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El Ágora U.S.B.

versão impressa ISSN 1657-8031

Ágora U.S.B. vol.22 no.2 Medellin jul./dez. 2022  Epub 23-Fev-2023

https://doi.org/10.21500/16578031.5167 

Reflection articles derived Research

La Paz entre judíos y cristianos. El aporte de Juan Pablo II, a la paz interreligiosa en el siglo xx

Peace between Jews and Christians. John Paul II's Contribution to Interreligious Peace in the 20th Century

José Ignacio Bolaños-Motta1 

Angela María Daza-Arango2 

Ángela Patricia Espinosa-Tabares3 

1 Licenciado en Música y Magister en Educación Multicultural y Etnoeducación de la Universidad del Cauca, docente investigador universitario. Coordinador del grupo ALMUNEDAR (Alma, Mundo, Educación y Arte) grupo adscrito a la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación de la Universidad de los Llanos en Villavicencio (Meta. Colombia), sede Villavicencio. Orcid: https://orcid.org/0000-0002-9976-1808. Contacto: jbolanos@unillanos.edu.co

2 Investigadora y monitora del grupo de investigación ALMUNEDAR (Alma, Mundo, Educación y Arte) grupo adscrito a la Escuela de Pedagogía y Bellas Artes de la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación, Universidad de los Llanos en Villavicencio (Meta. Colombia). Orcid: https://orcid.org/0000-0003-4954-8854 Contacto: angela.daza@unillanos.edu.co

3 Investigadora y monitora del grupo de investigación ALMUNEDAR (Alma, Mundo, Educación y Arte) grupo adscrito a la Escuela de Pedagogía y Bellas Artes de la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación Universidad de los Llanos en Villavicencio (Meta. Colombia). Orcid: https://orcid.org/0000-0002-0866-4472 Contacto: angela.espinosa@unillanos.edu.co


Resumen

Juan Pablo II no sólo expresó sus ideas políticas y sociales a través de Encíclicas y discursos, sino también a través de la diplomacia y diversas acciones cargadas de simbolismo. Acciones que tuvieron por objetivo mostrar como ejemplo a los pertenecientes de ambas religiones, la paz subyacente entre sus líderes religio sos. De lo anterior, aunque muchos datos biográficos y logros han sido tenidos en cuenta por los biógrafos de Wojtyla, el acercamiento generado entre cristia nos y judíos es quizás uno de los puntos menos profundizados en las reflexiones históricas sobre la labor de Wojtyla.

Palabras Clave: religión; cristianismo; judaísmo; antisemitismo; paz.

Abstract

Not only did John Paul II express his political and social ideas through Encycli cals and speeches, but also through diplomacy and various actions loaded with symbolism. These actions were aimed at showing as an example to the mem bers of both religions, the underlying peace between their religious leaders. From the above, although many biographical data and achievements have been taken into account by Wojtyla's biographers, the rapprochement generated be tween Christians and Jews is perhaps one of the least deepened points in the historical reflections on Wojtyla's work.

Keyword: Religion; Christianity; Christianity; Judaism; Anti-Semitism; and Pea ce.

En abril de 1986, el Papa Juan Pablo II fue el Primer Pontífice que asistió a un servicio de la Sinagoga...

Introducción al tema de estudio

Dijo a la congregación judía: «Sois nuestros hermanos bienamados, y en cierto modo sois nuestros hermanos mayores”. (Johnson, 1987 p. 512) Hacia el año 1962 aparece en la esfera religiosa y política mundial, un Papa relativamente joven [para su cargo]; el nuevo Pontífice asumiría entonces los destinos de la Iglesia Romana en la segunda mitad del siglo xx. Para estos tiempos, la institución eclesiástica se veía ante la imperiosa necesidad de dar una nueva mirada a las demás religiones y pueblos, uno de ellos el Pueblo Judío junto con su religión. La necesidad no había surgido de la nada; la iglesia católica se encontraba ante tres novedades históricas de repercusión en el presente: 1- El fin de la Segunda Guerra Mundial, que daba lugar a la reconstrucción de Europa y el nacimiento de la Guerra Fría. 2- El nacimiento del Estado de Israel. 3- El fortalecimiento del pensamiento ecuménico al interior de la Iglesia (Arboleda, 2013). Karol Wojtyla, ahora conocido en el mundo entero bajo un nuevo nombre de Juan Pablo II, quien se había desempeñado en el campo del trabajo social con adolescentes como sacerdote en diversas parroquias de Polonia, ahora pasaría a ocupar el cargo de Papa vitalicio, hasta su muerte el 2 de abril del año 2005, a causa de un colapso respiratorio.

Avanzando a grandes pasos sobre la cuestión biográfica, Karol Józef Wojtyla nació en 1920 en Wadowice, un pueblo próximo a Cracovia (Polonia); muchos de sus biógrafos con cluyen que su inclinación por ser sacerdote provino de sus padres, a quienes se les atribuía una gran observancia de la vida católica. Como polaco, observó la destrucción de su país a causa de la Alemania Nazi y, en ella, la muerte de su progenitor, quien murió siendo un Suboficial del ejército durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial. Así las cosas, la nacionalidad del futuro Papa determinó que él sufriese en carne propia las consecuencias de la guerra, y es muy posible que dicha experiencia le hiciese consiente de la importancia del sentido de la tolerancia, dentro del marco de la diversidad religiosa o racial. Quizás a partir de su historia de vida podría entenderse por qué Wojtyla denominaba al fascismo -al igual que a otros modelos de pensamiento-, como “ideologías del mal” (Wojtyla, 2005, p. 6). Al respecto, es de notar que él contó con múltiples talentos entre los cuales se incluyen oficios como: actor, arquero de futbol, e intelectual, entre otros. Al respecto de los datos enunciados hasta aquí, existen múltiples materiales de tipo religioso o académico, en for mato impreso, magnético o audiovisual que recibirán citación a lo largo de todo el artículo.

A partir de las generalidades biográficas establecidas en los párrafos anteriores, se pre tendió hacer un estudio de tipo documental, en el que -como problema de investigación-, se hiciera una revisión histórica, a la forma como Wojtyla incidió sobre la posterior paz [o tolerancia] entre judíos y cristianos. Si bien, aunque resulta conveniente indicar que existe una diversidad de textos en donde se pueden encontrar datos sobre la incidencia del men cionado pontífice, sobre la denominada paz entre ambos pueblos, no obstante, no existe un texto unificado dedicado a dicha reflexión histórica, se hace referencia a una reflexión en donde a través de una lectura histórica, se logre indicar un nivel de responsabilidad, entre el mencionado personaje histórico, y la actual paz entre las vertientes religiosas.

Con todo lo anterior, el presente escrito pretende generar una reflexión histórica sobre diversos aspectos biográficos del fallecido Papa, respecto a su esfuerzo por promulgar la paz entre el cristianismo católico y el Pueblo Judío. Para ello, el presente texto espera desarrollar -de manera muy general-, cada uno de los aspectos que incidieron en la vida personal de Wojtyla y su estrategia hacia una paz estable inter-religiosa. Es así que, se han elabora do algunos apartados en los cuales se espera desarrollar los siguientes temas: 1- Algunas experiencias que en vida llegó a tener Juan Pablo II, en relación con el mundo judío. 2- El legado de Pío XII y su actuar durante la Segunda Guerra Mundial, para pasar al comunica do Nostra Aetate (Nuestro tiempo) emitida por parte de Juan Pablo II, en donde proclama la importancia de la convivencia entre el catolicismo y otras religiones. 3- Las tres visitas his tóricas a: el Campo de Concentración de Auschwitz, la Sinagoga de Roma, y el Muro de las Lamentaciones en Israel y, con ello, la huella dejada por el acercamiento generado entre la Santa Sede y el Pueblo Judío. 4- El impacto que tuvo Wojtyla sobre sus sucesores, Benedicto XVI y el actual Papa Francisco, quienes hicieran nuevos y también muy importantes avances sobre el tema de la paz religiosa. 5- La relación entre la Santa Sede y el Pueblo Judío, a través del pensamiento de Wojtyla como el punto de inflexión para un cambio histórico.

Declarado Santo en vida, Juan Pablo II poseía cualidades que, si bien le pueden ser pro pias a él, también son propias de su tiempo o, quizás, de la racionalidad desarrollada a lo largo del siglo XX. Él, a diferencia de muchas opiniones precedentes en su propia Iglesia, no pretendía convertir judíos al cristianismo; por el contrario, él veía en el judaísmo una de las raíces -y quizás la más importante-, del catolicismo. Por esta razón, luego de analizar la vida del fallecido Pontífice, puede predecirse su evidente intención de construir puentes entre religiones. Si en la actualidad un judío habla con una persona de culto católico encon trará que esta persona no lo considera su enemigo por el hecho de haber matado a Jesús, o de haber cometido deicidio (Saban, 2016), como sí lo era en otras épocas. Por el contrario, encontrará a una persona que va a expresar frases coloquiales como: “he escuchado que ustedes son nuestros hermanos mayores en la fe”, entre otras enunciaciones que indican una comprensión por la otredad religiosa y, en correspondencia, un mínimo diálogo amis toso en la diferencia de identidades. Pues bien: esta situación es así desde hace muy poco tiempo, pues en realidad judíos y cristianos-católicos habían sido históricamente enemigos, sólo hasta el pontificado de Juan Pablo II. Por esta magna razón, el trabajo a nivel político, teológico y educativo, realizado por Juan Pablo II, es hoy por hoy un tema de vital reflexión para la formación de la paz religiosa. A partir de lo anterior, el presente escrito pretende dar una mirada a este importante personaje histórico en lo concerniente a un legado que Wojtyla logró desarrollar con acierto, como parte de una paz comprensiva y duradera, en lo que otrora parecía irreconciliable.

Metodología

El modelo de trabajo a través del cual se gestionó el desarrollo del presente escrito es el análisis bibliográfico documental (Peña & Pirela, 2007). La correspondiente revisión bibliográfica abordó tres grandes fuentes de información: 1- Se recurrió a fuentes de naturaleza biográfica, en donde se viesen desde diversas ópticas, los escritos de tipo religioso y humanístico realizados por Juan Pablo II, y su correspondiente impacto sobre el diálogo interreligioso. 2- Se realizó una revisión histórico-bibliográfica al tema del conflicto teológico político entre cristianos y judíos, y el trasegar de dicho conflicto a lo largo de la historia occidental. 3- Se hizo también una revisión a textos como: discursos, homilías, comunicados de orden institucional, por parte del mundo católico, y en relación con la articulación de la paz entre judíos y cristianos.

Aunque se esperaba consultar bibliografías posteriores al año 2000, muchos de los textos que se estimaron como importantes para el presente estudio fueron publicados o impresos hacia mediados del siglo pasado. Es por esta razón que los textos determinados en este trabajo se encargan de hacer un recorrido histórico bibliográfico sobre el tema. Para dar fiabilidad al escrito, la búsqueda indicó la necesidad de que buena parte de los libros magnéticos gozaran de cierto reconocimiento en comunidades científicas, y que los artícu los se encontraran publicados en Revistas Científicas indexadas de habla hispana, contem plándose publicaciones de importantes periódicos en el campo de la diversidad religiosa. Finalmente se valora aquí la ayuda que representó, a lo largo de la investigación, el uso del denominado: The Qualitative Data Analysis & Research Software, conocido como Atlas.ti 8 en español. (Varguillas, 2006).

Resultados

A partir del proceso investigativo documental realizado a lo largo del año 2019 y lo transcurrido del 2020, se logró como resultado desarrollar la categoría que abordaría el tema central del presente texto; se hace referencia a La Paz entre judíos y cristianos. El aporte de Juan Pablo II a la paz interreligiosa en el siglo XX. A través de este marco se pretende exponer la posición ético-política de Wojtyla hacia el Pueblo Judío. Se asumen dichos actos históricos como un punto de partida determinante para una comprensión histórica hermenéutica del mundo religioso moderno.

El ideal de comprender “la otredad” (Vargas, 2015, p. 207) en su diferencia cultural y re ligiosa es hoy en día un rol normal y asumido en la mayoría de los países de occidente; no obstante, no fue ésta una realidad común en el resto de la historia, o por lo menos en la historia del mundo occidental. Sólo para nombrar uno de los tantos capítulos históricos, resulta compleja la gran exposición de odio e intolerancia, presente en la novela de William Shakespeare, El Mercader de Venecia (2001). En la obra, Shakespeare expone la fuerte intole rancia que se cernía sobre los judíos, para los tiempos del Renacimiento y en una ciudad como Venecia, que se decía ser la más liberal de toda Europa. La iglesia católica de los años de la Inquisición no se mostraba a favor de la diferencia; por el contrario, la perseguía. Para ejemplificar un poco, la palabra hereje era una categoría realmente muy amplia; se concluye que hereje es aquel que escoge, y a partir de esta definición se designaba como herejes a: “los magos, los adivinos, los blasfemos, los excomulgados, los apóstatas, (y) los judíos” (Claro, 2009, p. 186) entre otros. No obstante, y contra todo lo expuesto: “el rito hebreo era consi derado en cierta manera necesario... pues el mundo judío era por oposición y en evidente exterioridad, un testimonio de la verdad de la iglesia” (Claro, 2009, p. 191). Los judíos eran -y son-, la prueba histórica de la existencia de un pueblo, que aún existe y al cual perteneció Jesús de Nazaret. Los ejemplos históricos en los cuales se demuestra la incompatibilidad en tre cristianos y judíos son tantos, que incluso nombrarlos por épocas y lugares desbordaría los límites del presente escrito; no obstante, se emiten algunos ejemplos sólo para eviden ciar la forma como la intolerancia religiosa tuvo fuertes implicaciones sociales en varios y determinados momentos de la historia.

De otro lado, avanzando a grandes saltos por la historia del mundo, y antes de entrar en materia sobre el tema que ocupa el presente escrito, es necesario aclarar que resulta impo sible -o quizás demasiado apresurado-, determinar si las decisiones del Papa Juan Pablo II tuvieron un origen personal, si correspondieron a una decisión institucional por parte de su Iglesia, o si quizás estas decisiones se debieron a todas las razones anteriores, lo cual es en realidad muy probable.

Algunas experiencias de Juan Pablo II con el mundo judío

En la historia personal de Wojtyla abunda toda suerte de anécdotas alusivas a sus buenas relaciones con personas y personalidades judías (López, 2014), y se creería que dichas buenas relaciones muy posiblemente trascendieron los tópicos de una simple diplomacia, hacia un deseo -no sólo institucional sino también personal-, por desarrollar diálogos entre la otredad judía y la institución de la cual era Pontífice. En concordancia con varios biógrafos de Wojtyla, las circunstancias de la vida llevaron a que contase con muchos amigos judíos, uno de ellos fue el señor Jurek Kluger -compañero de juego de futbol de infancia-, quien fuera el hijo del presidente de la Comunidad Judía de Wadowice (Pacheco, 2007, p. 189). Aunque se sabe que tuvo muchos amigos más es posible que muchos de ellos falleciesen en tiempos de la Segunda Guerra Mundial.

Resulta por ello posible que su rechazo al antisemitismo partiera del hecho de que fue el sentimiento antisemita, uno de los desencadenantes de la destrucción de Polonia a manos de los nazis. Uno de los relatos sobre la vida de Wojtyla narra que una judía, quien posteriormente se nacionalizaría israelí, de nombre Edith Zirer, debió pasar tres años de su vida en un Campo de Concentración en Polonia. Al cabo de los tres años, con trece de edad, y a punto de morir, Karol Wojtyla -en aquel entonces sacerdote de una iglesia rural-, se en cargó de salvarle la vida (ACI Prensa, 1980). La señora Zirer afirma que él le dio comida y la transportó a sus espaldas a lo largo de cuatro kilómetros hasta ponerla a salvo. Con todo lo expuesto, Karol Wojtyla, mucho antes de ser Papa, se mostró como una persona que percibe el dolor de la otredad (Jan, 1993), y aunque se reconocía a sí mismo como un hombre muy tolerante, él mismo no se mostraba tolerante hacia el antisemitismo y el comunismo entre otras ideologías (Wojtyla, 2005), y razones biográficas le sobraban.

De Pío XII a Nostra Aetate

Karol Wojtyla llegó a convertirse en Sumo Pontífice el 16 de octubre de 1978 hasta su muerte en el año 2005; fue el Papa número 264 de la Iglesia Católica y antes de él, los Pontífices más cercanos fueron Pio XII, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo I. De los anteriores Papas mencionados se resalta la importancia de Pio XII, quien se convirtió en una figura histórica determinante en la tensión por su papel en la Segunda Guerra Mundial. De un lado están sus detractores quienes le denuncian por la participación de los prelados alemanes en el movimiento nazi (Cornwell, 2003); en otra instancia están quienes lo consideran un Papa pasivo y le reclaman no haberse declarado públicamente en contra de la barbarie de los nazis. No obstante, sus defensores afirman que le era imposible hacer más por el mundo judío -al igual que los demás perseguidos en la guerra-; ello se evidencia en testimonios como el siguiente:

Debemos organizarnos para ofrecer ayuda a los perseguidos y sobre todo a los judíos. Éste es el deseo del Santo Padre Pío XII. Todo se hará con la máxima reserva y pruden cia... Fue el Pontífice Pío XII quien nos ordenó abrir las puertas a todos los perseguidos. Si no hubiera sido por la orden del Papa, habría sido imposible salvar a tanta gente. (Gaspari, 1998, p. 69).

Es necesario destacar que una de las pretensiones de Hitler, y su avanzada a lo largo del periodo de la Segunda Guerra Mundial, era precisamente impedir el muy posible na cimiento del Estado de Israel, el cual ya era una propuesta con bastante anterioridad al fin de la Segunda Guerra Mundial. El dictador veía esta posibilidad como un “Segundo Vaticano” o como un “Komintern judío, una nueva base de poder de la comunidad judía mundial” (Johnson, 1987, p. 472). Testimonios como este se presentan como una evidencia de que las relaciones de Hitler con la Santa Sede no eran para nada amistosas. Es de esta manera como múltiples acciones han sido testificadas a favor del mundo judío por parte de Pio XII; entre ellas se cuentan el hecho de atender a los perseguidos con ropa, la presentación de ayuda otorgando documentos falsos en el pasaporte para perseguidos judíos; no obstante, su si lencio a nivel político sigue teniendo una importante influencia en la historia conocida y sobre su propia biografía.

Una vez Wojtyla asume su cargo se vería entonces en la imperiosa necesidad de hacer avanzar a su Iglesia, en su relación hacia las religiones no cristianas como son la religión judía, el islam (Cerro, 2009) y el hinduismo (Luján, 2015). Para tal fin, la declaración Nostra Aetate (Nuestro Tiempo) afirma que: “La fraternidad universal excluye toda discriminación” (Pontificia Universidad Católica de Chile, 2016, p. 16), dejando atrás capítulos oscuros de la historia como fueron la expulsión de los judíos de España, y el Periodo de la Inquisición (Claro, 2009), entre muchos otros. Con Nostra Aetate, la iglesia da un giro histórico en lo re ferente a las relaciones con las religiones no cristianas y también el Pueblo Judío, pues esta declaración se convirtió en una inflexión de cambio, en cuanto a las posibles justificaciones para el antisemitismo, actitud denominada hoy como judeofobia (Guzmán, 2008). En la declaración, el Pontífice se centra en los aspectos que resultan comunes a las grandes reli giones; entre ellos se cuentan: la idea de un único Dios, la pregunta por la felicidad y por la muerte, entre otros temas. De manera directa hacia el Pueblo Judío se expresa que:

Todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen... La Iglesia, reprue ba cualquier persecución contra los hombres; consciente del patrimonio común con los judíos, e impulsada no por razones políticas, sino por la religiosa caridad evangéli ca, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos. (Pontificia Universidad Católica de Chile, 2016, p. 16)

Gracias a esa declaración, muchos sectores católicos retiraron sus acusaciones y perse cuciones contra los judíos, dándose lugar ahora a comprensiones y encuentros respetuosos, reconociendo los valores que resultaban comunes a ambas partes (Kung, 2002), pero que no se habían puesto de manifiesto de manera clara y fundante para todos. A partir de lo anterior, y algunos años después, el actual Papa Francisco retomaría las palabras del Papa Juan Pablo II al decir que:

Ustedes son nuestros hermanos y nuestras hermanas mayores en la fe. Todos los que pertenecemos a una única familia, la familia de Dios, el cual nos acompaña y nos pro tege como su pueblo. En sus palabras se recupera el lenguaje fraternal de integrantes de una misma familia y a la vez el reconocimiento de las raíces judías del cristianismo. (Pontificia Universidad Católica de Chile, 2016, p. 21).

Así, Nostra Aetate generó reacciones positivas en círculos políticos, sociales y culturales de su época, dado que este texto se comprende como “un llamamiento a la fraternidad uni versal” (Pacheco, 2007), por cuanto tiene vigencia de primer orden hasta la actualidad. Este fenómeno es analizado críticamente por autores como Pacheco (2013), quien afirma que:

El Papa Juan Pablo II no podía consentir que la Iglesia Católica siguiera dando la espal da al Pueblo Judío después de las buenas experiencias vividas en sus años jóvenes en Wadowice y de los nefastos recuerdos de la Segunda Guerra Mundial, con el campo de exterminio de Auschwitz a pocos kilómetros de su casa. (p. 188).

No obstante, generar espacios de diálogo y entendimiento no resultaba ser una tarea del todo compleja, pues el judaísmo y el catolicismo están de acuerdo en muchos momen tos de su historia y las relaciones de sintonía -tanto en origen como en desarrollo-, son muchas. Sólo para nombrar unas pocas:

Su actividad se desarrolló entre judíos y para judíos. Judíos fueron sus padres, fami lia y adeptos. Judío fue su nombre: Yeshua, Yahvé es auxilio. Judías fueron su Biblia, liturgia y plegarias. Las circunstancias no le permitieron la predicación entre paganos. Su mensaje iba dirigido al Pueblo Judío en su totalidad, sin excepción. De lo que se desprende que sin judaísmo no hay cristianismo. (Kung, 1996, p. 39).

Como se había expuesto anteriormente -quizás al sufrir las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial-, Juan Pablo II defendía la paz, la vida de las personas y el respeto por su respectiva creencia religiosa. En su discurso realizado a Centroamérica en 1990, expu so que “La peor de las prisiones... sería un corazón cerrado y endurecido” (Wojtyla, 1990); por este motivo decidió dar un paso adelante entre la institución eclesiástica y el pueblo hebreo, pues las comprensiones requieren de salidas creativas, toda vez que se busca favorecer la vida tanto de los humanos, como de sus creencias.

Tres visitas históricas: Auschwitz, la Sinagoga de Roma, y el Muro de las Lamentaciones en Israel

Para Juan Pablo II resultaba claro que su declaración de diálogo con las religiones no cristianas debía trascender el discurso religioso o académico teológico. Por ello, a lo largo de su pontificado desarrolló un conjunto de acciones encaminadas a establecer de manera simbólica conexiones con religiosidades externas al cristianismo católico. A nivel filosófico, y en concordancia con la autora de origen judío Edith Stein, se establece desde su propuesta fenomenológica (Céspedes, 2014), que

es la acción la que revela la persona. En cuanto que, en la praxis, el hombre se evi dencia como sujeto y objeto. Este acceso por la experiencia a la Persona nos revela el carácter de irreductibilidad que posee el hombre. (Montes, 2011, p. 262).

Lo anterior es casi como decir que la Filosofía tiene validez en la acción, en acciones concretas, y es ello precisamente lo que el Papa vindicaría a lo largo de sus acciones -o visitas- como Pontífice y que, como desea dejar claro el presente escrito, generó una de terminante histórica para las relaciones entre cristianos y judíos. Estudiosos sobre la vida y obra de Wojtyla, determinan que:

Todas nuestras experiencias remiten a un yo fundamental y están sintetizadas en él... para Wojtyla la experiencia no debe ser entendida como una serie de elementos sen sibles o emocionales que posteriormente son organizados y ordenados a nivel supe rior. El punto de partida de Wojtyla será precisamente subrayar la subjetividad de la experiencia del hombre, enraizándose así en su pensamiento desde el comienzo en la vertiente moderna de la filosofía de la conciencia. (Marín, 2013, pp. 92-93).

Avanzando sobre el tema y en lo que respecta a la relación con el Pueblo Judío, dicho pensamiento hecho acción se manifestó a través de tres actos públicos de muy alta difusión en el mundo. Éstos fueron, 1ro. -La visita al Campo de Concentración de Auschwitz (El País, 1979), 2do. -La Sinagoga de Roma, y 3ro. -La visita al denominado “Muro de los lamentos” en Israel. En su visita a Auschwitz el 7 de junio de 1979, el Papa celebró una eucaristía en donde su homilía estuvo centrada en rechazar aspectos como la guerra y la intolerancia, indicando de esta manera -y una vez más-, que la Segunda Guerra Mundial fue y había sido un gran error de occidente y de Europa. En sus propias palabras Juan Pablo II expresa que:

Auschwitz es una cuenta con la conciencia de la humanidad mediante estas lápidas que dan testimonio de las víctimas que habían perdido las naciones. Auschwitz es un lugar que no basta sólo visitarlo. Durante la visita hay que pensar con temor dónde están las fronteras del odio. (Wojtyla, 1979, p. 1).

Años después, un nuevo evento marcaría la historia de los Pontificados; se hace referen cia a la visita desarrollada por el Papa a la Sinagoga de Roma, el día13 de abril de 1986, visita en la que el Papa se encargó de recalcar la importancia de hallar ese “común patrimonio es piritual” (Enciclopedia Católica Online Ecwiky, 2020, p. 1) que existe entre judíos y cristianos. En esta visita ocurrió un histórico abrazo entre el Papa Juan Pablo II y el Rabino Elio Toaff.

Un gesto que, al tratarse de dos importantes líderes religiosos, invitaría a los seguidores de ambas partes a comprenderse, respetarse y ser amigos, en su diferencia de credo. En su visita a la Sinagoga, el Sumo Pontífice hizo un conjunto de declaraciones que hoy en día son de gran importancia para la paz interreligiosa entre judíos y católicos; se hace referencia a la declaración de hermandad: “Con el judaísmo, por lo tanto, tenemos una relación que no te nemos con ninguna otra religión. Ustedes son nuestros muy queridos hermanos, y en cierto modo se puede decir que ustedes son nuestros hermanos mayores” (Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, 2000, p. 1).

Vale resaltar que, Elio Toaff (30 de abril de 1915 - 19 de abril de 2015) era un rabino ita liano. Fue el Gran Rabino de Roma de 1951 a 2002. A partir de 1947, se desempeñó como Rabino en Venecia. Tenía una amistad con el Papa Juan Pablo II, y asistió a su funeral en abril de 2005

Un asunto para tener en cuenta es la relación de: “tan cerca y tan lejos” que mantuvieron judíos y cristianos. La Sinagoga de Roma y el Vaticano son dos lugares que geográficamente están muy cerca; no obstante, resulta curioso que, en tantos años de cercanía, no hubiese existido antes un gesto quizás tan elemental como es el de generar una visita entre el man datario de tal templo hacia tal otro. Por lo anterior, el gesto de Wojtyla fue y sigue siendo de terminante en la necesidad de los diálogos religiosos. Finalmente, uno de los últimos gestos de amistad hacia el pueblo de Israel fue su memorable visita al Muro de las Lamentaciones en la Jerusalén. Ello ocurrió en las fechas del 20 al 26 de marzo del año 2000. El Pontífice, al encontrarse en el lugar, realizó uno de los gestos más comunes dentro del mundo judío, como es el hecho de depositar un deseo escrito en papel en el Muro de las Lamentaciones, ello como un claro gesto de respeto a las creencias populares del mundo judío. Dicho giro en el pensamiento católico ha marcado el pensamiento católico hacia el Pueblo Judío, en frases claras y precisas como son:

Con motivo del 40 aniversario del documento Nostra Aetate, dirige una alocución a miembros del Comité Judío americano en el Vaticano, volviendo a condenar el anti semitismo y el racismo... En el mensaje a los rabinos jefes de Israel incide en la nece sidad de reconciliación desde un punto de vista religioso entre los líderes cristianos y hebreos, sin que haya antijudaísmo entre los cristianos, ni sentimientos anticristianos entre los judíos. (Pacheco, 2007, p. 259-261).

Con los tres gestos realizados por el Papa se evidenció la existencia de un nuevo modelo de relaciones entre las partes; los gestos indicaban hermandad, hospitalidad, cooperación, comprensión, entre otras cualidades, todas relacionadas con el modelo de ciudadanía laica del siglo xx. No obstante, el gesto de Wojtyla no murió ahí, por cuanto es necesario observar si ello tuvo repercusión en sus sucesores al Pontificado.

El impacto de Wojtyla sobre sus sucesores

Las acciones desarrolladas por el Papa Juan Pablo II dejaron huella en los Papas que continuaron con el cargo, en los años siguientes. Quizás los primeros pasos de amistad sincera entre Juan Pablo II y el Pueblo Judío marcaron en buena medida el devenir de sus homólogos en el Papado. Tras la muerte de Wojtyla en el 2005, Benedicto XVI su sucesor al Pontificado del cristianismo católico se encargó de visitar el mismo Campo de Concentración donde su antecesor realizase un acto eucarístico. Para este momento las reflexiones realizadas por Benedicto XVI, serían entre otras: En la parte Birkenau del campo, en la zona en la que los judíos eran subidos en trenes para ser conducidos a la muerte segura con el gas, allí sólo se puede guardar silencio, un silencio que es un grito hacia Dios: “¿Por qué Señor, permaneciste callado? ¿Cómo pudiste tolerar todo esto?” (El Mundo, 2006, p. 1), “Sólo se puede guardar un silencio de estupor, un silencio que es un grito interior dirigido a Dios... este silencio se transforma en petición de perdón... que no vuelva a permitir jamás algo semejante” (Ratzinger, 2006, p. 1). Es de esta manera como Joseph Ratzinger, en su nombre de Benedicto XVI, citaría al Papa Juan Pablo II, repudiando de manera tajante la persecución desarrollada por Europa -y en ella por los católicos que la habitaban-, hacia el Pueblo Judío. Para el Papa Benedicto XVI realizar este acto implicaba además un gesto para acallar a quienes condenaban su supuesta vinculación a las juventudes hitlerianas. En su solemne discurso se presentaría ante la comunidad presente como un alemán, en un claro gesto de reconocimiento del error cometido por los políticos de mitad de siglo en su nación de origen:

El Papa Juan Pablo II estaba aquí como hijo del pueblo polaco. Yo estoy hoy aquí como hijo del pueblo alemán, y precisamente por esto debo y puedo decir como él: No po día por menos de venir aquí. estar aquí como sucesor de Juan Pablo II y como hijo del pueblo alemán, como hijo del pueblo sobre el cual un grupo de criminales alcanzó el poder mediante promesas mentirosas, en nombre de perspectivas de grandeza”. (Ratzinger, 2006, p. 2).

No obstante Benedicto XVI enfatiza nuevamente, y como un acto histórico, la exoner ación del Pueblo Judío como culpable de la muerte de Jesús de Nazaret. En su libro Jesús de Nazaret (Ratzinger, 2007), indica la no existencia de fundamentos para responsabilizar a los judíos por la muerte de Jesús, argumento que expone como un gran argumentador e instru ido hijo de su institución eclesiástica:

Cuando en el Evangelio de Mateo se habla de que ‘todo el pueblo' pidió la crucifixión de Cristo, ‘no se expresa un hecho histórico'. ‘¿Cómo habría podido todo el pueblo (ju dío) estar presente en ese momento para pedir la muerte de Jesús?', pregunta el Papa, quien reconoce que esa errónea interpretación ha tenido ‘fatales' consecuencias, en referencia a las continuas acusaciones de deicidio a los judíos durante siglos, que pro pició su persecución. (El Mundo, 2011, p. 1).

Con ello dio fin a las interpretaciones literales sobre la Biblia, en donde se acusaba al Pueblo Judío por la muerte de Jesús, fenómeno que en otro momento de la historia fue se denominado por San Justino como “deicidio” (Saban, 2016, p. 86). Años después, el Papa Francisco visitó también este mismo Campo de Concentración (El Comercio, 2016); para esta visita el Papa Francisco invitó a la oración, al silencio y la reflexión, sobre esta clase de actos crueles para con la humanidad. En palabras del Pontífice:

implorar la gracia de la reconciliación, ante todo, a Dios, el único que puede abrir y purificar nuestro corazón; luego, a los hombres que aquí sufrieron; y, por último, la gracia de la reconciliación para todos los que, en este momento de nuestra historia, sufren de modo nuevo bajo el poder del odio y bajo la violencia fomentada por el odio. (Badilla & Gagliano, 2016, p. 6).

Con la experiencia expuesta en torno a los sucesores, los Papas Benedicto XVI (Joseph Ratzinger) y el Papa Francisco (Jorge Mario Bergoglio), en la visita al Campo de Concentración de Auschwitz, se generan nuevas ejemplificaciones ante las nuevas generaciones de segui dores de ambas adscripciones religiosa, lo cual indica un ambiente de calma entre las di recciones de ambas religiones y por ende también entre las personas que forman dichas comunidades.

La Santa Sede, el Pueblo Judío y el pensamiento de Karol Wojtyla

Sin detenerse en exponer las lecciones que dejó la Segunda Guerra Mundial vale decir que, como fruto de esta nefasta experiencia, Europa se vio ante la fortuita necesidad de unificarse para así evitar nuevas guerras y, valga decir, guerras dentro de sus propios territorios. Fruto de esta experiencia es el nacimiento de organismos como la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Unión Europea (UE), organismos que de una u otra forma le darían a Europa un ambiente de paz. En este mismo orden de ideas, hacia el año 1929 el Vaticano se fundó como un microestado europeo y en el año 1948 Israel se fundó como República. Ante esta realidad, Juan Pablo II buscaría establecer buenas relaciones políticas entre el Vaticano y los demás Estados del mundo, uno de ellos Israel. Y es de esta manera cómo, en un plano más diplomático, se logra firmar el acuerdo fundamental entre la Santa Sede e Israel, de lo cual según Suárez (2006): “no hay duda de que tuvo también una decisiva relevancia en asuntos de índole política” (p. 100) el acuerdo entre ambas naciones. Incluso, Juan Pablo II llegó a declarar que:

Debemos trabajar para una nueva era de reconciliación y paz entre judíos y cristianos. Espero fervientemente que la paz inspire cada una de sus decisiones... La religión es enemiga de la exclusión y la discriminación, de odios y rivalidades, de violencia y con flictos. La religión no es, ni debe ser excusa para la violencia, particularmente cuando la identidad religiosa coincide con la identidad cultural y étnica. (Juan Pablo II citado por Pacheco, 2007 pp. 258-260).

No obstante, el legado de Wojtyla no indica aspectos meramente personales, homiléti- cos, o diplomáticos; su búsqueda también habitaba en el orden del pensamiento. A lo largo de su producción académica, Wojtyla -ya como Papa- emitió varios textos donde desta ca su interés por temas como: los males que entristecen a la humanidad “el homicidio, el suicidio, las violaciones en sus modalidades diversas, el aborto, las guerras y todo tipo de violencia” (Higuita, 2017, p. 9) entre otras. Por ello el Papa plantea la necesidad de dar una mirada a algunos aspectos que resultan determinantes para el siglo xx, como el humanis mo, el respeto por los pueblos indígenas (Novoa, 2003), la importancia de la ética sexual en la vida católica, y también sobre el sentimiento de responsabilidad. Sobre esta última se llama la atención dado que según Wojtyla la responsabilidad está ligada al amor, de una u otra forma es como si se dijera que el amor -como un bien propio de la persona-, es re sponsable. Así las cosas, la experiencia del amor esclarece el sentido de la experiencia moral de la responsabilidad, haciéndonos responsables de nuestros actos. Así pues, en un plano ideal se pretende exponer que:

Hay en el amor una responsabilidad, la que toma la persona a la que se la atrae hacia la más estrecha comunión de existencia y de acción, y que, gracias al don de sí, viene a ser, en una cierta medida, propiedad nuestra. (Wojtyla, 1974, p. 64).

Lo anterior conduce a otro punto importante dentro de lo planteado hasta acá: se hace referencia a la visión personalista del hombre, categoría de humanidad que, en cuanto a buenas obras, no discrimina que una persona pertenezca a determinada etnia o religión, dí gase judío, islámico o hinduista. Al respecto, y en lo que a futuro se denominaría pensamiento Wojtyliano, se puede decir que:

El personalismo wojtyliano es la expresión directa de un hombre sobre el hombre, sobre el ser humano en cuanto persona en acto (en acción), que intenta desentrañar todos los compuestos de la experiencia y la existencia humana, y arribar a la inteli gencia y el discernimiento de lo que es específicamente humano, como defensa de la dignidad de la persona. (López, 2012, p. 124).

A lo cual se agrega:

La doctrina social, especialmente hoy día, mira al hombre, inserto en la compleja tra ma de relaciones de la sociedad moderna. Las ciencias modernas y la Filosofía ayudan a interpretar la centralidad del hombre en la sociedad y a hacerlo capaz de compren derse mejor a sí mismo, como ‘ser social'. (Martínez, 2003, p. 50).

Muchas acciones que el ser humano realiza son ejecutadas bajo distintas circunstancias que nublan las posibilidades de una acción sensata de su parte. Es quizás por esta razón que en muchas ocasiones “la cultura de la muerte supera la vida” (Higuita, 2017 p. 9). No obstante, la esperanza de Wojtyla sigue anclada al ser humano pues según él: “son los seres humanos quienes como principales protagonistas de sus vidas e historias son llamados a cambiar y transformar positivamente el mundo y la realidad” (Higuita, 2017, p. 14). En igual insistencia, Wojtyla presta gran importancia a la racionalidad, asumiendo que la racionali dad ayuda al ser humano -en su libre arbitrio-, a discernir sobre aquello que se entiende como bueno o malo; es de esta manera como se indican en similar importancia, la libertad y la responsabilidad, en defensa de la dignidad humana, hacia la construcción del entorno donde no participe la violencia, o las causas que puedan generarla:

Sin duda el pensador polaco declara que el hombre como ser racional tiene la ten dencia de dirigirse hacia unos fines que son evidentemente buenos... El ser huma no debe utilizar su obrar desde una perspectiva moralmente buena, evitando las guerras y formas diversas de violencia, que nublan su visión del otro, aniquilan la dignidad humana y lo colocan en un plano falso de señor y amo del universo; por ello nunca debe olvidar, que cada vez que destruye al otro y su entorno, muere una parte de él en su acción destructora... La violencia o la guerra son la mayor evidencia del proceso de deshumanización que experimentan los hombres en la actualidad. (Higuita, 2017 p. 27).

Es de esta manera como Wojtyla -como es propio de los humanistas-, cree en el ser humano, y cree que aquellas cosas que han ensombrecido a la humanidad son evitables. En atención a ello, los liderazgos de los diversos movimientos religiosos deben llamar cons tantemente a la paz, pues no existe acto más deshumanizante que el odio y la guerra entre otredades.

Conclusiones

En el mundo religioso existen discusiones que adquieren desgaste histórico y, desafortunadamente, la humanidad tarda mucho en comprender que dichas discusiones no tienen salida. Las discusiones teológicas jamás resueltas entre judíos y cristianos, el nacimiento de las naciones Estado de la Ciudad del Vaticano e Israel, la sangre derramada en las dos guerras mundiales, y el ahondamiento sobre la tradición por parte de las diversas religiones, indicó la necesidad de que se llegase a un consenso entre las partes.

Dicho consenso se vio históricamente determinado por dos elementos: 1ro. -La búsque da de una solución a nivel teológico que retirara la culpa de la muerte de Jesús sobre el mun do judío, generando por consiguiente un llamamiento a la hermandad y no al odio entre las diferencias. 2do. -El desarrollo de acciones que, de manera puntual, ayudaran a sustentar el discurso interreligioso.

En otras palabras: “Juan Pablo II no sólo expresó sus ideas políticas y sociales a través de Encíclicas y discursos, sino también a través de la diplomacia y las acciones” (Suárez, 2006, p. 106). Acciones que tuvieron por objetivo mostrar como ejemplo a los pertenecientes de am bas religiones, la paz subyacente entre sus líderes religiosos. De lo anterior, aunque muchos datos biográficos y logros han sido tenidos en cuenta por los biógrafos de Wojtyla, el acerca miento generado entre cristianos y judíos es quizás uno de los puntos menos profundizados en las reflexiones históricas sobre la labor de Wojtyla.

Con el presente escrito se espera haber expuesto la importancia del protagonista del presente estudio, en lo referente a la reconciliación y la tolerancia interreligiosa, hecho que se cree debería estar mucho más presente en la memoria histórica tanto de judíos como de cristianos. Años antes del pontificado de Wojtyla, dicha reconciliación era impensable; no obstante, y en su momento, tanto el Pontífice como los líderes de la comunidad judía internacional creyeron en esta utopía, y afortunadamente funcionó. Hoy en día es posible encontrar católicos que, en el conocimiento de su religión y la de los demás (Kung, 2002), se expresan hacia un judío con frases como las siguientes: “ustedes son nuestros hermanos en la fe” “¿es verdad que ustedes asisten muy elegantes a su templo?” “Jesús era judío” “en equi valencia, la pascua de ustedes es para nosotros la Semana Santa”.

Todas las anteriores expresiones dejan ver la existencia de una comprensión sobre algo que conecta en igualdad, pero que posee diferencias claras que no hacen enemigo a nadie de nadie, y en donde no existe una búsqueda sobre la “tenencia” de la razón. Dicha comprensión se debe en buena medida a los esfuerzos desarrollados durante el Pontificado de Wojtyla; comprensiones sobre la diferencia que difícilmente se creían posibles, pero no obstante se creyó en la utopía y ello resultó para bien. Los líderes religiosos y sus seguidores son la reli gión misma; las religiones no son libros, piedras o edificios; las religiones son grupos huma nos, y sus líderes religiosos resultan determinantes para el fortalecimiento de la compren sión y el diálogo interreligioso.

El Papa Juan Pablo II -quien fuera beatificado algunos años después de su muerte-, abrió puentes y generó amistades, en donde todo parecía irreconciliable.

Retomando el asunto de las acciones específicas desarrolladas por el Pontífice, vale la pena detenerse y generar algunas suposiciones en torno a la magnitud de los mensajes del Papa hacia el mundo cristiano: “Si el Santo Padre abraza a un rabino y éste es a la vez su amigo: ¿Por qué no puedo ser yo, amigo de tal o cual judío?”, “Si el Santo Padre rechaza el antisemi tismo en su homilía ¿Por qué no he de rechazarlo yo?”, “Si el Santo Padre dice que los judíos no son culpables de la muerte de Jesús ¿Quién soy yo para culparlos por ello?”..., y a partir de lo anterior, un largo etcétera. “Arrancar de fondo” sentimientos como el antisemitismo, la cristiano fobia o la judeofobia, y sembrar comprensión en los corazones es una tarea que requiere tiempo y esfuerzo.

Se estima que este esfuerzo ha de estar concentrado en los líderes de las diversas re ligiones, pues se parte de ellos para que sus seguidores se encarguen de tomar ejemplo y avanzar en esta clase de caminos.

Con lo anterior se deja claro que es necesario, en primera instancia, dar valor tanto a los esfuerzos individuales por la paz, como también a los esfuerzos colectivos humanos. Wojtyla logró ambas cosas, y éste es precisamente su aporte a la paz interreligiosa.

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Recibido: 01 de Diciembre de 2020; Revisado: 01 de Febrero de 2021; Aprobado: 01 de Mayo de 2021

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