luego, el conservatismo”3535.

Pese a estas precauciones frente al Comando Izquierdista planteadas por Samper, Jornada inició un seguimiento a su movilización política y se convirtió en órgano de aglutinamiento de este sector, que se empezaría a reconocer como el Comando Nacional Popular. Esta actitud del diario fue consecuencia de la presencia de Uribe Márquez en el cuerpo de redacción. Simultáneamente, Samper también emprendió actividades de agitación política, por ejemplo, con la presentación de una conferencia titulada “El liberalismo, Partido del pueblo”, la cual fue impartida en el salón de la Cámara de Representantes ante un auditorio conformado por liberales, líderes de la Jega36 y algunos representantes de los sectores populares.

El contenido de la misma, que fue transcrito en su totalidad en las páginas del diario, fue una reflexión sobre la tradición popular en el pensamiento liberal, un reencuentro con la misión política de la Jega y una reafirmación de su adhesión a la plataforma política de Gaitán formulada en 1947 en el Teatro Colón.37 Se habló entonces en Jornada de un renacer de la Jega como “movimiento centinela del viejo gaitanismo”3838, lo que evidencia el interés de retomar su influencia sobre los rezagos de la movilización popular gaitanista. El inconveniente fue que ese acercamiento con “lo popular” se hizo desde la división de la dirigencia gaitanista, la cual impregnaba de confusión a su principal vocero.

Para ese momento ya estaban más que claras las tendencias que conformaban el desbarajustado gaitanismo y que se disputaban el control de Jornada. La primera, encabezada por su director, Darío Samper, que era proclive a la unión liberal y, por ende, al establecimiento de acuerdos con las directivas del Partido Liberal; la segunda, en la que participaban Jorge Uribe Márquez, Alejandro Vallejo y Jorge Villaveces, quienes querían dar continuidad a la movilización popular que impulsó Gaitán en desmedro de los acuerdos políticos;39 y la tercera, destacada por la prensa conservadora, provenía del socialismo con Antonio García y Diego Luis Córdoba.40 Esta última corriente, que hacía presencia en la Junta Directiva de Jornada, se mostró proclive a que el diario contara con direcciones conjuntas que reflejaran las diferentes posiciones que existían en el gaitanismo.

Mientras Samper seguía insistiendo en la unión liberal “sin exclusión alguna, sin recelos, sin vanas emulaciones personalistas”, al tiempo negaba enfáticamente la posibilidad de que Jornada fuera el órgano oficial del Comando Popular; trataba, en lo posible, de mantener una posición conciliatoria con esta agrupación y con Uribe Márquez, resaltando la existencia de afinidades ideológicas en los aspectos fundamentales y achacando los desacuerdos a “cuestiones adjetivas”. En respuesta a esta posición de la dirección del periódico, Vidales respondía desde su columna a Samper que esa postura “neutral” no coincidía con el carácter de Jornada, ya que el Comando era la representación de las ideas de Gaitán, por lo que resultaba natural que su órgano de expresión fuera el diario fundado por el caudillo.

Samper -en su editorial- siguió advirtiendo que la política más conveniente era la unidad de propósitos entre la Dirección Nacional Liberal y el Comando; con respecto a Jornada, ratificaba su carácter de vocero popular pero aclaraba que la Junta Directiva no había modificado su orientación con la finalidad de brindar su apoyo a un grupo específico.41 Según la prensa conservadora -alimentada por los rumores que provenían de los liberales-, esta actitud de Samper se debía a su interés por establecer acuerdos con las cabezas tradicionales del liberalismo (Lleras, Lozano y Santos) y de convertirse así en un “oligarca” más.42

El divisionismo se trasladó pronto a la Dirección Nacional del Partido Liberal y sobrevinieron las renuncias de Lleras Restrepo y de Chaux. Jornada, de acuerdo con el pensamiento de su director, seguía empeñado en la unión liberal y desde sus páginas aplaudía las iniciativas para incluir a Uribe Márquez como representante del Comando en la junta de parlamentarios liberales.43 Por esto se celebró con alborozo la declaración del 1 de marzo “Sellada la Unión Liberal. Uribe Márquez entra a la Dirección Nacional”, la cual compartió con los dos directores anteriores. Por tanto, Jornada se vio a sí mismo como un actor primordial en este proceso de unificación del partido, y con esta base inició el proceso de la siguiente campaña electoral y la organización del congreso de líderes populares del liberalismo. La campaña se desarrolló en medio de la violencia política y de la crisis del Gobierno de la Unión Nacional. La salida de los ministros liberales y el nuevo gabinete de Ospina Pérez fueron vistos por el órgano gaitanista como la implantación del “régimen militar”. Se acusó al presidente de “quebrantar sus promesas” y de nombrar un gabinete similar al que llevó al caos al país el 9 de abril del año anterior, por lo que el llamado estaba dirigido al pueblo liberal para que estuviera atento a obedecer las instrucciones de sus directivas.44 La exaltación de la imagen de Gaitán acompañaba todas estas exclamaciones.

Tanto los preparativos para las elecciones como los llamados a la unidad o la proclamación de Darío Echandía como candidato a las elecciones presidenciales estuvieron asistidos por la evocación al caudillo: “Os invito como Gaitán: a la victoria, pueblo”; “Ninguno mejor (…) que Echandía para conducir a Colombia hacia el norte que Gaitán, el Precursor, le trazó al pueblo en su marcha hacia la reconquista del poder”45. Asimismo se acudió a la memoria para la promoción de la Convención del Partido Liberal, por lo que se publicó en la primera página la imagen clásica de Gaitán con el brazo arriba, como símbolo de combatividad y victoria (Imagen 3).

La compleja situación de orden público derivó en una nueva declaratoria de estado de sitio el 9 de noviembre, la cual impuso severas restricciones a la libertad de prensa. Jornada acusó al Gobierno de Ospina Pérez de ser el responsable de la violencia y respaldó la decisión del Partido Liberal de ausentarse de la contienda electoral y de no reconocer el resultado de las elecciones. Ante la crisis política, el diario se vio forzado a salir de circulación entre el 11 de noviembre de 1949 y el 10 de abril de 1950. Para ese momento Laureano Gómez ya había sido elegido como primer mandatario. Con la censura, la atención del diario gaitanista ya no pudo concentrarse en la denuncia de la violencia conservadora y en las críticas a la administración conservadora. En consecuencia, se retomaron temáticas como el avance en las investigaciones sobre el asesinato de Gaitán y se plantearon otras nuevas que no eran propias del talante del diario, por lo menos en las primeras planas: concursos de belleza, estrellas de cine, deporte y fenómenos llamativos y superfluos.46

Imagen 3

Jornada , 2 de octubre, 1949.

El cubrimiento informativo se desvió a los acontecimientos internacionales, tratando de buscar conexiones entre estos y la situación nacional; la guerra de Corea fue el evento que gozó de mayor despliegue en Jornada durante 1950, y la participación de tropas colombianas en el conflicto fue motivo de debate entre los Partidos. Otra temática que pudo ser registrada en las páginas de los diarios sin que fuera motivo de censura fue la división partidista, que fue planteada por el órgano gaitanista por medio de la fijación de dos bandos que se enfrentaban continuamente: de un lado, las élites liberales y conservadoras y, por el otro, los representantes de los sectores populares de las dos colectividades.

En cuanto al Partido Liberal, la figura que desde mediados de 1949 fue objeto de rechazo por parte de los gaitanistas de Jornada fue Carlos Lleras Restrepo, a quien se le acusó de ser el responsable del desplazamiento de los líderes populares de la directiva liberal. Eran frecuentes los titulares en que se fustigaba a una de las cabezas de la Dirección, por ejemplo: “La decisión de la Dirección Nacional es un caso de soberbia oligárquica. Carlos Lleras prohíbe la entrada de líderes populares a la Casa Liberal”47. Con respecto al otro bando, Jornada siguió con atención la lucha contra las cabezas del conservatismo, en la cual “jefes populares” -particularmente Alzate Avendaño- eran también “desplazados” por la facción minoritaria de Laureano Gómez. En tanto avanzaba el Gobierno de “el Monstruo”, como sus opositores llamaban al presidente, más se afianzaba la solidaridad entre los líderes populares del liberalismo con los del conservatismo. Mientras “El Siglismo sigue contra Alzate”, este en su condición “caudillo” y representante de la “mayoría”, “de la mitad más uno”, contaba con “el respaldo del pueblo” conservador.48 De esta forma, el vocero gaitanista vio en la división conservadora un reflejo de sus propias luchas dentro del Partido Liberal.

Desde comienzos de 1951, la disputa “antioligárquica” desde esta corriente del liberalismo se enfocó en la organización de la Junta Popular Liberal; se esperaba que en este movimiento confluyeran los sectores que se consideraban herederos de las banderas de Gaitán y que mantenían su adhesión a la Plataforma del Colón;49 se anhelaba la consolidación de una fuerza política de cara a la reunión de la Convención Liberal y llegar a disputar el control del Partido Liberal a las élites. Esta confrontación no se planteó en Jornada únicamente en términos de combate a la “oligarquía”; también se hablaba de una batalla generacional entre los que se reconocían como los “penúltimos” y los “centenaristas” (López, Santos, Lleras).50

3. Los conflictos entre los gaitanistas y las crisis de Jornada

La primera gran crisis política de Jornada fue la renuncia de Alejandro Vallejo a la codirección. Aunque se intentó superar el impase manteniéndolo en su condición de columnista de la reconocida “Palabra encadenada” -asegurándole “completa libertad y autonomía”- fue evidente que su separación de la dirección era resultado de motivaciones políticas más profundas. Esto lo registró la primera página de Eco Nacional51 -diario que estaba muy atento a resaltar los conflictos entre los gaitanistas- y Sábado, medio al que Vallejo le concedió una extensa entrevista y que dio gran despliegue a la “crisis” del vocero gaitanista. Allí Vallejo indicó que no compartía que la dirección del diario tuviera un candidato para el contralor general de la república, cuya elección era una tarea de los representantes del Partido Liberal. También evidenció sus diferencias de criterio con Samper en cuanto a la publicación de telegramas y comunicaciones con insultos en contra de los liberales que eligieron a Ordoñez Ceballos como contralor, y quien precisamente no era el candidato de Jornada.

No obstante, con la dirección que tomó la entrevista se pusieron de manifiesto las motivaciones de fondo que condujeron a la renuncia de Vallejo: principalmente eran diferencias políticas y personales con Samper. En cuanto a las últimas, aquel dijo que tenía un “temperamento” distinto al del otro director, lo que conocía incluso antes de recibir la oferta por parte de Gaitán para que estuviera en codirección, pero ante la “orden” que recibió del caudillo, aceptó el encargo. Con respecto a las divergencias políticas, Vallejo reconoció la existencia de coincidencias en asuntos ideológicos fundamentales, pero dio mayor peso a los desacuerdos en cuanto a los aspectos procedimentales; en este caso, la forma en que se conseguiría la tan cacareada unidad liberal:

Yo no soy un convencido de la unión liberal (…) creo más fácil, por ser más lógica, la unión nacional por la base, la identificación de las masas liberales y conservadoras en unas reivindicaciones de sus intereses por la acción de las oligarquías. Pero creo que si la Unidad Liberal se rompe, debe hacerlo por cuestiones importantes, no por asuntos secundarios. Si el partido liberal ha de romperse o de liquidarse, que lo haga poniendo de un lado a las clases económicas explotadas -empleados, campesinos, obreros, pequeños industriales, intelectuales, pequeños comerciantes, profesionales- y del otro a las clases poderosas y explotadoras, a las oligarquías.52

La contundente posición de Vallejo evidencia la existencia de discrepancias entre los gaitanistas, las que no respondían solamente a asuntos puntuales como candidaturas o representaciones sino que tocaban cuestiones de fondo: su concepción sobre la constitución del movimiento popular y del Partido Liberal, sus fines políticos y los procedimientos para alcanzarlos. Este era un momento propicio para que se manifestaran los intereses particulares o los “personalismos”, ya que era notoria la ausencia de liderazgo en el movimiento. Los puntos de vista diversos -o hasta contradictorios- entre los integrantes del equipo de Jornada seguramente existían desde el comienzo, pero lograban ocultarse tras el liderazgo que ejercía Gaitán, tanto en el periódico como entre sus seguidores, llegando incluso a convertirse en una figura impositiva en el momento de establecer el rumbo y las dinámicas de estas organizaciones.

La segunda gran crisis que vivió Jornada se desencadenó el 21 de diciembre de 1948 por la publicación en El Siglo del contenido de una carta que Santiago Valderrama -quien se había desempeñado como tesorero y miembro de la junta directiva de Jornada- dirigía a Jorge Uribe Márquez. El Siglo calificó el evento como “una bomba política”53. En este documento Valderrama mostraba su descontento por el rumbo que estaba tomando el diario en relación con los asuntos políticos, organizativos y económicos. Aseguraba que la dirección dudaba constantemente sobre la dirección ideológica que debía tomar el periódico, y que las decisiones las tomaba una “rosca” que lo estaba hundiendo en la crisis económica y política. Los comentarios fueron rechazados inmediatamente por la dirección de Jornada, la que aseguró que estos ataques respondían a “un plan de acabar con el periódico en unión de ciertos ‘notables’ del antiguo gaitanismo, porque no se ha puesto al servicio de sus intereses políticos y personales”. Esta idea conspirativa se reafirmó en la página editorial, la cual acusó a sectores de la derecha liberal, exgaitanistas y “sedicentes izquierdistas” de querer acabar con el “diario del pueblo” (Imagen 4).5454

Imagen 4

Se presentan a los lectores los detalles de la campaña contra Jornada , 4 de enero, 1949.

Los rumores del posible cierre de Jornada se extendieron por la “prensa oligárquica”, lo que condujo a que el conflicto ahora se enmarcara desde dicho periódico en una lucha contra la élite bipartidista. Intentando acallar estos comentarios, el medio gaitanista señaló que de ninguna manera se estaba contemplando el cierre del diario, ya que incluso se estaba a la espera de una moderna rotativa recién adquirida en el exterior; en cuanto a los asuntos políticos, aquel negó la existencia de discrepancias con Francisco J. Chaux y Jorge Uribe Márquez, quienes le habían demostrado su respaldo. Aunque en apariencia podría parecer que este problema fue producto de las inconformidades de un exempleado -que para ese momento era representante a la Cámara y tesorero del Partido Liberal-, lo que realmente ocurría detrás de este episodio era la agudización de las diferencias políticas entre los gaitanistas y la forma en que se estaban envalentonando los ánimos frente al control de los medios de expresión del movimiento.

La creación de los “comandos izquierdistas” es una evidencia de esta situación y contribuyó a acentuar la división de la izquierda liberal. Con el ánimo de enviar un mensaje de unidad y de subrayar que la crisis estaba solucionada, el 23 de diciembre se anunció que Vallejo, Samper, Uribe Márquez y Vidales alternarían en la sección editorial desde comienzos de 1949. Esta decisión se presentó a los lectores como “un convenio entre los escritores de izquierda”, cuya misión era “defender a toda costa los postulados del Dr. Gaitán”55. No obstante, en los primeros días del año de 1949 seguía comentándose el posible cierre de Jornada, aunque en esta oportunidad no se trataría únicamente de rivalidades políticas, sino también porque se veía afectada la base económica del diario. Esto lo llevó a tener que descalificar rápidamente dichas “calumnias” y la “campaña que adelantan pública y soterradamente los enemigos de ‘Jornada’ -que son los enemigos del pueblo- que han llegado hasta el extremo de hacer saber a gerentes de empresas que anuncian en este periódico que el diario que fundó Jorge Eliécer Gaitán va a clausurarse dentro de unas pocas semanas”56. Esta situación puso en mayores aprietos la ya delicada situación financiera del órgano.

La tercera -y quizá más grave- crisis de Jornada se desató en la madrugada del 18 de agosto de 1950. El día anterior se llevó a cabo la Junta Directiva con la presencia de los accionistas y sus representantes, en donde se tomó la decisión de remover de sus cargos a Darío Samper y a Jorge Villaveces, director y gerente, respectivamente. Los nuevos directores serían Jorge Uribe Márquez, de la Dirección Liberal, y Juan B. Barrios, reconocido gaitanista del Magdalena.57 Estas informaciones, que fueron publicadas en la primera página del diario El Tiempo, no coincidían con el contenido de Jornada ese 18 de agosto, ya que en el encabezado Samper todavía aparecía como director y el titular publicado era el siguiente: “‘Jornada’ nunca irá al poder de las oligarquías. Gaitanistas: no entregaremos la única tribuna del pueblo. Ordóñez Ceballos y Carlos Lleras quieren ponerla al servicio de sus propios intereses”. Por estas razones surge la pregunta, ¿qué ocurrió en Jornada?

Esta vez el enfrentamiento era más complejo debido a que involucraba a la dirigencia de los Comandos Populares, al contralor general de la república, Antonio Hernández Ceballos, a la Junta Directiva del diario, a su equipo de redacción -en cabeza de Samper y de Villaveces- y a sus accionistas. Todos se disputaban el control de Jornada. Prontamente, el equipo que había resultado desplazado salió a desautorizar a la Junta que se había nombrado y las decisiones que esta había tomado. En el editorial de ese 18 de agosto de 1950 plasmaron su visión de lo acontecido, y calificaron la junta como una “maniobra”, un “golpe de cuartel” que había sido preparado cuidadosamente desde las oficinas de “un funcionario público que se convierte en jefe de facción y de manera beligerante, auxiliado por sus empleados y secuaces, anuncia tomarse esta empresa y tolera que sus subalternos amenacen de muerte a quienes se le opongan y ataquen al personal del diario de Jorge Eliécer Gaitán, como lo hicieron cobardemente con el jefe de redacción”58.

Por su parte, la nueva Junta Directiva de Jornada recurrió a El Tiempo para presentar su comunicado, en el cual reafirmaban la legitimidad de las decisiones tomadas por ellos y la forma en que enfrentarían el reto de dirigir el principal vocero del gaitanismo:

La Junta Directiva de ‘Jornada’ se complace en informar a los lectores, simpatizantes y accionistas del periódico, que en el día de hoy fue reorganizada totalmente la nómina de los directores y del gerente de la empresa. El cambio obedece a los claros propósitos que nos animan de ensanchar y mejorar los servicios de este diario, que tan favorable acogida ha tenido en todas las zonas liberales, preferencialmente en los sectores populares del partido. Nos ha parecido conveniente, en las circunstancias actuales, llamar a la dirección y a la gerencia de la empresa a los ciudadanos que disfrutan de mayor prestigio posible dentro de los cuadros de combate que dirigió el doctor Jorge Eliécer Gaitán. (…) ‘Jornada’ aspira vincular a sus campañas a los elementos jóvenes y a las clases obreras. Las columnas de este diario estarán abiertas para los nuevos hombres de Colombia, para los que sin odios ni rencores, quieran hacerle llegar su mensaje político al país.59

Más allá de ahondar en los detalles de la junta que se llevó a cabo aquella noche, es importante resaltar que, efectivamente, sectores del liberalismo estaban intentando crear una mayoría en la asamblea de accionistas del periódico con una compra masiva de acciones por parte -sobre todo- de funcionarios de la Contraloría. Esta situación ya había sido denunciada previamente por el diario El Siglo60 y fue desmentida con insistencia por Jornada. El periodista del órgano gaitanista, Guillermo Archila recuerda cómo en una de las asambleas se desencadenó una zambra en el momento en que algunos accionistas se percataron de que Ordóñez Ceballos y Julio César Turbay estaban tratando de consolidar mayorías a través de la compra de las acciones.61 Samper y Villaveces dejaron la resolución del conflicto sobre la validez de la

Junta Directiva en manos de la Superintendencia de Sociedades Anónimas. También dedicaron páginas enteras del órgano a la publicación de mensajes de adhesión y apoyo que recibían de todo el país. No iban a dar su brazo a torcer; esto a pesar de los intentos de la nueva junta por asumir el control del diario. La primera decisión que esta tomó fue solicitar que se le cortara el suministro de energía eléctrica a los talleres de Jornada, para que se suspendiera su circulación (efectivamente esto ocurrió el día 19 de agosto de 1950);62 luego se publicaron en distintos diarios avisos convocando a los accionistas para que reclamaran las acciones en las nuevas oficinas del periódico;63 y por último hasta los talleres fueron víctimas de saboteo y robo de maquinaria

-aunque no se haya comprobado la participación de los integrantes de la nueva junta en estos hechos-.

Es importante señalar el continuo seguimiento que los medios rivales hicieron sobre las noticias de Jornada. La situación del diario de Gaitán era más que crítica y tendía empeorar. Su publicación era muy deficiente, hasta el punto que debió reducir el número de páginas a seis. En términos políticos, Samper revivió el conflicto que en 1947 había separado a Uribe Márquez de la codirección de Jornada, momento en el que este pasó por encima de las decisiones de su compañero y de Gaitán. Asimismo se le acusaba de estar aliado con Lleras Camargo, el principal representante de la maquinaria liberal, de manera que la cruzada de Samper en defensa del órgano gaitanista también era un combate contra las élites de los dos partidos tradicionales; así lo registraron los siguientes titulares: “La dirección de Lleras comienza a desmoronarse en todo el país”; “Lleras fue es y será el enemigo de Gaitán”; “La garra llerista sobre ‘Jornada’”64.

La respuesta de la Superintendencia no favoreció a Samper y a Villaveces, al definir el conflicto dictaminando la disolución de Jornada S.A. Para esto fue necesario reformar la estructura del órgano: el 30 de enero de 1951 se nombró como codirector al periodista Rafael Maldonado Sánchez y como gerentes liquidadores a Villaveces y a Ordóñez. En ese momento se habló de la existencia de un acuerdo “comercial” entre los accionistas y se negó enfáticamente la presencia de acuerdos políticos que afectaran la orientación de Jornada. Casi tres meses después, Darío Samper decidió presentar su renuncia, aduciendo que el diario ya no era el representante de la Junta Popular, que para él era la expresión del movimiento popular del liberalismo. La carta de respuesta a la renuncia (que sí se publicó) estuvo a cargo de Villaveces, quien reiteró a Samper su aprecio y amistad, pero le reprochó el haber fomentado oportunismos y personalismos en la Junta y en Jornada.

Con la salida de Samper del periódico se redujo considerablemente la con-

frontación política en el órgano. Por ejemplo, en relación con la discusión sobre la Constituyente, Jornada presentó los diversos puntos de vista de los sectores políticos, incluso los de los conservadores; esto no evitó que en los editoriales se hiciera explícito su propio criterio editorial. La disputa con la dirigencia liberal se mantuvo, lo mismo que con sus medios de expresión; frente a la política de abstención liberal para las elecciones parlamentarias, la discusión giró en torno a cuál había sido la fuerza política que logró evitar que los liberales acudieran a las urnas el 16 de septiembre.

En un editorial de Jornada se reprodujeron las palabras que pronunció Villaveces en la Dirección Nacional Liberal sobre el fin del gaitanismo: “El gaitanismo ha dejado de existir, porque ahora el partido liberal es el gaitanismo. Ese es otro triunfo magnífico, deslumbrante y vivo de las tesis. Porque, como decía Gaitán, el liberalism es el partido del pueblo. Y el pueblo, ya bien lo sabemos, y ahora lo repetimos, el pueblo vive siempre y contra él y sus intereses, nada prevalecerá jamás”65.

4. La violencia bipartidista en Jornada

Antes de que se impusiera la censura de prensa en noviembre de 1949, Jornada había dedicado gran parte de su actividad periodística y política a la denuncia de la violencia contra los liberales, tanto la que padecían los campesinos en las zonas rurales del país como la sufrida por los políticos, intelectuales y periodistas que tenían la calidad de presos políticos después de los eventos del 9 de abril de 1948.66 También manifestaba su rechazo a la “tregua política” que el liberalismo había pactado con el Gobierno de Ospina Pérez con el fin de sostener la Unión Nacional.67 Por consiguiente, era común encontrar titulares como “¿Cuál tregua? La verdadera jefatura conservadora está en Medellín, rodeada de espías, de soplones de perros de presa, que el gobernador Arango Ferrer ha amaestrado para perseguir al liberalismo y cazar a las gentes de bien. Las cárceles están llenas de presos políticos”68. No era únicamente la primera página la que se encontraba invadida por este tipo de titulares; las noticias nacionales y la columna editorial registraban con insistencia los asesinatos, las acusaciones en contra de los funcionarios conservadores, las persecuciones a políticos e intelectuales y, en general, las arbitrariedades conservadoras. Un ejemplo de esto es la columna titulada “Antioquia Oprimida”, de autoría de Uribe Márquez.

En esta etapa de su existencia como órgano periodístico y político, Jornada volvió a utilizar un lenguaje claro y directo, evocando imágenes y despertando emociones, con lo que lograba hacerse más accesible a los sectores populares; este fue el estilo periodístico que lo caracterizó en sus dos primeros años de actividad.69 En su cobertura de la Violencia, el rotativo recurrió a la descripción y a lo explícito -a la fotografía- pues buscaba establecer una conexión emocional con el lector y, especialmente, despertar en él sentimientos de confrontación en contra del “enemigo”. A diferencia de lo que ocurría con los principales medios masivos, que continuaban el camino hacia su consolidación como gran prensa comercial, Jornada daba pasos hacia atrás en ese objetivo -el que se había trazado en 1947-.

Las primeras planas de diarios como El Tiempo o El Espectador estaban dedicadas a las noticias de los líderes tradicionales liberales, mientras que en el órgano gaitanista se manifestaba un empeño por conectarse con los sectores que padecían los embates de la Violencia. Esto en manera alguna significa que la “moderación” de la gran prensa la haya alejado de la confrontación política, sino que esta se asumía de otras formas, desde las columnas, editoriales y caricaturas, con un tono más soterrado. Es claro, por tanto, que estos periódicos tenían intereses comerciales que proteger.

La riqueza de las imágenes y del lenguaje que se observa en la cobertura que hizo Jornada sobre la Violencia era en parte reflejo del dolor y de la desolación que sentían los gaitanistas por la desaparición de su “jefe”, más si se tiene en cuenta que acusaban del crimen al conservatismo (Imagen 5). Seguramente, los lectores que eran simpatizantes del movimiento y seguidores del caudillo compartían este sentimiento y se constituían en adecuados receptores del mensaje del órgano gaitanista. Los procesos electorales y el incremento de los crímenes exaltaban los ánimos, por lo que se acudían a los recursos argumentativos comentados. “El gobierno se prepara para las elecciones presidenciales. Cinco mil ‘chulavitas’ están siendo reclutados para el ejército, hoy”; “En Ansermanuevo no hubo lucha; fue un asesinato colectivo. A comerse sus propias narices obligaron a tres jefes liberales. El teniente mancera ordenó mutilarlos”; “Como caníbales bailaron en torno al retrato de Gaitán. Los ‘chulavitas’ en Moniquirá. Después lo desbarataron a bayonetazos”70.

En este contexto de violencia bipartidista -reconociendo también la existencia de violencia contra los integrantes de la misma colectividad-, el personaje que desataba más odios y contra el que se utilizaban la mayor parte de los recursos discursivos y estrategias mediáticas era, definitivamente, Laureano Gómez. Las acusaciones contra Gómez en las páginas de Jornada tenían un componente adicional: la presentación permanente de su vinculación con el falangismo español, lo que demuestra una continuidad en la orientación de los medios colombianos que los llevaba a situar los temas nacionales en los marcos más amplios de asuntos internacionales; actitud que se implantó con el cubrimiento de la guerra civil española durante los años de 1930.

Imagen 5

Caricaturas de Serrano. “Con el ruido de los ‘grillos’ no se oye la música de la Unión Nacional”; “Y se fue el monstruo”. Jornada , Bogotá, 12 y 22 de mayo de 1948.

Tales conexiones entre la falange y Gómez se constituían en un argumento más para inculpar a estos sectores de la muerte de Gaitán. Así lo evidencia el cubrimiento que Laureano Gómez recibió en Jornada: “La falange comprometida en el asesinato del Dr. Gaitán”; “Cómo operaba la falange española en Colombia”; “Laureano Gómez anuncia guerra civil desde España”7171. La intensa confrontación entre el gaitanismo y el laureanismo se reflejaba en la percepción que cada uno tenía del vocero periodístico rival y en la forma en que lo presentaba a sus lectores. El Siglo era muy desdeñoso y agresivo en sus apreciaciones sobre el órgano gaitanista, catalogándolo de hoja periodística “populachera” y altisonante. El 19 de diciembre de 1948 el periódico conservador comentó en su columna “Alusiones” un supuesto episodio en el que unos ejemplares de Jornada fueron decomisados en la entrada a Venezuela. Así “informó” El Siglo en aquella oportunidad:

Los de ‘Jornada’ están indignadísimos con el gobierno provisional de Venezuela, debido a que se permitió hacer una prohibición que redunda en bien de la educación y buenos modales del pueblo hermano; se trata del decomiso que las autoridades han hecho de los ejemplares que el diario “del pueblo” envía hacia ese país. Son francamente injustos los directores de la “Jega” ya que no se explica el porqué de ese prurito de hacer ruborizar a la gente decente con la lectura, así sea somera, de esa hoja periodística. Nadie tiene derecho a perturbar la tranquilidad de otras personas (…) Qué tiene de malo la iniciativa del nuevo gobierno de Venezuela? Nada, antes merece nuestro aplauso, porque se adivina en ellos un deseo implacable de velar por las buenas costumbres de sus subalternos.72

Seguramente estas impresiones sobre el diario gaitanista no eran exclusivas de los sectores conservadores, sino que también debían ser compartidas por las élites liberales. En este caso, las prevenciones contra el gaitanismo y su vocero traspasaban las divisiones partidistas, ya que se trataba de la separación entre las formas de expresión política de “la gente decente” y “el populacho”.

La visita diaria del funcionario de la sección de censura de prensa empezó formalmente en 1950 (Imagen 6). De acuerdo con el testimonio de Luis Carlos Adames, linotipista de Jornada, el censor asignado al periódico revisaba cuidadosamente los originales antes de que fueran montados por el personal de los talleres. Los empleados y las directivas del diario trataban de establecer una buena relación con el funcionario de la censura, logrando hasta cierto punto que este no impusiera un criterio tan estricto; incluso, informalmente se instauró un “código de lealtad” entre los redactores y el censor para que los primeros no intentarán violar la reglamentación y para que el segundo se mostrara más condescendiente al momento de cumplir con su tarea. Este fue un proceso de acomodación que tomó algún tiempo, ya que al principio, como lo comenta Luis Carlos Adames:

Cuando inauguraron la censura, llegó un inquisidor déspota y mal encarado a advertir que por ningún motivo autorizaría publicar escritos que sugirieran crítica al gobierno. Al día siguiente apareció el periódico adornado, en cabeza y pie de la primera y la última página, con viñetas en forma de cadenas que se extendían de lado a lado. Arturo hizo este arreglo con tanto sigilo que, al ver la edición, el director fue el más sorprendido (ver ilustración 18).73

Imagen 6

Primera edición de Jornada censurada (noviembre de 1949). Las cadenas incluidas en el diseño no fueron percibidas por los funcionarios de la sección de censura.

Otro de los funcionarios que fue destacado en Jornada como un importante actor de la violencia conservadora en contra los liberales -en su condición de comandante de la Tercera Brigada de Cali- fue el coronel Gustavo Rojas Pinilla. Conocida su “destacada” participación en la represión a los levantamientos en la capital del Valle del Cauca durante el 9 de abril de 1948, Rojas era una figura que suscitaba la animadversión de los gaitanistas. El diario recibía de manera permanente, información sobre la activa participación del coronel en la persecución a los liberales en el Valle del Cauca, la cual estaba dejando una gran cantidad de víctimas (Imagen 7). La censura silenció al diario, por lo que después de 1949 no se publicaron más este tipo de informaciones.74

Imagen 7

Titulares de Jornada sobre Gustavo Rojas Pinilla (1948-1949).

A pesar al rechazo profesado a la figura de Rojas, los gaitanistas empezaron a contemplar la necesidad de una “intervención militar” ante la agudización de la crisis política y de la Violencia.75 En un editorial de Jornada del 4 de noviembre de 1949 titulado “El Ejército y el pueblo”, después de exponer cómo una “orgía de sangre” invadía a todo el país, quedó claro que a los militares se les veía como figuras neutrales que estaban “por encima de los partidos”. Según lo anterior, aquellos deberían convertirse en adalides de la democracia y contribuir al fin de la Violencia:

El ejército es el ejército del pueblo. Sus soldados, sus oficiales, sus generales, son hombres sin compromisos con los partidos, sin compromisos con la oligarquía ni con la plutocracia. (…) No puede ser indiferente al asesinato político. No puede permanecer impasible ante tanta sangre derramada injustamente. No puede tolerar ni permitir que la autoridad esté en manos de bandoleros y de malhechores y que la policía siembre la muerte y el espanto en todo el territorio de la nación.76

Este llamado fue ratificado en el encabezado del primer número que se publicó después de decretada la censura: “El pueblo siempre tuvo confianza en que el glorioso ejército de Colombia sostendría la libertad y defendería las instituciones democráticas y esa fe no ha sufrido eclipse. Esa es su mejor esperanza”77. La materialización de esta ilusión se cumplió después de más de tres años de haberse hecho público el llamado de los gaitanistas; mientras tanto, miles de colombianos perdieron la vida por la agudización de la violencia durante ese periodo.

Conclusión

Jornada, como principal órgano periodístico del gaitanismo, fue un actor político que buscaba influir en la vida pública del país, y allí confluyeron distintas figuras de la izquierda liberal que pretendían, igualmente, constituirse en personajes influyentes dentro del contexto nacional. Jornada cumplió, entonces, para estos políticos-intelectuales la misma función que Gaitán: ser el vocero de sus inquietudes ideológicas y el impulsor de sus carreras políticas. El empeño que demostraron los gaitanistas para mantener con vida al periódico -pese a los innumerables obstáculos que se les presentaron- es una demostración de su relevancia.

Cuando Gaitán aún vivía, el órgano fue considerado por él como uno de sus instrumentos políticos más importantes y dedicó grandes esfuerzos para garantizar su sostenimiento y para que se mantuviera en la línea ideológica y periodística que él concebía. Tanto así que el caudillo ejerció un control estricto sobre las actividades periodísticas y editoriales de su periódico; en esto, así como en la mayoría de las demás facetas de su vida pública, no delegó el control a nadie y, en la medida de sus posibilidades, supervisó y direccionó con insistencia las tareas cotidianas de Jornada. Con su desaparición sobrevino no solo una crisis política o económica en el diario, sino que se impuso un vacío que permitió que afloraran los conflictos subyacentes y la debilidad misma de la organización que era alimentada por el personalismo de Gaitán, al punto que en pocos meses empezó a estar en peligro la continuidad del periódico. En parte, su razón de ser había desaparecido con la muerte Gaitán el 9 de abril de 1948, pero quedaban los gaitanistas, quienes harían todo lo posible para no perder su medio de expresión política y para conservar la posición que habían alcanzado gracias a su militancia al lado de “el jefe”.

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1Aunque hay referencias sobre la trayectoria de Jornada en la abundante historiografía que estudia a Jorge Eliécer Gaitán y el contexto político de los años cuarenta, son pocas las investigaciones que han tomado el periódico como principal objeto de estudio. Ver: Adriana Rodríguez Franco, “El gaitanismo y los gaitanistas de Jornada (1944-1948)”, en Mataron a Gaitán: 60 años, eds. César Augusto Ayala Diago, Óscar Javier Casallas Osorio y Henry Alberto Cruz Villalobos (Bogotá: Universidad Nacional de Colom- bia, 2009), 107-122; Carlos Andrés Charry Joya, “Jornada: El periódico gaitanista de gran formato. Una aproximación a los cambios de repertorios de acción de un movimiento social”, en Miradas impresas. La sociedad colombiana vista desde la prensa, ed. José Fernando Sánchez Salcedo (Cali: Universidad del Va- lle, 2014), 62-104; y Rodrigo Berríos, Historia política desde el periódico gaitanista Jornada (1944-1949) (Saarbrüken: Editorial Académica Española, 2012).

2El análisis de la trayectoria de Jornada a partir de 1953 se puede conocer en el texto de Adriana Rodrí- guez Franco, “El periódico Jornada y la tradición gaitanista durante el Gobierno militar (1953-1957)”, en Miradas cruzadas. Orden escrito, política y prensa en Colombia, eds. Alfonso Rubio y Cristian Salamanca (Cali: Universidad Santiago de Cali, 2017), 191-217.

3La primera época de publicación de Jornada comprendió los meses de mayo, junio, julio, noviembre y diciembre de 1944; de enero a diciembre de 1945; y de enero a mayo de 1946. El rotativo sufrió varias suspensiones como resultado de la censura ejercida por el Gobierno de Alfonso López, a consecuencia de las informaciones difundidas por el periódico en relación con el fallido golpe militar en Pasto. La segunda época del periódico inició en enero de 1947 y cubrió hasta enero de 1949. La tercera época va desde abril hasta noviembre de 1949. La cuarta época de Jornada se presentó desde abril de 1950 hasta junio de 1951; a partir de ese momento, las ediciones del periódico fueron agrupadas por años y no por épocas, hasta el 28 de abril de 1957 cuando se publicó su última edición.

4Herbert Braun presenta cómo se construyó una “leyenda negra” alrededor del papel del pueblo en el 9 de Abril respaldada por la prensa bipartidista (incluso Jornada). Ver: Herbert Braun, Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia, 1ª ed. en inglés 1985 (Bogotá: Aguilar, 2008), 382-383.

5José María Córdoba, Jorge Eliécer Gaitán. Tribuno popular de Colombia (Bogotá: Car-Val, 1952), 164.

6Jornada entre 1947 (después de que Gaitán asumió la jefatura del Partido Liberal) y abril de 1948 contó con los recursos y el respaldo político suficientes para emular en su estructura material y periodística a los principales representantes de la gran prensa liberal como El Tiempo y El Espectador. Evidencia de esto es el hecho de que haya alcanzado una circulación nacional. Ver: Adriana Rodríguez Franco, “El gaitanismo y los gaitanistas”.

7Horacio Gómez Aristizábal, Jorge Eliécer Gaitán y las conquistas sociales en Colombia, 1ª ed. 1975 (Bogotá: Universidad Central, 1991), 163. Córdoba señala cómo “la mejor organización ha tenido el libe- ralismo, por medio de plebiscitos democráticos, fue destruida inmediatamente después de la muerte del conductor máximo (…) Las oligarquías, muertas con Gaitán, resucitaron (…)”. Ver: José María Córdoba, Jorge Eliécer Gaitán, 164.

8Julio César Vásquez Higuera, Gaitán. Mito y realidad de un caudillo (Tunja: Servicios Gráficos, 1992), 128.

9“El gaitanismo no alcanza a llegar a la cúspide de los movimientos pequeño-burgueses, al no lograr construir una organización política coherente que respaldara al líder y lo remplazara en el momento propicio.” Libardo González, “El gaitanismo: la frustración de la pequeña burguesía”, en El Estado y los partidos políticos en Colombia, Libardo González (Bogotá: Editorial Latina, 1975), 115.

10Christopher Abel, Política, Iglesia y partidos en Colombia: 1886-1953 (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1983), 156; Richard E. Sharpless, Gaitán of Colombia. A Political Biography (Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 1978), 181.

11“Los calculadores manzanillos que ante el triunfo de la jefatura de Gaitán habían merodeado su movi- miento, fueron los primeros en olvidarse de sus doctrinas por servirle el plato a la oligarquía contra toda dignidad”. José María Córdoba, Jorge Eliécer Gaitán, 160.

12Gerardo Molina, “Consecuencias del 9 de Abril”, en Las ideas liberales en Colombia. Tomo 3: De 1935 a la iniciación del Frente Nacional, Gerardo Molina, 1ª ed. 1977 (Bogotá: Tercer Mundo, 1986), 234.

13Gerardo Molina, “Consecuencias del 9 de Abril”, 234.

14“Como lo ha demostrado convincentemente Gloria Gaitán, la hija del caudillo, el inicio de la Violencia no se da contra el partido liberal como tal, sino contra el pueblo gaitanista”. Ver: Gonzalo Sánchez Gómez, Los días de la revolución: gaitanismo y 9 de Abril en provincia (Bogotá: Centro Cultural Jorge Eliécer Gaitán, 1983), 12; “Ese gran movimiento social —desarticulado, reprimido con sevicia, acorralado— hacía metástasis”. Ver: Sergio Otálora, “Gaitanismo: movimiento social y no disidencia partidista”, en Entre mo- vimientos y caudillos: 50 años de bipartidismo, izquierda y alternativas populares en Colombia, ed. Gusta- vo Gallón (Bogotá: Cinep, 1989), 44; “A todos estos sectores sociales se va a reprimir durante la llamada época de la violencia. (…) 1948 en adelante representa al liquidación política de la pequeña burguesía y las capas revolucionarias del proletariado y el campesinado, la castración brutal de sus expresiones revolucionarias”. Ver: Libardo González, “El gaitanismo: la frustración”, 116.

15Renán Vega Cantor, Crisis y caída de la República Liberal (Ibagué: Editorial Mohan, 1982), 166.

16Sergio Otálora, “Gaitanismo: movimiento social”, 44.

17Richard E. Sharpless, Gaitán of Colombia, 181.

18Jorge Ortiz Márquez manifestaba que no había claridad sobre los motivos de la rivalidad entre los gaitanistas, pero señala la existencia de incidentes y discrepancias entre los gaitanistas y los comandis- tas. Ver; Jorge Ortiz Márquez, El hombre que fue un pueblo (Bogotá: Carlos Valencia Editores, 1978), 246.

19Richard E. Sharpless, Gaitán of Colombia, 181.

20En la Convención se construyeron las listas de candidatos para la Cámara por cinco departamentos: en Cundinamarca la encabezaba Jorge Uribe Márquez, luego Abelardo Forero Benavides, Darío Samper, Julio César Turbay Ayala, Jorge Soto del Corral, etc. Ver: Jorge Ortiz Márquez, El hombre que fue, 246.

21César Augusto Ayala Diago, Inventando al Mariscal: Gilberto Alzate Avendaño, circularidad ideológica y mímesis política (Bogotá: Fundación Gilberto Alzate Avendaño, Gobernación de Caldas, Universidad Nacional de Colombia, 2010), 455 y 464.

22Por ejemplo, Alejandro Vallejo comentaba en Sábado: “(…) nadie se acordaría de nuestros nombres si no fuera porque los historiadores de esos siglos tendrán irremediablemente que citarnos como testigos cuando relaten el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán y lo que sucedió el 9 de abril”. Ver: Alejandro Vallejo, “Los últimos instantes de Gaitán”, Sábado, Bogotá, 11 de abril, 1953, 6 y 10.

23Alfonso Meluk critica a José Antonio Osorio Lizarazo por presentarse “casi como el único amigo leal de Gaitán” en un comentario sobre la biografía Gaitán. Vida, muerte y permanente presencia. Alfonso Meluk, “Una biografía de Gaitán”, Sábado, Bogotá, 19 de julio, 1952, 3.

24No obstante, Jorge Villaveces acusó en cartas abiertas publicadas en Jornada en julio de 1950 a Al- fonso López Michelsen y a Indalecio Liévano Aguirre de estar “urdiendo en contra del legado de Jorge Eliécer Gaitán” para con esto recuperar la imagen del presidente López Pumarejo, y rechazar el apoyo que recibían estas actitudes de distintos sectores del liberalismo. Ver: Jorge Villaveces, “Odio heredado”, en La derrota. 25 años de historia, Jorge Villaveces (Bogotá: Editorial Jorvi, 1963), 54.

25El alzatismo se conocía también como el “gaitanismo conservador”. El dirigente conservador Eduardo Kronfly, que criticaba la distancia que había marcado la dirigencia del Partido con sus seguidores y la desilusión de estos frente a las tibias reformas sociales, fue acusado por la élite de “intentar organizar el conservatismo en el modelo gaitanista”. Christopher Abel, Política, Iglesia y partidos, 163

26Se referían específicamente a El Diario del Pacífico de Cali, que el 8 de abril habló de las supuestas relaciones con el comunismo de un “caudillo en trance de muerte”, y de El Deber de Bucaramanga, que en diciembre de 1947 afirmaba que “por qué no se cobra con la vida de Gaitán tantas vidas conservadoras que han sido eliminadas por su culpa?”. Asegura Jornada que El Siglo también se unió a este coro cuando, días antes del 9 de abril, sostuvo: “Ante los ojos del país queda al descubierto el responsable único de las nefandas muertes por causa política que enfrentan la cultura nacional. Se llama Jorge Eliécer Gaitán.”

27Jornada, Bogotá, 20 de abril, 1948, 4.

28“Absurda maniobra”, Jornada, Bogotá, 23 de abril, 1948, 4. En esta edición también se afirmó que una “propaganda falangista” fue hallada en poder de Roa Sierra y que no había “ninguna conexión con el comunismo” en la investigación.

29Jornada, Bogotá, 21 de abril, 1948, 4.

30“La colaboración en el gobierno”, Jornada, Bogotá, 3 de mayo, 1948, 1 y 4.

31Jornada, Bogotá, 24 de mayo, 1948, 4. La cooperación, según Echandía, se concebía en términos de partido y no de responsabilidad individual, como sí ocurrió con la participación de ministros liberales durante la dirección de Gaitán en 1947.

32El Liberal, Bogotá, 25 de mayo, 1948; y El Espectador, Bogotá, 25 de mayo, 1948.

33Jornada, Bogotá, 21 y 28 de octubre, 1948, 1.

34Jornada, Bogotá, 16 de diciembre, 1948, 1.

35“La organización liberal”, Jornada, Bogotá, 18 de diciembre, 1948, 4.

36El grupo Jega (denominación creada a partir de las iniciales de los nombres y apellidos de su líder) fue la organización popular (pluriclasista y heterogénea) que acompañaba y apoyaba al “jefe” —como solían llamar a Gaitán— en sus concentraciones y que coordinaba la movilización en los barrios populares de Bogotá desde 1938.

37Darío Samper, “El liberalismo, Partido del pueblo”, Jornada, Bogotá, 14 y 15 de enero, 1949, 4 y 6.

38Luis David Peña, “Isla: viejo gaitanismo”, Jornada, Bogotá, 19 de enero, 1949, 4.

39Eco Nacional, Bogotá, 25 de agosto, 1948, 1

40César Augusto Ayala Diago, Inventando al Mariscal, 382.

41. Darío Samper “Hacia la claridad política”, Jornada, Bogotá, 29 de enero, 1949, 4; Darío Samper, “Com- pañeros de la Unión”, Jornada, Bogotá, 11 de febrero, 1949, 4; Luis Vidales, “Comando Popular y Dirección Nacional Liberal”, Jornada, Bogotá, 12 de febrero, 1949, 4; Darío Samper, “Compañeros de la Unión”, Jornada, Bogotá, 11 de febrero, 1949, 4; Darío Samper, “Al pie de la bandera”, Jornada, Bogotá, 13 de febrero, 1949, 4.

42Eco Nacional, Bogotá, 25 de agosto, 1948, 1.

43Existían rumores sobre una posible candidatura de Uribe Márquez a la presidencia, pero no se hacían públicos en tanto no se definiera la situación de la Dirección Nacional Liberal. Eco Nacional, Bogotá, 25 de agosto, 1948, 1.

44Jornada, Bogotá, 22 de mayo, 1949, 1 y 4.

45Jornada, Bogotá, 29 de septiembre, 1949, 1.

46Este es el caso de noticias como “Un divino ‘rostro’ cierra y abre sus ojos en el Barrio Modelo”, Jornada, Bogotá, 7 de mayo, 1950, 1.

47Jornada, Bogotá, 30 de julio, 1951, 1.

48“Y la oligarquía Azul”, Jornada, Bogotá, 16 de noviembre, 1951, 4. En otro número se destacó la forma en que, a través de reformas laborales, la bancada de Alzate en el Congreso buscaba atraer a las clases medias. “El alzatismo trata de ganarse a la clase media”, Jornada, Bogotá, 24 de noviembre, 1951, 1 y 4.

49Ver editoriales de Jornada, Bogotá, 25 y 26 de enero, 1951, 4.

50Jornada, Bogotá, 23, 24 y 26 de junio, 1951.

51“Alejandro Vallejo se lanza a un movimiento disidente gaitanista”, Eco Nacional, Bogotá, 25 de agosto, 1948, 1.

52Entrevista a Alejandro Vallejo por Jaime Soto, “Cómo ocurrió la crisis de Jornada”, Sábado, Bogotá, 25 de septiembre, 1948, 5. Vallejo proyectaba la creación de su propio semanario de crítica política llamado La Palabra Encadenada. En Eco Nacional aseguraban que este semanario estaría en contra de Jornada y de los oligarcas, pero esto no fue cierto porque dicho diario hizo publicidad en sus páginas al proyecto de Vallejo.

53“Para esta semana se espera nueva y grave crisis dentro de las filas del liberalismo”, El Siglo, Bogotá, 20 de diciembre, 1948, 1.

54. Jornada, Bogotá, 21 de diciembre, 1948, 1 y 4.

55Jornada, Bogotá, 23 de diciembre, 1948, 1.

56Jornada, Bogotá, 8 de enero, 1949, 1.

57El Tiempo, Bogotá, 18 de agosto, 1950, 1 y 16.

58Jornada, Bogotá, 18 de agosto, 1950, 4.

59El Tiempo, Bogotá, 18 de agosto, 1950, 16.

60El Siglo exigió una investigación al contralor por participación en política en relación con sus activi- dades en Jornada. El Siglo, Bogotá, 19 de agosto, 1950, 1.

61Entrevista a Guillermo Archila, “Voces del 9 de abril: hablar para no olvidar”, documental, Proyecto Memoria y Palabra, Bogotá, 2008.

62El Tiempo publicó la correspondencia que sostuvieron las dos juntas directivas del periódico con Jaime Samper, gerente de Empresas Unidas de Energía Eléctrica. Aunque en un primer momento este no acce- dió a retirar el servicio a los talleres de Jornada porque el representante legal de la Sociedad no lo había solicitado, sí lo hizo cuando la solicitud cumplió con estos requisitos. El Tiempo, Bogotá, 20 de agosto, 1950, 6.

63El Tiempo, Bogotá, 16 de septiembre, 1950, 1.

64Jornada, Bogotá, 26 de agosto, 1; Jornada, Bogotá, 1 de septiembre, 1950, 1; y Jornada, Bogotá, 22 de enero, 1951, 1.

65Jornada, Bogotá, 26 de junio, 1951, 4.

66Luis Vidales, integrante del cuerpo de redacción del órgano gaitanista fue detenido por un día acusado de ser comunista.

67Eco Nacional destacó en primera plana la posición contradictoria entre Jornada y El Tiempo con respecto a la participación de los liberales en el gabinete, teniendo en cuenta que el diario de los Santos respaldaba completamente a Echandía. “División liberal por colaboración. ‘Jornada’ ataca a Echandía y Arango Reyes y ‘El Tiempo’ los defiende”, Eco Nacional, Bogotá, 28 de agosto, 1948, 1 y 2.

68Jornada, Bogotá, 5 de mayo, 1948, 1.

69Adriana Rodríguez Franco, “El gaitanismo y los gaitanistas”.

70Jornada, Bogotá, 21 y 22 de septiembre, 1949, 1; Jornada, Bogotá, 5 de octubre, 1949, 1.

71Jornada, Bogotá, 8 de julio, 1948, 1; Jornada, Bogotá, 8 y 27 de agosto, 1948, 1.

72El Siglo, Bogotá, 19 de diciembre, 1948, 4.

73Luis Carlos Adames, Periodistas, violencias y censuras (Bogotá: Universidad Central, 1999), 22.

74En este periodo de censura, y según la documentación que al respecto reposa en el Fondo del Minis- terio de Gobierno del Archivo General de la Nación, no hay evidencia de que a Jornada se le impusieran sanciones económicas o que se le estuviera haciendo un seguimiento cercano de parte del Gobierno, como sí ocurrió con medios como Diario de Colombia y Vanguardia Liberal.

75Daniel Pécaut, Orden y Violencia. Evolución socio-política de Colombia entre 1930 y 1953, 1ª ed. 1987 (Bogotá: Norma, 2001), 580.

76Jornada, Bogotá, 4 de noviembre, 1949, 4.

77Jornada, Bogotá, 11 de noviembre, 1949, 1.

Recibido: 31 de Enero de 2017; Aprobado: 23 de Marzo de 2017

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