SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.1 número2Ejes del imaginario simbólico en la novela del primer Carlos Fuentes 1958-1980La representación grotesca en el anime índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • En proceso de indezaciónCitado por Google
  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO
  • En proceso de indezaciónSimilares en Google

Compartir


Perífrasis. Revista de Literatura, Teoría y Crítica

versión impresa ISSN 2145-8987

perifrasis. rev.lit.teor.crit. vol.1 no.2 Bogotá jul./dic. 2010

 

Aproximaciones a la obra ensayística de Jorge Edwards

Approaches to Jorge Edwards' Essays

María del Pilar Vila*
Universidad Nacional de Comahue, Argentina

* Doctora en Letras. Universidad de La Plata.


Resumen

Este trabajo reflexiona acerca de las particularidades del ensayo focalizadas en Desde la cola del dragón, El whisky de los poetas, Diálogos en el tejado, Machado de Assis y La otra casa. Ensayos sobre escritores chilenos del escritor chileno Jorge Edwards. Los trabajos que componen estos libros tienen la particularidad de transitar por esa delicada línea que separa el ensayo de la crónica e incluso de los artículos periodísticos. Esta suerte de indefinición fortalece uno de los aspectos centrales del ensayo: su difuminación sustantiva, particularidad que se expresa en el modo en que apela a retóricas que no siempre se mantienen a lo largo de los trabajos. La errancia del género permite entremezclar discursos y dejar a la vista una subjetividad evidenciada en un yo que se hace presente en las marcas valorativas y en el objetivo que persigue. Los ensayos que integran estos libros operan como un banco de prueba de la obra del ensayista escritor.

Palabras clave: ensayo, subjetividad, reflexión, Jorge Edwards, géneros literarios.


Abstract

This paper is an inquiry about the essay's particularities and it focuses on Desde la cola del dragón, El whisky de los poetas, Diálogos en el tejado, Machado de Assis y La otra casa. Ensayos sobre escritores chilenos written by the Chilean Jorge Edwards. The articles in these books have the common particularity of showing how the line that separates the chronic from the essay and even newspaper's articles is usually thin and sometimes imperceptible. This kind of indefinition strengthens one of the central aspects of the essay: its substantial diffuseness, which is characteristically expressed through the use of rhetoric elements that are not always maintained along the work. The lability of genre allows the mixture of discourses and shows a kind of subjectivity that expresses itself while valuing the goals searched. In this sense, the essays compiled in these books come out as proof of the work of the essayist and author as a whole.

Key words: essay, subjectivity, reflection, Jorge Edwards, literary genres.


La condición de discurso atravesado por datos circunstanciales, por su incompletud, por albergar opiniones manifiestamente subjetivas e incluso por diseminar señales autobiográficas otorga al ensayo un carácter sumamente productivo y al mismo tiempo complejo. El lector no podrá resolver el "enigma del ensayo" pero tendrá ante sí una multiplicidad de ideas destinadas a generar el diálogo y la reflexión. El ensayista mira el presente de modo crítico y revisita el pasado con la autoridad otorgada por su voz en tanto partícipe directo de los hechos con los que acuerda o con los que discute pero que no le resultan indiferentes. Asume, pues, un compromiso con lo dicho, con lo leído, con lo cuestionado y con su propio pensamiento, de modo que este tipo de discursos despliegan el punto de vista de quien no oculta su posición frente a lo postulado en tanto se proponen interpretar el mundo (Weinberg). Se trata, pues, de una voz que emerge como conciencia crítica y presenta sus opiniones y observaciones de un tiempo o de un acontecimiento del que también participan sus lectores; éstos reconocen en ese gesto la autoridad de una presencia visible en la medida en que ocupa un notable lugar público. Al mismo tiempo, el carácter de texto inconcluso, fragmentario o "segmentado" -como lo caracterizó Ortega y Gasset- marca el rasgo más apasionante de un discurso que busca conmover, impactar y desplazar puntos de vista, lugares de lectura o posiciones filosóficas; se trata de un texto que procura impulsar la revisión de viejos temas a la luz de nuevas miradas, con un notorio direccionamiento a la reflexividad.

En el caso de ensayos cuyos autores son escritores, esas múltiples posibilidades de mirar y describir el mundo se cargan de un alto tono estético que, en ocasiones, dialoga también con consideraciones de índole teórica de la obra del escritor motivo del ensayo. En Latinoamérica son numerosos los ensayistas que escriben ensayos dedicados a otros escritores: Juan García Ponce, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Juan Villoro, por ejemplo, releen obras de escritores al amparo de sus preocupaciones por encontrar claves para comprender la literatura, inquietudes que están en íntima relación con el entramado de la cultura moderna. Ecos de lecturas y cruces de análisis constituyen rasgos destacados de estos textos.

Desde la cola del dragón, El whisky de los poetas, Diálogos en el tejado, Machado de Assis y La otra casa. Ensayos sobre escritores chilenos del escritor chileno Jorge Edwards se inscriben en esta línea. Los trabajos que componen estos libros tienen la particularidad de transitar por esa delicada línea que separa el ensayo de la crónica y hasta de los artículos periodísticos. Esta suerte de indefinición fortalece uno de los aspectos centrales del ensayo: su difuminación sustantiva y hace explícito que se trata de "un género que tiende a disfrazarse, a travestirse de otros enunciados, a fingir retóricas que luego abandona" (Rosa 23).

Desde la cola del dragón mereció el Premio Ensayo Mundo en 1977 y aborda desde distintas perspectivas los temas literarios, sociales y políticos que preocupan al ensayista. El libro en su conjunto se emparenta con el género periodístico, sin dejar de lado las deudas con el autobiográfico. El soporte básico es la experiencia del autor, por lo tanto, las marcas de subjetividad adquieren gran relevancia al tiempo que contribuyen a marcar cierta ambigüedad puesto que, como señala Gómez de Baquero: "Lo subjetivo, lo personal, es lo más difícil de reducir a unidad, a definición, a contorno" (Ct. en Gómez-Martínez 44).

Sin dudas la voz del ensayista, su obra, sus vínculos y su historia personal están presentes y así lo atestigua la fuerte presencia del yo que se inscribe en la conciencia del ensayista para exponer sus ideas y sus certezas personales (Arenas 383). De modo que la experiencia del ensayista modela el texto y genera deslizamientos entre su propia obra y la de quien es motivo de las reflexiones. En "En el país de Franz Kafka", por ejemplo, Edwards alude al vínculo entre su libro Persona non grata yEl proceso, destacando que "… de hecho, Persona non grata contiene diversas alusiones a Kafka. Son alusiones discretas, casi disimuladas entre líneas" (Desde la cola 34). El autor asume la condición de quien tiene autoridad para abordar determinados temas con estrategias diversas y al mismo tiempo establecer relaciones singulares. Esta operación se repite cuando, de modo más preciso en algunos casos, más veladamente en otros, apela a la competencia del lector, conmoviendo e interpelando posturas políticas rígidas y hasta esclerotizadas por la acción del tiempo, y revisa posiciones inflexibles para reiterar que no se puede cerrar definitivamente ningún tema. De este modo se hace explícita la condición multigenérica del ensayo y la emergencia del mismo como consecuencia de ser "una escritura de crisis y crítica de las condiciones de la cultura" (Casullo 29). Se unen conceptos que provienen del ámbito privado -y en algunos casos cargados de una alta emotividad- con otros dominados por el intelecto, para expresar el modo en que el ensayista desnuda sus pasiones pero también para dejar a la vista la familiaridad con que incursiona en los asuntos tratados. La actualidad de los temas lo dota de vigencia; cuestiones literarias, otras referidas a temas sociales y políticos son analizadas y postulan la discusión y la polémica, para dejar a la vista un notorio predominio del tono reflexivo tan frecuente en el género ensayístico.

El libro está organizado en cinco apartados: "Simetrías y disidencias"; "Utopías"; "La zona de sombra"; "Paradojas españolas"; "Nuevas reflexiones sobre el compromiso de los intelectuales". El primero atiende a los acercamientos y distanciamientos entre la vida política europea y la chilena, de modo que las referencias a proyectos revolucionarios se relacionan directamente con esta última a partir de la elección de Salvador Allende como presidente de Chile y con Praga y su emblemática primavera, punto de comparación incluso en algunos de sus textos ficcionales. Estos vínculos son básicamente producto de sus inquietudes ideológicas y de su itinerario cosmopolita, de modo que este último aspecto y su formación marcadamente europeizante le permiten mirar a su país desprendido de una perspectiva nacionalista tan cara a la sociedad chilena. De este modo, el ensayista se nutre de distintos pensamientos y experiencias que liga con los propios, y deja en su obra marcas en atravesadas por su perspectiva de lectura.

Todo cabe en el ensayo y así se acoplan las más variadas voces que evidencian el propósito de no adherir a encasillamiento alguno, aunque a veces sus afirmaciones se interpreten como actitudes contradictorias. En estos hechos se puede leer lo que Arenas Cruz considera una operación de argumentación propia del ensayo: confrontar distintos puntos de vista y en forma directa provocar el discurso del interlocutor (55)1. Sin embargo, el ensayista no expresa de modo categórico su conocimiento sobre los temas a tratar; invita a la confrontación, provoca pero no deja huellas que permitan advertir que es él quien busca la verdad. Antes bien, lo que se muestra es una invitación para que el lector o el interlocutor revisen sus propias afirmaciones o concepciones, de modo tal que estos ensayos se puedan leer como "focos de iluminación e insurrección" (Kuri). Como el género, el ensayista se piensa como un ex-céntrico. ¿Qué es si no revisar el papel de Neruda, el de Allende e incluso el de Karl Marx a la luz de los acontecimientos políticos chilenos de los años setenta? Neruda reaparece en Diálogos en un tejado convertido en mito. Lo interesante de esta referencia es que ahora lo hace mediado por la novela de otro escritor: Antonio Skármeta. La construcción del poeta en la rebautizada El cartero y Pablo Neruda2 ofrece -como lo consigna Edwards- una perspectiva del poeta a la sombra del cartero semianalfabeto. Una vez más nos encontramos ante la operación propia de los ensayos: recuperar temas para darles nuevas torsiones, aunque también el ensayo invita a revisar otras cuestiones: al hablar del invento del cineasta Michael Radford, ¿no está orientando la crítica hacia la obra de Antonio Skármeta?

Una renovada mirada sobre el campo cultural es el punto de arranque para estos discursos. Y en esa renovación, la literatura también conoce los embates dialécticos del ensayista. La literatura -aunque sería más apropiado decir algunos nombres emblemáticos de la literatura- asume nuevas formas en la voz del ensayista: Borges junto a Chesterton, de Quincey, Lope de Vega o Blanco White emergen mediados por la voz del ensayista desde la libertad que le otorga el pensamiento y su posición en el campo intelectual latinoamericano, para dejar a la vista el proceso de filiación en el que está inscripto el texto.

"Utopía" recoge sus observaciones acerca de los socialistas ingleses y, en particular, lo que denomina "su interés por las expresiones de la izquierda crítica". Pese a esta primera consideración de un tema 'político', el texto está dedicado a consideraciones literarias y para ello analiza La máquina del tiempo de H. G. Wells. La referencia al escritor le permite vincular aspectos literarios con políticos, operación que repite cuando habla de Oscar Wilde y la publicación "El alma del hombre bajo el socialismo". Por su parte, "La sombra de Arthur Rimbaud" retoma cuestiones políticas francesas relacionadas con el Mayo francés para establecer asociaciones con la situación actual de Chile sobre lo que considera un retroceso y anquilosamiento en el campo político de su país. Edwards coloca la sombra de Rimbaud como herencia de los "grupos inspirados en el trotskismo, en formas de socialismo libertario, en la idea de cambiar la vida al mismo tiempo y quizás antes que la sociedad" (84). En esta nota, se reafirma como escritor y destaca una vez más el tema de la profesionalidad del intelectual aunque sea utópica:

    A fines de marzo o comienzos de abril de 1968 me encontraba en París, de
    regreso de ese primer viaje a Cuba y de esos tres o cuatro días en Praga de que
    ya he hablado antes. Mi idea, semejante en su utopismo, quizás a la de los estu-
    diantes de la Sorbona, era quedarme en París por tiempo indefinido, en el refu-
    gio de un pequeño estudio de la rue Boissonade, situado entre el cementerio
    de Montparnasse y el parque de Luxemburgo, y tratar de ganarme la vida escri-
    biendo. El lector ya pensará que soy un utopista incorregible y recalcitrante, y
    yo le confesaré al lector, por mi parte, que no me arrepiento de ello. (84)

Se observan en este recorte varias referencias que merecen ser atendidas. Por un lado, la mención de tres centros que tienen su peso en el imaginario del siglo XX: Cuba, símbolo de la concreción de un proyecto revolucionario desde Latinoamérica; Praga, lugar de la rebelión y finalmente París como condensación de lo intelectual y lo político. A esto se debe agregar el mantenimiento del concepto del escritor como bohemio, idea que lo acompañaría en sus paseos por el Parque Forestal y en las largas tertulias de los cafés santiaguinos, en sus recorridas por una ciudad que esperaba -y anhelaba- descubrir como dadora de secretos, de lugares que hasta el momento habían permanecido ocultos3. Estos aspectos, estrechamente vinculados con su historia personal, impregnan al ensayo de marcas autobiográficas, circunstancia que se genera porque estos trabajos responden a un momento de madurez del ensayista, es decir, cuando su capital simbólico y su capital cultural le permiten tejer y destejer vínculos. Así como la intención de ser un bohemio lo acompañó desde su juventud, ahora, en su presente de escritor reconocido, la reafirmación de la condición de rebelde termina de delinear su figura de intelectual.

Se puede pensar, pues, que el concepto de artista desplegado en estos ensayos es el de un intelectual partícipe de grupos de iguales (aunque no le guste el término generación), deudor del concepto de bohemia y, por ello, con una cierta añoranza del artista baudelaireano. Por lo tanto, no es casual la alusión a que los primeros conocimientos de los hechos políticos le llegaran de intelectuales (Lucien Goldman) y que los políticos estén descriptos con un alto tono poético más próximo a lo literario que a lo meramente informativo; queda a la vista el camino que recorre el ensayo: recurrir a formas discursivas variadas en particular aquellas que privilegien la comparación o la analogía. La política ocupa un lugar notable en la producción ensayística del chileno y siempre está ligada a la literatura, conformando una alianza presente en la totalidad del corpus narrativo. Literatura, cine, arte y política se amalgaman de modo sumamente productivo en un recorrido que puede ser reconocido en el conjunto de la obra narrativa de Edwards.

"Memorias de una cárcel contemporánea" abre el tercer grupo de notas cuyo titulo general es "La zona de sombra". En este caso, el cruce con otras lecturas está direccionado hacia la propia obra de Edwards. El fantasma de Persona non grata es el eje e incluye la referencia al fotógrafo francés Pierre Golendorf, con quien compartiera algunos momentos de su estancia en la isla. La mención de la publicación de las memorias de Golendorf sobre su vida en Cuba y en las prisiones cubanas le permite relacionar su situación personal con la de otros actores casi de modo equivalente a la diseminación de fragmentos de su propia obra en un gesto de inscripción autorial destinada a otorgar legitimidad a lo dicho.

Por su parte, "La muerte de José Lezama Lima" se relaciona con el clima político cubano que le interesa recordar; más allá de estas cuestiones, hay un manifiesto propósito por no perder de vista la dimensión de escritor de Lezama Lima. Edwards apela a su relación con el cubano y al conocimiento directo que tuvo con el mundo revolucionario de Castro durante su estancia en la isla como Agregado Cultural del gobierno de Salvador Allende. "La dimensión policial" reactualiza el tema de la Cuba de Fidel Castro, esta vez al amparo de Joseph Conrad y su libro El agente secreto. Se puede sostener, entonces, que ese recorrido constante por su propia obra está destinado a construir su figura de escritor porque en esa construcción de un "álbum de familia", su rostro se reconfigura con la sucesión de referencias a su propia obra.

"Paradojas españolas", en cambio, reúne un conjunto de observaciones acerca de los lazos de España con sus propias regiones, con algunos países latinoamericanos, entre escritores y dictadores y los conflictos acarreados por la supremacía de una lengua sobre otras. Finalmente, "Nuevas reflexiones sobre el compromiso de los intelectuales" resume su concepción del papel del escritor en la sociedad en "Un vieja pregunta" y "El compromiso de hoy". Los títulos hablan a las claras de la importancia de tales cuestiones en la situación actual.

¿Cómo organiza el ensayista estos textos? ¿Qué estrategias discursivas emplean y hacia dónde dirige su voz? En principio, el rasgo más destacado es la inclusión de la referencia autobiográfica. El yo no está ausente: está la obra literaria y el camino político que, desde su lugar de diplomático, recorre expresando su voluntad de fijar su posicionamiento, de dar a conocer sus opiniones y sus relecturas de la literatura y de la política. Ambas referencias se anudan tanto en los ensayos como en la obra literaria: "De la tradición política a la barbarie" da cuenta del golpe militar, de los movimientos políticos de Allende, del 'caso Padilla', referencias que se amplifican de modo significativo en el emblemático y conflictivo Persona non grata, relato cuya tipificación es tan huidiza como la de los propios ensayos.

Por su parte, el libro dedicado a Machado de Assis atiende a cuestiones narrativas de una figura central para el campo literario brasileño y latinoamericano, al tiempo que expresa sus vínculos literarios con un autor siempre presente en los trabajos literarios, ensayísticos y periodísticos de Edwards. Se trata de un singular libro cuyo eje es la obra de Machado de Assis; allí el escritor toma un camino doble: por un lado, efectúa un análisis tipo teórico del corpus machadiano y por otro, realiza traducciones de varios cuentos o partes de libros -como de Dom Casmurro o Memórias póstumas de Brás Cubas-. Esto significa que realiza un recorte personal y hace una suerte de "segunda" escritura a partir de la traducción. Incorpora también reflexiones acerca de su propia obra, anécdotas de su etapa de integrante de la generación del cincuenta para entrelazar estos hechos con la obra de Machado de Assis, ese escritor que pese a ser "brasileño hasta la médula de los huesos, no pertenece sólo al Brasil", ya que "puede ser una referencia literaria para todo el que se interne en su lectura: para un chileno de los años cincuenta y de los comienzos del siglo XXI …" (25).

La errancia del género le permite entremezclar discursos y dejar a la vista una subjetividad que no sólo habla de la presencia de un yo mostrado a lo largo de todo el texto sino que está presente en las marcas valorativas y en el objetivo que persigue: "Seguir ese cambio, entenderlo desde dentro, es uno de los desafíos interesantes de la literatura de la América española y portuguesa, donde casi toda la historia está por escribirse y todo el pensamiento crítico por desarrollarse" (23). En consecuencia, queda explicitado el modo en que muestra, a partir de su inscripción autorial y de la elección del brasileño, en qué tradición se inscribe y cómo revisa la institución literaria; hay una historia por hacerse y una crítica por reconsiderar, tal como lo señala al referirse al modo en que "la crítica del Brasil [Lúcia Miguel Pereira] no ha sido nunca complaciente con su gran maestro, a pesar de que no niega su maestría" (76). También alude a lo que considera un reconocimiento tardío del brasileño y a las razones por las que no siempre consiguió los lectores que merecía:

    Los cuentos de Machado de Assis forman un conjunto narrativo variado,
    rico, sorprendente, conocido por una minoría en América del Norte y casi
    enteramente desconocido en la América de habla española. Son de una con-
    dición, de una intensidad, de un ritmo de lenguaje único. El narrador incisivo,
    bromista, culto, muy poco frecuente en las literaturas de lengua española o
    portuguesa del siglo XX, con algunas conocidas excepciones, aparece en los
    cuentos de la madurez machadiana en toda su fuerza. (45)

En Diálogos sobre el tejado, a la manera de M. de Montaigne y su amigo Le Botiè, Jorge Edwards encuentra en el tejado de una vieja casa de la calle Lira de Santiago y en la compañía de un amigo, el lugar propicio para hablar de literatura. El resultado de esa historia juvenil es este libro que lleva como subtítulo Crónicas y semblanzas. Una vez más, se cruzan el ensayo y la crónica. De esta última toma la prosa precisa, contundente y la presencia de un pertinaz observador que recorta trozos de ciudades, encuentros y lecturas que dotan a la escritura de un tono dialogal que por momentos ancla en instancias del mundo privado. Del ensayo, en cambio, recupera el tono reflexivo y las disquisiciones teóricas provenientes de diversos dominios.

El libro está organizado en tres apartados: "Preferencias", "Devaneos" y "Razones y sinrazones". Cada uno de ellos incorpora trabajos dedicados a escritores de su generación pero también de quienes tuvieron una influencia relevante en su formación como intelectual y como escritor. Así aparecen nombres como el de Luis Oyarzún, evocado como uno de los más destacados de la cultura chilena y dueño de una obra "escondida, dispersa en sus diarios, en sus ensayos, en unos cuantos poemas, en el recuerdo de sus clases y de sus conversaciones" (39) o el del siempre presente Neruda. Tampoco faltan las referencias al ámbito político, como las desplegadas en "El enigma brasileño" en el que, pese a focalizar su atención en nombres como el de Fernando Henrique Cardozo o Lula, no deja de recordar a Machado de Assis, mención que parte de la alusión precisa a su propia obra: "Mi último trabajo publicado es un largo ensayo y una antología de textos de Machado de Assis" (323). Una vez más se observa cómo los ensayistas buscan en este género el camino de la autorreferencialidad. Ésta es la razón por la que las alusiones autobiográficas no están ausentes ya que contribuyen a delinear la figura del autor en un gesto de marcado egotismo; no sólo se alude a la historia privada y pública del autor, sus lecturas, sus pasiones sino se incrusta una fuerte carga de explicación y hasta justificación de todo su itinerario de hombre público. De allí que en la mayoría de los ensayos de Edwards ocupen un lugar destacado su paso por la función diplomática y sus conflictos con el mundo intelectual frente a determinadas acciones que le valieron conflictos y entredichos con diversos actores de la literatura y la política, como los generados por su paso por la embajada chilena en Cuba y los desacuerdos con Fidel Castro, temas que, por cierto, fueron tratados de modo exhaustivo por Edwards en gran parte de su obra y por quienes la estudiaron.

La otra cuestión relevante de este libro es la incorporación de episodios que, de alguna manera, anuncian futuros pasos en la construcción de su obra. Tal el caso de "El origen del mundo", texto en el que se refiere a la historia de la célebre pintura de Coubert pero que puede ser leído como un anticipo de un libro de su autoría que llevará el mismo título, que publicaría al año siguiente de este texto y en el que daría cuerpo a una historia de intrigas y desencuentros a partir de la célebre e inquietante pintura4. En este ensayo hace un rápido recorrido por el campo intelectual chileno y fundamentalmente pone en escena una particularidad de su escritura: el uso de la ironía. Recurre a ella para hablar de Gabriela Mistral, referencia no menor en el campo literario de Chile. Así como había procedido con una cierta irreverencia en el primer encuentro con Neruda, ahora no vacila en imaginar a "Gabriela con fondo de salsa y de merengue" e imaginar que ella sonreiría con "indulgencia" (21). Acompañan a estas anécdotas casi domésticas, referencias filosóficas, de historia del arte y hasta datos vinculados con la historia chilena. Los cruces de dominios son destacados.

Íntimamente ligado con este libro está La otra casa. Ensayos sobre escritores chilenos, pese al explícito subtítulo, apela una vez más al cruce genérico ya que muchos de los ensayos ceden a la tentación de aproximarse a la retórica de la crónica, a la del testimonio y a la de la autobiografía. Sin embargo, el recorrido elegido para las reflexiones está definido en el título, donde el peso recae en el ensayo. Se trata de trabajos referidos a otros escritores chilenos en el que va dejando a la vista sus vínculos pero también sus distanciamientos y sus reconciliaciones, más allá de que no siempre los alejamientos estén definidos. En una entrevista concedida a Álvaro Matus, Edwards afirma que su intención no fue presentar un libro total sobre la literatura chilena, cuestión que es notoria y comprensible ("El pozo"). No obstante, las explicaciones acerca de la ausencia de algunos nombres permiten inferir que ciertos alejamientos se mantienen.

El libro abre con una "Advertencia al lector", síntesis de sus inquietudes teóricas y de sus propios tránsitos por la literatura y por un tramo destacado de la historia literaria chilena. Desde esta especie de confesión de su trabajo y del modo en que decidió realizarlo se observa, a su vez, que Edwards revisa sus opiniones anteriores. El lugar que ocupa en el campo intelectual chileno le permite rearmar expresiones, cambiar posiciones sostenidas al inicio de su carrera como escritor e, incluso, revalorizar algunas figuras. Las razones obedecen al reencuentro que ha tenido con "algunos autores" y "con uno que otro libro que ignoraba entonces" (9), operación que marca su posicionamiento como lector y el peso que ha otorgado a su propia historia, al incluir retazos de su vida a la hora de efectuar estos comentarios. De modo que, si bien explora la tradición casi con la mirada del crítico, no deja de señalar cómo encuentra en ella las huellas de su propia escritura, incluso cuando éstas pueden ser negadas ya que "las grandes enemistades, en la literatura, suelen partir de semejanzas, de parentescos iniciales mal tolerados" (83).

En la "Advertencia al lector" habla de su propia obra y vuelve una vez más a señalar cuál es el lugar que ocupa en el campo cultural. No faltan, por cierto, las críticas a la falta de reconocimiento de sus trabajos y la desaparición de otras del mercado editorial y, de modo muy destacado, expresa su interés por el género ensayístico señalando de modo preciso que es imposible establecer diferencias entre éste, la nota y la crónica: "… en otras palabras, estos ensayos, notas, crónicas, como quieran ustedes llamarlos, son el producto de un recorrido largo y de una reflexión reanudada" (10). Como en todo ensayo, la subjetividad está presente y las remisiones a la experiencia del ensayista son frecuentes, éstas muchas veces dejan a la vista su propósito de señalar a quienes se siente próximo, sin abandonar el empleo de fórmulas de falsa modestia para marcar cómo se piensa en tanto ensayista: "… no me creo Carlyle, ni Stevenson, ni Borges, pero he respirado alguna vez en aquellas cuerdas, en aquellos ritmos"(11). La escena elegida para dar cuerpo a estas referencias es la de lectura, hecho que lo inscribe como lector privilegiado. No desatiende, por cierto, el tiempo de la escritura y este aspecto se constituye en la instancia de hacer presente cada uno de los tópicos a tratar.

El ensayista revisa sus propias opiniones vinculadas con la literatura chilena y con los nombres destacados en ese campo. Lo hace cuando ha transcurrido casi medio siglo desde que diera esas opiniones y, fundamentalmente focalizando esta revisión en el concepto reconciliación, más que en cuestiones estéticas o ideológicas. Otro aspecto no menor es la fecha que elige para la "reconciliación": 1952 es el año en que publica su primer libro de cuentos. De modo que El patio se entrelaza con un tiempo y con los "padres" de la literatura chilena, que integran el panteón nacional: Vicente Huidobro, Pablo Neruda, María Luisa Bombal. En un marcado gesto de autoconstrucción, no vacila en marcar distancia con otros nombres que transitaban el parnaso chileno, eludiéndolos o ignorándolos, y en la nueva evocación de otros reconstruye un nuevo panteón, esta vez sin el peso de la irreverencia que cometió al omitir u olvidar figuras como la de Gabriela Mistral, a quien, sin embargo, envió ejemplares de su primer libro en busca de un reconocimiento. Edwards adjudica a La otra casa el carácter de trabajo nacido al calor de una lectura o relectura desordenada producto del "testimonio de lector testarudo, más bien irreverente, omnívoro, además de insomne" (9). Así se desliga de cuestiones académicas pese a tener presente las particularidades del ensayo en tanto género que permite establecer "lazos de familia". Una vez más entronca este análisis con su propia ubicación en la historia de la literatura chilena al volver a las referencias del 'inútil de la familia'. Con su tío abuelo Joaquín Edwards Bello construye su capital simbólico y en "El inútil y su utilidad" (45-57) arma su biografía sobreimprimiéndola a la del pariente célebre, eje de El inútil de la familia, una de sus últimas novelas. El autor señala que "el personaje principal de este libro no es ningún invento mío. Como lo sabe en Chile cualquier hijo de vecino, Joaquín Edwards Bello existió" (7), articulando ficción y memoria en íntima relación con su historia privada y literaria.

Se puede sostener, entonces, que estos ensayos operan como banco de prueba de la propia escritura o de la obra del ensayista escritor. Allí se encuentra lo que su escritura es, lo que él como escritor reivindica, la tradición en la que busca inscribirse, pero también el posicionamiento político en el que se encuadra. Es decir que el ensayo le sirve para interpelar la institución literaria, el canon, la historia literaria y la crítica literaria. Funciona como un texto político en la medida en que desde ese lugar indaga, cuestiona, revisa, impugna, se aparta o se aleja de todos esos actores y de modo especular inscribe su obra en el interior de cada uno de esos ensayos. En el rostro -y la palabra- de los escritores aludidos encuentra su propia voz para fortalecer sus ideas, para reafirmar su lugar en la institución literaria. Los caminos elegidos para encontrar esas voces son diversos ya que van desde la tradición "clásica", a la vanguardia, desde los compañeros de generación a los antagonistas y a los que elige como pares; todos ellos le ofrecen modos de engarce cuando de lo que se trata es de reflexionar sobre la literatura, la teoría y la crítica literarias o, simplemente, dar cuenta de los inicios del oficio de escritor. Sin embargo, ese modo de reconocimiento en el discurso del otro no siempre implica una relación de réplica, semejanza o reconfirmación de vínculos o asociaciones. En algunos casos, por el contrario, el espejo devuelve una imagen deformada o distante. Lo relevante, más bien, está en el modo en que se mira (se lee o se escribe) en la escritura de otro, escritura que se reactualiza en ese procedimiento y se resignifica en una nueva que nace al calor de la evocación de un autor al que se homenajea o con el que se discrepa. De allí que no sea una imagen idéntica la que se encuentra en la voz de ese otro escritor, sino una modificada, alteración que dota al evocado de la condición de "objeto" exterior. Cabría preguntarse si en rigor no se está frente a un pre-texto más que frente a un trabajo sobre otro escritor y si en esos encuentros no nace un nuevo objeto. Por otra parte, la elección del autor motivo del ensayo implica una suerte de justificación del camino de su poética que procura espejar su trabajo en búsqueda del fortalecimiento de su inscripción autorial.

Como sostiene Carlos Franz, "más que ensayos de certezas, son relatos lo que nos pueden dejar los escritores. Y preguntas" (192)5. Los textos ensayísticos de Edwards no se alejan demasiado de esta premisa. La elección de autores, de hechos o circunstancias nimias y hasta privadas lo inscriben en la tradición de Marcel Schwob para quien escribir sobre un autor poco conocido era tan relevante como dedicarle un ensayo a Robert Louis Stevenson porque "… el arte está en la parte opuesta a las ideas generales, solamente describe lo que es individual, sólo desea lo único" (139). De allí que estos ensayos recurran a una retórica centrada en la reflexión porque de lo que se trata es de hacer visible ese registro subjetivo y analítico, explícito y secreto que pese a reunir campos por momentos contradictorios, expresa las fronteras difusas por las que transita el género. A lo que habría que agregarle que se incursiona en el ensayo cuando quien lo hace es una voz escuchada y reconocida. Por tratarse de un género informal, quienes acuden a él son escritores que están en plena etapa de madurez intelectual, cuestión que les permite abordar tan disímiles temas y desde un lugar en el que el yo ocupa el centro del ensayo puesto que, pese a recurrirse a trivialidades y hacer de la digresión una constante, "solamente un maestro forjará la obra de arte" (Bioy Casares). Al igual que con el juego de la palmada - hodgehold o la main chaude para R. Barthes - la multiplicidad de voces, el texto sobre el texto o el lenguaje sobre el lenguaje crea nuevas instancias de análisis y reflexión para generar un renovado discurso.


Notas

1 Síncrisis y anácrisis en términos socráticos.

2 El título original de la novela es Ardiente paciencia (1985).

3 Este aspecto lo desarrollo en Las máscaras de la decadencia. La obra de Jorge Edwards y el medio siglo chileno. Rosario: Beatriz Viterbo Editora, 2006, específicamente en el capítulo "La cultura del Parque Forestal y la literatura de la decrepitud".

4 Germán Marín es autor de Ídola, novela que incorpora en el interior una fotografía de la famosa pintura que sirve de punto inicial para relatar un "extraño amor" de un exiliado que regresa a Chile y que se enamora de la cajera de un restaurante. La novela toma otro camino pero es notable la influencia que el cuadro de Coubert ha tenido en la narrativa chilena. Ídola fue editada por Editorial Sudamericana Chilena en el año 2000.

5 Todos los artículos que lo componen están marcados por la impronta del texto a pedido, unido a un punto en común que, desde la voz del prologuista, tienen quienes participan del libro: "les duele el país". En estos términos el territorio geográficamente delimitado y la historia se entrecruzan en cada uno de los trabajos de modo diferente. Jorge Edwards participa de este volumen con un ensayo titulado "Chile, Polonia, ninguna parte", trabajo que responde a uno de los rasgos básicos del género: conjugar la certeza y la duda.


BIBLIOGRAFÍA

Arenas Cruz, María Elena. Hacia una teoría general del ensayo. Construcción del texto ensayístico. Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla, 1997. Impreso.         [ Links ]

Barthes, Roland. Barthes por Barthes. Trad. Julieta Sucre. Barcelona: Paidós, 2004. Impreso.         [ Links ]

Bioy Casares, Adolfo. Estudio preliminar. Ensayistas ingleses. Buenos Aires: Losada - Océano, 2000. Impreso.         [ Links ]

Casullo, Nicolás, "La in-quietud del alma." Ensayo y subjetividad. Buenos Aires: Eudeba, 1998. Impreso.         [ Links ]

Edwards, Jorge. Desde la cola del dragón. Barcelona: Dopesa, 1977. Impreso.         [ Links ]

---. Diálogos en el tejado. Crónicas y semblanzas. Barcelona: Tusquets, 2003. Impreso.         [ Links ]

---. El inútil de la familia. Buenos Aires: Alfaguara, 2004. Impreso.         [ Links ]

---. La otra casa. Ensayos sobre escritores chilenos. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Diego Portales, 2006. Impreso.         [ Links ]

---. Machado de Assis. Barcelona: Ediciones Omega, 2002. Impreso.         [ Links ]

Franz, Carlos. "Parábola del hindú escamoteado." Chile en la mira. Proposiciones y conjuros para sobrellevar el fin de siglo. Santiago de Chile: Planeta, 1999. Impreso.         [ Links ]

Gómez-Martínez, José Luis. Teoría del ensayo. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1981. Impreso.         [ Links ]

Kuri, Carlos "De la subjetividad del ensayo (problema del género) al sujeto del ensayo problema de ensayo." El ensayo como clínica de la subjetividad. Buenos Aires: Lugar, 2001. Impreso.         [ Links ]

Matus, Álvaro. "El pozo de la memoria según Jorge Edwards." El Mercurio. Suplemento Cultural 25 de febrero de 2007. Web. 17 de marzo de 2007. <http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=886216>         [ Links ].

Rosa, Nicolás. "La sinrazón del ensayo." Historia del ensayo argentino. Madrid-Buenos Aires: Alianza, 2002. Impreso.         [ Links ]

Said, Edward W. Representaciones del intelectual. Trad. Isidro Arias. Madrid: Paidós, 1996. Impreso.         [ Links ]

Schwob, Marcel. Ensayos y perfiles. México: Fondo de Cultura Económica, 2004. Impreso.         [ Links ]

Weinberg, Liliana. Ensayo, simbolismo y campo cultural. México: Universidad Autónoma de México, 2003. Impreso         [ Links ]

Fecha de recepción: 30 de abril de 2010
Fecha de aceptación: 20 de octubre de 2010
Fecha de modificación: 25 de octubre de 2010