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Antipoda. Revista de Antropología y Arqueología

Print version ISSN 1900-5407

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.  no.16 Bogotá Jan./June 2013

 

El enigma de China*

Liu Xin

Ph.D. Antropología Social, Universidad de Londres, Reino Unido. Universidad de California, Berkeley, Estados Unidos. xínlíu@berkeley.edu


RESUMEN:

Junto al crecimiento material de China, ha habido un cambio gradual pero persistente en su mentalidad de gobierno. Este artículo busca mostrar un aspecto crucial de tal cambio, el cual ha venido ocurriendo en las últimas décadas, dándole al gigante social una nueva perspectiva global. El artículo, basado en una investigación de campo etnográfica, aspira a elucidar el proceso de estadistización: presuntamente científico y moderno, este proceso se ha convertido en uno de los medios oficiales predominantes en la administración de la industria y del Estado. El objetivo es mostrar la naturaleza problemática de esta transformación, nacida en las ruinas maoistas y que genera una multiplicidad de sentimientos sociales que reflejan la creciente disparidad económica de China, un hecho social innegable hoy día.

PALABRAS CLAVE:

China, mentalidad de gobierno, etnografía conceptual, razonamiento estadístico, estadística.


The Enigma of China

ABSTRACT:

Alongside China's material growth, there has come a gradual but steady change in its mentality of governance. This article tries to show one crucial aspect of such a change, having taken place in the past couple of decades, which has given that social giant a new global outlook. The article, based on ethnographic field research, hopes to shed light on the process of statisticalization that, supposedly scientific and modern, has turned itself into a predominant official means for management and administration. The goal is to demonstrate the problematic nature of such a transformation, occurring on the Maoist ruins and generating a number of social sentiments that reflect the growing economic disparity already an undeniable social fact for today's China.

KEY WORDS:

China, mentality of governance, conceptual ethnography, statistics or statistical reasoning.


O enigma da China

RESUMO:

Junto ao crescimento material da China, vem acontecendo uma mudança gradual, mas persistente, em sua mentalidade de governo. Este artigo pretende mostrar um aspecto crucial dessa mudança, a qual vem ocorrendo nas últimas décadas, dando ao gigante social uma nova perspectiva global. Este artigo, baseado em uma pesquisa de campo etnográfica, visa a elucidar o processo de estatistização: supostamente científico e moderno, este processo se converteu em um dos meio oficiais predominantes na administração da indústria e do estado. O objetivo é mostrar a natureza problemática dessa transformação, nascida nas ruínas maoístas e que gera uma multiplicidade de sentimentos sociais que refletem a crescente disparidade económica da China, um fato social inegável hoje em dia.

PALAVRAS-CHAVE:

China, mentalidade de governo, etnografia conceitual, razoamento estatístico, estatística.

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda16.2013.03


El espejismo de China, como metáfora local y como realidad global, es un reflejo del mundo contemporáneo y para el mundo contemporáneo. Como argumentaré, contrario a la perspectiva común o periodística, el mundo de China no es el mundo chino: es un momento sintomático de nuestro mundo en el momento actual1. Lo opuesto también es cierto: las historias de diferentes mundos sociales están construidas globalmente en lugares específicos y para lugares específicos, puesto que, en mayor o menor medida, sus proyectos de significación cultural se reproducen en la producción global de historias locales distintas2. El mundo de hoy está marcado por los signos del capitalismo digital y de la expansión global capitalista, y China ha venido integrándose cada vez más en este sistema global de producción y consumo. Sin embargo, lo que continúa siendo incierto o indefinido es nuestro parentesco con este colosal gigante social -"un nuevo Leviatán"-3. Una relación genealógica, tal como se ejemplifica en la organización del linaje segmentario del sudeste chino, es tanto vivida como escrita, pues supone inevitablemente una producción hermenéutica de uno mismo en relación con antepasados y parientes, consanguíneos, o por afinidad. Una producción hermenéutica de autocomprensión, tal como nos lo recuerdan Gadamer y Ricoeur, constituiría una práctica transformadora mutua en la cual el conocimiento genealógico se produce en la producción del sujeto de tal conocimiento. Es decir, la praxis hermenéutica construiría empíricamente el objeto del conocimiento y reconstruiría al sujeto al mismo tiempo.

Las últimas décadas han sido testigos de una explosión de estudios acerca de China, aunque en mi opinión tales estudios no han mejorado mucho nuestra comprensión de este elefante social. Uno de los principales errores intelectuales yace en la presuposición positivista-empirista que adoptan quienes tienden a asumir que sólo contar o medir los varios tipos de champiñones llevaría a la comprensión de su naturaleza orgánica como una planta comestible. Presumen que una pura acumulación empírica de conocimiento positivo sobre China puede llevar a su correcta comprensión. Por ello, no es ninguna sorpresa que sintamos agobio por la acumulación explosiva de datos empíricos, tales como la medición del rápido crecimiento de la altura del espacio urbano chino o el cálculo de la lenta disminución de sus coeficientes Gini. Parece que nos perdemos en una selva de datos y de hechos de nuestra propia manufactura. Sin embargo, tales empirismos y positividades emergentes, provocadas por el ajuste global del "conocimiento local', no se ven seriamente cuestionadas. Estas nuevas maneras de vida y de conocimiento que están dando forma a los datos y a los hechos -y que son formadas por esos datos y esos hechos- de la China contemporánea deben ser escudriñadas. La mayoría de edad del desarrollo moderno en la República Popular China ha hecho reencarnar un espíritu positivista, pues China ha proveído un nuevo lugar para la aplicación global de un viejo conjunto de esquemas conceptuales. En un mundo tan colosal de desarrollo material, este espíritu neopositivista -que produce y a su vez es producido por la transformación económica global- ha generado una serie de nuevos empirismos que se han convertido en la base de los estudios sobre China. En estos nuevos fundamentos, como hemos sido testigos recientemente, han aparecido y han sido institucionalizadas nuevas plataformas de debate público; han sido construidas e inventadas nuevas modalidades de autoridad y gobernanza; han sido creadas y producidas nuevas regiones y prácticas de conocimiento; han sido establecidos disciplinas y campos nuevos en las ciencias sociales; han nacido y han sido legitimadas nuevas formas de instituciones y nuevas modalidades de prácticas institucionales. Estos desarrollos recientes aún esperan una investigación antropológica, y tal investigación, que va más allá de los confines convencionales de la antropología (véase, e.g., Rabinow, 1999: 167-182; Cassirer, 1944: 1-20), será el enfoque central de mi estudio4.

Este proyecto fue concebido hace más de una década, cuando el campo de la antropología buscaba una reorientación intelectual5. La esperanza de desarrollar una "antropología de la modernidad' era uno de sus objetivos.

Este artículo, como lo ha de notar el lector paciente, es una respuesta parcial a tal reorientación disciplinaria que ha buscado alejarse de viejas convenciones epistemológicas. Sin embargo, mis ideas han cambiado con los años, y como resultado, el marco conceptual del estudio se ha vuelto más amplio que lo originalmente concebido, y por ello se ha demorado su terminación. El plan original era mostrar cómo la sociedad china fue estadistizada -mirada en términos exclusivamente estadísticos-, y mis ideas seguían la línea de pensamiento de Ian Hacking sobre estadística y teoría de las probabilidades. Continúan siendo relevantes sus estudios acerca de la gobernanza estadística y la racionalidad estocástica como modelos históricamente específicos de práctica social que hacen que nuevas formas de autoridad y de vigilancia sean posibles en las sociedades modernas (véase, por ejemplo, Hacking 1975 y 1990). Sin embargo, debido a la demora en su escritura, este artículo no toma el desafío de ver China como un ejemplo más de la efectividad de la tecnología moderna, sino que se enfoca en las cuestiones problemáticas de vida y de conocimiento en el mundo contemporáneo -y para el mundo contemporáneo-, por medio de una ejemplificación antropológica de aquello que es llamado "China". En otras palabras, ahora no es tan importante mostrar una transformación específica de China en el mundo, sino definir la condición general de posibilidad para "estar en el mundo" -tanto adentro como afuera de la República Popular-. El mundo global es a su vez más grande y más pequeño que el mundo de China: es más grande porque el mundo de China está construido dentro de los horizontes históricos del mundo moderno; y es más pequeño porque la modalidad particular de desarrollo histórico que tiene lugar en la República Popular ha enriquecido y está enriqueciendo el espacio interior de la modernidad. Este estudio intentará captar el significado y la significación de la modalidad particular china de transformación como un momento sintomático de nuestro estar en el mundo.

El impacto material inmediato de China se siente casi en todo el mundo. Sin embargo, la importancia de tal impacto, que genera sentimientos tanto viejos como nuevos, está lejos de ser comprendida clara o correctamente. Si bien el espejismo de China sigue siento seductor, debemos comprender su significado para verlo como un camino al entendimiento de nuestra propia vida y nuestro propio razonamiento. Ésta es la labor intelectual clave de nuestro tiempo.

China y la etnografía conceptual

A los ojos del mundo China se ha convertido en una fascinación global, no sólo porque hoy día sus efectos materiales se sienten ubicuamente sino además porque, tal vez esto sea más importante, China parece cubrir su éxito material con un misterioso velo. Las ciencias sociales, particularmente la antropología y/o la sociología, se enfrentan a la tarea de desvelar el críptico atuendo que ha distorsionado o alterado la imagen de China en las miradas de otros mundos, en especial las que vienen desde Occidente. Desde una perspectiva socioteórica, uno debe de inmediato considerar la índole de su crecimiento material, muy capitalista pero a duras penas moderno, en el sentido en que la tradición europea u occidental ha entendido este término, y nunca democrática liberal en su formación política. La dificultad con la que nos enfrentamos no se debe a la escala del desarrollo de China; es, de hecho, una perplejidad teórica la que nos ha impedido verla claramente. No es una exageración decir que la China actual nos plantea una pregunta teórica respecto a la cultura y la política. Incluso dentro de los actuales debates acerca del desarrollo material chino, el impactante gigante social ha comenzado a ocupar cada vez más un espacio teórico dentro de nuestra tradición de las ciencias sociales6.

¿Será acaso China capaz, por ejemplo, de producir una nueva forma de capitalismo sin una democracia política o sin un gobierno representativo? ¿Qué importancia tendría esto? ¿Una modernidad neoliberal bajo una soberanía despótica? No importa cómo se formulen las preguntas, el punto material asumido para hacerlas es el hecho del milagro económico chino.

Desde el interior de China, sin embargo, puede existir un sentimiento completamente distinto, el cual a menudo se contrapone a la presunción asumida por el observador externo. Uno tal vez podría ser testigo, en diferentes lugares y por medio de diferentes experiencias, de un terremoto moral que está teniendo lugar allí, con sus insoportables repercusiones y sacudidas que han convertido las vidas y los sentimientos cotidianos, en particular los de los pobres y de los grupos débiles, en gritos amargos y quejidos miserables, tan frecuentes y tan tortuosos que la mirada del observador interno parece oponerse, en sus presunciones y en sus sentimientos, a cualquier visión que se tenga desde el exterior de ese mundo social. Aunque todavía no sabemos cuántos bloques de bondades o de maldad existentes han de colapsar y cuál será la forma de la nueva perspectiva moral en un futuro próximo, es bastante seguro que el panorama moral de la sociedad china no será el mismo en un par de décadas. Si uno fuese a estudiar a China en un poblado o en un barrio, es imposible no experimentar la crisis moral que la sociedad china está sobrellevando, debido a la penetración del capitalismo global. No quisiéramos en este momento adentrarnos en una larga lista de las perturbaciones sociales, religiosas o culturales, sociales o económicas, políticas o étnicas, históricas o comerciales, etc.; pero sí consideramos suficiente, por el momento, el hecho de que la mirada distante de un observador externo, como puede ser la de un econométrico o un científico natural en Occidente, no se parecerá en nada a las visiones provenientes desde el interior de China, tales como las de los trabajadores, llamémosles así, cesantes (es decir, desempleados). Éste es el primer punto material que debemos marcar: China es un hermafrodita de nuestra época7.

No es el condicionamiento global de la vida, tal y como generalmente la comprendemos, sino la particular experiencia de la existencia hermafrodita la que ha dado pie a una nueva tarea para nuestras ciencias sociales. El capitalismo bajo una mano de hierro, y no una invisible, ha generado un milagro económico que ha producido tal símbolo bipolar, dos imágenes opuestas contenidas en un cuerpo social gigante, reflejando y reflejándose en las dos versiones de este retrato, con un ojo que casi nunca entra en contacto con el otro. Esta tarea de tomar a China como un objeto antropológico es difícil pero interesante, pues su apariencia no corresponde, en la mayoría de los casos, a sus comportamientos internos. Por lo tanto, es un requisito inevitable tener un mínimo de conciencia teórica de la condición histórica de su presente, incluso para los estudios etnográficos más inmediatos, porque la China de hoy es el hogar de una variedad de inventarios de fuerzas históricas.

Sí, es en la fuerza, es decir, no sólo en sus elementos o yuxtaposiciones, en lo que tenemos que enfocarnos etnográficamente. Una fuerza siempre está relacionada con otra fuerza que a su vez se relaciona con otra más, etcétera. Las relaciones entre estas fuerzas nunca son iguales; de hecho, cada fuerza está sujeta a otra, o tal vez uno puede incluso decir que cada una de ellas está en una relación de superioridad o de inferioridad respecto a otra fuerza. Dentro del espacio interior de la fuerza existe una combinación de elementos sociales o culturales. La combinación de estos elementos da forma a la particular fuerza de la cual éstos son unidades constituyentes, mientras que la combinación de estas fuerzas constituye un sistema social particular en un momento histórico preciso. Si somos capaces, debemos intentar ofrecer, por medio de la etnografía, una genealogía de fuerzas históricas o sociopolíticas, occidentales o confucianas, científicas o maoístas, etc., presentes en la China de hoy día.

Una fuerza nunca es una experiencia pura, puesto que inevitablemente en la experiencia se involucran conceptos en todas las fuerzas vivas, sea ésta antropológica o de otro tipo. Estudiar antropológicamente a China implica necesariamente -primero que todo, tal y como lo argumento- hacer un intento por comprender una combinación momentánea de fuerzas en movimiento, la cual siempre es conceptual, incluso si el estudio intenta ser puramente etnográfico. O si lo preferimos, podemos llamar a esto "una investigación etnográfica de conceptos por medio de la experiencia". Es difícil entender qué es lo que está pasando en la China actual sin haber comprendido la decisión oficial de convertir las categorías estadísticas en la fundamentación esencial de su razonamiento social; éste es el tema central de este artículo, en el cual he intentado mostrar cómo China se ha estadistizado.

Hay dos advertencias regulares, o convencionales, cuando se hace trabajo de campo en China: primero, debido a su tamaño y su historia, siempre se les ha dicho a los académicos que presten atención a las diferencias regionales o locales de China. Cualquier libro de texto estándar dirá algo sobre las variaciones sociales y culturales chinas en los ámbitos regionales y locales, de las cuales la aseveración más famosa fue hecha por G. W. Skinner en 1964-1965.

Segundo, en el mundo chino hay dos mundos distintos, en particular socioeconómicos: el mundo urbano y el mundo rural. La migración del campo a la ciudad ha sido un candente tema etnográfico en las dos últimas décadas, y hoy se le presta más atención al poder predominante, tanto en consumo como en producción, de la población urbana. Antropólogos como Maurice Freedman (1958) y muchos otros -una larga lista de quienes han contribuido al estudio de la tradición familiar china en el campo- deben confrontar esta transición en el tema de estudio, porque por primera vez en la historia de China el papel simbólico de la ciudad ha ganado un valor nuevo y extraordinario. Por lo tanto, permítasenos unas pocas palabras acerca de esta transición como una forma de señalar el problema de China en el proceso de cambio.

Ésta no es, por supuesto una simple cuestión de China, ya que nuestra preocupación en términos más generales, la de cómo producir conocimiento antropológico en un espacio urbano, es un fenómeno global. En El espejismo de China, al igual que en este texto, he intentado mostrar por qué necesitamos mover nuestro enfoque de la descripción antropológica de los sucesos reales hacia a una investigación etnográfica de las fuerzas conceptuales que han convertido los "sucesos" en hechos o la "verdad" en algo veraz. Es imposible comprender la China actual sin haber comprendido la claridad moderna que China ha tomado prestada de Occidente. Para tal propósito, la investigación etnográfica se apoya tanto en observar como en escuchar -en especial, los sonidos de las explicaciones de las razones por las cuales las personas chinas consideran algo como científico o racional-. Para penetrar en la mente oficial, una labor necesaria debe ser, como mínimo, la de invertir tiempo para leer documentos gubernamentales y resúmenes estadísticos (véase el esfuerzo de Karl Marx para intentar comprender las condiciones de la clase trabajadora inglesa de su época).

Por lo tanto, no sólo lo que he visto sino también lo que he escuchado y leído; no sólo lo que ellos son sino también lo que ellos quieren ser o cómo se imaginan que llegarán a serlo -éstas son las intenciones antropológicas que dieron los cimientos a mis descripciones etnográficas-. La verdad es parcial, y así lo es la etnografía. Si algunos lectores, especialmente aquellos que no están familiarizados con la historia del siglo XX chino, se preguntan hasta dónde este recuento de la mentalidad de gobierno estadística puede representar una imagen global de lo que está ocurriendo hoy día en China, una respuesta preliminar sería la de evocar la idea de las "semejanzas de familia" de Wittgenstein: este recuento es sólo una individualización de un proceso de cambio global, una foto instantánea del fluir de la transición histórica, una persona en el linaje segmentado de múltiples generaciones. Uno aún puede decir que en ciertos aspectos esta persona se asemeja a su tío (por ejemplo, ruso-marxista), que desciende de la línea paterna (por ejemplo, confuciano-comunista), aunque el hermano de su madre puede ver en la apariencia de esta persona rasgos de otro linaje (por ejemplo, modernos-occidentales). La etnografía es como esta persona, sentada frente al lector cuya lectura nunca está por completo condicionada por lo escrito, aunque la etnografía, en cuanto instancia de la semejanza de familia, provee el mejor ejemplo de imaginación antropológica.

* * *

Permítanme recapitular el argumento. Éste es un estudio de cómo China llegó a ponerse un nuevo vestido -aparentemente científico y moderno-sobre un cuerpo social gigantesco pero no tan nuevo. El objeto empírico de indagación es acerca de cómo el mundo de China se ha vuelto estadístico, es decir, cómo una modalidad cuantitativa de autoconcreción ha surgido de las ruinas de la revolución maoísta. El intento etnográfico es el de mostrar el surgimiento de una fisura epistemológica que ha separado a la China de hoy de su pasado maoísta. En últimas, es una etnografía conceptual, o mejor, una investigación etnográfica de conceptos. Es una indagación antropológica de dos modalidades de vida y de conocimiento que han producido una "historia del presente" para la China contemporánea.

Hay tres puntos cautelares por hacer desde un principio. Primero, en cuanto a su estilo, este estudio debe leerse como una historia analítica de los cambios que han venido a constituir la nueva faz de China. Es un recuento descriptivo del surgimiento de una escisión -tanto en la mentalidad de gobernanza como en la sentimentalidad de la vida- que ha producido una perspectiva distinta para la República Popular. Puesto que los materiales y el objeto de análisis son conceptos o fuerzas conceptuales, he tomado el término "etnografía" como una descripción analítica en una forma narrativa. Es decir, he presentado mi argumento, si bien bastante conceptual, como si fuera una historia narrada.

Segundo, a la luz de recientes debates en antropología y en ciencias sociales, este trabajo intenta abordar dos asuntos de interés teóricos particulares. Como respuesta a la idea del desarrollo de una antropología de la modernidad, este estudio intenta mostrar cómo las "categorías" del pensamiento estadístico, por medio de las cuales se apropian -y reapropian-las experiencias, han llegado al vasto mundo chino. Por ello, éste no es un estudio del desarrollo sociopolítico o socioeconómico del país de por sí; es más un análisis antropológico de las categorías a priori del razonamiento estadístico que ha renacido y revivido en la República Popular. En otras palabras, es una etnografía de la condición de posibilidad para que cierto tipo de experiencia se torne real; es decir, que sean o que no sean evaluadas como "fácticas". El segundo asunto de interés yace en el problema del "conocimiento global" y cómo la concreción estadística o cuantitativa del mundo vino a ser coronada como la "verdadera" ciencia en otra línea de la historia. El problema del conocimiento en los términos de la vida y de la gobernanza es central para el enfoque intelectual de este estudio. Es el esquema conceptual en proceso de cambio que ha preparado el núcleo analítico de este proyecto, pues la globalización, sin importar cómo sea vista, debería ser comprendida como una (re)producción categórica de ciertas formas de vida.

Tercero, en cuanto a la selección y empleo de los materiales, he utilizado tres tipos de datos empíricos: etnografía, documentos y entrevistas. Con el pasar de los años, y al trabajar constantemente en la relación entre lo empírico y lo teórico, me he dado cuenta de que no es posible un viaje de un solo trayecto hacia la verificación de un punto teórico por medio de un uso no cuestionado de los "hechos" etnográficos, pues es el estatuto problemático de "hechos" y de "verdad" como aparición histórica lo que he tratado de analizar. En otras palabras, los "hechos" pueden convertirse en "fácticos" sólo bajo una condición histórica particular de aparición. En cierto sentido, los materiales crudos están de antemano cocidos, mientras que la "teoría" está siempre escrita.

Invención de números

Una tarde, camino a la Agencia Nacional de Estadísticas8, Pannong y yo hablábamos en un taxi, el menos costoso de todos, un xiali, el cual cuesta sólo un dólar chino y veinte centavos por kilómetro, el medio favorito de transporte de muchas personas en la capital de la República Popular en los umbrales del nuevo siglo. Estaba haciendo trabajo de campo para un nuevo proyecto, y Pan-nong, un empresario con sede en el sur de China a quien conocí por medio de otro contacto en un viaje previo, esperaba encontrarse con un amigo que trabajaba en la Agencia. Después de que el taxi arrancara el conductor preguntó:

    -¿A dónde putas vamos?

    -A San Lihe -respondió Pannong con calma, sin mostrar sorpresa o aprensión alguna ante los hábitos lingüísticos del conductor, quien, como un típico residente local, podía intercalar con elegancia un gran número de obscenidades en su manera de hablar sin ofender a nadie, sino simplemente para realzar la belleza del dialecto de su pueblo original9. Una tenue sonrisita de suficiencia apareció en la cara de Pannong cuando le dijo al conductor dónde quedaba la Agencia.

    -¿Cuál puta parte en San Lihe? -preguntó de nuevo el conductor, ya con clara impaciencia.

    -Mmm, cerca del final, en el puto costado oeste.

    -Bien, ¿pero a dónde putas es que están de verdad yendo?

    -¿Conoce la Agencia de Estadísticas? -A juzgar por su tono, no creí que Pannong quisiera conversar con el conductor. Sin embargo éste era hablador, amistoso y entusiasta.

    -¿Se refiere al puto sitio donde se inventan los números? -preguntó el taxista-. Claro que conozco el sitio, pero no nos dejan entrar. Tendré que dejarlos afuera de la entrada, y puta vida si les tocará caminar.

    -Sí, es cierto, es el lugar donde se inventan números -se rió Pannong de su expresión y me miró-: ¿Escuchaste eso? ¡El lugar donde trabaja Weiping se llama "el sitio donde se inventan los números"! -Y entonces le dijo al conductor-: Está bien, pero acérquenos lo mayor posible a la entrada.

    -Allí hay unos malditos soldados, ¿sabe? En la puerta. No sé por qué tienen que tener soldados, es decir, guardias de seguridad. Bueno, eso es lo que

    está pasando en todo lado estos días. En todas partes donde vive la gente rica hay guardias. Éstos son incluso peores que la Policía. Pues así es todo en estos días. -El taxista habría continuado con un análisis sociológico de la riqueza pero Pannong lo interrumpió.

    -No parece que crea en estos números, como el objetivo de crecimiento económico nacional del ocho por ciento anunciado por el Gobierno. -Pannong estaba intrigado con la alusión del taxista a la invención de números.

    -¿Y usted cree en ellos? -respondió el taxista con frescura y con énfasis-. ¿Usted sí cree en las cifras oficiales de crecimiento?

    -Bueno, hasta cierto punto, debo confesar que sí.

    -Yo también. Hasta cierto punto.

    -¿A qué se refiere con eso?

    -Quiero decir, cuándo y quién.

    -¿Cómo así "cuándo" y "quién"?

-Quiero decir, cuando quiero creer en ellas, pues lo hago, pero todo depende de quién me esté diciendo qué es lo que tengo que creer.

Este intercambio le dio la oportunidad al taxista de pronunciar un discurso que ni era del todo inventado ahí mismo ni tampoco preparado de antemano. Dirigiéndose con elocuencia a una audiencia imaginaria, empezó a contarnos su propia vida (su vida personal y familiar). En un tono un poco animado, con total confianza de sus conocimientos, habló de los dilemas de vivir en la capital, y en particular, de su desconfianza de las estadísticas del Gobierno.

-En cualquier caso, ustedes tal vez no saben. Déjenme decirles lo que ustedes deben saber pero no saben. Parece que ustedes vienen del Sur. ¿Es o no verdad? Yo me doy cuenta por sus modales y por cómo se visten, cuánto es que ustedes ganan. Los taxistas tenemos buen ojo. El puto salario de ustedes siempre les cuelga en las caras. Una prostituta gana más que un hombre decente, como mi suegro. El viejo trabaja como un loco pero gana casi nada, ¿saben? En cualquier caso, ustedes tal vez no saben. Todo el mundo escucha el radio cuando conduce porque no hay más que hacer. La mayoría escucha unos programas de mierda pero yo prefiero las noticias. No puedo ver televisión cuando conduzco, ¿o sí? Así que escucho la radio. Las noticias en la televisión son mucho mejores, claro, porque uno puede ver lo que está en la pantalla. Pero uno tiene que arreglárselas con el radio cuando maneja.

"Bueno. ¿En qué iba? Sí, las noticias ayer decían que había habido un salto en el crecimiento económico, y que ahora nuestro ingreso promedio es más de treinta mil al año. ¿Ustedes creen que están diciendo la verdad o inventándosela? No estoy seguro de esto. Sus amigos deben saber más de esto, pero puta vida que si lo dudo. ¿Es algo como lo que ocurrió durante el Gran Salto Adelante a finales de los cincuenta? Todo fue inventado para engañarnos. Nadie cree en el Gran Salto Adelante hoy en día, pero todo el mundo creía en aquel entonces. ¿Ven a lo que me refiero? Espero que no estemos haciendo lo mismo. Si hay tal desarrollo, ¿dónde está el puto dinero? Tal vez en los bolsillos de los ricos. ¡Yo no he visto que mis ingresos aumenten en diez años! Trabajo más de diez horas al día pero gano menos de dos mil, y no sé de qué es lo que habla el Gobierno. Todas esas noticias no significan ni mierda para mí. Los números tienen que ser inventados. ¿Por qué? Quién sabe. Tal vez el Gobierno finja tal y como lo hacen las mujeres. ¿Qué piensan?".

Probablemente el comentario del taxista se exacerbó más debido a la desigualdad social que ha acompañado el rápido crecimiento económico en el mundo chino, una realidad material ahora oficiada según el datum estadístico. Si hubiera sido un viaje más largo, habríamos sido testigos de un análisis sociológico minucioso de la vida diaria en la capital. Sin embargo, pronto llegamos al gigantesco edificio gris (la Agencia Nacional de Estadísticas o el "sitio donde se inventan los números"). Salimos del taxi y cruzamos la calle hacia la entrada. Los guardias de seguridad parecían vestir una especie de uniforme militar, tal vez la razón por la que la gente se refería a ellos como soldados. Pannong le preguntó a uno de ellos, sentado a la izquierda de la entrada:

    -¿Podemos entrar a ver a Wang Zhuren, uno de los jefes de la Agencia?

-El guardia alzó su mandíbula, señalando el otro lado de la entrada, donde vimos una ventanilla de recepción en la cual los invitados debían registrar el propósito de la visita e identificar al anfitrión.

    -Hola, hemos venido a ver a Wang Zhuren -le dijo Pannong a un viejo hombre en la oficina.

    -¿Cuál Wang?

-Wang Weiping, el director de la Industrial Sampling Survey Office10.

El hombre telefoneó a alguien en la Agencia, tal vez para confirmar con el departamento de Wang. Mientras pasaba el rato en la entrada de la Agencia miré alrededor y vi, detrás de las hojas adormiladas de un gran árbol cruzando la calle, un cartel enorme que colgaba de la pared de otro edificio gigante: "Garantizar el siete por ciento. Apuntar al ocho por ciento de crecimiento del PIB". En los medios se referían a esto como "esperando el ocho por ciento mientras se asegura el siete por ciento del crecimiento económico nacional". Éste era el sentimental eslogan oficial, o mejor aún, un eslogan del sentimiento oficial que, a comienzos del nuevo siglo en la República Popular, se convirtió en un signo popular, un signo ideológico que residía en una realidad construida por ellos mismos. En la mente del Estado, la medida del crecimiento estadístico y el crecimiento de la medición estadística deben significar la misma cosa. Al ver un eslogan en el costado del edificio, uno no puede dejar de pensar en que está parado cerca de la oficina de la estadística gubernamental, cuya función principal, debido a su creciente efectividad y eficacia, es la de proveer razones y pruebas para el desarrollo económico nacional. El porcentaje, en este caso, era no tanto una estimación pura del crecimiento, sino más que todo una promesa de acuerdos gubernamentales. Es por eso que el término "garantizar" era usado en el eslogan: era un parte de tranquilidad psíquica para la nación. El jefe Wang finalmente llegó a recibirnos.

-¡Hola Pannong, mi viejo amigo! -gritó, disculpándose por la inconveniencia-. No me había dado cuenta de que nuestro sistema de seguridad había sido llevado al nivel de una prisión. -Si bien el jefe Wang parecía decirlo en broma, su comentario revelaba la verdad: el sistema de seguridad de su oficina, el cual había sido establecido en los inicios de los noventa, había venido haciéndose cada vez más hermético. Como quedaría claro más tarde, esto reflejaba un cambio en la importancia de la Agencia para la jerarquía oficial en su totalidad. Cada vez más aquélla era considerada una institución sagrada para la producción de verdades socioeconómicas. Como lo diría el jefe Wang más tarde, el valor de la Agencia Nacional de Estadísticas en la jerarquía gubernamental se ha incrementado desde finales de los años setenta. La importancia de la Agencia ha venido siendo reconocida cada vez más por el Estado, el cual la considera capaz de predecir el desarrollo económico.

Hay tres niveles de funcionarios identificables en la Agencia, y sus interacciones son esenciales para su funcionamiento. El nivel más alto consiste en los directores, un pequeño grupo de personas que toman decisiones y que trabajan muy de cerca del director general de la Agencia. Su principal responsabilidad yace, no dentro, sino afuera de la Agencia, es decir, son responsables de la comunicación con el Gobierno central. En otras palabras, este grupo en la punta del iceberg jerárquico no trabaja con datos sino que se los comunica a los líderes políticos del Gobierno central. En términos de la administración de la Agencia, son ellos quienes imparten las órdenes a los jefes de sección o de división debajo de ellos. El segundo nivel de funcionarios consiste en estos jefes de división o de sección, responsables de la administración diaria de la Agencia. Según el jefe Wang, quienes están en ese nivel -y al cual él pertenece- constituyen la fuerza más importante de la Agencia. Sus superiores no trabajan con los datos, y sus subordinados no saben a dónde deben ir esos datos. El tercer nivel consiste en aquellos que en efecto trabajan con los datos. Entrenados para trabajos específicamente estadísticos, pueden ser reemplazados con facilidad. Subordinado al jefe Wang -quien había sido promovido a jefe de sección diez años atrás-, la responsabilidad principal del equipo, que trabajaba con datos de desarrollo industrial, incluía recoger datos, verificar reportes de provincias y de ciudades, y producir matrices tabulares de estadísticas para fines diversos. Estos oficinistas deben trabajar durante todo el día en sus computadores, sin muchas responsabilidades fuera de sus labores limitadas de producción de datos. Ellos se "inventan números" en las categorías básicas o en las formas elementales, y es a través de sus manos que la vida material del dato estadístico adquiere una forma orgánica. Es su trabajo, el cual nunca lleva sus firmas, el que hace que cobre vida la representación del desarrollo económico. De acuerdo con el jefe Wang, uno de los aspectos más importantes de las actividades diarias de la Agencia consiste en la interacción entre los funcionarios del segundo y del tercer nivel. Es en esta intersección donde tiene lugar el asunto de "inventar números".

-¿Desean un poco de té? -preguntó el jefe Wang cuando entramos a su luminosa y amplia oficina. Mientras probábamos el té, Pannong se volteó y me dijo:

-El jefe Wang fue compañero de universidad, solíamos jugar Go o bridge todo el tiempo, día y noche. El mundo de los negocios me llamó la atención después del grado, y mi amigo se volvió un funcionario, como puedes ver. Él es excelente para las matemáticas, pero en mi caso, me avergüenza decirlo, todo lo que aprendí en la universidad se lo he devuelto a mis profesores. Nada queda en mi cerebro (está completamente vacío). Bueno, debo tal vez decir que los negocios no requieren ningún conocimiento, sino grandes cantidades de sensatez y de sensibilidad bastante específicas. No se enseñan en el salón de clase, sólo se pueden aprender con la práctica. El conocimiento de los negocios es un conocimiento práctico, y las habilidades para los negocios son habilidades prácticas.

Pannong deseaba continuar hablando acerca de su experiencia con los negocios pero un rápido golpe en la puerta le interrumpió. Era el jefe Huang, el supervisor de Wang, y quien tenía la oficina justo al lado, que había venido a informarle a Wang que la mañana siguiente habría una reunión. Habiéndose presentado rápidamente, Huang se sentó con nosotros y nos dijo:

-Yo sé que cada uno de ustedes, uno un hombre de negocios y el otro un profesor, es experto de algún tipo. Sin embargo, nosotros, mis colegas y yo en la Agencia, también somos supuestamente expertos, un tipo especial, tal vez, distinto a otros tipos de expertos. -No hubo la oportunidad de responder porque el jefe Huang continuó hablando de algo asombroso e inusitado.

-¿Cuál es la diferencia? Déjenme decirles, con honestidad y simpleza, la verdad: no podemos vivir hoy en día sin estadísticas. Tenemos que tener cifras precisas y exactas para determinar cómo desarrollarnos. Esta Agencia no es una simple oficina del Gobierno. Es una rama especial del Estado, el cual no

puede sobrevivir sin información estadística. Si bien nosotros no diseñamos las políticas, se lo hacemos posible al Gobierno central. En otras palabras, somos el mecanismo necesario para tomar decisiones al obtener y acumular datos socioeconómicos. -Un hombre bastante agudo, el comportamiento de Huang reflejaba su confianza y su experiencia. Era un jefe influyente en la Agencia y una estrella en ascenso a los ojos de sus colegas, como el jefe Wang. Huang estaba llegando a los cincuenta, tal vez uno o dos años menor que el jefe Wang, quien era el director asociado en el departamento. Al estar a cargo de la Industrial Sampling Survey Office, Huang hablaba con un tono decidido y dirigía nuestra atención a los problemas de la Agencia.

-Sí, tienen toda la razón. Hay mucha más gente trabajando en la Agencia hoy que cuando llegué, en 1982. Era una oficina pequeña en ese tiempo. Su expansión es de hecho comparable al crecimiento de la ciudad misma. La ciudad es distinta hoy en día, y así lo es la Agencia. Pero hay muchos problemas en la ciudad, así como en la Agencia. Para serles sincero, no creo que hayamos hecho nuestro trabajo como deberíamos haberlo hecho. Somos incapaces de hacer el trabajo que nos asignan porque mis colegas no saben en qué es que tiene que estar involucrado un estadístico. Este problema siempre ha existido en la Agencia, y se ha vuelto un obstáculo bastante engorroso para nuestro desempeño y nuestro avance. En pocas palabras, lo que necesitamos no son más macroeconomistas o grandes teóricos. No necesitamos a la gente más brillante de la Tierra que se consideran más originales que Marx o Keynes. En cambio, lo que queremos y necesitamos son personas que puedan trabajar en los detalles numéricos. ¿Saben a qué me refiero? El jefe Wang lo sabe con seguridad. Un gran número de mis colegas se consideran macroeconomistas. Se pueden pasar horas hablando sobre sus fantásticas ideas para el desarrollo, pero se rehúsan a mejorar la calidad de sus cifras estadísticas tabuladas. Algunos de mis colegas serían mejores políticos que estadísticos. La labor del trabajo estadístico debería estar en el cálculo, y no en la especulación teórica.

Su discurso lo estaba agitando un poco, pero el jefe Huang continuó: -¿Qué se puede hacer? Siempre que uno habla con los colegas salen con una maravillosa teoría económica acerca de cómo cambiar el país, las mejores estrategias de reforma de nuestras instituciones financieras o la mejor manera de frenar la inflación, etcétera. ¡Basta! ¡Colegas! La verdad es que antes de que podamos tomar cualquier decisión acerca de lo que debemos hacer, debemos conocer los hechos, en primer lugar. Lo que sea que esté pasando lo necesitamos comprender con el cálculo y con el cómputo, es decir, con la tabulación estadística y con el análisis de datos y de hechos. Nuestro trabajo, tal y como lo entiendo, consiste en trazar un mapa a partir de las tabulaciones y de los análisis estadísticos existentes. En otras palabras, no creamos políticas, pero proveemos la información estadística para crearlas. Sin embargo, mis queridos colegas preferirían estar ellos mismos a cargo de los asuntos del Gobierno central. Debo decir que en sus mentes poco prácticas, hay ideas muy grandes que son poco apropiadas e inútiles para nosotros. -El jefe Huang paró para tomar un sorbo de té.

-Bueno, yo hubiera creído -aunque puede no ser cierto- que usted y el jefe Wang tendrían la oportunidad de escoger quién trabaja para ustedes -comentó Pannong, aprovechando la oportunidad para entrar en la conversación.

-Mmm, sí y no. Hoy día hay exámenes con los que escogemos a las personas que desean trabajar con nosotros. Son escogidas por la Agencia como un todo, y luego son asignadas para trabajar con nosotros. No me refiero a la manera como la gente es seleccionada. El problema es una forma de pensar, ésa es mi principal preocupación. Sin importar quién sea escogido, a casi todo el mundo lo entrenaron para pensar como un político cuya visión abarcaría el mundo entero. Ésa es la forma de pensar que es fuerte y consistente. No deberíamos tener ese tipo de mentalidad aquí, y ciertamente no la necesitamos. Pero la oficina está llena de este tipo de personas: creativas y de gran alcance pero sin atención al detalle y a la exactitud. ¿Qué podemos hacer? Tal vez tener paciencia. ¿Qué más? Yo no dejo de decirles a mis colegas lo que tienen que hacer, pero no han cambiado en absoluto su forma de pensar. Estoy tan cansado de los que vienen a hablarte de decisiones políticas nacionales o de políticas macroeconómicas como si estuvieran en una reunión del Politburó con el Primer Ministro oyéndoles al otro lado del escritorio de mármol.

Una sonrisa evidente apareció en el rostro de Wang cuando Huang mencionó "el escritorio de mármol". Parecía existir un "lenguaje privado" entre ellos dos, pues Wang de inmediato reconoció la mención metafórica con una sonrisa. Nosotros -Pannong y yo- no habíamos esperado semejante lección sobre la naturaleza problemática del trabajo estadístico, en especial sobre la diferencia entre políticos y estadísticos, una división conceptual con la que el jefe Huang había desarrollado una crítica de sus colegas incapaces. Más adelante, en el curso de mi experiencia de campo, logré darme cuenta de que el comentario de Huang reflejaba una ansiedad gubernamental que se vería reflejada en el ansia nacionalista de un conocimiento estadístico más preciso y eficiente. La necesidad de estadísticas era un signo de los tiempos, a medida que el país cruzaba el umbral del nuevo siglo. Sin embargo, las experiencias vividas del trabajo de campo etnográfico, a diferencia de los capítulos bien armados de la escritura antropológica en su estado de manuscrito, consisten en una serie de revelaciones contingentes, o de contingencias reveladoras, por medio de las cuales una pequeña luz de vida y de conocimiento logra enfocar certeramente experiencias caóticas. Éste fue, en efecto, uno de esos momentos de revelación antropológica y de contingencia etnográfica.

La referencia al escritorio de mármol, lo supimos después, era una broma que circulaba por la Agencia en aquella época. Permítanme contar la historia rápidamente. De vez en cuando, quienes trabajan para la Agencia son llamados a ascender en la jerarquía administrativa al tomar un trabajo diferente, tal vez más importante o prestigioso. Los jóvenes, o al menos algunos de ellos, suelen considerar esto una buena oportunidad para subir en la jerarquía oficial. Unos años atrás un amigo de Huang había sido elegido para ser el secretario personal de un funcionario de alto rango en el Gobierno central. Este joven, quien se había graduado de la misma universidad que Huang, había sido asignado a trabajar en la editorial de la Agencia, un trabajo considerado insignificante. El amigo de Huang no estaba a gusto encerrado en una oficina con pilas de manuscritos y de papeles. Quería irse, y pronto llegó su oportunidad. Un funcionario superior del Congreso del Pueblo -lo equivalente al Congreso en el sistema político norteamericano- buscaba un secretario personal, y fue elegido. El joven se fue de la editorial y pasó a trabajar en una oficina dentro del Zhongnanhai, un complejo de edificios que funcionan como la sede del Gobierno central. Como saben muy bien quienes investigan sobre China contemporánea, el valor simbólico del Zhongnanhai no puede ser exagerado. El hecho de que uno pueda toparse con el Primer Ministro durante el almuerzo, cosa que muchos pensaban que les había sucedido, siempre intrigaba a todos en la Agencia. Después de su renuncia, siempre que este joven se encontraba con sus amigos de la Agencia mencionaba de paso la espléndida disposición de la oficina de su jefe. El escritorio de mármol, signo de poder y de jerarquía, había pasado a ser una metáfora entre sus amigos para denotar la diferencia entre el trabajo de peones estadísticos y el trabajo de tomadores de decisiones en la cima del Gobierno.

-Verán, el problema es que todo el mundo se imagina que está sentado al lado del Primer Ministro, ayudándole a tomar grandes decisiones políticas -continuó el jefe Huang-. Éste es el complejo del "escritorio de mármol" en la Agencia, cosa muy distinta a lo que he experimentado en otros países. Siempre que viajo y adonde sea que viajo, los estadísticos nunca se consideran tomadores de decisiones. En cambio, siempre se consideran técnicos del conocimiento cuantitativo: los carpinteros de la información estadística o los jardineros de la tabulación y la numeración. Cuando estuve en Estados Unidos, por ejemplo, que es donde mejor ha madurado el espíritu estadístico, veía cómo trabajaban para sus gobiernos. Eran jornaleros de tablas y de figuras o esclavos del dato y de la cifra. Nunca buscaban pensar en grande. En cambio, a menudo parecían minúsculos en sus ambiciones y sonaban modestos en sus proyecciones. Eso es lo que necesito en mi oficina: ellos son detallistas, nosotros grandiosos; ellos son fácticos, nosotros soñadores; ellos son técnicos, nosotros políticos. El jefe Huang se detuvo y bebió un sorbo de té, y luego dijo:

-Los hechos están en los detalles, déjenme decirles. ¿O me van a decir que no?

Ante esta situación fue posible recordar el comentario del taxista acerca de "inventar números", el cual se distinguía de la crítica de Huang sólo en que no provenía de un punto de vista oficial. Durante la reorganización nacional de la economía y de la sociedad a medida que la República Popular pasaba a la vía rápida del desarrollo moderno, hubo una demanda urgente de adquisición de datos estadísticos y cuantitativos. Este deseo de una rápida expansión institucional de conocimiento estadístico era tanto un sentimiento oficial como popular, el cual podía leerse de la siguiente manera: los hechos han de ser fácticos, lo cual debería hacerlos calculables, y la verdad ha de ser verídica, lo cual debe hacerla cuantitativa. Juntarlos significa que es en los detalles donde uno hallará la facticidad veraz. Y éste debe o debería ser el trabajo del estadístico, quien arribó a las ruinas de la revolución maoísta como el lechero que distribuía la nutrición diaria a cada hogar en las primeras horas de otra era. A ojos convencionales de la ciencia política o de la sociología, la sociedad a menudo se aparta del poder del Estado, el cual comúnmente es visto como una fuerza antagónica o rebelde respecto a la sociedad civil. Sin embargo, al considerar la vida y el conocimiento como epistemología, y no como política, el sentimiento manifestado por Huang no es muy distinto al del taxista, aunque claro, las razones para tal semejanza son diferentes a cada lado.

-Los estadísticos no deben ser, o no deberían ser, políticos -continuó el jefe Huang-. Deberían ser técnicos del conocimiento y de la información. Los estadísticos deberían gastar sus vidas en detalles numéricos. Deberían estar dispuestos a sentarse enfrente de sus escritorios y trabajar durante largas horas perfeccionando las tabulaciones y computaciones estadísticas. Eso es lo que necesitamos, o de lo que carecemos, para decirlo mejor, porque no tenemos este tipo de trabajador en nuestras oficinas. Lo que sí tenemos son personas, tal vez más de las que necesitamos, que no desean trabajar en los detalles numéricos pero que constantemente fantasean con hacer cambios en las políticas nacionales. Sólo en este sentido, diría yo, es que estamos detrás de otros países desarrollados de Europa Occidental, o Estados Unidos. Sólo necesitamos y sólo tendremos un único Primer Ministro, pero muchos técnicos de información y de conocimiento estadístico.

Si no fuera así, no habría ninguna manera de averiguar qué es lo que está pasando en realidad. Lo que está ocurriendo puede ser comprendido sólo a través del trabajo estadístico, sin el cual el Primer Ministro no podría saber qué está pasando en nuestra economía y en nuestra sociedad.

Entre varios importantes predecesores de nuestro tiempo, Francis Bacon (1561-1626) habría respondido muy favorablemente a la reacción apasionada de Huang. Aunque no siempre explícito, el discurso de Huang sí insinuaba que las estadísticas descriptivas, una herramienta ejemplar para el método inductivo delineado por Bacon, deberían constituir una nueva fundación del conocimiento para la República Popular. Su crítica de los colegas que se comportaban como políticos podría compararse a la crítica de Bacon acerca de los viejos hábitos del pensamiento, los cuales no estaban basados en hechos empíricos obtenidos por medio de la inducción. Los "ídolos" de Bacon de la naturaleza deductiva simbolizaban la inercia conceptual que impedía el avance de la verdadera ciencia en el campo del conocimiento empírico11.

Esto era análogo a la opinión de Huang de que las mentes de sus colegas estaban habitadas por "ídolos" de un pensamiento político inapropiado, lo cual impedía, así, que el trabajo estadístico cumpliese sus funciones apropiadas. También se podría decir que este espíritu reencarnado en Huang se acerca a la crítica empirista de la cognición ejemplificada en el trabajo de John Locke (1632-1704), quien situaba los sentidos y la sensualidad en el centro de la vida y del conocimiento. La diferencia es que para Huang la experiencia, en su sentido socioeconómico, sólo debería estar compuesta de datos estadísticos (véase Locke, 1959). No hay duda alguna de que el valor de la información estadística se ha incrementado drásticamente desde que las reformas comenzaron a finales de los años setenta; sin embargo, en la mente de Huang, quienes manejan la información estadística no se han dado cuenta del valor de su trabajo. Lo que es necesario es el cultivo del espíritu empirista entre los estadísticos, y no simplemente una mayor expansión de las instituciones estadísticas gubernamentales. Varias divisiones y oficinas de la agencia han sido instituidas, cada una con guardias de seguridad en cada entrada. Lo que hace falta, según Huang, es la actitud apropiada dentro del edificio -un lugar donde los "ídolos" de una antigua estirpe aún ocupan un espacio predominante-.

Más tarde, el jefe Huang se retiró debido a una llamada telefónica. Mientras que su superior había estado muy entusiasmado con su crítica, el jefe Wang a duras penas había dicho una palabra. En vez de unirse a la conversación, Wang se había sentado varias veces en su escritorio cerca de la ventana, al otro lado de la oficina, para revisar algo en su nuevo computador. Desde donde estábamos, en un sofá de cuero rojo muy cómodo, no podíamos ver la pantalla que miraba hacia la ventana.

-¿Computador nuevo? -Preguntó Pannong con un poco de aburrimiento.

-Sí, absolutamente -contestó Wang. Y luego, orgulloso continuó-: nuestro equipo se está expandiendo con rapidez porque nuestro trabajo es nuevo y necesario. Nosotros hacemos los estudios de muestreos para el sector industrial manufacturero. Ésta es una nueva división de la Agencia, y obtiene mucho apoyo de organizaciones nacionales e internacionales como el Banco Mundial. Ellos quieren que encontremos cifras precisas sobre el desarrollo industrial. Como ustedes ya sabrán, solíamos utilizar el modelo ruso, que era anticuado y un poco engorroso; útil sólo para el antiguo sistema económico. Bajo ese modelo, toda la información debía supuestamente ser recogida de un modo directo por cada empresa. Era su deber reportar los datos requeridos a esta agencia bajo la economía de planificación socialista, que ya no existe. En esta nueva época, gobernada por la "mano invisible" de Adam Smith, el estudio de muestreos y de censos se ha convertido en la principal herramienta de investigación estadística. Este cambio comenzó con los muestreos de agricultura en los años ochenta. En la década siguiente, nuestra división adquirió un papel cada vez más importante. Ahora hacemos los estudios de muestreos en todo el país para recoger datos estadísticos de todas las industrias manufactureras.

"Es natural y apropiado que las estadísticas del Gobierno reflejen el nuevo sistema de mercado de producción. En síntesis, el sistema se puede resumir como un cambio de un modelo de estadísticas gubernamentales de 'reportaje reposado' a un método de 'muestreo vigilante. Como una indicación de la creciente importancia de nuestra división, nosotros ya no tenemos que esperar en la oficina para sumar los números reportados por las empresas del Gobierno. Ahora recogemos la información estadística con métodos científicos, entre los cuales el muestreo tiene un papel crucial. La rápida expansión de nuestro equipo ha sido el resultado directo del vertiginoso crecimiento industrial de China. Hacemos los muestreos en vez de los censos, los cuales son dos de las prácticas regulares y comunes de estadísticas gubernamentales en todos los países avanzados. Como ustedes se pueden imaginar, nuestro equipo depende mucho más que cualquier otra oficina en la Agencia de los sofisticados métodos de inferencia estadística, los cuales son, por definición, algo muy distinto de las estadísticas puramente descriptivas. Debido a la creciente importancia de nuestra división y de nuestra necesidad de herramientas estadísticas complejas, nos han dado los fondos para reemplazar los computadores. Éste es el que conseguí el mes pasado, un Dell".

Con la frente reluciente, el jefe Wang paró por un segundo, y luego añadió:

-Con este computador puedo jugar Go con diez personas en línea simultáneamente.

¿Jugando Go?12 ¿Era acaso eso lo que estaba haciendo mientras su colega se quejaba acerca de la falta de espíritu científico en la oficina?

-Verán, ahora mismo estoy jugando Go con cinco tipos en línea. Puedo tener este juego constantemente abierto en el computador, incluso cuando tengo invitados, y sólo tengo que mirar de vez en cuando, para saber quién movió y cómo debo reaccionar. Mi colega, el jefe Huang, es un buen hombre, pero adicto al trabajo, que quiere cambiar el mundo de un día para otro. Yo opino, además de aquello de poner atención a los detalles, que uno también tiene que ser una persona balanceada para así poder ser un buen funcionario estadístico. El balance entre el trabajo y el juego, es decir, entre la burocracia y la objetividad, no es menos importante. Si no fuera así, uno se consumiría en el absurdo.

No bien Wang había terminado de pronunciar su última palabra cuando sonó el teléfono.

-¿Aló, quién es? Oh, Lao Hu, sí, un poco ocupado en el momento, pero está bien. Dígame, sí, por favor cuénteme, qué es lo que necesita decirme, sí. Muy bien, sí, sólo con un par de amigos. -Mientras hablaba por el teléfono, el jefe Wang miraba su computador. Luego de oprimir una tecla, volvió al teléfono-. Esto es importante, lo sé. No puede hacerse de esa manera, es decir, ¿no debería ser así? ¿Sabe a lo que me refiero? Esta cifra es muy importante, y llegará a la oficina del Director, ¿lo recuerda? Puede que incluso llegue a la oficina del Primer Ministro, ¿sabe?, así que tenemos que hacerlo bien. Por supuesto, usted tiene razón, pero lo que quería decir esta mañana era que no deberíamos hacer que el Pequeño Mu se sienta mal por esto. Él es un joven muy entusiasta, capaz y diligente, y no quiero que su orgullo se vea herido.

"Yo sé que ustedes dos están en lo correcto, y que ninguno está errado. Pero no podemos tener dos índices de crecimiento distintos, ¿verdad? Nadie está diciendo que su cifra esté equivocada. Yo sé que él fue muchas veces a las fábricas para poder conseguir un mejor cálculo. Por supuesto, él sabe la verdad. ¿Usted lo duda? Usted tiene mucha más experiencia y debería saber lo que yo quiero y lo que deseo decir. Los índices de crecimiento no son sólo acerca de la verdad. También son una cuestión de prestigio, necesitamos ser consistentes. Él es demasiado joven para poder comprender esto completamente. Por favor, vaya y hable con él de nuevo acerca de esto. Yo también sé que usted tiene sus razones, muy buenas, para decir que la cifra de crecimiento debe ser más alta que lo que él dice. La verdad es que no podemos llevarle a nuestro director dos cifras de crecimiento industrial distintas. ¿Cómo hacer eso? Si una es correcta, entonces la otra sería incorrecta. De hecho, esto no tiene nada que ver con la verdad. Es una cuestión de consistencia y desprestigio. ¿Me entiende? Tendremos que empezar de nuevo hasta que podamos encontrar una cifra de crecimiento industrial que se pueda reportar. ¿Qué es científico? Un hecho científico debería ser uno y el mismo, obtenido objetivamente por cada uno de nosotros. Si fuera así, ¿cómo podemos entonces producir dos cifras de crecimiento anual? Como le he dicho, entregarle dos cifras al Director no es posible. El Pequeño Mu debe incrementar su pronóstico porque está muy por debajo como para ser reportado. Por el otro lado, creo que usted debería bajar un poco la que usted ha preparado. Todos sabemos que las inflaciones y las exageraciones de los datos estadísticos han sido heredadas y continuadas desde tiempo atrás. Esto no es culpa suya. Sí, exactamente, esto es lo que hemos heredado de todos los cálculos anteriores a través de los años. Antes solían añadir un punto porcentual cada año al total de la economía, haciéndola ver como si hubiera crecido tal y como se esperaba que lo hiciera. Pero el hecho es que el desarrollo nunca es balanceado, y uno no puede hacer simples matemáticas como un mago algebraico, montado encima del crecimiento económico. Esto es lo que nosotros (yo, usted y el Pequeño Mu) sabemos. ¿Pero qué podemos hacer ahora? ¿Qué deberíamos hacer ahora? No podemos hacer nada, es decir, sí, debemos hacer algo. A fin de cuentas, tal vez en una década o algo así, espero que podamos combinar esas dos cifras en una sola aminorando la distancia entre ellas. Mi posición es absolutamente clara. El pronóstico de crecimiento de Mu, la fruta fresca de nuestro propio trabajo, puede muy bien ser verdad, pero es muy bajo para que sea aceptable. Su pronóstico, en esencia basado en la adición de un 8,5% a la cifra del año pasado, es probablemente un poco más alto de lo necesario13.

"En el futuro esperamos poder usar la cifra de nuestro propio trabajo de muestreo. Pero ahora mismo no deberíamos y no podemos hacer un cambio tan brusco como el que sugiere el Pequeño Mu porque si lo hacemos todo el mundo se asustaría con nuestro pronóstico, el cual es mucho más bajo que el objetivo nacional de crecimiento económico. Escúcheme. Lo que no quiero es que hiera al Pequeño. Él es un joven excelente. Sólo dígale que no podemos utilizar su pronóstico sin hacer ningún tipo de modificación. De la misma manera, usted debe alabar su entusiasmo y su compromiso con hacer un buen trabajo. Su ánimo debe ser desestimulado, pero su actitud terca y de poca reflexión debe ser apaciguada. El año pasado, si lo recuerda, su amigo criticó nuestro pronóstico porque era más bajo que el crecimiento real, y este año el Pequeño Mu está diciendo que nuestro pronóstico es demasiado alto. Porque si fue bajo el año pasado, estamos dispuestos a subirlo un poco este año. Él es demasiado joven como para poder ver la utilidad de mantener un buen balance".

Fue una larga conversación telefónica que duró más de media hora. Para el reporte del desarrollo industrial cuatrimestral se requería un pronóstico del índice de crecimiento, y la oficina del jefe Huang tendría que proveerlo. El problema era que se había llegado a dos cifras con dos mecanismos distintos de pronóstico estadístico. Una estaba basada en los datos de muestreo de la propia división, mientras que la otra era la cifra modificada que había sido calculada con referencia a las tasas de crecimiento acumulativas de los últimos diez años en períodos comparativos cuatrimestrales. La primera se basaba en datos de muestreo pronosticados a través de inferencia estadística; la segunda había sido producida al tener en cuenta los datos acumulados de los últimos años. El resultado era que la cifra acumulada era más alta que la cifra del muestreo, y uno de los jóvenes trabajadores de la agencia se rehusaba a aceptar ningún tipo de compromiso, lo cual era la manera común de "inventar números'. El Pequeño Mu insistía en proveer los dos pronósticos, y dejar que el Director General decidiera cuál cifra debía ser utilizada, y con qué propósito. Esto no significa, tal y como nos dimos cuenta, que el pronóstico con el estudio de muestreos siempre fuera menor que la cifra acumulativa; esto dependía de qué tipo de pronósticos y qué períodos estuvieran involucrados. El punto, tal y como nos dijeron, era que siempre que había dos pronósticos distintos, la discrepancia necesitaba ser reducida para producir un reporte consistente. La larga conversación entre el jefe Wang y su colega fue sobre cómo crear un pronóstico del crecimiento económico real que fuera consistente y aceptable.

Nuevas esperanzas, viejos sentimientos

Al mirar las calles desde la ventana de la oficina de Wang en el piso diecisiete, llenas de tráfico con autos ruidosos y camiones difíciles de manejar, uno no podía dejar de pensar en el significado de estos dos pronósticos estadísticos, cada uno fiel a su propia historia de la verdad. A comienzos del nuevo siglo la batalla ideológica estaba casi terminada; sin embargo, dos modos de vida y de conocimiento, con sus relaciones disímiles respecto a un quiebre en la historia, continuaban creando problemas para las representaciones colectivas de una conciencia científica. La planeación socialista de la economía se había ido, y aun así, en el campo técnico de las estadísticas gubernamentales la inercia del pasado maoísta, como una forma de vida y de conocimiento, todavía estaba viva. El problema que el jefe Wang tenía en sus manos era cómo trasplantar uno dentro del otro para reconciliar todos los modos de vida y de conocimientos en un mismo calendario. El problema, en otras palabras, no era de naturaleza técnica, sino epistemológica. Es por ello necesario escudriñar el trasplante, en vez de ver cada modalidad aisladamente. Para ponerlo en términos generales, la cuestión central es: ¿cuáles son la importancia y el significado de una infusión de la modalidad científica moderna de la vida y del conocimiento en el corazón del nuevo Leviatán, este gigante social que es la República Popular, que tiene la esperanza de saltar a la nueva plataforma global pero que aún respira un viejo aire socialista? Aunque la República Popular se ha montado en la locomotora del desarrollo moderno, su experiencia no será determinada por las vías que otros han transitado. Nuestro análisis se enfoca en la sensibilidad de China durante su trayecto, el cual no es otra cosa que la historia de la sentimentalidad (tanto nueva como antigua, tanto cómoda como dolorosa, tanto innovadora como inercial).

El objeto empírico de nuestra investigación es la discontinuidad de la historia que separó la modalidad de vida y conocimiento maoísta de la era presente. El campo de las estadísticas gubernamentales, el cual se refleja de manera contrastante sobre esta ruptura, provee una excelente entrada a la perturbada conciencia histórica de la veracidad y facticidad, comprendidas ambas como problemas éticos y epistemológicos para "estar en el mundo". La Guerra Fría, la Unión Soviética, y el campo socialista en general, la muerte de Mao y la subsiguiente era de reformas, así como las sombras históricas más amplias, no necesitan ser reiterados aquí. La convincente historia de la Agencia Nacional de Estadísticas provee un buen ejemplo. En suma, en cuanto es un aspecto esencial de la planeación económica socialista, la Agencia solía estar bajo la autoridad de una institución supervisora, el Comité de Planeación Central, el cual supuestamente planeaba el desarrollo económico de toda la nación. Durante los años maoístas, el trabajo estadístico del Estado era simplemente un complemento del trabajo de planeación del Comité. La economía y su desarrollo estaban en manos de aquellos que trabajaban en el Comité, mientras que los estadísticos gubernamentales a menudo se sentían dejados a un lado del juego oficial del poder.

Hubo un reverso con la llegada de la economía de mercado. Junto con la disminución de las funciones y de los objetivos del Comité de Planeación Central, la Agencia Nacional de Estadísticas, gracias a su habilidad para dar concreción al desarrollo económico, pasó a asumir una importancia sin precedentes a los ojos del Estado. Al sentirse más confiados en su lugar y en sus enfoques, y sin sentirse inferiores a aquellos que se desempeñaban en otras instituciones económicas del Estado, los funcionarios estadísticos debían entonces resolver un problema técnico: transformar el sistema soviético de estadísticas gubernamentales en un sistema global y moderno. Era por lo tanto necesario un puente sobre la disyuntiva histórica, puesto que el calendario de la República Popular no iba a empezar de nuevo, a diferencia del soviético o del de Europa del Este. Por otro lado, un quiebre epistemológico, no menos asombroso que la caída del Muro de Berlín, es en retrospectiva claramente visible. Es esta "discontinuidad continua" -en (y como) una historia de la sentimentalidad- la que constituye mi foco de interés.

Antes de partir de la oficina del jefe Wang, habiendo entendido el problema que perturbaba la mente del concienzudo funcionario estadístico, Pan-nong preguntó:

-¿Por qué no simplemente reportan la cifra recogida en el estudio del muestreo de primera mano, ya que se supone que es científica y objetiva?

-No podemos hacer eso -explicó Wang- porque los índices de crecimiento del año pasado ya son públicos. Si utilizáramos otra cifra, no importa cuán correcta o verdadera sea, podríamos llegar a decir que no habrá suficiente crecimiento económico este año, que es más bajo que el pronosticado siete a ocho por ciento del PIB. Esto sería un desastre político. Nadie permitiría que esto ocurriera. ¿Le gustaría a usted ir adonde el Primer Ministro y decirle que cometimos unos errores en el pasado y que nos gustaría reportar un crecimiento nulo este año porque los reportes anuales anteriores eran exageraciones? Ésta es una solución imposible. Y tampoco es cierto. Obviamente, hay crecimiento cada año. ¡Mire todos estos edificios nuevos desde mi ventana! ¿Qué son ellos acaso? Crecimiento. Si tenemos discrepancias en los pronósticos estadísticos debemos lograr una concordancia lentamente, es decir, a lo largo de los años, porque estamos en medio de una transición. Uno no debería tratar de matar los peces para poder tener patos en la laguna. Ellos deben estar en la misma laguna durante un tiempo hasta que podamos encontrar una solución.

Un corazón joven para un cuerpo viejo

Permítanme ahora hacer unos cuantos bosquejos analíticos de las experiencias etnográficas arriba comentadas. La preocupación por la veracidad o la facticidad de las estadísticas del Gobierno no es un sentimiento unilateral. Es compartida tanto por funcionarios como por personas comunes y corrientes, los gobernantes y los gobernados, aunque por razones muy distintas. Para los últimos, como vimos en el ejemplo del taxista, la duda acerca de las estadísticas oficiales es una refracción de la materialidad de la disparidad social. En otras palabras, esta duda o esta desconfianza hacia las estadísticas gubernamentales debe ser vista como un índice social del surgimiento de una enorme brecha entre los ricos y los pobres, la cual está creciendo en la medida en que el país también crece. Detrás de esta desconfianza se encuentra la sabiduría del sentido común: las estadísticas del crecimiento nacional y del incremento en el salario promedio no dicen nada acerca de los problemas estructurales de la distribución y redistribución de la riqueza. El interés de las personas comunes y corrientes en la veracidad de las estadísticas oficiales surge de sus preocupaciones por las clases sociales y por sus intereses económicos.

Para los funcionarios estadísticos, vitales hoy día para el Estado, la preocupación tiene un origen y una naturaleza diferentes: ellos sinceramente esperan desarrollar mecanismos efectivos para calcular la materialidad cambiante del país a medida que éste se integra cada vez más en el sistema global de producción y consumo. Es decir, su preocupación es epistemológica, en el sentido de que están tratando de objetivar la materialidad sobre las ruinas de la revolución maoísta. Por lo tanto, no es sorprendente que las ideas sobre la ciencia y la verdad hayan venido a (re)constituir el terreno sobre el cual el discurso oficial del presente -puesto que es el hogar del Estado, con sus muebles costosos y sus vistosos jardines- sólo sea visible en el informe estadístico de pérdidas y ganancias. Como hemos visto, dentro de la Agencia puede que haya afirmaciones contradictorias sobre si el pronóstico estadístico es adecuado o preciso. Pero estos debates son, sin embargo, acerca de veracidad y facticidad, no acerca de "razón y revolución" (véase, por ejemplo, Marcuse, [1941] 1954). En otras palabras, no fue una nueva ideología sino una nueva base para la vida y la gobernabilidad la que vino a allanar el camino, y para lo cual fue utilizado el trabajo de los funcionarios estadísticos.

"Inventar números" no hace referencia simplemente a si una cifra en particular es exacta o no, sino a si la cirugía, el trasplante del nuevo corazón del Gobierno y de la vida, puede funcionar bien en el viejo cuerpo de la República Popular. Nadie acepta todas las aseveraciones explícitas hechas por los estadísticos del Gobierno, y sin embargo, las personas han terminado por discutir y argumentar cada vez más de la misma manera, es decir, sobre los mismos fundamentos de veracidad científica y facticidad estadística. Hoy día, el campo de batalla de la objetividad y la verdad, el cual es distinto al campo de batalla de los años maoístas, parece consolidarse cada vez más. Lo que ha unido la visión oficial y la de las personas comunes y corrientes es precisamente esta base sobre la cual se asientan las nuevas aseveraciones de la verdad, y sobre la cual diferentes tipos de pies, con o sin zapatos para correr adecuados, han dejado una confusa mezcla de pisadas. El taxista, desafortunadamente, no tiene más opción que la de andar sobre el camino allanado por los trabajadores estadísticos del Estado, puesto que, tal y como nos lo recordaron hace mucho tiempo (véase Marx, 1939), "las ideas de la clase hegemónica son las ideas hegemónicas".

De modo que el desafío a las estadísticas oficiales representa la respuesta negativa al valor positivo del análisis cuantitativo, el cual ha enarbolado un nuevo nivel de demandas acerca de lo verdadero. La conciencia popular, ejemplificada en la crítica de las estadísticas del Gobierno hecha por el taxista, sólo confirma la mentalidad del Gobierno durante el proceso de cambio. Éste es el nudo de la cuestión: la cuantificación del mundo social y la transformación en estadísticas de la experiencia diaria han dado a luz una nueva vida, la cual se vería como materialista, narcisista y exteriorizada si se le ubicara en el espejo retrovisor de los años maoístas. Sin duda es materialista; también es narcisista, en el sentido de que todos los cálculos, comparativos, por naturaleza, son impulsados por la gravitación del ego, bien sea el de un país o el de una nación. Los años maoístas se volvieron insoportables bajo los fuertes rayos de la luz moderna, y los actuales cálculos del PIB o del PIB per cápita han venido a significar una obsesión con la autoidentificación. Uno sólo se puede tranquilizar cuando es capaz de determinar una distancia medible, en términos estadísticos, entre uno mismo y el Otro, el Otro moderno -Europa Occidental y Estados Unidos en particular-, puesto que "los hechos hablan por sí mismos". El materialismo narcisista no podría sobrevivir sin las vitaminas necesarias de datos estadísticos y de análisis que exteriorizan la vida, convirtiéndola en una cosa, y no en una experiencia vivida, pues esto interiorizaría el hábitat del ser. Nuestro propio horizonte de ver y de creer -y no simplemente lo que es visto o creído- ha sido reformado. El colosal mundo de la República Popular ha sufrido un cambio en su horizonte de visión y compromiso. Aun en el camino del cambio, China está determinada a ver tal y como el Otro moderno ve, no respecto a intereses políticos o económicos divergentes, sino cómo se constituyen las condiciones de posibilidad de la existencia. Vista desde cualquier punto, ésta es una fusión de horizontes particulares en un horizonte globalizado. Incluso si un funcionario estadístico se equivoca en sus cálculos, su conciencia es aliviada con la fe en la objetividad y en la verdad científica. En efecto, el mundo de China ha sido estadistizado, produciendo así un cambio radical en el horizonte del ser y del creer.

De una manera crucial, en la República Popular, hoy, "saber" ha venido a querer decir "calcular". El cálculo (por ejemplo, del salario) a menudo significa que una persona o un grupo de personas han sido designadas a una posición específica en el reciente mapa moral del desarrollo económico. En otras palabras, los datos estadísticos casi han logrado obtener un aspecto ético. Tanto en el discurso oficial como en el lenguaje ordinario, esta nueva fe es vista como el progreso de la ciencia, particularmente en la administración científica de la sociedad. Para documentar este cambio en el horizonte, ocurrieron tres áreas de acontecimientos analíticamente distinguibles.

Primero, junto a la reconstrucción del templo de las ciencias sociales, ocurrió una nueva serie de acalorados debates acerca de la cultura, la historia, y el desarrollo en los años ochenta. El papel de las estadísticas y su aplicabilidad al análisis de los asuntos sociales y humanos estuvo en la vanguardia de los debates intelectuales, detrás de la cual se vivía una feroz batalla de sentimientos -bajo la insignia de la objetividad científica y de la verdad- en contra de los restos de la ideología maoísta. Las estadísticas socioeconómicas, en cuanto campo académico, y junto a otras disciplinas de las ciencias sociales, habían sido catalogadas como una seudociencia burguesa, y abandonadas por el gobierno maoísta. El regreso de las estadísticas al nuevo templo familiar de las ciencias sociales es un paso importante para trazar la historia de la mentalidad nacional en sus procesos de cambio, pues fue en medio de debates y de agrias batallas que un nuevo régimen de la verdad llegó al mundo.

La segunda observación aborda la velocidad y el alcance espectaculares de la institucionalización y la burocratización de las organizaciones estadísticas estatales a finales del siglo XX. En una sola década, desde 1976 a 1986, el número de empleados formales de estas organizaciones se incrementó de 7000 a 67.360 (Dang dai Zhongguo de tong ji shi ye, 1990: 87-111). ¿Qué significa semejante expansión de un campo particular de la fuerza de trabajo oficial? O para ponerlo en términos distintos, ¿cuáles son las implicaciones prácticas para la administración de la sociedad y de la población?

Tercero, la recolección sistemática y el uso de datos estadísticos no sólo han afectado las maneras a través de las cuales la sociedad se concibe a sí misma, sino también las formas en que las personas se relacionan entre sí. La llegada de la economía de seguros al mundo de la vida cotidiana, las posibilidades de inversión en el mercado bursátil, los usos de los estudios de muestreo en varios campos sociológicos y en reportes gubernamentales: todo esto se ha combinado para producir una visión distinta con la cual se vive la vida en el mundo. Las experiencias cotidianas mismas han sido afectadas por el nacimiento de unas "matemáticas morales", las cuales, tal y como una antigua moneda europea dotada de un nuevo valor14, han transformado profundamente lo que las personas deciden hacer, lo que quieren ser, y cómo se conciben a sí mismas y a sus vecinos. Aparte de la reorientación intelectual y gubernamental, también está surgiendo una re-producción o re-creación popular de la experiencia cotidiana a través de una práctica moralizante, la cual deriva su energía de la articulación de muchos promedios estadísticos impulsados por la gravitación alrededor de grandes números.

Tal y como "los dilemas de la cultura" no son sólo dilemas culturales (véase, por ejemplo, Clifford, 1988), el enigma de China no es simplemente un enigma chino (véase Levenson, 1968). Es más bien una Esfinge de nuestros tiempos -un tiempo de capital transnacional y de capitalismo digital-. Como un deber interno intelectual urgente, debemos aceptar el reto de este enigma y verlo como un efecto que refleja nuestro propio modo de existencia en el mundo contemporáneo. Debemos verlo como algo más que un espejismo de la condición de posibilidad de nuestra vida hoy. Debemos sacar la mística de esta forma de re-creación de nosotros mismos a través del Otro, en el contexto de la penetración del capitalismo global. En los ojos de la razón moderna, parece como si una nueva filosofía de la historia, pace Hegel (1956), estuviera pidiendo ser escrita, pues la religión de China, pace Weber (1951), pareciera estar disfrutando de su cópula con la religión mundial de la ciencia y la razón estadística. A ojos del desarrollo, parece como si un Nuevo Testamento de una antigua fe de origen europeo estuviera siendo construido sobre las ruinas de la revolución maoísta.


Comentarios

* Edición ampliada y editada por el autor especialmente para Antípoda 16, del libro The Mirage of China. Texto publicado originalmente en inglés. Liu Xin, 2009. "Preface", pp. VIII-XII and "Prologue: Making Up Numbers", pp. 1-18. Berghahn Books, NY - Oxford. Traducción de Juan Manuel Espinosa.
Agradecimientos del autor:
sin el apoyo de mi querida amiga Claudia Steiner nunca se me habría ocurrido escribir para este tipo de público. El crédito de esta publicación debe ir a Juan Manuel Espinosa, quien tradujo este artículo, así como a los editores de Antípoda.

1 El término "momento" lo uso en el sentido aristotélico para indicar la imposibilidad de separar una parte de su todo, tal como en el caso del color de un árbol. En otras palabras, lo que es llamado convenientemente "China" es un color -más que una rama u hoja- del mundo contemporáneo. Es una parte intrínseca -un momento orgánico-del mundo, más que un elemento o una parte separable de él. Véase Aristóteles (1979, libros 25 y 25, 97-98).

2 Como lo puede notar un antropólogo, estas dos oraciones son una paráfrasis de las palabras iniciales de Sahlins en Islands of History (1985).

3 ElLeviatán de Hobbes ([1651] 1962) lo evoco aquí porque el surgimiento del gigante social parece plantear, de nuevo, la cuestión del conocimiento y de la gobernanza como una investigación política generalizable de un nuevo tipo de "mancomunidad", global y globalizable. Véase también Collingwood (1971).

4 Véanse Ong y Collier (2005) y Rabinow (1996 y 2003) como ejemplos de otros intentos de crear nuevas bases conceptuales para la disciplina de la antropología.

5 Una serie de obras puede muy bien indicar el camino andado por el antropólogo en las últimas décadas del siglo XX. Véanse, por ejemplo, Boon (1982), Clifford (1986 y 1988), Fabian (1983), Fardon (1990); Geertz (1988 y 2000), Gupta y Ferguson (1997), James, Hockey y Dawson (1997), Marcus (1998), Marcus y Fischer (1986), Rabinow (1977 y 1986), Sangren (1988), Sperber (1985), Stocking (1992). Para un recuento sinóptico de las cuatro tradiciones antropológicas principales, véase Barth et al. (2005).

6 véase, por ejemplo, Adam Smith in Beijing de G. Arrighi (2007).

7 Por ejemplo, al leer When China Rules the World de M. Jacques (2009), junto con The Empire of Lies de sorman (2008), uno puede llegar a comprender el doble sentimiento que he mencionado. Ambos libros son periodísticos en su naturaleza, aunque el último, con todas sus citas y lamentos y críticas, tiende a presentar una visión de China desde su interior.

8 Nota del traductor: según la Organización Mundial del Comercio (wto.org), la institución encargada de las estadísticas en China se llama "Oficina Nacional de Estadísticas". Sin embargo, para poder diferenciar la institución del espacio que esa institución ocupa en un edificio (sus oficinas), la he traducido como "Agencia Nacional de Estadísticas".

9 Para un extranjero, este hábito lingüístico particular puede muy bien ser considerado poco apropiado, si no bárbaro. Un comentario interesante de escenas similares en la China del siglo XIX se halla en el tristemente célebre estudio de Arthur Smith, Chinese Characteristics ([1898] 2001: 219-221).

10 Nota del editor: la traducción que más se acerca es Oficina de Encuestas de Estadísticas Industriales.

11 Véase Burtt (1939: 34-35) para la definición de Bacon de las cuatro clases de ídolos: los ídolos de la tribu, los ídolos de la cueva, los ídolos del mercado y los ídolos del teatro. Para Bacon, la existencia de estos ídolos impedía el crecimiento del verdadero espíritu científico, el cual debía ser empírico e inductivo. Al hacer referencia a una antigua seña del espíritu científico moderno, no intento trazar un paralelo u homología entre la era de Bacon y la actualidad de la República Popular. En cambio, lo que intento mostrar es cómo un antiguo sentimiento puede siempre ser reutilizado o sentido como nuevo. En otras palabras, el valor de la antigüedad no yace en su valor antiguo sino en los gustos anticuarios de los tiempos modernos. Para una introducción filosófica al trasfondo sociohistórico del pensamiento del Bacon, véase también Russell (1945: 541-545).

12 Go, o wéiqi, es un tipo de ajedrez que también es popular en Japón y en Corea del Sur.

13 En el teléfono, el jefe Wang sí mencionó añadir un punto porcentual al índice de crecimiento del año previo. Sin embargo, la cifra citada aquí no es un reporte exacto de lo que él dijo, puesto que la conversación no pudo ser grabada, una dificultad típica en el trabajo de campo entre funcionarios. (Véase Liu, 2002). Con respecto a la etnografía y a la escritura, mi posición general es que el acto de escribir etnografía no es una escritura etnográfica. Esta última a menudo requiere un ejercicio académico en el cual las experiencias etnográficas son convertidas en un texto antropológico. La primera, tal y como he intentado hacerlo en este estudio, problematiza la relación de lo textual con lo actual, y viceversa. En otras palabras, al utilizar este tipo de aproximación, la cuestión de lo Real siempre conllevará el problema de la exactualización de la experiencia real, la cual, por definición, es hecha por medio de la "escritura" (véase Sartre, 1988).

14 Véase Hacking (1990,38-39) para una discusión sobre el surgimiento de la idea de "ciencia moral" en la Europa post-ilustración.


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