Los profesores Carmen Helena Guerrero y Álvaro Hernán Quintero revelan, en esta publicación, las opiniones de los maestros de primaria sobre las políticas educativas colombianas. Por más de dos décadas y como lo han reseñado varios autores (p. ej. ^{Cadavid Múnera, McNulty y Quinchía Ortiz, 2004}; ^{Cárdenas Ramos, 2001}), las políticas educativas han depositado en estos maestros la responsabilidad de la enseñanza de las lenguas extranjeras (Colombia, Ministerio de Educación Nacional -MEN-, 1994) y del inglés en particular (Colombia, MEN, 2006). Las voces de los maestros frente a las políticas educativas: ¿la ilusión de la democracia? recuerda a los lectores que los maestros de este nivel educativo tienen algo que decir acerca de los contenidos y procesos de dichas políticas, como también sobre las prácticas cotidianas que usan para ocuparse de ellas en sus contextos.

El “Prólogo” se constituye en el perfecto abrebocas del libro y es de obligatoria lectura. Escrito por Doris Correa, este apartado enmarca el trabajo en la perspectiva crítica que lo caracteriza de principio a fin. Permite, además, entender el papel de la política actual para la enseñanza del inglés en el entramado de las políticas educativas, mientras que declara en forma breve: “las políticas educativas no buscan ninguna forma de beneficiar a los maestros y estudiantes, sino adelantar agendas económicas, mejorar la competitividad del país y la ubicación de este en el mundo global” (p. 14). La sentencia es clara y abre el camino a las respuestas que tienen los maestros para estas políticas, foco central del libro.

La “Introducción” presenta la pregunta de investigación y denuncia la creación vertical (sin consenso) de políticas, hecho que facilita la naturalización y la perpetuación de los discursos e ideologías dominantes. Esta sección limita el tiempo de las políticas analizadas: dos décadas, comprendidas entre 1990 y 2010. La decisión de iniciar la revisión en el mandato del presidente César Gaviria adquiere mayor sentido, al comprender que la apertura económica promovida en su gobierno sirve de fondo para la emisión de políticas educativas centradas en la globalización de los mercados. Así mismo, la promulgación de la Ley General de Educación en 1994, con la organización del sistema educativo y la oficialización de la enseñanza de lengua extranjera desde primaria, se constituye en un referente obligado para los estudiosos de las políticas educativas.

En el capítulo 1, los autores presentan como antecedentes algunas de las políticas educativas del período mencionado. A partir de los años noventa se han emitido planes para el desarrollo educativo, cuyas metas han sido la cobertura, la calidad, la equidad, la pertinencia y la eficiencia. La calidad, uno de los pilares de la educación más señalados en el discurso oficial de los últimos años, ha estado vinculada, aseguran los autores, a agendas transnacionales de tendencia neoliberal, en las que la educación se constituye en la vía que permite pasar del bienestar social a la globalización económica, a pesar de que dicho bienestar es, en teoría, la meta de las políticas públicas.

El capítulo 2 expone los tres ejes teóricos que soportan el estudio: las políticas públicas como concepto sombrilla que cobija las políticas educativas, las políticas educativas vistas como un proceso democrático y las voces de los maestros. La conceptualización de la política pública como instrumento de promoción del bienestar social sitúa a la política educativa en un eje distinto al actual, que busca la alienación de la formación a los propósitos principalmente económicos y neoliberales. Guerrero y Quintero hacen un recuento de los ejes centrales de los planes de desarrollo de cuatro presidentes, para mostrar cómo la mayoría de ellos privilegió la globalización económica y la empresa privada, con excepción del gobierno de Ernesto Samper (1994-1998), que estuvo más centrado en el desarrollo social. Así las cosas, aseguran los autores, las políticas educativas “no responden a las necesidades del contexto, sino que vienen delineadas desde afuera” (p. 34). Apoyados en John Dewey, los autores proponen otra perspectiva para las políticas: la democratización de sus procesos, en la que a los ciudadanos se les brinden las herramientas y los mecanismos para debatir y construir consenso. Es en esta visión desde la que surgen las voces de los maestros. Estos, como intelectuales, tienen la capacidad y el derecho de hacer parte del diálogo democrático sobre política educativa para construir procesos formativos que conduzcan a la autonomía y la libertad.

La metodología del trabajo es el foco del capítulo 3. El estudio responde a la pregunta: “¿Qué develan las voces de los maestros de primaria frente a las políticas educativas colombianas?” (p. 41), mediante una investigación de tipo cualitativa, en la que se usó el grupo focal como instrumento de recolección de la información y la teoría fundamentada para el análisis. En el estudio participaron maestros de cinco instituciones educativas del distrito capital, cuyas voces fueron recuperadas y posicionadas en el ámbito académico.

En el capítulo 4 se presentan los hallazgos, caracterizados, en su conjunto, por la presencia de tensiones en dos niveles: horizontal y vertical. En primera instancia, las tensiones horizontales entre maestros y estudiantes, colegas y padres de familia están marcadas por la afinidad y el consenso sobre la necesidad de formar integralmente a los estudiantes y, a la vez, por las diferencias sobre el rol que cada uno debe cumplir en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Las tensiones verticales se dan entre los maestros y las políticas y los entes gubernamentales que las representan, y tienen origen en la asimetría en las relaciones, que pone en desventaja a los maestros. Dentro de este entramado, aparece el agenciamiento del maestro como resistencia y acción positiva que permite hacer frente a las realidades y limitaciones de su cotidianidad. La experticia del maestro para ejercer su agenciamiento es lo que los autores del libro reclaman sea reconocido en la formulación de las políticas educativas.

El capítulo 5 resume las posibilidades de impacto del estudio. Presenta como gran reto para los maestros asumir con mayor contundencia una actitud crítica respecto a las políticas educativas y pasar de la crítica a la acción. Sobre esto último, se invita a los maestros a informar sus prácticas pedagógicas y de ese modo establecer una mayor relación entre teoría y práctica, para lo cual se plantean al menos tres posibilidades de acción: su participación activa en eventos académicos, la sistematización de experiencias pedagógicas y la investigación. Sobre su propio papel ante estas posibilidades, los autores reconocen la necesidad de brindar apoyo a los maestros en el proceso de su empoderamiento.

El “Epílogo” sintetiza el estudio, sus resultados y alcances. Guerrero y Quintero concluyen que, en las políticas educativas, la teoría y la práctica van en direcciones distintas, reclaman el reconocimiento de las políticas educativas como políticas públicas de Estado, recuerdan no perder de vista la búsqueda del bienestar social de los ciudadanos e invocan para que las políticas sean mantenidas en el tiempo y no dependan de gobiernos puntuales. Finalmente, los autores invitan a realizar estudios que analicen los procesos de apropiación de las políticas educativas y, de esta manera, develar el agenciamiento de los maestros, recuperar el potencial de conocimiento que tienen y que este sea aprovechado en beneficio de la educación de los estudiantes.

El libro Las voces de los maestros frente a las políticas educativas: ¿la ilusión de la democracia? contiene al menos dos grandes aportes: el primero tiene que ver con la recuperación del maestro de primaria como agente de política. Si representáramos la política educativa en forma de pirámide (^{González Moncada, 2007}), los maestros de primaria estarían en los puestos más inferiores, tal vez solo por encima de los estudiantes. Traer sus voces junto con sus opiniones, sus representaciones de las políticas y sus prácticas contadas se constituye en un aporte no solo al conocimiento, sino también al balance de poderes en la educación. El segundo aporte está relacionado con la contextualización de las políticas educativas dentro del rango de las políticas públicas, hecho que parecería obvio y que, sin embargo, no está presente en muchos análisis. Plantear la política educativa como política pública ofrece una perspectiva más amplia y distinta desde la cual se revisen la naturaleza, las metas y las acciones de políticas educativas que, como Colombia Bilingüe, han sido concebidas dentro de marcos económicos por encima de los humanistas.

En resumen, recomiendo este volumen a los interesados en el área de políticas educativas, incluidas las referidas a las lenguas, y especialmente a quienes estudian el papel de los docentes como actores activos de política.