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Bitácora Urbano Territorial

versión impresa ISSN 0124-7913versión On-line ISSN 2027-145X

Bitácora Urbano Territorial vol.32 no.1 Bogotá ene./abr. 2022  Epub 11-Jul-2022

https://doi.org/10.15446/bitacora.v32n1.97962 

Dossier central

Territorialidad campesina: ausente en proyectos políticos para el Oriente antioqueño[1]

Campesino territoriality: absent in political projects in Eastern Antioquia

Territorialidade camponesa: ausente nos projetos políticos para o Oriente antioquenho

Territorialité des communautés paysannes: absent dans les projets politiques

Hernán Darío Pineda-Gómez1 
http://orcid.org/0000-0002-5691-7390

Santiago Valencia-Castro2 
http://orcid.org/0000-0002-6347-425X

1 Instituto de Estudios Regionales hernan.pineda@udea.edu.co

2 Universidad de Antioquia santiago.valencia6@udea.edu.co


Resumen

Este artículo examina las funcionalidades trazadas para el espacio rural del Oriente antioqueño en los proyectos políticos de intervención territorial desplegados en los últimos 20 años, a partir de un enfoque teórico-metodológico de los estudios territoriales. Para ello, se realiza una aproximación a las apuestas políticas en una escala supramunicipal, a sus enfoques y a las funcionalidades asignadas a fragmentos de este espacio geográfico; finalmente, se enfatiza en los cambios y tensiones producidos. En esta subregión, altamente afectada por el conflicto armado en los años 80 y 90, se implementan hoy una serie de apuestas con visión de largo plazo, que tejen múltiples formas de recorte territorial, divisiones que no reconocen la territorialidad campesina ni sus vínculos con el territorio. Como resultado, la superación del conflicto armado ha significado una profundización de un modelo centrado en la agroindustria, el extractivismo energético, los servicios ecosistémicos y lo que oferta la subregión. Esto ha derivado en una fragmentación a partir de una funcionalidad económica, que tiene como efecto la negación directa o indirecta de un sujeto campesino, sus prácticas y saberes, así como sus formas de intervenir el territorio.

Palabras clave: conflicto político; ruralidad; política; Oriente antioqueño

Abstract

This article examines the relationship between territorial intervention projects, rurality, and campesinos (peasants and small farmers) in Eastern Antioquia, based on a theoretical and methodological approach from the field of territorial studies. In order to do this, we will look into the political projects developed in the last 20 years on a supra-municipal scale - their approaches, and the functions assigned to each fragment of this geographical space-, so as to finally highlight the changes and tensions produced by these projects. In this subregion, highly affected by armed conflict in the 1980s and 1990s, a number of projects with a long-term perspective are currently being implemented. They weave several forms of cutting up the territory, of dividing it, but such forms do not recognize campesino territoriality or their ties to the territory. As a result, the end of the armed conflict has meant a more pronounced move towards agro-industry, energy extractivism, ecosystem services, and the sub-region's own offer, which has led to a fragmentation of its economic functionality that denies, directly or indirectly the campesino subject, his practices and his knowledge, as well as his ways of intervening in the territory.

Keywords: political conflicts; rurality; politics; Eastern Antioquia

Résumé

Dans cet article, nous aborderons la relation entre les projets d'intervention territoriale, la ruralité et la paysannerie dans la région orientale d'Antioquia à partir d'une approche théorique-méthodologique des études territoriales. Pour ce faire, nous avons réalisé une approximation des initiatives politiques développées pendant les derniers 20 ans à l'échelle supramunicipal: les approches, et les fonctions assignées à chaque fragment de cet espace géographique, pour finalement mettre en évidence les changements et les tensions produits par ces projets. Il faut noter qu'aujourd'hui dans cette sous-région d'Antioquia, grandement affectée par le conflit armé des années 80 et 90, ils ont mise en place une série des projets avec une vision à long terme, lesquels ont eu comme conséquence des multiples façons de découpage et de division territorial qui ne reconnaissent pas la territorialité des communautés paysannes ni ses liens avec le territoire. À la suite de ces événements, le dépassement du conflit armé a été traduit par un approfondissement de l'agro-industrie, du extractivisme énergétique, des services écosystémiques et ce qu'offre la sous-région, ce qui conduit à une fragmentation de sa fonctionnalité économique qui nie, directe ou indirectement, au sujet paysan, ses pratiques, ses connaissances, ainsi que sa manière d'intervenir le territoire.

Mots-clés: conflit politique; ruralité; politiques; région orientale d'Antioquia

Resumo

A seguir, é analisada a relação entre propostas de intervenção territorial, ruralidade e campesinato no Oriente antioquenho, com base numa perspectiva teórico-metodológica dos estudos territoriais. Portanto, realizou-se uma abordagem às propostas políticas traçadas nos últimos 20 anos numa escala supra-municipal, seus objetivos, as funcionalidades atribuídas aos fragmentos desse espaço geográfico, para, ao final, enfatizar as mudanças e tensões produzidas. Nesta sub-região altamente afetada pelo conflito armado nos anos 80 e 90, foi implementada hoje uma série de propostas com visão a longo prazo, que entrelaçam múltiplas formas de divisão territorial, de separação, mas que não reconhecem a territorialidade camponesa e as suas ligações com o território. Como resultado, a superação do conflito armado significou um aprofundamento dos problemas ligados à agroindústria, o extrativismo energético, os serviços ecossistêmicos y o que oferece a sub-região, levando a uma fragmentação de sua funcionalidade económica que nega, direta ou indiretamente, o sujeito camponês, suas práticas, conhecimentos, assim como suas formas de interagir com o território.

Palavras-chave: campesinato; ruralidade; política; Oriente antioquenho

Esta lucha del campesinado está vinculada con la exigencia de una autodeterminación frente a un Estado y unas élites que han definido espacios y funciones; se trata, pues, de un reclamo territorial (Silva, 2016)

Introducción: una Aproximación a la Configuración Espacial del Oriente antioqueño

En el Oriente antioqueño, subregión administrativa del departamento de Antioquia, se ha desplegado un proyecto de regionalización normativa y funcional, el cual se ha superpuesto a diversas expresiones político-sociales, como el movimiento campesino y el cívico, que se han movilizado contra esta forma de intervención territorial, incluso, en el contexto del conflicto armado (Aramburo y García, 2011; Novoa, 2009). Esta multiplicidad de apuestas para controlar los usos, la funcionalidad y, con ella, los modelos de desarrollo y los tipos de territorio, han derivado en la formación de una idea de Oriente "como una suma de recortes espaciales cruzados por una superposición de territorialidades, que tensionan el uso y apropiación de dicho espacio en función de los múltiples intereses de regirlo, ordenarlo y envolverlo" (Pineda y Pimienta, 2021, p. 2); esto ha implicado hegemonías y precariedades, territoriales.

Esta subregión se encuentra subdividida en 4 subzonas no homogéneas: Páramo, Bosques, Embalse y Valle de San Nicolás (ver Figura 1), las cuales han tenido configuraciones diferenciadas. Las tres primeras se han moldeado desde dinámicas más rurales, con fuerte presencia de una territorialidad campesina y con rasgos de pueblos pequeños (García, 2008).

Fuente: Gutiérrez y Arango (2020) a partir de información catastro departamental (2019).

Figura 1 La subregión administrativa del Oriente antioqueño en el departamento de Antioquia, Colombia  

Por el contrario, el Valle de San Nicolás presenta los mayores grados de urbanización, conexiones viales e infraestructuras como el aeropuerto internacional y la zona franca de Rionegro, así como la centralidad en servicios de salud y educación. Así, esta zona se configura como la más densamente poblada y con mayor dinámica económica (Pimienta et al., 2021).

La puesta en marcha de una serie de proyectos desarrollistas en el conjunto del Oriente antioqueño, sobre todo en Embalses y Valle de San Nicolás, a mediados del siglo XX, desató una serie de conflictividades que se agudizaron por la presencia de actores armados. Esto derivó en una fractura del territorio y en procesos de desterritorialización campesina (Aramburo y García, 2011) que se van a profundizar con los nuevos procesos de planeación e intervención territorial desplegados desde mediados del año 2004 (Pineda y Pimienta, 2021). De esta forma, las acciones políticas desplegadas luego del control militar no han significado un retorno a lo campesino, por el contrario, han derivado en la producción de un tipo de territorio funcional, como se ampliará en párrafos siguientes.

Marco Teórico: Territorio, Geopolítica e Intervención Territorial

Cairo (2013) y Preciado y Uc (2010) (2018) resaltan que las directrices políticas no tienen sentido fuera de los aspectos geográficos, por lo que su análisis debe desarrollarse en un contexto espacial determinado. Este enfoque ha estructurado un campo de trabajo, la geopolítica crítica, que se centra en los análisis de los modos de producción y reproducción del espacio desde los discursos, representaciones y prácticas, así como en las relaciones espaciales de poder inmersas (Cairo, 2013). Preciado y Uc (2010) establecen que "uno de los enfoques centrales desarrollados por la geopolítica se ha concentrado en identificar la manera en que se construyen los 'discursos geopolíticos' que sustentan determinadas espacialidades" (p. 75), como se observa en la Figura 2. Aparece, entonces, la planeación como una acción política con modelos de desarrollo que se vinculan con una forma de organización del espacio geográfico, de producción de territorios, que niegan otros en su interior (Mançano, 2009).

Autores como Cairo (2013), Preciado & Uc (2010) o Mançano (2009) cuestionan la idea de lo territorial como una simple frontera del Estado y resaltan la importancia de las prácticas, significaciones y representaciones construidas por los sujetos (Preciado & Uc, 2010); esto implica una apertura al reconocimiento de otros territorios y territorialidades. Esta perspectiva amplía la mirada sobre los contenidos que se han forjado en un territorio y la manera en que las acciones de intervención en los procesos de planeación niegan o están vacías de contenidos locales (Piazzini, 2009), reproduciendo hegemonías que invisibilizan otras espacialidades. Con ello, la producción geopolítica de un territorio implica poner de manifiesto, siguiendo a Piazzini (2009), la existencia de una "(...) diferencia entre la lógica espaciotemporal del desarrollo y de la planeación como dispositivo del mismo, y las de aquellos procesos socioespaciales que han dado forma a los contextos locales" (p. 189).

Fuente: Elaboración propia.

Figura 2 Esquema analítico para examinar procesos geopolíticos de configuración territorial 

Interpretar estas diversas formas de uso y control del espacio implica, como lo ha resaltado Piazzini (2009), comprender que los territorios, como formación espacial, "más que espacios geofísicos que contienen a las sociedades nacionales, son el resultado de estrategias tendientes a afectar, ejercer influencia o controlar recursos y personas en un área delimitada, a cualquier escala" (Sack (1986) en Piazzini, 2009, p. 189), que involucran dinámicas políticas, económicas, sociales, sentidos de pertenencia e identidad, incluso, control militar (Piazzini, 2009). De esta forma, la producción de un territorio implica procesos de territorialización, siendo esta una acción de poder que recorta el espacio y lo moldea de acuerdo con un propósito, lo que puede conllevar procesos de desterritorialización o precariedad territorial (Haesbaert, 2013).

Enfoques Políticos de Intervención para la Ruralidad: el Territorio Funcional y el Territorio Campesino

La tierra, su organización y funcionalidad, así como las políticas, enfoques y estrategias para intervenirla, ha sido y continúa siendo un elemento de confrontatión política, aún después de la firma del Acuerdo de la Habana y la definición de una nueva propuesta de Reforma Rural Integral (Pineda, Sierra & Restrepo, 2020). Durante el siglo XX e inicios del XXI, se desarrollaron una multiplicidad de marcos normativos que tuvieron como centro la reforma rural. El resultado de su implementación no modificó la exclusión de los territorios campesinos, tampoco su reconocimiento como sujetos con prácticas, formas de ocupar y organizar el espacio geográfico (Pineda, Sierra & Restrepo, 2020).

Lejos de ser un problema del pasado, apuestas recientes como la Misión para la Transformación del Campo, direccionada desde el Departamento Nacional de Planeación, muestran que esta visión continúa presente hoy, y hace énfasis en la promoción de cultivos rentables y competitivos y en su inserción en cadenas globales. Como ha sido analizado por Mancano (2009), con este tipo enfoques agrupados en los agronegocios "(...) se intensifican las políticas de expropiación de comunidades rurales, que pierden sus territorios para el capital, que necesita apropiarse continuamente de los territorios campesinos para su expansión" (p. 28).

En contraste con este enfoque funcional-económico, Silva (2016) resalta otra mirada para examinar los espacios rurales, centrada en una territorialidad campesina, la cual toma forma en la lucha por la tierra, por una autonomía, por un tipo de paisaje y producción (Mançano, 2009). Este tipo de relación del campesinado con las materialidades biofísicas (tierra, fuentes hídricas y semillas), las infraestructuras (caminos y edificaciones), las unidades domésticas y los espacios vitales cotidianos (Bendini & Steimbreger, 2013), forjan un tipo de territorialidad, de apropiación, donde la "lucha por la tierra es la lucha por un determinado tipo de territorio: el campesino" (Mançano, 2009, p. 23). Esto se traduce en una forma de moldear el espacio geográfico, de delimitarlo, en síntesis, de producir un tipo de territorio.

Esta lucha del campesinado está vinculada con la exigencia de una autodeterminación frente a un Estado y unas élites que han definido espacios y funciones; se trata, pues, de un reclamo territorial (Silva, 2016). Para Silva, la territorialidad campesina se define como la "apuesta para abrir posibilidades de desarrollo autónomo donde sea posible decidir qué se cultiva, cómo se cultiva y para qué se hace todo este esfuerzo" (2016, p. 13). De esta forma, el territorio campesino, como han señalado Mancano (2009) y Silva (2016), se asocia a formas de control, de ocupación, de paisaje, de vínculos y relaciones sociales que se distancian de otros enfoques, por ello se configura como otro tipo de territorio.

Metodología

La delimitación metodológica se enmarca en el enfoque socioespacial, específicamente, en una mirada territorial. Desde allí se hace énfasis en la comprensión de cómo los discursos, las acciones políticas y las narrativas sobre el espacio en los procesos de planificación, producen espacialidades y formas. Esto desencadena configuraciones particulares y transformaciones, no solo físicas, sino también expresadas en las territorialidades. Por ello, la investigación se centró en comprender cómo emergen, en las apuestas políticas analizadas, las formas de recorte o asignación de funciones a fragmentos del Oriente antioqueño, y cómo en ellas se manifiesta la funcionalidad rural y lo campesino.

Como técnica de investigación se empleó la revisión documental. La selección de fuentes de análisis partió del reconocimiento de los procesos de intervención territorial rastreados en investigaciones como las de Zuluaga (2019), Montoya y Carmona (2020), Pineda y Pimienta (2021) o Pimienta et al. (2021). Su consulta y organización en una matriz documental, a partir de variables como visiones territoriales, apuesta competitiva, lectura de la dinámica campesina y apuestas para la ruralidad, proyecciones, conclusiones o retos, permitieron identificar el tipo de territorio que proyectan estas iniciativas, así como otras apuestas de intervención que complementaron el corpus documental.

El punto de partida en la delimitación temporal para examinar los procesos de intervención tiene sustento en el contexto del control militar estatal, que para Aramburo y García (2011) se da en el 2004-2006. Con él, se marca un nuevo ciclo de los procesos de planeación expansiva con centralidad metropolitana, también aparecen nuevos actores y apuestas en el Oriente antioqueño, como la Comisión subregional de Competitividad del Oriente (2011). Esta revisión posibilitó comprender cómo emergen en los procesos analizados los usos, apuestas y, con ellas, una funcionalidad territorial.

De la Territorialidad Campesina a la Funcionalidad Territorial Competitiva en los Proyectos de Intervención Supramunicipal en el Oriente antioqueño

Territorialidad Campesina y Movimientos Cívico-comunitarios

La tensión por la presencia de grandes proyectos que estaban reconfigurando la subregión desataron, entre los años 60 y los años 90, una serie de expresiones cívico- comunitarias que se organizaron contra estas intervenciones, argumentando que estas no estaban pensadas para dar respuesta a las necesidades de las comunidades donde se ejecutaban (Sáez, 1988). Para García (2008) y Nova (2009), estos movimientos asumieron la defensa de intereses colectivos, construyendo apuestas propias. El resultado fue la producción de un tipo de territorio, forjado desde una especie de multiterritorialidad que iba de lo veredal-sectorial-municipal a un proyecto de articulación en clave regional. Su lucha tenía como eje la permanencia en ese lugar, definir, desde adentro, las apuestas de desarrollo propias que cobijaban al conjunto de los 23 municipios (Aramburo y García, 2011).

Este proyecto social tomó forma y logró su consolidación al cuestionar un modelo impuesto desde la centralidad metropolitana (Nova, 2009), pero se organizó para construir uno propio, con particularidades municipales y zonales, un tipo de territorio que, siguiendo a Silva (2016), partía de un reclamo por una territorialidad, por una forma de organización de la vida social. La respuesta de la élite dominante fue no dialogar ni concertar (Novoa, 2009). En el tránsito de la década de los años 80 a los 90, la violencia se configuró como el detonante de los procesos de reconfiguración del territorio. Se impuso una idea de guerra total entre los múltiples actores armados, lo que causó graves afectaciones humanitarias, sobre todo en el desplazamiento de población campesina, así como en la contención de los procesos económicos en curso, situación que se extendió hasta inicios del 2000 (Aramburo & García, 2011). García (2008) argumenta que con la intensificación de la confrontación armada en este periodo se acentuó una tendencia hacia la ruptura de la subregión, profundizando la desterritorialización campesina.

El control militar estatal (2004-2006) configuró un nuevo escenario para los nuevos procesos de regionalización funcional (Pineda y Pimienta, 2021). Contrario a la apuesta de actores locales, esta nueva realidad territorial derivó en un proceso geopolítico de configuración del territorio centrado en la profundización de una funcionalidad económica, lo cual niega el territorio y la territorialidad campesina.

La puesta en marcha de las nuevas iniciativas continuaron alterando las formas en que los pobladores rurales del Oriente antioqueño habían desarrollado sus formas de vida. Como efecto territorial se presenta una tensión entre las prácticas tradicionales y las raíces de estos pobladores, los vínculos con ese espacio vivido: si se mantienen las prácticas campesinas, el resultado es un desplazamiento hacia lugares no atractivos hoy para las dinámicas con énfasis competitivo. Por el contrario, si se priorizan las raíces en ese espacio geográfico, se altera la práctica, se da una inserción en las nuevas actividades, una vida más urbanizada, aun cuando se reside en una zona administrativa rural. Para Pimienta, Sepúlveda, Aramburo, Arcila e Hinestroza (2021), este cambio se dio con mayor fuerza en la zona de Embalses, donde una parte de las tierras agrícolas fue inundada por proyectos hidroeléctricos, lo cual impactó la economía campesina, vocación de estos municipios, que fue cediendo espacio al turismo. Así ocurrió también en la zona del Valle de San Nicolás, donde hoy predominan actividades como los servicios, la industria y, en menor medida, la agricultura tecnificada.

En zonas más apartadas de la centralidad urbana, como zonas de bosques o páramos, la vida campesina continúa siendo una forma de producción de un tipo de territorio, más dispersa que en el siglo pasado, pero persistente. Allí las apuestas por una territorialidad campesina se expresan en la lucha que reclama autonomía y soberanía alimentaria y que reivindica el papel de la naturaleza y las relaciones con el entorno. Esa territorialidad tiene como centro la permanencia en esos lugares donde toman forma proyectos de vida, de allí que la defensa del territorio sea un elemento aglutinador en las acciones políticas que han desplegado (Movete, 2018). Para las organizaciones campesinas y habitantes de esta zona, ese imaginario de territorio es apropiado como:

una forma de vida, como su sustento, su realización personal, es donde se siente bien, donde siente que puede construir un proyecto de vida, entonces es eso lo que caracteriza a un campesino, su relación con la tierra y se siente realizado pleno en su territorio (Comunicación personal, grupo focal integrantes de la asociación campesina de Antioquia-ACA, 29 de Julio de 2020).

Un enfoque similar está presente en procesos sociales como el Movimiento por la defensa del territorio-Movete (2018), compuesto por organizaciones campesinas, comunitarias, juntas de acción comunal, entre otros, que asumen el Oriente como su territorio. Se trata de una forma de acción política que se moviliza ante acciones de intervención que pueden conducir a la expulsión de sus habitantes o que alteran formas de vida, como la campesina. Los pobladores movilizados a través de los festivales por el agua, han establecido un tipo de relacionamiento con ella como organizadora del territorio, como fuente de vida; por ello, sus luchas se han orientado principalmente contra proyectos extractivos. Siguiendo a Silva (2016), estas territorialidades campesinas, con la diversidad que implica un espacio geográfico tan amplio, condensan una lucha por la autodeterminación, por el desarrollo de proyectos propios, por conseguir de la tierra lo necesario para vivir, de esta forma, como lo resaltan los integrantes de la Asociación Campesina de Antioquia-ACA, ser campesino se asocia con un vínculo, un arraigo, una forma de vida (Comunicación personal, integrantes de la ACA, 29 de Julio de 2020).

Lo Rural en el Proyecto Competitivo para el Oriente antioqueño

La visión que sobre lo rural emerge, en los diversos instrumentos de planificación trazados, coincide en ubicar al Oriente como una subregión con fuerte tradición agropecuaria, que pierde peso debido a las transformaciones vividas en las últimas décadas. Allí se encuentran iniciativas, algunas de las cuales están presentes desde los años 70, como la agroindustria, los proyectos extractivos energéticos, la industria manufacturera, los servicios ecosistémicos y las cadenas productivas rurales, con énfasis en cultivos rentables y competitivos ligados a un enfoque exportador. En la Tabla 1 se detallan las apuestas políticas trazadas y, con ellas, las funciones asignadas a fragmentos del Oriente antioqueño.

Tabla 1 Ejercicios de planificación del Oriente antioqueño desde 2006  

Fuente: Elaboración propia.

De las diversas iniciativas expuestas emergen varios elementos de interés: Primero, las apuestas trazadas no son homogéneas para el conjunto del Oriente antioqueño, emergen actividades asociadas al conocimiento, la producción agroindustrial, los servicios ecosistémicos, oficinas, vivienda, producción de alimentos, entre otros. Segundo, la espacialización estas actividades en el conjunto del Oriente se configura como una forma de recorte territorial, al especializar fragmentos para su desarrollo. Tercero, el desarrollo de estas acciones no entra en tensión antagónica con otros proyectos económicos como la industria y la urbanización en el Valle de San Nicolás, por el contrario, los complementa. En su conjunto, construyen una idea de totalidad territorial funcional que opera como una imagen de retazos espaciales que forjan una colcha llamada Oriente (Pineda y Pimienta, 2021).

Por el contrario, la producción campesina sí entra en tensión con la presencia de este portafolio de servicios. De acuerdo con Pimienta et al. (2021), con la hegemonía de estos usos funcionales se presentan dos tendencias no antagónicas; la primera, orientada a la desaparición de la producción campesina, la consolidación de la floricultura y fruticultivos. La floricultura parece no ser compatible con la agropecuaria, ya que los dos usos del suelo no conviven en espacios contiguos, es decir que, en cuanto se aumenta la producción de flores, se disminuye la producción de alimentos. El comportamiento de la floricultura le permite funcionar en municipios donde incluso existe un elevado precio de la tierra (Zuluaga, 2019). La segunda, el uso de este espacio para usos recreativos o urbano-industriales, sobre todo en el Valle de San Nicolás.

De esta forma, el mayor énfasis para la ruralidad se presenta en la apuesta permanente por la agroindustria. De hecho, en las últimas décadas, el peso de cultivos permanentes y fruticultivos va en aumento (Londoño, 2012; Pimienta et al., 2021) -especialmente en el altiplano, como parte del proyecto exportador de la floricultura, actividad que hoy se encuentra en expansión hacía la zona de páramos, al igual del cultivo de aguacate hass-; su materialización ha desplazado la dinámica productiva y está transformado el sujeto campesino en un empresario rural o trabajador asalariado (Zuluaga, 2019). De ahí que este tipo de modelo de desarrollo, el del agronegocio, se asocie con un tipo de territorio que es diferente al campesino, como lo ha resaltado Mancano (2009).

Paralelamente, se encuentra el proyecto energético en el Oriente antioqueño, presente desde los años 60 (Novoa, 2009; Aramburo & García, 2011). El extractivismo eléctrico en esta zona del departamento de Antioquia se renueva a partir de la proliferación de pequeñas centrales hidroeléctricas, conocidas como PCH, como con la proyección de nuevos embalses, donde las condiciones asociadas a la riqueza hídrica de la región son usadas como ventajas comparativas, lo que mantiene al Oriente como un espacio vinculado a la funcionalidad de la producción de energía, del agua como mercancía.

Entre estas dos apuestas competitivas, que producen tipos de territorios, viene creciendo en importancia el potencial natural y de biodiversidad de la región, aspecto que se encuentra principalmente en apuestas más recientes como lo son el Plan de Crecimiento Verde (2015), formulado por la Corporación Autónoma Regional de las cuencas de los ríos Rionegro y Nare -CORNARE-; el Sistema Urbano Subregional Oriente y Urabá (2012), financiados por la Gobernación de Antioquia, o Metrópolis 2050 (2019), financiado por el área metropolitana del Valle de Aburrá, entre otros.

En este marco adquiere importancia la idea de servicios ecosistémicos, donde municipios alejados del Valle de San Nicolás y con gran potencial natural, ubicados en la zona de bosques y páramos al interior del Oriente antioqueño, se convertirían en ese sostén ambiental de la expansión industrial e inmobiliaria, como proveedores de aquel 'capital natural' necesario para el desarrollo de la nueva metrópolis. Con ello, los municipios catalogados con bajas capacidades competitivas en relación con el proyecto industrial son proyectados principalmente para la construcción y constitución de diversas figuras de protección ambiental, supeditando los usos a una idea de conservación y venta de servicios ambientales, los cuales incluso restringen la producción campesina.

Estas lecturas permiten comprender cómo ha cambiado la perspectiva sobre lo rural en la región, pasando de una visión fragmentada de territorio funcional a una que busca mayor integralidad, donde aquellos municipios considerados más rurales, más apartados de las centralidades urbanas e industriales, tendrán unas funcionalidades particularidades frente a zonas urbanizadas.

Finalmente, otra tensión emergente se da entre producción y vida campesina con los procesos urbanos e industriales, principalmente en el Valle de San Nicolás. Municipios que tienden a una mayor producción agropecuaria están inmersos en procesos de expansión urbanística y de la industria (Marinilla, El Carmen, El Santuario, Guarne), lo que genera otra disputa por los usos, donde el modelo de desarrollo ha terminado inclinándose a favor de la habilitación de amplios fragmentos para los usos urbano-industriales (Universidad Nacional de Colombia sede Medellín, 2018). En estos lugares, la variación de suelos intervenidos aumenta de forma significativa en los últimos años, como se ilustra en la Figura 3. Las coberturas asociadas a cultivos transitorios disminuyen (Londoño, 2012), se alejan de los equipamientos y zonas de conectividad, y dejan de ser zonas atractivas para el proyecto competitivo (Pineda y Pimienta, 2021).

Fuente: Elaboración propia a partir de técnica de clasificación supervisada de imágenes.

Figura 3 Suelos con poca y/o alta intervención en el Valle de San Nicolás 

El acelerado proceso de intervención que describe la Figura 3 es un síntoma de los procesos de expansión urbana sobre el Valle de San Nicolás y, con ellos, de una forma de recorte territorial vinculado a una vida más urbanizada. Esto se traduce en otro tipo de territorios, condicionados por las relaciones sociales que se tejen en ellos y por las nuevas formas de habitarlos y, por lo tanto, se pone en evidencia una presión para los territorios campesinos de desarrollarse en otros lugares.

Estas apuestas producen un tipo de territorio que está vacío de las prácticas socioespaciales locales, ya que, como lo ha resaltado Silva (2016), no reconocen esa posibilidad de autodeterminación, lo que se traduce en un reclamo territorial por permanecer allí. Las acciones políticas descritas han pretendido un tipo de territorio funcional que no reconoce la territorialidad y el mismo territorio campesino, que tiene otras lógicas, otras expectativas, otro contenido, como lo han resaltado Mancano (2009) o Silva (2016).

En estos procesos de intervención territorial el campesinado no aparece y, cuando lo hace, emerge solo como beneficiario de los proyectos; aparece, entonces, como un actor secundario. Resulta interesante ver cómo el tratamiento de lo campesino -que no deja de ser secundario en comparación al proceso urbano e industrial- se modifica con la consolidación de las apuestas de competitividad y pone en evidencia una integración cada vez más clara de ciertos aspectos de la ruralidad del Oriente con el desarrollo del centro metropolitano del Valle de Aburrá y la internacionalización de la economía. En este contexto, se plantea como camino para el desarrollo rural la consolidación de la agroindustria y la idea de cultivos rentables, principalmente aquella ligada a productos para exportación; con ello, se impulsa un tipo de territorio, el del agronegocio (Mançano, 2009).

En este escenario de integración del conjunto de la ruralidad del Oriente antioqueño al proyecto competitivo no pareciera que la actividad campesina y su territorialidad fueran a desaparecer. Sin embargo, están 'condenadas' a las formas como se van construyendo los territorios en un mundo globalizado y urbanizado, y entran en una constante 'descampesinización', un efecto de la territorialidad de los nuevos flujos y conexiones que moldean esta subregión administrativa. El contexto del Oriente antioqueño permite afirmar que la superación de la confrontación armada, sin enfoques ni políticas que reconozcan al campesinado en sus múltiples dimensiones, continuará forzando su expulsión, así como la reconfiguración de sus prácticas y espacialidades.

Conclusiones

Los elementos expuestos permiten explorar una idea de territorialidad campesina contenida que muestra la fragilidad de estas dinámicas ante las nuevas funciones que se desarrollan en el Oriente antioqueño. Así, podemos afirmar que los procesos de intervención operan como una forma de inestabilidad del territorio campesino, pues las apuestas políticas presentes están ausentes de las prácticas socioespaciales presentes. Como fue resaltado por Mançano (2009), este tipo de políticas reflejan una disputa, entre el capital y el campesinado, que tiene como efecto territorial una tensión con las prácticas tradicionales y las raíces territoriales.

Este proceso, la forma de asignarle roles y funciones a fragmentos de esta subregión, tiene como efecto una intensificación de la fractura del Oriente antioqueño. Lo que oferta el territorio para la valorización de actividades económicas es el elemento que estimula un tipo de territorio, una forma de usarlo, al mismo tiempo que promueve un imaginario de desarrollo que en la práctica niega el territorio campesino. En este contexto, en una región que fue atravesada por la guerra, que expulsó a una parte importante de los habitantes rurales, las nuevas apuestas no tienen como centro un sujeto que ha sido parte de su configuración histórica; por el contrario, las acciones tienden a invisibilizarlo o adaptarlo a una oferta de servicios, un reflejo de las lógicas de inserción global trazadas para el Oriente antioqueño.

Referencias

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1 El presente artículo se desprende de las discusiones desarrolladas en dos investigaciones, la tesis doctoral en curso en Ciencias Sociales de la Universidad de Antioquia, con el título Territorialidades de la globalización: localización industrial y reconfiguraciones en el Valle de San Nicolás, Colombia, desarrollada por Hernán Darío Pineda Gómez y el proyecto de investigación "Prácticas campesinas de ordenamiento territorial", en el cual trabajan los dos autores. Ambas investigaciones se realizan en el Grupo de Estudios del Territorio del Instituto de Estudios Regionales-INER de la Universidad de Antioquia.

Cómo citar este artículo: Pineda Gómez, H.D. y Valencia-Castro, S. (2022). Territorialidad campesina, ausente en proyectos políticos para el Oriente antioqueño. Bitácora Urbano Territorial 32(1): 135-148. https://doi.org/10.15446/bitacora.v32n1.97962

Autores

Hernán Darío Pineda-Gómez Docente ocasional del Instituto de Estudios Regionales-INER. Investigador del Grupo Estudios del Territorio. Magíster en Estudios Urbano-Regionales, Candidato a doctor en Ciencias Sociales. Los trabajos recientes se centran en los procesos de reconfiguración territorial, con énfasis en efectos y tensiones territoriales por procesos promovidos globalmente como la relocalización industrial, así como en análisis de proyectos políticos y reconfiguraciones territoriales. También ha investigado sobre procesos de planeación territorial con un foco en la relación entre estrategias de competitividad y procesos metamorfosis urbana o intervenciones estatales y reconfiguraciones territoriales.

Santiago Valencia-Castro Abogado. Integrante del semillero de Estudios Políticos Rurales de la Universidad de Antioquia. Su trabajo reciente se centra en temas de conflicto armado, conflictos por el uso y tenencia del territorio.

Recibido: 26 de Agosto de 2021; Aprobado: 13 de Diciembre de 2021

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