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Encuentros

versión impresa ISSN 1692-5858

Encuentros vol.12 no.2 Barranquilla jul./dic. 2014

 

Las narrativas del retorno

Return Storytellings

María Angélica Garzón1

1 Universidad Nacional de Colombia, Colombia. magarzom@gmail.com

Cómo referenciar este artículo:
Garzón, M. A. (2014). Las narrativas del retorno. Revista Encuentros, Universidad Autónoma del Caribe, 12 (2), pp. 67-77.

Fecha de recibido: 12 de diciembre de 2013. Fecha de aceptación: 10 de marzo de 2014


Resumen

El presente artículo de investigación, de corte cualitativo sobre "Las tácticas del Habitar. Prácticas de recuerdos y olvidos y (re) significación de lugares en contextos de retorno de población", en la que se indaga por las construcciones narrativas acerca del retorno que elaboran las personas de la población de El Salado (Bolívar) quienes después de su desplazamiento forzado regresaron a su territorio para habitar de nuevo una geografía marcada por la violencia. En el artículo se exploran las formas en que las memorias de la vida en esta población y su proceso de retorno se articulan en narraciones que dan sentido a dichas memorias, al regreso, y permiten la construcción de reclamos políticos. De esta forma, las narrativas del retorno, inspiradas en los trabajos teóricos que sobre la memoria han elaborado Elizabeth Jelin, Elsa Blair, Jorge Semprún y Leonor Arfuch o las formas en que se da cuenta de este proceso, resultan en la materialización de unas memorias que demandan justicia y equidad social.

Palabras clave: Narrativas, retorno, memorias, recuerdos, comunicación.


Abstract

This paper as a result of a qualitative doctoral research on "Inhabit tactics. Memories and forgetfulness, and (re) signification of places contexts return population" in that narrative constructions about the return that made people in the town of El Salado (Bolívar) who after their displacement is investigated they returned to their territory forced to inhabit again a geography marked by violence. The article explores the ways in which memories of life in this population and its return process articulated in narratives that give meaning to these reports, the return, and allow the construction of political claims. Thus, the narrative of return, inspired by theoretical work on memory have produced Elizabeth Jelin, Elsa Blair, Jorge Sempriin and Leonor Arfuch or the ways in which he realizes this process, resulting in the realization of a memory demanding justice and social equity.

Key words: Storytelling, Return, Memories, comunication.


La dicha de la memoria jamás borraría este pesar de la memoria (Jorge Semprún, La escritura o la vida, 1995)

Introducción

El conflicto armado en Colombia ha generado el desplazamiento forzado de una fracción importante de población que desarraigada de sus territorios ha tenido que migrar hacia municipios o ciudades como la única opción que tienen para salvar sus vidas. El desplazamiento forzado es, posiblemente, la mayor tragedia humanitaria que hayamos vivido en nuestra historia reciente. Ahora bien, en los marcos del discurso del post-conflicto que viene avalándose en el país la "solución" a este problema comienza a delinearse claramente: para atender el desplazamiento forzado es necesario que la población expulsada regrese a sus territorios. De esta forma, el retorno de población en situación de desplazamiento forzado aparece como una situación deseable para el país y como indicador del tránsito del conflicto a la estabilidad democrática. Ciertamente, las experiencias de países que han sido tráfico de conflictos armados internos a procesos de paz y regímenes democráticos y que han vivido el desplazamiento forzado de sus poblaciones han contado con procesos de retorno de su población. Así, el retorno resulta en efecto del fin del conflicto y muestra de estabilidad social.

En Colombia, con la reciente Ley de Víctimas y los procesos de restitución de tierras, el retorno se ha convertido en una medida reparadora para la población víctima del conflicto armado. De esta forma, desde hace un par de años viene adelantándose en el país toda una política estatal que busca promover procesos de retorno. Sin embargo y pese a la voluntad política por adelantar este tipo de procesos, su implementación no ha sido exitosa. Según un estudio realizado por la Defensoría del Pueblo en 2012, se puede concluir que: "en ninguno de los retornos analizados se observa un goce efectivo de derechos de la comunidad. Los niveles de estabilización socioeconómica de las comunidades retornadas y por ende la sostenibilidad de los procesos, obedecen más a la voluntad de éstas de permanecer que a una intervención armónica e integral de las entidades del Estado" (Defensoría del Pueblo, 2012, p. 246).

En efecto, aunque en el país no contamos aún con un corpus extenso de trabajos, evaluaciones e investigaciones sobre este tema, si tenemos información que permite alertar sobre las formas en que estos procesos se están adelantando sin garantizar el cumplimiento de los principios rectores del retorno: voluntariedad, seguridad y dignidad. En este sentido, hemos compilado una serie de evaluaciones sobre el proceso de retorno que se centran en caracterizar los deseos de retorno (bajo qué condiciones se retorna), las poblaciones retornantes y las condiciones materiales en las que se adelantan estos procesos. Estas evaluaciones usualmente coinciden en las mismas conclusiones: los procesos de retorno en Colombia se están dando sin las garantías de seguridad y dignidad que estos requieren y en muchos casos sin contar con la voluntariedad de las poblaciones (Garzón, 2011).

Así, los proceso de retorno en el país se producen porque algunas de las poblaciones en situación de desplazamiento forzado no logran insertarse en las dinámicas urbanas o municipales de su lugar de recepción y resultan expulsadas de las mismas teniendo como única opción desplazarse nuevamente o regresar al lugar de expulsión aunque el conflicto armado no haya cesado en éste. Ahora bien, independientemente de los motivos para retornar, de la permanencia del conflicto armado y del incumplimiento de los principios rectores, algunas poblaciones en Colombia han comenzado sus procesos de retorno. Esto lleva a pensar que el retorno implica algo más que la simple movilidad de población, es decir, implica algo más que "regresar". Entonces, ¿Qué significa retornar en Colombia?

Esta es una pregunta a la que todavía le debemos una respuesta y para esto es necesario entender el retorno como un proceso social que va más allá de una política pública, un programa piloto o un deseo de volver. El retorno debe ser descifrado desde su día a día, desde sus significados y desde las apuestas personales, familiares y organizativas que se movilizan desde este proceso. Este último acercamiento, alejado de la evaluación de la política de retorno y centrado más en su dimensión biográfica, sociológica y antropológica es la que me interesa explorar. Así, mi apuesta por el tema del retorno radica en un acercamiento que evidencie el cómo de los retornos, su cotidianidad y los procesos subjetivos que emergen a partir de éstos.

Ahora bien, por las conversaciones que he tenido a personas y comunidades retornadas he podido observar que una parte importante de este proceso tiene que ver con el recuerdo. El retorno no sólo implica volver a los territorios de expulsión, implica un volver a la vida de "antes". ¿Qué tanto es posible regresar al mismo territorio y a la misma vida cuando geografías, lugares y experiencias biográficas han sido marcadas por la violencia? Evidentemente, el retorno no se produce a los mismos lugares de expulsión aunque en la población retornada existe una fuerte añoranza de que así sea. De allí, que el recuerdo cobre plena importancia en el marco de estos procesos. Aquí, lo que encuentro es que los recuerdos funcionan a manera de motivación del retorno, justificación del mismo y como un cimiento que permite elaborar reclamos y exigencias de derechos.

Ciertamente, lo que encuentro en los procesos de retorno son unas memorias obstinadas (Jelin, 2001) que no se resignan a quedarse en el pasado sino que emergen constantemente para dotar de sentido al pasado y convertirse en plataforma política de reconocimiento y reclamación. En palabras de Riaño (2006) una memoria puente que vincula pasado-presente y futuro. Estas memorias obstinadas del retorno o las prácticas de recuerdo que se activan en medio de este proceso se materializan en lo que he denominado las narrativas del retorno o las formas en que se da cuenta y se cuenta dicho proceso. Así, mi objetivo en este artículo es el de explorar relatos y formas de construcción narrativas que se tejen en el marco de los procesos de retorno de población. Me interesa evidenciar que los relatos construidos por la población retornada toman sentido a partir de un proceso de edición y montaje que los convierte tanto en piezas comunicativas como en plataformas políticas. Piezas comunicativas porque están construidas en pro del otro y con intencionalidad; plataformas políticas porque desde allí se agencian reclamos de justicia social.

Entonces, el objetivo de este artículo es reflexionar sobre la forma en que la población retornada elabora narrativas frente a su retorno las cuales llenan de sentido su proceso, sus espacios y sus reclamos sociales. La hipótesis que se explora es aquella que relaciona estrechamente las prácticas del recuerdo con la construcción de narrativas y cómo éstas al ser contadas resultan en piezas comunicativas que se realizan con intención y a partir de ciertas operaciones del narrar.

Metodología

Como se señaló anteriormente, las ideas expuestas hacen parte de la investigación doctoral en la que se propone una mirada desde la vida cotidiana a los procesos de retorno. De allí que la información recolectada y los testimonios presentados en este artículo hagan parte del trabajo de campo que se adelantó con la población retornada de El Salado (Bolívar) durante el año 2008. En aquella ocasión, me acerqué a esta población mediante una metodología etnográfica en la que primó la observación participante, la realización de entrevistas pero, especialmente, el escuchar con atención lo que esta población deseaba contarme tratando, al mismo tiempo, de interpretar silencios y pausas (Jelin, 2001).

Así, la opción metodológica que seguí fue de corte cualitativo y etnográfico enmarcando esta opción en los parámetros de los denominados trabajos de la memoria en los que se privilegia la pregunta sobre el proceso de significación de los recuerdos (Jelin, 2001). Es decir, interesa más el cómo se narra, a través de que procedimientos y con qué significados, y menos, el qué se narra y la veracidad de dicha narración.

Entonces, lo que interesó en la investigación fue la oralidad, la expresión y los énfasis. El revivir los recuerdos mediante dispositivos como la charla, la entrevista o los encuentros casuales para propiciar un narrar que diera cuenta del proceso de retorno, los recuerdos asociados a éste y el cómo se tejen para producir una narrativa del retorno. En general, la metodología se orientó a las actividades que permitieran la reactivación de recuerdos o las prácticas del recuerdo (Riaño, 2006; 2007) para responder a las preguntas de la investigación que se dividieron en preguntas operativas (¿Qué se relata en medio del retorno?) y preguntas analíticas (¿Cómo se construyen dichos relatos? ¿De qué forma esta narrativa es a la vez espacio biográfico y plataforma política?). Así, en términos de narración interesó centrarse en lo dicho, su intencionalidad y el silencio que no necesariamente es entendido aquí como sinónimo de olvido sino más bien como otra forma de preservar las memorias.

Ahora bien, en términos teóricos opte por hablar de prácticas de recuerdos porque considero, siguiendo a De Certeau (1999) que una práctica es una forma de hacer cotidiana, un arte de utilizar, para este caso, el recuerdo. Ciertamente, en el contexto del retorno la práctica del recuerdo es un hacer constante y frecuente, un hacer cotidiano. De hecho, la acción de retornar y la consolidación de este proceso tienen mucho que ver con el anhelo de visitar el pasado o "volver" a una vida anterior, esto es, de recordar. En este sentido, las prácticas de recuerdo que ubico en los procesos de retorno hacen referencia a lo que Jelin (2001) denomina memorias habituales; parafraseando a De Certeau: un arte de decir, hacer y pensar (1999).

A diferencia de Jelin (2001), no me interesa entablar distinciones entre los que serían las memorias habituales del retorno y lo que serían sus memorias narrativas. Las memorias habituales, según esta autora, hacen referencia a memorias cotidianas, las que pasan de unas generaciones a otras a través de la vida familiar o comunitaria, son memorias que hacen parte de una vida "normal" y no tienen nada de "memorable". Por su parte, las memorias narrativas son aquellas referidas a eventos que rompen las rutinas e impulsan a los individuos a la búsqueda de sentido: "el acontecimiento rememorado o memorable será expresado en una forma narrativa convirtiéndose en la manera en que el sujeto construye un sentido del pasado, una memoria que se expresa en un relato comunicable con un mínimo de coherencia" (2001, p.25).

Para mí, en el marco del retorno no existen diferencias entre estos dos tipos de memorias puesto que a partir de las memorias habituales la población retornada construye sus memorias narrativas. Es decir, que es a partir del recuerdo de una vida cotidiana que se abandonó forzosamente y el anhelo de volver a ella lo que constituye la materia prima para construir las memorias narrativas del retorno, suceso que se convierte en el acontecimiento a significar mediante la vinculación de pasado, presente y futuro. Así, las memorias narrativas son a la vez memoria narrada (Blair, 2002) y narrativa del retorno; son las formas mediante las cuales la población retornada da cuenta de su proceso, resignifica su experiencia y construye reclamos políticos.

Algunos resultados: ¿Qué se relata en medio del retorno?

Para responder a las preguntas de investigación (¿Qué se relata en medio del retorno? ¿Cómo se construyen dichos relatos? ¿De qué forma esta narrativa es a la vez espacio biográfico y plataforma política?) quiero compartir algunos extractos de entrevistas realizadas con la población retornada de El Salado (Bolívar):

Aquí teníamos de todo, no teníamos que salir a buscar nada, aquí se conseguía todo (...) teníamos principalmente las compañías de tabaco donde uno podía trabajar. (Mujer)

No nos faltaba nada, nunca pasamos hambre, eso de la violencia por aquí no se conocía. (Hombre)

Cuando paso lo que paso, se acabó esa vida (silencio) el que se salvó fue porque se fue huyendo (silencio), eso es duro, usted llegar a esa plaza y encontrar 50 personas muertas, eso es grande (silencio) todo eso no se olvida, por eso no me gusta recordar. (Mujer)

Y nosotros cansados rodando por ahí en la ciudad, unos mendigando, todos estábamos de mendigos pa' decir la verdad (.) en la ciudad el que sea del campo, eso no (.) el trabajo que no era constante, un día trabajamos, dos días aquí, otro día trabajamos allá... pasábamos hambre. (Hombre)

El día ese que entramos aquí, ahí es donde se veía a un hombre llorar (silencio) aquí no había nada, no se veía las casas, no conocía yo mi casa por donde entrar, tuvimos que montarnos en el tanque del acueducto para ubicarnos, esto era una selva. (Hombre)

Tú sabes que llegar tu a tu pueblo donde naciste donde te criaste y no saber pa' donde coger... eso no tiene comparación, eso le da a uno un impacto así, dios mío!! (Mujer)

Las mujeres éramos las que cocinábamos mientras los hombres desmontaban, yo y otras que ayudaron mientras estaban ahí... después se repartió la gente, ya cada uno iba cogiendo su casita, yo me quede con Mariela aquí, íbamos a los pozos, recogíamos el agua, cocinábamos, ya la gente comenzó a retornar con miedo. (Mujer)

Nosotros todavía no estamos retornados. Retornados es cuando uno tiene su parcelita que uno diga ya ahora si estoy retornado pero mientras tanto andemos de aquí para allá de allá para acá, que hoy me mandan a desocupar de aquí no se pa' dónde, todavía digo, yo me siento que ando desplazada [...] retornada cuando tenga mi casa, eso es lo que uno quiere. (Mujer).

Las narrativas que se construyen en medio del retorno son disímiles, cuentan diferentes aspectos de este proceso y dan distintas versiones respecto a él. Pese a esto, pueden identificarse cuatro puntos en común o referentes mediante los cuales se construye la narrativa del retorno: 1. La vida antes del desplazamiento forzado. 2. Cuando "pasó lo que pasó". 3. El retorno en sí mismo y, finalmente, 4. El ahora y las expectativas a futuro. En efecto, las narrativas del retorno coinciden en describir un pasado en el que las carencias no existían y donde reinaba la armonía. De allí se transita hacia la rememoración de los hechos de violencia que produjeron el desplazamiento forzado, la vida en la ciudad, la extrañeza que ésta les propone y las duras circunstancias que impone. Posteriormente, se relatan procesos organizativos orientados hacia el retorno que surgen alentados por instituciones gubernamentales o por los y las propias protagonistas de estas narrativas. Se pasa a describir el primer día del retorno, el cara a cara con las geografías del terror (Oslender, 2006) y el escenario de la muerte; la lucha titánica contra la naturaleza y el deseo constante de lograr el retorno. Finalmente, se narra el ahora, la cotidianidad del retorno, las carencias que se tienen y las expectativas a futuro.

En general, es posible identificar una estructura narrativa lineal (no por ello coherente) en la que la experiencia del retorno inicia mucho antes de los hechos de violencia que generaron el desplazamiento forzado y que parece terminar en el deseo de un "futuro mejor". No obstante, esta narrativa nunca es cerrada o finalizada porque cada visita al pasado propone nuevos detalles, nuevos aspectos que es necesario señalar, nuevas carencias que se viven en el presente y nuevos retos para el futuro. En efecto, las narrativas del retorno no son estructuras cerradas, sino por el contrario son construcciones históricas acumulativas, dinámicas y en continua transformación, una especie de conciencia colectiva, siguiendo a Malkki, (1995), que a pesar de sus cambios narrativos implica una continuidad. Así, las narrativas del retorno pueden considerarse como producciones en común, es decir, producciones colectivas que se rehacen una y otra vez.

En este marco, los recuerdos actúan como materia prima de la narrativa, es decir, la alimentan, la llenan de contenido, la expresan vivencial y le asignan significados. Así, la reconstrucción narrativa de los recuerdos no es solo una construcción discursiva, es una forma de organizar las experiencias vividas (Mendoza, 2004) y de darle importancia a aquello que vale la pena narrar. Los recuerdos le asignan a esta narrativa la cualidad de testimonio, es decir, la convierte en huella y recordatorio de lo sucedido (Ricoeur, 1999). De esta forma, los recuerdos de la situación vivida, parafraseando a Semprún (1995), desentrañan o intentan desentrañar la verdad de una vivencia que, para el caso de la población retornada, está investida de violencia, terror, miedo y dolor.

Discusión

¿Cómo se construyen dichas narrativas?

Considero que la construcción de narrativas se realiza mediante ciertas operaciones comunicativas que significan tanto la narrativa como el proceso de retorno y la lucha política adelantada por esta población. Así, lo que encuentro es que las narraciones del retorno se realizan mediante la construcción de historias míticas en las que se da cuenta de violencias sufridas y luchas adelantadas por la población retornada. Son historias míticas porque, siguiendo a Liisa Malkki (1995), estas narrativas describen el orden actual de las cosas, personas y relaciones sociales; y por otro lado, reconstruyen el cómo y por qué a través de varias transformaciones el orden presente ha emergido. Así, las historias míticas son prácticas discursivas que reconstruyen el pasado, narran la historia de un pueblo y sus trayectorias morales en términos de pruebas y obstáculos. Lo anterior, genera una plataforma de enunciación mediante la cual se realizan reclamos políticos gracias a la construcción de diversos pasados y sentidos del pasado (Malkki, 1995, Jelin, 2002)

En efecto, si nos detenemos en las formas mediante las cuales se construyen las narrativas del retorno encontramos que dichas narrativas son productos comunicativos que implican la construcción de una historia (el pasado), una intención (lugar de enunciación) y un público escucha. Ahora bien, como toda relación comunicativa, la construcción de estas narrativas requiere de unas posibilidades para enunciar, es decir, que existan (y se puedan utilizar) las palabras para designar lo vivido y unas posibilidades de escucha, esto es, un público interesado en la narración. Así, para la reconstrucción de una narrativa que emerge de los recuerdos de experiencias de violencia vividas, el tema de las posibilidades de enunciación no es un tema menor. Veena Das (en Ortega, 2008), por ejemplo, refiere a los conocimientos envenenados que traducen una imposibilidad de narrar cuando no se encuentran palabras para hacerlo, cuando no existe un público dispuesto a escuchar o cuando la experiencia de dolor no ha podido ser elaborada y exteriorizada.

Por su parte, Jorge Semprún (1995) quien considera que todo está contenido en el lenguaje y que es posible relatar las peores experiencias de violencia, reconoce, a partir de su propia experiencia, que se debe estar listo para narrar y que para esto el relato debe estar dominado, es decir, se debe haber tomado distancia de la experiencia vivida y recordarla desde la distancia. En su testimonio, Semprún nos deja saber la angustia que sentía al recordar lo vivido en los campos de concentración. Llega a afirmar, incluso, que en esos momentos de angustia solo pensaba en encontrar reposo en la muerte: "nada sino la muerte me distraía de mi dolor" (1995, p.25). Respecto al proyecto de escribir sus memorias, Semprún cuenta como debió esperar para enfrentarse narrativamente a esta tarea: "en un primer momento el proyecto de escribir le resultaba irrealizable, el recuerdo era muy denso, estaba aún muy vivo" (1995, p.26).

Lo anterior concuerda con lo señalado por Jelin (2001) cuando habla de los dos vínculos involucrados en el testimonio y necesarios para la producción del mismo: la relación con el otro o la otra, para mi caso, el público escucha que permite la construcción de una narrativa social con sentido, y, el acercamiento/distanciamiento con el pasado que significa tanto regresar a una situación límite como regresar de ella. Respecto al último elemento, el regreso de la situación límite, Semprún parece delinear o proponer un camino para realizar esta operación: "una duda me asalta sobre la posibilidad de contar (...) algo que no atañe a la forma de un relato posible, sino a su sustancia. No a su articulación, sino a su densidad. Sólo alcanzarán esta sustancia, esta densidad transparente, aquellos que sepan convertir su testimonio en un objeto artístico, en un espacio de creación" (1995, p.25). Ahora bien, cuando se cuentan con los anteriores elementos es posible pensar en la construcción de una narrativa a partir de una serie de recuerdos que resultan en los hilos mediante los cuales se teje la trama narrativa. Incluso, es posible ir más allá y enunciar los recuerdos como las trayectorias morales de las que habla Malkki (1995) para construir reclamos políticos. Así, las prácticas de recuerdo, más que espontáneas, corresponden a una intención de narrar, a unas expectativas del público escucha o de los interlocutores de estas narrativas y a una necesidad de resignificar situaciones y experiencias de violencia y maltrato. Ciertamente, siguiendo a Blair (2002) se podría decir que la memoria narrada cuenta con una cualidad performativa, es decir, una intención de transformar y crear realidades (p.23). Las narrativas del retorno también adquieren esta cualidad. De esta forma, es posible ubicar tres elementos mediante los cuales se construyen las narrativas del retorno:

El Silencio. El silencio aparece como la transición de un momento a otro. De esta forma, el silencio en el relato muchas veces asociado al olvido, es para mí, más que un olvido un énfasis que se realiza en la narración, un suspenso que captura la atención del o la escucha, genera una pausa y sumerge de nuevo en la tensión del relato. El silencio, como lo señala Bajour (2010) constituye el entramado que junto a la voz produce la narración oral. De esta forma, el silencio habita la narración, la moldea, la hace audible y así mismo se deja escuchar (Bajour, 2010,s.p.). Como lo señala Le Breton: "el silencio no es nunca el vacío, sino la respiración entre las palabras, el repliegue momentáneo que permite el fluir de los significados" (2006, p. 45). Así, el silencio en las narrativas del retorno es parte constituyentes de las mismas y se presenta como un diálogo en el que se recuerda de otras formas.

La intencionalidad. Este elemento tiene que ver con las relaciones de intersubjetividad (Passerini, 2006) en las que las narrativas cobran sentido. Hablo aquí de las relaciones entre población retornada y los "otros", aquellos o aquellas que preguntan por el proceso o se interesan en él. Así, las narrativas del retorno son producidas apropósito de ese otro que invita a evocar y a quien se le ofrece una versión del pasado reciente. Señalo la palabra "versión" porque aunque la narración del retorno se circunscribe a los momentos ya expuestos (La vida antes del desplazamiento forzado, cuando "pasó lo que pasó", el retorno y, finalmente, el ahora y las expectativas a futuro) varía de acuerdo al interlocutor, al escucha. Entonces, lo que tenemos aquí es una narrativa producida en pro (para) el otro.

La reclamación. Lo que narran las narrativas del retorno son historias personales o familiares que dan cuenta de una vida (pasada, presente o futura) que ha estado marcada por la violencia. En ese sentido, la narrativa es acompañada implícita o explícitamente por un reclamo social: no sabemos por qué paso esto, quién nos colabora ahora, cómo le vamos a hacer, ahí estamos en la lucha, nos levantamos una vez, nos volveremos a levantar; son expresiones comunes que acompañan el relato. Estas expresiones encierran la idea de sacrifiicio, de lucha y de deuda. Son, precisamente estas expresiones o reclamaciones las que devienen en plataformas políticas. Como señala Veyne respecto a la ficción y la historia, con la intención de reclamo, las narrativas del retorno "corregirían el porvenir" (Veyne, citado en Blair, 2002, p.20) en la medida en que estas historias "pueden dar poder y humanizar" (Adichie, 2009).

¿De qué forma esta narrativa es a la vez espacio biográfico y plataforma política?

Leonor Arfuch define el espacio biográfico como: "un espacio intermedio, a veces como mediación entre lo público y lo privado; otras, como indecibilidad" (2002, p.27). Es decir, el espacio biográfico puede entenderse como una zona intermedia que vincula el qué narrar, cómo narrarlo y para quién narrarlo con las posibilidades y los deseos de narrar. En el caso del retorno el lugar biográfico adquiere relevancia pues la apuesta de retornar no sólo tiene que ver con rehacer el tejido social sino con el rehacerse a uno mismo. En efecto, la resignificación de la historia personal es lo que le ha permitido en gran medida a la población retornada enfrentar las difíciles condiciones materiales y de seguridad con las que se encuentran al regresar.

Es el rehacer las historias personales en términos de luchas, aprendizajes, liderazgos, organización y pequeños triunfos lo que le otorga fuerza a los procesos y las personas para seguir adelante:

Nosotros vamos pá lante, rompiendo y rompiendo, tirando machete desde que llegamos, matando mosquito, matando culebras (...) Nosotros duramos aquí 15 días más o menos que ni siquiera sabía uno quien era, desayunábamos el desayunito arroz, almorzábamos arroz con lentejas y cenábamos arroz con lentejas (Hombre)

Ya no hay debilidad, tenemos organización, antes no teníamos eso, más confianza, actualmente hay cinco organizaciones aquí, cinco, ahora compartimos esto pa' esto, esto pa' lo otro, donde hay cinco hay más visión, se puede decir que hay más (Hombre)

Entonces, la narrativa del retorno no es sólo una historia mítica colectiva, también es una historia mítica particular donde la propia experiencia es lo que cuenta como importante al momento de narrar. De esta forma la resignificación biográfica pone en juego aquello que Adichie llama Nkali o el poder de contar historias que rompen el molde de la historia única y del estereotipo incompleto (2009). Así, biografías y sentidos de pasado se vinculan en una amalgama de momentos y sentires que proponen no solo lecturas del pasado sino reflexiones en torno al mismo: "es mediante el discurso en la forma de testimonio o relato personal, como se hace posible comprender lo sucedido como un proceso que al mismo tiempo es tanto histórico-cultural como subjetivo (Jimeno, en Ortega, 2008, p. 278).

Lo anterior propone lecturas críticas que "rompen" con una historia narrada desde "otros"; historias lineales y fragmentadas que recrean pasados que no corresponden necesariamente al pasado vivido e imaginado por una población. Al narrar las memorias una y otra vez desde las voces de sus protagonistas es posible realizar un ejercicio de alejamiento que permite transitar de lecturas armoniosas de un pasado ideal a lecturas que conciben el conflicto, las carencias y los derechos no garantizados en dicho pasado:

Antes se vivía y había respeto, pero no había progreso. Después vino el progreso porque la gente ya tenía medios para vivir, había una ganadería fructífera y llego la corrupción (hombre)

Ahora bien, como ya se ha comentado, elaborar este tipo de lecturas le implica a la población retornada procesos largos de narración, resignificación y reflexión. Especialmente, atreverse a narrarse ya no como víctimas sino como actores sociales que hacen parte de una red de violencias históricas y de un desplazamiento sistemático, desbordando así, para el caso de la población retornada, el discurso del refugiado como una "humanidad desnuda que ha perdido la conexión con su cultura y su identidad" (Malkki, 1995, p. 50). Esto también implica rescatar el papel político del testimonio, de la indecibilidad y, como lo señala Das, realizar trabajos de "domesticación, ritualización y re-narración" (Das, en Ortega, 2008, p. 218), o como lo señala Blair "poner en palabras el dolor" (2002, p.18). En ese sentido, comprender los alcances históricos, económicos, sociales, personales, etc. de la violencia resulta en el elemento determinante que transforma el espacio biográfico en plataforma política.

Mi argumento sigue de cerca la propuesta de Myriam Jimeno para quien la comunicación de las experiencias de sufrimiento permite crear comunidades emocionales que son vehículos de recomposición cultural y política: "propongo que el proceso que permite sobrepasar la condición de víctima pasa por la recomposición del sujeto como ser emocional, y esto requiere la expresión manifiesta de la vivienda y de poder compartirla de manera amplia, lo cual a su vez hace posible recomponer la comunidad política". (Jimeno, en Ortega, 2008, p. 262).

Así lo han entendido algunas poblaciones retornadas quienes hacen uso de sus biografías para realizar reclamos sociales (restitución de derechos, reparaciones, etc.). De esta forma, las narrativas del retorno emergen de la necesidad de recrear la historia personal, entenderla, darle sentido y hacerla vivible. También de la necesidad de contar lo que pasó y explicar por qué se reclama lo que se reclama. De allí que las narrativas del retorno no sean únicas ni unívocas, sino por el contrario, varíen de acuerdo al escucha, al interlocultor o a la relación de intersubjetividad a partir de la cual se construyen estas narrativas: "cuando las personas hacemos memoria, mediante nuestro discurso sostenemos, reproducimos, extendemos, engendramos, alteramos y transformamos nuestras relaciones. Es decir, la memoria de cada persona cambia en la relación y cambia [también] las relaciones" (Vasquez 2001, citado en Mendoza, 2004).

Conclusiones

Las narrativas del retorno son una de las diversas formas en que la población que retorna después de la experiencia del desplazamiento forzado significa su territorio, su historia, su lucha, su resistencia y sus reclamos frente al presente y el futuro. Aquí, los recuerdos funcionan a manera de hilo conductor que teje la narrativa, le da sentido y proporciona argumentos para explicar lo que pasó, por qué se vive como se vive y los deseos a futuro. Encuentro, entonces, una estrecha relación entre el proceso de retornar y el de construir una narración en torno a este proceso con lo que he denominado las prácticas del recuerdo; aquellas prácticas cotidianas en el que se reviven situaciones cotidianas de la forma en que se vivía antes del desplazamiento forzado, esto es, las memorias habituales.

Ahora bien, estas narrativas son construcciones comunicativas en tanto se realizan en pro del otro, un público escucha interesado en lo que la población retornada desea narrar. Así, se establecen relaciones de intersubjetividad que le dan un matiz especial a la narrativa pues ésta se realiza con intención y de acuerdo a un interlocutor. De esta forma, la intención, el silencio y la reclamación resultan en elementos fundamentales al momento del narrar y al hacerlo recordando profundas experiencias de violencia que marcan la subjetividad y los trayectos de vida.

De esta forma, las narrativas del retorno funcionan como estrategia que permite (re)significar el espacio biográfico para transitar del reclamo individual al reclamo colectivo llevando a una dimensión histórica y social la experiencia personal. Para esto, es necesario narrar una y otra vez hasta domesticar el recuerdo, entenderlo, significarlo y politizarlo. En general, las narrativas del retorno resultan en un escenario adecuado para reconstruir la experiencia de violencia vivida, tomar distancia de ella, revisitarla, transformarla y convertirla en una plataforma política en la que es posible reclamar vidas dignas y en paz.

En conclusión, en las narrativas del retorno los recuerdos y silencios constituyen la materia prima a partir de la cual se narra, se le otorga un sentido al pasado y se visibilizan las voces de aquellos y aquellas que insisten en documentar expedientes de violencia. De esta forma, las prácticas de recuerdo, en el marco de procesos de retorno, permiten (re)significar espacios físicos, simbólicos y personales o biográficos que han sido marcados por la guerra y construir reclamos políticos asociados a dicha (re) significación.


Referencias

Adichi, Chimamanda (2009). El peligro de una sola historia. Conferencia disponible en: http://sinsistema.net/blog/el-peligro-de-una-sola-historia-chimamanda-adichie/ (Consultado: 20/05/2014).         [ Links ]

Arfuch, Leonor (2002). El espacio biográfico. Dilemas de la subjetividad cotidiana. Fondo de Cultura Económica. España.         [ Links ]

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