Introducción
El perfeccionismo ha sido caracterizado como un rasgo de la personalidad que impulsa la búsqueda de un desempeño impecable en función de altos estándares de exigencia. No obstante, diversas investigaciones permiten la identificación de facetas particulares dentro de este fenómeno que se relacionan de manera diferencial con la salud mental de las personas (Frost et al., 1990; Hewitt & Flett, 1991a; Hill et al., 2004; Rhéaume et al., 2000; Slaney et al., 2001).
Entre las teorías formuladas para la descripción del perfeccionismo, el modelo tripartito ha resultado esencial para su comprensión. De acuerdo con Hewitt y Flett (1991a), el perfeccionismo conjuga factores tanto personales como sociales y se manifiesta en tres dimensiones evaluables: autorientado, socialmente prescrito y orientado a otros. Por definición, el perfeccionismo autorientado comprende comportamientos y cogniciones relacionadas con el establecimiento de metas personales no realistas y rigurosas, las cuales son evaluadas con patrones de excesiva meticulosidad, exigencia y autocrítica. Por otra parte, el perfeccionismo socialmente prescrito se relaciona con la percepción de que otras personas significativas tienen expectativas exageradas hacia uno mismo; dichas expectativas deben cumplirse para ser aceptado y aprobado, por más que resulten difíciles o imposibles de alcanzar. A su vez, el perfeccionismo orientado a otros abarca la aplicación de elevadas expectativas con respecto a las capacidades y al desempeño de los demás, lo cual implica un alto grado de crítica hacia estas personas.
Esta perspectiva teórica distingue la predisposición individual a mantener estándares elevados sobrexigentes (propia del perfeccionismo autorientado) de ciertos aspectos sociales (que se presentan tanto en el perfeccionismo socialmente prescrito como en el perfeccionismo orientado a otros), otorgando una perspectiva relacional al constructo con diferentes implicancias psicológicas para las personas (Hewitt et al., 2017). La necesidad de aprobación de los perfeccionistas los impulsa a mostrar una actitud defensiva, a fin de autoprotegerse de ser vistos como imperfectos, lo cual ocasiona problemas en las interacciones, particularmente, conductas de evitación (Chen et al., 2012; Ko et al., 2019; Missildine, 1963, como es citado por Hewitt et al., 2003). De esta manera, el perfeccionismo puede originar déficits en las habilidades sociales y desencadenar dificultades en la adaptación psicosocial (Flett et al., 1996). Los perfeccionistas suelen mostrar preocupación por su desempeño y por tener un comportamiento adecuado en diferentes situaciones sociales, ya que son muy sensibles a los comentarios que puedan hacer sobre ellos y a las comparaciones sociales. Es por ello que suelen disimular sus errores en público para parecer perfectos o limitar su exposición social por miedo a equivocarse y a ser criticados.
Adicionalmente, el perfeccionismo puede afectar directamente las relaciones interpersonales al promover su deterioro y desgaste (Habke et al., 1999; Lago et al., 2005; Lozano et al., 2012). El estilo de interacción de estas personas suele estar caracterizado por la presencia de arrogancia, hostilidad y sensibilidad interpersonal: estos individuos pueden ser hoscos, orgullosos y agresivos en el trato con las personas (Abdollahi et al., 2022), mientras que en su fuero interno son muy sensibles a lo que dicen y hacen los demás (Hewitt et al., 2006). Esta sensibilidad interpersonal se refleja en la desesperanza y en la ansiedad social (Goya-Arce & Polo, 2017; Roxborough et al., 2012), lo cual lleva a los perfeccionistas a interpretar dichas relaciones y sus resultados de manera distorsionada. En esta misma línea, Benson (2003), Hewitt et al. (2003) y Stoeber et al. (2021) afirman que el perfeccionismo orientado a otros puede desencadenar inconvenientes en las relaciones sociales, ya que la tendencia a exigir la perfección en los demás y a mostrarse arrogantes y narcisistas puede ser especialmente perjudicial para establecer y mantener relaciones íntimas.
Asimismo, al estar permanentemente pendientes de lo que generan en las otras personas, los perfeccionistas subestiman su propia actuación y experimentan con frecuencia sentimientos de vergüenza, indecisión (Blatt, 1995), tristeza, culpa, enojo (Lombardi et al., 1998), timidez, soledad, miedo a la evaluación (Flett et al., 1996; Greenspon, 2002) e inferioridad (Ashby & Kottman, 1996); ello evidencia la fragilidad de su autoestima, su temor al fracaso y a crear una imagen desfavorable de sí mismos (Hewitt et al., 2003).
Además, la creencia de que los individuos evalúan de forma rigurosa y ejercen presión para el logro de la perfección incentiva en los perfeccionistas una sensación de profundo malestar, lo cual aumenta la motivación extrínseca antes que la intrínseca y la ansiedad frente a los exámenes (Stoeber et al., 2009). Incluso los estudiantes prodigio que experimentan perfeccionismo socialmente prescrito presentan mayores niveles del síndrome del impostor, debido a su tendencia a percibir que los demás imponen expectativas elevadas que intentan cumplir a pesar de sentir que no se encuentran a la altura (Lee et al., 2021). Emociones positivas como la empatía, la compasión y la autocompasión presentan en la literatura una relación mayormente negativa respecto de los diferentes tipos de perfeccionismo, lo que origina una asociación negativa entre perfeccionismo y bienestar (Marchesini & Gutiérrez, 2021).
Es común que los perfeccionistas presenten síntomas de ansiedad, rumiación y depresión (Arana, 2002; Gálvez, 2003; Spadafora et al., 2022), siendo, a su vez, esta última un potenciador del perfeccionismo (McGrath et al., 2012). Un reciente metaanálisis -que incluyó más de 60 estudios longitudinales- confirmó que el perfeccionismo no solo constituye un factor de vulnerabilidad para la depresión, sino que algunos de sus aspectos, como las preocupaciones perfeccionistas, emergen como complicaciones de la depresión, generando un círculo vicioso con serias repercusiones clínicas (Smith et al., 2021). Asimismo, la dimensión socialmente prescrita del perfeccionismo le confiere una vulnerabilidad particular a los síntomas depresivos a través de sentimientos de insignificancia e invisibilidad que experimenta la persona, es decir, la sensación de no ser importante para los demás (Etherson et al., 2022). Los perfeccionistas también padecen de errores cognitivos, como la atención selectiva, la sobregeneralización del fracaso, la catastrofización y el pensamiento polarizado «todo o nada» (Davis & Wosinski, 2012; Hewitt & Flett, 1991a; Macedo et al., 2017); lo cual, sumado a las tendencias conductuales y emocionales antes descritas, aumenta su vulnerabilidad a asumir conductas extremas, tales como el suicidio (Roxborough et al., 2012; Smith et al., 2018).
El modelo multidimensional del perfeccionismo ha sido sistemáticamente estudiado en la población joven y adulta de diferentes culturas; no obstante, su análisis en población infantil ha sido mucho más exiguo, probablemente por las limitaciones operacionales existentes. Si bien existen escalas psicométricamente sólidas para medir el perfeccionismo infantil, estas no suelen incluir la evaluación simultánea de las tres dimensiones del modelo (Flett et al., 1997; Lozano et al., 2012; Oros, 2003; Vicent, Rubio-Aparicio et al., 2019).
En Argentina, la operacionalización del perfeccionismo en niños sufrió durante un amplio periodo de tiempo la limitación de restringirse a una sola de las dimensiones teóricas planteadas anteriormente: la autorientada. La Escala de perfeccionismo infantil de Oros (2003) examina esta orientación del perfeccionismo mediante dos subescalas: autodemandas, que mide la propensión a proponerse metas irreales y a exigirse la perfección; y reacciones ante el fracaso, que evalúa las respuestas inadecuadas frente al incumplimiento de esas demandas. Para suplir esta limitación, en 2019, fue publicada la construcción y validación de una versión complementaria que aporta información sobre las dimensiones sociales del constructo: el perfeccionismo orientado a otros y el perfeccionismo socialmente prescrito (Oros et al., 2019). Sin embargo, aún no existen evidencias del funcionamiento conjunto de todas estas dimensiones, lo que permitiría arribar a un diagnóstico infantil integral comparable al de otras etapas evolutivas. Por esta razón, y tomando como punto de partida los aportes de Hewitt y Flett (1991a), el objetivo de este trabajo fue estudiar la bondad de ajuste del modelo multidimensional del perfeccionismo en población infantil. Para ello, se propuso examinar el funcionamiento integrado de las escalas antes mencionadas, analizando el poder discriminativo de los ítems, su consistencia interna y su validez de constructo (bondad de ajuste de la estructura interna y validez nomológica). Con respecto a la validez nomológica, y teniendo en cuenta las referencias mencionadas anteriormente, se hipotetizan correlaciones significativas y positivas de las dimensiones del perfeccionismo infantil con medidas de depresión y arrogancia.
Método
Se desarrolló una investigación empírica, con abordaje cuantitativo, de carácter instrumental (Montero & León, 2007).
Participantes
Se seleccionó una muestra no probabilística, constituida por 2249 niños y niñas escolarizados (53.3 % de mujeres), ubicados predominantemente en el rango de edad de 9 a 12 años (M = 10.33; DE = 1.05), con un escaso porcentaje de participantes que aún no habían cumplido los 9 años (1.3 %) o ya habían superado los 12 (1.9 %). Los menores asistían desde cuarto a séptimo grado de la escolarización primaria en establecimientos educativos, tanto de gestión pública como privada, de las provincias de Misiones (40 %), Entre Ríos (42 %) y Córdoba (18 %).
De la muestra general, 484 niños y niñas (50.4% mujeres; Medad = 10.31; DE = 0.97) completaron, además de las escalas de perfeccionismo, una escala de arrogancia, y otros 409 niños y niñas (61.6% mujeres; Medad = 10.25; DE = 1.10) respondieron una escala de depresión.
Escala de perfeccionismo infantil
Esta escala fue desarrollada por Oros (2003) para evaluar el perfeccionismo autorientado. Dicha escala se compone de 16 ítems que se distribuyen en partes iguales para valorar las autodemandas perfeccionistas (α = .82) y las reacciones ante el fracaso (α = .70). Cada ítem puede ser respondido en una escala Likert de tres puntos: lo pienso, lo pienso a veces y no lo pienso, para la dimensión de autodemandas; o sí, a veces y no, para la dimensión de reacciones ante el fracaso. El valor general de alpha de Cronbach informado por la autora fue de .83.
Escala de perfeccionismo social infantil
Esta escala fue propuesta por Oros et al. (2019) y, mediante 16 ítems graduados al estilo Likert (opciones de respuesta: sí, a veces, no), permite obtener una valoración del perfeccionismo socialmente prescrito (9 ítems, ω = .84) y del perfeccionismo orientado a otros (7 ítems, ω = .83).
Escala de habilidades sociales para niños y adolescentes
Para evaluar la arrogancia se utilizó la subdimensión homónima correspondiente a la Escala de habilidades sociales para niños y adolescentes (Matson et al., 1983, adaptación argentina de Schulz, 2012). Esta subescala mide la tendencia de los niños/as a mostrarse superiores, arrogantes y con exceso de confianza (por ejemplo, «Creo que lo sé todo», «Actúo como si fuera mejor que los demás»). Incluye siete ítems que se responden en una escala Likert de cuatro puntos (nunca, a veces, a menudo, siempre) y que evidencian una consistencia interna satisfactoria en la muestra de este estudio (ω = .79).
Perfil de dimensiones de depresión para niños y adolescentes
Los sentimientos de depresión fueron evaluados mediante el Perfil de dimensiones de depresión para niños y adolescentes (Harter & Nowakowski, 1987; adaptación argentina de Richaud de Minzi, 2006). Esta escala posee 20 ítems y permite explorar si el niño/a se siente triste, desganado, con sentimientos de autovaloración negativa o auto-inculpación. El valor de consistencia interna (omega de McDonald) para la muestra del presente estudio fue de .91.
Procedimiento de recolección de datos y consideraciones éticas
La recolección de datos se realizó en el contexto escolar, por lo que se requirió la autorización de los directivos y el acuerdo de los docentes. Asimismo, los padres de los niños y niñas debieron firmar un consentimiento informado para aprobar la participación de sus hijos e hijas en el estudio. Dicha participación fue de carácter voluntario para los estudiantes y se concertó en el horario habitual de clases, de forma colectiva, dentro del aula. La información recabada fue tratada de manera confidencial y solo accedieron a ella los integrantes del equipo de investigación.
Análisis de datos
Los datos se procesaron con los programas estadísticos SPSS (versión 26 para Windows) y Amos 16. Se testeó el porcentaje de datos perdidos, se calcularon las medias y desvíos para cada ítem del perfeccionismo y se analizó la distribución de las puntuaciones mediante los indicadores de asimetría y curtosis univariada; para estos últimos, son esperables valores entre +/- 2 (Tabachnick & Fidell, 2013). La normalidad multivariada se estimó mediante el coeficiente de Mardia, considerándose apropiado un valor menor a 70 (Rodríguez & Ruiz, 2008). El poder discriminativo de los ítems se estudió con la correlación ítem-total corregida, para la cual son deseables valores iguales o mayores a .30 (Nunnally & Bernstein, 1995). Para analizar la bondad de ajuste del modelo multidimensional, se empleó el análisis factorial confirmatorio, con el método de máxima verosimilitud. Se consideraron los siguientes indicadores de ajuste y error: χ2/gl < 2; CFI, GFI y AGFI ≥ .90/95; RMSEA ≤ .06; SRMR < 1.
La consistencia interna de la escala unificada y de sus dimensiones se estimó a través del coeficiente omega de McDonald. Para estudiar la validez nomológica, se calcularon correlaciones bivariadas r de Pearson, y se utilizaron los siguientes criterios para interpretar el tamaño del efecto: pequeño (r < .30), moderado (r entre .30 y .50) y grande (r > .50) (Cohen, 1992).
Resultados
Análisis preliminares, estadísticos descriptivos y poder discriminativo de los ítems
El análisis de datos perdidos indicó un 1.65 % de celdas vacías a nivel de escalas y porcentajes de entre 0 y 0.5 de datos perdidos a nivel de los ítems. Los casos con valores ausentes a nivel de escalas fueron eliminados, mientras que los datos faltantes a nivel de los ítems fueron reemplazados por la media de cada sujeto en la dimensión correspondiente (Shrive et al., 2006). De este modo, la muestra final del análisis quedó compuesta por 2211 casos.
Los estadísticos descriptivos de los ítems de perfeccionismo se pueden consultar en la tabla 1. Cabe destacar que los ítems con medias más elevadas, es decir, aquellos en los cuales los participantes seleccionaron mayoritariamente la opción «sí» corresponden a la dimensión intrapersonal y, más específicamente, representan reacciones desadaptativas ante los fracasos: «Pienso mucho en las equivocaciones que tuve» y «Me siento culpable cuando cometo un error». Al contrario, los enunciados con valores promedio inferiores, en los cuales los participantes seleccionaron prioritariamente la opción «no», corresponden a la subescala de perfeccionismo orientado a los otros: «Me da rabia que los demás no sean perfectos», «Me molesta que mi mejor amigo o amiga no quiera ser perfecto».
Nota. PAO= perfeccionismo autorientado; PSP= perfeccionismo socialmente prescrito; POO= perfeccionismo orientado a otros. Los ítems 1 al 8 de PAO corresponden a la subescala autodemandas y los restantes 9 al 16 a la sub-escala reacciones ante el fracaso.
En términos generales, los elementos presentan valores de asimetría y curtosis considerados aceptables, a excepción de cinco ítems correspondientes a la dimensión de perfeccionismo orientado a otros, los cuales evidencian una distribución leptocúrtica y con asimetría positiva. Por otra parte, todos los ítems alcanzaron o superaron el valor de .30 en las correlaciones ítem-total corregidas, lo cual denota un buen poder discriminativo.
Ajuste del modelo y consistencia interna
A partir de la propuesta teórica de Hewitt y Flett (1991a), se sometió a prueba un primer modelo (modelo 1) cuya estructura factorial estaba compuesta por tres dimensiones: perfeccionismo autorientado (16 ítems), socialmente prescrito (9 ítems) y orientado a otros (7 ítems); sin embargo, el ajuste de este modelo no resultó adecuado. Seguidamente, atendiendo a que la medición del perfeccionismo autorientado involucra dos subdimensiones independientes, se piloteó un segundo modelo de tres dimensiones (modelo 2), en el que la dimensión intrapersonal se construyó a partir de dos parcelas que incluían los ítems de las subescalas de autodemandas y reacciones ante el fracaso, respectivamente. Este modelo consiguió un mejor ajuste, el cual fue posteriormente optimizado (modelo 3), con la introducción de covariancias entre residuos de dos pares de ítems de la dimensión socialmente prescrita, según lo sugerido por los índices de modificación, a saber: «Mis padres me exigen tanto que nunca los puedo dejar contentos» (ítem PSP5) con «Siento que no puedo cumplir con todo lo que mis padres esperan de mí» (ítem PSP9), por un lado, y «En mi casa me castigan (me retan) si no hago las cosas perfectas» (ítem PSP6) con «Mis padres critican todo lo que hago (encuentran errores en todo lo que hago)» (ítem PSP2), por otro.
En lo que respecta al modelo 3, las cargas factoriales resultaron en su mayoría apropiadas: únicamente el ítem PSP7 resultó < .40, pero, aun así, dentro de márgenes aceptables. Por otro lado, las correlaciones entre las dimensiones fueron: .80 para perfeccionismo autorientado y socialmente prescrito; .69 para las dimensiones autorientada y orientada a otros; y .58 para las dimensiones socialmente prescrita y orientada a otros. Los valores de ajuste y error de los modelos 1, 2 y 3 se encuentran en la tabla 2, y el detalle del modelo 3 se puede observar en la figura 1.
Finalmente, los índices de omega de McDonald, calculados a partir del modelo 3 sugieren una adecuada consistencia interna para las tres dimensiones, con valores de .78, .82 y .71 para perfeccionismo autorientado, socialmente prescrito y orientado a otros, respectivamente.
Validez nomológica
Para aportar evidencia acerca de la validez nomológica, se calcularon correlaciones bivariadas entre las dimensiones del perfeccionismo desadaptativo infantil, la arrogancia y la depresión. Se optó por calcular el estadístico r de Pearson debido a que la distribución de las variables dependientes se aproximó a la curva normal: arrogancia (asimetría = 1.17; curtosis = 1.57), depresión (asimetría = 0.19; curtosis = -0.57). Este análisis arrojó resultados acordes a la teoría: todas las dimensiones del perfeccionismo obtuvieron correlaciones estadísticamente significativas, positivas y de tamaño moderado con la arrogancia; asimismo, las asociaciones con la depresión resultaron estadísticamente significativas, positivas y de tamaño entre moderado y grande. Los valores de r de Pearson pueden consultarse en la tabla 3.
Discusión
El perfeccionismo constituye un factor de riesgo y vulnerabilidad para el desarrollo de trastornos psicológicos, lo cual motiva la realización de investigaciones que permitan esclarecer la complejidad de su estructura y sus características. Lo anterior es especialmente importante en etapas tempranas del desarrollo, cuando es más probable que las intervenciones produzcan cambios favorables y prevengan consecuencias indeseables a largo plazo.
El objetivo de la presente investigación fue estudiar la bondad de ajuste del modelo multidimensional del perfeccionismo en población infantil; un modelo que ha sido ampliamente verificado con adultos y jóvenes de diferentes países, permitiendo una aproximación válida y confiable para su estudio y tratamiento.
Para cumplir con este objetivo, se examinó el funcionamiento integrado de dos escalas de perfeccionismo, a fin de operacionalizar de forma simultánea las tres dimensiones del constructo (autorientado, socialmente prescrito y orientado a otros). Para ello, se analizó el poder discriminativo de los ítems, la consistencia interna y la validez estructural y nomológica.
Los análisis descriptivos indicaron que los ítems con medias más elevadas correspondían a la dimensión intrapersonal, específicamente aquellos vinculados a las reacciones desadaptativas ante el fracaso; así como también se observaron los valores promedios más bajos en los enunciados correspondientes a la dimensión de perfeccionismo orientado a otros. Estos resultados están en línea con estudios previos que han destacado la preeminencia de los aspectos intrapersonales por sobre los sociales, tanto en población infantil (Hewitt et al., 2022; Lozano et al., 2012) como adulta (Hewitt & Flett, 1991a). Por otro lado, los valores más bajos de perfeccionismo orientado a otros (y su señalada asimetría negativa y menor consistencia interna) sugieren que, en esta etapa del ciclo vital, la tendencia a evaluar críticamente a otros y a exigirles la perfección se encuentra aún en desarrollo; es probable que este rasgo se vaya consolidando y cobre mayor relevancia a medida que pase el tiempo (Flett et al., 1997; Lozano et al., 2012). Sin embargo, este aspecto debería ser analizado con mayor profundidad en futuras investigaciones longitudinales.
Con respecto al funcionamiento psicométrico, los resultados demostraron buenas evidencias, tanto de confiabilidad como de validez. Los reactivos exhibieron una consistencia interna adecuada, con cargas factoriales apropiadas, permitiendo discriminar entre los sujetos con baja y alta manifestación del atributo.
El modelo con mejor ajuste fue el que consideró la estructura bifactorial del perfeccionismo autorientado, incluyendo las parcelas de autodemandas y reacciones ante el fracaso. Estos resultados son interesantes y reafirman la importancia de diferenciar las autoexigencias de las emociones y las actitudes de desvalorización que suelen acompañarlas. Otros autores también han observado esta distinción operacional en sus estudios psicométricos (Lozano et al., 2012; McCreary et al., 2004; O’Connor et al., 2009; Vecchione & Vacca, 2021; Vicent et al., 2019) aunque, a diferencia del presente trabajo, algunos de ellos asociaron la faceta de autoexigencia a aspectos funcionales, mientras que la de autocrítica a aspectos disfuncionales.
A pesar de la relevancia teórica de esta configuración métrica, una de las limitaciones que se podrían mencionar es que la dimensión de perfeccionismo autorientado quedó conformada por solo dos indicadores (parcelas), en tanto la teoría sugiere que para garantizar cierta estabilidad del factor se cuente con al menos tres indicadores (Lloret Segura et al., 2014).
El modelo con mejor ajuste también incluyó covarianzas entre los residuos de algunos ítems del perfeccionismo socialmente prescrito. Estos pares de enunciados guardan similitudes en cuanto a su contenido (por ejemplo, «Mis padres me exigen tanto que nunca los puedo dejar contentos» con «Siento que no puedo cumplir con todo lo que mis padres esperan de mí»), lo que podría explicar la varianza compartida que se presenta entre ellos. Igualmente, considerando que la correlación entre errores podría restringir la generalización del modelo, se recomienda analizar con detenimiento el comportamiento de estos ítems en futuros estudios y, de ser necesario, afinar aspectos de la redacción a fin de afianzar su especificidad.
Finalmente, con respecto a la validez nomológica, los resultados apoyan las hipótesis planteadas sobre la relación positiva del perfeccionismo infantil con la arrogancia y con la depresión.
Tal como se mencionó, los perfeccionistas suelen presentar un estilo de interacción interpersonal vinculado con actitudes de arrogancia y hostilidad (Hewitt et al., 2006). Específicamente relacionado a la dimensión del perfeccionismo autorientado, Hill et al. (1997) sostuvieron que, en el caso de los hombres, se asociaba con rasgos calculadores y arrogantes y con características de indiferencia. Asimismo, reportaron que se relacionaba a características vinculadas con la seguridad en uno mismo, tanto en hombres como en mujeres; si esta seguridad resulta excesiva, podría transmitirse como arrogancia en las relaciones con pares. En población infantil se halló que la autocrítica -característica del perfeccionismo autorientado- predice algunos componentes propios de la agresividad, como la hostilidad y la agresión verbal (Vicent et al., 2019), que podrían relacionarse con conductas arrogantes o con escasas habilidades sociales.
La relación entre la arrogancia y el perfeccionismo socialmente prescrito ha sido menos estudiada. Es probable que muchos niños con alto perfeccionismo socialmente prescrito provengan efectivamente de hogares donde los padres, también perfeccionistas, exijan desempeños impecables y logros destacados; la relación entre el perfeccionismo parental y el perfeccionismo infantil ha sido ampliamente probada (Clark & Coker, 2009; Cook & Kearney, 2014; Ocampo, 2008). Ante esto, es habitual que los niños desarrollen comportamientos destinados a cumplir con esas demandas irreales, despertando la necesidad de mostrarse perfectos, autosuficientes y mejores que los demás. El surgimiento de la arrogancia podría estar cimentado precisamente en esta dinámica parento-filial. Cabe destacar, no obstante, que esta aparente superioridad de los niños perfeccionistas no reflejaría una autovaloración positiva, sino un modo de autoprotección del yo, ya que la autoestima de los perfeccionistas suele ser frágil y contingente a los logros (Hewitt et al., 2003).
Finalmente, al considerar el perfeccionismo orientado a otros, diversas investigaciones evidencian que esta dimensión acarrea dificultades en las relaciones sociales; ello resulta perjudicial para establecer y mantener relaciones cercanas con los demás, por la tendencia de estas personas a exigir la perfección, por mostrarse como narcisistas, arrogantes, fríos e indiferentes (Benson, 2003; Hewitt et al., 2003; Stoeber, 2015; Stoeber et al., 2021).
En otro orden de análisis, con respecto a la depresión, diversas investigaciones corroboran también la asociación del perfeccionismo con este tipo de problemas internalizantes (Egan et al., 2011; Flett et al., 2011; Flett et al., 2016; Goya-Arce & Polo, 2017; Hewitt & Flett, 1991a, 1991b, 1993; Hewitt et al., 2002; Smith et al., 2021).
Se observó que tanto el perfeccionismo autorientado como sus dos dimensiones (au-todemandas y reacciones negativas ante el fracaso) se vinculan negativamente con la salud mental de los menores incrementando los síntomas de depresión (Chemisquy, 2021; Oros et al., 2017; Serppe, 2010). De acuerdo con lo mencionado, los perfeccionistas suelen tener pensamientos automáticos relacionados a los errores cometidos o a sus fracasos (Flett et al., 1998; Stoeber et al., 2010, 2014), manteniendo un estilo de respuesta rumiativo frente a estas situaciones (Besser et al., 2004), lo que incrementaría la sensación de culpabilidad y otros síntomas asociados a la depresión (Chemisquy, 2021). Cabe destacar que en el presente trabajo la dimensión de autodemandas perfeccionistas hace referencia a demandas de tipo absolutistas, las cuales se consideran como desadaptativas suponiendo una autoexigencia que excedería el deseo preferencial para alcanzar la excelencia (Ellis, 2002) y explica la relación con aspectos negativos para la salud mental.
Por otro lado, al considerar la asociación de la depresión con el perfeccionismo socialmente prescrito, también se encuentran diversos estudios que respaldan estos resultados (entre otros, Smith et al., 2018), los cuales consideran esta dimensión como uno de los aspectos más desadaptativos del perfeccionismo. Los perfeccionistas socialmente prescritos presentan una profunda sensación de fracaso y pensamientos rumiativos al no satisfacer las demandas o cumplir con las expectativas de los demás, sintiéndose poco importantes (Cha, 2016), con temor hacia las evaluaciones sociales negativas (Casale et al., 2014), buscando constantemente la aprobación de los demás. Lo anterior genera mayor autoinculpación, aislamiento social, sentimientos de derrota y el desarrollo de depresión (Hewitt & Flett, 2002). Asimismo, estos sujetos suelen presentar una autovaloración contingente (Hill et al., 2011), tendiendo a evaluar su desempeño de manera desfavorable (Davis & Wosinski, 2012), lo que conlleva una visión negativa de sí mismos.
Por otra parte, al analizar la relación del perfeccionismo orientado a otros con la depresión, son escasos e inconsistentes los estudios que vinculan estas variables; sin embargo, existe acuerdo sobre las consecuencias negativas que acarrea esta dimensión en la vida social de las personas (Sherry et al., 2016; Stoeber et al., 2021). Los perfeccionistas orientados a los otros presentan una insatisfacción constante en relación con los demás, desencadenando mayores restricciones para con su red de apoyo social y mayor afinidad por la soledad, aspectos que reducirían sus recursos protectores para afrontar problemas y prevenir el desarrollo de síntomas de depresión (Oros et al., 2019; Sherry et al., 2008).
Quizás la relación de esta dimensión del perfeccionismo con la depresión podría ser indirecta, mediada por otros factores (Flett et al., 1995). Sin embargo, estas hipótesis deberían ser profundizadas en futuros estudios con población infantil, considerando el enfoque de diferentes modelos mediacionales, como el de desconexión social propuesto por Hewitt et al. (2006).
En síntesis, a partir de las evidencias recabadas, el modelo multidimensional parece conceptual y empíricamente pertinente para explicar el perfeccionismo en población infantil, en concordancia con los hallazgos recientes de Hewitt et al. (2022). Estos resultados tienen relevancia teórica y valor aplicado debido a que la verificación del modelo en esta etapa del ciclo vital ofrece un marco sólido para posteriores indagaciones del tema y, especialmente, para la orientación de estrategias de intervención preventivas y terapéuticas en edades tempranas del desarrollo.
Como recomendaciones para futuros estudios, cabe mencionar la importancia de realizar mediciones prepost test para analizar la estabilidad temporal de la Escala multidimensional de perfeccionismo infantil y examinar la validez convergente y discriminante; como así también la relevancia de contar con valores referenciales a fin de conocer con más detalle la prevalencia de este problema en la infancia y poder interpretar con mayor precisión el impacto de diversas intervenciones orientadas a la modificación de las creencias perfeccionistas en la niñez tardía (Oros & Vargas-Rubilar, 2016).
Asimismo, considerando las limitaciones sobre los instrumentos de tipo autoinforme, se recomienda para futuros estudios utilizar en forma conjunta esta escala con otros tipos de medidas (directas o indirectas) como también de otros informantes, tales como los padres, los docentes u otros igualmente significativos. Por otra parte, se aconseja evaluar la deseabilidad social, ya que los menores buscan presentar una imagen mejorada de ellos mismos, dando respuestas socialmente aceptables, a fin de agradar a los demás (Lemos, 2006); aspectos que se observan también en los individuos perfeccionistas, quienes pretenden causar una impresión positiva de sí mismos (Stoeber, 2015), lo que podría sesgar los resultados.
El análisis de estas dimensiones del perfeccionismo en conjunto permitirá profundizar y ampliar información sobre los procesos implicados en el surgimiento y mantenimiento de creencias desadaptativas, así como también sobre las consecuencias sociales durante la infancia. El poder analizar y detectar estas características en etapas tempranas del desarrollo permitirá generar estrategias de prevención e intervención precoz.