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Trabajo social

versão On-line ISSN 2256-5493

Trab. soc. vol.24 no.2 Bogotá ju./dez. 2022  Epub 22-Fev-2023

https://doi.org/10.15446/ts.v24n2.98356 

Artículos

"Tinanica", un enredo multiespecie: apuntes sobre el cuidado y la defensa de un humedal en el sur de Bogotá*

"Tinanica", a Multi-Species Tangle: Notes on the Care and Defense of a Wetland in Southern Bogotá, Colombia

"Tinanica", um enredo multiespécies: notas sobre o cuidado e a defesa de uma área úmida no sul de Bogotá

Claudia María Vargas Aldana** 
http://orcid.org/0000-0001-7638-757X

** Secretaría de Educación de Bogotá, Colombia. clmvargasal@unal.edu.co


Resumen

Este artículo aborda, desde la interfaz entre la etnografía multiespecie, el feminismo y los estudios sociales de la ciencia, los enredos multiespecie que emergen de las prácticas de cuidado del humedal de Tibanica en la localidad de Bosa en Bogotá. Es decir, retoma los entramados relacionales entre distintas especies que contribuyen al sostenimiento de este ecosistema. Así pues afirma, a través de descripciones etnográficas sobre "Tinanica" y el proceso de germinar en el agua, que estos enredos que emergen del cuidado permiten la apropiación del territorio y la defensa del humedal por parte de Tina Fresneda y del Colectivo Ambiental Germinamos en Tibanica.

Palabras clave: humedal de Tibanica; prácticas de cuidado; apropiación territorial; defensa del territorio; enredos multiespecie; Tinanica

Abstract

In this article I approach from the interface between multispecies ethnography, feminism, and the social studies of science the multispecies entanglements that emerge from the care practices of the Tibanica wetland in the town of Bosa. In other words, I return to the relational frameworks between different species that contribute to the sustainability of this ecosystem. Thus, I affirm through ethnographic descriptions of Tinanica and the process of germinating in the water that these entanglements that emerge from care allow the appropriation of the territory and defense of the wetland by Tina Fresneda and the Germinamos en Tibanica collective.

Keywords: care practices; defense of the territory; multispecies entanglement; territorial appropriation; Tinanica; Tibanica wetland

Resumo

Neste artigo, Este artigo aborda,o a partir da interface entre a etnografia multiespécies, o feminismo e os estudos sociais da ciência, os emaranhados enredos multiespécies que emergem das práticas de cuidado do a área úmida de pantanal Tibanica no município de Bosa em Bogotá. Em outras palavras, voltoretoma aas tramas os quadros relacionais entre diferentes espécies que contribuem para a sustentabilidade desse ecossistema. Assim, afirma,o por meio de descrições etnográficas sobre Tinanica e o processo de germinação na água, que esses emaranhados queenredos que emergem do cuidado permitem a apropriação do território e a defesa do pantanalda área úmida por parte de Tina Fresneda e pelodo coletivo Germinamos en Tibanica.

Palavras-chave: área úmida de Pantanal Tibanica; práticas de cuidado; apropriação territorial; defesa do território; entrelaçamentos multiespécies; Tinanica

Introducción

Tina Fresneda empezó a vivir en la localidad séptima de Bosa, al suroccidente de Bogotá (Colombia), durante la primera mitad de los años noventa del siglo pasado. En ese momento se adelantaba en dicha localidad un proceso de urbanización caracterizado por la autoconstrucción y extensión del paisaje urbano hasta los límites con el municipio de Soacha (Cundinamarca). Fruto de ese proceso y de la construcción desde principios del presente siglo de diferentes planes parciales, Bosa perdió la mayor parte de su ruralidad y consolidó un paisaje urbano en el que las plantas están poco presentes en las largas, grises, polvorientas y pavimentadas cuadras de la localidad. En consecuencia, se encuentra un déficit de árboles por habitante, como afirma la Cámara de Comercio de Bogotá (2020), ya que allí existe aproximadamente un árbol por cada siete personas, lo cual ocasiona los bajos niveles de la calidad del aire de Bosa.

Fuente: elaboración propia (2021).

Figura 1 Espejo de agua del humedal de Tibanica; atrás unos conjuntos residenciales de Soacha 

En conversación con algunos habitantes de Bosa, ellos comentan que vivían en medio de la lucha cotidiana por conseguir un terreno para construir su casa y por responder a las necesidades básicas de sus familias, lucha que en los últimos treinta años se sentía cada vez más dura. Esos apuros diarios los distraían y no les permitían extrañar la ruralidad, los árboles ni los copetones (Zonotrichia capensis) que ya no habitaban los cables de los postes de luz y teléfono. Cuando se dieron cuenta ya quedaba muy poco que defender. Aunque Tina compartía muchas de estas angustias, ella también solía frecuentar un lugar en el que la presencia de plantas, animales y agua le posibilitaban escapar de la rudeza y contaminación de la ciudad. Sin embargo, el proceso de urbanización continuó en el barrio Manzanares, y el parche de bosque de eucaliptos cercano al hoy humedal de Tibanica fue derrumbado para dar paso a viviendas de interés social. Esta situación coincidió con el desempleo de Tina, con el fortalecimiento del movimiento ambiental en Bogotá y con el despertar de un interés por la preservación de los ecosistemas lénticos en el país. Así que ella junto con otros habitantes del sector, se organizaron para evitar que aquel lugar de escape fuera ocupado por casas, conjuntos residenciales y avenidas. Con este proceso de décadas se logró que Tibanica fuera reconocido como humedal y sujeto de cuidado, sin embargo, la lucha para que el reconocimiento sea afectivo por parte de la comunidad aledaña, de las instituciones distritales y de la localidad todavía continúa en distintos espacios.

Fue precisamente en un espacio de participación interinstitucional e intersectorial que hallé el humedal de Tibanica. Yo estaba interesada por las acciones de las entidades y comunidades con respecto al río Tunjuelo, sujeto de mi investigación doctoral y las reuniones de la Comisión Ambiental Local (en adelante, CAL); para mí eran un lugar estratégico para ubicar experiencias institucionales y comunitarias con el río. Pero me encontré con que el humedal era el epicentro de las acciones, las discusiones y la representatividad de la comunidad. Esta tendencia se intensificó con la ocurrencia, en febrero del 2020, de una serie de conatos y de un gran incendio en el humedal. No obstante, una de las situaciones que más llamó mi atención fue que una de las reuniones extraordinarias para abordar el incendio no inició hasta que llegó Tina Fresneda. Además, tanto los representantes de la comunidad como de las entidades mostraron un gran respeto y apoyo por las intervenciones de esta líder ambiental, cuyo discurso estaba enfocado en cómo mitigar los impactos del incendio y sus causas. Esto me llevó a preguntarme por la relación existente entre Tibanica, Tina y la defensa y apropiación territorial del humedal.

Para abordar la pregunta sitúo esta investigación en la interfaz entre el feminismo, los estudios sociales de la ciencia y la etnografía multiespecie1. Por lo tanto, esta articulación interdisciplinar me permite cuestionarme y dar cuenta de modo no jerárquico de las diferentes interacciones que entablamos humanos, otras especies y lugares. Así pues, me enfoco en las interacciones sociomateriales entre cuerpos humanos como el de Tina y cuerpos más que humanos como lo es el humedal, sus plantas, animales y claro está el agua. Estas interacciones que nomino aquí como enredos multiespecie son entramados relacionales entre distintas especies que en el caso del humedal se conectan de modo convergente, contingente, fluido y múltiple a través de prácticas de cuidado.

Esta apuesta teórica me ayuda a distanciarme de aquellos relatos en los que la Naturaleza es independiente de la Cultura2 y es abordada como escenario en el que ocurren hechos para preguntarme por la capacidad de esta para participar en la historia (Serres 1991; Bird 2008), en la producción de múltiples mundos sociomateriales (Latour 2017) y en los procesos de defensa de un territorio (Escobar 2015) que en este caso está constantemente amenazado por las presiones de urbanización, la falta de interés de algunos de sus vecinos y los impactos ambientales que genera el llamado desarrollo en los cuerpos de agua de la ciudad. Entre los ejemplos de esta coproducción particular de mundos, se encuentra el concepto de cultura anfibia propuesto por Fals Borda (2002) con el que se da cuenta de las maneras en que las prácticas, creencias y conductas están vinculadas con las relaciones productivas que se plantean entre tierra, agua y humanos. También se halla en Camargo (2020) y Sánchez (2016) cómo las inundaciones entendidas como fenómenos solo naturales, también son una producción de las intervenciones sociotécnicas en los ecosistemas de agua.

Si bien cultura-naturaleza no son esferas separadas y purificadas sino híbridas (Latour 1993), en esta investigación no se propone asignar voces e intenciones a más que humanos, pues los enredos multiespecie son impredecibles, particulares y propios de las relaciones entre Tibanica, sus humanos y sus más que humanos. Por lo que deben ser entendidos desde sus propios procesos de coproducción, es decir, deben ser abordados a partir de las profundas interdependencias presentes en cultura-naturaleza (Jasanoff 2004) y desde su inmanencia e interacción desligando el análisis de fuerzas externas y atemporales (Barad 2003) para dar cuenta tanto de la complejidad como de densas relaciones de poder presentes en la particularidad y localidad del humedal.

De este modo, situar los fenómenos sociales y entender lo impredecible de los enredos, me permite escapar del excepcionalismo humano y de generalizaciones sobre la manera en que nos relacionamos con otras especies. Así, el hacer cotidiano de Tina, sus charlas con jóvenes, su desarrollo pedagógico del compost y el cuidado de plantas que la ayuden a llamar a polinizadores, es una forma de lucha particular y propia frente a las lógicas del capitaloceno3. Como amante de la vida, Tina se hace responsables del daño, la extinción y la devastación de distintas formas de vida en el sur de Bogotá. En sí, ante el peligro inminente ella deviene en simbionte, ser que vive y es junto con otros (Serres 1991). Ella es capaz de aprender y enseñar cómo podemos afectar y afectarnos, interesar e interesarnos por otros.

Esta meta de vivir bien junto con otras especies será posible en la medida en que reconozcamos tanto la semejanza y la dependencia mutua (Freccero 2017) como la posibilidad de estar con el otro a pesar y gracias a la diferencia. Así pues, desde la polifonía que implica el mundo de distintas especies nos contaminamos del otro para hacer posibles enredos de vida más equitativos. En esta medida, Tsing (2015) a través de una etnografía sobre las prácticas y relaciones que planteamos humanos con el hongo matsutake, le da un viraje al concepto de contaminación, para indicar que no somos seres puros o ajenos a encuentros con otros, sino que estamos profundamente contaminados por las colaboraciones que tejemos con más que humanos. Es decir, es en la colaboración en tanto trabajo con la diferencia que nos hacemos capaces de ser transformados por y con los otros.

Anna Tsing no es la única autora que retoma la colaboración como clave para la emergencia de enredos multiespecie. Donna Haraway propone el concepto de devenir-con para dar cuenta de procesos coevolutivos y simbiogenéticos entre cuerpos humanos y distintos tipos de organismos como hongos, bacterias, animales domésticos y de laboratorios. Para Haraway (2008) no solo coevolucionamos juntos, sino que este devenir-con implica la construcción material de parentescos, lo que es volver la mirada al otro con responsabilidad y respeto, y de este modo figurar nuevas historias, historias de colaboración, historias de agencia mutua, en las que el otro no es un objeto para observar sino un agente capaz de afectar distintos procesos, incluso los de investigación (Haraway 1988). Pero si Haraway habla de parentescos y simbiogénesis entre especies animales como forma de devenir juntos, Bird menciona el parentesco y la nacionalidad compartida entre humanos, árboles, animales y montañas, trayendo de nuevo la semejanza, en tanto todos compartimos una misma procedencia material. Situar esta nacionalidad y este parentesco es fundamental para construir una historia ecológica, una ética relacional situada y una producción de conocimiento dialógica en la que cultura-naturaleza actúa como compañera (Bird 2008).

Lo dicho hasta el momento señala que la hibridez, la coevolución, la simbiogénesis y la contaminación son posibles en tanto se articula la diferencia, la semejanza, la colaboración, el reconocimiento y la responsabilidad en una ética relacional situada y en una apuesta a otras formas políticas de vivir. Así pues, reconocer que en medio de una serie de prácticas y formas de habitar específicas se tejen vínculos, ontologías, mundos y naturalezas distintas (Sánchez-Maldonado 2017), lleva a que en las últimas décadas varios autores realicen un llamado para que los entrelazamientos que ocurren en la cotidianidad entre personas, animales, plantas y objetos sean incluidos en las investigaciones etnográficas (Sánchez-Maldonado 2018) y en la elaboración de las políticas públicas que definen la gobernanza del agua en espacios como la ciénaga (Bocarejo 2018), las montañas de Puracé (Martínez 2016) y la cuenca de Remar (Mendoza 2019).

Pero, la pregunta en este punto es ¿qué nos lleva a la colaboración? ¿Cómo otras especies nos cambian y nos logran contaminar? Una respuesta aproximativa se puede encontrar en Deleuzze y Gattari (2004) quienes retoman y reelaboran el concepto de afecto de Spinoza, el cual se refiere a la capacidad de un cuerpo de afectar y ser afectado por otros. Así pues, la cuestión no se orienta por lo que se es sino por lo que se hace, es decir, sobre el devenir, sobre lo que un cuerpo es capaz de hacer, sobre las ecologías que se construyen entre cuerpos entendidos desde sus relacionamientos y no desde su individualidad orgánica (Singh 2018). En este sentido, el trabajo de Despret (2008) sobre cuerpos que son capaces de afectar y ser afectados, sitúa esta capacidad desde la teoría de las emociones de James, en lo que se refiere a la indivisibilidad entre cuerpo, mundo y conciencia; así pues, la experiencia que tenemos con otras especies y que permite el afecto, implica disponer cuerpo y mundo para el encuentro, y esto también es disponer las emociones para ser con el otro, en cuanto a que ese otro se vuelva interesante para mí, se vuelva sujeto de preocupación y de cuidado. Implica también reconocer que nuestros cuerpos y los paisajes son afectados por otras especies, que nos constituyen, que nos emocionan, que nos importan y al hacer esto humanos y paisajes también podemos devenir en holobiontes (Gilbert 2017), es decir, en entidades o unidades ecológicas formadas gracias a la presencia, la simbiosis, el diálogo, las emociones-con y el afecto con otras especies y más que humanos.

Ahora bien, para abordar cómo el cuidado y los enredos multiespecie que se articulan en el humedal de Tibanica conllevan procesos de apropiación territorial y defensa del humedal, este ejercicio de indagación se inscribe en una investigación de tipo cualitativo y con enfoque etnográfico. Así pues, aquí se retoman los materiales empíricos que se produjeron en un trabajo de campo iniciado desde febrero del 2018 hasta agosto del 2021, que incluyó la estrategia de seguir al practicante de los enredos multiespecie (Morita 2016), es decir, observar las prácticas de aquellas personas que en su cotidianidad interactúan de modo profundo con otras especies, y que en nuestro caso es Tina Fresneda, lideresa del colectivo Germinamos en Tibanica e intérprete del humedal para la Secretaría Distrital de Ambiente (en adelante SDA). En esta medida, la cotidianidad de Tina se desenvuelve a través del cuidado de y con el humedal, ya sea desde su trabajo como lideresa ambiental, o desde los recorridos y las acciones de educación ambiental que hace como contratista de la SDA, posibilidad de laborar que obtuvo gracias al reconocimiento de funcionarios y líderes quienes afirman que nadie conoce mejor este lugar y nadie puede enseñarlo mejor que ella. Este seguimiento implicó la observación de sus prácticas de cuidado en distintos espacios como la cal de Bosa, en las actividades y los recorridos por el humedal, las entrevistas y presentaciones realizadas en distintos Facebook Live, los perfilamientos realizados por distintos medios de comunicación, diálogos directos y entrevista. En segundo lugar, ubico el agua como zona de contacto, en tanto esta cataliza encuentros y enreda de manera integral y material cuerpos humanos y no humanos (Bakker 2012, 620). En esta medida, la zona es más que un espacio físico, es un sistema relacional en el que actores humanos y más que humanos están constituidos en y por sus relaciones entre sí (Haraway 2008). Así pues, es en los enredos multiespecie que se tejen con el humedal en tanto ecosistema de agua que Tina, los integrantes de Germinamos en Tibanica, animales, plantas y entidades distritales son afectados y devienen-con Tibanica.

Entonces, en términos escriturales, en el siguiente apartado retomo una serie de descripciones etnográficas y fragmentos de entrevistas para describir los enredos multiespecie que emergen de las prácticas de cuidado que realiza Tina Fresneda y algunos de los integrantes de la comunidad de Bosa con el humedal. De esta manera, abordo cómo Tinanica deviene de "pichal"4 a humedal, y de mujer a queriente que busca que otros humanos germinen como querientes de Tibanica.

¿Es "Tinanica" un chiste, un asunto de propiedad o un enredo multiespecie?

Recorrer Tibanica, uno de los pocos lugares de Bosa en que el gris del suelo se interrumpe con la presencia de pastos, pajonales, eneas, lentejas de agua, juncos y sombrillas de agua es también recorrer el trabajo de más de dos décadas de Tina Fresneda, quien junto con humanos y más que humanos ha dedicado gran parte de su vida a cuidar de este ecosistema. Por eso, en distintos espacios de participación de la localidad de Bosa y de Bogotá es común escuchar el calificativo de "Tinanica" para referirse al humedal. Este calificativo podría tomarse de manera jocosa y desprevenida como lo hace Tina, quien no para de reír cuando habla de dicho apodo. También podría tomarse como una crítica frente a los procesos de apropiación territorial y de liderazgo que participan en distintos espacios para incidir en la definición de lo que se hace en Tibanica. Pero desde los enredos multiespecie que abordamos aquí es más que un chiste y es más que un asunto de propiedad, pues enuncia un cuestionamiento profundo a la división moderna entre Naturaleza y Cultura y se constituye en una relación simbiótica entre humedal y mujer, la cual emerge de las prácticas de cuidado que se presentan entre Tibanica y Tina.

En esta medida, el afecto que surge en el encuentro de Tina con el agua, el parche de bosque de eucalipto y otros líderes ambientales, le permite a ella transformar su vida en la ciudad y su ser de mujer, madre, esposa y desempleada, pues este encuentro la lleva a enfocar su vida en el cuidado de Tibanica. De las prácticas de cuidado entre Tina y el humedal emergen enredos multiespecie que posibilitan el devenir de Tinanica y de esta manera sostener el humedal como forma de resistencia a un orden urbano desligado de sus ecosistemas de agua (Carriera 2007).

Así pues, el cuidado incluye

[...] todo lo que hacemos para mantener, continuar y reparar "nuestro mundo" para que podamos vivir en él lo mejor posible. Ese mundo incluye nuestros cuerpos, nosotros mismos y nuestro entorno, los cuales buscamos entrelazar en la red compleja que sostiene la vida. (Fisher y Tronto 1990, 40)

Sin embargo, mantener no es sinónimo de quietud, permanencia o inmovilidad. Por el contrario, el cuidado implica la posibilidad de crear, de participar en la emergencia de nuevos enredos y formas de estar con el otro o devenir-con. En este sentido, el cuidado "significa: un estado afectivo, un hacer vital material" (Puig de la Bellacasa 2011, 90). Por lo tanto, la práctica del cuidado es altamente creativa al generar la emergencia de enredos que permite al humedal y a Tina, en palabras de Marisol De la Cadena, estar, componer y ser un lugar (De la Cadena 2015, 97).

La práctica de cuidado es el resultado del movimiento al que lleva el afecto del humedal en Tina. Este afecto es enunciado por ella como una "relación amorosa", como un "eterno romance" que la lleva a estar presente en distintos espacios de participación, a interactuar con funcionarios de entidades distritales, a llorar por las frustraciones, a jurar no volver al humedal y, sin embargo, levantarse muy temprano para continuar con la siembra de árboles y realizar sobre él, en línea y en visitas a colegios, procesos de educación ambiental con niñas, niños y personas jóvenes y adultas. Así pues, el amor es un afecto reconocido, que en términos ontológicos es atención, dedicación y tiempo (Archambault 2016, 253), es la disposición a ocuparse de y por el otro. El amor en tanto afecto es una conexión parcial entre mujer y humedal. Son un lugar, pero ambos se extienden más allá de Tinanica, pues aunque en el encuentro que implica el cuidado se hacen uno, son más que eso, continúan siendo el humedal y Tina. En esta medida, Tinanica nos recuerda que todos somos "simbiontes entre sí, en diversos tipos de relacionalidades y con diversos grados" (Haraway 2015, M26). Por consiguiente, las relaciones que caracterizan las prácticas de cuidado del humedal en cuestión permiten que se diluya la dicotomía moderna entre Cultura y Naturaleza. No solo porque juntos devienen en un lugar, sino porque en la práctica el humedal deviene en una producción que es también humana y Tina deviene en un ser que germinó en el agua de Tibanica.

Entre el fuego y el agua: el humedal como producto de cuidado

Mediante la Ley 357 de 1997 (Congreso de la República de Colombia 1997) Colombia suscribió el Acuerdo Ramsar y se inició en todo el territorio nacional, pero especialmente en la cuenca del río Magdalena y sus ciénagas, un proceso de identificación y anexión de ecosistemas lénticos a la lista de humedales de importancia internacional. En el caso de Bogotá, este proceso es agenciado por varios ambientalistas como Germán Galindo, líder en el proceso de conservación del humedal La Conejera, y de cuya experiencia se alimentan otros procesos en la ciudad como Tibanica y la Fundación de Humedales de Bogotá (Entrevista a líderes ambientales, 12 y 26 de febrero del 2021, Bogotá). Este trabajo en conjunto de distintos sectores y lugares de la ciudad por inscribir al complejo de humedales de Bogotá en el Acuerdo Ramsar se concreta con el Decreto 1468 del 6 de agosto del 2018 (Presidencia de la República de Colombia 2018), al ser incorporados en la lista once humedales de la ciudad, entre los que se encuentra Tibanica. Sin embargo, el cuidado de este no solo requiere de su reconocimiento como un humedal de Ramsar, sino que implica prácticas de cuidado que permitan que los habitantes cercanos lo reconozcan también como humedal:

Una compañera de trabajo se acercó a contarme que su hija debía visitar un humedal. Como ella vivió su infancia y adolescencia en Bosa, decidió llevar a la niña a Tibanica. Pero, al llegar al lugar solo vio un "potrero encerrado" al que no se podía acceder. (Diario de campo, 15 de agosto del 2019)

Las mallas que circundan el humedal, el cierre de la puerta y la pérdida de agua y capa vegetal de Tibanica, están profundamente relacionadas con las dificultades que se presentan para que algunos miembros de la comunidad reconozcan este lugar como humedal y se contribuya con su cuidado. Así pues, el encerramiento fue parte de la decisión sociotécnica que se dio para enfrentar las iniciativas de vecinos de construir vías en el humedal, de depositar desechos allí y de mitigar las situaciones de inseguridad y la proliferación de perros ferales que devoran las aves y los mamíferos pequeños. Como el reconocimiento de la importancia de estos ecosistemas en Bogotá ha sido un proceso reciente, también es necesario la realización de intervenciones sociales que permitan a las comunidades comprender su importancia, ya que

antes de los años noventa no solo era común la práctica de rellenar los chircales, sino que esta actividad era promovida por las autoridades, especialmente la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá. Así, la gente los usaba para la ganadería, la agricultura e incluso llevaban los escombros y los depositaban en esos pantanos, después reclamaban el terreno como propio, loteaban y vendían para la construcción de vivienda. Ya con el tiempo, más o menos a finales de los noventa, se empezó a tomar conciencia de la importancia ecosistémica de esos lugares y en distintas partes de la ciudad las comunidades nos organizamos para evitar que la urbanización legal e ilegal devorara lo que ahora se conoce como humedales. (Entrevista a líder social y ambiental, 26 de febrero del 2021, Bogotá)

De esta manera, Tibanica no necesariamente es objeto de cuidado de todos sus vecinos. Para muchos de ellos es solo un "pichal" al que se le puede arrojar basura y escombros. Por lo que su cuidado implica acciones para transformar las dinámicas tradicionales que la población bogotana ha tenido durante décadas con ecosistemas de este tipo. Estas acciones van desde un ejercicio juicioso de educación ambiental sobre qué es un humedal, el agua como vida y no como mercancía, el manejo de residuos y la separación en la fuente, además de la realización de mesas de convivencia en las que se ha acordado con los vecinos del humedal pautas para contribuir con el cuidado y aprender a vivir con Tibanica.

Entonces, cuando visito el humedal no solo encuentro el encerramiento, sino a niñas, niños y mujeres del barrio entregándole a Tina los residuos orgánicos de sus casas para armar el compost con el que se abona los árboles. Mi compañera encontró un potrero, yo encontré un humedal, la diferencia es que aprendí del humedal con Tina. Ella sabe dónde está el espejo de agua y en qué lugar preciso se anidan las aves, conoce los lugares en los que el agua se esconde y nos lleva a allá para que nos mojemos y de este modo nuestro cuerpo, que también es agua, se conecte con el humedal.

Entre los lugares que Tina nos lleva a recorrer se encuentra el sendero de árboles que ha sembrado con la ayuda de varias personas jóvenes y habitantes del sector. Uno de esos árboles es el de su papá. Lo sembró cuando él murió, en honor a él, como una forma de hacer que sus afectos converjan en Tibanica, pero que también converjan los afectos de otros, así que Tina suele invitar a los visitantes para que siembren un árbol como manera de homenajear a sus muertos, como una forma de extensión de la vida humana en el humedal. De este modo, se busca crear parentescos entre árboles y humanos, y generar nuevos enredos multiespecie.

Si bien Tina siembra, riega y abona árboles y plantas, desarrolla procesos de educación ambiental y participa en reuniones locales y distritales. No es ella y su colectivo los únicos que cuidan del humedal. Tibanica también la excede a ella. Sus prácticas se cruzan con las de entidades como la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (en adelante, eaab), y esto también hace al humedal.

La reunión extraordinaria de la cal de Bosa fue convocada para abordar el tema de los incendios presentados durante febrero del 2020 en el humedal Tibanica. Durante gran parte del desarrollo de esta reunión, las intervenciones giraron en torno a qué entidad desde su misionalidad le correspondía actuar durante y después de un incendio, cuáles eran los factores que llevaron a la proliferación de los conatos y qué estrategias y acciones se implementarían para mitigar los efectos del incendio en el ecosistema. No obstante, los representantes de la comunidad plantean que no son solo los efectos del incendio a lo que se debe atender, sino también se debe dar solución al proceso de secamiento de una parte del humedal ocasionado por la construcción y desviación de unos canales durante la segunda década del siglo XXI, obras que deterioraron el nivel del agua y contribuyeron a una notable disminución en las especies de fauna que se albergaban en Tibanica. (Diario de campo, 21 de febrero del 2020)

Tina me expresa que uno de sus mayores sueños es volver a ver el humedal lleno de agua, con otros espejos en zonas en las que este se secó. Así, el cuidado de Tibanica implica centrar la atención en unos objetos específicos, que se relacionan con las funciones ecológicas de este cuerpo de agua; por eso, Tibanica es reconocido como un humedal

de gran importancia a nivel local y regional por ser uno de los que cuenta con la presencia de especies avifaunísticas importantes para la conservación como la tingua bogotana (Rallus semiplumbeus), la tingua pico verde (Gallínula melanops bogotensis) y sobre todo el cucarachero de pantano (Cistothorus apolinari) que se encuentra en grave peligro de extinción y tiene allí la mejor población del Distrito Capital. (Humedales de Bogotá 2011)

Por consiguiente, entre las prácticas de cuidado están aquellas que se enfocan en garantizar las condiciones adecuadas de hábitat para distintas especies. Para esto, Tina e integrantes de la comunidad presionaron para que la EAAB brindara al humedal agua con bajos niveles de contaminación, por lo que esta empresa desconectó el humedal de la quebrada Tibanica a través de la construcción de un jarillón que evita el paso del caudal contaminado de la quebrada; además, construyó colectores que llevan las aguas lluvia a este ecosistema y en el 2012 desvió algunos de los canales. Sin embargo, estos enredos no son predecibles. Como señalan varios autores en el libro Arts of living on a damaged planet (2017), los enredos multiespecie se tensionan entre el peligro y la vida. Por consiguiente, los enredos pueden en algunos casos traer la extinción de una especie y de todos los entramados relacionales de los que esta hace parte y, en otros casos, ofrecen un sinnúmero de posibilidades para que, en el marco de la colaboración, el reconocimiento y la interdependencia, se creen futuros habitables para todos.

Los enredos entre entidades distritales, concreto y humedal conectan y crean nuevos entrelazamientos. Por un lado, la presencia de conexiones erradas y prácticas cotidianas de depositar aceite, basura, gasolina y jabón en las alcantarillas hace que el agua que entre por los colectores no posea siempre las características que se espera. Además, la desviación de los canales perimetrales produjo enredos que amenazan el humedal al contribuir al secamiento de una parte de este. Esta situación termina de agravarse con el incendio del 18 de febrero del 2020 en el que el encerramiento, la falta de un hidrante cerca y la construcción de bolardos a la entrada del humedal para evitar el paso de carros, no permitieron la pronta acción de los bomberos terminando de poner en riesgo a especies como los curíes (Cavia anolaimae), que al parecer ya no están.

Después de varios espacios de participación, diálogo y pugna entre entidades, comunidad y Contraloría, se logra definir un plan de acción para recuperar el humedal que implica, entre otras cosas, un estudio de la capacidad hídrica de este y la búsqueda de una fuente que le brinde permanentemente agua a Tibanica. En el estudio socializado en la cal, se plantea que hay un balance deficitario, al evaporarse más agua de la que entra al humedal. Por lo que de once opciones de fuentes para alimentar a Tibanica, se escogen los pondajes de la estación de bombeo La Isla de la EAAB, cuya calidad de agua es superior a la del Tunjuelo, la quebrada Limas y la quebrada Peña Colorada y es hábitat de peces y aves (Diario de campo, 24 de marzo del 2021).

Aunque Tina participó en las distintas mesas de discusión e incluso visitó los pondajes para verificar que no eran aguas residuales, ella prefiere no ilusionarse con las acciones que se propusieron para aumentar el caudal del humedal. En ella están presentes otras preocupaciones frente a este lugar que ha cuidado durante una gran parte de su vida. Su preocupación reside en el futuro, en aquello que pasará cuando ella no esté.

Devenir queriente: enredar para germinar en Tibanica

En una conversación con Tina, ella me aclara que el cuidado en este caso es una práctica en doble dirección. Así como ella cuida del humedal, este también cuida de ella y cuida de todos en la localidad. Me pone como ejemplo, que gracias a su trabajo muchas personas la conocen y la invitan a almorzar y a comer, evitándole a ella cocinar, que es una de las tareas que menos le gusta hacer. Pero en Tibanica el cuidado del humedal también se refiere a lo que es capaz de germinar en él, es decir, lo que deviene de los enredos multiespecie entre humanos y más que humanos. Lo que deviene de días enteros al rayo del sol y bajo el agua de la lluvia sembrando, cuidando de animales, caminando, solicitando colaboración a los vecinos para que no boten basura al humedal. De situaciones tensas en las que se enfrentó con habitantes del sector que con máquinas empezaban a abrir caminos para que motos y carros pasaran de Soacha a Bosa y viceversa. De momentos en los que con baldes lleva comida a los perros ferales que habitan el humedal para que no se coman las aves y los roedores. Es esta manera de estar y ser junto con el humedal, lo que le permite ser cuidada por él y devenir; según sus palabras, en queriente de la vida.

Fuente: elaboración propia (2021).

Figura 2 Canto al agua y ofrenda de semillas 

Cuidar le permite a Tina ser queriente, ser con el lugar y también aprender de él, pues, como afirma en una reunión de la cal, "la naturaleza la ha transformado". Los aprendizajes que cambian a Tina son reflexiones profundas que comparte con las personas jóvenes así como con las niñas y los niños que visitan el humedal. Así, del incendio que devoró más de seis hectáreas del Tibanica, ella les habla de "la resistencia de la naturaleza a desaparecer", y aunque murieron muchos animales, muchos de los árboles lograron mantenerse con vida y el material vegetal quemado sirvió como abono. En los recorridos Tina tiene que indicar cuál fue el lugar del incendio, porque después de casi un año a simple vista es difícil identificarlo. Así pues, en el humedal no solo se aprende que las desgracias pueden llevar a oportunidades, como afirma nuestra practicante multiespecie; también se aprende a tejer confianza con los animales, especialmente los insectos y anfibios. En eso Tina es experta. Ella toma insectos en su mano y le dice a que observen cómo estos animales no hacen daño. Incluso, yo supero mi asco y tomo con mis dedos los gusanos que ayudan con el compost. Nos indica en medio del pasto la presencia alborotada de los saltamontes y juntos visitamos y compartimos un rato con los sapos y renacuajos que habitan tres tanques de plásticos hundidos en la tierra. De este modo, los insectos y las ranas se vuelven importantes, sujetos de preocupación y responsabilidad; no solo aprendemos a confiar sino a ser sensibles a su existencia.

A través del aprendizaje, el humedal permea el cuerpo de agua de Tina. Y este permear implica la voluntad de unir a otras personas para trabajar por lo común, por el bien general, que no es solo humano sino más que humano, para que otros devengan en querientes.

En la celebración del Día del Agua, se canta al agua en el país desde hace varios años con el fin de generar procesos de sanación del elemental, a partir de las vibraciones que genera la música. Durante la actividad Tina nos explica que somos seres del agua, y debemos agradecerle a ella todas las posibilidades que están presentes en el humedal. Minutos después entonamos frente al espejo de agua y el altar de flores la frase "gracias agua por existir" y luego cada participante agrega una razón por la cual dar gracias al agua: "gracias por las garzas", "gracias por la vida", "gracias por las aves", etc. Después de esto, y por iniciativa de una de las jóvenes que participaba de la actividad, dos niños junto con Tina ofrendan semillas de maíz al humedal. Estas se hunden en el espejo de agua y se convierten en parte de él. (Diario de campo, 22 de marzo del 2021)

En el canto al agua se encuentran cinco generaciones (Tina, su mamá, adolescentes, niñas y niños y personas jóvenes como yo). Nuestras voces se unen para sanar al espejo de agua, y de la mano de la experiencia de las cuatro primeras generaciones la semilla es sembrada en el agua, pero también en las niñas y los niños presentes en la actividad, quienes se encargan de entregar la semilla. Esta semilla representa la vida y la lucha para sostenerla. Así pues, el colectivo Germinamos en Tibanica surge de la necesidad de consolidar el cuidado del humedal en muchas manos y de este modo garantizar la continuidad en su defensa y apropiación por parte de la comunidad. Aquí, germinar es una práctica consistente en el despertar de la conciencia ambiental, una práctica que habla de la decisión que se toma de estar dispuesto a cuidar de Tibanica y de otros ecosistemas, pues todos los humedales, montañas, ríos y quebradas de la ciudad están conectados. Es una práctica que, como manifiesta una de las integrantes de este grupo, es la forma en que se pelea por la vida de las próximas generaciones, es la manera en la que también se siembra con ellos un legado.

Pero este legado implica en Tibanica una tensión importante, pues existe el temor de que para algunos integrantes esta práctica no solo esté fundamentada en un compromiso ético-político de proteger las distintas formas de vida que habitan en el humedal, sino que el cuidado también se constituya en un trabajo y en la oportunidad de conseguir recursos mediante proyectos, que si bien redundan en la inversión y potenciación de actividades de cuidado dentro del humedal, también contribuyan a que haya ingresos para quienes lideran dichas iniciativas y se entre en dinámicas en que cuidar deja de ser lo importante.

En el caso particular de Tibanica, varios de los cuidadores han concentrado la mayoría de sus actividades en el humedal y no todos cuentan con un salario o una pensión. Tibanica puede implicar la posibilidad de entradas económicas, ya sea mediante proyectos o a través de la asignación de cargos en las entidades distritales como en el caso de Tina. Puig de la Bellacasa (2017) plantea que preocuparse por no es necesariamente una obligación moral sobre distintas situaciones, prácticas o decisiones (5); así pues, en términos analíticos me distancio de las posturas que asignan al cuidado de más que humanos una mirada romántica y moralista en la que los cuidadores solo deben entregar y dar atención. Por el contrario, considero fundamental preguntar cómo en Bogotá cuidamos de aquellos que entregan días, años y vidas enteras al cuidado de los humedales en la ciudad y que no cuentan con un estipendio para vivir.

A manera de cierre

Al visitar un humedal en Bogotá, el guía suele definirlos como ecosistemas de transición. En esta afirmación se incluye el tránsito entre mundos acuáticos y terrestres, la conexión entre el páramo de Sumapaz, los cerros orientales y el río Bogotá, la oxigenación del agua, y el encuentro entre formas de vida indígenas, campesinas y urbanas. Además, como se describió en este artículo, estos ecosistemas también son zonas de contacto, es decir, un sistema en el que distintas especies se enredan a través del cuidado como modo de enfrentar las injusticias ambientales imbricadas en el desarrollo urbano del sur de la capital.

En este artículo se abordó el enredo de Tinanica, pues este redefine vínculos políticos entre humedal y mujer, que no reproducen la jerarquización que asocia a la naturaleza y a la mujer como seres inferiores. Por el contrario, el ser mujer de Tina y sus profundas conexiones con el humedal configuran un liderazgo particular; así, en la cotidianidad del cuidado, liderar se constituye a través de la potencia del amor, de la aceptación de la vulnerabilidad humana y de los ecosistemas, de un diálogo caracterizado por el respeto y de la convicción del trabajo constante en pro del sostenimiento de distintas formas de vida.

En sí, estos enredos representan un reto ético-político frente al mantenimiento de la vida en la ciudad. Son una invitación a explorar lógicas de cuidado que permitan ordenar territorios sustentados en la diversidad biológica y en relaciones no jerárquicas entre humanos y más que humanos. Este proceso, que es local y multiespecie, implica para ciudades construidas a espaldas del agua aprender de los aciertos, los errores, los desacuerdos y las superposiciones que supone el cuidado de un humedal.

En este aspecto, Tinanica enseña que cuidar deviene en un tejido de relaciones profundas entre plantas, animales, humanos y agua. Dicho tejido requiere de prácticas de cuidado basadas en la colaboración; por eso, el compost producido por residuos orgánicos y lombrices, y las plantas que atraen polinizadores son indispensables para prolongar la vida de especies en el humedal. A esta colaboración se suman recorridos diarios, procesos de educación ambiental, acuerdos con quienes habitan cerca y con entidades distritales y locales para sostener el ecosistema, para asumir los errores y daños y para permitir que los humanos podamos devenir como querientes de la vida y cuidemos el agua y las especies. En consecuencia, al cuidar del humedal, de plantas y animales también cuidamos de nosotros y sanamos nuestra relación con la cultura-naturaleza, nos hacemos conscientes de nuestro carácter híbrido, de que podemos ser simbiontes y que desde nuestro hacer cotidiano podemos crear lugares de vida.

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Líder social y ambiental de la cuenca del río Tunjuelo. 2021. Entrevista por Claudia Vargas. 26 de febrero del 2021 [ Links ]

* Este artículo retoma parte del material empírico y las reflexiones teóricas de la tesis doctoral que adelanto sobre las prácticas de convivencia entre los habitantes del sur de Bogotá y el río Tunjuelo. Por lo que me implicó otras formas de estar como investigadora, pues mientras el río fluye de modo constante, rápido y con intermitencias, el humedal que también fluye logra contener. Así, estar en uno de los humedales de la cuenca del Tunjuelo siempre fue un respiro, una forma de oxigenarme para continuar con la ajetreada tarea de recorrer el río.

1 Sobre etnografía multiespecie véase el trabajo de Helmreich y Kirksey (2010).

2En este artículo cuando Naturaleza y Cultura son enunciadas con mayúsculas, se refiere a la acepción moderna que enfatiza su separación e independencia. Mientras que al nombrarla cultura-naturaleza, se denota su carácter de coproducción.

3El capitaloceno es una expresión que denota las transformaciones sobre la corteza terrestre y sus ecosistemas como producto de las relaciones de producción y reproducción de la vida material, propias del capitalismo. Según Tsing (2015), estas transformaciones también implican el detri mento de las relaciones colaborativas entre humanos, y entre humanos y más que humanos (19).

4La expresión pichal es usada en Colombia para referirse a aguas quietas y putrefactas. Algunos habitantes de Bosa hacen esta asociación porque existe un desconocimiento sobre la importancia y las características de este tipo de ecosistema y en cuanto a los impactos de la urbanización en la calidad de sus aguas; además, porque en algunas zonas de Tibanica los procesos de descomposición bacteriana contribuyen a que el agua presente mal olor, aunque esta asociación no es mayoritaria.

CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO Vargas Aldana, Claudia María. 2022. "Tinanica", un enredo multiespecie: apuntes sobre el cuidado y la defensa de un humedal en el sur de Bogotá". Trabajo Social 24 (2): 61-85. Bogotá: Departamento de Trabajo Social, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia. DOI: 10.15446/ts.v24n2.98356

Recibido: 10 de Septiembre de 2021; Aprobado: 29 de Marzo de 2022

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