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El Ágora U.S.B.

Print version ISSN 1657-8031

Ágora U.S.B. vol.23 no.1 Medellin Jan./June 2023  Epub Oct 08, 2023

https://doi.org/10.21500/16578031.6173 

Resultado de investigación

La pandemia del covid-19 y sus efectos en el ámbito religioso: Las parroquias católicas y el uso de redes sociales. El caso de Santander, Colombia* **

The Covid-19 Pandemic and its Effects on The Religious Sphere: Catholic Parishes and The Use of Social Networks: The Case of Santander, Colombia

Osmir Ramírez Trillos1 

William Elvis Plata Quezada2 

Daniela Plata Rodríguez3 

1Teólogo; Candidato a doctor en Ciencias Sociales, Universidad Industrial de Santander. Colombia. Miembro del grupo de investigación Sagrado & Profano. Contacto: osmir08ramirez@gmail.com Orcid: https://orcid.org/0000-0002-2917-5037

2Doctor en Historia; Profesor Titular, Universidad Industrial de Santander. Colombia. Director del grupo de investigación Sagrado & Profano. Contacto: weplataq@uis.edu.co Orcid: https://orcid.org/0000-0001-6164-1037

3Politóloga; magíster en Sociología y Antropología. Miembro del grupo de investigación Sagrado & Profano, Universidad Industrial de Santander. Colombia. Contacto: daniela.plata@udea.edu.co Orcid: https://orcid.org/0000-0002-3350-8711


Resumen

La pandemia del covid-19 causó gran impacto en el ámbito religioso de la sociedad colombiana. Por esta crisis sanitaria los templos se vieron en la obligación de cerrar sus puertas y trasladarse a las plataformas virtuales. Este desplazamiento no era un fenómeno nuevo; desde hace dos décadas, varias organizaciones religiosas, ya venían incursionando en el mundo virtual para transmitir sus actos religiosos, llegando incluso a la creación iglesias virtuales. Por consiguiente, el presente artículo realiza un acercamiento empírico a las parroquias de las cinco diócesis presentes en el departamento de Santander que usaron las redes sociales como elementos de comunicación con sus fieles, para la difusión de las actividades litúrgicas, pedagógicas y de acompañamiento a los feligreses en tiempos de cuarentena. En este sentido, metodológicamente se priorizó el acercamiento desde la etnografía digital la cual es una aplicación particular de la etnografía, dirigida hacia los usos del internet, permitiendo acceder a grupos vetados tradicionalmente. Por ende, es posible visualizar la cotidianidad de las comunidades, sus identidades y su información sensible o secreta, sin llegar a romper las barreras simbólicas que caracterizan sus espacios de interacción.

Palabras clave: Iglesia Católica, parroquias; redes sociales; Covid-19; comunidad virtual, Santander (Colombia)

Abstract

We can speak of three key stages to understand the use of social networks, during the pandemic (2020-2021), by Catholic parishes in Santander (Colombia). First, with the quarantine, parishes decided to improve the disinterested use of social networks, by expanding their use to content that alluded to the life of the parish and parishioners. Secondly, by extending the confinement, the pastors learned more about the use of networks. This allowed a quick and rapid adaptation, by improving the creativity and content of the broadcasts. This made it possible that, from May to October 2020, the community or virtual church was born. Thirdly, at the end of 2020, and in the course of 2021, the previous momentum would be reduced, but leaving lessons to be learned.

Keywords: Catholic Church; Parishes; Social Networks; Covid-19; Virtual community; and Santander (Colombia)

Introducción

La pandemia del covid-19 causó gran impacto en el ámbito religioso de la sociedad colombiana. En particular, las iglesias cristianas (católica y de la diversidad protestante) debieron afrontar importantes desafíos que afectaron la expansión de su mensaje de fe, sus ritos, y la influencia misma de las instituciones religiosas en una feligresía que permanecía confinada o semi confinada en sus casas, gracias a las estrictas medidas decretadas por las autoridades civiles y sanitarias.

Uno de los principales desafíos fue el cierre de templos, que se dio entre marzo y agosto-septiembre de ese mismo año, y su posterior limitación del aforo, medida que duró al menos un año más. Sabemos que tal medida fue puesta en práctica en otros países del globo, generando ciertas tensiones, especialmente en Europa y en Estados Unidos, donde algunos católicos conservadores veían en la limitación del culto católico a un posible cumplimiento de profecías bíblicas (como Daniel, cap. 7-12 o Marcos 13,14) que hablaban del cese del culto a Dios (la “abominación desoladora”) como antesala a la llegada del Anticristo (Blake, 2020; Castillo, 2020), o bien una oportunidad para que los gobiernos liberales radicales aprovecharan y buscaran limitar más la libertad de la Iglesia Católica, en un episodio más de la larga lucha entre liberalismo y catolicismo, iniciada en el siglo XVIII. Aunque muchos gobiernos consideraron que las asambleas, reuniones y encuentros religiosos eran focos importantes de transmisión de virus, pronto, tales visiones fueron respondidas y criticadas (Wildman et al., 2020, p. 116).

En Colombia el debate fue escaso, y en el ámbito católico se aceptó con docilidad el cierre de templos. Obispos y párrocos implementaron rápidamente las medidas, que primero requerían limitar el aforo de los templos, y luego, rápidamente, su cierre total, y publicaron sendos comunicados mandando suspender actividades catequéticas, grupos apostólicos y visitas a comunidades y veredas; además, en los medios católicos se publicaron artículos apoyando y dando un parte de tranquilidad a la feligresía (Martínez Delgadillo, 2020). Ahora, estas medidas fueron más estrictas en las ciudades y poblaciones medianas y más laxas en las parroquias de pueblos y veredas, en donde además se implementaron con más retraso (Carrillo Carrillo, 2020).

El cierre de templos obligó a un pronto y efectivo traslado hacia el uso de plataformas virtuales. Este desplazamiento no era un fenómeno nuevo; desde hace dos décadas, varias organizaciones religiosas, mayoritariamente no católicas, ya venían incursionando en el mundo virtual para transmitir sus actos religiosos, llegando incluso a la creación iglesias virtuales (Meza, 2020, p. 51). Pero en la Iglesia Católica el uso de redes sociales era bastante primario aún, de manera que el cambio fue intempestivo y algo dramático. Implicaba la puesta en marcha de toda una infraestructura logística para crear y/o adecuar sitios web institucionales, hasta usar sistemáticamente redes sociales como Facebook, Instagram, WhatsApp y YouTube, especialmente. Por consiguiente, rápidamente se adquirieron cámaras, equipos de sonido y de edición, así como redes de conexión a Wi-Fi con el objetivo de lograr mayor efectividad en las trasmisiones.

De esta forma, el presente artículo realiza un acercamiento empírico, y un primer análisis a la manera como la Iglesia Católica, y específicamente las parroquias de las cinco diócesis presentes en el departamento de Santander usaron las redes sociales como elementos de comunicación con sus fieles, para la difusión de las actividades litúrgicas, de las enseñanzas, y la búsqueda de organizar y mantener vinculada a la feligresía con la institución religiosa. Nos interesa saber cómo se dio el uso de las redes, si este fue continuo y si permaneció una vez se decretó el fin de las cuarentenas. Asimismo, si dicho uso logró mantener o generar nuevos vínculos entre la feligresía y sus parroquias, o si, implicó rupturas y alejamientos alimentando el creciente proceso de secularización que ya se observa en la sociedad colombiana, especialmente entre los jóvenes. Si bien estudiamos parroquias concretas de una región específica de Colombia, sabemos que los resultados pueden extrapolarse a todo el país y no riñen con la situación presentada en otros países del área.

La literatura académica sobre la relación Covid - religión, al momento de iniciar esta investigación ya era numerosa, pero se explayaba ante todo en advertencias, especulaciones, análisis filosóficos y teológicos, pequeños y rápidos estudios coyunturales, que servían para toda clase de generalizaciones. Sin embargo, las investigaciones con información empírica estaban aún en proceso, y más para el caso de América Latina y Colombia, aunque sólo es cuestión de tiempo que surjan investigaciones de más alcance y profundidad. Nuestro grupo investigación Sagrado & Profano quiso avanzar en ello, buscando conocer, con algún detalle, cómo la pandemia afectó a las iglesias cristianas (católicas y no católicas) tomando como referencia una región concreta de Colombia. Este artículo, entonces, hace parte de una serie en la cual buscamos dar a conocer al público especializado y general, los resultados de la investigación “consecuencias de la pandemia del Covid-19 en las iglesias cristianas de Santander. Aspectos económicos, religiosos y sociales” , y en la cual estudiamos las formas de afectación de la pandemia en distintos aspectos de las iglesias católicas, protestante, pentecostales y neopentecostales de este rincón de Colombia.

Metodología

De acuerdo con Francois Houtart, concebimos los sistemas religiosos como entes dinámicos y profundamente interrelacionados con el entorno, en una relación dialéctica, es decir, que influyen y son influenciados por los cambios sociales, culturales, políticos y económicos (Houtart, 1998, pp. 25-38). Aún, sistemas muy institucionalizados como la Iglesia Católica, tienen un gran dinamismo en su interior y son capaces de adaptarse rápidamente a los entornos, como lo prueba la gran influencia que ha mantenido durante más de cinco siglos de presencia en el continente americano. En esta perspectiva, los sistemas religiosos responden a los cambios, con mayor o menor dinamismo, dependiendo de los contextos y de sus vínculos con entes y organizaciones de poder.

Partimos entonces del supuesto que las parroquias católicas respondieron y se adaptaron a las exigencias contextuales producto de las medidas sanitarias por el covid-19, máxime cuando amenazaban directamente su influencia religiosa, cultural y social sobre muchas personas. Dicha adaptación implicó el uso de redes sociales, a las cuales hemos podido tener acceso, y estudiado a través de la etnografía digital.

La etnografía digital considera las TIC's como herramientas comunicativas tecnológicas, que han adquirido un uso cotidiano en las sociedades globalizadas, configurado nuevos medios de interacción social, intercambio y creación de información, prestando servicios en diferentes niveles digitales. En este sentido, la etnografía digital es una aplicación particular de la etnografía, dirigida hacia los usos del internet, permitiendo acceder a grupos vetados tradicionalmente. Por consiguiente, es posible visualizar la cotidianidad de las comunidades, sus identidades y su información sensible o secreta, sin llegar a romper las barreras simbólicas que caracterizan sus espacios de interacción (Sádaba, 2012, p. 787).

Adicionalmente, cabe aclarar que la etnografía digital no entiende la virtualidad como una realidad ajena a la presencialidad; reconoce que tanto la dimensión online como la offline constituyen una misma realidad social. De esta forma, se busca estudiar el fenómeno social dentro de las dinámicas que lo rodean, tanto fuera como dentro de la red: los dos planos se encuentran en constante comunicación e influencia, desde su capacidad de generar impactos uno sobre el otro (Ruiz Méndez & Aguirre Aguilar, 2015, p. 69). Así, el método permitió analizar los cambios ocurridos en el acceso a internet y demás herramientas digitales en los grupos religiosos. Se evidenció las nuevas oportunidades de estos grupos para difundir su pensamiento y organizar las prácticas para continuar, de manera digital, con sus interacciones religiosas.

Vale advertir que, en el campo religioso, la etnografía digital ha venido interesándose, primero por las llamadas “comunidades virtuales” o “cyber-religión” y ante la popularización de las redes sociales, por organizaciones religiosas de distinta clase, incluyendo las tradicionales. Sin embargo, en América Latina los estudios con esta técnica apenas comienzan a darse (Bárcenas Barajas, 2019, pp. 286-308).

Para la puesta en práctica de esta metodología se estudiaron los perfiles, páginas y cuentas virtuales activas, en el 2020 y 2021, de 57 parroquias católicas establecidas en el departamento de Santander. El registro de la información se tomó, entonces, de Facebook, YouTube, Instagram, Sitios web, Twitter, Meet, Zoom y grupos de WhatsApp. De todas estas redes sociales, Facebook se posicionó como “el lugar etnográfico” por excelencia; sus características permitieron observar continuamente y analizar las prácticas religiosas (Meza, 2020, p. 52).

En la selección de las parroquias católicas urbanas y rurales, se incluyeron también las páginas institucionales de la Arquidiócesis de Bucaramanga y de las Diócesis de Barrancabermeja, Socorro - San Gil, Málaga y Vélez. Después, se revisó detalladamente la actividad en redes de cada una de las parroquias y organizaciones religiosas seleccionadas. La ventana de observación se estableció entre marzo de 2020 y agosto de 2021, período que corresponde al origen y evolución crítica de la pandemia del Covid-19 en Colombia; incluyendo sus tres primeros “picos” de julio-agosto de 2020, diciembre - enero de 2020-21 y abril-julio de 2021 (Center for Systems Science and Engineering, 2021).

En concreto, se observaron misas, cultos, ceremonias religiosas, prédicas, sermones y actividades litúrgicas en video como en fotografía. Asimismo, se registraron mensajes, co municados, pastorales, y otros discursos emitidos por las entidades religiosas, y también las interacciones realizadas por los feligreses y visitantes de las redes. El análisis fue guiado a través de categorías previamente establecidas en un cuestionario general de investigación. Este mismo permitió la elaboración de una encuesta en la plataforma de Google Forms, que fue distribuida, de manera online, a párrocos y representantes de parroquias católicas. 50 parroquias , de un total de más de 270 existentes en Santander , respondieron a la encuesta (casi el 19%), lo cual da una altísima confiabilidad a la encuesta. El 52% de las parroquias son rurales, pequeñas y medianas, con una población máxima 5.000 feligreses; mientras que el 48% corresponde a parroquias urbanas, con más de 5.000 feligreses en promedio.

Estos dos instrumentos, la etnografía digital y la encuesta en línea, se complementaron con la lectura de documentos oficiales producidos por las organizaciones religiosas en relación con el Covid-19. De igual forma, se leyeron artículos de prensa regional, nacional e internacional y publicaciones en revistas académicas nacionales y extranjeras.

Resultados

La pandemia provocó cambios en las prácticas religiosas, ocasionando el traslado de las celebraciones litúrgicas al mundo digital; las iglesias trabajaron desde las herramientas disponibles ofrecidas por las redes sociales. De manera análoga la Iglesia Católica venía usando, algunos años atrás, redes como Facebook y YouTube. Ya desde años anteriores existían páginas y perfiles en las redes sociales creados por algunas parroquias del departamento. Las interacciones de la feligresía con estas redes oscilaban, en 2019, en promedio de 20 a 100 vistas, con más de 200 suscriptores. Al principio, el poco contenido compartido preponderaba las celebraciones significativas, novenas y/o comunicados eclesiales. Análogamente, la escasa interacción de los feligreses se expresaba en las reacciones y en el uso del “me gusta”, aunque no solían usar los comentarios. No obstante, la pandemia aceleró el uso y la interacción con las plataformas digitales, a partir de entonces, el contenido compartido fue tres veces mayor al publicado en 2019 (Diócesis de Málaga Soatá, s.f.).

Cabe destacar que, en las parroquias católicas, también aumentó el interés por mejorar la calidad de lo compartido. Era común encontrar trasmisiones de baja calidad, descuido en la iluminación, poca claridad en el sonido, o vídeos con la cámara al revés (Parroquia San Bartolomé Apóstol, 2020). Esta situación cambió en el mundo católico desde el momento en que las medidas de cuarentena, a raíz del Covid-19, restringieron la presencialidad. A partir de entonces, se procuró mejorar la calidad como la cantidad de lo publicado en las redes sociales.

Como ejemplo de este punto, se puede contrastar lo dicho con el resultado obtenido en la encuesta (Figura 1). Según esta, antes de la pandemia, el uso de las redes sociales en las parroquias era ocasional y de forma secundaria. Sólo un 12% de las parroquias utilizaban redes sociales con frecuencia, antes de 2020, mientras que el 44% no lo hacía.

Figura 1 Uso de medios virtuales para actividades religiosas antes de la pandemia 

El cambio y el aumento en el uso de las redes sociales por parte de las parroquias, expuso una particularidad de la Iglesia Católica en Colombia: en este tipo de coyunturas la Iglesia puede adoptar posturas de acomodamiento y flexibilización. En el caso particular de la pandemia esto se dio casi de forma inmediata. Inclusive, el Covid-19 hizo, que las parroquias abandonaran -al menos temporalmente- los medios de comunicación tradicionales (Figura 2), ya que su uso era menos práctico y más costoso.

Figura 2 Uso de medios de comunicación para actividades religiosas en inicio de pandemia 

Teniendo en cuenta la preferencia por el uso de las redes sociales, cabe señalar que dentro de estas Facebook destacó como la red más usada por las parroquias, con 46 frecuencias, como lo muestra la Figura 3. Esta red se usó para compartir las misas, predicaciones y todo tipo de celebraciones religiosas. El contenido exclusivo para la feligresía se compartió a través de WhatsApp, Zoom, Teams y Meet. En cambio, YouTube ocupó un lugar más secundario, con 9 frecuencias. El contenido allí expuesto era de carácter global y abierto, a diferencia de lo publicado en Facebook y en otras plataformas que se dirigían directamente a la comunidad; aunque no se restringía el acceso, no todo el mundo le interesaba dicha información.

Figura 3 Redes sociales y plataformas digitales usadas para transmitir las celebraciones religiosas 

La razón de estos porcentajes se debe a la relación que se creó entre las redes sociales y el campo de lo sagrado y la fe cristiana. Por esa razón, dado que YouTube es una red diseñada para la transmisión abierta y global, las parroquias lo usaron para difundir sus misas y otras prácticas religiosas, pero no para fortalecer la relación con los feligreses, los cuales se cohíben de interactuar y exponer su fe a través de YouTube, debido a que cualquier persona (creyente o no) puede observar o intervenir en dicha comunidad virtual. En cambio, Facebook, a pesar de ser una red abierta y masiva, permitió a la comunidad de creyentes mantener una relación cercana con la parroquia. Aquí, el sacerdote y el feligrés tuvieron mayor confianza, porque los perfiles o páginas de Facebook suelen vincular a personas conocida, familiares o amigos; así como miembros regionales, nacionales o internacionales de la Iglesia Católica. De manera que Facebook, siendo una red relativamente abierta, brindó seguridad a los feligreses y, por ende, posibilitó la consolidación de una comunidad virtual. De forma similar se entiende porqué WhatsApp, Zoom, Meet y Teams fueron aplicaciones usadas con frecuencia: están diseñadas para las relaciones personalizadas y/o privadas. Esta especialidad ayudó a los feligreses católicos a mantener contacto y acompañarse en tiempos de pandemia y de crisis social.

El uso de las redes sociales por parte de las parroquias y la interacción de los feligreses se puede analizar en tres momentos: 1) inicios de la cuarentena, marzo a mayo del 2020; 2) mediados de la cuarentena, mayo a octubre del 2020; 3) finalización y post-cuarentena, noviembre 2020 a agosto 2021. De esta manera, se dará paso a la exposición detallada sobre los cambios en el uso e interacción con las redes sociales.

Inicios de Cuarentena: Dudas e Inexperiencia

Cuando se veía venir el decreto del aislamiento preventivo, en marzo de 2020, las parroquias no eran conscientes de lo que esto implicaba para práctica religiosa . El uso de las redes sociales se centraba en la divulgación de información y novedades generales; la transmisión de misas no era algo habitual ni sistemático. A causa del Covid-19 el arzobispo de Bucaramanga, Ismael Rueda Sierra, comunicó entre 16 y 19 de marzo de 2020 las nuevas disposiciones emanadas de las medidas sanitarias; específicamente la restricción de reuniones y aglomeraciones, primero, y luego, el cierre de templos y el paso a la celebración de misas virtuales (Arquidiócesis de Bucaramanga, 2020).

Los respetivos comunicados, que fueron bien recibidos por la feligresía, contaron con más de 100 reacciones en sus redes sociales. Aunque algunos creyentes pedían, en los comentarios, no cerrar los templos, la mayoría apoyaron la decisión de la Iglesia debido al estado crítico de salud pública. El cierre de todos los establecimientos de alta concurrencia se percibió como una necesidad y obligación generalizada en toda la sociedad. Este hecho evidenció un acatamiento rápido de las disposiciones del gobierno por parte de la autoridad eclesiástica, como de la feligresía.

Debido a que la misa es la actividad central y más importante del catolicismo y como dejaron de celebrarse en público, se generó cierta confusión porque no había un plan a seguir. Teniendo en cuenta que inicialmente los párrocos no se interesaron por crear un contenido nuevo acorde al escenario coyuntural, la situación se agravó. Por medio de Facebook, las parroquias se limitaron a compartir actividades litúrgicas de las que poseía un repositorio en video (Parroquia San Joaquín de Zapatoca, 2020a). A pesar de este inicio tímido, los creyentes mostraron su fidelidad a los ritos católicos, especialmente a los que poseen cierta trascendencia simbológica y teológica. El contenido compartido del repositorio existente no contó con la misma recepción, como sí lo fueron las publicaciones de actividades especiales, como la Semana Santa.

De publicar lo que ya se tenía grabado, se pasó a compartir contenido reciente pregrabado. La diferencia se dio en que la primera práctica se interesó por divulgar lo archivado, pero en la segunda se preocuparon por la creación de contenidos nuevos. Estos videos pregrabados se caracterizaron por su brevedad y por abordar, reflexivamente, el rol social del creyente frente a la situación generada por el Covid-19. Estas reflexiones serían algo común en el formato de pregrabación: en las publicaciones de las actividades eclesiales como reuniones juveniles, vigilias, eucaristías, entre otros, los sacerdotes introducían sus enseñanzas.

La feligresía recibió de buena gana este tipo de actividades, y así como los párrocos se grabaron con sus celulares, los feligreses hicieron lo mismo; se llegó, incluso, a entablar una comunicación recíproca entre los párrocos y fieles. Por ejemplo, en una reflexión realizada por la parroquia del Sagrado Corazón (Bucaramanga) sobre la pertinencia del Evangelio en tiempos de crisis, participó tanto el ministro como los creyentes. Tal vez esta acción puede llegarse a interpretar como un espacio que produjo cierta “democratización” del mensaje evangélico en las parroquias (Parroquia Histórica de San Laureano de Bucaramanga, 2020b; Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, 2020). En la Parroquia Nuestra Señora de las Gracias de Torcoroma (Bucaramanga) se compartían reflexiones de seis minutos sobre la Biblia, el Evangelio, la Oración y la Familia; estas contaron con una alta recepción, algunos de ellos tuvieron 172 reacciones, 1.600 reproducciones y un sin número de comentarios (Parroquia Nuestra Señora de las Gracias de Torcoroma, 2020).

La buena actitud del feligrés, en el intercambio o democratización del Evangelio se manifestó en una alta y pronta interacción con las redes sociales. Los creyentes no se contentaron con compartir los vídeos que se subían a las redes, sino que en medio de las actividades litúrgicas usaron excesivamente el espacio de los comentarios: solían agradecer al párroco y a la iglesia por el esfuerzo realizado, manifestaban sus intenciones y peticiones, y oraban por las peticiones que otros hermanos en la fe dejaban en los comentarios. Esta situación, de tomarse el tiempo de leer y comentar las peticiones de otros, muestra que los creyentes estaban acostumbrados a este tipo de relaciones de fe con sus hermanos; relación que se fortaleció por el aislamiento y por el uso de las redes, especialmente en los grupos de WhatsApp. Igualmente, esto se observó en las misas o reuniones realizadas por Google Meet, donde los files tuvieron la inigualable oportunidad de encender las cámaras y activar los micrófonos para manifestar sus inquietudes, necesidades y reflexiones, espacios poco permitidos en las misas presenciales (Parroquia Nuestra Sra del Carmen, 2020b). No obstante, esta alta interacción no gustó mucho a los párrocos, quienes llegaron a pedir que no se hiciera un uso excesivo de estos espacios, pues consideraban que dispersaba el propósito de la reflexión y del mensaje compartido.

Por otro lado, cabe apuntar que no todas las parroquias usaron el formato de pregrabar los vídeos. Algunas de estas sí contaban con experiencia en el uso de las redes sociales y, además, poseían sólidos recursos económicos, personales y culturares para trasladarse a la “nueva normalidad” virtual. Fue el caso de la Parroquia Santuario Divino Niño Jesús de Barrancabermeja, la cual mantuvo un alto nivel de calidad en el contenido publicado en Facebook. La experiencia en el uso de las redes sociales permitió que se pasara de 8.000 seguidores en 2020 a casi 10.000 seguidores en 2021. También aumentó el número de lo publicado, llegando incluso a compartir entre 3 a 4 vídeos diarios (Parroquia Santuario Divino Niño Jesús, 2020).

La experiencia previa en el uso de las redes sociales era importante para mantener una alta calidad en los vídeos compartidos. Por ejemplo, la Parroquia San Joaquín en Zapatoca tenía una larga experiencia en la transmisión de misas por medios convencionales como la televisión (canal 3) y la radio (Radio Lenguerke). Llegada la cuarentena la parroquia decidió continuar con su formato habitual, sólo que ahora se retransmitió también a través de Facebook. Lamentablemente el proceso no se hizo con calidad técnica, las imágenes y sonidos se distorsionaban disminuyendo la calidad de la transmisión (Parroquia San Joaquín de Zapatoca, 2020b).

En las primeras semanas de la cuarentena algunas parroquias no habían advertido la importancia del uso correcto de las redes sociales. Además, algunas de ellas tampoco disponían de mayores elementos técnicos para adecuar las transmisiones a un público virtual. Una razón de la resistencia inicial al uso de las redes se encontraba en el peso de la costumbre de hacer las celebraciones religiosas con participación de mucha gente, lo cual da un ambiente cálido y animado a las liturgias. Por eso ciertas parroquias se resistieron a adaptarse a las nuevas circunstancias; este fue el caso de la Parroquia San Pedro Claver de Barrancabermeja, que sólo compartía vídeos cada dos días. Otra posible razón de este desinterés temprano guarda relación con la percepción que tenían algunos líderes religiosos sobre la pandemia. Muchos de ellos consideraron que se trataba de un acontecimiento efímero de corta vida y por consiguiente esperaban el pronto y rápido regreso a la presencialidad, de manera que no haría falta hacer mayores ajustes. Solo había que esperar (Parroquia San Pedro Claver, 2020).

Un factor importante del mal uso de las redes sociales se encuentra en el desconocimiento por parte de los párrocos. Sin lugar a duda, algunas parroquias no contaban con el recurso cultural para emplear efectivamente las redes en tiempos de cuarentena. En efecto, el párroco de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Bucaramanga se vio en la necesidad de aclarar que el retraso en las publicaciones de las misas por Facebook obedecía, más que todo, al no contar con sacerdotes que se desenvolvieran en el manejo de los medios virtuales. Esta situación fue más común de lo que se piensa. En esta investigación se encontró un número considerable de parroquias, que, por falta de sacerdotes y párrocos instruidos en las redes sociales, afrontaron grandes problemas para llevar las ceremonias religiosas a los hogares de la feligresía (Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, 2020). A esta problemática se le suma la falta de un plan de acción establecido por los dirigentes de las diócesis; por el contrario, cada párroco tuvo que arreglárselas con sus propios medios, recursos e imaginación. De manera que, a pesar de la imagen tan centralista y estructurada que suele mostrar la Iglesia Católica, es evidente que en la práctica los problemas cotidianos los resuelven, como pueden, los sacerdotes y sus colaboradores.

La falta de una dirección general y central que organizara la acción de las parroquias, y el uso que hacían de las redes sociales, conllevó a cierta administración arbitraria de las páginas creadas. Por ejemplo, a finales de marzo la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Barrancabermeja, creó un perfil como una página en Facebook. La administración de estas cuentas tenía una clara diferencia: el perfil era más dinámico, activo, comunitario y eclesial; por otro lado, la página solo compartió imágenes y vídeos de información general de aspectos sociales y eclesiales. La efectividad del uso de estas cuentas se refleja en la in teracción establecida por la comunidad: mientras que el perfil se movía entre 2 a 5 reacciones, la página obtuvo una aceptación de 30 a 50 reacciones por publicación. A partir de lo expuesto, se afirma que la interacción, recepción y aceptación de las redes sociales por parte de los feligreses dependía, principalmente, de la cercanía que estas tenían con la comunidad. Más aún si se tiene presente la nostalgia a la comunidad presencial, entonces, aquella plataforma virtual que lograra acortar la brecha sería bien recibida (Parroquia Nuestra Sra del Carmen, 2020a). Tan pronto como se extendía la espera y el Covid-19 se establecía como una realidad que estaría presente en la sociedad, por mucho más tiempo del pensado, los párrocos buscaron otras formas de estar más cerca de la comunidad. Por esta razón, y sin abandonar Facebook, se empezó a potenciar y usar con mayor frecuencia nuevos canales que acortaran la distancia, estos fueron: Google Meet, Zoom y WhatsApp.

El canal que probó su pertinencia para mantener la cercanía con la comunidad virtual fue WhatsApp. Se crearon grupos parroquiales donde se compartían mensajes, imágenes y audios con palabras de ánimo, bendición y esperanza; también se compartían enseñanzas cortas de temas familiares, doctrinales y sociales con relación al Covid-19. La Parroquia de Monte Carmelo Floridablanca Santander destacó por el pertinente uso que les dio a los grupos de WhatsApp. Desde dichos grupos, la parroquia buscó acercarse a los líderes sociales y pastorales de las diferentes zonas del sector; con el propósito de mantener a la comunidad informada en todo momento. La feligresía se sentía a gusto con esta situación, porque la parroquia mostraba el interés de no perder la relación y comunicación a pesar de la distancia (Parroquia Monte Carmelo Floridablanca Santander, 2020). Asimismo, los feligreses se apropiaron de estos grupos de WhatsApp ya que podían encomendar sus respectivas intenciones, pedir oración o solicitar recursos para algún miembro de la comunidad. De esta manera, el WhatsApp permitió el apoyo mutuo en tiempo de crisis como los arrastrados por el Covid-19.

Como ya se dijo, a través de las redes sociales, principalmente por Facebook y WhatsApp, se compartieron todo tipo de enseñanzas, pero las más comunes referían a la Familia. Una publicación de Uniminuto Radio expuso que los casos de violencia intrafamiliar habían aumentado en todo el país durante la cuarentena, debido a la complejidad que supuso la convivencia familiar (Uniminuto Radio, 2020). El aporte de las parroquias del departamento a esta problemática se concentró en la divulgación de la doctrina del amor entre parejas, padres e hijos y hermanos. En consecuencia, se compartieron videos de la Pastoral Familiar y se hizo un llamado hacia la construcción de los valores. Además, hubo un fuerte llamado a reflexionar sobre la familia y se buscó integrar a la comunidad en este proceso pedagógico (Diócesis de Málaga Soatá, s.f.; Parroquia Nuestra Señora de Monguí - Charalá Santander, 2021).

Como se ha mostrado, para finales de este primer periodo de análisis, las redes sociales comenzaron a ganarse los siguientes rótulos en las parroquias: 1) herramientas útiles para compartir las actividades y celebraciones religiosas; 2) espacios para compartir reflexiones en torno al Covid-19, al Evangelio y de la Familia; 3) democratizadoras de la comunicación del Evangelio, permitiendo el intercambio entre el ministro y fiel. En definitiva, las parro quias santandereanas descubrieron que por medio de las redes sociales podían continuar apoyando y animando, especialmente en tiempos de crisis. De esta manera, la comunidad encontró la manera de seguir conectado con la iglesia y no perder la esperanza.

Hasta este punto, se presentó la manera en que algunas parroquias del departamento se relacionaron, inicialmente, con las redes sociales. Pero otros cambios se dieron con el avance de la cuarentena.

Segunda Etapa. Consolidación de la Comunidad Virtual

De mayo a octubre de 2020 las parroquias en el departamento lograron consolidar cierto capital virtual. La experiencia que se ganó con el paso de los meses posibilitó el aumento del contenido compartido como la interacción de la feligresía; las publicaciones llegaron a superar las 10.000 reacciones. Las trasmisiones, en estos meses, incluyeron aún más los temas doctrinales orientados a la evangelización y divulgación del Evangelio.

Las parroquias empezaron a invertir recursos económicos para adquirir cámaras de alta calidad, permitiendo que la edición, la imagen y el sonido de los vídeos publicados mejoraran considerablemente (Parroquia San Rafael Arcángel Piedecuesta, 2020). En efecto, se compartía tanto la misa como anuncios, descripciones de las diferentes partes de la misa, intenciones, imágenes y vídeos de diferentes partes del templo, incluso fotografías de la co munidad reunida antes de la cuarentena (Vicaría Episcopal del Socorro, 2020).

Fue en estos meses que el deseo de regresar al templo se intensificó, más aun teniendo presente que algunos centros comerciales ya estaban reabriendo sus puertas. A causa de esta situación, las publicaciones que despertaron mayor interés en los feligreses fueron aquellas relacionadas con el templo y la comunidad de creyentes. Esto intensificaba el deseo de retornar a la normalidad. Por ejemplo, el video sobre la remodelación del templo que compartió la Parroquia El Buen Pastor de Floridablanca, recibió un gran número de co mentarios que expresaban sentimientos de alegría y tristeza por encontrarse restringido el regreso al templo (Parroquia El Buen Pastor Floridablanca, 2020a).

Por otro lado, en aquel momento la calidad de las trasmisiones mejoró a causa del cambió de concepción sobre la cuarentena y las redes sociales. Como se expuso previamente, al inicio se pensó que la cuarentena sería corta; pero al prolongarse cada vez más, los sacerdotes y las parroquias en general, se vieron obligados a crear toda una logística y equipo de trabajo. Del mismo modo, se pasó de considerar a las redes sociales como una herramienta momentánea para compartir la misa, a una herramienta que Dios quería, usaba y daba a sus siervos para continuar con la misión profética de la Iglesia. Por esa razón, uno de los temas más recurrentes en este periodo fue el de la evangelización. La idea de compartir el Evangelio a toda persona tomó fuerzas, sobre todo cuando las distintas redes sociales contaron con la participación de creyentes de diferentes ciudades y países. Los párrocos estaban plenamente conscientes de la divulgación que el mensaje cristiano alcanzó gracias a las redes sociales, como lo deja ver la encuesta realizada en la Figura 4.

Figura 4 Uso de las redes sociales para ganar feligresía externa 

Debido a la prolongada cuarentena, en las parroquias se consolidó la imagen sobre las redes sociales como herramientas “queridas y usadas por Dios” como lo ilustra la Figura 5. A pesar de la situación adversa que vivía la población mundial, los párrocos y feligreses santandereanos, consideraron que Dios no dejaba de actuar y, por ende, la misión profética de la Iglesia como comunicadora del Evangelio debía mantenerse. Esta idea, más la llegada de nuevos miembros a la iglesia, posibilitó la consolidación de una comunidad y/o iglesia virtual; una comunidad que no solo acortaba la brecha de la distancia, sino que creaba nuevas manera y sentidos para vivir la fe sin templo. La utilidad de las redes sociales en la consolidación de esta comunidad fue un 94%, como lo permite ver la encuesta aplicada.

Figura 5 La utilidad de las redes sociales para resolver las dificultades de comunicación con los fieles 

En consecuencia, los sacerdotes se abrieron más a las redes sociales. En este tiempo, comenzaron a crearse nuevos perfiles y páginas en Facebook, YouTube, Instagram y Twitter: también hubo un mayor uso de WhatsApp, Meet y Zoom. La innovación en el uso de las redes sociales buscaba ir más allá de tan solo compartir la misa, antes bien, procuraba crear espacios nuevos para acompañar a la feligresía: como la realización de actividades festivas. Por ejemplo, la Catedral de la Sagrada Familia de Bucaramanga compartió un vídeo invitando a la comunidad a un concurso en honor a la Virgen del Carmen. Para participar en el concurso, era necesario realizar las siguientes actividades:

  1. Realiza un altar a Nuestra Señora del Carmen.

  2. Grabar un video con toda la familia haciendo una oración o canto a la Virgen.

  3. Subir el video al perfil de Facebook y etiquetar a la catedral @SagradaFamiliaBucaramanga

  4. Enviar el vídeo por medio de la página web www.catedraldebucaramanga.com/contacto/ con los datos personales del participante

  5. Seguir las páginas de Facebook (@catedraldebucaramanga) y suscribirse al canal de YouTube (Catedral de la Sagrada Familia, 2020).

El 17 de Julio de 2020, día en que finalizó el concurso, se publicaron los vídeos de los dos ganadores en la página de Facebook de la Catedral. Este tipo de actividades fue de suma importancia. Primero, porque permite observar la relación que se entabló entre las redes sociales y las celebraciones litúrgicas; la cuarentena no fue un obstáculo para mantener viva la fe y los ritos católicos, ya que, según los párrocos, Dios mismo había designado las redes sociales para este propósito. Segundo, este evento, como muchos otros, contó con la participación de feligreses locales, nacionales e, incluso, internacionales. En las interacciones y comentarios los conductores manifestaron ampliamente la devoción a su patrona.

Es preciso señalar que las publicaciones sobre la Virgen María o la imagen de un Santo obtuvieron una alta recepción por parte de los feligreses: se llegó a tener hasta 500 reacciones y más de 17.000 reproducciones. El impacto de estas publicaciones en los fieles obedecióa que consideraron que el Santo tendría presente las peticiones, si las mismas se ponían por escrito en los comentarios. Como consecuencia se generó la costumbre de escribir las peticiones en la publicación compartida (Parroquia El Buen Pastor Floridablanca, 2020b).

Otra razón de la alta recepción de este tipo de publicaciones sobre los santos y la Virgen estuvo en que permitían una mayor participación de la comunidad, como bien se observó anteriormente. Para ampliar este punto, es pertinente comentar la novena virtual a la Virgen del Socorro celebrada por la Parroquia Cristo Resucitado de San Gil. En dicha novena participaron las distintas parroquias y sacerdotes de la diócesis, así como el obispo. La tarea de los participantes consistió en la grabación de una parte de la novena, donde se incluyeron cantos, reflexiones y oraciones. El producto final fue una novena virtual democratizada donde cada asistente jugó un papel importante en la celebración (Parroquia Cristo Resucitado de San Gil, 2020).

De lo anterior hay que decir que, durante la pandemia, la Iglesia instrumentalizó su presencia simbólica en las redes sociales, promoviendo la devoción en torno a las figuras milagrosas. Estas figuras podían salir de los templos y llegar a los hogares físicamente, ya que los fieles por tradición tenían alguna imagen en su casa o fácilmente podían comprar una de ellas. Entonces, la ecuación fue como sigue: la presencia del Santo o la Virgen en los hogares (+) más las celebraciones y ritos virtuales, (=) igual a: determinada sacralización del hogar, así como el fortalecimiento entre el creyente, su devoción y la Iglesia.

Mientras tanto los sacerdotes recomendaban a los feligreses guardar las medidas de bioseguridad establecidos por el Estado. Las publicaciones de las parroquias, desde agosto en adelante, enfatizaron en los protocolos de bioseguridad para evitar el contagio. La razón de estas publicaciones estuvo en la pronta y esperada reapertura de los templos que se venía anunciando. Algunos feligreses animados por este acontecimiento utilizaron Facebook y WhatsApp, principalmente, para asesorarse y preguntarle tanto a sacerdotes como a líderes comunitarios sobre detalles y medidas a tener presente para el regreso presencial (Parroquia Santa María de los Lagos, 2020).

La cuestión de la reapertura no fue solo alegrías y añoranzas, también despertó otra clase de sentimientos. Naturalmente, muchas personas aún estaban preocupadas por el regreso al templo, ya que allí podrían contagiarse. Pero una de las mayores preocupaciones de los feligreses se centró en la recepción de la comunión: para algunos era prudente recibirla en la mano y no directamente en la boca, así se podría evitar una posible propagación del virus; para otros, este simple hecho era un sacrilegio a la eucaristía.

En estos meses las parroquias lograron obtener buenos resultados en el uso de las redes sociales. La calidad aumentó considerablemente, así como las estrategias en el uso para aumentar la recepción de las redes. La creatividad y la buena experiencia con las plataformas virtuales posibilitaron la consolidación de una comunidad y/o iglesia virtual. Sin embargo, las cosas cambiarían para los meses de noviembre (2020) a agosto (2021).

Tercera Etapa. Reducción Progresiva de la Comunidad Virtual

Como se observó, a inicios del año 2020 hubo cierto desinterés e inexperiencia con respecto a las redes sociales. Asimismo, se pensó que la crisis sanitaria producida por el Covid-19 sería algo pasajero; al irse prolongado la cuarentena los sacerdotes se preocuparon por abordar las problemáticas de la convivencia familiar, y mejorar los recursos electrónicos para optimizar las trasmisiones. Pero la comodidad que brindó el regreso al templo permitió el retorno asiduo a los asuntos doctrinales; se procuró enseñar los principios de la oración y el sentido de las celebraciones litúrgicas, sin necesariamente aludir al Covid-19 (Parroquia Histórica de San Laureano de Bucaramanga, 2020a). Esta situación generó, principalmente, dos nuevos cambios: 1) se abandonó, de alguna manera, la problemática sanitaria; la pandemia dejó de ser un tema recurrente en las predicaciones. Se llegó a tal punto que para el 2021 se dio una casi total apatía sobre el tema de la pandemia. 2) Se descuidó el uso de las redes sociales y la comunidad virtual que había nacido en los meses anteriores.

La encuesta realizada a las parroquias en Santander, en le etapa de declive de la pandemia, permite visualizar el progresivo abandono de la problemática social producida por el Covid-19. De las 50 parroquias encuestas tan solo el 28% respondió que aún trataba de manera frecuente la cuestión del Covid-19; el 56% hablaba ocasionalmente sobre el tema y otros muy raramente 14%. (Figura 6).

Figura 6 Referencias sobre la pandemia en prédicas y actividades pastorales 

A lado de esta situación, se ubica el abondo al uso de las redes sociales, especialmente en las parroquias rurales. La moderada asistencia presencial en los templos condicionó el desuso de redes como Meet, Zoom, Twitter e Instagram. Es preciso señalar que Facebook y YouTube se siguieron usando, aunque no ya con la misma vitalidad de los meses anteriores (Parroquia Nuestra Sra del Carmen, 2020c). Por ejemplo, la Parroquia Nuestra Señora de Monguí - Charalá Santander, redujo el tiempo de transmisión de sus eucaristías en Facebook (Parroquia Nuestra Señora de Monguí - Charalá Santander, 2020). De igual manera, la Parroquia Jesús de Nazareno de Enciso Santander dejó de publicar diariamente las misas y las actividades religiosas (Parroquia Jesús de Nazareno de Enciso Santander, 2020). Por su parte, la Diócesis de Socorro y San Gil dejó de compartir totalmente las misas por medio de Facebook. Por ende, también las reacciones, los comentarios y las reproducciones bajaron, llegando a ser sólo de 5 a 10 interacciones aproximadamente, especialmente en parroquias rurales (Vicaría Episcopal del Socorro, 2021).

En definitiva, la presencialidad afectó significativamente a la comunidad virtual que nació en la cuarentena, así se refleja en la Figura 7. Al desaparecer el confinamiento, la co munidad virtual se dispersó con el paso de los meses: la dualidad lo presencial y virtual se mantuvo en detrimento de la comunidad virtual.

Figura 7 Uso de redes sociales al finalizar la pandemia 

El desinterés de los párrocos en continuar con las trasmisiones virtuales fue la principal razón de la desintegración gradual de la comunidad virtual. En la encuesta solo un 25,5% de los sacerdotes respondió que continuaría compartiendo contenido de manera intensa en las redes sociales; el 57,4% tan solo compartiría algunas cosas de carácter general; el 8.5% de los párrocos no estaban seguros de seguir usando las redes sociales; pero el 8.6% decidió que no usará más las redes sociales para compartir las misas y las actividades religiosas.

Ya se habló un poco sobre las parroquias que perdieron el interés por mantener el uso de las redes sociales. Ahora es tiempo de observar este reducido grupo del 25,5% que mantuvo el uso continuo de las redes. Estas parroquias se caracterizaron, principalmente, por dos cosas: 1) la mayoría de ellas son urbanas; 2) contaron con el apoyo de jóvenes sacerdotes y seminaristas en la administración de las redes. Por estos motivos, en la Arquidiócesis de Bucaramanga, por ejemplo, aumentaron las publicaciones diariamente. El apoyo que brindaron los seminaristas del Seminario Mayor de Bucaramanga fue evidente en las publicaciones compartidas; estos jóvenes extrajeron todo el potencial que permitieron las plataformas virtuales: usaron el recurso de los #Hashtags para las celebraciones del calendario católico, facilitando así la interacción de los feligreses con los diferentes contenidos como lo demostraron las altas reacciones que obtuvieron en el 2021 (Arquidiócesis de Bucaramanga, 2021).

Este equipo de trabajo juvenil buscó nuevas maneras de difundir la información de las respectivas parroquias o de la Arquidiócesis. Por ejemplo, se publicaron los resúmenes de los eventos pastorales, análisis de la Semana Misionera Parroquial, la Asamblea Arquidiocesana de pastoral 2020; la novena de navidad, etc. El contenido se presentó en distintos formatos como imágenes, vídeos, fichas de Power Point y flyers. Como se puede observar, el papel de los administradores de las plataformas virtuales permitió que las respectivas parroquias no abandonaran su uso. Situación que fue de gran ventaja para ciertas parroquias porque lograron mantener unidad a la comunidad, tanto virtual como presencialmente, en la comunicación de las actividades por realizar y el apoyo mutuo entre feligreses. Es necesario subrayar, además, que estas publicaciones y comunicaciones tenían una alta calidad de imagen, sonido y producción (Arquidiócesis de Bucaramanga, 2021).

Asimismo, las parroquias urbanas ofrecieron cursos de formación por medio de las redes sociales. Uno de estos cursos fue “La oración como centro de la ciber misión”, temática particularmente interesante que abordó la línea de lo espiritual-sagrado en relación con la virtualidad. En este sentido, se observa cómo este tipo de parroquias pueden tener una visión más “avanzada” hacia el futuro de la fe, en comparación a comunidades (sobre todo rurales) donde el uso de las redes sociales fue abandonado (Parroquia Santa María de los Lagos, 2021).

Es importante apuntar que, a pesar de la buena actitud de las parroquias urbanas por continuar con el uso de las redes, la comunidad o iglesia virtual fue desapareciendo progresivamente. Esta situación se dio por las siguientes razones: al darse la posibilidad de regresar a la presencialidad, las plataformas virtuales dejaron de ser vistas como herramientas usadas y “queridas por Dios” para difundir el Evangelio, sino que volvieron a convertirse en herramientas de información general. Esto explica que en el 2021 el contenido compartido tocó puntos sobre la información de las actividades religiosas, los talleres ofrecidos entorno a la piedad, el amor de Dios y la Familia.

Ahora bien, un ejemplo claro para entender la relación entre lo virtual y lo presencial se encuentra en la realización de uno de estos talleres mencionados. El párroco de San Juan Nepomuceno de Floridablanca que estaba dictando un taller, durante prolongados tiempos de la trasmisión olvidaba a los asistentes virtuales; el enfoque e interés estuvo casi siempre en los asistentes presenciales (Parroquia San Juan Nepomuceno de Floridablanca, 2021).

Algunas parroquias lucharon por mantener la comunidad o iglesia virtual activa. Pero la interacción de los feligreses descendió considerablemente. Entre muchas razones, se puede apuntar una muy coloquial: así como los feligreses podían asistir al templo, también debían regresar a sus ocupaciones laborales. Por consiguiente, es normal encontrar que las interacciones aumentaban entre semana, pero disminuían considerablemente los fines de semana. Por un lado, debido a las ocupaciones personales y familiares, era más cómodo y fácil asistir virtualmente a las misas entre semana; por otro lado, los fines de semana no había excusa para no asistir al templo, ya que dichos días eran para descansar y dedicarlos a la familia y a Dios (Parroquia San Pio X, 2021).

No obstante, esta dinámica de los feligreses no contentó a los sacerdotes. En muchas parroquias no fue posible reestablecer la membresía que asistía antes de la cuarentena; además, los feligreses tenían ahora la libertad de ir a la misa o asistir a ella desde la casa por medio de las redes sociales. En la encuesta, expuesta en la Figura 8, se refleja el sinsabor de los párrocos con respecto a la disminución de su membresía.

Figura 8 Variaciones en la asistencia física y virtual a las ceremonias religiosas 

El 44% consideró que la asistencia disminuyó sensiblemente y otro 26% aseguró que había disminuido un poco. De3 ahí que se puede analizar que las redes sociales, así como facilitaron a la feligresía decidir si asistía o no al templo, también le dieron la oportunidad, llegado el caso de no asistir a misa, de no perderse la enseñanza, puesto que podían ver el vídeo en otro momento. Sin embargo, en el otro extremo estuvieron aquellos que consideraron que ya no era necesario asistir presencialmente a la misa. Situación que movió a varias parroquias a publicar imágenes, vídeos y reflexiones con el propósito de animar a la comunidad para que regresara al templo (Parroquia Nuestra Señora de las Gracias de Torcoroma, 2021).

En definitiva, el lector habrá notado cómo el regreso a la presencialidad afectó a la comunidad virtual, porque se abandonaron las redes sociales. Pero también, notó que algunos fieles que antes eran asiduos optaron, desde su libertad, de dejar de asistir con frecuencia a las misas. El impacto del Covid-19 en las iglesias se extendió más allá de la cuarentena.

Conclusiones

En definitiva, se puede hablar de tres etapas claves para comprender el uso de las redes sociales en la pandemia por parte de las parroquias católicas de Santander. En primer lugar, con la cuarentena las parroquias decidieron mejorar el uso desinteresado que tenía de las redes sociales; no se limitaron exclusivamente a compartir misas, como al inicio, sino también contenidos que aludieran a la vida de la parroquia y de la feligresía. Como se observó, al principio se presentaron dificultades por la inexperiencia y cierto desinterés en el uso de las redes sociales. En segundo lugar, al extenderse el confinamiento los párrocos aprendieron más sobre el uso de las redes; esto permitió una pronta y rápida adaptación, mejorando la creatividad y contenido de las transmisiones. También aumentó la inversión económica para adquirir cámaras de alta calidad. Dinámica que posibilitó el nacimiento, de mayo a octubre del 2020, de la comunidad o iglesia virtual. En tercer lugar, a finales del año 2020 y en el trascurso del 2021 bajaría el ímpetu anterior, perjudicando a la comunidad virtual.

Por otro lado, es importante resaltar la evolución en el uso de las redes sociales por parte de las parroquias. Se logró pasar de los vídeos grabados con celulares a formatos de alta calidad, donde se compartían fotos, flyers, presentaciones en Power Point, exponiendo contenido variado y creativo. Asimismo, este uso acertado de las redes generó en la feligresía cierta costumbre a estar en contacto con la parroquia; al consultar las plataformas digitales los fieles se enteraban de la agenda de activadas programadas en la parroquia, dinámica que se fortaleció para en el año 2021.

En tiempos de pandemia las redes sociales probaron ser útiles para las parroquias católicas. Por estos medios se logró acompañar a la feligresía en temas familiares, doctrinales y formativos. Las parroquias, los párrocos y los feligreses respondieron adecuadamente a la situación social que se les presentó, logrando adaptarse pedagógicamente a las exigencias contextuales producto de las medidas sanitarias por el covid-19. Dicha adaptación evidenció las nuevas oportunidades de estos grupos para difundir su pensamiento y organizar las prácticas para continuar, de manera digital, con sus interacciones religiosas.

Las redes, por ende, ser percibieron como un medio otorgado por Dios a las parroquias para que se pudiera continuar con el acompañamiento pastoral en tiempos de crisis social. Los párrocos lograron mantener contacto directo con sus comunidades por medio de las redes sociales, contacto que servía para dar palabras de aliento en momentos de pánico y terror social. Aunque sin esperarlo, las redes posibilitaron, además, que algunos párrocos trascendieran las barreras locales y alcanzaran un público nacional e incluso internacional. La virtualidad, entonces, al trascender las barreras de la presencialidad, permitió una mayor divulgación y acceso a bienes espirituales; asimismo, aumentó el nivel de participación de la feligresía a tal punto que se puede hablar de cierta democratización del Evangelio.

Sin embargo, es importante mencionar que las redes sociales también ayudaron a que muchas parroquias no lograran restablecer la membresía y asistencia que tenía antes de la pandemia. Ya fuera por sus ocupaciones familiares o laborales, algunos decidieron optaron por participar en la misa desde la comodidad de su casa y por medio de las redes virtuales. Situación que incomodó a los párrocos y, como añadidura, el descuido en mantener un uso activo de las redes ocasionó la paulatina caída de la comunidad virtual. De esta manera se generó la lucha entre la comunidad virtual y presencial, donde ciertamente el sacerdote amonestaba a los que preferían quedarse en su casa y no asistir a la misa presencialmente.

Por último, se considera necesario continuar con este tipo de análisis coyunturales debido a la riqueza que se puede extraer de la vida cotidiana de las comunidades cristianas en general. La fortalece de las redes sociales está en que posibilita el análisis de las interacciones diarias de los creyentes con su institución y con su comunidad de fieles, sin la necesidad de invadir espacios privados y restringidos. Asimismo, estos análisis permiten cuestionar las investigaciones del hecho religioso en Colombia, las cuales están acostumbradas a las grandes generalizaciones, más aún si se trata de la Iglesia Católica. Sin embargo, como lo demostró este estudio, ante contextos y problemas sociales específicos las parroquias, los sacerdotes y los feligreses desarrollan un plan de acción que necesariamente no está coordinado por la jerarquía eclesiástica, en otras palabras: cada uno trabaja y soluciona sus problemas cotidianos como puede y como quiere.

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*Este trabajo fue resultado del proyecto de investigación “Consecuencias de la pandemia del Covid-19 en las iglesias cristianas de Santander. Aspectos económicos, religiosos y sociales” financiado por la Vicerrectoría de Investigación y Extensión de la Universidad Industrial de Santander, Bucaramanga.

**Citar así: Ramírez Trillos, O., Plata Quezada, W. E. & Plata Rodríguez, D. (2023). La pandemia del covid-19 y sus efectos en el ámbito religioso: Las parroquias católicas y el uso de redes sociales. El caso de Santander, Colombia. El Ágora USB. 23(1), 185-207. Doi: https://doi.org/10.21500/16578031.6173

Recibido: 01 de Octubre de 2022; Aprobado: 01 de Enero de 2023

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